El despertar de un nuevo mal. Primera parte.

La ciudad de Los Ángeles amaneció tranquila, con su solecito alzándose por el horizonte, lentamente, llenando las calles de un leve resplandor rojizo y madrugador Poco a poco, la oscuridad de la noche desaparecía, dando lugar al nacimiento de un nuevo día. Un día tranquilo para muchos, pero no tanto para otros...

Eso era lo que le esperaba a Yamato, otro día de torturas, e iba a seguir así hasta que Kenshi despertara... Después de eso, le pondría a mi chico en bandeja de plata a aquel que le había dejado en ese estado. Porque al menos esperaba que quisiera vengarse un poquito... Después de haberle visto tan furioso aquella ven en aquel entrenamiento, ¿quien no se esperaba revancha por su parte hacia su hermano?

- ♫♬♪ ~-me materialicé en la casa, y después de regresar a mi forma humana, crucé los pasillos, la cocina, hasta llegar al sótano, abrir la puerta y bajar las escaleras después de tirar del cordoncito que colgaba de la bombilla para iluminar la estancia. Esbocé una sonrisa burlona, al ver de nuevo a aquel sujeto, tirado en el suelo, encadenado sin poder escapar a la pared. Continué silbando alegremente, pero en vez de dedicarme enseguida a hacerle compañía al japonés, me acerqué primero a una cadena de música vieja que había sobre una mesita, y metí uno de los CD's que había en uno de los disquetes de al lado. Apreté un par de botones, y pronto la música llenó cada rincón de la habitación.

cancion ~owo~:

La música empezó con los típicos sonidos de alguien que intenta encenderse un cigarro, así que yo hice lo propio. Agarré una silla vieja y metálica que había en un rincon y la coloué con el respaldo por delante frente al humano, sentandome a horcajadas en ella. Mientras tarareaba la canción, me encendí, de manera despreocupada y a mi ritmo, un cigarro, llevándolo a los labios después.

- Somebody mixed my medicine ~-solté un ronroneo cuando el sabor del tabaco llenó mis pulmones. Miré a Yamato, sonriéndo, y como quien no quiere la cosa, dije- Sí, creo que olvidé tomarme mis pastillas-Solté una risa desdeñosa, y expulsé el humo en su cara. Después, con el tabaco en la boca, chasqueé los dedos de una mano, y del guante que llevaba en la mano izquierda surgió una especie de serpiente hecha de cuchillas, que chispeaban cono si estuvieran en alto voltaje.

Alcé la barbilla, esbozando un amago de sonrisa mientras veía a la cadena de cuchillas acercarse de manera serpenteante al humano, como subía por su pierna y como, al entrar en contacto con su piel, comenzaba a darle descargas eléctricas, no peligrosas, pero si dolorosas para él. Sin embargo, no pasaron ni siquiera dos minutos, antes de que ese estúpido se desmayara, chafándome a mí la diversión. Fruncí los labios, chasqueando la lengua, pero retiré la serpiente de cuchillas hasta introducirla de nuevo en el guantelete, y me levanté del asiento.

- Patético-apagué la minicadena, y salí del sótano, dejando a ese fracasado más solo que la una de nuevo. Nuevamente hice uso de las habilidades de Scathmon y me teletransporté a Japón, justo en la esquina de uno de los pasillos del hospital en donde estaba Kenshi, justo en ese mismo piso.

El ambiente en el hospital se ve agitado, hay muchas personas de blanco corriendo de aquí para allá, debía ser un día atareado y como prueba de eso, al lado de Zayyn, pasan dos médicos tirando de una camilla en la que hay una persona tapada completamente con una sabana blanca y evidenciando el final de sus días y cuyo destino final es la morgue del hospital.
La puerta de la habitación de Kenshi esta entreabierta y en su interior no hay nadie, la camilla esta vacía, las máquinas apagadas y no se escucha sonido alguno salvo los procedentes del exterior de la sala, ni siquiera Ryudamon se encontraba en esa habitación, sin embargo las pertenencias de Kenshi aun están en la caja sobre la mesa, por lo que no quedan dudas de que es la sala correcta.
Sin embargo Kenshi no se había ido, el seguía en ese sitio, en el baño para ser exactos. El había despertado hace unas horas y desde entonces el ha estado en el baño bebiendo agua del grifo con compañía de Ryudamon a quien apenas ha notado su presencia ya que el solo lo esta viendo en silencio.

Hice terminar la evolución, con un pequeño brillo siniestro. Fue una suerte que nadie me viera, pero aunque lo hubieran hecho me daba igual. ¿Quién iba a creer a un loco paracóico que veía visiones? Y más estando en un hospital, así que me era indiferente. Caminé por el pasillo, recordando el recorrido para reencontrarme con Kenshi, o con su cuerpo en estado de coma. Cuando giraba por otro pasillo, me topé justo de frente con un grupo de médicos que llevaba una camilla, con un cuerpo siendo tapado por una manta. Le dirigí una larga mirada, pensativa, pero al mismo tiempo temerosa, y un reciente presentimiento me caló los huesos. Con el corazón practicamente en la garganta, me di media vuelta y corrí sin demora a la habitación de Kenshi, derrapando justo enfrente de la puerta por la velocidad. Entré de manera brusca, prácticamente empujando la puerta y haciendo que esta chocara contra la pared al girar sobre sus bisagras.

Mis ojos se abrieron de golpe, quedando desorbitados, las pupilas apenas eran dos pequeños puntos casi negros. Caí de rodillas sobre el suelo, de manera desanimada e impotente, sin poderme creer lo que estaba viendo. La cama de Kenshi estaba vacía... El chico no se encontraba tumbado sobre ella... No podía ser que... No...

- No...-mis ojos miraron el suelo, defraudados, desilusionados, apenas mostrando ningún otro sentimiento aparte de la desesperación y la tristeza. Pronto, mis lagrimales se llenaron de agua, de perlas de dolor y soledad.

Vuelvo a abrir la llave del agua para beber un poco mas de agua, tenia la boca y la garganta seca, además de tener una sed impresionante como si no hubiese bebido nada en días. Luego de beber un poco, cierro el grifo y miro directamente al piso, me sentía débil y adolorido. Finalmente noto algo extraño en el baño, un Digimon que me mira fijamente -¿Quien eres?- Le pregunto al pequeño ser con armadura, quien me mira, ladea la cabeza y me responde -Soy tu nuevo Digimon acompañante... maestro- Dice la criatura, cosa que me hace verla fijamente algo incrédulo -¿Que?- Pregunto confuso pero antes de escuchar la respuesta, vuelvo a abrir la llave del agua para seguir bebiendo. -Eres mi maestro, me enseñaras a ser un guerrero- Responde el Digimon, pero yo sigo con lo mío.

En un instante sentí como todo mi mundo se desmoronaba. Mi principal pilar en la vida, Kenshi, se había esfumado para siempre. Aquel por el que había dejado a un lado mis intentos de suicidarme... ya no estaba. Había muerto, por mi culpa. Nuevamente, la historia se repetía.

Solté un jadeo, y sentí como mi estómago se revolvía violentamente. Tuve ganas de vomitar, pero entonces, un ruido en el baño, me hizo alzar la vista. Con los ojos llorosos y enrojecidos, me pensé que todavía había alguien limpiando la habitación que había aprovechado para echar una meadita. ¡A, qué bien! ¡Falta de sensibilidad a tope! Me levanté, furiosa, para echar a patadas a quien fuera que fuese, y de manera violenta, abrí la puerta, con el rostro crispado del enfado.

Pero la expresión de odio que prometía maldecir de todas las formas posibles a quien hubiera allanado la habitación, fue sustituída instantáneamente por una de absoluta estupefacción. Nadie había allanado la habitación. Él único con derecho a encontrarse allí, en realidad nunca había salido... Kenshi estaba frente a mí, bebiendo agua del grifo con avidez, y Ryudamon le miraba desde el suelo.

- Ke...-sentí la misma sensación que sentiría cualquier persona al recibir un bálsamo de agua fría en mitad del desierto. Por un momento pensé que estaba soñando, y me pellizqué en el brazo para despertar, pero el dolor estaba presente, no abría los ojos, pues los había tenido abiertos todo el tiempo-. ¡¡Kenshi!!

Me abalancé, prácticamente, sobre él, abrazándole con fuerza, separándole del lavabo. Sin dejarle tiempo para reaccionar, llené todo su rostro de besos, me fundí con él, le acaricié el pelo con los dedos, notando su suave tacto en ellos, y me llené del aroma a miel que emanaba siempre. Las lágrimas que ahora derramaba, no eran de tristeza, sino de alegría. Me sentía completamente aliviada, contenta, exuberante... Eufórica a más no poder. No puedo describir con palabras todo lo que sentí en esos momentos... me quedaría corta.

- Kenshi... Mi amor...-gimoteé-. No sabes lo preocupada que estaba... Cúanto te he echado de menos...-me separé de él y lo besé apasionadamente en los labios, agarrando con la diestra el cabello de la nuca, aunque no con demasiada fuerza-. Te amo... Te amo más que a mi vida...

Antes de darme cuenta de nada, soy atacado con incesantes besos y caricias por parte de una familiar y amada chica pelirroja. Sin embargo sus abrazos presionan mi cuerpo y me hace sentir un fuerte dolor en el pecho -Duele, duele- Digo cuando ella se separa un poco de mi y entonces me agarro el pecho con una mano, pudiendo sentir asi que tengo un parche por debajo de mi ropa, o bata para ser exacto. -¿Que me paso?- Digo antes de abrazar a la chica con mi brazo libre. Estaba desconcertado, lo ultimo que recuerdo es despertar en la camilla, unos doctores que me examinan por un corto tiempo y luego entrar al baño a beber agua. -No recuerdo que me paso- Le digo a la chica antes de acariciar débilmente su cabello y de besarla en en los labios. Entonces me separo de la chica y bajo la bata desde el cuello para entonces ver el parche sobre mi pecho, el cual toco y me hace retorcerme de dolor -Duele- Digo apretando mucho los dientes y los puños.

Mis ojos verdes estaban más brillantes que de costumbre, radiantes de alegría y de alivio. Quería estar abrazada a Kenshi todo el tiempo posible, pero bien sabía que no iba a poder hacerlo por siempre, y cuando se quejó de dolor, me separé rápidamente, preocupada, viendo cómo se llevaba una mano al pecho. Le tomé de los dedos, mientras le besaba de nuevo para tratar de mitigar su dolor.

- Has... estado en coma durante diez días...-susurré al separarme-. Después de que... bueno, de que discutiéramos en el restaurante, tú fuiste para hacerme entender, y antes de que pudieras detenerme... Yamato llegó y te disparó...-mis palabras se tiñeron de odio y rencor. Solo recordar ese suceso me hervía la sangre de las venas... me daban ganas de volver a Los Ángeles para matarlo-. Ese bastardo...

Volví a prestar atención a Kenshi, justo cuando el pobre se retorcía de dolor otra vez. Me preocupé, y le aparté las manos de la herida, mientras tiraba de él hacia la habitación y le obligaba a sentarse en la cama.

- ¡Mi cosa bonita! No hagas esfuerzos, amor-me senté a su lado y le besé en la mejilla-. Tienes que recuperarte pronto, y para eso has de estar tranquilo.

