Cosas de la Vida...

Estando como siempre recluida en las cuatro paredes de la alcoba de D.A.T.S. esperando al todo y la nada, abrazando mi piernas en un rincón inmersa en la obscuridad cuando inesperadamente un destello me deja casi por completo ciega acompañado del repicar de la alerta del aparato con apariencia de teléfono táctil señalando que era un portal, no es como si no lo hubiese podido descifrar por mi propia cuenta pero su sola y repentina presencia consiguen que una mirada inquisitiva se apodere de mis ojos. Un portal repentino no es una sorpresa como tal debido a que conlleve el cauce del surgimiento de algún digimon pero de este no surge nada, por el contrario pareciera que me invitase a cruzarlo – El digimundo… – esbocé aquellas palabras con la dualidad de la curiosidad y la renuencia a ese mundo.

Consiente enteramente a la idea de que en algún momento tendré que ingresar me armo de valor seguidamente de guardar el digivice y la terminal optando por enfrentar mis miedos. Al cruzarlo el suelo se siente cercano a la suavidad, lo que es normal debido a que se compone de algún tipo de arena. Un sonido casi eléctrico se hace presente a espaldas mía, resultando ser el cierre del portal; es de las pocas veces que agradezco ser parte de aquella organización, de otra forma “Ya no habría marcha atrás para mí”

Caminando a paso seguro para no parecer una presa fácil para algún digimon oportunista diviso a la lejanía a un joven humano (O por lo menos espero que lo sea) acompañado de un Wolfmon, digimon como el me son medianamente identificables. La idea de que son un elegido y su acompañante me centro en la idea de acercarme a ellos, dándome cuenta paso a paso que observan algo en el cielo, enaltezco la vista y descubro lo que les tiene tan maravillados, una especie de isla flotante – (No debería de sorprenderme, pero es difícil superar la estupefacción) – a unos pocos pasos me detengo al darme cuenta que solo me les acerque sin ninguna idea en mente – Hola, puede sonar sobrante la pregunta, pero ¿Eres un elegido? – cuestiono al joven manteniendo cierta distancia entre su y mi “Zona segura”

– Tiene lógica, pero a diferencia tuya, yo no soy una elegida – explico al tiempo que muestro mi dispositivo – Puede que no lo entiendas pero lo que soy se conoce como Bio Hybrido, tengo ADN digimon en mis venas lo que me permite transformarme en uno – al terminal la explicación elevo la vista nuevamente al sitio que señala – ¿Volando? – examino frio, pero recuerdo la terminal – Puede que abriendo un portal lleguemos a ese sitio… – les susurro devolviendo mi mirar a ambos – Pero, ¿Cuál es su motivo para ir allí? – la curiosidad que desde mi llegada a Japón se ha apoderado de mí, se hizo presente una vez mas

Atiendo a sus palabras, quedándome pasmada ante su declaración de que el dios digimon paso por esa isla flotante – Sí es verdad lo que dices, también me gustaría ir allí – elevo una vez más mi mirar haciendo cálculos para ajustar las coordenadas para llegar a la isla; una vez concluyo los ingreso en la aplicación de la terminal y abro un portal – Con esto debería bastar. Después de ustedes – les indico con un ademan educado de mi mano – Dado a que a sido su idea subir, primeramente ustedes deberían llegar – explico por si llegan a desconfiar de mí, lo que no sería una sorpresa, además de la loca niña capitana nadie ha confiado en mi.

Una vez tanto humano como digimon cruzan el portal les sigo sin demora quedando maravillada una vez más ante la vista que se propiciaba ante mí. Como un instintivo movimiento causado por los entrenamientos en los que me vi inversa cerré el portal – Sí desean volver lo abriré de nuevo – esboce en una tonalidad semi cantil mirando por uno de los bordes de la isla – ¿Te molesta si veo cómo dibujas? – indago aun mirando hacia abajo parada en el borde la isla, sintiendo la brisa de un leve vendaval acariciar mi cuerpo y al tiempo mover con sutileza mis cabellos y ropa – (Que tranquilidad se siente en este elevado lugar) – cierro los ojos dejándome llevar por la ecuanimidad que reina esperando a la respuesta con paciencia desmedida.

