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Cómo conocí a tu madre
Mundo Digimon :: Mundo Humano (Japon) :: Región de Kantō :: Metrópolis de Tokio :: Monte Fuji :: Cabaña de Kenshi
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Re: Cómo conocí a tu madre
Lentamente pierdo el miedo a medida que el Digimon y la chica hablan, dando a entender que se conocían antes o para ser preciso es su compañero Digimon.
-Si si adelante... quizás de donde vengan es normal presentarse a punta de pistola...- Les digo a ambos antes de cerrar la puerta.
Sin embargo antes de cerrar la puerta, una nube de insectos entra a la casa y rodean al Beelzemon quien es picado, mordido e inyectado con varios tipos de venenos. Entonces Plutón entra a la habitación y este también empieza a picar a Beelzemon, sin embargo su pequeño aguijon no puede atravezar la ropa del Digimon mega.
-Plutón, no es necesario...- Le digo a mi Digimon.
Apenas le doy la orden, Plutón deja de ataca y los insectos se van por donde mismo entraron.
-Do me adrada- Dice el Digimon abeja mientras mira feo al Beelzemon.
-Si si adelante... quizás de donde vengan es normal presentarse a punta de pistola...- Les digo a ambos antes de cerrar la puerta.
Sin embargo antes de cerrar la puerta, una nube de insectos entra a la casa y rodean al Beelzemon quien es picado, mordido e inyectado con varios tipos de venenos. Entonces Plutón entra a la habitación y este también empieza a picar a Beelzemon, sin embargo su pequeño aguijon no puede atravezar la ropa del Digimon mega.
-Plutón, no es necesario...- Le digo a mi Digimon.
Apenas le doy la orden, Plutón deja de ataca y los insectos se van por donde mismo entraron.
-Do me adrada- Dice el Digimon abeja mientras mira feo al Beelzemon.
Kenshi Haibu
Edad PJ :
21
Edad User :
29
Digienergia :
2843
Programas Terminal de Batalla :
- Funciones Básicas
- Almacenamiento
Objetos/Armas :
-Digivice Burst
-Espada Suchīrusutingu
-Espada Suchīrusutingu
Re: Cómo conocí a tu madre
Ráthalos se separa de mí, sonriente y evidentemente más aliviado que hacía unos minutos. Me mira a los ojos fijamente, y después su mirada desciende, posándose en mi figura. Le imito, y con cierta picardía, coloco los brazos en jarras, dejando que el digimon mega admire mi aspecto.
- ¿Y esas pintas?-me pregunta.
- ¿Qué pasa?-doy una vuelta sobre mí misma para que me vea desde todos los ángulos-. ¿No te gusta?
- ¡Claro que me gusta! Solo es que... Nunca te había visto así... Pero te queda genial, vas como de motera... Iremos conjuntados.
No puedo evitar reírme a carcajadas. Desde que había conseguido escapar, creo que es la primera vez que me siento conpletamente feliz... Ráthalos por fin estaba conmigo, y de una pieza. Sin embargo, la tranquilidad no dura mucho, pues de repente, una nube de abejas rodea al Beelzemon, picándole por todo el cuerpo... Él sólo se mantiene quieto y sereno, es un digimon mega al fin y al cabo, y el ataque de un rockie, no va a dañarle lo más mínimo. Aún así, clavo mi mirada en el compañero del rubiales. La abejita se encuentra junto a su tamer, mirando con expresión malhumorada al motero digital.
- ¿Y este humano?-pregunta entonces Ráthalos, frunciendo el ceño y recuperando su escopeta del suelo-. ¿Es un enemigo?
Noto al instante que su tono de voz es amenazante, como si estuviera dispuesto a borrarlos a los dos del mapa en ese preciso instante si yo se lo permitía. Me acerco a él, y le planto una mano en pleno pecho para detenerle. Ambos cruzamos nuestras miradas, antes de que yo sonría, y mire con evidente desdén al rubiales y a su digimon.
- No te preocupes... No suponen ninguna amenaza... Tuve algunos problemas, y él me acogió en su casa.
Ráthalos se relaja, confiando en mi criterio, y se guarda ambas escopetas. Después, simplemente entra al salón, y como si fuera su propia casa, se sienta en el suelo, dedigievolucionando a su etapa rockie para descansar.
- Entonces no importara que recupere mi aspecto de novato-murmura con su vocecilla de diablillo, acomodándose en el suelo sobre su costado y sujetando su cabeza con una mano.
- ¿Y esas pintas?-me pregunta.
- ¿Qué pasa?-doy una vuelta sobre mí misma para que me vea desde todos los ángulos-. ¿No te gusta?
- ¡Claro que me gusta! Solo es que... Nunca te había visto así... Pero te queda genial, vas como de motera... Iremos conjuntados.
No puedo evitar reírme a carcajadas. Desde que había conseguido escapar, creo que es la primera vez que me siento conpletamente feliz... Ráthalos por fin estaba conmigo, y de una pieza. Sin embargo, la tranquilidad no dura mucho, pues de repente, una nube de abejas rodea al Beelzemon, picándole por todo el cuerpo... Él sólo se mantiene quieto y sereno, es un digimon mega al fin y al cabo, y el ataque de un rockie, no va a dañarle lo más mínimo. Aún así, clavo mi mirada en el compañero del rubiales. La abejita se encuentra junto a su tamer, mirando con expresión malhumorada al motero digital.
- ¿Y este humano?-pregunta entonces Ráthalos, frunciendo el ceño y recuperando su escopeta del suelo-. ¿Es un enemigo?
Noto al instante que su tono de voz es amenazante, como si estuviera dispuesto a borrarlos a los dos del mapa en ese preciso instante si yo se lo permitía. Me acerco a él, y le planto una mano en pleno pecho para detenerle. Ambos cruzamos nuestras miradas, antes de que yo sonría, y mire con evidente desdén al rubiales y a su digimon.
- No te preocupes... No suponen ninguna amenaza... Tuve algunos problemas, y él me acogió en su casa.
Ráthalos se relaja, confiando en mi criterio, y se guarda ambas escopetas. Después, simplemente entra al salón, y como si fuera su propia casa, se sienta en el suelo, dedigievolucionando a su etapa rockie para descansar.
- Entonces no importara que recupere mi aspecto de novato-murmura con su vocecilla de diablillo, acomodándose en el suelo sobre su costado y sujetando su cabeza con una mano.
- Spoiler:
Re: Cómo conocí a tu madre
Cierro definitivamente la puerta, miro directamente a la chica y al Digimon a medida que camino tranquilamente a la cocina. Me parece descortez la forma en la que el Digimon inrumpio en mi casa y sin quitarse los zapatos para colmo sentarse en la sala de estar.
-¿Los ofrezco algo?- Digo molesto mientras entro a la cocina a buscar algo para comer como galletas.
Mientras tanto Pluton se pone frente a frente al Impomon y le mira fijamente enojado sin pronunciar palabra alguna y sin moverse salvo por el rápido aleteo de sus pequeñas alas.
-¿Vas a acabar con el curso de apicultor o lo dejamos para después?- Le digo a la chica desde la cocina.
Mientras tanto en el exteriro de la casa se estaba armando un plan, un equipo de dos humanos con tres Digimon armados con la ultima tecnología de DATS ya han rodeado la casa y esperan el momento exacto para comenzar el ataque, pero antes deben crear una distracción. Uno de los Digimon empieza un fuego que a pesar de la nieve empieza a descontrolarse poco a poco.
-¿Los ofrezco algo?- Digo molesto mientras entro a la cocina a buscar algo para comer como galletas.
Mientras tanto Pluton se pone frente a frente al Impomon y le mira fijamente enojado sin pronunciar palabra alguna y sin moverse salvo por el rápido aleteo de sus pequeñas alas.
-¿Vas a acabar con el curso de apicultor o lo dejamos para después?- Le digo a la chica desde la cocina.
Mientras tanto en el exteriro de la casa se estaba armando un plan, un equipo de dos humanos con tres Digimon armados con la ultima tecnología de DATS ya han rodeado la casa y esperan el momento exacto para comenzar el ataque, pero antes deben crear una distracción. Uno de los Digimon empieza un fuego que a pesar de la nieve empieza a descontrolarse poco a poco.
Kenshi Haibu
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-Espada Suchīrusutingu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Sonrío ampliamente al ver cómo el comportamiento tan despreocupado de Ráthalos molesta al japonés. Por mi antiguo maestro sé que son muy tradicionales, y que les gusta seguir las leyes, por eso, es evidente que para él, mi compañero ha incumplido una importante norma de educación al entrar la casa sin quitarse las botas y al tumbarse en el suelo junto a la mesa sin el permiso de nadie. Tras optar por cambiarme de ropa por prendas de estar por casa del oriental, me reúno con él, contenta, sentándome a su lado mientras el rubiales se marcha a la cocina a por comida, y comienzo a acariciarle la cabecita a mi compañero. Es en ese momento, cuando el digimon del oriental se coloca frente al mío, mirándole mal. Ráthalos le observa durante unos minutos con expresión seria, sobresaliéndole uno de los colmillitos de la boca... Después el diablillo novato le sonríe ampliamente de manera burlona y le saca la lengua.
- ¿Vas a acabar con el curso de apicultor o lo dejamos para después?
Escucho la voz del humano a lo lejos, me levanto y voy hacia donde está él para responderle. Dejo a Ráthalos con la abejita digital, esperando que no se pelearan o algo por el estilo, ya que en esa etapa, Impmon tiende a ser bastante fastidioso a veces, y el insecto del humano no parece ser muy paciente. Igualmente, entro a la cocina y miro al chico colocar unas galletas en un plato. Después despego los labios para responderle, pero un olor a quemado me hace desviarme del tema.
- ¿Se te ha quemado algo?
CRASH. El sonido de algo rompiéndose, posiblemente una ventana, atrapa mi atención. Frunzo el ceño, contrariada y salgo de la cocina para ver qué ha pasado, aunque lo más probable es que los digimons se hayan peleado y hayan roto un cristal. No obstante, cuando entro en el salón, me encuentro una escena muy distante a la que esperaba ver. Un hombre desconocido, ataviado con el uniforme de DATS, ha entrado a la casa por un hueco hecho en la ventana, y ha tomado a Ráthalos entre sus brazos. Puedo observar que en el cuello de mi pequeño diablillo hay incrustado un dardo tranquilizante, lo cual me llena de ira. Mis ojos se afilan, me abalanzo sobre una esquina en donde estan apoyadas mis espadas, y aferro una de ellas para después ir en pos del intruso, el cual ha aprovechado ya para salir de la casa. Con un gruñido salvaje, atravieso la ventana y salgo al jardín, desde donde veo cómo el secuestrador se aleja despacio, dando pasos hacia atrás.
- No way...-mascullo, tensando mis músculos y agarrando mi digivice. Sin embargo, antes de que pueda activar el digisoul, algo delgado y afilado se clava en mi nuca, una jeringuilla con un suero tranquilizante. Dejo escapar un rugido y me doy la vuelta, agarrando al nuevo agresor de una muñeca y rompiéndosela con una fuerte presión en la zona adecuada. El grito del humano me hace sonreír, pero para colmo, los efectos del pinchazo no tardan en manifestarse. Mis piernas tiemblan, mis rodillas se ven incapaces de sostener mi cuerpo y caigo al suelo, viendo borroso. Aún así, consigo escuchar lo que dicen, aunque sean palabras vacías para mí en esos momentos.
- La híbrida ha sido atrapada-dice uno mientras el otro me coloca unas esposas-. En seguida la llevamos al punto de control.
En mi estado no entiendo muy bien qué quiere decir eso, pero sé que es algo muuy malo, algo que debo evitar si no quiero acabar de nuevo entre rejas. Me revuelvo como puedo, pero ellos ahora se muestran más fuertes que yo por la sustancia que me han inoculado. Me levantan del suelo y me llevan a rastras hacia una furgoneta, mientras veo a tres digimons desconocidos bloqueando la salida de la casa para que nadie más pueda salir de ella. Al llegar junto al vehículo, abren la compuerta trasera y me arrojan dentro, a mí y a Impmon; después, ambos agentes me prestan atención, y empiezan a... Espera... ¿por qué me quitan la chaqueta? ¿Y qué es esa camisa blanca con correas...? No... No puede ser. ¡Otra vez eso no! ¡¡Noo!!
De nuevo me revuelvo, esta vez con más insistencia, pero uno de ellos me golpea en la cara, mientras que el otro empieza a ponerme aquella cosa que me había mantenido a raya durante siete largos años. No podía llevarla puesta de nuevo... ¡¡No podían encerrarme!!
- Esta vez te vas a pudrir en tu celda, zorra-gruñe uno de los agentes, cuando finalmente la camisa de fuerza es colocada satisfactoriamente. Siento como me tiran de los brazos y como los llevan a la espalda para encajarlos en las hebillas; trato de desasirme, pero al igual que antes, tanto por el sedante, como por los dos hombres, me es imposible. Una vez más, me han atrapado, pero no voy a rendirme sin luchar. Con un impulso, abro la boca y aprieto los dientes con fuerza en torno a la mano de uno de ellos con tal potencia, que pronto puedo saborear el resgusto metálico de su sangre y su carne en mi paladar. El grito que pega el hombre es escalofriante, pero cuanto más trata de zafarse, más carne consigo desgarrar, hasta que el segundo agente me azota con algo contundente en la cabeza, obligándome a soltarlo. El dolor hace que me aparte, y que al mismo tiempo escuche un pitido en mis oídos, pero todo parece ser opacado por la expresión de horror de ambos humanos al ver que de la mano ensangrentada, cuelga un trozo de carne y piel. Esbozo una debil sonrisa, como si quisiera parecer una psicópata, pero sin poder del todo demostrarlo por las drogas que todavía me mantenían como obnubilada. El agente de DATS sano se levanta, saca algo de una caja y se acerca a mí para ponerme en la cara lo que parecía ser una máscara anti mordiscos. Después, mete a Impmon en una jaula de metal, y ambos salen del vehículo para subirse en los asientos de delante.
Dejo escapar un largo suspiro, y me dejo caer sobre el suelo de la camioneta, desparramando los cabellos rojos por la superficie de metal. Inspiro hondo a través de la máscara mientras miro al frente con expresión perdida... Había estado muy cerca... Muy cerca de escapar... De ser libre... Ahora me encerrarán de nuevo y aumentarán la vigilancia para evitar que vuelva a huir... Tsk... Si tan solo... me hubiera ido... de esa casa cuando tuve... la ocasión...
El transporte emite entonces un rugido, arrancando, justo cuando los tres digimons de los de DATS se suben en la parte de atrás conmigo y cierran las puertas. Mi mente divaga, y cuando el alejado olorcillo a quemado de antes entra por mis fosas nasales, una pregunta se genera en mi mente antes de desfallecer.
- ¿Vas a acabar con el curso de apicultor o lo dejamos para después?
Escucho la voz del humano a lo lejos, me levanto y voy hacia donde está él para responderle. Dejo a Ráthalos con la abejita digital, esperando que no se pelearan o algo por el estilo, ya que en esa etapa, Impmon tiende a ser bastante fastidioso a veces, y el insecto del humano no parece ser muy paciente. Igualmente, entro a la cocina y miro al chico colocar unas galletas en un plato. Después despego los labios para responderle, pero un olor a quemado me hace desviarme del tema.
- ¿Se te ha quemado algo?
CRASH. El sonido de algo rompiéndose, posiblemente una ventana, atrapa mi atención. Frunzo el ceño, contrariada y salgo de la cocina para ver qué ha pasado, aunque lo más probable es que los digimons se hayan peleado y hayan roto un cristal. No obstante, cuando entro en el salón, me encuentro una escena muy distante a la que esperaba ver. Un hombre desconocido, ataviado con el uniforme de DATS, ha entrado a la casa por un hueco hecho en la ventana, y ha tomado a Ráthalos entre sus brazos. Puedo observar que en el cuello de mi pequeño diablillo hay incrustado un dardo tranquilizante, lo cual me llena de ira. Mis ojos se afilan, me abalanzo sobre una esquina en donde estan apoyadas mis espadas, y aferro una de ellas para después ir en pos del intruso, el cual ha aprovechado ya para salir de la casa. Con un gruñido salvaje, atravieso la ventana y salgo al jardín, desde donde veo cómo el secuestrador se aleja despacio, dando pasos hacia atrás.
- No way...-mascullo, tensando mis músculos y agarrando mi digivice. Sin embargo, antes de que pueda activar el digisoul, algo delgado y afilado se clava en mi nuca, una jeringuilla con un suero tranquilizante. Dejo escapar un rugido y me doy la vuelta, agarrando al nuevo agresor de una muñeca y rompiéndosela con una fuerte presión en la zona adecuada. El grito del humano me hace sonreír, pero para colmo, los efectos del pinchazo no tardan en manifestarse. Mis piernas tiemblan, mis rodillas se ven incapaces de sostener mi cuerpo y caigo al suelo, viendo borroso. Aún así, consigo escuchar lo que dicen, aunque sean palabras vacías para mí en esos momentos.
- La híbrida ha sido atrapada-dice uno mientras el otro me coloca unas esposas-. En seguida la llevamos al punto de control.
En mi estado no entiendo muy bien qué quiere decir eso, pero sé que es algo muuy malo, algo que debo evitar si no quiero acabar de nuevo entre rejas. Me revuelvo como puedo, pero ellos ahora se muestran más fuertes que yo por la sustancia que me han inoculado. Me levantan del suelo y me llevan a rastras hacia una furgoneta, mientras veo a tres digimons desconocidos bloqueando la salida de la casa para que nadie más pueda salir de ella. Al llegar junto al vehículo, abren la compuerta trasera y me arrojan dentro, a mí y a Impmon; después, ambos agentes me prestan atención, y empiezan a... Espera... ¿por qué me quitan la chaqueta? ¿Y qué es esa camisa blanca con correas...? No... No puede ser. ¡Otra vez eso no! ¡¡Noo!!
De nuevo me revuelvo, esta vez con más insistencia, pero uno de ellos me golpea en la cara, mientras que el otro empieza a ponerme aquella cosa que me había mantenido a raya durante siete largos años. No podía llevarla puesta de nuevo... ¡¡No podían encerrarme!!
- Esta vez te vas a pudrir en tu celda, zorra-gruñe uno de los agentes, cuando finalmente la camisa de fuerza es colocada satisfactoriamente. Siento como me tiran de los brazos y como los llevan a la espalda para encajarlos en las hebillas; trato de desasirme, pero al igual que antes, tanto por el sedante, como por los dos hombres, me es imposible. Una vez más, me han atrapado, pero no voy a rendirme sin luchar. Con un impulso, abro la boca y aprieto los dientes con fuerza en torno a la mano de uno de ellos con tal potencia, que pronto puedo saborear el resgusto metálico de su sangre y su carne en mi paladar. El grito que pega el hombre es escalofriante, pero cuanto más trata de zafarse, más carne consigo desgarrar, hasta que el segundo agente me azota con algo contundente en la cabeza, obligándome a soltarlo. El dolor hace que me aparte, y que al mismo tiempo escuche un pitido en mis oídos, pero todo parece ser opacado por la expresión de horror de ambos humanos al ver que de la mano ensangrentada, cuelga un trozo de carne y piel. Esbozo una debil sonrisa, como si quisiera parecer una psicópata, pero sin poder del todo demostrarlo por las drogas que todavía me mantenían como obnubilada. El agente de DATS sano se levanta, saca algo de una caja y se acerca a mí para ponerme en la cara lo que parecía ser una máscara anti mordiscos. Después, mete a Impmon en una jaula de metal, y ambos salen del vehículo para subirse en los asientos de delante.
Dejo escapar un largo suspiro, y me dejo caer sobre el suelo de la camioneta, desparramando los cabellos rojos por la superficie de metal. Inspiro hondo a través de la máscara mientras miro al frente con expresión perdida... Había estado muy cerca... Muy cerca de escapar... De ser libre... Ahora me encerrarán de nuevo y aumentarán la vigilancia para evitar que vuelva a huir... Tsk... Si tan solo... me hubiera ido... de esa casa cuando tuve... la ocasión...
El transporte emite entonces un rugido, arrancando, justo cuando los tres digimons de los de DATS se suben en la parte de atrás conmigo y cierran las puertas. Mi mente divaga, y cuando el alejado olorcillo a quemado de antes entra por mis fosas nasales, una pregunta se genera en mi mente antes de desfallecer.
<< ¿Y el... rubiales...? >>
Re: Cómo conocí a tu madre
La chica entra a la cocina a la vez que pongo unas galletas sobre un plato, pero entonces ambos nos llama la atención un olor a quemado, seguido de el sonido de un vidrio roto. Cuando la chica abandona la cocina, se empiezan a oír sonidos de pelea. Tomo un cuchillo y salgo de la cocina, solo para ver a agentes de DATS capturando a la chica y a su digimon, sin embargo antes de poder hacer nada, uno de los Digimon de DATS, un Gotsumon, me ataca con sus puños de roca, me defiendo con el cuchillo pero nada puedo hacer contra el cuerpo de roca de la criatura, solo se necesitaron unos fuertes golpes para derribarme y solo uno para acabar con Plutón quien acudió a ayudarme pero fue derrotado rápidamente.
Se llevan a ambos, puedo escuchar gritos y el sonido de un vehículo encendiéndose. Adolorido me arrastro para llegar a la puerta, no podía permitir que se la llevaran. Mientras me arrastraba vi que mi Digivice salio de mi bolsillo, sin dudarlo lo agarro con fuerza, lo que hace que un destello de participas doradas me envuelva por completo al mismo tiempo que me empiezo a sentir revitalizado, con nuevas fuerzas, incluso Plutón se levanta. Ambos salimos de la casa y corremos en Dirección a la furgoneta, sin embargo esta ya se ha puesto en marcha y el bosque alrededor de mi casa esta en llamas. Mientras veo el fuego, el cuerpo de Pluton brilla mas intensamente y evoluciona -Warp Digivols aaaa... Vespamon Es entonces cuando la pequeña abejita se transforma en una gran avispa metalica que se pone manos a la obra recogiendo nieve del suelo para dejaro caer sobre el fuego para extinguirlo. Luego de unos minutos ya no hay mas fuego, mientras que el Digimon hacia de bombero yo me estaba preparando para rescatar a la chica, me armo con un par de espadas de madera y un cuchillo en caso de emergencias. Me monto encima del Digimon metalico y seguimos el rastro de los neumaticos.
Se llevan a ambos, puedo escuchar gritos y el sonido de un vehículo encendiéndose. Adolorido me arrastro para llegar a la puerta, no podía permitir que se la llevaran. Mientras me arrastraba vi que mi Digivice salio de mi bolsillo, sin dudarlo lo agarro con fuerza, lo que hace que un destello de participas doradas me envuelva por completo al mismo tiempo que me empiezo a sentir revitalizado, con nuevas fuerzas, incluso Plutón se levanta. Ambos salimos de la casa y corremos en Dirección a la furgoneta, sin embargo esta ya se ha puesto en marcha y el bosque alrededor de mi casa esta en llamas. Mientras veo el fuego, el cuerpo de Pluton brilla mas intensamente y evoluciona -Warp Digivols aaaa... Vespamon Es entonces cuando la pequeña abejita se transforma en una gran avispa metalica que se pone manos a la obra recogiendo nieve del suelo para dejaro caer sobre el fuego para extinguirlo. Luego de unos minutos ya no hay mas fuego, mientras que el Digimon hacia de bombero yo me estaba preparando para rescatar a la chica, me armo con un par de espadas de madera y un cuchillo en caso de emergencias. Me monto encima del Digimon metalico y seguimos el rastro de los neumaticos.
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Programas Terminal de Batalla :
- Funciones Básicas
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Re: Cómo conocí a tu madre
La camioneta se aleja rápidamente de la cabaña, cruza el bosque y en minutos llega a plena ciudad. La híbrida esta calmada, por lo que el resto del viaje transcurre tranquilo. El agente herido llora por su mano, tanto por el dolor como por la pérdida, pero se la envuelve mientras su digimon lo cura lentamente... Finalmente, después de un tiempo, llegan a un embarcadero, y conducen el coche hasta un enorme barco carguero, dentro del cual aparcan. Los dos agentes salen del vehículo y sacan de detrás a la mujer en brazos y a su compañero en una jaula. A los dos los encierran salas distintas, en un almacén a él y en una celda de contención a ella.
A partir de entonces todo es muy confuso. Me mantengo en un extraño estado de duermevela. No distingo el sueño de la realidad... Veo luces, y sombras, susurros y ruidos... Un Gotsumon... Dos hombres... Un puerto... Y un enorme barco... Todo ello forma parte de mi sueño-no sueño. Aeirmon también se muestra en mi mente, tal como la primera vez que la vi, idéntica a mí, y con sangre chorreando de su cuerpo, como si ella misma lo desprendiera sin herida alguna... << Experimento 27... Zayyn... Experimento 27... Zayyn... >> Miles de voces en mi cabeza, susurros y risas. Mi nombre real y el que me impusieron Rusia...
- Aers... Ahh... Err... Ghhnn...
Después de una eterna negrura, la luz se filtra a través de mis párpados. Veo una ancha puerta blanca en la habitación, con un pequeño ventanal de cristal... Mis ojos van acostumbrándose a la luminosidad de la bombilla, recorren lentamente la sala cuadrada y cerrada, blanca como la luz... Pero infinitamente pequeña... Me incorporo rápidamente, quedando sentada en un rincón de la sala... Las paredes me persiguen, se estrechan, se acercan a mí... Mi respiración se agita, mi corazón palpita como si fuera a recibir un infarto... Es... Estoy encerrada... ¿De nuevo? ¡¿En DATS?! No... No... Noooooooo.... NonononononononononononononononononononononononononononoNONONONONONONNONOOOONONOOONO. ¡NOOOOOOOOOOO! Quiero escapar, quiero salir de ahí. ¡Las paredes se acercan! ¡LAS PAREDES VIENEN A POR MÍ!
- ¡¡¡¡¡GAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!
Me retuerzo violentamente, sintiendo un espasmo recorrerme la columna vertebral. Golpeo una de las paredes con las piernas, ya que con los brazos... ¡Me es imposible! ¡De nuevo tengo esa camisa de fuerza! ¡No quiero tenerla! ¡Que alguien me la quite!
De repente, al girar el rostro, me encuentro con alguien mirándome. Ella esta delante de mí, de nuevo. Se agacha ensangrentada junto a mí, y sonríe ampliamente, mostrando sus colmillos, y seguidamente me agarra del pelo para levantar mi cabeza del suelo frío para... No... No es ella... Es... Soy... yo...
- Bienveniiiiiiida de nueeeeeevo, Zaaaaaayynnnnnn ~ Bienveniiiida a caaaaaaaasaaaaaa ~
- No... ¡Aléjate! ¡¡Aléjate!!-mis ojos se mueven, desorbitados, siguiendo los movimientos de mi demonio interior en la celda. Ella me suelta, y yo trato de escapar, alejándome al rincón opuesto y gritando como una desesperada... ¡¿Ella me había traído allí?! ¡¿No se suponía que teníamos intereses comunes?!
Mientras tanto. En la sala de vigilancia, uno de los agentes observa por las pantallas la crisis que la híbrida está sufriendo... Habla sola, no hay nadie más en esa sala, pero parece que claramente ella está huyendo de algo que sólo su mente consigue detectar.
- Matsumoto, mira-dice llamando la atención de su compañero. Este se acerca y observa la escena que esta dando la muchacha.
- Definitivamente, está loca. Es como nos dijeron los del cuartel americano...-da un suspiro-. Mira, mientras antes se la lleven, mejor para nosotros. No queremos escoria en nuestro país.
- ¿Cuándo vienen?
- En unas cinco o seis horas.
* * * * * * *
A partir de entonces todo es muy confuso. Me mantengo en un extraño estado de duermevela. No distingo el sueño de la realidad... Veo luces, y sombras, susurros y ruidos... Un Gotsumon... Dos hombres... Un puerto... Y un enorme barco... Todo ello forma parte de mi sueño-no sueño. Aeirmon también se muestra en mi mente, tal como la primera vez que la vi, idéntica a mí, y con sangre chorreando de su cuerpo, como si ella misma lo desprendiera sin herida alguna... << Experimento 27... Zayyn... Experimento 27... Zayyn... >> Miles de voces en mi cabeza, susurros y risas. Mi nombre real y el que me impusieron Rusia...
- Aers... Ahh... Err... Ghhnn...
Después de una eterna negrura, la luz se filtra a través de mis párpados. Veo una ancha puerta blanca en la habitación, con un pequeño ventanal de cristal... Mis ojos van acostumbrándose a la luminosidad de la bombilla, recorren lentamente la sala cuadrada y cerrada, blanca como la luz... Pero infinitamente pequeña... Me incorporo rápidamente, quedando sentada en un rincón de la sala... Las paredes me persiguen, se estrechan, se acercan a mí... Mi respiración se agita, mi corazón palpita como si fuera a recibir un infarto... Es... Estoy encerrada... ¿De nuevo? ¡¿En DATS?! No... No... Noooooooo.... NonononononononononononononononononononononononononononoNONONONONONONNONOOOONONOOONO. ¡NOOOOOOOOOOO! Quiero escapar, quiero salir de ahí. ¡Las paredes se acercan! ¡LAS PAREDES VIENEN A POR MÍ!
- ¡¡¡¡¡GAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!
Me retuerzo violentamente, sintiendo un espasmo recorrerme la columna vertebral. Golpeo una de las paredes con las piernas, ya que con los brazos... ¡Me es imposible! ¡De nuevo tengo esa camisa de fuerza! ¡No quiero tenerla! ¡Que alguien me la quite!
De repente, al girar el rostro, me encuentro con alguien mirándome. Ella esta delante de mí, de nuevo. Se agacha ensangrentada junto a mí, y sonríe ampliamente, mostrando sus colmillos, y seguidamente me agarra del pelo para levantar mi cabeza del suelo frío para... No... No es ella... Es... Soy... yo...
- Spoiler:
- Bienveniiiiiiida de nueeeeeevo, Zaaaaaayynnnnnn ~ Bienveniiiida a caaaaaaaasaaaaaa ~
- No... ¡Aléjate! ¡¡Aléjate!!-mis ojos se mueven, desorbitados, siguiendo los movimientos de mi demonio interior en la celda. Ella me suelta, y yo trato de escapar, alejándome al rincón opuesto y gritando como una desesperada... ¡¿Ella me había traído allí?! ¡¿No se suponía que teníamos intereses comunes?!
* * * * * * *
Mientras tanto. En la sala de vigilancia, uno de los agentes observa por las pantallas la crisis que la híbrida está sufriendo... Habla sola, no hay nadie más en esa sala, pero parece que claramente ella está huyendo de algo que sólo su mente consigue detectar.
- Matsumoto, mira-dice llamando la atención de su compañero. Este se acerca y observa la escena que esta dando la muchacha.