Tomé su mano entre las mías y la acaricié con dulzura, sonriendo con alegría reflejada en mis ojos. En ese mismo momento recordé algo, y me metí la mano por el cuello bajo la camiseta que me había puesto ese día, sacando el colgante que el mismo Kenshi me quiso regalar el día del incidente.

- Es... muy bonito...-bajé la mirada, entristecida a la par que avergonzada-. Yo... siento mucho haber dudado de tí... Si no hubiera sido por mis celos, ahora no tendrías que estar sufriendo...

Cuando Zayyn me toma de las manos y me menciona lo que había pasado, siento que algo se rompe dentro de mi al mismo tiempo que siento un balde de agua fría en la cabeza, había estado diez días en coma, perdí diez días de mi vida todo debido a que Yamato me disparo, mi hermano, mi hermano menor. Ante la noticia, abro los ojos como platos, me pierdo en mis pensamientos, empiezo a ver a la nada y mi rostro palidece. Dejo de prestar atención a lo que me dice Zayyn, no me doy cuenta de que ella me lleva a la camilla para que me recueste.
Es entonces cuando recuerdo lo que ocurrió, la discusión con Zayyn, salgo del restaurante y entonces veo a Yamato apuntándome con un arma, seguido de oscuridad y de sueños extraños que parecían interminables. No puedo evitar ponerme a llorar, yo se que mi hermanito me odia pero que intentara matarme...
-Hermano- Digo en voz baja entes de dirigir la mirada a Zayyn quien me muestra que lleva puesto el collar que le regale. Estiro una mano para acariciar la mejilla de la chica, es entonces cuando me doy cuenta de que me están temblando las manos, debida la tristeza, a que aun estoy débil después de despertar del como y además por la ira. -Amor... no te culpes... te amo- Le digo antes de sentarme en la cama para poder abrazarla con toda la fuerza que tengo y no tengo intenciones de soltarla. -Tuve unos sueños muy extraños que jamás terminaban... soñé mucho con tigo... vivamos juntos en una isla... en una casa enorme para nosotros... era lindo pero lo peor de todo es que sabia que era un sueño- Le digo mientras le acaricio el cabello, pero al terminar de hablar, la suelto y me desplomo en la cama -Siento que hablo tonterías... aun estoy mareado, no estoy del todo despierto... apenas me den el alta quiero ir a ver a mi madre en el dijo… debí darle un susto...- Digo antes de cerrar los ojos a la vez que tomo la mano de la pelirroja.

Nada más vi el rostro de dolor y las lágrimas que de sus ojos azules caían, se me cayó el alma a los pies. Lo abracé con fuerza, correspondiendo a sus caricias y sintiendome tremendamente culpable. No parecía que Kenshi tuviera ganas de separarse de mí, pero yo tampoco, así que mientras él hablaba yo empecé a besarle tras la oreja de manera cariñosa. Sin embargo, mis ojos reclamaban sangre y venganza contra Yamato, no por mi parte, sino por la de Kenshi.

Me separé de él cuando aflojó su abrazo, y con mirada triste le vi tumbarse sobre el colchón de la camilla. Me quedé pensando en el sueño que me relataba, y noté un deje de resignación cuando dijo que se terminó el sueño. Ladeé la cabeza, ocurriéndoseme una idea. Tenía que compensar a Kenshi, primero por el regalo que me había hecho, y después por lo que le había ocurrido por mi culpa.

- Kenshi...-ms senté en la camilla y me recosté a su lado, mirandle con la cabeza girada y sonriendo. Mis ojos brillaron de forma extraña, llenos de diversión y promesas. Las siguientes palabras que le dije, fueron en apenas un susurro, un ronroneo-. Love... ¿Cuán dispuesto estarías a vengarte?

Me mantuve en silencio los segundos siguientes, mientras le miraba a los ojos fijamente. Estaba contenta por tenerle bien, de nuevo junto a mí- Pero también me preocupaba que no estuviera de acuerdo con mis recientes actividades. Por ello, traté de sonar lo más arrulladora posible. Si conseguía que Kenshi me siguiera, no solo contaría con más ayuda... También me sentiría más segura a su lado.

- Y... algo más pasó cuando tu estabas en coma...-comencé a decir-. Derrumbaron la Estatua de la Libertad...

Abrazo a la pelirroja en cuanto ella se acuesta a mi lado, me acurruco en ella y la beso, estar asi a su lado me relaja. Pero entonces ella menciona si estoy dispuesto a vengarme, estuve tentado a decir que no, es mi hermano, el hermano que intento asesinarme y por poco lo logra. Abrazo fuerte a Zayyn, pero ese no era un abrazo cariñoso, si no uno frió y lleno de enojo -Ojo por ojo...- Es lo único que digo sin separar aquel abrazo y cuando ella menciona que la estatua fue derribada, me sorprendí, era una noticia impresionante, pero me costaba creerla después del dudoso atentado al world trade center. Debieron pasar muchas cosas después del diez días, pero saber las noticias no es mi prioridad ahora -Después me cuentas las noticias...- Le digo tranquilamente y mientras mas lo pienso, mas creo que Zayyn esta involucrada en lo de la estatua, ella tiene el poder para eso y ahora me lo cuenta ahora, pero es mejor no sacar conclusiones apresuradas. -Espero me den el alta rápido... no quiero pasar mas días en este sitio... y espero que me receten algo para el dolor- Digo antes de llevarme una mano al pecho, con cuidado de no tocar la herida que me arde como si fuera una quemadura.

Correspondí con una sonrisa al beso de Kenshi mientras me abrazaba y yo le correspondía. Le acaricié el suave pelo, pero cuando mencionó el "ojo por ojo", sentí que me apretaba con más fuerza, quizás por sentir la rabia y la ira de haberse sido traicionado por su propio hermano. No me molestó su apretón, yo era fuerte y podía resistir eso y mucho más, pero lo que si hice es sonreí de manera malévola, mirandole con una mueca burlona.

- Me complace que me digas eso... Porque tengo una sorpresa para tí...-le besé con suavidad, lamiendo sus labios con regocijo, y seguidamente me separé para levantarme de la cama. Tiré de sus manos para ayudarlo a incorporarse-. Te mostraré lo que es... Pero antes debo hablar con el médico...

Un médico entre a los instantes después de que Zayyn dijo que debía hablar con uno -¿Espero no interrumpir nada pero tengo que hacer mi trabajo- Dice el doctor mientras revisa unos papeles. Por mi parte, empiezo a retorcerme de dolor cuando Zayyn ayuda a levantarme, sentí como si mi herida se hubiese abierto y para intentar aminorar el dolor, me recuesto en la camilla y me llevo ambas manos a la zona de la herida. -Duele- Digo apretando puños y dientes.

Alcé la mirada en cuento una presencia se aventuró a la habitación, y con una sonrisa burlona me separé de Kenshi. Empezaba a pensar que tenía poderes de invocación o de adivinación; siempre que pensaba en alguien, este aparecía. Fui a a hablar con el médico, pero entonces, como si la mera distancia que nos separaba a Kenshi y a mí le doliera, el chico abeja se encogió sobre sí mismo y se quejó. Dirigí mi mirada hacia él, preocupada, pero después me obligué a actuar de una vez por el bien de mi chico. No iba a dejar que se quedara en ese lugar, tenía que estar conmigo TODO el tiempo. No iba a arriesgarme a dejarle solo, indefenso y herido. Pero tampoco podía quedarme con él siempre en el hospital, por lo que mi única opción se resumía en llevarlo conmigo.

- Espera un momento, Kenshi...-le besé de nuevo, esta vez en la nariz, y ahora sí, me acerqué al médico, cerrando la puerta y atrancándola con una silla. Iba a dejarle a ese hombre las cosas claras-. Vamos a hablar seriamente, doc. Voy a llevarme a Kenshi ahora, no voy a arriesgarme a dejarlo aquí a merced de cualquiera. Pero no puedo llevármelo sin que le den el alta, por lo que me veo obligada a actuar antes de tiempo...-me llevé una mano al interior de la chaqueta, y antes de mostrar una pistola metida en un compartimento interior, me aseguré concienzudamente de estar de espaldas a cualquier cámara de seguridad que hubiera-. Y usted va a ayudarme... Quiero el alta, y la receta de esas pastillas que usan para mitigar el dolor cuando un paciente recibe un balazo como ese...-inspiré hondo, cerrando ls ojos un momento. Luego los abrí y observé la plaquita de identificación que llevaba enganchada a la bata-. Y si usted se niega... Señor Kimoto... digamos que podría suplantarle a él en la camilla.

Esperé a ver su reacción, y con una media sonrisa, presencié cómo el médico se ponía pálido, y como sacaba un boli y unos papeles de un cajón al lado de la camilla. Esperé con calma, hasta que me hubo dado los documentos pertinentes, con el rostro repleto de gotitas de sudor.

- Uhm... Excelente... Puede marcharse ya... ¡Ah!-con esa última exclamación detuve al hombre, que comenzaba a retirar la silla de la puerta-. Supongo que no hace falta recordarle que la conversación no ha de salir de este cuarto.

Solté una pequeña risa desdeñosa, al ver como asentía energéticamente, y cómo se marchaba de allí. Me di la vuelta después, y tomé una de las manos de Kenshi como si nada de aquello hubiera pasado. Comencé a retroceder, con una mano extendida hacia el chico y una sonrisa en el rostro, en una clara invitación para que me siguiera.

- Ven... Te mostraré...-murmuré, enigmática, mientras me transformaba en Scathmon y dibujaba un portal en el aire con la espada-. Crúzalo, nos vamos a Los Ángeles...

Sabia cuales eran las intenciones de Zayyn cuando se aproxima de esa forma hacia el medico para "hablar", sabia que esa era la señal de que era hora de irse. Mientras ellos hablan, yo alcanzo la bolsa con mi ropa ensangrentada y entro con ella al baño para cambiarme de ropa y dejar la bata de holpital sobre la camilla. Para cuando salgo del baño, el medico ya se fue y la pelirroja me toma de la mano antes de transformarse en Digimon para abrir un portal. -Los Ángeles... ¿por que no vamos a la cabaña, ocurrió algo?... dime que no se quemo- Le digo a Zayyn algo preocupado, pero antes de que nadie pueda decir algo, Ryudamon sale corriendo del baño y salta hacia el portal, siendo el primero en cruzarlo. -Me agrada... ¿Es cierto que es mi Digimon o es tuyo?... sinceramente siento que seria como reemplazar a Plutón- Digo mirando fijamente el portal y sin mas contratiempos, lo atravieso, apareciendo en un salón de una casa. -Hola- Dice Ryudamon al verme mientras que salta sobre un sofá.

Una vez hubieron cruzado Kenshi y Ryudamon, sonreí de manera leve, di una mirada a la habitación, e hice que una sombra destrozara las cámaras de seguridad, así como lo que podrían haber grabado. Hecha esa última tarea, crucé el portal, y una vez en mi casa, tomé mi apariencia humana de nuevo. Me coloqué junto a Kenshi, tomándole de la mano, y sonreí.

- Tranquilo, la cabaña está bien... Pero aquí hay algo que te va a gustar-saqué un pañuelo de un bolsillo y le tapé los ojos con él. Luego empecé a dirigirle por la casa, hasta llegar a la cocina-. Ryudamon es tu nuevo compañero. No temas reemplazar a Plutón, seguro que algún día volverá.