Observo por el rabillo del ojo al digimon y como prefiere andar por su cuenta por el sitio, entre tanto el joven respondió mi cuestionamiento de forma interesante dado a que saco su libreta de dibujos diciendo que era un manga en el que relataba las aventuras que vivía junto a su camarada – (¿Manga?  ¿Sera la especie de historia que continuamente lee el digimon de la capitana?) – mientras ese pensamiento se formaba en mi cabeza, el humano oriental se dispuso a dibujarme, acción que no me molesto, por el contrario, ese tipo de cosas alimentaban el ego que ostento. En silencio me quede en la misma pose en la que disfrutaba de la brisa, pese a que me encontraba en la “Precaria orilla” mantenía un semblante tranquilo.

Exhalo cuando termina de dibujarme y me alejo del precario sitio donde me encuentro movilizándome junto al humano el cual prontamente empieza a dibujar ahora el enorme árbol al centro de la isla y a su vez se presenta con el epíteto de Keith y a continuación su nombre completo y el de su camarada – (Ponerle nombre a un digimon… interesante) Entiendo. Yo soy Alisa Illinchina Amiella en un acto sub consiente encausado por la costumbre me cuadre ante él, recapacitando rápidamente en mis acciones abandone dicha postura militar – ¿Han venido ya otras veces a este mundo? – inquiero con profundo desasosiego por la respuesta pero manteniendo mi infranqueable rostro, observando atenta su nueva creación creativa.

Interpreto de la mejor manera que puedo sus palabras, imaginándome como seria yo misma si no odiase a los digimon y por consiguiente el mundo al que pertenecen – Entiendo, por mi parte no puedo declararme como alguien a favor de las ciudades del mundo humano, pero… vivir en este mundo… – expuse esa idea a medias observando el gran árbol erguirse hasta más allá de la vista, una vez deje Rusia y conocí a la loca capitana japonesa y sus camaradas y lo que experimentado estos pocos días me hacen preguntarme si la ideología que me fue implantada es la correcta – ¿Están conscientes que los peligros que plagan este mundo son mayores a los del mundo humano? – esa pregunta era la culminación del razonamiento que había dejado interrumpido – Si piensan que es mejor habitar este mundo… no, olvídalo, son solo conjeturas mías – niego levemente con la cabeza intentando aclarar mis ideas y pensamientos.

– ¿Qué no tienen la culpa… dices? – consigo decir apretando los dientes y ambos puños, intento tranquilizarme pensando en que este hombre no tiene ni idea de lo que eh vivido y en lo que suelta un discurso motivacional pro digimon me dispongo a ingerir mi medicamento para evitar algún brote psicótico no deseado. Saco la pequeña caja plástica y de la misma agarro una pastilla diferente tras otra de los 6 compartimientos que dispone el contenedor, ingiriéndolas de una sola vez – ¡Hmpf! Si te centras en un solo punto de vista, es claro que tacharas a la humanidad como los “Malos” y a los digimon todos como unos santos, pero tienes muchos errores en tu criterio. Tales como decir que la humanidad nunca se ha reunido contra un solo enemigo, ¿Olvidas las guerras mundiales? Y no solo ello, pones a todos los digimon como una especie de seres superiores cuando son sumamente ceñidos a los humanos, para no ir tan lejos… un Saber Leomon irrumpió en el laboratorio de mis padres y los devoró, de no ser por un grupo de personas iguales a mi hubiera corrido la misma suerte – me encojo de hombros – Volverme esto, un arma viviente contra digimon, fue una decisión que tome por cuenta propia y nunca fui obligada a serlo. Durante años se me considero como una candidata a ser una elegida pero eso nunca ocurrió, con lo cual, la única solución que me quedo para poder vengarme del asesino de mis padres fue mutar mi carne y sangre, eh de darte la razón en que los experimentos no son precisamente idóneos en esta época, pero si es lo que hace falta con gusto llevare esa “carga” en mi – su afán con dibujar no me exasperaba precisamente, pero si me hacía darme cuenta lo fácil que debió ser siempre su vida. Tomando en cuenta a los humanos que enumero es claro que se trata de un estudioso más que se da el lujo de dibujar tranquilamente en cualquier ocasión

–  Debes de tener una vida realmente fácil, ¿cierto? – aquellas palabras iban más haya que una simple pregunta sarcástica o retórica, podían catalogarse más como una afirmación de mi parte hacia su persona.