- Definitivamente, está loca. Es como nos dijeron los del cuartel americano...-da un suspiro-. Mira, mientras antes se la lleven, mejor para nosotros. No queremos escoria en nuestro país.
- ¿Cuándo vienen?
- En unas cinco o seis horas.
Re: Cómo conocí a tu madre
Los rastros acaban en un puerto, Vespamon me informa que detecta a la mujer dentro de un barco que esta zarpando, el Digimon metalico en deja en la cubierta para comenzar el rescate, mientras tanto Vespamon mantiene su distancia del barco para no activar la alarma si es detectado y para actuar en caso de emergencias.
Camino tranquila pero silenciosamente por la cubierta, en estos momentos me siento mas como un ninja que como un samurai. Me escondo en una esquina y empiezo a oir pasos que se aproximan, cundo estos estaban apunto de llegar hacia mi, tomo una de mis espadas y con tres golpes, uno a la garganta, suelo al estomago y finalmente a la nuca, logro dejar suera de combate al guardia para luego proceder a registrarlo. Encuentro un par de armas que lanzo por la borda, el digivice del sujeto que escondo para que no pueda acceder a el cuando despierte y una llave magnetica que tiene forma de tarjeta de credito. Muevo al sujeto para colocarlo en una posición que sugiere que el tipo se durmio en el trabajo y sigo mi busqueda.
Camino tranquila pero silenciosamente por la cubierta, en estos momentos me siento mas como un ninja que como un samurai. Me escondo en una esquina y empiezo a oir pasos que se aproximan, cundo estos estaban apunto de llegar hacia mi, tomo una de mis espadas y con tres golpes, uno a la garganta, suelo al estomago y finalmente a la nuca, logro dejar suera de combate al guardia para luego proceder a registrarlo. Encuentro un par de armas que lanzo por la borda, el digivice del sujeto que escondo para que no pueda acceder a el cuando despierte y una llave magnetica que tiene forma de tarjeta de credito. Muevo al sujeto para colocarlo en una posición que sugiere que el tipo se durmio en el trabajo y sigo mi busqueda.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
El demonio sonríe ampliamente, viendo mi rostro crispado de desesperación y terror. Las paredes continúan acercándose, pero eso no evita que siga escuchando las palabras de... mí misma.
- Zaaayyyn... ZayynZayynZayynZayynZayynZayynZayynZayyn-dice rápidamente.
- Nononononononono...-insisto en querer que desaparezca, pero ella continúa allí, frente a mí... Quizás... Quizás haya una forma de hacerla desaparecer-. Aléjate... Aléjate de mí... You are just in my head... Just in my head...-me doy la vuelta, frente a la pared, y comienzo a autolesionarme, golpeando mi cabeza repetidamente-. ¡Just in my head! ¡Just in my head! ¡JUST IN MY HEAD!
- ¡Joder! ¿Ahora le da por autolesionarse? ¡Nos dijeron que la querían de una pieza!-grita uno de los japoneses al ver que de un lado de la cabeza de la híbrida empieza a correr un reguero de sangre. Después, se aproxima a la puerta para salir-. Ve a dormirla un rato.
- ¿Yo? ¿Y arriesgarme a que me arranque de nuevo la mano? Y una mierda, esta vez te toca a tí, Sakaki.
El interpelado pone los ojos en blanco, y suspira, pero accede, resignado.
- Está bien, quédate aquí, voy a tener que inyectarle otra dosis.
Su compañero asiente, y se queda en el sitio cuando el otro se marcha. Sin embargo, pasados unos minutos, un ruido procedente de la cubierta del barco lo alerta. El japonés llamado Matsumoto sale a ver de qué se trata, pero antes de poder descubrir nada, un intruso lo golpea y lo deja inconsciente en el suelo, sin imposibilidad de defenderse. Por suerte, no hay nadie cerca que haya podido verlo, ni siquiera los tres digimons, así que el recién llegado tiene, de momento, vía libre para introducirse en los pasillos del barco y buscar a la prisionera.
Mientras tanto, en otro lado, el agente de DATS restante, ya se acerca a la celda de contención, recargando su pistola de tranquilizantes. El hombre murmura algunas palabras, malhumorado, algo relacionado con la mujer a la que han atrapado, y con el cobardica de compañero con el que le ha tocado trabajar. Suspira con frustración y se detiene frente a la puerta para abrirla, al principio alerta, pero al ver que la muchacha ya ha dejado de golpearse y que se encuentra quietecita en una esquina, se relaja.
- Ya podías haberte quedado así todo el tiempo, monstruito. Me haces venir para nada... En fin, igualmente te pondré la inyección-. Sakaki se agacha junto a la híbrida y prepara la pistola...
Sin embargo, en el tiempo que ha tardado en llegar, yo he tenido tiempo suficiente de liberarme de la camisa... A fin de cuentas, por las prisas esos inútiles no me la habían cerrado del todo, y con un par de movimientos, he podido sacármela, para después fingir que continuaba retenida... A pesar de todo, lo he pasado muy mal, verdaderamente mal... La claustrofobia me ha vuelto a atacar, pero hacía años que no lo hacía de esa manera. Supongo que ha debido de ser por el breve contacto con la libertad que he tenido durante los últimos días.
Pero, oh.... Jojojo... Ahora la puerta está abieeeeeerta... La libertad al alcance de mi mano, me llama... Me inviiiiiiita a escapar, a seguir mis instintos, a ser libre como el vieeento. Cuando el agente de DATS se acerca, sonrío ¡aaaampliamente!, en una mueca psicótica y completamente desquiciada. Mis ojos están bien abiertos, dos minúsculos puntos negros en medio de la blanca esclerótica... Una expresión de un auténtico psicópata...
Me abalanzo sobre él, retengo con mis manos sus brazos para evitar que me dispare, y después ¡lo tumbo boca abajo en el suelo, practicándole una llave! Poso un pie desnudo sobre su espalda, y con un tirón, le rompo ambos brazos, ¡ambos!, siendo recompensada por su terrorífico grito de agonía. Me muerdo el labio inferior, disfrutando del sonido y pongo los ojos en blanco, como si me estuviera tomando el más apetecible bocado que se pueda degustar. Dejo escapar una debil y corta risa, y me paso la lengua por el lado izquierdo de la boca, por donde me chorrea la sangre de la cabeza... Deliciosa.
- Hhmm... Sigue... Siiiigue... Tus gritos son música para mis oídos...-el japonés jadea, y repentinamente, se queda callado... Creo que se ha desmayado-. ¿No? ¿Ya está? Bueno...-suelto sus brazos, los cuales caen como peso muerto en extrañas posiciones, me agacho junto a él, y tomo ambos lados de su cara suavemente con las manos... Después, con un rápido movimiento horizontal, se oye un "crack", y la cabeza cae, rota, al suelo, con un golpe seco-. Dulces sueeeeños...
Me levanto y paso un pie al otro lado del cuerpo, sorteándolo, recojo la pistola y la golpeo contra la pared con tal fuerza, que acabo rompiéndola. Me llevo una mano al pelo, y a pesar de que lo noto un tanto desordenado, sonrío con maldad, y camino por el pasillo en busca de una salida.
- Zaaayyyn... ZayynZayynZayynZayynZayynZayynZayynZayyn-dice rápidamente.
- Nononononononono...-insisto en querer que desaparezca, pero ella continúa allí, frente a mí... Quizás... Quizás haya una forma de hacerla desaparecer-. Aléjate... Aléjate de mí... You are just in my head... Just in my head...-me doy la vuelta, frente a la pared, y comienzo a autolesionarme, golpeando mi cabeza repetidamente-. ¡Just in my head! ¡Just in my head! ¡JUST IN MY HEAD!
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- ¡Joder! ¿Ahora le da por autolesionarse? ¡Nos dijeron que la querían de una pieza!-grita uno de los japoneses al ver que de un lado de la cabeza de la híbrida empieza a correr un reguero de sangre. Después, se aproxima a la puerta para salir-. Ve a dormirla un rato.
- ¿Yo? ¿Y arriesgarme a que me arranque de nuevo la mano? Y una mierda, esta vez te toca a tí, Sakaki.
El interpelado pone los ojos en blanco, y suspira, pero accede, resignado.
- Está bien, quédate aquí, voy a tener que inyectarle otra dosis.
Su compañero asiente, y se queda en el sitio cuando el otro se marcha. Sin embargo, pasados unos minutos, un ruido procedente de la cubierta del barco lo alerta. El japonés llamado Matsumoto sale a ver de qué se trata, pero antes de poder descubrir nada, un intruso lo golpea y lo deja inconsciente en el suelo, sin imposibilidad de defenderse. Por suerte, no hay nadie cerca que haya podido verlo, ni siquiera los tres digimons, así que el recién llegado tiene, de momento, vía libre para introducirse en los pasillos del barco y buscar a la prisionera.
Mientras tanto, en otro lado, el agente de DATS restante, ya se acerca a la celda de contención, recargando su pistola de tranquilizantes. El hombre murmura algunas palabras, malhumorado, algo relacionado con la mujer a la que han atrapado, y con el cobardica de compañero con el que le ha tocado trabajar. Suspira con frustración y se detiene frente a la puerta para abrirla, al principio alerta, pero al ver que la muchacha ya ha dejado de golpearse y que se encuentra quietecita en una esquina, se relaja.
- Ya podías haberte quedado así todo el tiempo, monstruito. Me haces venir para nada... En fin, igualmente te pondré la inyección-. Sakaki se agacha junto a la híbrida y prepara la pistola...
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Sin embargo, en el tiempo que ha tardado en llegar, yo he tenido tiempo suficiente de liberarme de la camisa... A fin de cuentas, por las prisas esos inútiles no me la habían cerrado del todo, y con un par de movimientos, he podido sacármela, para después fingir que continuaba retenida... A pesar de todo, lo he pasado muy mal, verdaderamente mal... La claustrofobia me ha vuelto a atacar, pero hacía años que no lo hacía de esa manera. Supongo que ha debido de ser por el breve contacto con la libertad que he tenido durante los últimos días.
Pero, oh.... Jojojo... Ahora la puerta está abieeeeeerta... La libertad al alcance de mi mano, me llama... Me inviiiiiiita a escapar, a seguir mis instintos, a ser libre como el vieeento. Cuando el agente de DATS se acerca, sonrío ¡aaaampliamente!, en una mueca psicótica y completamente desquiciada. Mis ojos están bien abiertos, dos minúsculos puntos negros en medio de la blanca esclerótica... Una expresión de un auténtico psicópata...
Me abalanzo sobre él, retengo con mis manos sus brazos para evitar que me dispare, y después ¡lo tumbo boca abajo en el suelo, practicándole una llave! Poso un pie desnudo sobre su espalda, y con un tirón, le rompo ambos brazos, ¡ambos!, siendo recompensada por su terrorífico grito de agonía. Me muerdo el labio inferior, disfrutando del sonido y pongo los ojos en blanco, como si me estuviera tomando el más apetecible bocado que se pueda degustar. Dejo escapar una debil y corta risa, y me paso la lengua por el lado izquierdo de la boca, por donde me chorrea la sangre de la cabeza... Deliciosa.
- Hhmm... Sigue... Siiiigue... Tus gritos son música para mis oídos...-el japonés jadea, y repentinamente, se queda callado... Creo que se ha desmayado-. ¿No? ¿Ya está? Bueno...-suelto sus brazos, los cuales caen como peso muerto en extrañas posiciones, me agacho junto a él, y tomo ambos lados de su cara suavemente con las manos... Después, con un rápido movimiento horizontal, se oye un "crack", y la cabeza cae, rota, al suelo, con un golpe seco-. Dulces sueeeeños...
Me levanto y paso un pie al otro lado del cuerpo, sorteándolo, recojo la pistola y la golpeo contra la pared con tal fuerza, que acabo rompiéndola. Me llevo una mano al pelo, y a pesar de que lo noto un tanto desordenado, sonrío con maldad, y camino por el pasillo en busca de una salida.
Re: Cómo conocí a tu madre
Camino sigilosamente por el barco, usando la tarjeta en todas las cerraduras magnéticas que encuentro, pero hasta ahora ninguna puerta se abre y curiosamente lo único que encontró es una puerta entreabierta, que uno de los guardias debió dejar abierta, que me permite adentrarme en el interior del barco del que me muy ponto me entero que es casi como un laberinto de pasillos y habitaciones. Aunque los intrincados pasillos no son los que me llaman la atención, si no el oir gritos y alaridos de dolor, a medida que caminaba me iba acercando a los gritos, sin embargo estos acaban repentinamente y nuevamente empiezo a usar la llave magnética en toda cerradura que encuentro para ver si alguna abre y de hecho muchas puertas lo hacen pero la mayoría son oficinas o habitaciones sin importancia. Sin embargo finalmente abro una puerta a una habitación en la que su interior encuentro un cuerpo de un hombre muerto y mutilado, retrocedo asqueado y horrorizado ante la visión, empiezo a temer por mi propia vida ahora... pero aun debo encontrar a la pelirroja. Después de un par de intentos mas, abro una puerta a una habitación en la que esta la persona a la que estaba buscando.
-Te encontré, hay que irnos de aquí- Le digo mientras tomo uno de sus brazos para salir del lugar con ella.
Mientras tanto, los tres Digimon de DATS: Gotsumon, Black Agumon y Guardromon, estan en la misión de encontrar a sus tamer e intrusos por todo el barco.
-Te encontré, hay que irnos de aquí- Le digo mientras tomo uno de sus brazos para salir del lugar con ella.
Mientras tanto, los tres Digimon de DATS: Gotsumon, Black Agumon y Guardromon, estan en la misión de encontrar a sus tamer e intrusos por todo el barco.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Cruzo pasillos desiertos y silenciosos, mientras me arranco la máscara de Hanibal Lecter de la cara, con un brillo un tanto psicótico en la mirada, casi con ansia en pos de una salida que pudiera permitirme la escapada. Sin embargo, aquello parece un laberinto de corredores, salgo de uno y me meto en otro más largo... Maldición, no recordaba que DATS fuese tan lioso... Pero quizás esa sea la sede japonesa, por eso me resulta tan extraña. Y por si eso fuera poco, de vez en cuando siento como el suelo se mueve, no temblores, sino un lento vaivén que hace que me desestabilice con frecuencia. << Quizás todavía sigo algo mareada >>pienso, buscándole un sentido a esa sensación de mareo. Dejo escapar un gruñido mientras termino de recorrer el pasadizo, hasta encontrar una puerta abierta frente a mí que se mueve con suavidad, golpeando la cerradura y retornando hacia atrás. Por instinto, pego mi espalda a la pared y voy moviéndome hacia el interior... Como vea a alguien, lo mato con mis propias manos, de la misma forma que al agente de DATS, que debe de yacer todavía en mi cárcel...
Sin embargo, me veo en una nueva sala, esta vez una normal, decorada, y provista de algunos muebles como una larga mesa, rodeada de sillas. Al fondo, además, hay otra puerta... Me relajo al instante al ver que no hay nadie dentro de la habitación, y me dispongo a caminar hacia dicha puerta, cuando... ¡Oh, oh! ¿Eso es lo que creo? Me acerco a la mesa y agarro entre mis dedos el pomo de una de mis espadas... Con una sonrisa, la levanto, y observo su filo que brilla ante los fluorescentes del techo, y debo escapar una suave risa seca, pasando un dedo por el desgastado filo... Incluso sin estar completamente afilada, puedo ver como corta un poco de la capa más externa de la piel... ¿Qué pasaría si ejerzo la suficiente fuerza sobre un cuerpo, entonces? Solo hay una forma de averiguarlo... Con determinación, de nuevo camino hacia la puerta cerrada y me coloco tras ella, no sin antes voltear la espada y tenerla preparada por si encuentro a alguien al otro lado. Con la otra mano, tomo el picaporte y trato de hacerlo girar...
NO. No cede, ¡no se abre! ¡Ábrete, maldita sea! ¡¡Abreeee!! ¡¡Grrrrrrrrrr!! Retrocedo un par de pasos, con el rostro crispado en una máscara de rabia e impotencia, y después doy un sondeo con la mirada a la sala... Observo unos cajones en uno de los muebles, y en dos pasos, me detengo frente a él. Con violencia, arranco los cajones, en busca de la llave que pueda dejarme pasar al otro lado, pero lo único que encuentro es una radio, unos periódicos y... Jojojo... Mi digivice... Mi hermoso y querido digivice... Lo tomo entre mis manos, suspiro con alivio, y comienzo a concentrar digisoul por todo mi cuerpo.
- Digisoul...-comienzo susurrando, sonriendo de forma lasciva, mientras mis ojos brillan con maldad. Ahora esos de DATS van a ver todo mi potencial... Se van a sentir orgullosos de perecer bajo mis garras... Los voy a destrozar, a mutilar... A matar.... Mataaarrrr... Hora de matar...
Pero entonces, antes de que mi cuerpo comience a brillar por la capa de poder, la puerta se abre desde fuera. Me guardo el digivice y, armada con la espada, salgo al exterior, dirigiéndola con rapidez al cuello de aquel que está al otro lado... Mas el metal no llega a cortar carne, mis extraordinarios reflejos me han permitido detener el filo a un centímetro de la garganta, al reconocer al rubiales. Mis ojos verdes, abiertos de par en par con el brillo de la locura en ellos, lo miran a los suyos unos instantes... Emito un suspiro de alivio, retiro la espada y le saludo con una sonrisa torcida. Le agarro del brazo, y rápidamente, tiro de él para salir de una maldita vez de ese lugar.
- Así que viniendo a rescatarme, ¿eh? Bueno, no creo que hubiera sido necesario, ya has visto que me han vuelto a poner la camisa de fuerza y una máscara anti mordiscos, y no han servido para nada...-me rio de forma maniática, sin detenerme, casi arrastrando con mi fuerza al japonés por el pasillo-. Pero igualmente... ¡Se agradece, ¿sabes?! Después de haberte arriesgado a darme cobijo, vienes a "salvarme" de estos malnacidos... Futuros cadáveres-siseo con diversión, relamiéndome los labios.
Entonces, lentamente, me detengo, mirando al frente como si estuviera viendo un fantasma; ladeo la cabeza y cierro los ojos... La voz de Aeirmon se me hace audible en mi cabeza<< ¿Sólo un gracias? ¿Qué manera es esa de agradecérselo? >> Tiene razón, y cuando la tiene, hay que dársela... Con una mirada extraña, peligrosa y perversa, me doy la vuelta, y camino hacia el muchacho... En dos pisadas, me planto frente a él, peligrosamente cerca de su cuerpo... Lo acorralo contra la pared y me pego a él de manera sugerente, entornando los ojos como un gatito y ronroneando. Sin dejarle escapar, poso una mano sobre su pecho, y la paseo por su cuerpo, descendiéndola muuuuy lentamente. Dejo caer mi espada al suelo, y con el brazo que me queda libre, abrazo al chico por los hombros, al tiempo que acerco mis labios a los suyos... Casi puedo sentir su respiración entrecortada, antes de besarlo, perfilo una arrebatadora sonrisa, y poso mis labios sobre los suyos... El roce es electrizante y, al principio, lento, más con el correr de los segundos, se torna un contacto más profundo y pasional; paso de la lentitud a la rapidez, me separo un sentímetro, y después de lamer sus labios, bajo la cabeza hasta su cuello, sin separar mi boca de su piel un momento... Una vez ahí, mi lengua se pasea sola por su cuello, con mucha, mucha lentitud. Así mismo, mi mano izquierda no deja de acariciar su cuerpo, conseguiendo llegar a cierta zona peligrosa...
Crack. Un sonido al final del pasillo hace que me separe repentinamente, dando un gruñido de molestia, como si fuera una leona... No literalmente. Mis ojos verdes resplandecen, enfurecidos; rápidamente corro a través del pasillo, doy un salto, y con un rugido salto sobre el otro agente de DATS que se había escondido tras una esquina. El hombre trata de apuntarme con un arma, muy seguramente otro disparador de tranquilizantes, pero antes de que me tenga como blanco, le retuerzo la mano, se la sujeto y... Pierdo el control definitivamente... Mi sonrisa se ensancha, hasta límites insospechados, mostrando una larga fila de colmillos; mis ojos muestran esa ansia depredadora, esa sed de sangre de cualquier animal ante su presa... Como una serpiente ante un ratón, o un leopardo ante una gacela... Aullo con amplitud, y después, clavo mis colmillos en el cuello del humano, arrebatándole, no solo la vida al momento... También su garganta y su sangre.
Sin embargo, me veo en una nueva sala, esta vez una normal, decorada, y provista de algunos muebles como una larga mesa, rodeada de sillas. Al fondo, además, hay otra puerta... Me relajo al instante al ver que no hay nadie dentro de la habitación, y me dispongo a caminar hacia dicha puerta, cuando... ¡Oh, oh! ¿Eso es lo que creo? Me acerco a la mesa y agarro entre mis dedos el pomo de una de mis espadas... Con una sonrisa, la levanto, y observo su filo que brilla ante los fluorescentes del techo, y debo escapar una suave risa seca, pasando un dedo por el desgastado filo... Incluso sin estar completamente afilada, puedo ver como corta un poco de la capa más externa de la piel... ¿Qué pasaría si ejerzo la suficiente fuerza sobre un cuerpo, entonces? Solo hay una forma de averiguarlo... Con determinación, de nuevo camino hacia la puerta cerrada y me coloco tras ella, no sin antes voltear la espada y tenerla preparada por si encuentro a alguien al otro lado. Con la otra mano, tomo el picaporte y trato de hacerlo girar...
NO. No cede, ¡no se abre! ¡Ábrete, maldita sea! ¡¡Abreeee!! ¡¡Grrrrrrrrrr!! Retrocedo un par de pasos, con el rostro crispado en una máscara de rabia e impotencia, y después doy un sondeo con la mirada a la sala... Observo unos cajones en uno de los muebles, y en dos pasos, me detengo frente a él. Con violencia, arranco los cajones, en busca de la llave que pueda dejarme pasar al otro lado, pero lo único que encuentro es una radio, unos periódicos y... Jojojo... Mi digivice... Mi hermoso y querido digivice... Lo tomo entre mis manos, suspiro con alivio, y comienzo a concentrar digisoul por todo mi cuerpo.
- Digisoul...-comienzo susurrando, sonriendo de forma lasciva, mientras mis ojos brillan con maldad. Ahora esos de DATS van a ver todo mi potencial... Se van a sentir orgullosos de perecer bajo mis garras... Los voy a destrozar, a mutilar... A matar.... Mataaarrrr... Hora de matar...
Pero entonces, antes de que mi cuerpo comience a brillar por la capa de poder, la puerta se abre desde fuera. Me guardo el digivice y, armada con la espada, salgo al exterior, dirigiéndola con rapidez al cuello de aquel que está al otro lado... Mas el metal no llega a cortar carne, mis extraordinarios reflejos me han permitido detener el filo a un centímetro de la garganta, al reconocer al rubiales. Mis ojos verdes, abiertos de par en par con el brillo de la locura en ellos, lo miran a los suyos unos instantes... Emito un suspiro de alivio, retiro la espada y le saludo con una sonrisa torcida. Le agarro del brazo, y rápidamente, tiro de él para salir de una maldita vez de ese lugar.
- Así que viniendo a rescatarme, ¿eh? Bueno, no creo que hubiera sido necesario, ya has visto que me han vuelto a poner la camisa de fuerza y una máscara anti mordiscos, y no han servido para nada...-me rio de forma maniática, sin detenerme, casi arrastrando con mi fuerza al japonés por el pasillo-. Pero igualmente... ¡Se agradece, ¿sabes?! Después de haberte arriesgado a darme cobijo, vienes a "salvarme" de estos malnacidos... Futuros cadáveres-siseo con diversión, relamiéndome los labios.
Entonces, lentamente, me detengo, mirando al frente como si estuviera viendo un fantasma; ladeo la cabeza y cierro los ojos... La voz de Aeirmon se me hace audible en mi cabeza<< ¿Sólo un gracias? ¿Qué manera es esa de agradecérselo? >> Tiene razón, y cuando la tiene, hay que dársela... Con una mirada extraña, peligrosa y perversa, me doy la vuelta, y camino hacia el muchacho... En dos pisadas, me planto frente a él, peligrosamente cerca de su cuerpo... Lo acorralo contra la pared y me pego a él de manera sugerente, entornando los ojos como un gatito y ronroneando. Sin dejarle escapar, poso una mano sobre su pecho, y la paseo por su cuerpo, descendiéndola muuuuy lentamente. Dejo caer mi espada al suelo, y con el brazo que me queda libre, abrazo al chico por los hombros, al tiempo que acerco mis labios a los suyos... Casi puedo sentir su respiración entrecortada, antes de besarlo, perfilo una arrebatadora sonrisa, y poso mis labios sobre los suyos... El roce es electrizante y, al principio, lento, más con el correr de los segundos, se torna un contacto más profundo y pasional; paso de la lentitud a la rapidez, me separo un sentímetro, y después de lamer sus labios, bajo la cabeza hasta su cuello, sin separar mi boca de su piel un momento... Una vez ahí, mi lengua se pasea sola por su cuello, con mucha, mucha lentitud. Así mismo, mi mano izquierda no deja de acariciar su cuerpo, conseguiendo llegar a cierta zona peligrosa...
Crack. Un sonido al final del pasillo hace que me separe repentinamente, dando un gruñido de molestia, como si fuera una leona... No literalmente. Mis ojos verdes resplandecen, enfurecidos; rápidamente corro a través del pasillo, doy un salto, y con un rugido salto sobre el otro agente de DATS que se había escondido tras una esquina. El hombre trata de apuntarme con un arma, muy seguramente otro disparador de tranquilizantes, pero antes de que me tenga como blanco, le retuerzo la mano, se la sujeto y... Pierdo el control definitivamente... Mi sonrisa se ensancha, hasta límites insospechados, mostrando una larga fila de colmillos; mis ojos muestran esa ansia depredadora, esa sed de sangre de cualquier animal ante su presa... Como una serpiente ante un ratón, o un leopardo ante una gacela... Aullo con amplitud, y después, clavo mis colmillos en el cuello del humano, arrebatándole, no solo la vida al momento... También su garganta y su sangre.
Re: Cómo conocí a tu madre
De pronto siento el viento de una navaja rozar mi cuello, la chica al parecer estaba en guardia y aparece de desprovisto, pero luego de que ella se diera cuenta de que estaba en ese lugar para ayudarla, comenzó a actuar de forma extraña, habla raro tendiendo a divagar y a reírse como una enferma mental. Yo retrocedo un paso ante el miedo pero ella se acerca a mi, me empuja hasta arrinconarme en la pared donde me mira fijamente.
-¿Que haces? hay que irnos de este lugar lo antes posible- Le digo a la chica.
Estoy nervioso por la actitud de la mujer, parece fuera de si, mas extraña de lo que normalmente aparenta... sin embargo todas mis preocupaciones y pensamientos desaparecen en cuanto la chica se acerca aun mas a mi, pone una mano sobre mi pecho y me abraza con su otro brazo que pasa por mis hombros, un preámbulo para posas sus labios sobre los míos y comenzar a besarme. No me opongo a aquel contacto electrizante, incluso abrazo a la chica pasando mis brazos alrededor de su cintura, tampoco me cuestiono el por que la chica hace esto tan repentinamente cuando ella se ha demostrado tan rehacía hacia mi anteriormente, simplemente me pierdo en aquella atractiva chica. La chica luego deja de besarme para comenzar a lamer mi cuello a la vez que pone una de sus manos sobre mis partes intimas, acción que me sorprende aun mas dejando mi rostro rojo como un tomate al sonrojarme. Sin embargo eso es lo único que logro sentir de momento ya que de pronto la chica se aleja velozmente para atacar a un agente de DATS a quien asesina frente a mis ojos como un animal salvaje. Retrocedo del miedo, ese nivel de brutalidad solo lo había visto en una película de terror.
Mientras tanto, el Guardromon de DATS esta patruyando la cubierta del barco, cuando sus radares detectan una presencia lejana, Vespamon a quien le dispara unos pequeños misiles que no le alcanzan y en respuesta al ataque Vespamon dispara un láser desde su cañón abdomen que impacta en el barco, ocasionándole un gran boquete y por consecuencia hace que el navío empiece a hundirse.
-¿Que haces? hay que irnos de este lugar lo antes posible- Le digo a la chica.
Estoy nervioso por la actitud de la mujer, parece fuera de si, mas extraña de lo que normalmente aparenta... sin embargo todas mis preocupaciones y pensamientos desaparecen en cuanto la chica se acerca aun mas a mi, pone una mano sobre mi pecho y me abraza con su otro brazo que pasa por mis hombros, un preámbulo para posas sus labios sobre los míos y comenzar a besarme. No me opongo a aquel contacto electrizante, incluso abrazo a la chica pasando mis brazos alrededor de su cintura, tampoco me cuestiono el por que la chica hace esto tan repentinamente cuando ella se ha demostrado tan rehacía hacia mi anteriormente, simplemente me pierdo en aquella atractiva chica. La chica luego deja de besarme para comenzar a lamer mi cuello a la vez que pone una de sus manos sobre mis partes intimas, acción que me sorprende aun mas dejando mi rostro rojo como un tomate al sonrojarme. Sin embargo eso es lo único que logro sentir de momento ya que de pronto la chica se aleja velozmente para atacar a un agente de DATS a quien asesina frente a mis ojos como un animal salvaje. Retrocedo del miedo, ese nivel de brutalidad solo lo había visto en una película de terror.
Mientras tanto, el Guardromon de DATS esta patruyando la cubierta del barco, cuando sus radares detectan una presencia lejana, Vespamon a quien le dispara unos pequeños misiles que no le alcanzan y en respuesta al ataque Vespamon dispara un láser desde su cañón abdomen que impacta en el barco, ocasionándole un gran boquete y por consecuencia hace que el navío empiece a hundirse.
Kenshi Haibu
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- Almacenamiento
Objetos/Armas :
-Digivice Burst
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Re: Cómo conocí a tu madre
El humano perece ante mi ataque con un único y débil alarido de dolor, antes de que sus fuerzas se desvanezcan rápidamente como humo. Sin embargo, aún tardo un poco en separarme, pues quiero saborear el regusto de su sangre... metálica y caliente... Pero dulce como la miel. Me relamo lascivamente, con los ojos clavados en el rojo que gotea de la herida abierta en su cuello, y perfilo una sonrisa de ida, como si al haber matado a ese hombre me hubieran contado un entretenido chiste.
- Creo que es hora de irnos...-susurro débilmente, sin mirar al rubiales. Entonces, al no recibir respuesta alguna, alzo la mirada y la clavo en él. Me acerco a su lado de un par de zancadas, e ignorando la mueca de terror que porta, tiro de él en dirección al pasillo, aunque no sin antes recoger mi espada del suelo-. Y tengo que encontrar a mi compañero...