Solté una pequeña risa, abrí la puerta del sótano y entré, tirando suavemente de Kenshi y avisándole de que había escalones. La habitación estaba a oscuras, así que no pude ver a Yamato al principio, pero no me preocupó. Coloqué a Kenshi sentado en el sofá, con cuidado de que no se hiciera daño, y después me puse a su espalda para quitarle la venda y encender al mismo tiempo la luz, de un tironcito de la cuerda que pendía del techo.

- ¡TA-DAAA!-exclamé, extendiendo los brazos hacia...- ...

¿DÓNDE ESTABA YAMATO? ¿Dónde estaba ese hijo de puta que había estado a punto de silenciar a Kenshi para siempre? Porque allí en el sótano no se encontraba, no... Allí sólo quedaban dos tristes cadenas sueltas y esparcidas por el suelo. Ni rastro de ese desgraciado mamonazo.

- ...-por el momento no tuve palabras para expresar cómo me sentía. Mi cara era oficialmente de póker, y mis dedos se doblaban lentamente, como si tratasen de averiguar de esa forma qué era lo que había pasado-. Hijo de puta, ¿cóMO HA CONSEGUIDO ESCAPAR? ¡¡JURO QUE LO MATARÉ SI LO VUELVO A VER!! ¡¡COBARDE!! ¡¡CABRONAZO!!- al final acabé golpeando la pared con los puños envueltos en digisoul, haciendo que la casa retumbara y que la pared ganara unas bonitas grietas.

Comprendí que esta era la casa de Zayyn en su país natal, parece un buen cambio el vivir con ella por un tiempo, sin embargo antes quiero ver a mi madre. Pero me empiezo a preocupar cuando la pelirroja me venda los ojos y empieza a guiarme por la casa -Cuidado, estoy recién salido del hospital- Dige sintiendo que estoy bajando escaleras para finalmente acabar sentado en un sofá y finalmente la chica me quita la venda y enciende la luz para mostrarme emocionadamente una pared con cadenas. Inmediatamente mi mente se va a dos posibilidades las que ambas me asustan bastante. -Zayyn... sabes que no me gusta hacer eso, no insistas... se que no estuve por diez días pero al menos espera a que me tome los analgésicos, estoy saliendo del hospital- Digo medio en serio y medio en broma, pero ella no se lo toma muy en broma ya que se pone a gritar y a golpear la pared, cosa que me indica que es otra cosa lo que esta pasando de la que me doy cuenta. -Entiendo...- Digo antes de levantarme del asiento con la mirada ensombrecida mientras aprieto fuerte los puños -¿Tenias a Yamato aquí encadenado? ¡¿a mi hermano?!- Digo enojado -Zayyn... ¿como creías que reaccionaria al saberlo?... es mi hermano... mi hermano menor, se que el maldito intento matarme... me disparo y acabe en coma por diez días...- Dejo de hablar por que empiezo a sentir un fuerte dolor en el pecho que me obliga a sentarme en el sofá -Maldicion... Zayyn... amor... gracias, se que te preocupas por mi y aprecio mucho esto... pero tu sabes que soy un samurai, si quiero buscar venganza la buscare yo con espada en mano, no me gustaría... matar... a mi hermano encadenado a una pared...- Digo antes de sacarme la chaqueta y camiseta manchadas de sangre seca para quedar con el pecho desnudo y dejando ver el parche sobre la herida-Me entrara una infección si sigo con eso puesto- Digo aun molesto y luego me paso la mano por el mentón para sentir la corta barba que me creció durante mi extenso sueño en el hospital, las enfermeras aseaban y afeitaban a todos los pacientes, pero eso ya fue hace unos días. Mis uñas también estaban algo largas. -Quiero bañarme y necesito ropa... hmm... dime algo... ¿tu eres responsable de la caída de la estatua?- Le pregunto a Zayyn con una mirada serena, ya no estaba enojado, mis emociones eran fugaces y algo extrañas.

Ignoré las primeras protestas de Kenshi, mientras, furiosa, me desahogaba con la pared. Sé que las cadenas se podían interpretar de otra manera, pero en ese momento no tenía tiempo para eso. Y mucho menos para la bronca que me siguió después. El chico rubio parecía enfadado al adivinar que había tenido a su hermano pequeño encarcelado, pero más enfadada estaba yo. No sólo se había librado de mí de nuevo, sino que me había dejado en ridículo frente a Kenshi.

Resoplé con irritación, y me dejé caer sobre el sofá, con los brazos cruzados y la mirada ceñuda. Traté de calmarme un poco, así que, con leve molestia, miré al chico junto a mí, y le acaricié el rostro con una mano, suavemente. Acerqué mis labios a los de él y lo besé con suavidad; luego me separé y le dirigí una mirada de resignación.

- Tú verás lo que haces, Kensh-quise añadirle que no había podido contenerme y que por eso lo había secuestrado, pero no creí que fuera oportuno en ese momento. Después, cuando se quitó la camiseta ensangrentada, mostrando su pecho, me percaté de que tenía razón. Tomé su mano y volví a instarle que se levantara para salir de allí-. Te curaré, pero no aquí, no es el lugar apropiado.

Subí las escaleras, llevando al rubiales conmigo. Una vez en la cocina, le indiqué que se sentara en una silla, mientras yo abría uno de los armarios y comenzaba a sacar vendas y algunas plantas cortadas. Dejé las primeras sobre la encimera, y me puse manos a la obra con las hierbas; con un mortero, empecé a machacarlas para crear una cataplasma.

- Esto te aliviará un poco... Vete quitándote el viejo vendaje-Murmuré, trabajando distraídamente. Sin embargo, me detuve de golpe al escuchar hablar a Kenshi sobre la estatua. Me puse algo tensa, pero me obligué a relajarme. Había sido yo quien le había contado aquello, y conociéndome, no era difícil atar cabos. Con un suspiro, me volví-. Eres muy agudo, chico abeja...

Continué, en completo silencio, creando la masa curativa, hasta que, con un par de golpecitos más, ya estuvo lista. Me acerqué a Kenshi y empecé a esparcir la masa por su pecho, con cuidado de no hacerle daño. Ahí decidí explicarle las cosas con calma.

- Han pasado muchas cosas desde que entraste en coma, y algunas no son fáciles de explicar-dije sin mirarle directamente a los ojos, aunque luego sí que lo hice-. Al principio, el primer día, me puse a pensar que el mundo no era un buen lugar para mí... Después me negué en redondo a exiliarme al Digimundo por unos estúpidos humanos... Sin ofender, tú eres el único que se salva-esbocé una leve sonrisa, nerviosa, pero confiada-. Este mundo necesita un cambio drástico, Kenshi, y yo se lo voy a dar. Hay demasiada corrupción, demasiados engaños. Mientras esto siga así, no vamos a poder avanzar-cerré los ojos-. Pero no puedo hacer nada sin poder... Es por eso que hice mi pacto.

Terminé de hablar y me mantuve callada por unos minutos, mientras le vendaba el pecho con gasas nuevas. Además, quería que asimilara lo que le había contado. Se lo había dicho muy de golpe todo, y necesitaría tiempo para pensar. Y, seguramente se interesaría por ese ''pacto'', pero cuando me preguntara, yo le respondería despacio:

- Hice un juramento. Alguien me dará el poder que necesito, si lo libero de su encierro. Es por eso que he estado reclutando a gente por medio de catástrofes.

Callé y cuando hube terminado de vendarle, agarré una silla y me senté junto a él, mirándole fijamente y esperando cualquier palabra o reacción por su parte… Fuera positiva o negativa, me daba igual, sólo quería saber qué opinaba él al respecto.

Voy a la habitación a la que me lleva Zayyn, al percatarme que quiere hacer una cataplasma, me quito cuidadosamente el vendaje del pecho dejando ver mi herida. La herida de bala parece una hendidura roja en mi pecho, suturada lo mejor posible, la herida se ve poco cicatrizada. La chica empieza a ponerme la cataplasma en el pecho y la herida para luego vendarla y mientras hace todo eso, ella explica el por que destruyo un monumento. Hizo un pacto con un ser encerrado, ¿que ser? eso me preocupa, en donde se metió esta chica. Cuando la chica acaba, esta me mira fijamente, para ver mi reacción, pero mi reacción inicial es simplemente mirarla con una expresión triste, debía pensar bien lo que me dice la chica, además de que ya me he llevado suficientes sorpresas por hoy. -Yo... no lo se... ¿podrías ir a comprarme algo de ropa?...- Le digo a la chica aun con la mirada triste, sentía que no reconozco a Zayyn, necesito tiempo para pensar lo que ella me dijo.

Apreté los labios, decepcionada. En cierto modo no me habría esperado una expresión de emoción, de alegría, o de aceptación. Lo que estaba haciendo era algo muy gordo, me planteaba hacer una revolución a escala mundial; quería que el mundo cambiada de forma radical.

Pero ver su expresión de tristeza y de no reconocimiento, me hizo aún más daño de lo que había pensado. No hizo falta que me dijera nada más, así que asentí a lo de conseguirle ropa y me levanté, esbozando una débil sonrisa. Sin decir ni mu, le palmeé el hombro derecho con suavidad y le dejé a solas en la cocina. Dejé salir del digivice a Rukriel y a Fenrir para que hicieran compañía al chico, pero mantuve a Kali conmigo, pues necesitaba a Beelkomon para ir a comprar.

Una vez fuera de la casa, miré al cielo y suspiré, mientras que la motera se sentaba en la moto y esperaba a que yo la acompañara. Con los hombros hundidos, bajé las escaleritas del porche y me subí tras ella, abrazándole por los costados. La moto comenzó a moverse, al principio con lentitud, pero luego, gracias a la velocidad que cogió, llegó al cabo de un cuarto de hora a un centro comercial cercano.

- Waiting for me here...-murmuré en inglés, desanimada, entrando en el edificio.

Miré a mi alrededor, buscando con la mirada las tiendas a las cual debía asistir. Encontré pronto la farmacia, y acomo aún no sabía qué tipo de ropa comprarle al chico, me dirigí hacia allí, en el piso bajo. Mientras las puertas mecánicas se abrían dejandome paso, saqué la receta médica del bolsillo y la desdoble. Esperé a que el encargado terminara de atender al anciano que estaba delante mío, pero cuando este se fue, dejé la receta sobre el mostrador y sin mirarle siquiera le pedi que me trajera el producto. El farmacéutico frunció el ceño, pero desapareció tras los estantes por unos instantes, regresando después con  una cajita de pastillas. Mientras él archivaba la receta, yo deslicé un billete sobre el mostrador y guardé el botecito en la bolsa. Luego me fui de allí sin despedirme y sin dar explicaciones.

Di un suspiro mientras caminaba hacia las escaleras automáticas. Miré el digivice un momento, pensativa, pero luego lo guardé, a tiempo de salir de las escaleras, una vez hube llegado al segundo piso. Justo en ese momento, dos cosas se mezclaron en mi cabeza. La primera fue el rostro decepcionado de Kenshi, luego las palabras de Vladimir resonaron en mi mente, como un recordatorio: << Cuando estén reunidos les diré lo que necesito que hagan para liberarme >> Chasqueé la lengua y sacudí la cabeza, obligándome a mí misma a empezar con la búsqueda de ropa. Caminé despacio, mirando los escaparates de las tiendas de ropa. Había de todo, desde ropa pija, hasta ropa rockera, desde ropa formal, hasta ropa de rapero...

