Buscando un indicio del destino

Coronamon arrastraba pacientemente el cuerpo de su compañera. Tras haber repostado un rato en aquel oasis habían reanudado la marcha, pero la rubia, tras la media hora, se había cansado y se había dejado caer al suelo.

- Me quedó aquí. Una siestecita cortita… -Y se hizó un ovillito en la arena ardiente. A pesar de estar super caliente, no parecía molestarle a la muchacha.

Y así continuaba Corona, tirando de Yara con esfuerzo y paciencia infinitos.

- Tengo hambre…. –decía Yara cada 5 minutos.

- Ya, ya..¬¬’-le respondió-. No podemos comernos todas las provisiones de golpe. Aguanta un poco.

- Pues entonces pinta más (?).

El digimon naranja suspiró y miró para el frente. Al hacer eso, se detuvo de golpe, sorprendido. A unos metros había un digimon cuadrúpedo, el cual se intentaba mover, agotado, sediento, y demás. Coronamon se volvió y movió la cabeza de Yara.

- Nee…paraaa…-

- Hay un digimon allí.

La chica alzó la mirada hacía la dirección que su compañero señalaba.

- ¡Hostias, un caballo!-dijo tras unos segundos, parpadeando.

- ...No es un caballo…=.=

Mientras descansaba bajo las rocas, una vos no muy lejana le llega a los oidos, algo con referencia a el fue lo que escucho, miro lentamente hacia esa direccion y noto debilmente a una niña a un digimon junto a ella, rapidamente se dio cuenta de que se trataba de un tamer, ya que ellos solamente tiene digimons de compañeros.

Mientras las miraba observo que una tormenta de arena se levantaba detras de ellas y poco a poco se acerba a ellas, parecia ser de las fuertes porque era terrible la cantidad de polvo y arena que levantaba. Sin dudarlo un minuto comenzo a correr hacia ellas mientras agrandaba en el camino el taladro de su cola, al estar a pocos metros salta al aire y dice

Dorulu tornado.-- apuntando directamente hacia la tormenta

Yara vió al digimon acercarse corriendo a ellos y se levantó de golpe. No sabía si era bueno o malo, pero parecía que estaba solo. Aún así, no era muy alentador que se acercará a ellos tan rápidamente. Coronamon pareció pensar lo mismo porque se plantó delante de Yara, dispuesto a protegerla de cualquier cosa. Comenzó a concentrar energía en su frente.
Sin embargo, el digimon pasó a su lado y se plantó tras ellos. Lo escucharon gritar hacia una dirección y se volvieron. Una enorme tormenta de arena se avecinaba hacia ellos. Coronamon abrió la boca considerablemente, casi se podría decir que hasta el suelo, mientras que Yara solo optó por la cara de póquer.

- Pedazo estornudo el que haya creado eso….

El digimon cuadrúpedo lanzó un ataque a la tormenta, como si quisiera detenerla para salvar la vida. Coronamon se puso a su lado y, iluminando de nuevo su frente, lanzó una serie de bolas de fuego en un intento de ayudarle.

Off:

La tormenta empezo a detenerse al colisionar contra el tornado creado , pero el digimon que acompañaba a la joven lanzo un ataque bastante fuerte , el cual ayudo a disiparla por completo.. Durante unos instantes se quedo quieto aun en el aire, , rapidamente regresa al suelo y se recuesta sobre la arena,
estaba cansado y sediento, por lo que cerro sus ojos sin pronunciar palabra alguna.

el calor seguia aumentando poco a poco y eso le molestaba, por lo que agranda el taladro de su cola y lentamente lo hace girar sobre donde estaban la joven, su digimon y el , con el fin de levantar una pequeña brisa y asi pasar un poco ese agobiante calor

Coronamon y el otro digimon consiguieron frenar la terrible tormenta de arena que en un principio se había avecinado sobre ellos. El primero resopló y se dejó caer al suelo, cansado. El calor lo había debilitado un poco.

- ¿Estas bien? -Le preguntó Yara, agachándose junto a él.

El pequeño sonrió y asintió, a pesar de tener algunas gotas de sudor por la frente. No quería alarmar a Yara. El era el digimon, debía protegerla lo que costara y no quería preocuparse más por sí mismo. Miró al digimon cuadrúpedo y le tendió una garra.

- Nos has salvado, gracias. -Le dijo. Su honor le obligaba a agradecerselo, aunque le agradecía más que Yara no hubiera salido herida.

Ella, por su parte, miró largamente a su compañero y suspiró. << Se preocupa demasiado por mí... >>fue lo que pensó. Después se volvió hacia el digimon ajeno.