Al alcanzar el final, pateo una puerta que obstaculiza mi camino, abriéndome paso. Allí, veo la cubierta del barco, que está siendo destrozada por el digimon del japonés. Dejo escapar un rugido de rabia, pero rápidamente, me separo para ir en busca de Ráthalos... Al cual no tardo en encontrar, encerrado en una pequeña jaula de metal y semi-inconsciente. Con habilidad, hago girar mi espada entre mis dedos, antes de descargarla sobre la cerradura de la prisión. Cuando consigo abrirla, saco de ahí al diablillo y me lo cargo al hombro. Después regreso con el rubiales.
- Tu estúpido digimon ha destrozado el barco-le grito para hacerme oír entre todo el sonido de la explosión-. Me importa una mierda que sea tuyo, si lo vuelve a hacer lo mataré.
Tras decir eso, me cuelgo la espada a la cintura, aferro la muñeca del chico y a continuación salto al agua para evitar ser engullida entre los escombros. El chico, obligado por la fuerza de mi agarre, se hunde junto a mí. Mis cabellos se agitan en mitad del agua salada, siento cómo Ráthalos se agita violentamente al no poder respirar, pero lo ignoro, y nado hacia la superficie, en donde doy una bocanada de aire.
- Creo que es hora de irnos...-susurro débilmente, sin mirar al rubiales. Entonces, al no recibir respuesta alguna, alzo la mirada y la clavo en él. Me acerco a su lado de un par de zancadas, e ignorando la mueca de terror que porta, tiro de él en dirección al pasillo, aunque no sin antes recoger mi espada del suelo-. Y tengo que encontrar a mi compañero...
Al alcanzar el final, pateo una puerta que obstaculiza mi camino, abriéndome paso. Allí, veo la cubierta del barco, que está siendo destrozada por el digimon del japonés. Dejo escapar un rugido de rabia, pero rápidamente, me separo para ir en busca de Ráthalos... Al cual no tardo en encontrar, encerrado en una pequeña jaula de metal y semi-inconsciente. Con habilidad, hago girar mi espada entre mis dedos, antes de descargarla sobre la cerradura de la prisión. Cuando consigo abrirla, saco de ahí al diablillo y me lo cargo al hombro. Después regreso con el rubiales.
- Tu estúpido digimon ha destrozado el barco-le grito para hacerme oír entre todo el sonido de la explosión-. Me importa una mierda que sea tuyo, si lo vuelve a hacer lo mataré.
Tras decir eso, me cuelgo la espada a la cintura, aferro la muñeca del chico y a continuación salto al agua para evitar ser engullida entre los escombros. El chico, obligado por la fuerza de mi agarre, se hunde junto a mí. Mis cabellos se agitan en mitad del agua salada, siento cómo Ráthalos se agita violentamente al no poder respirar, pero lo ignoro, y nado hacia la superficie, en donde doy una bocanada de aire.
Re: Cómo conocí a tu madre
En definitiva la salud mental de la mujer está cuestionada justificadamente, siempre que el homicidio y el canibalismo se juntan da como resultado unos medicamentos fuertes, del tipo que te dejan somnolientos y te hacen salivar mucho. Luego de que la pelirroja termina con su festín de sangre, me dice que es hora de irse, para luego agarrarme de la camiseta para llevarme con ella para buscar a su compañero Digimon.
-Creo que... emmm... tienes un poco de hemoglobina en la cara...- Le digo mientras soy tirado sin ofrecer resistencia alguna.
La chica luego derriba una puerta para entrar a una habitación en donde se encuentra su Digimon. Sin embargo se escucha una explosión seguido de un fuerte remezón del barco, para entonces empezar a notar como el suelo del barco empieza poco a poco a llenarse de agua, el barco se hundía, cosa que la chica me recrimina culpando a mi Digimon.
-No te preocupes... el solo puede hundir el barco una vez- Le digo de forma irónica.
Entonces el barco empieza a romperse, los escombros caen del techo y las paredes se abren dejando entrar el agua. Ambos nos sumergimos bajo el agua y salimos despedidos fuera del barco por una abertura en la pared, ambos nadamos hacia la superficie en donde podemos apreciar los últimos instantes del barco, este estaba partido por la mitad y lo único que se ve de el es la popa levantada por encima del agua y que se hunde lentamente. Yo logro notar una puerta que flota cerca de la chica.
-La puerta, hay que subir- Le digo a la chica antes de comenzar a nadar hacia la puerta.
-Creo que... emmm... tienes un poco de hemoglobina en la cara...- Le digo mientras soy tirado sin ofrecer resistencia alguna.
La chica luego derriba una puerta para entrar a una habitación en donde se encuentra su Digimon. Sin embargo se escucha una explosión seguido de un fuerte remezón del barco, para entonces empezar a notar como el suelo del barco empieza poco a poco a llenarse de agua, el barco se hundía, cosa que la chica me recrimina culpando a mi Digimon.
-No te preocupes... el solo puede hundir el barco una vez- Le digo de forma irónica.
Entonces el barco empieza a romperse, los escombros caen del techo y las paredes se abren dejando entrar el agua. Ambos nos sumergimos bajo el agua y salimos despedidos fuera del barco por una abertura en la pared, ambos nadamos hacia la superficie en donde podemos apreciar los últimos instantes del barco, este estaba partido por la mitad y lo único que se ve de el es la popa levantada por encima del agua y que se hunde lentamente. Yo logro notar una puerta que flota cerca de la chica.
-La puerta, hay que subir- Le digo a la chica antes de comenzar a nadar hacia la puerta.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Consigo romper la fina capa con la superficie con la coronilla, recibiendo con un jadeo de placer el oxígeno que necesito para alimentar mis pulmones. Con un tirón, saco del agua a Ráthalos y lo coloco sobre mi espalda para que se agarre. Me vuelvo para contemplar el desastre del barco, y con una sonrisa maliciosa, soy testigo de las largas llamas que rezuma el navío. Los soldados de DATS ya están muertos, para mi gozo, pero tampoco me viene mal que una de sus embarcaciones se hunda con los peces, pues supondría, para esos hijos de perra, una buena pérdida de tiempo y de dinero.
- Que te jodan, Andrew-mascullo entre dientes, con una pérfida sonrisa.
Me vuelvo hacia el rubiales, justo a tiempo para ver algo que le ha llamado la atención: Los restos de una puerta grande que flota en dirección opuesta al barco. ¿Planea subirse encima para quedar libre de los violentos zarandeos de las olas? Con un gruñido, me dispongo a dar brazadas para alcanzarlo y así evitar que tome él el proyecto de bote. Al alcanzar la balsa improvisada, me subo a ella, y dejo, sobre su superficie, a Ráthalos tumbado, para posteriormente empezar yo a acomodarme sobre la madera.
- ¿Y ahora a dónde vamos?-pregunto como si tal cosa, mientras empiezo a estrujarme el pelo para secarlo un poco.
Desvío la mirada hacia el Impmon que tirita a mi lado, y lo cojo en brazos para colocarlo sobre mi regazo y ayudarle a calentarse. Este, ni corto ni perezoso, intenta revolverse para escapar, pero de un tirón a una de sus orejas comprende que lo mejor en esos momentos, si no quiere hacerme enfadar, es quedarse quietecito. A fin de cuentas, todavía tengo reciente el ataque de locura que me dio al salir de la celda... Solo el recordarla me produce escalofríos de aversión.
- Que te jodan, Andrew-mascullo entre dientes, con una pérfida sonrisa.
Me vuelvo hacia el rubiales, justo a tiempo para ver algo que le ha llamado la atención: Los restos de una puerta grande que flota en dirección opuesta al barco. ¿Planea subirse encima para quedar libre de los violentos zarandeos de las olas? Con un gruñido, me dispongo a dar brazadas para alcanzarlo y así evitar que tome él el proyecto de bote. Al alcanzar la balsa improvisada, me subo a ella, y dejo, sobre su superficie, a Ráthalos tumbado, para posteriormente empezar yo a acomodarme sobre la madera.
- ¿Y ahora a dónde vamos?-pregunto como si tal cosa, mientras empiezo a estrujarme el pelo para secarlo un poco.
Desvío la mirada hacia el Impmon que tirita a mi lado, y lo cojo en brazos para colocarlo sobre mi regazo y ayudarle a calentarse. Este, ni corto ni perezoso, intenta revolverse para escapar, pero de un tirón a una de sus orejas comprende que lo mejor en esos momentos, si no quiere hacerme enfadar, es quedarse quietecito. A fin de cuentas, todavía tengo reciente el ataque de locura que me dio al salir de la celda... Solo el recordarla me produce escalofríos de aversión.
Re: Cómo conocí a tu madre
El barco acaba en el fondo del mar donde descansara por los próximos siglos como un hogar para las criaturas marinas, mientras que los pocos tripulantes que estaban abordo tendrán un destino mas... nutritivo. El sol se alza del horizonte y me permite ver con más claridad los restos flotantes del navío, puedo ver barriles, trozos de metal, cadáveres, madera y otros restos de un origen que no puedo identificar.
La chica pelirroja se apresura para subirse ella y a su Digimon a la puerta flotante para luego comenzar a estrujarse el cabello para quitarse el exceso de agua. Yo creí que quizás ella me ayudaría a subir ya que la puerta es grande fácilmente cabemos los dos, pero ella muy al contrario se acomoda y me pregunta hacia dónde vamos a ir, como si fuera su chofer de puerta flotante...
-¿Que haces? déjame subir, me estoy congelando- Le digo a la chica sin embargo ella está decidida a permanecer en la puerta. -Hay espacio de sobra no me dejes aquí- Argumento para intentar convencerla.
Mientras tanto, Vespamon había estado volando alrededor todo este tiempo, en busca de su tamer y esperando que no esté enojado por haber hundido el barco accidentalmente. Cuando el finalmente logra ubicarlo empieza a volar velozmente hacia el pero a medio camino la Digievolucion termina y regresa a su etapa Rookie, sin embargo ese "pequeño detalle" no es lo suficiente para romper el espíritu del Digimon, ya que apenas este se aproxima a los humanos, sujeta la puerta-balsa de uno de sus extremos para luego empezar a volar en dirección a la costa, provocando que la puerta se mueva lentamente, pero eventualmente llegan a tierra.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Ignorando completamente al japonés, me ahueco el pelo con los dedos, haciendo únicamente a la voz de mi cabeza. << Tenemos que salir de aquí cuanto antes... DATS volverá, y es mejor que estemos muy lejos cuando lleguen >> Asiento, solemne, más que dispuesta a seguir las indicaciones de Aeir. Cuando siento la improvisada barcaza moverse, miro a mi espalda, encontrando al digimon del chico tirando para llevarnos lejos de toda la selva de objetos y cadáveres que ha soltado el barco al naufragar.
- Sólo quepo yo-respondo finalmente, volviendo la mirada al rubiales-. Si te subieras, la puerta se hundiría. No vamos a correr ese riesgo.
Dejo a Ráthalos a mi lado sobre la puerta, y decido, para pasar mejor el tiempo en el que tardemos en regresar a la orilla, tumbarme bocarriba para observar el cielo. El Sol se está ocultando, y pronto las estrellas saldrán a la noche como pinceladas plateadas en el frente oscuro... Y nos pillará a nosotros en mitad de la nada. Por suerte, yo tengo a Impmon conmigo, mi digivice y mis espadas. No habrá nada que pueda detenerme... << Zayyn, no te confíes... Aún tienes que recuperarla... >>
- Ya lo sé...-gruño frustrada, mientras la balsa se va acercando más y más a la orilla-. Tú-llamo al humano-. ¿Cuánto queda para llegar a tierra?
- Sólo quepo yo-respondo finalmente, volviendo la mirada al rubiales-. Si te subieras, la puerta se hundiría. No vamos a correr ese riesgo.
Dejo a Ráthalos a mi lado sobre la puerta, y decido, para pasar mejor el tiempo en el que tardemos en regresar a la orilla, tumbarme bocarriba para observar el cielo. El Sol se está ocultando, y pronto las estrellas saldrán a la noche como pinceladas plateadas en el frente oscuro... Y nos pillará a nosotros en mitad de la nada. Por suerte, yo tengo a Impmon conmigo, mi digivice y mis espadas. No habrá nada que pueda detenerme... << Zayyn, no te confíes... Aún tienes que recuperarla... >>
- Ya lo sé...-gruño frustrada, mientras la balsa se va acercando más y más a la orilla-. Tú-llamo al humano-. ¿Cuánto queda para llegar a tierra?
Re: Cómo conocí a tu madre
La chica ya dejo claro que no me dejara subir a la puerta así que mi única opción es comenzar a nadar empujando la puerta para llegar más rápido a la costa. Cuando la chica me pregunta cuanto falta para llegar a la orilla, yo no le respondo y en su lugar empiezo a mecer la puerta, no para tirarla al agua si no para quitarle la comodidad del viaje, esto no es un crucero por el caribe...
Finalmente llegamos a tierra, ya es de noche y está comenzando a nevar, el invierno no se hace ausente y la sensación térmica se intensifica por la ropa mojada. Apenas llego a tierra, me levanto y me quito la chaqueta y mi camiseta para empezar a estrujarlas quitándole el exceso de agua -Tienes que quitarte la ropa y secarla, con este frio nos congelaremos más rápido y moriremos... mi cabaña está a kilómetros de aquí- Digo mientras sigo estrujando mi ropa al mismo tiempo que empiezo a temblar de frio. Dirijo una mirada a Funbeemon y este entiende lo que debe hacer, buscar madera para hacer una fogata, actividad que el Digimon cumple rápidamente y una vez hecho se recuesta sobre la rama de un árbol.
Kenshi toma la leña y se interna en el bosque para buscar un árbol hueco que sirva de refugio, luego él se quita sus pantalones mojados y rápidamente se arrodilla frente a la pila de madera para intentar encender fuego con un par de rocas y después de varios intentos se enciende un pequeño fuego que aumenta en intensidad poco a poco.
Finalmente llegamos a tierra, ya es de noche y está comenzando a nevar, el invierno no se hace ausente y la sensación térmica se intensifica por la ropa mojada. Apenas llego a tierra, me levanto y me quito la chaqueta y mi camiseta para empezar a estrujarlas quitándole el exceso de agua -Tienes que quitarte la ropa y secarla, con este frio nos congelaremos más rápido y moriremos... mi cabaña está a kilómetros de aquí- Digo mientras sigo estrujando mi ropa al mismo tiempo que empiezo a temblar de frio. Dirijo una mirada a Funbeemon y este entiende lo que debe hacer, buscar madera para hacer una fogata, actividad que el Digimon cumple rápidamente y una vez hecho se recuesta sobre la rama de un árbol.
Kenshi toma la leña y se interna en el bosque para buscar un árbol hueco que sirva de refugio, luego él se quita sus pantalones mojados y rápidamente se arrodilla frente a la pila de madera para intentar encender fuego con un par de rocas y después de varios intentos se enciende un pequeño fuego que aumenta en intensidad poco a poco.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Cuando el portón da contra la orilla, me levanto de un salto, agarro de una pata a áthalos, y lo arrastro hasta suelo seco. Instantáneamente siento lo afilados colmillos del frío penetrar por todos los poros de mi cuerpo, por lo ue suelto al digimon, y me rodeo el cuerpo con ambos brazos. Dejo escapar un par de maldiciones acompañadas de un helado y vaporizado vaho, y comienzo a mover los pies para no perder el calor ue desprendo.
- Haz un fuego-le ordeno al Impmon sin aceptar réplica, mientras empiezo a castañear.
El rubiales ha mencionado algo de un truco de supervivencia, consistente en dejar atrás la ropa para secarla y así no llevar de forma permanente las heladas temperaturas del mar pegadas en la piel. Cuando veo a mi compañero prender la madera ue ha traído la abeja, suspiro con resignación y empiezo a desnudarme rápidamente, delante del humano, sin importarme un poco ue pueda estar mirando mis zonas íntimas. Ya me ha visto desnuda más veces, en el lago y posiblemente en su casa cuando enfermé, así ue ya no hay tanto drama...
<< Además... >>pienso maliciosamente, mientras me pego al fuego para coger calor y observo cómo el mismo desvela partes de su cuerpo desconocidas. Paso suavemente la lengua por los labios, mientras observo toda su figura, como días atrás al verle salir del cuarto de baño.
- ¿Qué piensas hacer ahora?-le pregunto, cuando Impmon se sienta junto al fuego a secarse.
- Haz un fuego-le ordeno al Impmon sin aceptar réplica, mientras empiezo a castañear.
El rubiales ha mencionado algo de un truco de supervivencia, consistente en dejar atrás la ropa para secarla y así no llevar de forma permanente las heladas temperaturas del mar pegadas en la piel. Cuando veo a mi compañero prender la madera ue ha traído la abeja, suspiro con resignación y empiezo a desnudarme rápidamente, delante del humano, sin importarme un poco ue pueda estar mirando mis zonas íntimas. Ya me ha visto desnuda más veces, en el lago y posiblemente en su casa cuando enfermé, así ue ya no hay tanto drama...
<< Además... >>pienso maliciosamente, mientras me pego al fuego para coger calor y observo cómo el mismo desvela partes de su cuerpo desconocidas. Paso suavemente la lengua por los labios, mientras observo toda su figura, como días atrás al verle salir del cuarto de baño.
- ¿Qué piensas hacer ahora?-le pregunto, cuando Impmon se sienta junto al fuego a secarse.
Re: Cómo conocí a tu madre
El Digimon de la pelirroja enciende el fuego, es un alivio porque las dos roquitas gastan mucho tiempo que el frio no está dispuesto a dar. Cuando me volteo para ver a la pelirroja, me encuentro que ella siguió mi consejo y ahora mismo se encuentra vestida solo con su ropa interior, me la quedo mirando unos instantes antes de responder a la pregunta que ella me hizo. -Bueno... hay que poner a secar la ropa y lo mejor sería pasar la noche dentro de ese árbol hueco... para no pasar frio- Digo antes de voltearme para poner mi ropa junto al fuego, acto seguido de quitarme la ropa interior para también ponerla junto al fuego y finalmente entro al tronco hueco y me siento con las piernas cruzadas apoyando la cabeza sobre una mano. el árbol era bastante grande, los dos podemos estar cómodos adentro y el calor de la fogata entra perfectamente al árbol hueco por lo que está bastante agradable.
En cuanto la chica se decida entrar al árbol, yo intento no verla ya que me daría vergüenza tener una "reacción" no deseada a su lado. Pero mis acciones solo generan un aura de incomodidad en el que nadie dice nada y nos quedamos viendo la nieve caer entre los árboles. Para intentar romper el hielo empiezo a silbar una melodía por unos cinco segundos antes de entablar una conversación. -¿y?... ¿te gustan?... ¿los días de nieve?... cuando era niño pasaba horas en la nieve construyendo hombres de nieve para luego atacarlos con una espada de madera... hice eso hasta que fui un adolecente, pero entonces solía poner petardos en las cabezas y verlas explotar... hasta que casi queme mi casa por hacer eso... ¿que hacías tú de adolecente?- Le pregunto sin quitarle la vista a la nieve que cae delicadamente del cielo.
En cuanto la chica se decida entrar al árbol, yo intento no verla ya que me daría vergüenza tener una "reacción" no deseada a su lado. Pero mis acciones solo generan un aura de incomodidad en el que nadie dice nada y nos quedamos viendo la nieve caer entre los árboles. Para intentar romper el hielo empiezo a silbar una melodía por unos cinco segundos antes de entablar una conversación. -¿y?... ¿te gustan?... ¿los días de nieve?... cuando era niño pasaba horas en la nieve construyendo hombres de nieve para luego atacarlos con una espada de madera... hice eso hasta que fui un adolecente, pero entonces solía poner petardos en las cabezas y verlas explotar... hasta que casi queme mi casa por hacer eso... ¿que hacías tú de adolecente?- Le pregunto sin quitarle la vista a la nieve que cae delicadamente del cielo.
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Re: Cómo conocí a tu madre
- No me has entendido-niego con la cabeza cuando responde a mi pregunta. No estaba hablando de justo este momento, sino del presente en general. DATS irrumpió en su casa para secuestrarme, y ahora que me ha ayudado a escapar, él está caso tan pringado en el marrón como yo-. Te has metido en la boca del lobo, esos-alzo un brazo y señalo en dirección al barco hundido- son agentes de DATS: Digital Accident Tactics Squad, ¿entiendes? Se encargan de "mantener bajo control" a los Tamers o Digimons que, desde su retorcido punto de vista, causan problemas.Y tú-redirijo el dedo acusador hacia el rubiales-, les has causado muchos problemas.
Sin añadir nada más, me doy la vuelta, acerco mi ropa mojada al fuego, y seguidamente, agarrando a Ráthalos de la cola, me introduzco en el hueco de árbol, aovillándome en posición casi fetal con el digimon demonio en mi regazo, para compartir ambos el calor. El japonés no tarda en seguirme, quedándose tal cual vino al mundo y sentándose a mi lado en el interior del tronco. No puedo evitar, por el rabillo del ojo, dar una evaluadora mirada a cierta zona baja de su cuerpo, y en un acto completamente involuntario, paso la punta de la lengua por los labios, humedeciéndolos.
A pesar de todo, puedo notarle incómodo a mi lado, como si le resultara vergonzoso encontrarse en bolas delante de una mujer casi completamente desconocida, sin mencionar algunos de los actos mácabros que he llevado a cabo con anterioridad. Inspiro hondo, acaricio la cabecita de Impmon, y cierro los ojos al apoyar la cabeza contra la pared interior del enorme tallo. Trato de despejar mi mente, de intentar conciliar un poco el sueño para recuperar fuerzas, pero antes de poder conseguirlo, la voz del humano junto a mí me desvela. Levanto la cabeza, y lo miro mientras habla.
- Odio la nieve, odio el frío-le respondo con seriedad intimidante, cortándole a mitad de frase. Sin embargo, después le dejo proseguir, y únicamente retomo el habla, cuando él decide cederme la vez para responder. Consigo, a diras penas, ahogar un poco una sonrisa macabra que había estado a punto de asomar por mi labios, y que al final ha quedado solo como una mueca extraña y misteriosa. No obstante, mis ojos sí que consiguen proyectar algo de esa maldad escondida, cuando el brillo de algunas de las lenguas de la hoguera se reflejan en los iris plateados-. ¿De adolescente? Me gustaba la música, pero de lo que realmente disfrutaba era de las horas planeando asaltos contra otros grupos de alumnos... Yo era líder de los góticos, ¿sabes? Y por unos instantes me convertí en la reina del instituto...-desvío la mirada para clavarla en las llamas-. Parecen haber pasado siglos desde aquello... -mentalmente, me lamento de no poseer a mano una de mis cajetillas de tabaco... Cómo desearía perderme entre el humo de un buen cigarro.
Sin añadir nada más, me doy la vuelta, acerco mi ropa mojada al fuego, y seguidamente, agarrando a Ráthalos de la cola, me introduzco en el hueco de árbol, aovillándome en posición casi fetal con el digimon demonio en mi regazo, para compartir ambos el calor. El japonés no tarda en seguirme, quedándose tal cual vino al mundo y sentándose a mi lado en el interior del tronco. No puedo evitar, por el rabillo del ojo, dar una evaluadora mirada a cierta zona baja de su cuerpo, y en un acto completamente involuntario, paso la punta de la lengua por los labios, humedeciéndolos.
A pesar de todo, puedo notarle incómodo a mi lado, como si le resultara vergonzoso encontrarse en bolas delante de una mujer casi completamente desconocida, sin mencionar algunos de los actos mácabros que he llevado a cabo con anterioridad. Inspiro hondo, acaricio la cabecita de Impmon, y cierro los ojos al apoyar la cabeza contra la pared interior del enorme tallo. Trato de despejar mi mente, de intentar conciliar un poco el sueño para recuperar fuerzas, pero antes de poder conseguirlo, la voz del humano junto a mí me desvela. Levanto la cabeza, y lo miro mientras habla.
- Odio la nieve, odio el frío-le respondo con seriedad intimidante, cortándole a mitad de frase. Sin embargo, después le dejo proseguir, y únicamente retomo el habla, cuando él decide cederme la vez para responder. Consigo, a diras penas, ahogar un poco una sonrisa macabra que había estado a punto de asomar por mi labios, y que al final ha quedado solo como una mueca extraña y misteriosa. No obstante, mis ojos sí que consiguen proyectar algo de esa maldad escondida, cuando el brillo de algunas de las lenguas de la hoguera se reflejan en los iris plateados-. ¿De adolescente? Me gustaba la música, pero de lo que realmente disfrutaba era de las horas planeando asaltos contra otros grupos de alumnos... Yo era líder de los góticos, ¿sabes? Y por unos instantes me convertí en la reina del instituto...-desvío la mirada para clavarla en las llamas-. Parecen haber pasado siglos desde aquello... -mentalmente, me lamento de no poseer a mano una de mis cajetillas de tabaco... Cómo desearía perderme entre el humo de un buen cigarro.
Re: Cómo conocí a tu madre
Sigo mirando la nieve caer cuando la pelirroja me responde, primero me dice que odia la nieve y luego me cuenta una historia extraña sobre ella ser la líder de los góticos y cosas por el estilo, cuando ella dice eso yo asiento con la cabeza como si entendiese lo que ella dice aunque en realidad creo que esta algo mal de la cabeza. -Ya veo... yo... solía ser un Bancho en la secundaria- le comento creyendo que ella solía ser una gótica, porque casi todos pasamos por ese tipo de fases, como yo que era uno de esos típicos matones vestidos de negro en los animes.
El silencio retorna, la situación de pronto se volvió mas incomoda que antes, pensaba en recostarme y dormir pero entonces recuerdo algo que la chica me dijo antes de entrar al tronco, advertencias sobre DATS. -DATS... ya me había enfrentado a ellos en el pasado, intentaron quitarme a Plutón mientras aún era un huevo, si ellos vienen por mi yo se defenderme y también te defenderé a ti el tiempo que te quedes con migo...- Le digo a la chica antes de girar un poco la cabeza para ver a los ojos a la chica, pero al darme cuenta de que ella está viendo ciertas partes de mi cuerpo, decido recostarme en el suelo y voltearme para dormir de lado dándole la espalda a la chica. -¡Bien! lo mejor es que nos durmamos... mañana iremos a mi cabaña y comeremos algo caliente para olvidar este frio- Le digo a la chica antes de cerrar los ojos y comenzar a dormir.
En medio de la noche, el fuego de la fogata empieza a disminuir, el calor que entra al árbol en consecuencia es menor y la temperatura se ve afectada. Yo me despierto varas veces seguidas temblando de frío, me acuesto en posición fetal prácticamente abrazando mis piernas para conservar el calor, pero no es suficiente. Finalmente semiconsciente por el sueño e impulsado por el frío me volteo hacia la chica y la abrazo pudiendo así conservar el calor y logrando dormir plácidamente durante el resto de la noche.
El silencio retorna, la situación de pronto se volvió mas incomoda que antes, pensaba en recostarme y dormir pero entonces recuerdo algo que la chica me dijo antes de entrar al tronco, advertencias sobre DATS. -DATS... ya me había enfrentado a ellos en el pasado, intentaron quitarme a Plutón mientras aún era un huevo, si ellos vienen por mi yo se defenderme y también te defenderé a ti el tiempo que te quedes con migo...- Le digo a la chica antes de girar un poco la cabeza para ver a los ojos a la chica, pero al darme cuenta de que ella está viendo ciertas partes de mi cuerpo, decido recostarme en el suelo y voltearme para dormir de lado dándole la espalda a la chica. -¡Bien! lo mejor es que nos durmamos... mañana iremos a mi cabaña y comeremos algo caliente para olvidar este frio- Le digo a la chica antes de cerrar los ojos y comenzar a dormir.
En medio de la noche, el fuego de la fogata empieza a disminuir, el calor que entra al árbol en consecuencia es menor y la temperatura se ve afectada. Yo me despierto varas veces seguidas temblando de frío, me acuesto en posición fetal prácticamente abrazando mis piernas para conservar el calor, pero no es suficiente. Finalmente semiconsciente por el sueño e impulsado por el frío me volteo hacia la chica y la abrazo pudiendo así conservar el calor y logrando dormir plácidamente durante el resto de la noche.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Decido darme la vuelta para darle la espalda al rubiales e intentar dormir. Todo aquello forma parte de un pasado que no volverá, por mucho que suplique. Las cosas ya no son las de antes s, si bien sigo siendo la misma persona que aquella alocada y violenta adolescence, he cambiado, en gran parte. Conozco mis límites y mis debilidades, así como los errores que cometí... Como confiar mi vida a unos padres que me traicionaron. Cierro los ojos, con una mueca de rabia que el japones no puede ver debido a la posición.
- Yo en tu lugar no me confiaría demasiado. Si quieres acabar muerto, sigue subestimándolos-y añado, en un tono más suave-: No tienen escrúpulos, harán cualquier cosa para alcanzar sus objetivos...
Finalmente, parezco conseguir conciliar el sueño. Lentamente, cierro los ojos para dejarme abrazar el cansancio. El dormitar es ligero, apenas reconstituyente y apaciguador. A mitad de la noche, algo me hace aferrar el mango de mi espada con firmeza al mismo tiempo que mis ojos se abren. Miro por el agujero del árbol, notando el fuego ya casi extinto. La oscuridad es abrumadora, pero gracias a mis ojos, puedo ver con bastante claridad a nuestro alrededor... No percibo amenaza alguna, entonces, ¿qué ha sido lo que me ha alertado? No tardo en descubrirlo, gracias a cierto roce alrededor de mi brazo izquierdo. Al desviar la cabeza, encuentro al rubiales rodeandome en un abrazo, en busca de algo de calor. Tentada estoy, siceramente, de separarlo de un emoujón... Pero después decido dejarlo estar, a fin de cuentas, se está mejor así, y con su cuerpo, el humano proyecta calor en mi dirección. Suelto un suspiro, un gruñido, y decido, con un mohín, cerrar los ojos otra vez y hacer como si el chico no estuviera allí, ignorando su desnudez.
Poco después, caigo profundamente dormida. Y poco después, la luz del Sol se filtra por entre mis párpados, anunciando el nacimiento de un nuevo día. Despierto tranquilamente, abriendo los ojos y acostumbrándolos a la luminosidad. Cuando me habitúo, observo con gesto ausente el humillo que la hoguera de anoche desprende y me muevo un poco para acomodarme y sacarme a Impmon de entre los brazos, puesto que tiene su mandíbula cerrada en torno a mi muñeca, babeando tontamente.
Y entonces, desde detrás, siento como algo me roza una de las piernas. Mi primera reacción es quedarme tan rígida como una roca, hasta que noto al rubiales moverse debilmente.
- Esto...-empiezo a decir, en voz alta-. ¿Llevas una linterna, o es que te alegras de verme...?
- Yo en tu lugar no me confiaría demasiado. Si quieres acabar muerto, sigue subestimándolos-y añado, en un tono más suave-: No tienen escrúpulos, harán cualquier cosa para alcanzar sus objetivos...