Me detuve entonces frente a una tienda, una tienda con un letrero que citaba Angeles Chopper. No fue eso lo primero que llamó mi atención, sino maniquí del escaparate, ataviado con ropa en su mayoría negra. De pies a cabeza, el hombre de madera llevaba unas gafas de esas de motero que parecían de aviador; una camiseta de manga corta con el dibujo en blanco casi desgastado de una moto en pose de caballito y sobre esta una chaqueta de cuero; unos guantes sin dedos de cuero; luego unos pantalones anchos, con algunos cinturones de púas y alguna cadena; y finalmente unas botas negras. Todo ello de negro.

Ladeé la cabeza. Mis ojos brillaron entonces, emocionados, y sin pensármelo dos veces entré al interior, rebusqué entre las perchas y los estantes y compré el juego completo de la talla que yo pensaba que utilizaba Kenshi. Al rato, ya bajaba por las escaleras, con un humor renovado, y dos bolsas en las manos. Me reuní con Beelko a la salida, y ella sonrió burlona cuando descubrió el tipo de prendas que había comprado.

No voy a relatar con pelos y señales el viaje de vuelta, lo único que diré es que ansiaba llegar a la casa para darle la ropa a mi chico, y ver cómo le quedaba el aspecto de motero al serio y formal Kenshi.

- Volví- anuncié cerrando la puerta. Beelkomon, transformada ya en la gata negra, correteó por la casa, en busca de sus compañeros, hasta llegar a la cocina. Al entrar, sonreí ampliamente a Kenshi-. ¿Cómo estás, amor? ¿Mejor?

Dejé las bolsas sobre la mesa y besé en los labios al rubiales. Fenrir y Rukriel se encontraban con Ryudamon, jugando con él; mientras yo me senté en la silla y comencé a sacar las prendas.


Fenrir y Rukriel se miraron entre sí después de ver el estado de ánimo de su tamer antes de que esta se fuera a comprar. Después, dragón y lobo, miraron a Kenshi, uno con carita de pena y otro con ceño fruncido. Por unos instantes, ninguno dijo nada, pero después, Fenrir fue el primero en romper el silencio.

- La señora está haciendo todo esto por tí, ¿sabes, cadete? Se desesperó cuando fuiste disparado... No hace mucho tiempo que estoy en sus filas, pero ¡vaya! Yo diría que comenzó a obsesionarse con protegerte a tí.

Rukriel miró al Gabumon, y después a Kenshi mientras afirmaba con la cabeza de manera incesante. Dio unos pasos hacia el humano e intentó subirse a sus piernas.

- Master haría cualquier cosa por tí, señor abeja. No dudes ni por un instante que sus actuales planes sean con el objetivo de protegerte.

Dirijo la mirada al piso cuando Zayyn se retira y cuando escucho la puerta cerrarse, levanto nuevamente la mirada y miro a los Digimon de la pelirroja los que me empiezan a hablar para que comprenda que todo lo que hace Zayyn lo hizo por mi, por muy malvadas y retorcidas que sean. El argumento ganador es el de Rukriel que se sienta en mis piernas. Acaricio la cabeza del Digimon y luego miro como Ryudamon se sienta al lado de Fenrir y me mira fijamente. -Creo que tienen razón... pero antes... necesito ir al baño- Digo antes de tomar a Rukriel para ponerlo sobre una mesa y entonces me levanto para ir al baño, hacia donde Ryudamon me sigue como un perro fiel. Entro al baño para lavarme la cara y cortarme las uñas y luego me miro en el espejo mientras toco mi barba -Necesito una afeitada- Me digo a mi mismo pero Ryudamon me escucha y escupe una espada a mis pies. Miro impresionado al Digimon y después veo a la espada -Gracias...- Digo al recojer la espada y acto seguido me mojo la cara y empiezo a afeitarme con el filo del arma, hay que tener cuidado pero funciona igual que una maquina. Al terminar le lavo con javon para que no terminar con la cara irritada y finalmente aseo mi cuerpo con agua ya que debido a los bendajes no puedo bañarme. Despues de ese "baño" empiezo a sentirme mejor, mas "natural" pero aun me falta algo, comida. -Ven pequeño, ¿tienes hambre?- Le pregunto a Ryudamon quien asiente afirmativamente. Regreso a la cocina pero antes de tiempo saco el Digivice de mi bolsillo y lo observo fijamente, a decir verdad tenia mis dudas de que Ryudamon sea mi Digimon y creo que la única forma de comprobarlo es hacerlo evolucionar asi que empiezo a ver mis Digimental, reconociendo los símbolos del conocimiento, valor, pureza, amor y hay uno nuevo la esperanza, Digimental que gane durante un sueño al igual que el del conocimiento. No lo pienso mucho mas activo el Digimental y entonces una luz amarilla sale de mi Dispositivo y entra en contacto con Ryudamon haciendo que el Digimon evolucione en un ser humanoide hecho de metal color verde y con un espejo por cara, Mercuremon. -¿Que me ocurrió? esta es la evolución armor... interesante, gracias maestro- Dice Mercuremon mientras mira sus manos y escudos con espejos en sus brazos. Yo sonrío y pongo un brazo sobre el hombro del Digimon -¿Maestro?... bueno, puedo enseñarte todo lo que quieras... pero antes ¿Alguien tiene hambre?- Pregunto a todos los Digimon en la sala para luego entrar a la cocina para comenzar a cocinar, actividad en la que me ayuda Mercuremon.
Entonces escucho como Zayyn entra a la casa y me besa cuando estoy sentado en una silla esperando a que la comida se haga. -Todo bien, hago un poco de arroz con carne por que... hace días que no como nada- Le digo a Zayyn con una sonrisa en el rostro y cuando ella se pone a desempacar la ropa yo empiezo a hablarle -Zayyn... Gracias... se que por muy fea que se vean las cosas que haces, lo haces por mi y lo agradezco quieres cambiar el mundo y quizás los métodos para lograrlo no sean... pero... quizás es la única manera... yo también quiero cambiar el mundo, hacerlo mejor para todos... quiero ayudarte amor- Le digo a la pelirroja, había estado pensando eso todo este tiempo y finalmente llego a esa conclusión. Mientras tanto, Mercuremon se acerca a Zayyn por la espalda para ver como ella desempaca la ropa, a pesar de estar evolucionado este mantiene la extraña personalidad de Ryudamon.

Según llegué a la cocina, me encontré a Kenshi (estaba más limpito que antes, aunque he de decir que la barba le favorecía bastante) sentado en el mismo sitio que antes, aunque le acompañaba un olor a delicioso arroz que hizo que mi estómago rugiera, exigiendo alimentación. Me sonrojé un poco, pero sonreí y continué sacando la ropa de las bolsas.

- Huele realmente bien, yo...-Iba a manifestarle la magnitud de mi hambre, cuando entonces el chico empezó a hablarme sobre el tema que tan preocupada me tenía. Parpadeé repetidamente, ambos sabíamos que lo que me traía entre manos no era tarea fácil, ni mucho menos moral. Pero para mi sorpresa, Kenshi acabó dando su brazo a torcer... Dijo que me ayudaría. Inspiré hondo, sin podérmelo creer, pero después, la estupefacción fue sustituida por genuina alegría-. ¿De verdad?-Inquirí sonriendo como una niña pequeña a la que le cuentan que va a ir a Disneyland.

No lo pude evitar. Me bajé de la silla y lo besé apasionadamente. Ya no tendría que preocuparme por que tuviera que enfrentarme a él si se negaba... Estaría a mi lado, apoyándome, todo el tiempo... Ese chico era una joyita.

- Gracias... Te quiero-murmuré, sintiendo un gran alivio en mi pecho, como si hubieran cortado la tensión con unas tijeras-. Era lo que necesitaba oír...

Solté una risa nerviosa, y fui rápidamente a mostrarle la ropa con entusiasmo, pero entonces un movimiento a mi espalda me alertó y miré hacia atrás... Pegándome un susto de muerte al ver un digimon verde con un espejo como cara.

- ¡La hostia puta!-Exclamé, sobresaltada- Tú... ¿Qué...? ¿Kenshi? -Miré al chico rubio de manera interrogante, y me fijé entonces en que tenía su digivice en la mano-. Aaaah... Ryudamon, ¿cierto? No me asustes de esa forma-Suspiré, aliviada. Por un momento había pensado que se nos había colado un inquilino-. Bueno... Dejando el tema a un lado... Te compré los calmantes y algo de ropa. Espero que te guste, fue lo mejor que encontré.

Esbocé una sonrisa burlona. ''Lo mejor que encontré'', sí, para mí. Porque indudablemente, ese look de chico misterioso y malo me encantaba, y solo imaginarme a Kenshi de esa forma, hacia que babeara como una idiota.

Cuando Zayyn empieza a abrazarme y besarme de la alegría, yo le correspondo hasta que empiezo a sentir dolor cuando ella presiona mi herida con su cuerpo, aunque intento no expresar dolor para no arruinar el momento y cuando ella se separa de mi me llevo una mano sobre los vendajes. -Me alegra verte tan feliz- Digo antes de levantarme de mi asiento a la vez que me rio por el susto que se pego Zayyn al ver a Mercuremon. Recojo la ropa y analgesicos que me trajo Zayyn para entrar con ella al baño para cambiarme.
Me llevo una mano a la cara cuando veo el tipo de ropa que me trajo la chica, básicamente es algo que ella usaría si fuera hombre y ese es un pensamiento muy extraño. Pero no protesto y me pongo la ropa, dejando en el suelo mi vieja ropa ensangrentada, supongo que no me hará daño un cambio. Gafas de motociclista sobre la cabeza, camisa negra, chaqueta de cuero negra, guantes de cuero sin dedos, pantalones de jean negros con una cadena, cinturón negro y botas negras que no uso ya que por mucho que este en Estados Unidos, hay que mantener las tradiciones. No puedo negar que me veo raro, pero es un raro bueno, no es algo que normalmente usaría. Para terminar mi ida al baño, saco una pastilla de la botellita y me las tomo con agua des grifo, esperando que pronto la herida no me duela tanto después con su ayuda, meto la botella en mi bolsillo y salgo del baño.
Mientras tanto, Mercuremon sigue mirando fijamente a Zayyn por unos instantes pero finalmente empieza a caminar hacia la cocina para ver la comida, o eso quería hacer si la evolución no hubiese terminado a mitad de camino, regresando a ser un Ryudamon que se tropieza con sus propios pies y cae al suelo -¡Comida!- Dice Ryudamon antes de empezar a rodar por el suelo sin razón aparente.
Cuando salgo del baño, miro a Ryudamon en el suelo y luego busco a Zayyn para pararme frente a ella con mi Digivice en la mano -¿Y?... ¿Como me veo?- Digo mientras empiezo a ver los Digimental en mi Digivice y selecciono el conocimiento el que activo y hace que Ryudamon evolucione en un Digimon algo familiar, un Duskmon que mira sus manos con curiosidad.

Me reí levemente al verle sonreír ante mi susto, y a modo de broma le di un leve golpe en el hombro, en donde no estaba herido. Me estiré un poco y me senté de un salto sobre la encimera que había en medio de la cocina, esperando pacientemente a que Kenshi terminara de vestirse en el baño.

Mientras tanto, Ryudamon se había tropezado con sus propios pies al ser atraído por el olor a comida, y eso provocó una ola incesante de risas por parte de Rukriel, quien cayó al suelo de espaldas sujetándose el estómago.

- ¡Jojojojo!