- Para ser un caballo eres muy fuerte^^. Gracias por la ayuda.

Coronamon puso los ojos en blanco, pero sonrió también.

- Ella es Yara, y yo soy Coronamon. Mucho gusto.

Ambos observaron como el digimon movía su cola-taladro, provocando un airecillo fresco, algo que agradecieron en silencio. Hacía demasiado calor.

Coronamon asintió cuando el digimon se presentó. Parecía que su nombre era Dorulumon. El pequeño se rascó la nuca con una uña, pensativo, y movió la cola de manera distraída. Yara mientras rebuscó en su mochila, tratando de encontrar algo. A los pocos segundos sacó una botella de agua y bebió un poco. Tenía sed, muchísima, y cuando terminó de saciarla, apenas quedaba un cuarto de su capacidad. Se la tendió a Coronamon, dando un largo suspiro de alivio.

- Ahhh... rica- se tumbó en la arena, con una expresión de satisfacción en la cara. Se encontraba ya muy a gustito así. No le apetecía para nada moverse, pero sin embargo sabía que tarde o temprano tendría que levantarse y seguir con la caminata. Eso la molestó y puso cara de desagrado -3-.

Coronamon observó con cara de desesperación como su amiga bebía de la botella, dejándola después casi vacía. Cogió el embase y miró su contenido con pena. Él también tenía sed, pero Yara apenas le había dejado un poco. Se sorbió los mocos, mirando mal a su compañera.

- Ya te vale...

Cogió y se llevó la botella a los labios, dispuesto a beberse lo que quedaba del agua. Ella lo había querido. Ahora se quedarían sin agua los dos. Sin embargo, al echar una mirada a Dorulumon, bajó la botella. Lo miró atentamente. Por el movimiento que hacía con la cola, el digimon parecía estar bastante cansado, seguramente más que él. Finalmente, Corona suspiró y acercándose a Doru le tendió la botella.

- Toma, seguramente lo necesitas mñas que yo- le dijo.- Aunque no es mucho, gracias a alguien que yo me sé-añadió lanzándole una mirada malhumorada a Yara.

Esta le sacó la lengua .

miro a las dos peleandose por un poco de agua , la joven se habia tomado casi todo el contenido de una botella, dejandole poco a su compañero, cosa que le desagrado un poco , pero bueno cada uno tiene sus cosas. Coronamos tomo labotella y el poco contenido que quedaba se lo ofrecio a el, por lo que no pudo aceptarla diciendole:

no es necesario -yo puedo conseguir agua de otra forma- dice esto agrandando su taladro en la cola y hace un pozo , comienza a escarvar con sus garras un poco y comienza a hacer presion , haciendo que salga agua poco a poco , al cabo de unos minutos ese pozo estaba lleno hasta el tope.- mira a Coronamon y le dice:

ven y toma antes de que la arena la absorba ,

Yara sacó de su mochila su psp y comenzó a jugar con ella. Abrió el compartimento del disco del juego y cambió su juego de El punto por el Tetris. Comenzó a escucharse la melodía original del juego.



Mientras jugaba, silbaba alegremente la musiquita, la verdad es que era bastante pegadiza. Las fichas iban cayendo, y en más de una ocasión Yara chasqueaba la lengua al dejarse huecos vacíos entre las filas de bloques. De fondo podía oír a Coronamon hablar con el caballo, pero ella no los escuchaba. Parecía absorta en su consola, como si nada más existiese. Entonces, sostuvo la consola entre sus pies, apretando botones con los dedos. Parecía algo imposible, la chica se manejaba igual que un mono. Sin apartar la vista de la pantalla sacó de su mochila un par de botellas de plástico, como no, vacías, y se las lanzó a su compañero.

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Mientras, Coronamon le había ofrecido a Dorulumon la botella de agua. Él la rechazo y comenzó a cabar un hoyo en la arena de donde salió un gran charco de agua. Coronamon miró maravillado a Doru y sonrió.

- ¡Gracias!-dijo, y se bebió de un trago lo que le quedaba en la botella. Después se volvió y llamó a Yara.

- Pásame las otras botellas, que las relleno, anda.

Vió como ella agarraba con los pies la consola, sin parar de jugar y cogía con las manos las botellas de la mochila y se las lanzaba. Coronamon puso los ojos en blanco.

- No tienes remedio... -comentó cogiéndolas al vuelo.

Luego se giró y comenzó a llenar las botellas, una a una. El charco era lo suficientemente grande para llenar los tres recipientes y que ambos digimon pudieran saciar su sed.