Finalmente, parezco conseguir conciliar el sueño. Lentamente, cierro los ojos para dejarme abrazar el cansancio. El dormitar es ligero, apenas reconstituyente y apaciguador. A mitad de la noche, algo me hace aferrar el mango de mi espada con firmeza al mismo tiempo que mis ojos se abren. Miro por el agujero del árbol, notando el fuego ya casi extinto. La oscuridad es abrumadora, pero gracias a mis ojos, puedo ver con bastante claridad a nuestro alrededor... No percibo amenaza alguna, entonces, ¿qué ha sido lo que me ha alertado? No tardo en descubrirlo, gracias a cierto roce alrededor de mi brazo izquierdo. Al desviar la cabeza, encuentro al rubiales rodeandome en un abrazo, en busca de algo de calor. Tentada estoy, siceramente, de separarlo de un emoujón... Pero después decido dejarlo estar, a fin de cuentas, se está mejor así, y con su cuerpo, el humano proyecta calor en mi dirección. Suelto un suspiro, un gruñido, y decido, con un mohín, cerrar los ojos otra vez y hacer como si el chico no estuviera allí, ignorando su desnudez.
Poco después, caigo profundamente dormida. Y poco después, la luz del Sol se filtra por entre mis párpados, anunciando el nacimiento de un nuevo día. Despierto tranquilamente, abriendo los ojos y acostumbrándolos a la luminosidad. Cuando me habitúo, observo con gesto ausente el humillo que la hoguera de anoche desprende y me muevo un poco para acomodarme y sacarme a Impmon de entre los brazos, puesto que tiene su mandíbula cerrada en torno a mi muñeca, babeando tontamente.
Y entonces, desde detrás, siento como algo me roza una de las piernas. Mi primera reacción es quedarme tan rígida como una roca, hasta que noto al rubiales moverse debilmente.
- Esto...-empiezo a decir, en voz alta-. ¿Llevas una linterna, o es que te alegras de verme...?
Re: Cómo conocí a tu madre
Un rayo de luz me despierta, pero yo me reusó a abrir los ojos aun, estaba cómodo y abrigado. Puedo sentir como la chica se mueve, ignorando el hecho de que estoy abrazado a ella aun y que además tengo una mano sobre una de sus partes privadas.
Finalmente reacciono cuando la pelirroja me habla y me habla algo de una linterna, abro los ojos confundido y es entonces cuando veo directamente el cuerpo de la mujer en su traje de cumpleaños, como algunas personas dicen. Me doy cuenta de que dormí abrazado a ella durante toda la noche y también empiezo a comprender lo que ella se refería con la linterna ya que el "asunto" empieza a empeorar apenas la veo en "todo su esplendor". -Esto... yo... ... lo siento- Le digo sin quitarle los ojos de encima y me quedo viéndola por unos segundos más antes de levantarme para salir del árbol, aunque haciendo eso muestro más de lo que quiero.
Miro la fogata casi extinta y empiezo a sacudirme la tierra del cuerpo por dormir en el suelo y luego recojo mi camiseta al ser la primera pieza de ropa que encuentro y compruebo que está seca.
Termino de vestirme y me asomo por el árbol para avisarle a la chica que la ropa estaba seca, pero cuando veo que el rostro de la chica esta rojo como tomate y que ella está atenta a todos mis movimientos, me quedo callado y me retiro para sentarme sobre un tocón para esperar a que la chica esté lista para irnos.
Finalmente reacciono cuando la pelirroja me habla y me habla algo de una linterna, abro los ojos confundido y es entonces cuando veo directamente el cuerpo de la mujer en su traje de cumpleaños, como algunas personas dicen. Me doy cuenta de que dormí abrazado a ella durante toda la noche y también empiezo a comprender lo que ella se refería con la linterna ya que el "asunto" empieza a empeorar apenas la veo en "todo su esplendor". -Esto... yo... ... lo siento- Le digo sin quitarle los ojos de encima y me quedo viéndola por unos segundos más antes de levantarme para salir del árbol, aunque haciendo eso muestro más de lo que quiero.
Miro la fogata casi extinta y empiezo a sacudirme la tierra del cuerpo por dormir en el suelo y luego recojo mi camiseta al ser la primera pieza de ropa que encuentro y compruebo que está seca.
Termino de vestirme y me asomo por el árbol para avisarle a la chica que la ropa estaba seca, pero cuando veo que el rostro de la chica esta rojo como tomate y que ella está atenta a todos mis movimientos, me quedo callado y me retiro para sentarme sobre un tocón para esperar a que la chica esté lista para irnos.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
El japones, apenas despierta, se me queda mirando de una manera que, de no ser consciente de la situación, yo catalogaría como estúpida. Alzo una ceja, a sabiendas que sus ojos recorren cada curva de mi cuerpo, y bajo un poco la mirada para clavarla en su amiguito. Me quedo bastante rato mirándolo, y solo cuando él decide salir al exterior, aparto la mirada para despertar rápidamente a Ráthalos y enseñarle algo que seguro él apreciará. Cuando el diablillo abre los ojillos, lo coloco justo en la entrada al tronco, y le señalo el trasero del rubiales, que en esos momentos está agarrando su ropa para comenzar a vestirse.
- ¿Has visto eso?-le susurro con una sonrisa juguetona.
Ráthalos, que para ese tema siempre suele ponerse muy exquisito, pone los ojos en blanco y examina las partes más sugerentes del individuo. Durante unos segundos se mantiene en silencio, hasta que, cuando el chico termina de desvestirse y pongo cara de desilusión, el digimon se cruza de brazos y niega con la cabeza.
- Le doy un 6 y medio... Y me estoy arriesgando.
- ¿Solo un 6?-repito, extrañada, frunciendo el ceño-. Yo le daría un 8-Ráthalos deja escapar un resoplido, como si con eso lo dijera todo acerca de mis peculiares gustos-. Sabes... Quiero "jugar" un poco con él.
Sonrío con malicia, mientras me relamo suavemente los labios. Impmon me mira, niega con la cabeza y se encoje de hombros, antes de separarse y comenzar a recoger una rama para borrar todas las pisadas y restos que hayamos dejado en ese lugar plasmados. Yo mientras tanto, cruzo una mirada con el rubiales. Noto que estoy sonrojada, pero ni por asomo me siento avergonzada. Soy una pervertida, lo se, pero no me voy a arrepentir de ser como soy.
Cuando se aparta, salgo del interior del tronco, y como zalamera, camino hasta mi ropa con pasos felinos y sinuosos. Me agacho para recoger los pantalones y la camisa de fuerza, y sin pudor ni vergüenza, me visto con ellos, quedando, nuevamente, con un aspecto de enferma mental, puesto que mis pelos siguen alborotados, la ropa esta manchada de sangre y mi sonrisa se muestra algo perturbadora. Por último, recojo mis espadas y mi dispositivo digital.
- Necesito ir al Bosque del Suicidio-anuncio.
- ¿Has visto eso?-le susurro con una sonrisa juguetona.
Ráthalos, que para ese tema siempre suele ponerse muy exquisito, pone los ojos en blanco y examina las partes más sugerentes del individuo. Durante unos segundos se mantiene en silencio, hasta que, cuando el chico termina de desvestirse y pongo cara de desilusión, el digimon se cruza de brazos y niega con la cabeza.
- Le doy un 6 y medio... Y me estoy arriesgando.
- ¿Solo un 6?-repito, extrañada, frunciendo el ceño-. Yo le daría un 8-Ráthalos deja escapar un resoplido, como si con eso lo dijera todo acerca de mis peculiares gustos-. Sabes... Quiero "jugar" un poco con él.
Sonrío con malicia, mientras me relamo suavemente los labios. Impmon me mira, niega con la cabeza y se encoje de hombros, antes de separarse y comenzar a recoger una rama para borrar todas las pisadas y restos que hayamos dejado en ese lugar plasmados. Yo mientras tanto, cruzo una mirada con el rubiales. Noto que estoy sonrojada, pero ni por asomo me siento avergonzada. Soy una pervertida, lo se, pero no me voy a arrepentir de ser como soy.
Cuando se aparta, salgo del interior del tronco, y como zalamera, camino hasta mi ropa con pasos felinos y sinuosos. Me agacho para recoger los pantalones y la camisa de fuerza, y sin pudor ni vergüenza, me visto con ellos, quedando, nuevamente, con un aspecto de enferma mental, puesto que mis pelos siguen alborotados, la ropa esta manchada de sangre y mi sonrisa se muestra algo perturbadora. Por último, recojo mis espadas y mi dispositivo digital.
- Necesito ir al Bosque del Suicidio-anuncio.
Re: Cómo conocí a tu madre
Espío un par de veces a la chica mientras se estaba vistiendo, no puedo negar que ella me atrae pero además de su gran físico, su personalidad, aunque agresiva y psicótica, tiene cierto encanto que no logro puedo definir pero que me gusta bastante... pero en mi mente me estoy debatiendo su debería intentar algo o no, hay que aceptar que es algo masoquista o suicida.
Cuando la chica termina de vestirse yo me levanto del tocón y camino hacia la chica quien viste nuevamente una camisa de fuerza ensangrentada y dos espadas. -Bien, sígueme, si partimos ahora creo que llegaremos a la cabaña para la tarde, así podremos descansar junto al fuego y comer algo caliente- Le digo a la chica mientras la miro a los ojos, sin embargo la chica dice algo que me saca de lugar y me preocupa, ella quiere ir al bosque del suicidio.
Aokigahara, el bosque del suicido, ubicado en las faldas del Monte Fuji, uno de los lugares más tenebroso y oscuros del mundo... durante siglos la gente ha elegido ese bosque para acabar con su vida y hoy en día está decorado con cadáveres y diversos implementos usados para para la autoinmolación. La mayor parte del bosque está cercado para impedir el paso, principalmente por la policía, además de estar plagado de letreros de advertencia para que la gente recapacite antes de adentrarse al siniestro bosque.
-¿Aokigahara? no, ese lugar esta maldito... además está muy lejos, llegaríamos a ese lugar al anochecer, vamos primero a mi cabaña y recapacita lo que estás pensando... ¿además para que quieres ir a ese sitio? no... no, solo hay dos tipos de personas que entran a ese bosque, las que no salen jamás y los que los van a buscar... ese lugar es una pesadilla, un infierno en la tierra- Le digo a la pelirroja muy asustado, el bosque del suicidio no es un sitio para ir a jugar. -No te diré donde esta... yo caminare hacia mi cabaña y quiero que hagas lo mismo...- Le digo a la chica para intentar persuadirla, pero he aprendido que ella es de las que no dan su brazo a torcer.
Cuando la chica termina de vestirse yo me levanto del tocón y camino hacia la chica quien viste nuevamente una camisa de fuerza ensangrentada y dos espadas. -Bien, sígueme, si partimos ahora creo que llegaremos a la cabaña para la tarde, así podremos descansar junto al fuego y comer algo caliente- Le digo a la chica mientras la miro a los ojos, sin embargo la chica dice algo que me saca de lugar y me preocupa, ella quiere ir al bosque del suicidio.
Aokigahara, el bosque del suicido, ubicado en las faldas del Monte Fuji, uno de los lugares más tenebroso y oscuros del mundo... durante siglos la gente ha elegido ese bosque para acabar con su vida y hoy en día está decorado con cadáveres y diversos implementos usados para para la autoinmolación. La mayor parte del bosque está cercado para impedir el paso, principalmente por la policía, además de estar plagado de letreros de advertencia para que la gente recapacite antes de adentrarse al siniestro bosque.
-¿Aokigahara? no, ese lugar esta maldito... además está muy lejos, llegaríamos a ese lugar al anochecer, vamos primero a mi cabaña y recapacita lo que estás pensando... ¿además para que quieres ir a ese sitio? no... no, solo hay dos tipos de personas que entran a ese bosque, las que no salen jamás y los que los van a buscar... ese lugar es una pesadilla, un infierno en la tierra- Le digo a la pelirroja muy asustado, el bosque del suicidio no es un sitio para ir a jugar. -No te diré donde esta... yo caminare hacia mi cabaña y quiero que hagas lo mismo...- Le digo a la chica para intentar persuadirla, pero he aprendido que ella es de las que no dan su brazo a torcer.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Cuando menciono el Bosque de Aokigahara, el rubiales se tensa, y me mira con el rostro crispado del terror. Es bien sabido que ese es uno de los lugares más tenebrosos del planeta, allí acuden cientos de personas a quitarse la vida cada año. Japón es un país exótico, pero también es el país con el índice de suicidios más alto de la Tierra. Sin embargo, no planeo acabar tan rápido con mi vida; soy una luchadora, no una cobarde, y mis motivos para ir a ese lugar son mucho más prácticos de lo que se debe pensar el japonés. Por ello, el muchacho se niega a llevarme allí, y alude a que él regresará a su casa, conmigo o sin mí. Lo miro con gesto sereno durante todo el rato, esperando a que acabe, y cuando el silencio de nuevo se hace dueño del ambiente, desvío una mirada que comparto con Ráthalos. Sonrío levemente, divertida, y me separo de mi digimon para acercarme, con pasos meticulosamente calculados hasta el rubiales, quedando peligrosamente cerca de él.
- ¿Piensas que voy a ir allí... a suicidarme?-le pregunto, mirándole a los ojos-. No he escapado de DATS para ahora colgarme de una soga o para tomarme unas pastillas-poso una mano sobre su pecho, y después la llevo hacia arriba, hasta detenerla bajo de la oreja. Doy una lenta vuelta a su alrededor, hasta acabar a su espalda, deslizando los dedos por su cuello, y deteniéndolos en su nuca. Cierro los ojos y entierro mi nariz en sus cabellos de sol, respirando el aroma a miel y a flores que desprenden-. Además...-añado, susurrando en un tono seductor y azucarado- Tú y yo tenemos asuntos pendientes que atender todavía... If you know what I mean.
Me muerdo el labio inferior, y en un rápido movimiento, poso una mano sobre su trasero, presionándolo suavemente, antes de separarme, pasar a su lado y guiñarle un ojo con una picara sonrisa. Le doy la espalda al caminar un par de metros y me rio, de forma interna, con malicia, sabiéndo en mis irresistibles garras al humano.
- ¿Piensas que voy a ir allí... a suicidarme?-le pregunto, mirándole a los ojos-. No he escapado de DATS para ahora colgarme de una soga o para tomarme unas pastillas-poso una mano sobre su pecho, y después la llevo hacia arriba, hasta detenerla bajo de la oreja. Doy una lenta vuelta a su alrededor, hasta acabar a su espalda, deslizando los dedos por su cuello, y deteniéndolos en su nuca. Cierro los ojos y entierro mi nariz en sus cabellos de sol, respirando el aroma a miel y a flores que desprenden-. Además...-añado, susurrando en un tono seductor y azucarado- Tú y yo tenemos asuntos pendientes que atender todavía... If you know what I mean.
Me muerdo el labio inferior, y en un rápido movimiento, poso una mano sobre su trasero, presionándolo suavemente, antes de separarme, pasar a su lado y guiñarle un ojo con una picara sonrisa. Le doy la espalda al caminar un par de metros y me rio, de forma interna, con malicia, sabiéndo en mis irresistibles garras al humano.
Re: Cómo conocí a tu madre
La chica parece serena ante mi respuesta, ella camina en mi dirección y empieza a hablarme dejándome entender que ella no piensa hacer lo que todos hacen en ese bosque, yo no pensé que ella haría eso, pero eso no quita el hecho de que el bosque es un sitio al que no hay que entrar. Es entonces cuando la chica coloca una mano sobre mi pecho que eleva hasta un lado de mi oreja, luego ella gira para colocarse a mis espaldas, ahí siento como la chica me acaricia delicadamente y coloca su rostro en mi nuca. Disfruto las caricias de la chica, se que ella solo quiere persuadirme para que la lleve al bosque maldito pero tal como ella yo no daré mi brazo a torcer... o al menos eso pensaba hasta que ella menciona los asuntos pendientes, se exactamente a lo que ella se refiere y lo que pienso se ve confirmado cuando ella me toca en un lugar indebido para alejarse y guiñarme un ojo.
Me odio a mí mismo el dejarme convencer... además si ella esta tan decidida para ir, entonces debe ser por algo importante...
Suspiro pesadamente y bajo la cabeza para esconder el hecho de que estoy ruborizado. -Bien... bien... vamos y salimos, haz lo que tengas que hacer en ese sitio y nos vamos... ese lugar es aterrador... por aquí- Le digo a la chica antes de comenzar a caminar en dirección al bosque maldito.
Durante el camino yo recolecte algunas bayas silvestres para que podamos comer algo. Pasan las horas y caminamos por mucho tiempo hasta que anochece y es entonces cuando frente a nosotros aparece el bosque del suicidio, un lugar que amedrenta hasta a los más valientes, cercado por cintas policiales y de donde procede una fetidez indescriptible. -Aquí es...- Digo atemorizado de ver frente a mí el bosque maldito.
Me odio a mí mismo el dejarme convencer... además si ella esta tan decidida para ir, entonces debe ser por algo importante...
Suspiro pesadamente y bajo la cabeza para esconder el hecho de que estoy ruborizado. -Bien... bien... vamos y salimos, haz lo que tengas que hacer en ese sitio y nos vamos... ese lugar es aterrador... por aquí- Le digo a la chica antes de comenzar a caminar en dirección al bosque maldito.
Durante el camino yo recolecte algunas bayas silvestres para que podamos comer algo. Pasan las horas y caminamos por mucho tiempo hasta que anochece y es entonces cuando frente a nosotros aparece el bosque del suicidio, un lugar que amedrenta hasta a los más valientes, cercado por cintas policiales y de donde procede una fetidez indescriptible. -Aquí es...- Digo atemorizado de ver frente a mí el bosque maldito.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Parece que mis técnicas de persuasión no se han oxidado después de todos esos años encerrada en la celda de contención. El japonés cae rendido a mis pies, lo tengo a mi merced para hacer con él lo que quiera. Tras los juegos previos, accede como corderito a llevarme al Bosque del Suicidio, a pesar de su reticencia y su miedo por pisar dicho lugar. Hay leyendas propagándose de boca en boca acerca de ese bosque maldito, pero no temo a nada. Precisamente escondí hace siete años aquel objeto en ese lugar para que nadie pudiera tener acceso a él.
Le hago un gesto a Ráthalos con la cabeza, indicándole que emprendamos el viaje. El rubiales preside la campaña, acompañado de su compañero digital. El trayecto es largo y tedioso, pero después de una noche a la fría intemperie creo que un pequeño paseo no es el mayor de mis problemas. El Sol hace su recorrido habitual, primero asciende hasta su esplendor y después, a la tarde, comienza a descender para volver a ocultarse. Con los últimos de sus rayos iluminando el camino, por fin alcanzamos el linde del bosque. Impmon, llevado por un extraño presentimiento, aguanta un estremecimiento y tira de una de las tiras que penden de la manga de mi camisa de fuerza. Con un suspiro, me agacho y dejo que se cuelgue a mi espalda ya que, como novato, el digimon es más propenso a asustarse y a sentirse intimidado. El ulular de un búho resuena cercano, por unos cobardes instantes, sopeso la posibilidad de volver de noche. No obstante, mi sentido de la valentía regresa rápidamente. No descansaré hasta que tenga ese objeto entre mis manos.
Doy un paso, después otro, y poco a poco, voy reduciendo el tiempo entre zancada y zancada, comenzando a correr a los pocos metros de alejarme del rubiales. Nada más empezar el sprint, escucho la voz del chico tratar de retenerme, pero la ignoro y me interno hasta las profundidades del siniestro lugar, llevada por la impetuosa necesidad de recuperar aquello de tan cuantioso valor.
Le hago un gesto a Ráthalos con la cabeza, indicándole que emprendamos el viaje. El rubiales preside la campaña, acompañado de su compañero digital. El trayecto es largo y tedioso, pero después de una noche a la fría intemperie creo que un pequeño paseo no es el mayor de mis problemas. El Sol hace su recorrido habitual, primero asciende hasta su esplendor y después, a la tarde, comienza a descender para volver a ocultarse. Con los últimos de sus rayos iluminando el camino, por fin alcanzamos el linde del bosque. Impmon, llevado por un extraño presentimiento, aguanta un estremecimiento y tira de una de las tiras que penden de la manga de mi camisa de fuerza. Con un suspiro, me agacho y dejo que se cuelgue a mi espalda ya que, como novato, el digimon es más propenso a asustarse y a sentirse intimidado. El ulular de un búho resuena cercano, por unos cobardes instantes, sopeso la posibilidad de volver de noche. No obstante, mi sentido de la valentía regresa rápidamente. No descansaré hasta que tenga ese objeto entre mis manos.
Doy un paso, después otro, y poco a poco, voy reduciendo el tiempo entre zancada y zancada, comenzando a correr a los pocos metros de alejarme del rubiales. Nada más empezar el sprint, escucho la voz del chico tratar de retenerme, pero la ignoro y me interno hasta las profundidades del siniestro lugar, llevada por la impetuosa necesidad de recuperar aquello de tan cuantioso valor.
Re: Cómo conocí a tu madre
Noto como la chica y su Digimon se ven intimidados por el bosque, sin embargo la pelirroja no pierde mas tiempo y se adentra al bosque despreocupadamente. -¡Espera, no, te perderás!- Le grito a la chica mientras corro tras ella, pero apenas me adentro al bosque del suicidio le pierdo el rastro por completo. Ahora me veo envuelto en un páramo de pesadillas, puedo ver cadáveres en descomposición que aun cuelgan de los árboles y esqueletos en el suelo. Cada ver que doy un paso, aplasto tabletas de pastillas vacías, hojas de afeitar, cuerdas y todo tipo de objetos que son algo difíciles de ver ya que hay una ligera bruma a la altura del suelo. -!Hey!... ¿dónde estás?...- Grito a los vientos pero no escucho respuesta alguna, ahora estaba solo en el pero lugar del mundo.
De pronto el bosque entero empieza a pulular, es escuchan los lamentos y sollozos de los muertos. Desde los árboles empiezan a salir blancas figuras semitransparentes, criaturas digitales llamadas Bakemon, Digimon fantasmas que habitan esta zona de la tierra. Los Digmon inmediatamente notan la presencia de los humanos, pero le prestan especial atención a la chica pelirroja ya que hasta los Digimon pueden ver el atractivo en ella, pero eso solo hace que los Digimon decidan atacarla primero.
De pronto el bosque entero empieza a pulular, es escuchan los lamentos y sollozos de los muertos. Desde los árboles empiezan a salir blancas figuras semitransparentes, criaturas digitales llamadas Bakemon, Digimon fantasmas que habitan esta zona de la tierra. Los Digmon inmediatamente notan la presencia de los humanos, pero le prestan especial atención a la chica pelirroja ya que hasta los Digimon pueden ver el atractivo en ella, pero eso solo hace que los Digimon decidan atacarla primero.
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Re: Cómo conocí a tu madre
Los árboles del bosque vuelan como flechas a mi paso. Cada obstáculo con el que me topo queda atrás al esquivarlo. Salto, ruedo, corro por el suelo, me cuelgo de alguna rama. El Bosque del Suicidio es aún más siniestro, si cabe, de como lo recordaba, pues en todos estos años, ha habido tiempo suficiente para que una nueva oleada de gente decida arrebatarse la vida sin arrepentimiento alguno. Los cadáveres que sobresalen de la neblina baja son como troncos caidos para mí, así como las bandas policiales, las cuales corto de un sablazo para poder pasar. Avanzo hasta llegar junto a un grupo de árboles arrejuntados, y entonces envaino las espadas y comienzo a escalar por uno de los troncos, hasta alcanzar la copa y otear un poco en la pronta oscuridad de la noche.
- ¿Ves algo?-pregunta Ráthalos a mi espalda.
Aún tardo unos segundos en contestar. Con los ojos entrecerrados, miro a mi alrededor, acerca de alguna señal que me de una pista de la zona en la que nos encontramos. Cuando al fin veo una oarte iluminada, señalo hacia allí, y me dispongo a bajar de nuevo hasta el suelo...
Sin embargo, cuando apenas he descendido unos cuantos metros, de repente, algo sale desde un matorral de hojas de una rama cercana. Mi primero impulso es chillar del sobre salto, desenvainar una espada, y cortar en dos lo que se me ha venido encima... Cuando noto las gotas de sangre salpicar mi rostro, parpadeo. Tan solo se trata del cadaver de un nativo que debio de colgarse hace relativamente poco. Suspiro con alivio, me maldigo a mí misma por haber estado desprevenida, y retomo la bajada, hasta dejarme caer mediante un salto a unos pocos palmos del suelo, junto a la mitad inferior del cadáver ahorcado. Con un resoplido, cambio de dirección y empiezo a caminar, sosteniendo mi espada en mi mano solo por si acaso. Es de noche y no quiero mas sorpresas.
Al cabo de un rato empiezo a sentir algo extraño, una presencia a mi espalda. Por un momento me pienso que se trata del rubiales, pero al volverme, descubro que no hay nadie allí. Frunzo el ceño, entrecierro los ojos, y vuelvo a darme la vuelta... Para encontrarme de golpe un rostro aterrador, siniestro y demacrado. Ahogo una exclamación de sorpresa, doy un salto hacia atrás y enarbolo la espada, preparándome para un posible combate. Sin embargo, Impmon se deja caer al suelo, y se interpone para ocuparse él.
- Yo me ocupo del Bakemon.
Le miro sin comprender unos instantes, hasta que reconozco la silueta fantasmagórica del digimon. Ráthalos sonríe, y en cada uno de sus dedos, crea una bolita de hielo que después lanza, recurrentemente, contra el Bakemon. Este, cogido por sorpresa al ver a otro monstruo digital, no tiene tiempo para apartarse, por lo que la escarcha de las bolitas lo golpea y comienza a desintegrar sus datos. Impmon sonríe, orgulloso, pero un lamento horrible detrás de nosotros nos alerta de que ese no es el únuco fantasma a los que tendremos que enfrentarnos. Doy una mirada hacia atrás, lo suficiente para ver a casi una docena de ellos volar hacia nosotros, y comprender que, en nuestro estado, no podremos cambatirlos.
Con un gruñido, tamer y digimon retomamos la carrera, esta vez huyendo del nuevo peligro. Los Bakemons son insistentes, pero algo más lentos que nosotros. No obstante, no voy a ser tan idiota como para confiarme. Si nos han encontrado una vez, volverán a hacerlo.
Finalmente, consigo ver algo de luz a lo lejos, y con una sonrisa, aprieto el paso para antes llegar. Acabamos saliendo a un claro, coronado en el centro por una especie de cripta... Sí, está tal y como recordaba, con sus dos farolas colgando de unos ganchos en la roca iluminando las proximidades.
- Eliges unos sitios muy raros para esconder tus cosas-comenta mi agudo compañero.
- Sitios en donde me aseguro que los humanos no meterán sus manazas-le corrijo, acercandome y tomando una de las farolas para iluminar mi camino.
Bajo las escaleras de rápidos pasos, con Ráthalos detrás. El digimon tiene una bola de fuego alumbrando también el pasadizo. Al llegar a la zona del sótano, nos encontramos en una sala particularmente grande, con hileras de columnas y tumbas selladas frenta a cada una de ellas, y al fondo, unos escalones ante otro sepulcro. El lugar está casi a oscuras, gracias a las luces que proyectan mi farolillo y la llama de Ráthalos.
- Sí... Un sitio muuy apropiado para esa daga.
Encajo su comentario con un soplido y camino lentamente, pero no hacia delante, sino a una de las sepulturas de la derecha.
- Estaba casi seguro de que la habrías escondido en la del final-me comenta el diablillo.
- No soy idiota. Queda mucho más discreto esconderla en una tumba común, una que no llame la atención-envaino la espada, dejo el farolillo en el suelo, y poso las manos para retirar la losa que descubrirá el lecho de un pobre cadáver. Con un leve brote de fuerzas, empujo la piedra hacia un lado, hasta tirarlo a un lado con un esordecedor sonido. El polvo se eleva, provocándome una tos, pero una vez se ha disipado, me aparto el brazo de la cara y me asomo al interior.
Como esperaba, el cuerpo ya es un completo esqueleto, siete años dan para eso y mucho más. El cadáver casi en perfecto estado que vi la última vez que pise ese lugar, ahora no es más que un amasijo de huesos com ropa raída y costrosa. Sin embargo, no es eso lo que llama mi atención. Con los ojos brillantes de emoción, introduzco la mano y extraigo la daga de metal que el muerto ocultaba bajo sus manos. Retiro las telarañas con cierto asco, y me agacho para recoger la lámpara portátil e iluminar, con su titilante luz, la hoja del arma blanca.
- Hermosa, tal y como recordaba-murmuro, sonriendo de oreja a oreja, pasando un dedo por la parte plana de la hoja. Después, paso la zona filosa por la ropa vieja del cadáver y no puedo evitar ahogar un escalofrío de placer al sentir de nuevo mis dedos en torno al metálico mango-. Y sigue afilada... Excelente.
- ¿Ves algo?-pregunta Ráthalos a mi espalda.
Aún tardo unos segundos en contestar. Con los ojos entrecerrados, miro a mi alrededor, acerca de alguna señal que me de una pista de la zona en la que nos encontramos. Cuando al fin veo una oarte iluminada, señalo hacia allí, y me dispongo a bajar de nuevo hasta el suelo...
Sin embargo, cuando apenas he descendido unos cuantos metros, de repente, algo sale desde un matorral de hojas de una rama cercana. Mi primero impulso es chillar del sobre salto, desenvainar una espada, y cortar en dos lo que se me ha venido encima... Cuando noto las gotas de sangre salpicar mi rostro, parpadeo. Tan solo se trata del cadaver de un nativo que debio de colgarse hace relativamente poco. Suspiro con alivio, me maldigo a mí misma por haber estado desprevenida, y retomo la bajada, hasta dejarme caer mediante un salto a unos pocos palmos del suelo, junto a la mitad inferior del cadáver ahorcado. Con un resoplido, cambio de dirección y empiezo a caminar, sosteniendo mi espada en mi mano solo por si acaso. Es de noche y no quiero mas sorpresas.
Al cabo de un rato empiezo a sentir algo extraño, una presencia a mi espalda. Por un momento me pienso que se trata del rubiales, pero al volverme, descubro que no hay nadie allí. Frunzo el ceño, entrecierro los ojos, y vuelvo a darme la vuelta... Para encontrarme de golpe un rostro aterrador, siniestro y demacrado. Ahogo una exclamación de sorpresa, doy un salto hacia atrás y enarbolo la espada, preparándome para un posible combate. Sin embargo, Impmon se deja caer al suelo, y se interpone para ocuparse él.
- Yo me ocupo del Bakemon.