Fenrir, en cambio, decidió acercarse lentamente hacia la comida, con intenciones dudosas. Me volví, y con cierto tono autoritario, les advertí a los tres.

- La comida no se toca. Quien pruebe un solo bocado será castigado en el digivice y no saldrá hasta que a mí me de la real gana.

No es que no les gustase el digivice, pero la sola idea de estar ahí dentro tanto tiempo se hacía insoportable para cualquier digimon. Y más si eran tres los que estaban allí, contando a Kali. Solté un resoplido hacia arriba, haciendo que el largo flequillo rojo botara y se apartara de mi rostro para poder mirarles fijamente y que fueran intimidados por mi expresión seria.

Pero, fue entonces cuando la voz de Kenshi me alertó. Miré otra vez hacia delante y... Quedé con los ojos a cuadros.

El chico estaba de pie frente a mí, con la ropa puesta menos las botas, y el digivice en mano. Lo miré largamente de arriba a abajo, aún con la boca abierta, pero cuando salí de mi asombro esbocé una sonrisa felina, muy obvia, mientras pasaba la lengua por dentro de la boca a la altura de la mejilla izquierda.

- ♪♫-Solté un silbido de aprobación mientras me bajaba de la encimera y le rodeaba para mirarle desde todos los ángulos. Pasé también una mano por su hombro, deslizándola después por la espalda y acabando en donde esta última pierde su propio nombre-. Estas increíble... Me dan ganas de...- Solté una risita, dejando la frase a medias, y después le besé en los labios con suavidad al ponerme frente a el-. No diré de qué... Pero puedes imaginártelo.

Sonreí de manera provocativa y perver, antes de darme la vuelta para mirar a los demás. Fue entonces cuando vi al digimon. Mi sonrisa se congeló, y mis dedos se cerraron en torno al mango de uno de los cuchillos que había en uno de esos tacos con ranura para poner ese tipo de cubiertos. Lo hice girar entre mis dedos de manera bastante hábil y después lo lancé contra aquel digimon negro. Fue un acto reflejo, ni me había podido imaginar que ese fuera Ryudamon. Y aunque ya había pasado más de una semana desde aquello, aún tenía reciente la vergüenza que me hizo pasar aquel general cuando me venció.

Por suerte, antes de llegarlo a soltar, caí en la cuenta de mi error, y en el último segundo fui capaz de desvía un poco la trayectoria, haciendo que el cuchillo no se clavara en la cara del digimon oscuro, sino en la madera del armario que tenía junto a él, a escasos centímetros.

- Perdón…-murmuré, algo nerviosa-. La costumbre…

Me quedo helado al ver la mirada de Zayyn y como ella empieza a estudiarme como un depredador a su presa en busca de "carne". -Creo que esta ropa esta impregnada con alguna clase de poderosa feromona...- Le digo a la chica antes de besarla en los labios. Sin embargo me pongo tenso cuando Zayyn mira a Duskmon y le lanza un cuchillo, el que falla terminando clavandose a un lado de Duskmon, quien ni se entera de lo que paso y sigue observando sus manos. -Mantén tus cuchillos en sus cartucheras... Duskmon es un Digimon poderoso y es bueno tenerlo de nuestro lado- Le digo a Zayyn antes de entrar a la cocina para comenzar a servir los platos y ponerlos sobre la mesa para comer, es una comida simple pero al menos no carece de sabor, carne con arroz. Me siento sobre la mesa y empiezo a comer con gusto, literalmente hace días que no comía nada.

Le guiñé un ojo a Kenshi en cuanto mencionó el estado en el que me encontraba tras realizar mi intenso análisis hacia su persona, vestida de una manera muy parecida a la mía, y a la de Beelko. Me hacía gracia que pensara eso, él era muy importante para mí, y aunque fuera vestido como habitualmente, su cuerpo se me hacía muy atractivo... Aunque no voy a negar que con esa indumentaria ganaba todavía aún más atracción.

En cuanto Kenshi cogió platos y los puso sobre la mesa, yo instantáneamente me acerqué con la silla y elegí mi plato. Saqué de un cajón de mi espalda dos pares de cubiertos y le tendí uno a Kenshi, mientras que yo me agencié el propio. Comencé a comer sin reparo ni tregua, hambrienta, y mientras, decidí plantear el tema del cambio que quería realizar en ese mundo.

- Amor... Necesitamos una casa nueva, esta se nos hace pequeña...-tragué un pedazo de carne que me había llevado a la boca y sonreí, contenta-. Una base de operaciones... en donde empezar actuar sin que nos molesten... Pero para ello primero necesitaremos dinero...

Como lenta y tranquilamente, ciertamente tenia hambre pero aun asi no me sentía impulsado a comer mucho, mucho mas raro aun es que me como poco mas que la mitad del plato y ya no puedo mas, al parecer mi estomago se ha hecho mas pequeño. Le doy lo que queda de mi comida a Duskmon, quien se lo come torpemente con sus "tenazas".
Entonces Zayyn menciona que hay que tener una casa nueva y que necesitamos dinero, yo entonces la veo fijamente y me cruzo de brazos -Y supongo que tu idea de conseguir fondos no consiste en vender miel o quesos en el mercado... no lo se Zayyn...- Digo dudoso, so se si debería hacer las cosas que la chica quiere que haga, no quiero convertirme en un villano. -Lleguemos a un acuerdo... haré lo que me pidas... hare lo que sea para ayudarte ya para... cambiar el mundo para mejor... estuve apunto de morir y me habría ido sin un legado, me gustaría dejar una huella en el mundo... pero debo poner una regla, no quiero que nadie muera, si hacemos estas cosas y se que no seran cosas legales... te conozco... no quiero que nadie muera o salga herido- Le digo a la chica, esperando llegar a un acuerdo.

Me metí un nuevo trocito de carne en la boca, mientras veía como Kenshi decidía darle lo que le sobraba al Duskmon que debía de ser Ryudamon con algún digimental. Le escuché hablar, al principio, al empezar a hablar, sentí tristeza, en ese momento comencé a pensar que comenzaba a echarse atrás. Fruncí los labios y miré para otro lado, pero al rato el chico se decidió, y al ver que en verdad me iba ayudar me alegré. Mi sonrisa se amplió y mis ojos brillaron.

- ¡Bien!-apreté mi puño, en un gesto de auténtica victoria. Pero, de nuevo, Kenshi aplastó todas mis esperanzas cuando dijo que a cambio de ayudarme no quería que nadie mueriera ni saliese herido. Dejé caer la cabeza sobre el plato de carne con arroz-. ¡Noooo!

Frustrada di pequeños golpecitos con la frente al plato, gruñendo por lo bajo, y maldiciéndome a mí misma por buscarme un novio (otro, cómo no. Con Natasha igual) demasiado bueno. Aunque eso era normalmente, cuando estaba tranquilo; cuando le cabreabas... era un auténtico demonio.

- Shit...-gemí por lo bajo, pero alcé la mirada y le miré, enfurruñada y haciendo un mohín-. Está bien, tu ganas, San Kenshi. ¡Pero si alguien se interpone en mi camino, o si es realmente necesario, no te pediré permiso para actuar!

Dicho eso, sin importarme que tuviera toda la cara manchada, me metí otro trozo de carne en la boca, el último que quedaba. Y para constatar ese hecho, le saqué burlonamente la lengua al chico.

Cuando veo las sobre reacciones de Zayyn, no puedo evitar tener un tic en un ojo, entonces cuando ella levanta la cabeza llena de arroz para hablarme yo le respondo inmediatamente -Hecho, pero no exageres, si tanto quieres matar quizás cambie de opinión- Le dije antes de sacarle la lengua igualmente, pero luego le sonrió y le acaricio una pierna con mi pie por debajo de la mesa. -¿Y cual es tu plan?... supongo que robaremos algo... ¿Una joyería, tienda, un banco?... me da miedo hacer eso en Estados Unidos... la gente es muy violenta y tienen armas- Digo antes de levantarme de la mesa para servirme un baso con agua -!Jamás creí que estaría hablando sobre esto en mi vida!- Grito desde la cocina en relación al robo, luego regreso a la mesa donde bebo tranquilamente el líquido.

Resoplé, levemente molesta por su insistencia para que no matara ni dañara a nadie. ¿Por qué? En algún momento lo iba a tener que hacer tarde o temprano. Él debió de notar mi humor, porque rozó con su pierna la mía por debajo de la mesa. Le miré con leve resentimiento, con una expresión que podría denominar como mona o linda, hasta que resoplé y me saqué de la cara todos los granitos de arroz con una sola pasada de la mano.

- Mi plan... -suspiré, y cogí una servilleta de papel, comenzando a romperla en trocitos-. Tú lo has dicho, Kenshi... Nos vamos a un banco a "pedir prestamos"...

Esbocé una lúgubre sonrisa y me levante. Le indiqué con un gesto que me siguiera al segundo piso, y una vez allí, me introduje en la habitación que hacía años había pertenecido a mis padres. Allí, los muebles seguían sin ser destapados, cubiertos por una manta blanca para no caer víctima del polvo y de la suciedad de los años. Y por eso justamente, lo que quería mostrarle al rubiales había pasado tan desapercibido.

Con un rápido movimiento, tiré de la sábana blanca, dejando a la vista una caja de madera con unas cuantas preciosidades:

Spoiler:

Dos ametralladoras, dos pistolas, una máscara y un chaleco antibalas. Sentí que moría de amor al ver tales armas, aunque indudablemente tenía más aprecio por las mías propias, que por algo las llevaba siempre conmigo. Con una leve sonrisa de satisfacción, levanté una de las ametralladoras y se la mostré a Kenshi.

- ¿Viste? ♥

Sigo a Zayyn por su casa con los brazos cruzados y con Duskmon atrás de mi. Cuando llegamos al polvoriento ático y al ver el arsenal que ella guardaba, me asusto un poco, realmente iba a hacer algo malo... muy malo -Ok... personalmente quiero la pistola... aunque no estoy acostumbrado a usar ese tipo de armas... también quiero la mascara y el chaleco anti balas... ya tengo historial de mala suerte con las balas...- Le digo a la chica antes de quitarme mi chaqueta de cuero para colocarme el abrigo de kevlar y la pistola sujetada con el cinturón. Entonces miro a Duskmon, no quería que todo esto le enseñe malas cosas a mi nuevo compañero, debo entrenarlo antes. -Antes de hacer cualquier cosa... dame una hora... ya regreso... sígueme- Digo eso ultimo dirigido a Duskmon, acto seguido salgo al patio de la casa para procedo a hablar con Ryudamon y entrenar un poco con la espada. Al terminar, regreso a la cocina.

Saqué una de las pistolas, la máscara y el chaleco y se los tendí a Kenshi. Me decepcionó un poco que no eligiera la ametralladora, pero me animé enseguida al pensar que esa sería el arma que yo utilizaría. Cogí la que me correspondía, asegurándome de que llevaba el seguro antes de observarla y admirarla.

- ¿Uhm?-Miré a Kenshi, interrogante, cuando dijo que regresaba en un rato, pero después me encogí de hombros y seguí a lo mío.

Dejé la ametralladora en el suelo, y saqué de otra caja una funda de violín al estilo Simpsons para meter dentro el arma. Después tomé entre mis manos la pistola que quedaba, la recargué, y la metí entre el cinturón de púas que llevaba y el pantalón de cuero.

- Yeah... Así será suficiente-murmuré posteriormente, observando la banda dorada de balas para la ametralladora-. Si es que soy un genio...