– Parece que olvidas que Japón ataco primero a U.S.A. una de sus bases militares, si… pero durante un día de fiesta y algarabío estando por completo indefensos. Hasta donde yo puedo comprender los digimon no son diferentes, inclusive entre ellos se cazan y forman ejércitos, ignoro la razón por la cual ya no se ah visto un digimon portando un Loader, o lo que es peor, un darkness, pero allí sigue estando el hecho de que son tan capaces de seguir sus propios ideales y arrasar a quien se entrometa – y de eso se trataban no solo las guerras y peleas humanas, también las digitales, en nuestro caso buscábamos de la manera “Directa y concisa” cumplir nuestros objetivos, en el caso de los digimon, ellos literalmente para volverse más fuertes y subir de nivel se mataban entre ellos ¿Eso es mejor o diferente a lo nuestro? – (Que este tipo no me quiera hacer reír, sigue viendo solo lo que le conviene)

Mantengo mi mirada fría sobre de él mientras cuestiona sobre que se siente tener padres y eventualmente enumera más cuestionamientos de la misma índole dejando de lado su aparente tranquilidad desfigurándose en mortificación – Creo que esos cuestionamientos tienen una respuesta clara, de otra forma yo no me habría convertido en el arma andante que soy ahora, así de simple y fácil – lo que dice a continuación, no me impacta en nada, vamos, en Rusia los niños la tienen peor. Por ejemplo, quemarían esos libros no por diversión sino para entrar momentáneamente en calor. El resto de su historia se torna mínimamente trillada y salida de alguna novela renacentista donde un afeminado sufre mil y un calvarios con el correspondiente final de encontrar a alguien que verdaderamente le aprecia. Como cereza en el pastel agrego el rechazo en su educación primaria – (Yo ni siquiera tuve ese privilegio) ¡Hmpf! Eh de reconocer una cosa, los humanos atacan sin razón aparente y más en su infancia por falta de “Criterio” – de uno de los bolsillos de la falda que ostento saco un pañuelo el cual le facilito recordando las palabras que alguna vez me llego a decir la capitana “Sí en alguna ocasión te sientes perdida o como si tuvieras un mundo explosivo en la cabeza… mira el cielo y cuenta nubes; si no puedes verlas… ábrete paso hasta ellas” mientras sonreía con su estúpida y clásica sonrisa  – Independientemente de tu físico, los humanos pocas veces se ayudan entre ellos y los que lo hacen desinteresadamente son solo unos idiotas – me encojo de hombros señalando aquel hecho como una verdad irremediable – Lo que es verdad, es que conozco a alguien capaz de aceptar incluso a una loca traumada explosiva como yo sin reparo alguno… me molesta y cuesta decirlo y admitirlo… pero aprendí un par de cosas de ella, como que sin importar la situación nunca estarás completamente solo – fijo mis orbes en los suyos – De ser posible y estando ustedes de acuerdo, les presentare a esa niña. Y ahora no te rompas frente a mí, no estoy acostumbrada y mucho menos sé qué hacer con alguien que llora – solicito mirándole despectivamente – Dudo que gustes que aplique en ti los métodos que se me realizaron cuando rompía en llanto – por un segundo mire al infinito recordando aquellas palizas y juegos mentales en los que me vi inmersa en mi infancia.

– ¿Y yo te parezco japonesa? – de tener los nervios crispados pase a mirarle despectivamente, sintiéndome de tal forma que una de las brisas que por aquí surcaban podrían llevarme con ellas tal cual – Soy de Rusia, aunque es verdad que ahora habito en Japón – suspiro escuchando lo que dice – No creas que permanezco aquí por gusto, de irme ¿Ustedes que harían? ¿Esperar que un portal aleatorio los saque de aquí? ¡Hmpf! Por favor, es más probable que un digimon de los que se negaron a subirlos les baje – expuse con una leve mueca sonriente pero cínica y eventualmente de todo lo dicho, Keith menciona una palabra con la cual quiere catalogarme – ¿Tsundere? – replico totalmente desentendida – ¿Qué significa eso? – mi rostro ahora expresa sino sorpresa y un dejo de curiosidad.