Le miro sin comprender unos instantes, hasta que reconozco la silueta fantasmagórica del digimon. Ráthalos sonríe, y en cada uno de sus dedos, crea una bolita de hielo que después lanza, recurrentemente, contra el Bakemon. Este, cogido por sorpresa al ver a otro monstruo digital, no tiene tiempo para apartarse, por lo que la escarcha de las bolitas lo golpea y comienza a desintegrar sus datos. Impmon sonríe, orgulloso, pero un lamento horrible detrás de nosotros nos alerta de que ese no es el únuco fantasma a los que tendremos que enfrentarnos. Doy una mirada hacia atrás, lo suficiente para ver a casi una docena de ellos volar hacia nosotros, y comprender que, en nuestro estado, no podremos cambatirlos.
Con un gruñido, tamer y digimon retomamos la carrera, esta vez huyendo del nuevo peligro. Los Bakemons son insistentes, pero algo más lentos que nosotros. No obstante, no voy a ser tan idiota como para confiarme. Si nos han encontrado una vez, volverán a hacerlo.
Finalmente, consigo ver algo de luz a lo lejos, y con una sonrisa, aprieto el paso para antes llegar. Acabamos saliendo a un claro, coronado en el centro por una especie de cripta... Sí, está tal y como recordaba, con sus dos farolas colgando de unos ganchos en la roca iluminando las proximidades.
- Eliges unos sitios muy raros para esconder tus cosas-comenta mi agudo compañero.
- Sitios en donde me aseguro que los humanos no meterán sus manazas-le corrijo, acercandome y tomando una de las farolas para iluminar mi camino.
Bajo las escaleras de rápidos pasos, con Ráthalos detrás. El digimon tiene una bola de fuego alumbrando también el pasadizo. Al llegar a la zona del sótano, nos encontramos en una sala particularmente grande, con hileras de columnas y tumbas selladas frenta a cada una de ellas, y al fondo, unos escalones ante otro sepulcro. El lugar está casi a oscuras, gracias a las luces que proyectan mi farolillo y la llama de Ráthalos.
- Sí... Un sitio muuy apropiado para esa daga.
Encajo su comentario con un soplido y camino lentamente, pero no hacia delante, sino a una de las sepulturas de la derecha.
- Estaba casi seguro de que la habrías escondido en la del final-me comenta el diablillo.
- No soy idiota. Queda mucho más discreto esconderla en una tumba común, una que no llame la atención-envaino la espada, dejo el farolillo en el suelo, y poso las manos para retirar la losa que descubrirá el lecho de un pobre cadáver. Con un leve brote de fuerzas, empujo la piedra hacia un lado, hasta tirarlo a un lado con un esordecedor sonido. El polvo se eleva, provocándome una tos, pero una vez se ha disipado, me aparto el brazo de la cara y me asomo al interior.
Como esperaba, el cuerpo ya es un completo esqueleto, siete años dan para eso y mucho más. El cadáver casi en perfecto estado que vi la última vez que pise ese lugar, ahora no es más que un amasijo de huesos com ropa raída y costrosa. Sin embargo, no es eso lo que llama mi atención. Con los ojos brillantes de emoción, introduzco la mano y extraigo la daga de metal que el muerto ocultaba bajo sus manos. Retiro las telarañas con cierto asco, y me agacho para recoger la lámpara portátil e iluminar, con su titilante luz, la hoja del arma blanca.
- Spoiler:
- Hermosa, tal y como recordaba-murmuro, sonriendo de oreja a oreja, pasando un dedo por la parte plana de la hoja. Después, paso la zona filosa por la ropa vieja del cadáver y no puedo evitar ahogar un escalofrío de placer al sentir de nuevo mis dedos en torno al metálico mango-. Y sigue afilada... Excelente.
Re: Cómo conocí a tu madre
Funbeemon es el único que puede guiarme en el interior del bosque, sus antenas lo pueden quitar a través de los árboles además de poder detectar la presencia de la chica, mi digivoce es la única fuente de luz con la que dispongo. El sonido de los lamentos incesantes me dejan los pelos en punta, veo muertos en cada árbol, debo esquivar los múltiples objetos desperdigados por el suelo para no pisar algo que me de tétanos o peor. La temperatura baja abruptamente, se siente igual que el día anterior cuando salí del agua helada. La bruma se hace más densa y ahora parece que veo movimiento en cada esquina.
Yo solo me dedico a seguir a mi Digimon e ilumino el piso para no tropezar o pisar algo. La persecución parece extenderse por horas y horas pero solo han pasado unos minutos. Funbeemon también empieza a notar una anomalía, no están solos, de hecho el bosque está plagado de fantasmas o Bakemon para ser exactos. -Digimon malos- Dice Funbeemon quien frena repentinamente ya que hay un Bakemon cortándole el paso, pero el Digimon abeja dispara sus aguijones con forma de cuchillo de casería, los que derriban al Digimon y permite que el par continúe con su marcha.
Luego de unos minutos ambos entran a un claro ente los árboles y en el centro de este claro hay lo que aparentemente es una cripta, algo muy raro ya que en Japón se suele cremar a la gente para enterrar la urna, para optimizar el espacio, el país es pequeño y tiene una población numerosa, no hay espacio para criptas o mausoleos, es por eso que la visión parece fuera de lugar. Otra cosa que el par nota es que la cripta está repleta de Bakemon, son incontables los Digimon fantasma que la rodean como si esperaran algo.
Funbeemon se lanza valientemente a combatir a los Bakemon, por su parte yo intento unirme a la pelea, recojo un cuchillo oxidado del suelo e intento ahuyentar a los Digimon fantasma, no necesito ser un detective para saber que la chica estaba en la cripta y que los fantasmas la estaban esperando.
Luego de un tiempo y de ataques infructíferos, veo como la chica sale despreocupadamente de la cripta sosteniendo algo en sus manos. Veo con horror como los Bakemon se agrupan a sus espaldas y se preparan para atacar. -¡Cuidado!- Grito a la vez que corro en dirección a la chica para interponerme entre ella y los Digimon. Los Bakemon extienden unas largas garras azules por debajo de la manta que tienen por cuerpo, las incontables garras golpean y rasguñan el cuerpo de Kenshi, el fuerte impacto provoca incluso un pequeño cráter en el suelo y Kenshi sale disparado unos metros para caer al suelo gravemente herido y semiconsciente, Kenho no puede moverse, apenas puede escuchar y tiene la visión borrosa, pero la luz de la luna permite que el vea las siluetas de los Bakemon y de la pelirroja a la que fallo en proteger.
Yo solo me dedico a seguir a mi Digimon e ilumino el piso para no tropezar o pisar algo. La persecución parece extenderse por horas y horas pero solo han pasado unos minutos. Funbeemon también empieza a notar una anomalía, no están solos, de hecho el bosque está plagado de fantasmas o Bakemon para ser exactos. -Digimon malos- Dice Funbeemon quien frena repentinamente ya que hay un Bakemon cortándole el paso, pero el Digimon abeja dispara sus aguijones con forma de cuchillo de casería, los que derriban al Digimon y permite que el par continúe con su marcha.
Luego de unos minutos ambos entran a un claro ente los árboles y en el centro de este claro hay lo que aparentemente es una cripta, algo muy raro ya que en Japón se suele cremar a la gente para enterrar la urna, para optimizar el espacio, el país es pequeño y tiene una población numerosa, no hay espacio para criptas o mausoleos, es por eso que la visión parece fuera de lugar. Otra cosa que el par nota es que la cripta está repleta de Bakemon, son incontables los Digimon fantasma que la rodean como si esperaran algo.
Funbeemon se lanza valientemente a combatir a los Bakemon, por su parte yo intento unirme a la pelea, recojo un cuchillo oxidado del suelo e intento ahuyentar a los Digimon fantasma, no necesito ser un detective para saber que la chica estaba en la cripta y que los fantasmas la estaban esperando.
Luego de un tiempo y de ataques infructíferos, veo como la chica sale despreocupadamente de la cripta sosteniendo algo en sus manos. Veo con horror como los Bakemon se agrupan a sus espaldas y se preparan para atacar. -¡Cuidado!- Grito a la vez que corro en dirección a la chica para interponerme entre ella y los Digimon. Los Bakemon extienden unas largas garras azules por debajo de la manta que tienen por cuerpo, las incontables garras golpean y rasguñan el cuerpo de Kenshi, el fuerte impacto provoca incluso un pequeño cráter en el suelo y Kenshi sale disparado unos metros para caer al suelo gravemente herido y semiconsciente, Kenho no puede moverse, apenas puede escuchar y tiene la visión borrosa, pero la luz de la luna permite que el vea las siluetas de los Bakemon y de la pelirroja a la que fallo en proteger.
Kenshi Haibu
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29
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- Funciones Básicas
- Almacenamiento
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-Digivice Burst
-Espada Suchīrusutingu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Cierro los ojos de manera solemne y me llevo la zona plana de la daga a los labios, sintiendo, en el fondo de mi ser, el júbilo de Aeirmon quien, después de tantos siglos sin poder resurgir de sus cenizas por completo, ansía retornar al mundo de los vivos con su propio cuerpo físico. Inspiro hondo, y casi sin notarlo, una sonrisa de satisfacción se asoma por mis labios, sintiendo el poder del demonio digital como si fuera mío propio.
<< Al fin, Zayyn... Al fin podremos vengarnos... >>
- Al fin, vieja amiga...-susurro en la oscuridad, mientras un leve brillo dorado surca por mis iris.
Ráthalos alza una ceja y ladea la cabeza, pero suspira, a sabiendas que, desde que me conoce, he ido desarrollando una extraña personalidad tendida a la locura. Aún más, si cabe, desde lo de Rusia y lo de DATS. Levanto la cabeza, rozo con la yema del dedo el cuchillo, y camino hacia las escaleras para salir. Abandonamos la cripta con tranquilidad, despacio y sin temor por los anteriores digimons fantasma. Después de la euforia de haber recuperado el puñal, ni siquiera pienso en el peligro que pueden suponer unos pocos monstruitos ataviados com sábanas viejas. Y eso, una vez más, por tercera vez en ese día, hace que mi guardia baja se vea súbitamente sorprendida al escuchar un grito.
- ¡Cuidado!
Doy un salto del susto, pero apenas puedo reaccionar, antes de que, llevado por un impulso suicida, el rubiales aparezca de la nada y se interponga entre mí y el ataque de uno de los Bakemons, siendo herido al instante. Su cuerpo, dañado y lanzado contra un árbol, yace en el suelo, ante mi atónita mirada. Me cuesta unos segundos entender lo que está pasando, pero cuando lo hago, siento algo estallar en mi interior.
- ¡Z!-chilla entonces Impmon, al verse completamente rodeado por cuatro de los fantasmas.
Sin embargo, cuando el diablillo decide pedirle ayuda, Zayyn ya no está ahí.
La lamparilla cae al suelo, iluminando a su alrededor las hebras verdes del pasto mugriento, mientras hago girar la Daga Ceremonial entre mis dedos. Con un susurrante deslizamiento, paso la zona afilada por la palma de mi mano, dibujando una línea rojiza en el medio de la que comienza a emanar un riachuelo de sangre. Mis ojos permanecen cerrados todo el tiempo, mientras un oscuro resplandor rodea cada zona de mi cuerpo. De un segundo para otro, siento aumentar mis músculos, noto crecer partes de mi cuerpo que creía olvidadas, y sobre todo... Mi poder. Lo percibo inmenso, increíble, atemorizante... Mortal.
Ladeo la cabeza, dejando escapar un gruñido más propio de una bestia que de una persona, una vez la evolución se completa. Mis párpados se mantienen bajados, mi sentido del oído y del olfato es suficiente para notar las presencias de todos los allí reunidos como si realmente los estuviera viendo con los ojos. Me inclino hacia delante, alargando el sonido gutural que de mi garganta se escapa, y de un salto me posiciono al lado de de Ráthalos, y con un baile de pies, trazo un giro de peonza peonza, llevando la larga cola que de mi espina dorsal se extiende. Así, en lo que canta un gallo, los fantasmas se desintegran en datos que vuelan hasta mí.
- ¡Uuuuhh ~!-los fantasmas restantes retroceden un poco, atemorizados, intimidados por el poder que rebosa de mi piel. Les gruño enseñando los colmillos, señal que necesitan para escapar allí como alma que lleva el diablo, nunca mejor dicho. Los veo marcharse con una mueca de desprecio, pero una vez el claro libre de seres indeseados, pongo los ojos en blanco y me doy media vuelta para marcharme de allí. Ya tengo lo que vine a buscar, poseo todas mis cosas y solo necesitaré hacer una pequeña visita a la choza del japonés.
Me detengo a mitad de camino y le echo una mirada indiferente a su cuerpo. Sigue en el suelo, pero ese humano parece ser lo suficientemente fuerte mentalmente como para resistir unos instantes más con la consciencia despierta. Resoplo, y en mente, sopeso dejarlo abandonado allí... Total, ya no me interesa y no me es de utilidad. Una vez regrese a su casa y recoja todas mis cosas, podré buscar un refugio secreto y comenzar a desarrollar mi olan de venganza. No obstante, a pesar de estar pensando en abandonarlo allí mismo, algo en mi interior me impide moverme... Su casa ha quedado casi totalmente destrozada por mi culpa, y aun así, aun después de haber percibido el peligro que corre a mi lado, ha seguido ayudándome...
Vuelvo a gruñir, resigada e irritada, y camino firme hasta detenerme ante él. Lo miro desde arriba con cierto desdén, y él clava sus ojos azules en mi figura. Su rostro se crispa levemente hasta adoptar una mueca de horror... Por supuesto, a sus ojos, ahora mismo, no soy más que un demonio negro de ojos dorados, siniestro y aterrador. Algo a lo que un japonés tradicional tendría como a una criatura infernal, un monstruo... Soplo por la nariz, y cuando, tras unos segundos, el rubiales acaba desmayándose por completo, me agacho a su lado y lo tomo en brazos para devolverlo a su hogar. Me doy media vuelta, y sin mirarlo, le lanzo una orden indiscutible a mi compañero digital.
- Lleva a su abeja-el digimon insecto había caído previamente por algunos golpes de los fantasmales enemigos, y reposaba sobre la hierba con el cuerpo malherido. Ráthalos asiente, obediente. De un saltito, el diablillo se sujeta a mi espalda, entre ambas alas, y de un salto, emprendo el vuelo de regreso a la cabaña.
<< Al fin, Zayyn... Al fin podremos vengarnos... >>
- Al fin, vieja amiga...-susurro en la oscuridad, mientras un leve brillo dorado surca por mis iris.
Ráthalos alza una ceja y ladea la cabeza, pero suspira, a sabiendas que, desde que me conoce, he ido desarrollando una extraña personalidad tendida a la locura. Aún más, si cabe, desde lo de Rusia y lo de DATS. Levanto la cabeza, rozo con la yema del dedo el cuchillo, y camino hacia las escaleras para salir. Abandonamos la cripta con tranquilidad, despacio y sin temor por los anteriores digimons fantasma. Después de la euforia de haber recuperado el puñal, ni siquiera pienso en el peligro que pueden suponer unos pocos monstruitos ataviados com sábanas viejas. Y eso, una vez más, por tercera vez en ese día, hace que mi guardia baja se vea súbitamente sorprendida al escuchar un grito.
- ¡Cuidado!
Doy un salto del susto, pero apenas puedo reaccionar, antes de que, llevado por un impulso suicida, el rubiales aparezca de la nada y se interponga entre mí y el ataque de uno de los Bakemons, siendo herido al instante. Su cuerpo, dañado y lanzado contra un árbol, yace en el suelo, ante mi atónita mirada. Me cuesta unos segundos entender lo que está pasando, pero cuando lo hago, siento algo estallar en mi interior.
- ¡Z!-chilla entonces Impmon, al verse completamente rodeado por cuatro de los fantasmas.
Sin embargo, cuando el diablillo decide pedirle ayuda, Zayyn ya no está ahí.
La lamparilla cae al suelo, iluminando a su alrededor las hebras verdes del pasto mugriento, mientras hago girar la Daga Ceremonial entre mis dedos. Con un susurrante deslizamiento, paso la zona afilada por la palma de mi mano, dibujando una línea rojiza en el medio de la que comienza a emanar un riachuelo de sangre. Mis ojos permanecen cerrados todo el tiempo, mientras un oscuro resplandor rodea cada zona de mi cuerpo. De un segundo para otro, siento aumentar mis músculos, noto crecer partes de mi cuerpo que creía olvidadas, y sobre todo... Mi poder. Lo percibo inmenso, increíble, atemorizante... Mortal.
Ladeo la cabeza, dejando escapar un gruñido más propio de una bestia que de una persona, una vez la evolución se completa. Mis párpados se mantienen bajados, mi sentido del oído y del olfato es suficiente para notar las presencias de todos los allí reunidos como si realmente los estuviera viendo con los ojos. Me inclino hacia delante, alargando el sonido gutural que de mi garganta se escapa, y de un salto me posiciono al lado de de Ráthalos, y con un baile de pies, trazo un giro de peonza peonza, llevando la larga cola que de mi espina dorsal se extiende. Así, en lo que canta un gallo, los fantasmas se desintegran en datos que vuelan hasta mí.
- ¡Uuuuhh ~!-los fantasmas restantes retroceden un poco, atemorizados, intimidados por el poder que rebosa de mi piel. Les gruño enseñando los colmillos, señal que necesitan para escapar allí como alma que lleva el diablo, nunca mejor dicho. Los veo marcharse con una mueca de desprecio, pero una vez el claro libre de seres indeseados, pongo los ojos en blanco y me doy media vuelta para marcharme de allí. Ya tengo lo que vine a buscar, poseo todas mis cosas y solo necesitaré hacer una pequeña visita a la choza del japonés.
Me detengo a mitad de camino y le echo una mirada indiferente a su cuerpo. Sigue en el suelo, pero ese humano parece ser lo suficientemente fuerte mentalmente como para resistir unos instantes más con la consciencia despierta. Resoplo, y en mente, sopeso dejarlo abandonado allí... Total, ya no me interesa y no me es de utilidad. Una vez regrese a su casa y recoja todas mis cosas, podré buscar un refugio secreto y comenzar a desarrollar mi olan de venganza. No obstante, a pesar de estar pensando en abandonarlo allí mismo, algo en mi interior me impide moverme... Su casa ha quedado casi totalmente destrozada por mi culpa, y aun así, aun después de haber percibido el peligro que corre a mi lado, ha seguido ayudándome...
Vuelvo a gruñir, resigada e irritada, y camino firme hasta detenerme ante él. Lo miro desde arriba con cierto desdén, y él clava sus ojos azules en mi figura. Su rostro se crispa levemente hasta adoptar una mueca de horror... Por supuesto, a sus ojos, ahora mismo, no soy más que un demonio negro de ojos dorados, siniestro y aterrador. Algo a lo que un japonés tradicional tendría como a una criatura infernal, un monstruo... Soplo por la nariz, y cuando, tras unos segundos, el rubiales acaba desmayándose por completo, me agacho a su lado y lo tomo en brazos para devolverlo a su hogar. Me doy media vuelta, y sin mirarlo, le lanzo una orden indiscutible a mi compañero digital.
- Lleva a su abeja-el digimon insecto había caído previamente por algunos golpes de los fantasmales enemigos, y reposaba sobre la hierba con el cuerpo malherido. Ráthalos asiente, obediente. De un saltito, el diablillo se sujeta a mi espalda, entre ambas alas, y de un salto, emprendo el vuelo de regreso a la cabaña.
- Aeirmon:
Re: Cómo conocí a tu madre
Lo único que puedo hacer es abrir y cerrar los ojos y ver borrosamente como los fantasmas se acercan a la chica, pero de pronto algo pasa, comienzo a ver una figura demoniaca que elimina a todos los Digimon, veo los penetrantes ojos amarillos de la criatura sus alas, cola, garras y cuernos. La criatura elimina rápidamente a los fantasmas y antes de que me dé cuenta la estoy vendo plantada frente a mí, no tengo respuestas para justificar lo que veo, debe ser un espíritu maligno que habita el bosque o quizás sea la misma muerte a reclamar mi alma como miles antes que a mí en los mismos suelos de esta tierra maldita, el terror se aferra tanto en mi ser que termino desvaneciéndome.
Despierto en un mundo gris, donde no existe el arriba ni el abajo, el tiempo no existe y donde puedo ver las almas de los muertos vagar sin destino alguno. Sin dudas estoy muerto y puedo confirmar mis pensamientos cuando veo ante mí un guerrero samurái que porta el estandarte de la familia Haibu y que puede reconocer por dibujos como mi tatara tatarabuelo Shinzo Haibu, el fundador del clan Haibi a quien le pertenece la sagrada espada familiar de la que soy portador ahora.
El samurái habla directamente en mi mente, pero solo me repite una y otra vez que debo usar el poder oculto de la espada y lo repite hasta que despierto de ese loco sueño.
Cuando despierto me encuentro en mi habitación, acostado en mi fotón, tengo el cuerpo herido y adolorido a pesar de tener evidencia de haber recibido atención medica básica, pero lo más extraño es que estoy completamente desnudo bajo las sabanas. -Haaaa... mi cabeza... ¿cómo llegue aquí?- Digo apenas despierto, quejándome del dolor y esperando alguna respuesta.
Despierto en un mundo gris, donde no existe el arriba ni el abajo, el tiempo no existe y donde puedo ver las almas de los muertos vagar sin destino alguno. Sin dudas estoy muerto y puedo confirmar mis pensamientos cuando veo ante mí un guerrero samurái que porta el estandarte de la familia Haibu y que puede reconocer por dibujos como mi tatara tatarabuelo Shinzo Haibu, el fundador del clan Haibi a quien le pertenece la sagrada espada familiar de la que soy portador ahora.
El samurái habla directamente en mi mente, pero solo me repite una y otra vez que debo usar el poder oculto de la espada y lo repite hasta que despierto de ese loco sueño.
Cuando despierto me encuentro en mi habitación, acostado en mi fotón, tengo el cuerpo herido y adolorido a pesar de tener evidencia de haber recibido atención medica básica, pero lo más extraño es que estoy completamente desnudo bajo las sabanas. -Haaaa... mi cabeza... ¿cómo llegue aquí?- Digo apenas despierto, quejándome del dolor y esperando alguna respuesta.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Llegamos a la casa en apenas una hora. El bosque es muy grande, y debía poner mucho cuidado en que nadie me viese, aunque siendo un digimon negro, en la noche me es sencillo camuflarme. Al arribar, aterrizo frente a la puerta, recupero mi aspecto humano y entro en la vivienda, ignorando los destrozos que las anteriores peleas con DATS dejaron. Llevo el cuerpo del rubiales a su dormitorio, lo deposito sobre el futón y allí comienzo a desvestirlo para curar todas sus heridas, al menos las que peor pinta tienen. Cuando queda completamente desnudo, me muerdo el labio inferior y hago un soberano esfuerzo para no forzarlo sin su consentimiento. Con un gruñido, me levanto del suelo y camino hacia el baño, preguntándome con insistencia por qué demonios lo ayudo. Podría dejarlo allí, ya está en su casa, y cuando su digimon despierte, podrá sanarlo él mismo. Sin embargo, algo me impide abandonarlo a su suerte...
- ¿Qué hago con el compañero?-pregunta Ráthalos a mi espalda.
- Déjalo en el comedor. Después iré a curarlo.
Aplico los auxilios sobre el trabajado cuerpo del japonés, tratando sus heridas todo lo eficazmente que puedo. Pasan los minutos hasta que acabo con la última herida y la vendo para evitar que así vuelva a sangrar. Al terminar, me levanto y me envuelvo la mano que me corte con anterioridad para poder evolucionar. Después, voy a la cocina e intento preparar algo que sea medianamente comestible. Ráthalos protesta, diciendo que debe ser él el que haga la comida, pero de una patada lo saco de la sala para que me deje trabajar. Busco en la nevera, pero desgraciadamente, no encuentro más que unos cuantos botes de fideos instantáneos y bandejas de rollitos de primavera. Podría intentar preparar algo más elaborado, pero me resultaría más tedioso y tardío... Con un encogimiento de hombros, tomo cinco botes y dos bandejas, y comienzo a prepararlos.
No es hasta aproximadamente una hora, cuando termino de "cocinarlo" todo. Dejo un plato de rollitos en el comedor para el chico y un bote de fideos para Impmon, y el resto me lo llevo a la habitación para comérmelo mientras espero a que despierte. Siendo sincera, al principio no pensaba preparar nada para él, pero lo más probable es que necesite recuperar fuerzas al despertar. Con un bostezo, me siento con las piernas cruzadas, apoyando la espalda en la pared, y doy festín a mis calentitos fideos.
Y así, pasan los minutos. Fideo tras fideo, bote tras bote. Cuando siento mi estómago sobradamente alimentado, apilo los recipientes uno sobre el otro y le doy un mordisco al rollito que, triste y solitario, espera su inevitable destino en el centro del plato. El sonido de la crujiente y churruscada cáscara resuena por la habitación, así como el sonido de placer que hago al notar el sabor de la verdura picada en mi paladar. Quizás sea eso lo que despierta al rubiales. Cuando le veo moverse, dejo a un lado el rollito y gateo hasta él.
- Haaaa... mi cabeza... ¿Cómo llegué aquí?
Me detengo a su lado y acerco el rostro al suyo para verlo más de cerca. Sin darme cuenta, acabo por perderme en el mar que son sus ojos, parpadeo y sonrío débilmente.
- ¿No recuerdas nada?-le pregunto en un tenue susurro.
Sin darle tiempo a terminar, poso mis labios sobre los de él, y casi con desesperación, comienzo a besarlo, a encajar su boca con la mía, a intentar mordérsela entera con mis incisivos y mis caninos. Sin darle tiempo a corresponder, introduzco mi lengua para enredarla con la ajena, para probar, una vez más, del néctar de su interior. Poso una mano en su pecho, y con ella, le obligo a tumbarse en el suelo. Separo brevemente mis labios, y amplío mi sonrisa.
Es hora de que reciba lo que me merezco.
Con un cansado jadeo, caigo sobre el blando colchón, mirando al techo con una burlona sonrisa decorada por un pronunciado sonrojado en mis mejillas. Suspiro con inmensa satisfacción y miro de reojo a mi acompañante, que parece igual o más risueño y dichoso que yo. Cierro los ojos unos breves instantes, pensando en lo que esta vez me ha hecho sentir. Si bien he llegado en decenas de ocasiones a ese estado, jamás lo he experimentado tanto como en esta nueva...
- ...-suspiro de nuevo, expresando, mediante un elocuente silencio, lo que pienso en esos momentos-. Le doy un 10...
- ¿Qué hago con el compañero?-pregunta Ráthalos a mi espalda.
- Déjalo en el comedor. Después iré a curarlo.
Aplico los auxilios sobre el trabajado cuerpo del japonés, tratando sus heridas todo lo eficazmente que puedo. Pasan los minutos hasta que acabo con la última herida y la vendo para evitar que así vuelva a sangrar. Al terminar, me levanto y me envuelvo la mano que me corte con anterioridad para poder evolucionar. Después, voy a la cocina e intento preparar algo que sea medianamente comestible. Ráthalos protesta, diciendo que debe ser él el que haga la comida, pero de una patada lo saco de la sala para que me deje trabajar. Busco en la nevera, pero desgraciadamente, no encuentro más que unos cuantos botes de fideos instantáneos y bandejas de rollitos de primavera. Podría intentar preparar algo más elaborado, pero me resultaría más tedioso y tardío... Con un encogimiento de hombros, tomo cinco botes y dos bandejas, y comienzo a prepararlos.
No es hasta aproximadamente una hora, cuando termino de "cocinarlo" todo. Dejo un plato de rollitos en el comedor para el chico y un bote de fideos para Impmon, y el resto me lo llevo a la habitación para comérmelo mientras espero a que despierte. Siendo sincera, al principio no pensaba preparar nada para él, pero lo más probable es que necesite recuperar fuerzas al despertar. Con un bostezo, me siento con las piernas cruzadas, apoyando la espalda en la pared, y doy festín a mis calentitos fideos.
Y así, pasan los minutos. Fideo tras fideo, bote tras bote. Cuando siento mi estómago sobradamente alimentado, apilo los recipientes uno sobre el otro y le doy un mordisco al rollito que, triste y solitario, espera su inevitable destino en el centro del plato. El sonido de la crujiente y churruscada cáscara resuena por la habitación, así como el sonido de placer que hago al notar el sabor de la verdura picada en mi paladar. Quizás sea eso lo que despierta al rubiales. Cuando le veo moverse, dejo a un lado el rollito y gateo hasta él.
- Haaaa... mi cabeza... ¿Cómo llegué aquí?
Me detengo a su lado y acerco el rostro al suyo para verlo más de cerca. Sin darme cuenta, acabo por perderme en el mar que son sus ojos, parpadeo y sonrío débilmente.
- ¿No recuerdas nada?-le pregunto en un tenue susurro.
Sin darle tiempo a terminar, poso mis labios sobre los de él, y casi con desesperación, comienzo a besarlo, a encajar su boca con la mía, a intentar mordérsela entera con mis incisivos y mis caninos. Sin darle tiempo a corresponder, introduzco mi lengua para enredarla con la ajena, para probar, una vez más, del néctar de su interior. Poso una mano en su pecho, y con ella, le obligo a tumbarse en el suelo. Separo brevemente mis labios, y amplío mi sonrisa.
Es hora de que reciba lo que me merezco.
* * * * * * *
Con un cansado jadeo, caigo sobre el blando colchón, mirando al techo con una burlona sonrisa decorada por un pronunciado sonrojado en mis mejillas. Suspiro con inmensa satisfacción y miro de reojo a mi acompañante, que parece igual o más risueño y dichoso que yo. Cierro los ojos unos breves instantes, pensando en lo que esta vez me ha hecho sentir. Si bien he llegado en decenas de ocasiones a ese estado, jamás lo he experimentado tanto como en esta nueva...
- ...-suspiro de nuevo, expresando, mediante un elocuente silencio, lo que pienso en esos momentos-. Le doy un 10...
Re: Cómo conocí a tu madre
Apenas me despierto y de darme cuenta del estado en el que estoy, estoy confundido y adolorido. De pronto la pelirroja parece materializarse frente a mí, ni siquiera la veo venir y además de eso ella parece no tener conciencia del espacio personal al acercarse tanto a mí que hasta puedo oler los rollitos primavera que ella acaba de comer.
Veo a la pelirroja a los ojos, no puedo evitar sentirme algo incómodo e intimidado, la chica siempre actúa de manera distante a menos que necesite persuadirme, pero esta vez se ve diferente, las acciones de la chica y su mirada son muy diferentes a cualquier coda que he visto en ella. Ella me pregunta si es que recordaba algo, por lo que yo hago un esfuerzo en intentar recordar algo después de tener ese extraño sueño, pero lo único que se me viene a la cabeza son los brillantes ojos amarillos de esa criatura. Me disponía a comentarle eso a la chica pero entonces ella me silencia con un beso en los labios, la sorpresa de la acción es rápidamente reemplazada por una agradable sensación. Sus besos y el roce de nuestras lenguas hace que ericen los pelos y me produce un escalofrió de placer me recorre la columna... entonces...