Me senté en el suelo, pensativa, y extraje de mi mochila el Digimental del Deseo, el cual seguramente me vendría de perlas en una situación como la que estaba planeando. Lo acaricié con dos dedos, suave y cuidadosamente. Al instante una idea me surgió, algo totalmente descabellado, pero que podía funcionar. Me levanté del suelo y recogí las cosas, con una renovada ilusión, y bajé al primer piso, pasando por la cocina y llamando la atención a mis digimons para que me siguieran. Estos obedecieron sin rechistar, curiosos, y cuando me planté en el jardín de la parte de atrás de la casa, les miré con una sonrisa.

- Quiero probar algo...-Saqué el digivice, y los hice evolucionar a los tres en sus etapas megas. Rukriel tuvo que agacharse para no llamar la atención de los vecinos-. Ahora tocad el Digimental-ordené, sacándolo de la bolsa nuevamente.

Los digimons se miraron entre sí, confusos y curiosos, pero al final accedieron, y uno por uno posaron sus manos/zarpas sobre el Digimental. Ahora era mi turno; con los ojos cerrados me concentré en lo que quería, y para mi sorpresa resultó ser una tarea más tediosa de lo que me había imaginado. Pero no me eché para atrás. A costa de mi esfuerzo, finalmente sentí cómo la energía fluía a mi alrededor, y no pude evitar abrir los ojos para ver lo que estaba ocurriendo.

Ante mí se encontraban tres personas, dos hombres y una mujer. Se miraban a sí mismos ojipláticos, sin entender que pasaba, pero yo sonreí, y alcé un puño a modo de victoria frente a los que eran mis digimons.

- Conseguido...

off:

Durante una hora me entiendo mejor con Ryudamon y practicamos un poco con la espada como el lo quería, lo único que puedo concluir es que Ryudamon tiene la mentalidad de un niño con el comportamiento de un perro fiel, me agrada, me recuerda a cuando Plutón era un bebé. Cuando Zayyn llega al patio para hacer su numerito de "magia negra" yo la mira fijamente y miro sus Digimon que ahora tienen forma humana. -Bien... creo que eso ayudara... ¿cómo lo hiciste?- Le digo a la chica antes de entrar a la casa junto a Ryudamon quien me sigue. Saco un trozo de pan de la cocina y empiezo a comerlo mientras le doy unos trozos a Ryudamon quien los atrapa en el aire. -Necesitas un nombre...- Le digo al Digimon, pero el solo ladea la cabeza en respuesta, por lo que me acerco a Zayyn para hablarle -Dos cosas... ¿Cuando atacaremos y cual crees que puede ser un buen nombre para Ryudamon?- Digo antes de abrazar a la pelirroja.

Esbocé una perversa sonrisa y me reí interiormente, un sonido que, como tenia cerrada la boca, reverberó en mi interior, aunque bien podia escucharse desde fuera que algo me hacia gracia. Fue entonces cuando me percaté de la presencia de Kenshi, quien me abrazó por la espalda antes de hacerme algunas preguntas, dos de ellas obligadas.

- Este es uno de los poderes que me han sido otorgados por las fuerzas de la oscuridad-susurré, girando la cabeza un poco para besarle en la mejilla-. Hay un coche en el garaje... Está un poco viejo, pero creo que funcionará... Además sigue teniendo gasolina. Podemos ir allí, entrar con las armas en mano y abrir la caja fuerte... De eso os encargaréis vosotros dos-dije señalando a Fenrir y a Rukriel...-. Kali, se que te vas a negar, pero quiero que seduzcas al guardia.

Ella, en forma humana, se indignó.

- ¿Qué? ¿Por qué tengo que hacer eso?-Colocó los brazos en jarras y frunció el ceño.

- Para que podamos pasar las armas por el control.

La motera disfrazada fue a protestar, pero se calló a medio camino y gruñó, irritada. Yo asentí para mí misma.

- Y hay que hacer algo también con los botones para llamar a la policia...-Di un suspiro-. Ok, salimos del coche, Beelko seduce primero al guardia, Rukriel y Fenrir entran y pasan las armas. Luego Beelko entra junto a ellos. Tu y yo no entramos hasta que beelko haya localizado todas las cámaras y las haya ''inhabilitado''. Cuando eso pase, pasamos a la acción: tú te pones la careta y yo un pañuelo. Luego el resto irá rápido.

Miré entonces a Ryudamon.

- Un nombre para él... ¿Qué tal Yoroi?-solté una risotada-. Estar en japón tanto tiempo ha hecho que aprenda algo del idioma.

OFF: Según nuestro amigo Google Translator, Yoroi es Armadura en japonés xD

Escucho con atención el plan de Zayyn, lo repaso en mi mente y me imagino paso a paso lo que ella relataba, sin embargo estoy muy lejos de que esa idea me alegre -Buen plan... pero me sigue dando miedo hacer eso aquí en Estados Unidos... hay muchas medidas de seguridad como dinero falso lleno de sacos de tinta explosivos que inutilizan los billetes reales... sin mencionar que todos tienen armas y que la policía es violenta... si es que nos ataca la policía, creo serán el FBI y los S.W.A.T. los que nos dispararan- Digo nervioso antes de levantar a Ryudamon del suelo para sujetarlo como si fuera un peluche, uno muy grande -Yoroi... no lo se... ya que tengo a Plutón... el podría llamarse Saturno o... Marte, no lo se, ya se me ocurrirá algo- Digo mientras miro a Ryudamon, quien me olisquea el cabello antes de empezar a masticarlo.
Luego entro a la casa con Ryudamon en brazos, pero rápidamente lo dejo en el suelo por que pesa mucho y finalmente me siento en un sofá para acomodarme, cerrar los ojos y pensar en lo que Zayyn quiere que haga, me cuestiono una y otra vez, no quiero ser un delincuente, quiero cambiar el mundo para mejor... pero también quiero vengarme, de mi propio hermano quien intento asesinarme, me confino a una cama por diez días y que me dejo un decorativo agujero en el pecho. De tanto pensar en ese tema me enoje y doy un puñetazo al brazo del sofá a la vez que lanzo un grito de ira -Maldita sea... ... maldito- Digo resentido antes de sacar la botella de analgésicos de mi bolsillo para tragar otra pastilla.

A medida que el chico daba su visión de los hechos, iba dándome cuenta de que tenia razón. En Estados Unidos había muchas medidas de seguridad, y si mencionamos el tema de que podrían seguirnos al escapar...

- Uhm... Está bien, está bien... ¿Japón te parece razonable?-Le pregunté, cruzándome de brazos por detrás de la cabeza, y de nuevo volví a observar a Ryudamon-. Marte podría estar bien. Es el dios de la guerra...

Le miré entrar en la casa, con su digimon en brazos como si fuera un peluche. Me pareció un gesto tierno, casi me dio la sensación de que el chico fuera un niño pequeño con un nuevo muñeco de peluche. Con una sonrisa, me adentré en la vivienda, siendo seguida por los tres digimons transformados. Para cuando llegué al salón, el chico abeja estaba sentado en el sofá, maldiciendo a quién sabe qué... Pero supe deducir qué era lo que pasaba por su rubia cabecita, él no era el único que sabía adivinar lo que pensaba su pareja.

Fruncí los labios, en un intento de camuflar una sonrisa, y rodeé el sofá, quedando a la espalda de Kenshi. Apoyé mi cuerpo en el respaldo y rodeé sus hombros con mis brazos, dándole un beso tras la oreja de paso.

- Nee... Sabes que quieres vengarte...-Susurré suavemente, de manera embaucadora-. Ya has aguantado demasiado de Yamato... Es hora de que reciba una lección... Por su culpa moriste... Pero reviviste para vengarte... De no ser por mí y por los médicos, te estarías pudriendo bajo tierra...

Volví a besarle, esta vez en el cuello, y pase la mano derecha, en cuyo dedo corazón portaba el anillo con forma de garra, por su pecho, acariciándolo. Era un juego sucio, jugar con su ira, y al mismo tiempo seducirle con mis gestos, pero si así conseguía que se hiciera... menos bueno, entonces lo haría.

Como un demonio que me susurra al oído, Zayyn empieza a echar leña al fuego y logra poder elevar mi ira -¿Eso es verdad?... realmente morí... realmente morí... realmente...- Digo antes de empezar a caminar lentamente por la casa, sumido en mis pensamientos. Ryudamon me sigue los pasos en todo momento -maldito... ¿y?... vamos a hacer el trabajo... y que sea donde sea... Japón, Alemania, India, Kazajistán... no me importa, solo... hay que hacerlo...- Digo mientras sigo moviéndome como león enjaulado, pero entonces mi cuerpo empieza a emanar Digisoul color azul, estaba realmente furioso entre la cólera, pego un puñetazo a una puerta, dejando un hermoso agujero por el que traspasa mi puño -Perdón...- Digo al darme cuenta de lo que había hecho. -Vámonos... simplemente... hay que irnos...- Le digo a la chica antes de salir de la casa por la puerta principal. Realmente estaba alterado, quería matar a mi hermano por casi matarme, a mi hermanito menor, a la persona que tanto me ha hecho daño y a la vez con la que he compartido casi toda mi vida.

Mis labios se curvaron en una sonrisa al ver las encadenadas acciones de Kenshi. Estaba enfadado, indignado, y sediento de venganza... Perfecto, poro a poco lo estaba atrayendo hacia mi lado, poco a poco lo moldeaba según mis intereses. ¡Pero eso no significaba que no le quisiera, le quería con locura! Solo que... si conseguía hacerlo malvado, solo un poco, me resultaría más fácil hacer las cosas en un futuro.

- No importa-dije acerca del agujero-. Siempre soñé con tener un agujero ahí-repliqué con sarcasmo, mientras cogía las cosas y le seguía hacia la salida.

Una vez fuera, me dirigí hacia el garaje, lo abrí como pude, y me introduje dentro. Allí había todo tipo de trastos viejos, desde un cortacesped, hasta pintura seca en tarros de metal. Y por supuesto, el coche del que había hablado antes, estaba ahí, cubierto por una manta de plástico. Estaba viejo, era cierto, pero funcionaría...

- Uhmph...-abrí la puerta del coche, y me introduje en el asiento del copiloto. Con una mirada le indiqué a Kenshi y a los digimons que subieran también-. Yo no sé conducir...

Me subo en el asiento del piloto del auto y enciendo la maquina -Hace mucho que no conduzco- Digo antes de comenzar a pasar los cambios, luego empiezo a acelerar pero el auto se detiene, lo enciendo otra vez y paso los cambios, produciendo asi unos ruidos raros, acelero otra vez pero el auto se mueve a gran velocidad por lo que freno en seco -Ok, ok... ya lo tengo- Digo antes de pasar los cambios otra vez y finalmente empiezo a conducir ya normal. hasta detenerme en una esquina para mirar a Zayyn -Bien ¿cual es el destino?- Digo mientras acelero el motor con el auto detenido como si me preparara para correr una carrera.

Una vez sentada en el asiento y teniendo a Kenshi a mi lado, me estiré y me acomodé a mi gusto. Los digimons se subieron al coche, y cuando estuvimos todos listos, Kenshi comenzó a probar a manejar el vehículo. Al principio el coche dio movimientos torpes y bruscos, pero cuando el chico tomó el control de los mandos, todo fue mejor.

