Demonio en tierra santa

-¡Canadá!... No.-La joven pelirosa se encontraba viendo televisión, para ser más exacto, un programa de inteligencia, recordaba haber viajado alguna vez a Canadá, más que nada para conocer aquellas grandes obras maestras, también llamadas Cataratas.-Ya le herré otra vez.-Suspiró, llevándose la mano derecha al rostro, tapándoselo con cierta gracia, miró sin razón alguna al reloj, el cual le alarmó que ya era medio día, genial, ahora solo le quedaba resistir muchas horas más esperando para que fuese de noche y repetir la misma rutina de todos los días; absolutamente nada, nada más que ver televisión y comer, intentando aguantar a su compañero de cuarto, el cual no le dejaba de hablar, una y otra, y otra vez. Ya sentía que la cabeza le explotaba, por lo que decidió despejarse, lo cual no era mala idea, ya que hace muchos días que ya no salía de su alcoba. Miró alrededor, intentando hacerse alguna idea de dónde poder viajar; tenía mucho dinero, no le hacía falta, había dejado aquel orfanato hace mucho tiempo, disfrutando la gran cantidad de dinero que le habían dejado sus verdaderos progenitores antes de morir.-Genial, por fin me decidí a salir de este lugar, pero no sé donde. Buen trabajo Claire, buen trabajo.-Se dio un leve golpe en la cabeza con la mano derecha, y de alguna manera "se le prendió el foco", iría a América, había oído mucho sobre ella, ya había viajado una buen cantidad de veces allí, pero no había viajado a todos lados, lo cual quería hacer desde muy pequeño. Empacó sus cosas, estaba a punto de salir de casa, cuando recordó algo, no sabía que, pero una voz se había asomado desde el interior de la casa. Era Veemon, el cual estaba quejándose pues se quedaría solo allí. La joven pelirosa ya lo había olvidado, por lo que no hizo más que sonreír algo despreocupada.- Está bien, perdona, perdona, solo es la costumbre.-Hizo una pausa, para poder rascarse la nuca y tomar algo de aire.-Pero si quieres ir conmigo, deberás estar en forma de DemiVeemon, al menos así será más creíble que eres un peluche, ¿o acaso quieres ir dentro de la maleta?.-Observó al Digimon con una sonrisa maliciosa, pero el pequeño ser negó variadas veces con su cabeza, por lo cual terminó volviendo a la fase Bebé II y partió rumbo al aeropuerto, sin maleta alguna.

Ya estando allí, solo le quedaba comprar un boleto y entrar al avión. Suspiró decidida y terminó en la fila, la cual parecía interminable. Tras unas buenas horas, terminó por fin estando al frente de la cola, pero algo era malo... ¡El avión estaba apunto de partir!, compró un boleto rápidamente y corrió hasta llegar al primer avión que viera, el cual esperaba que fuera el cual necesitaba. Ya estando allí, sentada, tomó aire, pues tras correr tanto ya se había quedado sin aliento.-Agh... Por poco.-Tras un buen tiempo, terminaron aterrizando, pero el lugar se le hacía extraño, sobretodo cuando se bajó del avión; no se parecía en nada al lugar al cual esperaba ir.-Dios... Donde me metí.-Suspiró y miró hacia el cielo, bastante desorientada.-¿Qué hago aquí?.-

una pequeña brecha en el espacio-tiempo se abrió en mitad de lo que era una oscura plaza de san pedro. - Viajar a través del DigiQuartz fue buena idea. - Una voz femenina salió de dicho portal. venía acompañada de unos rítmicos pasos en un suelo de piedra.

- Si, así tenemos posibilidades de encontrar a nuevos compañeros... - Algo salió de la puerta dimensional, estaba completamente vestido de negro salvo por una mascara blanca de Guy Fawkes. - Lastima que esa chica no quisiera acompañarnos. - Le comentó a una pequeña luz dorada en su hombro.

- ¿¡Otra vez con eso!? - La intensidad de la luz varió junto al tono de voz femenino. Al parecer lo que lo producía era una pequeña hada sentada sobre el sujeto misterioso.

- Me tuvieron tanto tiempo encerrado que quiero conocer los placeres de esta vida Beatriz. ¿Acaso eso es malo? - El portal se cerró tras el chico, el cual se quedo viendo la Basílica de San Pedro sin mover un solo dedo.