Un muy buen rato después, ambos acabamos bajo las sabanas, jadeando del cansancio y con los rostros ruborizados como nunca, no tenía palabras solo podía ver al techo y jadeo. El silencio es roto cuando la chica hace una afirmación que me llama la atención. -¿Que?- Le pregunto mientras volteo mi cabeza para poder verla a los ojos y estiro una de mis manos para acariciarle una mejilla, la que luego para por su cuello para llegar a su cabello. -Eres un ángel... eso fue como estar en el cielo- Le digo tiernamente mientras acerco mi rostro a la de ella.
-¡Pero papi! omitiste una parte, quiero saber que paso- Dice la jovencita Freyja que ha estado escuchando atentamente el relato de su padre. -Eeeeeeemm... siii... no... te lo diré algún día pero hoy no... Quizás te lo diga tu madre si se lo preguntas ahora mismo pero no se lo preguntes... hablando de tu madre...- Digo antes voltearme para llamar a mi esposa. -¡Amor ya llegamos a la parte que querías narrar!-
Veo a la pelirroja a los ojos, no puedo evitar sentirme algo incómodo e intimidado, la chica siempre actúa de manera distante a menos que necesite persuadirme, pero esta vez se ve diferente, las acciones de la chica y su mirada son muy diferentes a cualquier coda que he visto en ella. Ella me pregunta si es que recordaba algo, por lo que yo hago un esfuerzo en intentar recordar algo después de tener ese extraño sueño, pero lo único que se me viene a la cabeza son los brillantes ojos amarillos de esa criatura. Me disponía a comentarle eso a la chica pero entonces ella me silencia con un beso en los labios, la sorpresa de la acción es rápidamente reemplazada por una agradable sensación. Sus besos y el roce de nuestras lenguas hace que ericen los pelos y me produce un escalofrió de placer me recorre la columna... entonces...
Censurado: recreación
Un muy buen rato después, ambos acabamos bajo las sabanas, jadeando del cansancio y con los rostros ruborizados como nunca, no tenía palabras solo podía ver al techo y jadeo. El silencio es roto cuando la chica hace una afirmación que me llama la atención. -¿Que?- Le pregunto mientras volteo mi cabeza para poder verla a los ojos y estiro una de mis manos para acariciarle una mejilla, la que luego para por su cuello para llegar a su cabello. -Eres un ángel... eso fue como estar en el cielo- Le digo tiernamente mientras acerco mi rostro a la de ella.
*Trece años en el futuro*
-¡Pero papi! omitiste una parte, quiero saber que paso- Dice la jovencita Freyja que ha estado escuchando atentamente el relato de su padre. -Eeeeeeemm... siii... no... te lo diré algún día pero hoy no... Quizás te lo diga tu madre si se lo preguntas ahora mismo pero no se lo preguntes... hablando de tu madre...- Digo antes voltearme para llamar a mi esposa. -¡Amor ya llegamos a la parte que querías narrar!-
Kenshi Haibu
Edad PJ :
21
Edad User :
29
Digienergia :
2843
Programas Terminal de Batalla :
- Funciones Básicas
- Almacenamiento
Objetos/Armas :
-Digivice Burst
-Espada Suchīrusutingu
-Espada Suchīrusutingu
Re: Cómo conocí a tu madre
- Luego te lo explico...-respondo en un ronroneo perezoso cuando el chico se extraña por mi último comentario.
Me estiro como un gatito en el colchón, dejando escapar un gruñidito agudo mientras lo hago. Vuelvo a apoyar la cabeza en la almohada y giro el rostro hacia el japonés, al tiempo que, con la lengua, tratobde sacarme un mechón de pelo de la boca. Él, mientras tanto, acerca una mano a mi rostro y comienza a acariciarlo, pasando sus dedos por mis mejillas, por mi cuello y finalmente por mi pelo alborotado. Entrecierro los ojos del gusto e inspiro hondo mientras me acerco a él y me hago un ovillo para robarle calor y volver a dormirme.
Sin embargo, algo de nuevo llama mi atención. El muchacho vuelve a abrir la boca, y cuando habla, siento un cosquilleo de placer recorrerme todo el cuerpo. No puedo evitar comenzar a reirme a carcajadas por lo irónico y poco acertado que me resulta su comentario. ¿Un ángel? ¿Yo? Sería más fácil para mí convertirme en reina antes que tratar de actuar como una de esas palomitas humanas. En mi interior, puedo notar el regocijo de Aeirmon... Una vez más, he conseguido llevar por el camino del pecado a un pobre inocente.
- Creo...-suspiro y carraspeo para intentar calmar los espasmos de mi pecho que la risa me provoca-. Creo que es hora de contarte una historia-me incorporo un poco, apoyando mi codo sobre la almohada para sujetarme la cabeza, y dibujando, con el índice de la otra mano, pequeños circulitos por torso del humano-. Escucha atentamente... Es importante que no pierdas ni un detalle...
« Érase una vez un hombre y una mujer. Dos científicos absortos en una importante investigación, un proyecto en el cual crearían una nueva forma de vida, una raza superior. Ambos estaban casados, y no tenían ningún hijo. Lo habían intentado miles de veces, pero nunca ningún feto consiguió superar las pruebas de hibridación. Los resultados fueron los peores durante muchos años... Hasta que un día, hubo un milagro.
Concibieron a una niña, pequeña e inocente, mejorada genéticamente con los extraños genes de criaturas de un mundo paralelo... Decidieron, dadas sus grandes aptitudes, entrenarla para convertirla en un arma humana, mucho más poderosa que cualquier otra. La pequela creció entre maestros de artes marciales, entre asesinos, y entre tubos de ensayo. Eso fue lo único que pudo ver con años.
Cuando cumplió los trece, sus padres decidieron que, para no levantar sospechas, lo mejor sería tratarla como a cualquier chico de su edad. La hija fie al instituto, pero esa parte no es importante... No ahora.
A los quince años, la chica fue enviada a Rusia a completar una misión. Sus padres trabajaban para una gran organización que, aunque trabajaba a nivel mundial, pocos eran conocedores de su existencia. La muchacha llegó a su destino, pero cuando fue a cumplir con las órdenes que se le habían dado, fue emboscada y apresada... La mafia rusa estaba confabulada con el laboratorio al que la joven había intentado robar. La torturaron casi hasta la muerte, para volverla a curar y volver a hacer de su vida un infierno... Ella deseo morirse, deseo que acabaran con su sufrimiento... Pero jamás lo hicieron. La llevaron a una sala grande, y la encerraron en una cápsula para inocularle más de los peligrosos ADNs con los que ella nació... Y la dejaron allí por meses, esperando que, cuando despertara, se hubiera convertido en una auténtica máquina de matar.
Cuando la joven despertó, siete lunas llenas más tarde, no hubo forma humana de controlar su sed de sangre. La chica, convertida en un auténtico demonio, no solo en mente sino también en físico, asesinó a sus captores de las formas más brutales conocidas y por conocer, llenando el suelo de un mar de sangre. Escapó de allí, y regresó a casa, para enfrentarse a sus padres... Tras escapar de la cápsula, descubrió que su misión a Rusia no había sido pura casualidad. Había sido traicionada por aquellos que la crearon, y clamaba venganza.
Al llegar a casa, se topó con su madre, a la que, tras una violenta discusión, asesinó sin la menor compasión. Su padre llegó después, y por sorpresa, consiguió noquearla. Cuando se despertó de nuevo, la joven se encontró encerrada en una especie de búnker, a metros bajo las instalaciones de la organización para la que habían trabajado sus padres... DATS la quería viva, tanto por su poder, como por su valor científico... Después de tanto experimento en Rusia, la muchacha había acabado mentalmente destrozada, alcanzando un alto nivel de locura... Cada día que pasaba prisionera en su celda, era un paso más en su desequilibrio. No pudo soportar el peso de tantos genes mezclados en un mismo cuerpo, y acabó por rechazarlos y expulsarlos a todos... Excepto a uno.
Enmudezo unos instantes, deteniendo mi dedo en su pecho y posando toda la mano en él. Perdida en mis memorias, clavo la mirada en el obligo hundido del muchacho, antes de dar un nuevo suspiro y retomar el relato.
- Tras siete horribles años encerrada y atada, la chica logró escapar de su prisión. Rescató a su compañero digital, y viajó a un país de Asia, a una gran isla en mitad del Océano Pacífico-levanto la mirada para clavarla en los ojos azules del rubiales. Sonrío de forma siniestra-. ¿Un ángel? No, cariño. Soy un demonio... y te has acostado conmigo-me inclino sobre él, hasta quedar tumbada encima suyo, y acerco mis labios a los suyos para añadir, mediante un sugerente susurro-. Ahora tu alma me pertenece.
Sonrío, triunfante, y deposito un beso sobre los bordes de su boca, introduciendo, una vez más, mi lengua en su interior para catar el dulce de su esencia. Alargo el beso durante casi medio minuto, sin dejarle, en ningún momento, tomar las riendas. Este es mi juego, yo impongo las reglas, y yo mando en él.
Escucho a Kenshi y a Freyja desde la cocina, mientras, con las manoplas puestas, observo el estado del interior del horno. Frunzo el ceño, abro la puertecita y justo cuando voy a echar un ojo, oigo a Kenshi llamarme desde el salón. Es hora de que cuente mi parte de la hidtoria.
- Freyja, cariño...-digo desde el umbral de la cocina, con los brazos cruzados sobre el pecho cubierto por el delantal de Ráthalos-. Esto es algo que te tocará hacer en el futuro, así que presta mucha atención-levanto un dedo, ya desprovisto del guante para cocinar y me dispongo a comenzar mi relato con una amplia y pícara sonrisa cuando...
- ¿No huele a quemado?-pregunta Freyja olfateando el aire.
Despego los labios para decir algo, pero entonces, yo también lo percibo. Con una exclamación de sorpresa, me interno de nuevo en la cocina, al grito de:
- Shitshitshitshit! Fuckfuckfuckfuckfuuuuck!-abro el horno para sacar la bandeja de pavo carbonizado, pero el metal incandescente me hace dar un salto que provoca que me de de cabeza con un armario-. ¡Estúpido Ráthalos y estúpido su viaje de novios! ¡¿Por qué coño siempre me toca cocinar a mí?! ¡¡ME CAGO EN SUS PUTOS MUERTOS!!
Me estiro como un gatito en el colchón, dejando escapar un gruñidito agudo mientras lo hago. Vuelvo a apoyar la cabeza en la almohada y giro el rostro hacia el japonés, al tiempo que, con la lengua, tratobde sacarme un mechón de pelo de la boca. Él, mientras tanto, acerca una mano a mi rostro y comienza a acariciarlo, pasando sus dedos por mis mejillas, por mi cuello y finalmente por mi pelo alborotado. Entrecierro los ojos del gusto e inspiro hondo mientras me acerco a él y me hago un ovillo para robarle calor y volver a dormirme.
Sin embargo, algo de nuevo llama mi atención. El muchacho vuelve a abrir la boca, y cuando habla, siento un cosquilleo de placer recorrerme todo el cuerpo. No puedo evitar comenzar a reirme a carcajadas por lo irónico y poco acertado que me resulta su comentario. ¿Un ángel? ¿Yo? Sería más fácil para mí convertirme en reina antes que tratar de actuar como una de esas palomitas humanas. En mi interior, puedo notar el regocijo de Aeirmon... Una vez más, he conseguido llevar por el camino del pecado a un pobre inocente.
- Creo...-suspiro y carraspeo para intentar calmar los espasmos de mi pecho que la risa me provoca-. Creo que es hora de contarte una historia-me incorporo un poco, apoyando mi codo sobre la almohada para sujetarme la cabeza, y dibujando, con el índice de la otra mano, pequeños circulitos por torso del humano-. Escucha atentamente... Es importante que no pierdas ni un detalle...
« Érase una vez un hombre y una mujer. Dos científicos absortos en una importante investigación, un proyecto en el cual crearían una nueva forma de vida, una raza superior. Ambos estaban casados, y no tenían ningún hijo. Lo habían intentado miles de veces, pero nunca ningún feto consiguió superar las pruebas de hibridación. Los resultados fueron los peores durante muchos años... Hasta que un día, hubo un milagro.
Concibieron a una niña, pequeña e inocente, mejorada genéticamente con los extraños genes de criaturas de un mundo paralelo... Decidieron, dadas sus grandes aptitudes, entrenarla para convertirla en un arma humana, mucho más poderosa que cualquier otra. La pequela creció entre maestros de artes marciales, entre asesinos, y entre tubos de ensayo. Eso fue lo único que pudo ver con años.
Cuando cumplió los trece, sus padres decidieron que, para no levantar sospechas, lo mejor sería tratarla como a cualquier chico de su edad. La hija fie al instituto, pero esa parte no es importante... No ahora.
A los quince años, la chica fue enviada a Rusia a completar una misión. Sus padres trabajaban para una gran organización que, aunque trabajaba a nivel mundial, pocos eran conocedores de su existencia. La muchacha llegó a su destino, pero cuando fue a cumplir con las órdenes que se le habían dado, fue emboscada y apresada... La mafia rusa estaba confabulada con el laboratorio al que la joven había intentado robar. La torturaron casi hasta la muerte, para volverla a curar y volver a hacer de su vida un infierno... Ella deseo morirse, deseo que acabaran con su sufrimiento... Pero jamás lo hicieron. La llevaron a una sala grande, y la encerraron en una cápsula para inocularle más de los peligrosos ADNs con los que ella nació... Y la dejaron allí por meses, esperando que, cuando despertara, se hubiera convertido en una auténtica máquina de matar.
Cuando la joven despertó, siete lunas llenas más tarde, no hubo forma humana de controlar su sed de sangre. La chica, convertida en un auténtico demonio, no solo en mente sino también en físico, asesinó a sus captores de las formas más brutales conocidas y por conocer, llenando el suelo de un mar de sangre. Escapó de allí, y regresó a casa, para enfrentarse a sus padres... Tras escapar de la cápsula, descubrió que su misión a Rusia no había sido pura casualidad. Había sido traicionada por aquellos que la crearon, y clamaba venganza.
Al llegar a casa, se topó con su madre, a la que, tras una violenta discusión, asesinó sin la menor compasión. Su padre llegó después, y por sorpresa, consiguió noquearla. Cuando se despertó de nuevo, la joven se encontró encerrada en una especie de búnker, a metros bajo las instalaciones de la organización para la que habían trabajado sus padres... DATS la quería viva, tanto por su poder, como por su valor científico... Después de tanto experimento en Rusia, la muchacha había acabado mentalmente destrozada, alcanzando un alto nivel de locura... Cada día que pasaba prisionera en su celda, era un paso más en su desequilibrio. No pudo soportar el peso de tantos genes mezclados en un mismo cuerpo, y acabó por rechazarlos y expulsarlos a todos... Excepto a uno.
Enmudezo unos instantes, deteniendo mi dedo en su pecho y posando toda la mano en él. Perdida en mis memorias, clavo la mirada en el obligo hundido del muchacho, antes de dar un nuevo suspiro y retomar el relato.
- Tras siete horribles años encerrada y atada, la chica logró escapar de su prisión. Rescató a su compañero digital, y viajó a un país de Asia, a una gran isla en mitad del Océano Pacífico-levanto la mirada para clavarla en los ojos azules del rubiales. Sonrío de forma siniestra-. ¿Un ángel? No, cariño. Soy un demonio... y te has acostado conmigo-me inclino sobre él, hasta quedar tumbada encima suyo, y acerco mis labios a los suyos para añadir, mediante un sugerente susurro-. Ahora tu alma me pertenece.
Sonrío, triunfante, y deposito un beso sobre los bordes de su boca, introduciendo, una vez más, mi lengua en su interior para catar el dulce de su esencia. Alargo el beso durante casi medio minuto, sin dejarle, en ningún momento, tomar las riendas. Este es mi juego, yo impongo las reglas, y yo mando en él.
* * * * * * *
En el futuro
En el futuro
Escucho a Kenshi y a Freyja desde la cocina, mientras, con las manoplas puestas, observo el estado del interior del horno. Frunzo el ceño, abro la puertecita y justo cuando voy a echar un ojo, oigo a Kenshi llamarme desde el salón. Es hora de que cuente mi parte de la hidtoria.
- Freyja, cariño...-digo desde el umbral de la cocina, con los brazos cruzados sobre el pecho cubierto por el delantal de Ráthalos-. Esto es algo que te tocará hacer en el futuro, así que presta mucha atención-levanto un dedo, ya desprovisto del guante para cocinar y me dispongo a comenzar mi relato con una amplia y pícara sonrisa cuando...
- ¿No huele a quemado?-pregunta Freyja olfateando el aire.
Despego los labios para decir algo, pero entonces, yo también lo percibo. Con una exclamación de sorpresa, me interno de nuevo en la cocina, al grito de:
- Shitshitshitshit! Fuckfuckfuckfuckfuuuuck!-abro el horno para sacar la bandeja de pavo carbonizado, pero el metal incandescente me hace dar un salto que provoca que me de de cabeza con un armario-. ¡Estúpido Ráthalos y estúpido su viaje de novios! ¡¿Por qué coño siempre me toca cocinar a mí?! ¡¡ME CAGO EN SUS PUTOS MUERTOS!!
Re: Cómo conocí a tu madre
Mis palabras generaron una extraña respuesta en la chica, ya que ella intenta no reírse y se acomoda para comenzar a relatar una historia que en sus palabras es muy importante.
Es entonces cuando la chica empieza a relatar una historia de odio, venganza, dolor, torturas, muerte y experimentos genéticos. No me tardo mucho en daré cuenta de que la chica habla de ella misma, me está contando su historia y debo admitir que al principio no me la creo por ser demasiado fantástica. Pero mientras más escucho más sentido tiene en el sentido de que explica muchas cosas acerca de la chica pelirroja y eso me asusta mucho...
Al terminar el relato ella menciona que ella es un demonio y que mi alma le pertenece, apenas ella menciona eso, inmediatamente recuerdo los ojos amarillos que vi en el bosque del suicidio. -Tu eres... el demonio que vi en el bosque del suicidio... esos ojos dorados eran tuyos...- Le digo retirando mi mano de sus cabellos, estaba asustado por lo que ella me acaba de contar. -¿a qué te refieres que mi alma es tuya?- Le pregunto antes de que la chica comience a besarme, yo le correspondo como si nada hubiese pasado, pero apenas ella acaba con el beso yo vuelvo a estar asustado y confundido. -Pero... técnicamente no eres humana ¿no?...- Le digo acariciando la piel de la chica. -Yo... no sé qué pensar... lo que dices es difícil de creer pero explica mucho de ti... realmente siento curiosidad... pero no puedes ser un demonio, me salvaste y además... yo he visto algo especial en ti todo este tiempo, incluso cuando asesinabas y te comportabas de forma agresiva con migo...- Le digo antes de acercar mis labios a los de ella para depositar un tierno y único beso para luego acercarme a su oído para decirle algo. -Creo que tu magia de súcubo me ha hechizado- Le digo antes de abrazarla delicadamente para besarla.
Es entonces cuando la chica empieza a relatar una historia de odio, venganza, dolor, torturas, muerte y experimentos genéticos. No me tardo mucho en daré cuenta de que la chica habla de ella misma, me está contando su historia y debo admitir que al principio no me la creo por ser demasiado fantástica. Pero mientras más escucho más sentido tiene en el sentido de que explica muchas cosas acerca de la chica pelirroja y eso me asusta mucho...
Al terminar el relato ella menciona que ella es un demonio y que mi alma le pertenece, apenas ella menciona eso, inmediatamente recuerdo los ojos amarillos que vi en el bosque del suicidio. -Tu eres... el demonio que vi en el bosque del suicidio... esos ojos dorados eran tuyos...- Le digo retirando mi mano de sus cabellos, estaba asustado por lo que ella me acaba de contar. -¿a qué te refieres que mi alma es tuya?- Le pregunto antes de que la chica comience a besarme, yo le correspondo como si nada hubiese pasado, pero apenas ella acaba con el beso yo vuelvo a estar asustado y confundido. -Pero... técnicamente no eres humana ¿no?...- Le digo acariciando la piel de la chica. -Yo... no sé qué pensar... lo que dices es difícil de creer pero explica mucho de ti... realmente siento curiosidad... pero no puedes ser un demonio, me salvaste y además... yo he visto algo especial en ti todo este tiempo, incluso cuando asesinabas y te comportabas de forma agresiva con migo...- Le digo antes de acercar mis labios a los de ella para depositar un tierno y único beso para luego acercarme a su oído para decirle algo. -Creo que tu magia de súcubo me ha hechizado- Le digo antes de abrazarla delicadamente para besarla.
Kenshi Haibu
Edad PJ :
21
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29
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2843
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- Funciones Básicas
- Almacenamiento
Objetos/Armas :
-Digivice Burst
-Espada Suchīrusutingu
-Espada Suchīrusutingu
Re: Cómo conocí a tu madre
El chico no parece creerse, en principio, el relato que le cuento. No esperaba menos, siendo sincera, pues todo parece sacado de una película de ciencia ficción. Sin embargo, todo es muy real, y él empieza a darse cuenta... Lo veo en el brillo asustados de sus ojos al comprender que, quien le salvo la vida la noche pasada, fui yo. Se separa de mí, un acto que presencio sin el más mínimo gesto, pues esa era una reacción que esperaba, la de un pobre e incauto humano, ante la mirada de un ser demoníaco, sacado de las peores pesadillas.
- Bingo-le respondo simulando con mi mano que le disparo-. Has caído en mis garras como moscas a la miel... Una alegoría de lo más acertada, por cierto-me acerco y vuelvo a depositar un breve beso sobre sus labios-. Y jamás he sido humana-añado, respondiendo a su pregunta.
Me separo de él cuando noto acariciar mi piel. Me permito escapar un ronroneo, como un gatito, y le dejo hacer al rubiales, que pasa sus dedos por mi tersa piel, pasando de un costado a uno de mis brazos. A pesar de portar tatuajes en ambos lados, la suavidad sigue siendo impecable, lo que lo hace aún más satisfactorio. No obstante, y a pesar de que las caricias son casi hipnóticas, algo hace que levante mis murallas. "No puedes ser un demonio". Casi me muero de un infarto. ¿Que no puedo serlo? ¿Acaso quiere que se lo demuestre? Porque, estando ambos desnudos en la habitación, no es, pars nada, una buena idea si Aeirmon es uno de los presentes.
Entrecierro los ojos.
- ¿Qué es eso que has visto en mí?-le pregunto, intrigada, más sus siguientes actos hacen que me separe de golpe de él-. Yo no tengo ese tipo de magia... No ahora al menos-contesto cuando hace mención a mis "hechizos seductores".
Al decirlo, me doy cuenta de lo que está pasando. Una vez más, alguien ha caido en mis garras de demonio, pero por primera vez, siento que eso es algo que no quiero, algo que no solo no entra en mis intereses, sino que además, los destroza... Y eso, en mí, es algo preocupante. De un empujón, aparto al humano de delante, me levanto, y recojo la ropa de estar por casa que le había tomado prestada al muchacho. Sin mirarlo siquiera, comienzo a vestirme y de espaldas a él, le ordeno, com la voz más fría posible:
- Levántante, la comida está en el salón-sin más dilación, y de espaldas todavía, le lanzo a la cara su propia ropa para que vaya vistiéndose. Después, de dos zancadas, salgo del dormitorio.
- Bingo-le respondo simulando con mi mano que le disparo-. Has caído en mis garras como moscas a la miel... Una alegoría de lo más acertada, por cierto-me acerco y vuelvo a depositar un breve beso sobre sus labios-. Y jamás he sido humana-añado, respondiendo a su pregunta.
Me separo de él cuando noto acariciar mi piel. Me permito escapar un ronroneo, como un gatito, y le dejo hacer al rubiales, que pasa sus dedos por mi tersa piel, pasando de un costado a uno de mis brazos. A pesar de portar tatuajes en ambos lados, la suavidad sigue siendo impecable, lo que lo hace aún más satisfactorio. No obstante, y a pesar de que las caricias son casi hipnóticas, algo hace que levante mis murallas. "No puedes ser un demonio". Casi me muero de un infarto. ¿Que no puedo serlo? ¿Acaso quiere que se lo demuestre? Porque, estando ambos desnudos en la habitación, no es, pars nada, una buena idea si Aeirmon es uno de los presentes.
Entrecierro los ojos.
- ¿Qué es eso que has visto en mí?-le pregunto, intrigada, más sus siguientes actos hacen que me separe de golpe de él-. Yo no tengo ese tipo de magia... No ahora al menos-contesto cuando hace mención a mis "hechizos seductores".
Al decirlo, me doy cuenta de lo que está pasando. Una vez más, alguien ha caido en mis garras de demonio, pero por primera vez, siento que eso es algo que no quiero, algo que no solo no entra en mis intereses, sino que además, los destroza... Y eso, en mí, es algo preocupante. De un empujón, aparto al humano de delante, me levanto, y recojo la ropa de estar por casa que le había tomado prestada al muchacho. Sin mirarlo siquiera, comienzo a vestirme y de espaldas a él, le ordeno, com la voz más fría posible:
- Levántante, la comida está en el salón-sin más dilación, y de espaldas todavía, le lanzo a la cara su propia ropa para que vaya vistiéndose. Después, de dos zancadas, salgo del dormitorio.
Re: Cómo conocí a tu madre
Ambos compartíamos un hermoso momento, pero de un momento a otro la chica se enfurece, no tengo idea de que dije mal... ciertamente esta chica tiene una personalidad muy volátil... -¿Y ahora que dije?- Le pregunto a la chica quien me da un empujón para separarse de mí y entonces se levanta para salir de la cama y comenzar a vestirse. -Lo... lamento si te ofendí de alguna forma...- Le digo a la chica antes de que ella me lance mi ropa para que también me vista. No entiendo lo que le pasa, solo puedo suponer que la ofendí de alguna forma. -Quieres saber que vi en ti?...- Le digo mientras me siento en el futón. -Yo vi que tienes mucha ira y dolor en tu interior, eso provoca que desconfíes en la gente y por eso no generas lazos con nadie... pero lo otro que vi en ti es que tú quieres confiar en alguien, veo que quieres estar con alguien y que quieres vivir tranquilamente... pero no te lo permites por todo lo que has sufrido... tu historia me hizo entenderte mejor...- Le digo mientras que la chica se viste dándome la espalda y apenas termina ella se marcha apresuradamente de la habitación.
Me coloco mi ropa sin apresurarme, estaba desconcertado por el extraño cambio de la chica, su personalidad dio un giro inesperado. Apenas acabo de colocarme mi ropa, salgo de la habitación y veo a la chica sentada en el suelo junto a la mesa de la habitación principal junto a su Digimon. Tomo el plato con rollitos primavera que la pelirroja hizo para mí y voy con ellos a la cocina para comerlos con un poco de salsa de soja. Debo admitir que están bastante buenos, son bien cocidos y crujientes.
Mientras tanto, Funbeemon despierta finalmente, el Digimon estaba adolorido, pero eso no evita que el Digimon vuele para tomar un frasco de miel de una estantería, llevarlo a la mesa y abrirlo para comenzar a comer la miel. -Me duele la cabeza- Comenta el Digimon abeja.
Me coloco mi ropa sin apresurarme, estaba desconcertado por el extraño cambio de la chica, su personalidad dio un giro inesperado. Apenas acabo de colocarme mi ropa, salgo de la habitación y veo a la chica sentada en el suelo junto a la mesa de la habitación principal junto a su Digimon. Tomo el plato con rollitos primavera que la pelirroja hizo para mí y voy con ellos a la cocina para comerlos con un poco de salsa de soja. Debo admitir que están bastante buenos, son bien cocidos y crujientes.
Mientras tanto, Funbeemon despierta finalmente, el Digimon estaba adolorido, pero eso no evita que el Digimon vuele para tomar un frasco de miel de una estantería, llevarlo a la mesa y abrirlo para comenzar a comer la miel. -Me duele la cabeza- Comenta el Digimon abeja.
Kenshi Haibu
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Programas Terminal de Batalla :
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Re: Cómo conocí a tu madre
Él recibe la bola de ropa en toda la cara, y a mi amable petición, el chico comienza a ponersela para dejar de estar desnudo. Termino de enfundarme la camiseta, y cuando ya voy a salir, las palabras del japonés me atan al suelo, como clavos ardiendo. Volteo levemente la cabeza, para mirarlo de refilón, pero antes de que pueda ver mi expresión, de nuevo la desvío.
- Qué sabrás tú de odio y dolor. Qué sabrás tú de lazos.
Irritada, abandono la habitación para reunirme con Ráthalos en el comedor. El digimon está con la abejita, vigilándola mientras se toma los fideos instantáneos que dejé sobre la mesa. Con un suspiro, me siento a su lado, llamando si atención. Sin embargo, a pesar de haber notado él que algo no va bien en mí, trata de hacer como si nada... Es listo y me conoce muy bien, y sabe que no es bueno que me pregunte cuando estoy molesta. Porque sí, las palabras del rubiales no me han sido indiferentes. Desde que tengo uso de razón, siempre he sido la tipa dura, tanto de adolescente, como de adulta ya. Sin unos brazos en los que cobijarme, de muy pequeña decidí que yo sería mi único apoyo, yo tomaría mis propias decisiones, y yo cuidaría de mí misma. Jamás he dependido de nadie, he crecido fuerte y segura. Siempre he sabido lo que hacer en cada momento.
Pero ahora, por primera vez, me veo en una situación con la que no sé lidiar. ¿Cómo se supone que tengo que responder a las palabras del hombre que se encuentra al otro lado de la puerta? ¿Que le hago sentir como en el cielo? ¿Que quiero, pero que me obligo a mi misma a no fiarme ni de mi sombra? ¿Pero quién se ha creído? ¿Mi terapeuta personal? Por favor, no necesito que un humano me de lecciones. Me han hecho daño, sí, pero eso no significa que busque desesperadamente a alguien en el que pueda confiar... Todos son iguales ante mis ojos.
Chasqueo la lengua, apoyo el codo en la mesa, y me sujeto la cabeza con la mano, enredando los dedos índice y corazón entre los mechones rojos de mi pelo. Ráthalos termina sus fideos, y para no tener que sufrir el incómodo silencio, toma prestado el mando del televisor y sintoniza las noticias... Un asesinato brutal en otra región de Japón.
- He escuchado los golpes-pregunta entonces el diablillo-. ¿Tan mal fue?
Mi única respuesta, un resoplido exasperado. No por la supuesta veracidad de sus palabras (porque no, ha sido fantástico), sino por mi propio comportamiento.
- Qué sabrás tú de odio y dolor. Qué sabrás tú de lazos.