-Von voyage ~-sonreí y abrí la ventanilla para apoyar el brazo en esta mientras me fumaba un breve ciarro. Cuando Kenshi iba por la esquina, me preguntó por nuestro destino-. Tú sigue avanzando, de eso me encargo yo-respondí echando el humo al exterior y tirando un poco de colilla.

Inspiré hondo, y esperé un rato a que el coche cogiera un poco de velocidad. Los digimons en los asientos traseros se encontraban en silencio, con las cosas preparadas (que les había pasado con anterioridad) sobre sus piernas ahora humanas, y mirandose los cuerpos de manera superficial con curiosidad. No dije nada durante un par de minutos, dejé a Kenshi conducir por donde quisiera mientras continuaba con mi cigarro. Cuando me lo terminé, carraspeé y tiré lo que quedaba de él al suelo, sin preocuparme por si alguien me veía.

- Okay...-moví mi cuello, haciéndolo crujir, y saqué el digivice de la manga, llevándolo hasta mi mano al mismo tiempo que hacia aparecer el digisoul-. Digisoul... Death Evolution...

El brillo oscuro envolvió mi cuerpo durante unos segundos, dejando posteriormente verme, ahora ataviada con la armadura. Pero no era simplemente yo, era Scathmon, un digimon oscuro y perverso, nacido de los sentimientos y emociones negativos. Pero como me pertenecía, la controlaba a la perfección, ya no era como antes de perder la memoria, que no había sabido manejarla.

Solté un leve silbido de aprobación, y desenfundé la espada zigzagueante, la cual saqué por la ventana. La agité, y el aire comenzó a ondularse delante nuestro, a unos metros, hasta formarse una espiral oscura en medio de la calle. El coche iba directo hacia el portal, y esperaba realmente que Kenshi no diera un giro brusco para evitar aquella anomalía.

Por suerte no fue así. Tanto el coche como nosotros atravesamos la grieta interdimensional, apareciendo al otro lado en una ciudad muy lejana de Estados Unidos. Una ciudad que posiblemente Kenshi reconociera, sólo por los símbolos de los letreros: Japón, y para ser más exactos, Tokio.

Amplié mi sonrisa, divertida, mientras el coche seguía avanzando aún en ese lugar. Se trataba de una calle bastante solitaria. Curiosamente era una calle cercana de dónde había conocido a los gemelos albinos, y era irónico que volviera a ese lugar, para hacer exactamente lo mismo que la vez pasada: Conseguir dinero. Pero ahora no iba a dar ese dinero a nadie. Ese dinero iba a ser MÍO, y de Kenshi, para nuestro uso personal, y pobre del que intentara llevarse un pellizco sin nuestro consentimiento.

- Bienvenido de nuevo...-murmuré, volviendo a mi apariencia humana, mientras me pasaba una mano por el cabello rojo-. Ve recto por esta calle y después detente en la esquina.

Empiezo a acelerar en cuanto me lo dice Zayyn, al principio solo recorro las calles, siguiendo las leyes del transito, pero entonces llego a unas calles con poco transito y es entonces cuando empiezo a acelerar mas y mas. Finalmente Zayyn se transforma y hace su jugada, somos transportados hacia Japón y me estaciono en la esquina en la que ella me indica. -Bien... ¿cual banco atracaremos?... creo que necesitamos nombres claves... yo sere K y tu Z, asi estaremos mas seguros...- Le digo a la pelirroja mientras mira la mascara de gato fijamente, la que muy pronto ocultara mi rostro. -Tengo Hambre- Dice Ryudamon quien asoma su cabeza hacia los asientos delanteros. (olvide mencionar que el entra al auto... pero esta dentro)

Kenshi estacionó el vehículo en la esquina que le indiqué con anterioridad. Me volví para mirar a los digimons y sonreí cuando Kali puso los ojos en blanco. Como estaba en medio, tuvo que pasar por encima de Rukriel -quien se quejó- para salir, y al bajarse, le pegó una colleja al Ulforce disfrazado.

- Bien, pues...-murmuré, viendo por el espejo retrovisor de mi lado cómo la motera se alejaba del coche y como los otros dos se bajaban con las armas guardadas en fundas de instrumentos-. ¿Ves ese edificio de ahí detrás? Es nuestro objetivo, el segundo banco de esta zona-el primero ya había sido atracado hacía un par de meses por los gemelos albinos, y no iba a ser tan estúpida como para robar en el mismo lugar-. Ahora Beelko entrará, seducirá al guardia, y mientras Rukriel y Fenrir pasarán las armas por el control... Nadie sospechará nada por el momento.

Esbocé una sonrisa, y saqué de una bolsa negra que yo llevaba un tarro de maquillaje. Abrí la paleta del techo para poder mirarme en el espejito, y me dispuse a cubrir la cicatriz del ojo; una medida de seguridad para que no pudieran usar ese rasgo físico para reconocerme más tarde.

- Deberías ponerte ya la careta... Pronto tendremos que salir-le aconsejé al terminar, y después me apliqué la misma crema en el tatuaje del costado izquierdo y en la cicatriz del derecho-. Y si puedes... ¿Me cubrirías la cicatriz de la espalda, por favor?-le predí, tendiéndole el tarro al rato después mientras le daba la espalda.

Cuando me aplicara el maquillaje en esa zona también, sacaría un pañuelo negro de la bolsa anterior, lo colocaría de tal modo que me cubriera la cara de nariz para abajo y lo ataría. Después me pondría la capucha de la chaqueta de cuero. Y cuando estuvieramos completamente listos, le daría un beso en los labios a Kenshi, en un intento por animarle y calmarle.

- Por nosotros y por un futuro mejor...


Mientras, en el banco, Kali entró de manera pausada al edificio. Las puertas a la calle eran de cristal, y daban a una antesala en donde un policía japonés pasaba el rato en un taburete, junto a un control de metales, de esos que tienen una puertecita magnetizada, y una cinta movediza con una caja de rayos X. La motera saludó al humano, y como llevaba algunos objetos de metal como los colgantes, o algún cinturón, tuvo que desprenderse de ellos... Pero era parte del plan.

Sus ojos, ahora azules, se clavaron en el asiático de una manera un tanto seductora. La digimon digital hizo gala de sus artes de mujer, y pasó sus objetos metálicos por la cinta, mientras traspasaba la puerta magnética y se acercaba sinuosamente al hombre. Este se había quedado prendado de ella en cuanto la vio entrar por la puerta, y cuando la chica se sentó sobre sus piernas y le besó, apenas pudo evitar corresponder al repentino ataque de la mujer.

Ella supo al instante que le tenía en sus redes. No por nada, era un demonio, y desde hacia muchos siglos había tenido que actuar de esa manera para conseguir lo que se proponía... La Lujuria no era su pecado, pero era un demonio digital, y como tal, tenía la situación completamente controlada, tanto que apenas hizo esfuerzos al hacer aparecer uno de sus revólveres y al disparar certeramente contra la cámara de seguridad que los apuntaba, desbaratando, de paso, la grabación que se había dado.

Justo en ese momento, Rukriel y Fenrir entraron en esa misma sala, y sin detenerse demasiado, pasaron las armas por encima del control. Después, ambos le dirigeron una mirada cómplice -que ella correspondió con un guiño- a Beelkomon antes de entrar como si nada en la sala y aparentar ser dos clientes más... de momento.

Veo como la chica cubre sus marcas distintivas con maquillaje y la ayudo en esa tarea aplicándole el mismo conde ella me lo indica y al acabar le pongo unos lentes oscuros a la chica y además dibujo un ojo en la frente de la chica con maquillaje -Creedme, todos se fijaran en el ojo y no verán lo demás- Le digo a la pelirroja antes de ponerme la mascara de gato. -Vamos... no retrasemos el trabajo- Cargo mi arma, paso una bala y guardo la pistola en mis pantalones para finalmente salir del auto para correr hacia la puerta del banco, abrirla de una patada y disparo al techo dos veces antes de apuntar la pistola hacia unos de los guardias -¡Todo el mundo al suelo! ¡bajen sus armas!- Grito a todo pulmón antes de disparar en el suelo entre las piernas de un guardia para motivarlo a despojarse de sus armas. -¡Abajo!- Digo antes de apuntar con mi arma a los demás guardias para que bajen sus armas, dejando asi en claro que soy un "loco gatillo alegre". Sentía la adrenalina recorrer mi cuerpo, en mi mente me imaginaba que todos en ese banco eran Yamato, asi no me sentía culpable de hacerles un mal, aunque aun asi no quiero dañar a ninguno, esto debe ser rápido y eficiente.

Dejé que Kenshi le diera un toque personal a mi aspecto, poniéndome unas gafas de sol para ocultar mis ojos, y pintandome algo en la frente. Sonrei ampliamente, que fuera tan detallista en esas cosas significaba que él también estaba dispuesto a dar el golpe, y nada más que él me apoyara me hacía tan feliz. Salí del coche. Al igual que Kenshi, llevaba una pistola, pero necesitaría un arma más letal si lo que quería era causar temor en el banco. Y en cuanto entráramos y nos reuniéramos con los digimons, estos me pasarían la ametralladora.

Spoiler:

Tras dar una carrera por la calle hasta el edificio, nos adentramos en su interior. Por la sala de seguridad primero -de un impulso, salté al estilo parkour sobre la mesa que impedía el paso y que obligaba a pasar obligatoriamente por la puerta magnetizada. Kali, quien seguía todavía allí, noqueó de un golpe de su revolver al guardia al cual había estado seduciendo. Se levantó de la silla, y nos siguió hasta el interior de la siguiente estancia, en donde ya estaban Rukriel y Fenrir, quienes, al vernos, comenzaron a abrir las fundas para sacar las armas.

Entonces, levanté un brazo al techo, y ya iba a lanzar un grito, cuando de repente Kenshi se me adelantó.

- ¡Todo el mundo al suelo!-Di un respingo, y miré sorprendida al chico. Tenía un aura peligrosa, y eso fue algo que me gustó mucho, tanto que estuve tentada de saltarle encima para llenarle de besos. Aunque obviamente me contuve, y agarré al vuelo la ametralladora que Fenrir me lanzaba y la cinta de balas que me colgué al hombro.

- Las armas fuera, o los acribillo a todos-murmuré bajo el pañuelo que me opacaba un poco la voz. Al ver que no obedecían, apunté a una mujer que iba con dos niños, sujetando el arma de fuego con una sola mano por el mango-. ¡Vamos!-Retrocedí un par de pasos, y dejándole el tema de los guardias a Kenshi, me volví hacia el mostrador, hacia un hombre de mediana edad y gafas que disimuladamente había deslizado una mano por debajo de la mesa-. Yo que tú no haría eso-planté sobre su frente el cañon de la ametralladora-. Levantaos y salid de ahí YA.

Los trabajadores del mostrador no lo pensaron dos veces, se incorporaron y salieron de detrás para reunirse con los los clientes, mientras yo los amenazaba.

- Buenos chicos... ¿Ahora quién va a decirme dónde está la caja fuerte?-Solté una breve y seca risa-. Por cada minuto que tardéis en hablar, alguien recibirá una oleada de balas. Y NO ESTOY BROMEANDO.

Para constatar ese hecho, alcé la ametralladora, y tal y como había hecho Kenshi, disparé, agujereando el techo y transformándolo en un queso de cemento.