Irritada, abandono la habitación para reunirme con Ráthalos en el comedor. El digimon está con la abejita, vigilándola mientras se toma los fideos instantáneos que dejé sobre la mesa. Con un suspiro, me siento a su lado, llamando si atención. Sin embargo, a pesar de haber notado él que algo no va bien en mí, trata de hacer como si nada... Es listo y me conoce muy bien, y sabe que no es bueno que me pregunte cuando estoy molesta. Porque sí, las palabras del rubiales no me han sido indiferentes. Desde que tengo uso de razón, siempre he sido la tipa dura, tanto de adolescente, como de adulta ya. Sin unos brazos en los que cobijarme, de muy pequeña decidí que yo sería mi único apoyo, yo tomaría mis propias decisiones, y yo cuidaría de mí misma. Jamás he dependido de nadie, he crecido fuerte y segura. Siempre he sabido lo que hacer en cada momento.
Pero ahora, por primera vez, me veo en una situación con la que no sé lidiar. ¿Cómo se supone que tengo que responder a las palabras del hombre que se encuentra al otro lado de la puerta? ¿Que le hago sentir como en el cielo? ¿Que quiero, pero que me obligo a mi misma a no fiarme ni de mi sombra? ¿Pero quién se ha creído? ¿Mi terapeuta personal? Por favor, no necesito que un humano me de lecciones. Me han hecho daño, sí, pero eso no significa que busque desesperadamente a alguien en el que pueda confiar... Todos son iguales ante mis ojos.
Chasqueo la lengua, apoyo el codo en la mesa, y me sujeto la cabeza con la mano, enredando los dedos índice y corazón entre los mechones rojos de mi pelo. Ráthalos termina sus fideos, y para no tener que sufrir el incómodo silencio, toma prestado el mando del televisor y sintoniza las noticias... Un asesinato brutal en otra región de Japón.
- He escuchado los golpes-pregunta entonces el diablillo-. ¿Tan mal fue?
Mi única respuesta, un resoplido exasperado. No por la supuesta veracidad de sus palabras (porque no, ha sido fantástico), sino por mi propio comportamiento.
Re: Cómo conocí a tu madre
Acabo de comer los rollitos primavera, limpio los platos y todo lo que se ensucio para cocinar la comida. Al acabar recuerdo la puerta y la ventana rotas de mi casa. La puerta fue desplomada cuando el Digimon de la chica apareció y la ventana rota cuando ataco DATS, puedo hacer un arreglo temporal ahora hasta que pueda ir a Tokio para comprar los arreglos.
Tomo un periódico de la cocina y salgo de la cocina para entrar a la sala de entrenamientos de donde saco una caja de herramientas y camino hacia la entrada principal para ver la zona del desastre. Dejo la caja de herramientas en el suelo y regreso a la cocina por una escoba y así poder reunir los trozos de vidrio en un solo lugar. Acto seguido coloco periódicos en la agujero en la ventana los que pego con cinta adhesiva.
Luego coloco la puerta donde debería estar, el marco está roto por lo que tendré que solo coloco la puerta en su lugar y quitarle las bisagras.
Realizo todas esas tareas mientras silbo la misma melodía que silbe antes dentro del tronco de aquella noche, la melodía es de un programa de televisión que veía de niño, pero ahora no recuerdo las peleas de monstruos de aquel programa, porque ahora la canción solo me recuerda a la chica pelirroja. Ella me provoca emociones muy contrarias, por un lado su agresividad y locura me dicen que me aleje de ella... pero ya he visto el otro lado de ella, sé que a veces puede ser tierna, además de que estoy muy seguro de lo que le dije en la habitación y aunque ella no lo quiera admitir. Pero a pesar de todo ella no me da miedo, quizás una demonio asesina pueda ser atemorizante pero después de esta noche yo ya no puedo verla como una persona mala, ella solo es alguien que tiene mucha ira y tristeza... no puedo negar que ella me atrae, su belleza es innegable, pero lo que realmente me atrae de ella es dúrate esos pequeños instantes en donde deja de ser agresiva.
Ya acabadas las refacciones, dejo las herramientas en la caja y me siento en la mesa en la habitación principal en donde están la chica y los Digimon, Funbeemon ya casi se termina el frasco con miel, la chica se ve enojada y su Digimon parece algo perturbado, quizás sea por que escucho todo lo que ocurrió en la habitación hace un rato. -Mañana iré a Tokio, necesito comprar unas cosas para reparar la casa, ¿quieren que les traiga algo?- Pregunto mientras veo a la chica y a su Digimon, pero mas temprano que tarde fijo mi mirada principalmente a la pelirroja enojada. -Por cierto... lamento lo que dije... no quería ofenderte- Le digo arrepentido, no estaba seguro de que fue lo que dije mal, pero independientemente ella está enojada y debe ser por una buena razón.
Tomo un periódico de la cocina y salgo de la cocina para entrar a la sala de entrenamientos de donde saco una caja de herramientas y camino hacia la entrada principal para ver la zona del desastre. Dejo la caja de herramientas en el suelo y regreso a la cocina por una escoba y así poder reunir los trozos de vidrio en un solo lugar. Acto seguido coloco periódicos en la agujero en la ventana los que pego con cinta adhesiva.
Luego coloco la puerta donde debería estar, el marco está roto por lo que tendré que solo coloco la puerta en su lugar y quitarle las bisagras.
Realizo todas esas tareas mientras silbo la misma melodía que silbe antes dentro del tronco de aquella noche, la melodía es de un programa de televisión que veía de niño, pero ahora no recuerdo las peleas de monstruos de aquel programa, porque ahora la canción solo me recuerda a la chica pelirroja. Ella me provoca emociones muy contrarias, por un lado su agresividad y locura me dicen que me aleje de ella... pero ya he visto el otro lado de ella, sé que a veces puede ser tierna, además de que estoy muy seguro de lo que le dije en la habitación y aunque ella no lo quiera admitir. Pero a pesar de todo ella no me da miedo, quizás una demonio asesina pueda ser atemorizante pero después de esta noche yo ya no puedo verla como una persona mala, ella solo es alguien que tiene mucha ira y tristeza... no puedo negar que ella me atrae, su belleza es innegable, pero lo que realmente me atrae de ella es dúrate esos pequeños instantes en donde deja de ser agresiva.
Ya acabadas las refacciones, dejo las herramientas en la caja y me siento en la mesa en la habitación principal en donde están la chica y los Digimon, Funbeemon ya casi se termina el frasco con miel, la chica se ve enojada y su Digimon parece algo perturbado, quizás sea por que escucho todo lo que ocurrió en la habitación hace un rato. -Mañana iré a Tokio, necesito comprar unas cosas para reparar la casa, ¿quieren que les traiga algo?- Pregunto mientras veo a la chica y a su Digimon, pero mas temprano que tarde fijo mi mirada principalmente a la pelirroja enojada. -Por cierto... lamento lo que dije... no quería ofenderte- Le digo arrepentido, no estaba seguro de que fue lo que dije mal, pero independientemente ella está enojada y debe ser por una buena razón.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Ráthalos me mira con preocupación unos segundos, pero después se encoge de hombros, sin querer insistir tampoco para no molestarme. Sin embargo, tras beberse el liquidillo que dejan los fideos en el bol, se gira hacia mí y apoya su codo en la mesa mientras me mira y sonríe de forma cómplice.
- Cuéntamelo con detalles. ¿Cómo ha sido? ¿Lo ha hecho bien? ¿Has jugado con él? ¿Ha habido boundage?
Suspiro con infinita paciencia, pero algo más animada, lo miro y me coloco en una postura similar a la suya. Enredo los dedos entre el pelo, y me pongo a retorcer un mechón con distracción. Frunzo los labios unos segundos antes de responder.
- No, ha sido rápido-le confieso-. Pero ha sido muuuuy bueno... Puede que en algún momento lo repita... Pero sin juegos.
- ¿Sin juegos?-Ráthalos, atónito, se mete una uña en una oreja, simulando limpiársela-. ¿He oido bien? ¿Zayyn no quiere jugar?
- No con él...-susurro mientras dirijo mi mirada hacia el chico que se ha puesto a arreglar la puerta de la casa y la ventana-. Después de todo lo que le ha pasado por mi culpa, no creo que se lo merezca... Además, me cae bien: es fuerte, perseverante, tiene digimon y... Está siendo amable conmigo-añado recordando sus palabras acerca de que no le importa que sea un demonio encarnado. Con todo, enmudezco al notar la expresión de Impmon, quien me mira como una vieja chismosa, como si yo estuviera loca-. ¿Qué?
El digimon niega con la cabeza, y se dispone a responder, cuando se nos acerca de repente el japonés para avisar de que se marcha a comprar. Me levanto de golpe, de forma algo precipitada, del suelo, y lo miro a los ojos con incómoda intensidad.
- Oye...-empiezo a decir, interrumpiéndole-. Quería pedirte disculpas por el empujón y la busquedad de antes...
Desvío un poco la mirada, indecisa, y hago un mohín enfurruñado por el orgullo herido ante tal rebajamiento. Sin embargo, la sonrisa que me dedica el chico, me hace olvidarlo. Repentinamente el corazón ha decidido bombear más deprisa, sin pausa, a un ritmo que creo que es suficientemente audible. Trago saliva cuando el japones se da la vuelta para entrar en la cocina, y levemente confusa por su reacción y mi bombeo alocado, me dejo caer para sentarme en el suelo.
- Lo que me temía...-murmura Ráthalos, frotándose la barbilla y sonriendo malévolamente-. Te estás enamorando.
El silencio se extiende en el aire como el humo. Me quedo mirando al diablillo fijamente, con el rostro tan serio como el de un muerto. La tensión casi puede rasgarse con un cuchillo.
- ¿Qué. Has. Dicho?-inquiero lentamente, agarrándolo, sin previo aviso, por el cuello-. ¿Tu eres tonto?-Sin la menor compasión, veo al digimon boquear para intentar recuperar el aire. Con furia desmedida, lo lanzo contra un mueble, me levanto, y me lanzo de nuevo sobre él, propinándole, en el proceso, una patada y un puñetazo-. ¿Cómo te atreves a decir tal cosa? Jojojo... Esta vez la has cagado pero bien, Ráthalos...-levanto un puño para hundirlo en su dañado rostro, pero me detengo al contemplar, una vez más, esa sonrisa de victoria-. ¡Deja de reírte!
- ¿Lo ves? Yo tenía razón... Quien se pica, ajos come...
Aprieto los dientes, furiosa, pero apenas lo hago, me doy cuenta de que, con esa afirmación, todo gana sentido. Mi enfado, mis pensamientos amargos, mi corazón alocado y el hecho de que haya decidido disculparme ante ese humano. Horrorizada, me separo de mi compañero y me miro las manos antes de llevármelas a la cabeza. La verdad ha salido a la luz.
- No... No puede ser... No, no, no...-dejo escapar un gemido-. ¡Es cierto! Me estoy... Me estoy...
Desesperada, me levanto de un salto y corro al exterior de la casa, sin detenerme un momento. Olvido temporalmente el frío, olvido a DATS y a Aeirmon. Corro lo más rápido posible, sin detenerme, y sin ningún destino fijo. Lo único que necesito en esos momentos es tiempo y espacio. Quiero escapar por unos momentos, quiero ver qué pasa conmigo... Quiero estar sola y pensar.
- Cuéntamelo con detalles. ¿Cómo ha sido? ¿Lo ha hecho bien? ¿Has jugado con él? ¿Ha habido boundage?
Suspiro con infinita paciencia, pero algo más animada, lo miro y me coloco en una postura similar a la suya. Enredo los dedos entre el pelo, y me pongo a retorcer un mechón con distracción. Frunzo los labios unos segundos antes de responder.
- No, ha sido rápido-le confieso-. Pero ha sido muuuuy bueno... Puede que en algún momento lo repita... Pero sin juegos.
- ¿Sin juegos?-Ráthalos, atónito, se mete una uña en una oreja, simulando limpiársela-. ¿He oido bien? ¿Zayyn no quiere jugar?
- No con él...-susurro mientras dirijo mi mirada hacia el chico que se ha puesto a arreglar la puerta de la casa y la ventana-. Después de todo lo que le ha pasado por mi culpa, no creo que se lo merezca... Además, me cae bien: es fuerte, perseverante, tiene digimon y... Está siendo amable conmigo-añado recordando sus palabras acerca de que no le importa que sea un demonio encarnado. Con todo, enmudezco al notar la expresión de Impmon, quien me mira como una vieja chismosa, como si yo estuviera loca-. ¿Qué?
El digimon niega con la cabeza, y se dispone a responder, cuando se nos acerca de repente el japonés para avisar de que se marcha a comprar. Me levanto de golpe, de forma algo precipitada, del suelo, y lo miro a los ojos con incómoda intensidad.
- Oye...-empiezo a decir, interrumpiéndole-. Quería pedirte disculpas por el empujón y la busquedad de antes...
Desvío un poco la mirada, indecisa, y hago un mohín enfurruñado por el orgullo herido ante tal rebajamiento. Sin embargo, la sonrisa que me dedica el chico, me hace olvidarlo. Repentinamente el corazón ha decidido bombear más deprisa, sin pausa, a un ritmo que creo que es suficientemente audible. Trago saliva cuando el japones se da la vuelta para entrar en la cocina, y levemente confusa por su reacción y mi bombeo alocado, me dejo caer para sentarme en el suelo.
- Lo que me temía...-murmura Ráthalos, frotándose la barbilla y sonriendo malévolamente-. Te estás enamorando.
El silencio se extiende en el aire como el humo. Me quedo mirando al diablillo fijamente, con el rostro tan serio como el de un muerto. La tensión casi puede rasgarse con un cuchillo.
- ¿Qué. Has. Dicho?-inquiero lentamente, agarrándolo, sin previo aviso, por el cuello-. ¿Tu eres tonto?-Sin la menor compasión, veo al digimon boquear para intentar recuperar el aire. Con furia desmedida, lo lanzo contra un mueble, me levanto, y me lanzo de nuevo sobre él, propinándole, en el proceso, una patada y un puñetazo-. ¿Cómo te atreves a decir tal cosa? Jojojo... Esta vez la has cagado pero bien, Ráthalos...-levanto un puño para hundirlo en su dañado rostro, pero me detengo al contemplar, una vez más, esa sonrisa de victoria-. ¡Deja de reírte!
- ¿Lo ves? Yo tenía razón... Quien se pica, ajos come...
Aprieto los dientes, furiosa, pero apenas lo hago, me doy cuenta de que, con esa afirmación, todo gana sentido. Mi enfado, mis pensamientos amargos, mi corazón alocado y el hecho de que haya decidido disculparme ante ese humano. Horrorizada, me separo de mi compañero y me miro las manos antes de llevármelas a la cabeza. La verdad ha salido a la luz.
- No... No puede ser... No, no, no...-dejo escapar un gemido-. ¡Es cierto! Me estoy... Me estoy...
Desesperada, me levanto de un salto y corro al exterior de la casa, sin detenerme un momento. Olvido temporalmente el frío, olvido a DATS y a Aeirmon. Corro lo más rápido posible, sin detenerme, y sin ningún destino fijo. Lo único que necesito en esos momentos es tiempo y espacio. Quiero escapar por unos momentos, quiero ver qué pasa conmigo... Quiero estar sola y pensar.
Re: Cómo conocí a tu madre
Antes de siquiera poder pronunciar las palabras para disculparme con la chica, ella se me adelanta y se disculpa. Sus palabras me llenan de alegría ya que comprueban mis sospechas sobre ella, le sonrió a la chica mientras la miro a los ojos. -No te preocupes- Le digo antes de levantarme de la mesa. -Permiso, debo buscar una pala para recoger el vidrio roto- Digo antes de entrar a la cocina, agarro la pala que está en una esquina pero antes de salir me pongo a celebrar en mi mente, por una parte la chica se comporta de la forma que me gusta y por la otra es algo preocupante los abruptos cambios de humor de la mujer. Es casi como lo que relatan los comediantes cuando hacen chistes de las mujeres en sus días, es exactamente igual a lo que ellos dicen, tanto que hasta parece una burda caricatura o una sátira. Ya que me puse a pensar en comediantes recuerdo inevitablemente un chiste y me pongo a reír.
Pero el chiste no dura mucho y la tranquilidad se rompe cuando escucho un fuerte estruendo seguido de gritos. Al salir de la cocina puedo ver a la chica dándole una paliza a su Digimon junto a un mueble. -¿Que está pasando?- Les pregunto antes de caminar hacia la chica e intento tocarla para calmarla, pero ella se levanta rápidamente, derriba la puerta y corre hacia el bosque. Yo me apresuro para seguirla pero el Digimon de la chica me detiene. Confió en el juicio de la criatura digital y veo como la chica se aleja.
Me acerco al mueble donde la chica y su Digimon estaban peleando, a un lado de este veo una fotografía que se calló del mueble, al recogerla veo que es una fotografía de cuando era niño junto a mi madre, el marco y el vidrio se rompieron tras la caída. Dejo la foto nuevamente sobre el mueble y la agrego a mi lista mental de cosas que tengo que comprar mañana.
Le doy una bolsa con hielo al Digimon para los golpes y luego me siento junto a la televisión para esperar a la chica. -¿Que le paso?- Le pregunto al Digimon demonio mientras veo la tele. -Sí que tiene una personalidad muy volátil...- Le comento.
Me quedo esperándola hasta quedarme dormido frente a la pantalla, pasando frio ya que la puerta fue derribada otra vez, la televisión se queda encendida mostrando un programa de comediantes.
Pero el chiste no dura mucho y la tranquilidad se rompe cuando escucho un fuerte estruendo seguido de gritos. Al salir de la cocina puedo ver a la chica dándole una paliza a su Digimon junto a un mueble. -¿Que está pasando?- Les pregunto antes de caminar hacia la chica e intento tocarla para calmarla, pero ella se levanta rápidamente, derriba la puerta y corre hacia el bosque. Yo me apresuro para seguirla pero el Digimon de la chica me detiene. Confió en el juicio de la criatura digital y veo como la chica se aleja.
Me acerco al mueble donde la chica y su Digimon estaban peleando, a un lado de este veo una fotografía que se calló del mueble, al recogerla veo que es una fotografía de cuando era niño junto a mi madre, el marco y el vidrio se rompieron tras la caída. Dejo la foto nuevamente sobre el mueble y la agrego a mi lista mental de cosas que tengo que comprar mañana.
Le doy una bolsa con hielo al Digimon para los golpes y luego me siento junto a la televisión para esperar a la chica. -¿Que le paso?- Le pregunto al Digimon demonio mientras veo la tele. -Sí que tiene una personalidad muy volátil...- Le comento.
Me quedo esperándola hasta quedarme dormido frente a la pantalla, pasando frio ya que la puerta fue derribada otra vez, la televisión se queda encendida mostrando un programa de comediantes.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Impmon, al ver el estado en el que su compañera se encuentra, frunce el entrecejo. No pensaba que un comentario de ese estilo le afectara tanto, pero al parecer, la chica parece más afectada de lo normal. El diablillo se levanta del suelo con algo de esfuerzo, y tira de las prendas del humano para evitar que este salga en pos de ella. Con el rostro enrojecido por los previos golpes, lo mira fijamente, ahora sin ninguna sonrisa decorando su rostro habitualmente bromista.
- Déjala ir. Regresará a la noche.
Dicho esto, Ráthalos se separa y se sienta en el suelo para mirar la televisión, las noticias han terminado, y ahora dan un programa que, si bien no es tan importante como los sucesos del día a día, sí que es, al menos, más alegre y agradable. El demonio menor resopla y se encoge de hombros cuando le preguntan sobre el estado de la pelirroja, pues no tiene nada más que añadir... Los asuntos personales de su compañera no le conciernen, no en estos momentos.
Me detengo, tras metros y metros dejados atrás, en la orilla del lago en donde me bañé hace unos días y en donde derribé al humano contra el suelo. Aprieto la mandíbula con odio y frustración, y sin poder evitarlo, descargo toda esa llamarada de emociones sobre los árboles de alrededor, golpeándolos con los puños a expensas de dañarme los nudillos. No me quejo del dolor, ahora mismo eso es un mal menor, comparado con el mal que me atormenta. Los odio a todos. A Ráthalos por mostrarse tan ácido con sus comentarios, al rubiales por comportarse de esa odiosa y estúpida manera amable, y a mí misma... Por no haberme percatado antes del problema.
¿El problema? Me juré a mi misma no volver a confiar en nadie, en no estrechar lazos, y he llevado ese credo a rajatabla desde niña. Sin embargo, de la noche a la mañana, he empezado a sentir algo extraño por ese humano... ¡Sin conocer su nombre ni nada! Y para colmo, Ráthalos, sabedor de mi juramento, no hace más que burlarse de mi desgracia.
"Zayyn..."
Levanto la mirada, oculta tras el flequillo tras tratar de descansar de todo el esfuerzo invertido en huir y en descargar mi frustración contra todo árbol. La voz de Aeir resuena en mi mente, como si la escuchara en mi propio oído, como si ella estuviera a mi lado. Oigo su susurro muy cerca de mí, a mi derecha, por lo que miro en esa dirección... Al no ver a nadie, me acerco despacio a la orilla y me arrodillo para mirar, de frente las cristalinas aguas de la laguna. Al principio, mi rostro se muestra inexpresivo, pero entonces, los rasgos del propio reflejo parecen endurecerse más, si cabe. Entorno los ojos, algo desconfiada, pero los del espejo sonríen con diversión.
"¿Qué te ocurre, niña?" Los labios de la Zayyn de agua se mecen, sin yo poderlo evitar, como si los controlara otro ente... habitante en mi interior.
- No sé... Tengo el pecho descontrolado todo el tiempo... Y no puedo parar de pensar en... en...
"¿Tanto te ciega el calor de un varón?", ataca de repente el demonio, la pelirroja de la imagen. "Has olvidado lo que eres, y lo que nos hicieron. A las dos. Te has olvidado de mí."
- No es verdad... De ti jamás me olvidaría-discuto, negando con la cabeza.
"Necesito sangre, lo sabes, y sin embargo, aún sigo esperando... Prefieres yacer con un humano que alimentarme..." Lentamente, el reflejo en el agua tiembla, para mostrar la misma imagen de hace unos segundos... La imagen de una humana normal.
- ¡Espera!-sumerjo una mano en el agua, pero ya es tarde... Aeir ha decidido dar por finalizada la conversación.
Suspiro con pesadez y cierro los ojos, abatida. Todavía sin haber sacado algo en claro en todo lo ocurrido... Por unos segundos pensé que pedirle consejo a Aeirmon podría ser buena idea, pero ella ya ha dado su punto de vista. Me muerdo el labio superior, pero decido, finalmente, dar media vuelta y regresar a la casa. Voy despacio, sin prisa, para hacer tiempo mientras cae la noche, por lo que, cuando cruzo la puerta de la entrada, ya debe de ser más tarde de la medianoche... Piso el tapete de la madera con cuidado de no hacer crujir las tablas, y me acerco a la puerta que da al comedor. Cuando deslizo con sigilo la puerta corrediza, descubro, para mi sorpresa, que el japonés se ha quedado dormido esperándome sobre la mesa del centro. Contengo un soplido, y sacudo la cabeza. Doy media vuelta para marcharme a su dormitorio cuando...
Con un lamentoso gruñido, voy a buscar una manta mullida, una con la que cobijar del frío al humano. Se la paso por encima, y, contemplando el resultado, esbozo una mueca de dolor, muy consciente de que esa enfermedad, a cada segundo que paso allí, va a peor. Dando un gemido ahogado, retorno a la habitación, sin percatarme de que, alguien, un pequeño demonio oculto bajo unas mantitas que se ha agenciado para dormir, presencia toda la escena, con un brillo de pena en su mirada azul.
- Déjala ir. Regresará a la noche.
Dicho esto, Ráthalos se separa y se sienta en el suelo para mirar la televisión, las noticias han terminado, y ahora dan un programa que, si bien no es tan importante como los sucesos del día a día, sí que es, al menos, más alegre y agradable. El demonio menor resopla y se encoge de hombros cuando le preguntan sobre el estado de la pelirroja, pues no tiene nada más que añadir... Los asuntos personales de su compañera no le conciernen, no en estos momentos.
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Me detengo, tras metros y metros dejados atrás, en la orilla del lago en donde me bañé hace unos días y en donde derribé al humano contra el suelo. Aprieto la mandíbula con odio y frustración, y sin poder evitarlo, descargo toda esa llamarada de emociones sobre los árboles de alrededor, golpeándolos con los puños a expensas de dañarme los nudillos. No me quejo del dolor, ahora mismo eso es un mal menor, comparado con el mal que me atormenta. Los odio a todos. A Ráthalos por mostrarse tan ácido con sus comentarios, al rubiales por comportarse de esa odiosa y estúpida manera amable, y a mí misma... Por no haberme percatado antes del problema.
¿El problema? Me juré a mi misma no volver a confiar en nadie, en no estrechar lazos, y he llevado ese credo a rajatabla desde niña. Sin embargo, de la noche a la mañana, he empezado a sentir algo extraño por ese humano... ¡Sin conocer su nombre ni nada! Y para colmo, Ráthalos, sabedor de mi juramento, no hace más que burlarse de mi desgracia.
"Zayyn..."
Levanto la mirada, oculta tras el flequillo tras tratar de descansar de todo el esfuerzo invertido en huir y en descargar mi frustración contra todo árbol. La voz de Aeir resuena en mi mente, como si la escuchara en mi propio oído, como si ella estuviera a mi lado. Oigo su susurro muy cerca de mí, a mi derecha, por lo que miro en esa dirección... Al no ver a nadie, me acerco despacio a la orilla y me arrodillo para mirar, de frente las cristalinas aguas de la laguna. Al principio, mi rostro se muestra inexpresivo, pero entonces, los rasgos del propio reflejo parecen endurecerse más, si cabe. Entorno los ojos, algo desconfiada, pero los del espejo sonríen con diversión.
"¿Qué te ocurre, niña?" Los labios de la Zayyn de agua se mecen, sin yo poderlo evitar, como si los controlara otro ente... habitante en mi interior.
- No sé... Tengo el pecho descontrolado todo el tiempo... Y no puedo parar de pensar en... en...
"¿Tanto te ciega el calor de un varón?", ataca de repente el demonio, la pelirroja de la imagen. "Has olvidado lo que eres, y lo que nos hicieron. A las dos. Te has olvidado de mí."
- No es verdad... De ti jamás me olvidaría-discuto, negando con la cabeza.
"Necesito sangre, lo sabes, y sin embargo, aún sigo esperando... Prefieres yacer con un humano que alimentarme..." Lentamente, el reflejo en el agua tiembla, para mostrar la misma imagen de hace unos segundos... La imagen de una humana normal.
- ¡Espera!-sumerjo una mano en el agua, pero ya es tarde... Aeir ha decidido dar por finalizada la conversación.
Suspiro con pesadez y cierro los ojos, abatida. Todavía sin haber sacado algo en claro en todo lo ocurrido... Por unos segundos pensé que pedirle consejo a Aeirmon podría ser buena idea, pero ella ya ha dado su punto de vista. Me muerdo el labio superior, pero decido, finalmente, dar media vuelta y regresar a la casa. Voy despacio, sin prisa, para hacer tiempo mientras cae la noche, por lo que, cuando cruzo la puerta de la entrada, ya debe de ser más tarde de la medianoche... Piso el tapete de la madera con cuidado de no hacer crujir las tablas, y me acerco a la puerta que da al comedor. Cuando deslizo con sigilo la puerta corrediza, descubro, para mi sorpresa, que el japonés se ha quedado dormido esperándome sobre la mesa del centro. Contengo un soplido, y sacudo la cabeza. Doy media vuelta para marcharme a su dormitorio cuando...
Con un lamentoso gruñido, voy a buscar una manta mullida, una con la que cobijar del frío al humano. Se la paso por encima, y, contemplando el resultado, esbozo una mueca de dolor, muy consciente de que esa enfermedad, a cada segundo que paso allí, va a peor. Dando un gemido ahogado, retorno a la habitación, sin percatarme de que, alguien, un pequeño demonio oculto bajo unas mantitas que se ha agenciado para dormir, presencia toda la escena, con un brillo de pena en su mirada azul.
Re: Cómo conocí a tu madre
Despierto temprano en la mañana donde mismo me quede la noche anterior pero con una ligera diferencia, tengo una manta encima que antes no estaba ahí. Al levantarme y asomarme a mi habitación, veo que la chica esta durmiendo en mi casa y además veo extrañado como los nudillos de la chica están destrozados, como si hubiese pasado toda la noche golpeando cosas. Me retiro de marco de la puerta y entro a la cocina para poner a tostar algo de pan y hacer unos huevos revueltos, mientras se hacen entro al baño para sacar el botiquín.
Armo una bandeja con la comida y junto al botiquín, entro a mi habitación para arrodillarme en el suelo y colocar la comida a un lado de la chica. -Desayuno- Le digo a la pelirroja a la que toco levemente para despertarla. Acto seguido abro el botiquín y mojo un algodón con un poco de alcohol y sin consultar a la chica, tomo una de sus manos y empiezo a limpiar sus heridas, quitando la sangre seca y trozos de madera incrustados en la piel. No me preocupaba que el alcohol le ardiera, se de buena fuente que ella aguanta mucho el dolor. Terminada la limpieza vendo la mano de la chica para luego repetir la acción con su otra mano.
-No sé si preguntarte que hiciste anoche... al parecer tuviste una pelea contra un monstruo árbol- Le cuento a la chica antes de mirarla fijamente a los ojos, para luego estirar una mano hacia ella para así acariciar una de sus mejillas.
Ya terminada la curación, me siento al lado de la chica y la miro de reojo. -Sé que quizás no es de mi incumbencia, pero... ¿Que ocurrió anoche? te fuiste corriendo y ahora regresas herida...- Le digo tranquilamente.
Mientras tanto, Funbeemon que dormía sobre la mesa al lado del frasco vacío de miel, despierta y vuela hacia la cocina para regresar con dos manzanas que empieza a comer sobre la mesa, no sin antes encender la televisión para sintonizar un programa para niños donde dan series animadas.
Armo una bandeja con la comida y junto al botiquín, entro a mi habitación para arrodillarme en el suelo y colocar la comida a un lado de la chica. -Desayuno- Le digo a la pelirroja a la que toco levemente para despertarla. Acto seguido abro el botiquín y mojo un algodón con un poco de alcohol y sin consultar a la chica, tomo una de sus manos y empiezo a limpiar sus heridas, quitando la sangre seca y trozos de madera incrustados en la piel. No me preocupaba que el alcohol le ardiera, se de buena fuente que ella aguanta mucho el dolor. Terminada la limpieza vendo la mano de la chica para luego repetir la acción con su otra mano.
-No sé si preguntarte que hiciste anoche... al parecer tuviste una pelea contra un monstruo árbol- Le cuento a la chica antes de mirarla fijamente a los ojos, para luego estirar una mano hacia ella para así acariciar una de sus mejillas.
Ya terminada la curación, me siento al lado de la chica y la miro de reojo. -Sé que quizás no es de mi incumbencia, pero... ¿Que ocurrió anoche? te fuiste corriendo y ahora regresas herida...- Le digo tranquilamente.