Apunto a los guardias mientras ellos ponen sus armas en el suelo, uno por uno para después elevar las manos -Pateabas hacia acá- Le digo a los guardias, quieres patean sus armas hacia mi para alejarlas de ellos y asi no puedan agarrarlas. Me acerco a las armas para recogerlas, pero entonces diviso algo raro por el rabillo del ojo, el uno de los guardias que se agacha para sacar un arma oculta en su tobillo, noto como el guardia mira a Zayyn, es entonces cuando se que ella era su blanco. Recojo una de las pistolas, al mismo que las partículas de Digisoul azul empiezan a envolverme, entonces lanzo la pistola hacia el guardia armado, el arma impacta su cabeza obligando al guardia a soltar su arma y llevarse las manos a la cara, es entones cuando corro hacia el guardia para propinarle un poderoso puñetazo haciendo que el guardia salga disparado varios metros hacia atrás, pero compruebo que el hombre sigue vivo al verlo retorcerse de dolor. -No hagan idioteces... o personalmente les romperé las mandíbulas a cada uno de ustedes...- Digo antes de empezar a recoger las armas de los guardias. Finalmente me acerco a Zayyn para hablarle en el oído -Tu ganas... dáñalos pero no lo otro...- Luego regreso a mi actividad de amenazar a los demás con el arma -Todos caminen al centro de la sala y tírense al suelo- Doy la orden antes de empezar a dispararle a las cámaras de seguridad.

Vigilé que todos los ejecutivos del banco salieran de detrás del mostrador, con mi arma preparada en mis manos y siendo utilizada de momento solo para amenazar. Sonreí ampliamente bajo el pañuelo, divertida, y sintiéndo una alegría extraña, como de superioridad y de regocijo al tener el poder necesario para extorsionar a esos humanos y que ellos no pudieran hacerme nada. Era como... superioridad.

Sin embargo, algo después me sacó de mis pensamientos, y eso no fue otra cosa que el mismo Kenshi, golpeando a un guardia con fuerza que al aprecer había intentado agredirme por la espalda. Al percatarme quedé sorprendida, maravillada por ese halo peligroso y de chico malo que rezumaba en esos momentos mi chico por los cuatro costados. Me mordí el labio inferior, y de nuevo tuve que resistir mis impulsos para no besarle allí mismo.

- Gracias ~-dije con tono burlón cuando dio su permiso para poder dañar a quien se enfrentara a mí. Luego miré a los trabajadores de nuevo, y con cierta molestia, levanté la ametralladora para amenazarlos-. ¿Nadie habla? Lástima...

Con el arma, apunté a uno de los niños que iba con la madre, sin titubear, y sin la menor compasión. Los allí reunidos que no pertenecían a nuestro grupo soltaron exclamaciones de horror y de sorpresa, y la madre dio un chillido antes de ponerse delante de su retoño para protegerlo.

- Como quieras-murmuré de manera jocosa, acercando un ojo a la mirilla del arma para ejecutar mi ataque-. Entonces creo que por ser la primera vez, morirán dos rehenes ~

Acerqué la mano al detonador, aquello que si era apretado, liberaría una ráfaga de disparos que rediciría a nada tanto al niño como a la madre. Kenshi se enfadaría, pero en realidad no iba a matarlos... Sólo estaba esperando...

- ¡Yo te diré dónde está! Pero no los mates, por favor...

Esbocé una victoriosa sonrisa al escuchar la súplica de uno de los trabajadores. Me di la vuelta, lentamente, y apoyando el arma sobre mi hombro, le indiqué que se moviera y que me indicara el camino. Fenrir y Rukriel se acercaron, pues ellos dos eran piezas clave para poder abrir la cámara.

Me pongo nervioso cuando Zayyn amenaza a la medre y a su hijo, por un momento sentí que cometí un grabe error, me vi tentado a detener a la pelirroja, pero entonces me alivio cuando otro tipo decide hablar, facilitando asi las cosas. Mientras los Digimon se van a ver la bobeda, yo me quedo a cuidar a los rehenes, pero antes, me acerco a Zayyn para hablarle -Tienes que vaciar la bóbeda rápido... hay gente que debió oír los disparos, la policía no debería tardar- Me separo de ella al terminar de hablar y entonces me acerco a la puerta principal del banco, para comprobar que la policía aun no ha llegado y además para sacar mi Digivice y activar el Digimental del conocimiento, liberando asi un rayo de luz morado que viaja hacia donde esta Ryudamon para hacerlo evolucionar en un Duskmon -Mejor estar preparados- Digo para mi mismo antes de regresar a mi posición para mantener a la gente en el suelo.

El trabajador del banco me guió hacia detrás del mostrador, y entró en otra habitación sellada con un número de seguridad. Mi ametralladora estaba apuntándole todo el tiempo en el que tardó en teclear un código numérico en la pantalla de la pared, momento en el que la puerta se abrió, dejándonos pasar.

Después de echarle una última mirada a Kenshi y a los rehenes, pude observar el nuevo lugar en el cual nos encontrábamos. Era un pasillo totalmente blanco, parecía que los mismos azulejos despedían luz, pero en realidad, lo que realmente iluminaba eran las lámparas que colgaban de arriba. Y al fondo, había una enorme puerta redonda de metal blindado, en apariencia muy pesada, y posiblemente sólo se abriera con más códigos como el anterior.

- Yo... El director es el único que sabe el código...-dijo titubeante a la vez que temeroso el hombre.

Sin emabrgo, yo sonreí, y chasqueé los dedos de una mano. Fenrir se acercó a la enorme puerta, y plantó sus manos sobre el frío metal, el cual a los pocos segundos comenzó a congelarse, a adoptar una consistencia fría y resquebrajante. El halo helado se extendió rápidamente por toda la puerta, hasta llegar al cierre y al panel de los códigos. Posteriormente, cuando estuvo completamente congelada, Fenrir se apartó, y Rukriel retrasó un brazo, el cual comenzó a brillar intensamente. Después, al lanzar el brazo para delante y golpear, la puerta estalló en miles de fragmentos con un sonoro sonido y un estremecimiento del edificio.

Me curbí con el brazo para cubrirme ante el polvo que nos fue arrojado, y tosí, pero cuando ví que tenía por fin el camino libre, sonreí ampliamente, y mandé a los digimons a que vaciaran toda la cámara, entera, que no dejaran ni una mísera moneda.

- Creo que no necesitábamos tu ayuda esta vez-murmuré al humano, mientras veía a Fenrir y a Rukriel meterse dentro y guardar en las fundas todas las bolsas y todos los maletines de metal.

- C-cómo...-Al verle tan abrumado, solté una leve risa, y aprovechando que estaba distraído mirando hacia delante, le golpeé la cabeza con el mango de la ametralladora... El hombre cayó al suelo, desvanecido.

- Master-dijo entonces Rukriel, acercándose con la bolsa llena ya. Tenía toda la pinta de pesar un quintal, pero Rukriel era un digimon mega, y tenía fuerza más que suficiente.

Yo asentí, y di media vuelta para regresar con Kenshi, cruzando la anterior puerta y saliendo de detrás del mostrador.

Salto del susto al escuchar el estruendo que produjo la destrucción de la puerta de la bóveda de seguridad, pero intento disimular y continúo apuntando a las personas en el piso para mantenerlas en su sitio, sabia que todo terminaría pronto. Entonces cuando veo a Zayyn y a sus Digimon aproximarse con las bolsas llenas de dinero, pongo unos dedos en mi boca por debajo de la marcara y lanzo un sonoro chiflido, sonido que alerta a Duskmon y entonces el Digimon se teletransporta dentro del banco para finalmente volver a teletransportarse para transportarnos a todos inmediatamente al lado del auto -Misión cumplida, es hora de irnos- Digo a todos antes de subirme al auto, a la vez que Duskmon vuelve a ser un Ryudamon, ocupando menos espacio en el vehículo de esa forma. Enciendo el auto, piso el acelerador y el auto corre por las calles de Tokio, mientras que se escuchan las sirenas de la policía a lo lejos, pero dudo que nos persigan debido a que llegaron tarde. -¡Eso estuvo muy loco! jajajajaja- Digo emocionado antes de quitarme la máscara.
Luego de conducir por un tiempo, me detengo en un callejón para esconder el auto, a pesar de que no nos están persiguiendo. -Quiero ver el botín... ¿cuanto recolectaron?- Le digo a Zayyn emocionado, me sentía raro, sabia que estaba haciendo algo malo, pero es como vivir una fantasía infantil, como un gran juego de policías y ladrones.

Solté una risotada al llegar, y extendí loas brazos hacia los lados, mientras los miraba a todos, con un brillo divertido y cruel en la mirada que en esos momentos quedaba oculta tras las gafas de sol.

- Muchas gracias a todos por el dinero, espero que disfruten ahora de su pobreza-elevé la ametralladora y disparé una ráfaga de balas hacia el techo mientras soltaba un grito de júbilo.

Justo en ese momento, cuando ya me dirigía hacia la salida, Duskmon -Ryudamon evolucionado- apareció de la nada, tomándonos a todos y sacándonos de allí por medio de su teletransporte. Aparecimos de vuelta justo al lado del coche, y nos metimos dentro, Kenshi y yo delante, y los digimons detrás. Agarré la bolsa con el dinero y la dejé a mis pies, mientras asomaba la cabeza por la ventana con la pistola que no había usado hasta ahora en una mano.

- C'mon, let's go... No viene nadie, ¡pisa duro el acelerador!-En cuanto el vehículo comezó a moverse inspiré hondo, satisfecha. Algo me decía, que nada podía ir mal nunca más, que haciendo equipo con Kenshi, nada ni nadie podría derrotarnos-. ¡WUUUUUUU!-chillé de la emoción mientras reía y me quitaba la capucha y el pañuelo.

Asomé un poco la cabeza por la ventana, y al comprobar que nadie nos seguía sonreí ampliamente, volviéndo a introducirme dentro y subiendo la ventanilla. Me dieron ganas de besar a Kenshi, pero me contuve puesto que estaba conduciendo, y esperé a que detuviera el coche en un lugar seguro. Cuando lo hizo y me preguntó, yo sonreí de manera malvada, y saqué un fajo de billetes verdes del tamaño del ancho de un diccionario oficial.

- Digamos que podríamos usar los billetes de servilleta y de papel higiénico durante una buena temporada sin que tengamos que preocuparnos por que se agoten.

Le agarré del pelo de la nuca, y lo atraje hacia mí para besarle con fuerza y pasión, celebrando nuestro éxito de manera rápida, antes de decidir que hacer más tarde.

Abro la boca impresionado cuando Zayyn me muestra el fajo de billetes, jamás en mi vida había visto tanto dinero en mi vida y aunque lo obtuve de manera ilegitima, sigue siendo algo impresionante, aunque mas impresionante es el apasionado beso que Zayyn da repentinamente y el cual correspondo de igual forma. Cuando finalmente me separo de ella, respiro hondo para luego recostarme en el asiento en una postura de total relajación -Wow...- Es lo único que atino a decir mientras miro por la ventana y entonces me fijo en el edificio que esta al lado del callejón, un motel y es entonces cuando surge una idea en mi mente. Me bajo del auto y camino hacia la puerta de Zayyn para asomarme por la ventana y hablarle al oído a la pelirroja -¿Que te parece si vamos a contar los yenes en el motel de al lado?... los Digimon deberían quedarse para cuidar el auto...- Le digo a la chica antes de besarla y de separarme de la puerta del auto para caminar al rededor del auto, algo emocionado e impaciente.