Mientras tanto, Funbeemon que dormía sobre la mesa al lado del frasco vacío de miel, despierta y vuela hacia la cocina para regresar con dos manzanas que empieza a comer sobre la mesa, no sin antes encender la televisión para sintonizar un programa para niños donde dan series animadas.
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Re: Cómo conocí a tu madre
La noche pasa rápida, apenas tengo sueños o pesadillas. De un momento a otro, la mañana llega, como cualquier otro día, trayendo consigo los juguetones rayos del sol que se filtran por las rendijas de las persianas. Sin embargo, lo que realmente me hace abrir los ojos, es una repentina presencia y el suave tacto de una mani en mi costado. Con un tenue gruñido, me doy la vuelta, parpadeando continuamente para habituarme a la poca luz que hay. Cuando consigo enfocar una imagen, detecto el rostro del rubiales frente a mí. Inspiro hondo por la sorpresa, y justo me viene el aroma a pan tostado y huevo. Cierro un instante para disfrutar del olor, y en lo que inspiro, siento un pinchazo de dolor en las manos al sentir que me las sujeta. Con cuidado, me incorporo para quedar sentada sobre el colchón, y me llevo una mano a los cabellos.
- Hola...-digo con la voz ronca, antes de dar un amplio bostezo.
Observo, sin en el menor gesto de dolor, el proceso de sanación. El picor del alcohol sobre las heridas molesta, pero es soportable.Cuando una de las manos termina de ser vendada, la alargo y comienzo a comer el pan, sin apartar los ojos del chico, embelesada. Este, cuando termina el chico termina, se vuelve hacia mi y corresponde, de manera silenciosa, a mi mirada, llevando sus dedos a mi rostro y acariciando con suma suavidad mi mejilla, como si temiera que al más mínimo contacto pudiera romperse cual escultura de porcelana. Cierro los ojos unos segundos, disfrutando del contacto, y ladeo la cabeza para sentir mejor el roce de su piel. El tacto de su mano, a pesar de ser áspera por las horas de trabajo en el jardín y la colmena, me resulta de lo más satisfactorio y placentero, como si cada uno de sus movimientos fuera realizado con sumo mimo.
- Yo...-susurro, mientras oculto los labios en su palma-. Estoy enferma... Y fui a buscar una cura.
No es del todo mentira, al fin y al cabo. El mal que me atormenta desde hace días es el mismo que le lleva a él a querer hacerme el desayuno, a querer cuidarme o a querer protegerme. El amor, según cuentan, es un sentimiento de afecto que te hace sentir completo... Pero en mi caso, es justamente al revés... Hacía años que no me sentía tan insegura... Tan... Frágil.
Inspiro hondo, con pesadumbre, y sin terminarme el desayuno, me levanto de las sábanas para salir y acudir al baño. Al abandonar la habitación, paso junto a Ráthalos, pero apenas lo miro... Mi mente en estos instantes está en otro planeta.
Ráthalos observa, con el rostro ensombrecido, la escena acaramelada que se da entre el hombre y la mujer. Su cabeza asoma desde el marco de la puerta, y ambos parecen tan sumidos en los ojos del otro, que no son capaces de percatarse de la posición del diablillo. Él, receloso, en un momento dado decide abrir la boca para romper el silencio y hacerse notar, pero justo en ese instante, su compañera se levanta del suelo y sale del dormitorio. El Impmon levanta una mano para retenerla, sin embargo, algo en los ojos verdes de ella hace que su pequeño corazón digital se agriete. La expresión de Zayyn, al pasar junto a él, es de un profundo sufrimiento, sin lugar a dudas. Ráthalos conoce demasiado bien a su humana como para saber que ella se odia intensamente a sí misma por haber dejado llegar a su corazón a un humano mundano...
Pero por supuesto, el demonio menor no esta dispuesto a seguir tolerando esa pantomima. Con una mueca de rabia, sin poder soportar más ver agonizar a la pelirroja, aquella que se jactaba de ser dura fría y letal como un afilado iceberg, se da la vuelta, y regresa al comedor, apretando sus puños enguantados para soportar la frustración. Allí, se reúne con la abeja del japonés, y justo en ese instante, una idea llega a su mente, como si un rayo de sol le hubiese iluminado.
Con una infernal sonrisa, el diablillo invoca una pequeña bola de fuego de uno de sus dedos, y se la lanza al insecto al trasero.
- Hola...-digo con la voz ronca, antes de dar un amplio bostezo.
Observo, sin en el menor gesto de dolor, el proceso de sanación. El picor del alcohol sobre las heridas molesta, pero es soportable.Cuando una de las manos termina de ser vendada, la alargo y comienzo a comer el pan, sin apartar los ojos del chico, embelesada. Este, cuando termina el chico termina, se vuelve hacia mi y corresponde, de manera silenciosa, a mi mirada, llevando sus dedos a mi rostro y acariciando con suma suavidad mi mejilla, como si temiera que al más mínimo contacto pudiera romperse cual escultura de porcelana. Cierro los ojos unos segundos, disfrutando del contacto, y ladeo la cabeza para sentir mejor el roce de su piel. El tacto de su mano, a pesar de ser áspera por las horas de trabajo en el jardín y la colmena, me resulta de lo más satisfactorio y placentero, como si cada uno de sus movimientos fuera realizado con sumo mimo.
- Yo...-susurro, mientras oculto los labios en su palma-. Estoy enferma... Y fui a buscar una cura.
No es del todo mentira, al fin y al cabo. El mal que me atormenta desde hace días es el mismo que le lleva a él a querer hacerme el desayuno, a querer cuidarme o a querer protegerme. El amor, según cuentan, es un sentimiento de afecto que te hace sentir completo... Pero en mi caso, es justamente al revés... Hacía años que no me sentía tan insegura... Tan... Frágil.
Inspiro hondo, con pesadumbre, y sin terminarme el desayuno, me levanto de las sábanas para salir y acudir al baño. Al abandonar la habitación, paso junto a Ráthalos, pero apenas lo miro... Mi mente en estos instantes está en otro planeta.
* * * * * * *
Ráthalos observa, con el rostro ensombrecido, la escena acaramelada que se da entre el hombre y la mujer. Su cabeza asoma desde el marco de la puerta, y ambos parecen tan sumidos en los ojos del otro, que no son capaces de percatarse de la posición del diablillo. Él, receloso, en un momento dado decide abrir la boca para romper el silencio y hacerse notar, pero justo en ese instante, su compañera se levanta del suelo y sale del dormitorio. El Impmon levanta una mano para retenerla, sin embargo, algo en los ojos verdes de ella hace que su pequeño corazón digital se agriete. La expresión de Zayyn, al pasar junto a él, es de un profundo sufrimiento, sin lugar a dudas. Ráthalos conoce demasiado bien a su humana como para saber que ella se odia intensamente a sí misma por haber dejado llegar a su corazón a un humano mundano...
Pero por supuesto, el demonio menor no esta dispuesto a seguir tolerando esa pantomima. Con una mueca de rabia, sin poder soportar más ver agonizar a la pelirroja, aquella que se jactaba de ser dura fría y letal como un afilado iceberg, se da la vuelta, y regresa al comedor, apretando sus puños enguantados para soportar la frustración. Allí, se reúne con la abeja del japonés, y justo en ese instante, una idea llega a su mente, como si un rayo de sol le hubiese iluminado.
Con una infernal sonrisa, el diablillo invoca una pequeña bola de fuego de uno de sus dedos, y se la lanza al insecto al trasero.
Re: Cómo conocí a tu madre
Me divertía ver como la chica disfrutaba de mis caricias, es una vista única en su tipo ya que ella rara vez se comporta de esta forma. De momento no hablo en relación a la respuesta que ella me dio por mi pregunta ya que claramente ella está evadiendo decir la verdad, no existe enfermedad alguna que se cure golpeando un árbol, hay algo que atormenta a esta chica y la respuesta de lo que es me evade de momento. Comienzo a acercar mi rostro al de ella, quería aprovechar este momento para poder besarla, el pensamiento de hacerlo invadía mi mente pero antes de lograr mi cometido, la chica se levanta del futón y se va al baño. La sigo con la mirada hasta que sale de mi vista, pudiendo ver que el Digimon de la chica nos observaba fijamente, pero le ignoro y como un trozo de pan tostado que la pelirroja no comió aun.
Por su parte, Funbeemon estaba viendo atentamente las caricaturas mientras comía las manzanas produciendo un sonido desagradable en el proceso. Se podría decir que los ojos del Digimon estaban desorbitados viendo la televisión como si nada más en el mundo existiese. Es entonces cuando el Digimon siente un fuerte golpe en su sección posterior seguido de un fuerte ardor. La bola de fuego que lanza el diablillo digital hace que la abeja empiece a chillar y a volar en círculos por la habitación mientras choca con las repisas y paredes, hasta incluso choca contra el retrato de Kenshi y su madre que se rompió la noche anterior y que ahora tras caer al piso quedo peor.
Apenas escucho los gritos y veo una pequeña bola de fuego volando por toda la habitación, agarro una manta, me levanto y corro para lanzar la manta sobre el Digimon y lo abrazo para asi extinguir el fuego. Sin embargo antes de poder decir nada, el Digimon se escapa de mis brazos y la manta. -¡¿Por qué hiciste eso?!- Le grita Plutón a Rathalos antes de comenzar a dispararle múltiples aguijones de acero similares a la hoja de un cuchillo cazador. -¡No, basta!- Le grito a mi Digimon quien continua disparándole al diablillo digital, pero se detiene en cuanto agarro al insecto y lo obligo a quedarse en el suelo. -¿Qué les pasa? y tu ¿por que lo atacaste?- Le digo al Diablillo digital increpándolo por el desastre producido. Funbeemon intenta escaparse de mis manos para atacar al Digimon demonio, pero aplico más presión para que no se escape y entonces estiro una mano para empujar a Impmon. -¡Vete, vete! Deja de causar problemas, maldito afeminado- Digo notando el pañuelo y guantes rosa de la criatura antes de fijarme en el marco de la foto de mi madre destrozada en el suelo, ya es la segunda vez que el rompe esa misma foto que es muy especial para mí.
Por su parte, Funbeemon estaba viendo atentamente las caricaturas mientras comía las manzanas produciendo un sonido desagradable en el proceso. Se podría decir que los ojos del Digimon estaban desorbitados viendo la televisión como si nada más en el mundo existiese. Es entonces cuando el Digimon siente un fuerte golpe en su sección posterior seguido de un fuerte ardor. La bola de fuego que lanza el diablillo digital hace que la abeja empiece a chillar y a volar en círculos por la habitación mientras choca con las repisas y paredes, hasta incluso choca contra el retrato de Kenshi y su madre que se rompió la noche anterior y que ahora tras caer al piso quedo peor.
Apenas escucho los gritos y veo una pequeña bola de fuego volando por toda la habitación, agarro una manta, me levanto y corro para lanzar la manta sobre el Digimon y lo abrazo para asi extinguir el fuego. Sin embargo antes de poder decir nada, el Digimon se escapa de mis brazos y la manta. -¡¿Por qué hiciste eso?!- Le grita Plutón a Rathalos antes de comenzar a dispararle múltiples aguijones de acero similares a la hoja de un cuchillo cazador. -¡No, basta!- Le grito a mi Digimon quien continua disparándole al diablillo digital, pero se detiene en cuanto agarro al insecto y lo obligo a quedarse en el suelo. -¿Qué les pasa? y tu ¿por que lo atacaste?- Le digo al Diablillo digital increpándolo por el desastre producido. Funbeemon intenta escaparse de mis manos para atacar al Digimon demonio, pero aplico más presión para que no se escape y entonces estiro una mano para empujar a Impmon. -¡Vete, vete! Deja de causar problemas, maldito afeminado- Digo notando el pañuelo y guantes rosa de la criatura antes de fijarme en el marco de la foto de mi madre destrozada en el suelo, ya es la segunda vez que el rompe esa misma foto que es muy especial para mí.
Kenshi Haibu
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-Espada Suchīrusutingu
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Re: Cómo conocí a tu madre
Me planto con gesto amargado frente al espejo, y observo mi reflejo adormilado mientras me atuso los cabellos, resignada. Mis cara tiene un aspecto horrible, ojeras bajo los ojos, la mandíbula caída, fruncimiento apenado... Con un suspiro, abro el grifo del lavabo y me lavo la cara a conciencia, limpiando las legañas y la suciedad que el día anterior adquirí por los correteos por el bosque. Seguidamente, hago uso del retrete, y al acabar, comienzo a vestirme con la ropa que me compré en el centro comercial. Así, al menos, me sentiré más segura, más yo, y menos dependiente del rubiales.
- ¿Qué me está pasando...?-susurro, posando mis manos sobre la pila de cerámica, apoyando todo mi peso en ella-. ¿Dónde está la Zayyn de hace siete años?
"Muriendo..."
- Calla-gruño, desviando la mirada hacia la ducha.
Abro la boca para añadir algo más, pero entonces, un estruendo al otro lado de la puerta hace que me olvide de lo que iba a decir. De un tirón, tiro de las bisagras y salgo, temiendo encontrarme a otro regimiento de DATS. Sin embargo, por suerte, no parece ser el caso. Suspiro con alivio al ver que es una regañina entre Ráthalos y el digimon abeja del humano, y sin darle más importancia, me doy media vuelta oara meterme otra vez en el baño.
Pero entonces, las palabras del rubiales, quien ha llegado junto a los dos rockies, hacen que me detenga en el sitio, clavada.
- ¡...Maldito afeminado!
Me doy la vuelta lentamente, con una mirada malhumorada. ¿Afeminado? ¿Ha llamado afeminado a MI digimon? Vale que es raro que el Impmon lleve un pañuelo y unos guantes rosas, pero yo no le insulté ni a él ni a su estúpida abeja a la cara... Además, ¿por qué maltratarle a él, cuando conmigo parece no importarle nada de lo que hago? Chasqueo la lengua, decidida a cantarle las cuarenta, pues si de mete con Ráthalos, debe de estar dispuesto a plantarme cara.
Y de repente, veo la mano del rubiales volar hacia el diablillo. Imprmon cae de espaldas sobre el tapete, derribado, y sigue siendo empujado todavía en el suelo.
Entrecierro los ojos, camino lentamente hacia el humano, con los puños apretados y la mandíbula tensa. Antes de que pueda, una vez más, ponerle una mano encima, le agarro de la muñeca y lo empujo contra la pared.
- ¿Qué te crees que estás haciendo?-siseo, enseñando los dientes como si fuera un animal, sin ser consciente, por la rabia, de mi aspecto amenazante.
- ¿Qué me está pasando...?-susurro, posando mis manos sobre la pila de cerámica, apoyando todo mi peso en ella-. ¿Dónde está la Zayyn de hace siete años?
"Muriendo..."
- Calla-gruño, desviando la mirada hacia la ducha.
Abro la boca para añadir algo más, pero entonces, un estruendo al otro lado de la puerta hace que me olvide de lo que iba a decir. De un tirón, tiro de las bisagras y salgo, temiendo encontrarme a otro regimiento de DATS. Sin embargo, por suerte, no parece ser el caso. Suspiro con alivio al ver que es una regañina entre Ráthalos y el digimon abeja del humano, y sin darle más importancia, me doy media vuelta oara meterme otra vez en el baño.
Pero entonces, las palabras del rubiales, quien ha llegado junto a los dos rockies, hacen que me detenga en el sitio, clavada.
- ¡...Maldito afeminado!
Me doy la vuelta lentamente, con una mirada malhumorada. ¿Afeminado? ¿Ha llamado afeminado a MI digimon? Vale que es raro que el Impmon lleve un pañuelo y unos guantes rosas, pero yo no le insulté ni a él ni a su estúpida abeja a la cara... Además, ¿por qué maltratarle a él, cuando conmigo parece no importarle nada de lo que hago? Chasqueo la lengua, decidida a cantarle las cuarenta, pues si de mete con Ráthalos, debe de estar dispuesto a plantarme cara.
Y de repente, veo la mano del rubiales volar hacia el diablillo. Imprmon cae de espaldas sobre el tapete, derribado, y sigue siendo empujado todavía en el suelo.
Entrecierro los ojos, camino lentamente hacia el humano, con los puños apretados y la mandíbula tensa. Antes de que pueda, una vez más, ponerle una mano encima, le agarro de la muñeca y lo empujo contra la pared.
- ¿Qué te crees que estás haciendo?-siseo, enseñando los dientes como si fuera un animal, sin ser consciente, por la rabia, de mi aspecto amenazante.
Re: Cómo conocí a tu madre
Mientras mantengo separado a los dos Digmon, la pelirroja derriba la puerta del baño de una patada, haciendo volar la puerta un par de metros para aterrizar sobre la mesa en el centro de la sala. Veo atónito como la chica continua rompiendo mi casa y además esta me agarra de un brazo para lanzarme contra la pared, haciendo que suelte a mi Digimon quien inmediatamente se lanza a atacar al diablillo digital.
-¿A qué te refieres?- Respondo molesto a la pregunta de la chica. -Tu Digimon ataco sin razón al mío... ¡y además rompiste la puerta del baño!- Le digo mientras le levanto del suelo para verla frente a frente. Durante todo este tiempo he actuado sereno, tranquilo y casi indiferente ante los actos barbáricos de la mujer, pero toda paciencia tiene un límite. -Sabes... te invite a mi casa, fui muy amable contigo e intente ser buena persona... pero lo único que he recibido a cambio ha sigo agresividad, indiferencia y una total destrucción a mi hogar- Le digo a la chica mientras pongo una de mis manos en el brazo con el que ella me sujeta para retirarlo y así poder liberarme. -No puedo creer que incluso deje pasar todos los horribles asesinatos que cometiste frente a mis propios ojos, tú no tienes consideración ni amor por nadie salvo a ti misma- Le digo mientras el Digivice en mi bolsillo se activa provocando un brillo dorado de digisoul en sobre mi mano, siendo esta la única forma en la que puedo superar la fuerza de la chica para exitosamente quitarme su mano de encima y lanzar su brazo a un lado. -Creí ver algo bueno en ti... quería convencerme a mí mismo de que no eras una maniática máquina de matar... pero solo me mentía a mí mismo, ya veo que solo eres un monstros... tu traes desgracias a quien sea que se tope contigo, incluso si esa persona ha sido buena contigo...- Finalizo así mi discurso, descargando toda mi ira y frustración de esa forma. Mi mirada y movimientos eran fríos, ahora estaba mostrando una faceta mía que rara vez sale a la luz ya que es muy difícil hacerme enojar... y cuando eso pasa es igualmente difícil lograr que me calme.
Funbeemon detiene su pelea contra Impmon y se queda viéndome incrédulo ya que el jamás me ha visto enojado antes y como un niño pequeño la abeja digital se esconde para evitar una reprimenda.
-¿A qué te refieres?- Respondo molesto a la pregunta de la chica. -Tu Digimon ataco sin razón al mío... ¡y además rompiste la puerta del baño!- Le digo mientras le levanto del suelo para verla frente a frente. Durante todo este tiempo he actuado sereno, tranquilo y casi indiferente ante los actos barbáricos de la mujer, pero toda paciencia tiene un límite. -Sabes... te invite a mi casa, fui muy amable contigo e intente ser buena persona... pero lo único que he recibido a cambio ha sigo agresividad, indiferencia y una total destrucción a mi hogar- Le digo a la chica mientras pongo una de mis manos en el brazo con el que ella me sujeta para retirarlo y así poder liberarme. -No puedo creer que incluso deje pasar todos los horribles asesinatos que cometiste frente a mis propios ojos, tú no tienes consideración ni amor por nadie salvo a ti misma- Le digo mientras el Digivice en mi bolsillo se activa provocando un brillo dorado de digisoul en sobre mi mano, siendo esta la única forma en la que puedo superar la fuerza de la chica para exitosamente quitarme su mano de encima y lanzar su brazo a un lado. -Creí ver algo bueno en ti... quería convencerme a mí mismo de que no eras una maniática máquina de matar... pero solo me mentía a mí mismo, ya veo que solo eres un monstros... tu traes desgracias a quien sea que se tope contigo, incluso si esa persona ha sido buena contigo...- Finalizo así mi discurso, descargando toda mi ira y frustración de esa forma. Mi mirada y movimientos eran fríos, ahora estaba mostrando una faceta mía que rara vez sale a la luz ya que es muy difícil hacerme enojar... y cuando eso pasa es igualmente difícil lograr que me calme.
Funbeemon detiene su pelea contra Impmon y se queda viéndome incrédulo ya que el jamás me ha visto enojado antes y como un niño pequeño la abeja digital se esconde para evitar una reprimenda.
Kenshi Haibu
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Re: Cómo conocí a tu madre
El humano se sujeta el brazo para sacarse de mi agarre, un agarre que no dejo, en ningún momento, de ejercer. En el proceso, el chico se ve obligado a soltar a su abeja, que vuela directa para atacar a Impmon. Él, para protegerse, salta hacia un lado y después le lanza una serie de patadas encadenadas.
- ¡El empezó primero! ¡Hacía un ruido muy desagradable al masticar!-chilla el diablillo, excusandose mientras vuelve a esquivar otro ataque del insecto.
Los miro un momento, y después me vuelvo hacia al rubiales. Lo miro con un furia al principio, aunque también con frustración, pues esto no habría pasado si Ráthalos se hubiera contenido un poco. No obstante, eso no le da derecho al chico a ponerse a insultar y a golpear a mi compañero. Si hay alguien que debe enseñarle modales al pequeño, esa soy yo.
- Me refiero a que no tienes ningún derecho a ponerle la mano encima-le respondo, tratando de mostrarme paciente con él, tarea no demasiado sencilla, no solo por el ruido que ambos digimons generan al pelear... Sino también por otra cosa.
Me quedo muda, literalmente, cuando, de improviso, el chico estalla en un ataque de furia y cansancio. Doy un paso para atrás, al principio intimidada por sus palabras. "Lo único que he recibido a cambio ha sigo agresividad, indiferencia y una total destrucción a mi hogar". ¿Indiferencia? ¡¿Indiferencia?! ¡¿Desde cuando un revolcón en la cama y las consiguientes caricias cuentan como algo indiferente?! Porque puedo llegar a ser una calienta-braguetas, puedo ser más puta que las gallinas, pero si de verdad fuera indiferente, ¡entonces lo habría dejado morir ya más de tres veces!
Aunque en algo tiene razón. "Tú no tienes consideración ni amor por nadie salvo a ti misma". Desde siempre he sido de las que se cuidan solas y de las que no necesitan depender de nadie. Por ende, jamás he confiado en una persona que no fuera yo misma, o Ráthalos, y tampoco he puesto la otra mejilla... Que cada uno se cuida a sí mismo, y que no me molesten a mí en el camino.
Pero lo que realmente me cabrea... No. Lo que realmente me DUELE, son sus palabras finales, su sentencia ejecutora. Aquella con la que pone fin a la discusión.
- Eres un monstruo... Traes desgracias a quien sea que se tope contigo.
Abro los ojos al tope. Mi expresión ya no es de furia, de rabia, o de cualquier otra emoción agresiva... Retrocedo otro paso, al tiempo que diversas emociones surcan mi rostro. Primero sorpresa, luego shock, después una honda tristeza... Sin embargo, esta última apenas dura, pues es rápidamente sustituida por la furia y el odio. Avanzo los dos pasos que di hacia atrás anteriormente, envuelvo mi puño en una densa capa de digisoul rojo y negro, y, con un sonido retumbante, incrusto los nudillos en la pared, peligrosamente cerca del rostro del rubiales. El impacto hace que la casa tiemble levemente, pero aún no ha acabado. Sin despegar la mano izquierda de la pared, desciendo la derecha hasta mi cintura, y de ella extraigo la daga que hacía apenas un día había recuperado del subsuelo... Mis ojos verdes brillan con un matiz cruel y malvado, antes de plantar la parte plana de la hoja en su cuello.
- ¿Recuerdas la historia de antes? ¿La parte del laboratorio? Pues hay algo que no te he contado...-me inclino sobre él y cuando mis labios están junto a su oído, susurro-. Cuando los maté a todos... Sentí lo mismo que he sentido contigo en la cama...-pausa-. Placer-dejando claro que solo ha habido eso entre nosotros y nada más, de un suave mordisco, tiro muy levemente del lóbulo de su oreja, y continúo-. Y no solo maté a hombres... También a mujeres, y a críos no mucho más mayores que yo en esa época...-vuelvo a separarme para mirarlo a los ojos fijamente, algo en mis iris verdes hace que parezca como si estuviese viendo su alma-. Soy un monstruo, tú lo has dicho. Y como tal, debo hacerme respetar... No te mataré, tranquilo... Solo voy a hacer de tu vida un auténtico infierno... Quién sabe... Quizas te rompa los brazos y las piernas y te deje ver como torturo infinitamente a ese insecto al que llamas "hijo".
Aparto la daga de su blanca piel, mientras me separo de su cuerpo casi con reticencia, como si deseara quedarme un tiempo más a atormentarlo. Lo miro unos dos segundos, antes de clavar mi atención en Ráthalos.
- Recoge las cosas. Nos largamos de esta chabola-escupo con desprecio, y recojo mis espadas y mi digivice que dejé el dia anterior en un rincón. Sin una sola palabra de despedida, salgo al jardín, mirando al frente, seguida poco después del diablillo, quien me tiende las gafas de aviador que adquirí junto a mi ropa-. Quema la casa-le ordeno en un murmullo para que nadie más lo oiga, al tiempo que me las pongo y comienzo a caminar en dirección a la ciudad.
Él, sin rechistar, invoca en cada uno de sus dedos una llamita ardiente que posteriormente vuela junto a sus hermanas al tejado de la cabaña de madera. El humo empieza a alzarse en el cielo, puedo olerlo desde mi posición. Por eso no necesito darme la vuelta para saber que, tal y como sucedió en Rusia hacía siete años, la vivienda se encuentra en llamas.
- ¡El empezó primero! ¡Hacía un ruido muy desagradable al masticar!-chilla el diablillo, excusandose mientras vuelve a esquivar otro ataque del insecto.
Los miro un momento, y después me vuelvo hacia al rubiales. Lo miro con un furia al principio, aunque también con frustración, pues esto no habría pasado si Ráthalos se hubiera contenido un poco. No obstante, eso no le da derecho al chico a ponerse a insultar y a golpear a mi compañero. Si hay alguien que debe enseñarle modales al pequeño, esa soy yo.
- Me refiero a que no tienes ningún derecho a ponerle la mano encima-le respondo, tratando de mostrarme paciente con él, tarea no demasiado sencilla, no solo por el ruido que ambos digimons generan al pelear... Sino también por otra cosa.
Me quedo muda, literalmente, cuando, de improviso, el chico estalla en un ataque de furia y cansancio. Doy un paso para atrás, al principio intimidada por sus palabras. "Lo único que he recibido a cambio ha sigo agresividad, indiferencia y una total destrucción a mi hogar". ¿Indiferencia? ¡¿Indiferencia?! ¡¿Desde cuando un revolcón en la cama y las consiguientes caricias cuentan como algo indiferente?! Porque puedo llegar a ser una calienta-braguetas, puedo ser más puta que las gallinas, pero si de verdad fuera indiferente, ¡entonces lo habría dejado morir ya más de tres veces!
Aunque en algo tiene razón. "Tú no tienes consideración ni amor por nadie salvo a ti misma". Desde siempre he sido de las que se cuidan solas y de las que no necesitan depender de nadie. Por ende, jamás he confiado en una persona que no fuera yo misma, o Ráthalos, y tampoco he puesto la otra mejilla... Que cada uno se cuida a sí mismo, y que no me molesten a mí en el camino.
Pero lo que realmente me cabrea... No. Lo que realmente me DUELE, son sus palabras finales, su sentencia ejecutora. Aquella con la que pone fin a la discusión.
- Eres un monstruo... Traes desgracias a quien sea que se tope contigo.
Abro los ojos al tope. Mi expresión ya no es de furia, de rabia, o de cualquier otra emoción agresiva... Retrocedo otro paso, al tiempo que diversas emociones surcan mi rostro. Primero sorpresa, luego shock, después una honda tristeza... Sin embargo, esta última apenas dura, pues es rápidamente sustituida por la furia y el odio. Avanzo los dos pasos que di hacia atrás anteriormente, envuelvo mi puño en una densa capa de digisoul rojo y negro, y, con un sonido retumbante, incrusto los nudillos en la pared, peligrosamente cerca del rostro del rubiales. El impacto hace que la casa tiemble levemente, pero aún no ha acabado. Sin despegar la mano izquierda de la pared, desciendo la derecha hasta mi cintura, y de ella extraigo la daga que hacía apenas un día había recuperado del subsuelo... Mis ojos verdes brillan con un matiz cruel y malvado, antes de plantar la parte plana de la hoja en su cuello.
- ¿Recuerdas la historia de antes? ¿La parte del laboratorio? Pues hay algo que no te he contado...-me inclino sobre él y cuando mis labios están junto a su oído, susurro-. Cuando los maté a todos... Sentí lo mismo que he sentido contigo en la cama...-pausa-. Placer-dejando claro que solo ha habido eso entre nosotros y nada más, de un suave mordisco, tiro muy levemente del lóbulo de su oreja, y continúo-. Y no solo maté a hombres... También a mujeres, y a críos no mucho más mayores que yo en esa época...-vuelvo a separarme para mirarlo a los ojos fijamente, algo en mis iris verdes hace que parezca como si estuviese viendo su alma-. Soy un monstruo, tú lo has dicho. Y como tal, debo hacerme respetar... No te mataré, tranquilo... Solo voy a hacer de tu vida un auténtico infierno... Quién sabe... Quizas te rompa los brazos y las piernas y te deje ver como torturo infinitamente a ese insecto al que llamas "hijo".
Aparto la daga de su blanca piel, mientras me separo de su cuerpo casi con reticencia, como si deseara quedarme un tiempo más a atormentarlo. Lo miro unos dos segundos, antes de clavar mi atención en Ráthalos.
- Recoge las cosas. Nos largamos de esta chabola-escupo con desprecio, y recojo mis espadas y mi digivice que dejé el dia anterior en un rincón. Sin una sola palabra de despedida, salgo al jardín, mirando al frente, seguida poco después del diablillo, quien me tiende las gafas de aviador que adquirí junto a mi ropa-. Quema la casa-le ordeno en un murmullo para que nadie más lo oiga, al tiempo que me las pongo y comienzo a caminar en dirección a la ciudad.
Él, sin rechistar, invoca en cada uno de sus dedos una llamita ardiente que posteriormente vuela junto a sus hermanas al tejado de la cabaña de madera. El humo empieza a alzarse en el cielo, puedo olerlo desde mi posición. Por eso no necesito darme la vuelta para saber que, tal y como sucedió en Rusia hacía siete años, la vivienda se encuentra en llamas.
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