Decir que no me encuentro hasta la coronilla de este sujeto seria mentir, pero se de ante mano que los humanos no pueden hacer nada solos. Pese a que este sujeto tenga un camarada digital, aun así requiere medianamente mi ayuda a menos claro que milagrosamente por alguna razón inexplicable su digimon alcance una etapa en la cual pueda volar para poder bajar de esta sumamente elevada fracción de tierra flotante – (Dudo acérrimamente que cualquier digimon no volador súper viva a una caída desde esta superficie tan elevada independientemente de su nivel) – por un momento admiro a su camarada – (Lobomon… posee variables de evolución con capacidades voladoras… ¿Consiguió ya dichas evoluciones?) – cierro los ojos momentáneamente dejando ese pensamiento de lado escuchando su sugerencia – ¿Hmm? – le miro analítica procesando sus palabras – (Está… ¿Segura…? ¿No debió decir “Seguro”?) – exhausta deje escapar un respiro de mis labios – (Seguramente escuche mal) Bien, buscare la lectura que conlleve a esa “Gasai Yuno” – me cruce de brazos y mire al frente, recuperando la calma al estar rodeada de nubes – Cuando termines tu historia… ¿podría leerla? – solicite aun admirando las nubes surcando alrededor de la isla flotante, como si fueran la espuma de las olas de mar que debería rodearla.

Ante lo dicho por el lobo antropomorfo digital contengo la carcajada aclarando la garganta, solo sus primeras palabras me hicieron gracia – (Sin contar a la araña del avión, nunca eh tenido verdadera necesidad de un cambio físico-mutageno para combatir digimon) – formule como pensamiento aun escuchándole – ¡Hmpf! Nunca dije que no dependiera de nadie, o que tú fueras su sirviente… se perfectamente que los compañeros de los niños elegidos tienen con estos un fuerte vínculo – me encogí de hombros señalando lo poco que me importaba eso, pero a decir verdad siempre sentí envidia de esto… vamos, es fácil de imaginar – (Esa es la razón de convertirme en esto… no tener un verdadero amigo con el cual contar…) –. Mi rostro continuaba siendo frio y casi inexpresivo hasta que el lobo menciono que su tamer era una “Dama” como respuesta adorne mi rostro con un avío de duda dejando mejor ese tema de lado – Hace años que no veo o leo algo que no sea de la índole del combate y la guerra… imagino que será refrescante admirar algo que me deje una buena enseñanza – respondo ante las sugerencias de Keith.

Les observo detenidamente por escasos segundos, de nuevo con mi mirar frio e inexpresivo – Disculpen la pregunta tan rara, pero… ¿Qué se siente ser un niño elegido y ser un digimon compañero? – sin darme cuenta de mis propias palabras, y como las juntaba en ese cuestionamiento lo realice sinceramente – (Bien, no importa mucho ya… es claro que me toman por algún tipo de adolescente bipolar y con alguna clase de trastorno mental mas profundo…)

Les escucho atenta, en alguna parte de su respuesta miro mi mano abriéndola y cerrándola levemente, para eventualmente devolverles mi total atención – Entiendo… – respondo con un dejo de pesar a lo dicho por el компаньонка *. Después el lobo antropomorfo digital agrego su propia explicación; eh de reconocer que sentía cierta envidia de ambos… en realidad de cualquier niño elegido y su camarada. Ya lo he dicho incontables veces a lo largo de mi corta vida, ellos tienen suerte y la tienen fácil – ¡Hmpf! Tiene sentido, albergan un lazo tan fuerte que cosas como las barreras de “Su zona segura” se anulan entre si – dictamino como ultima explicación encogiéndome de hombros – Pensé que podría sacarles de sus casillas y sacarles un pequeño combate… pero parece ser que tiene el suficiente temple y tranquilidad como para pasar por alto la insolencia – agacho la cabeza a manera de disculpa – Lamento mi comportamiento hasta ahora. Estoy acostumbrada a ser arisca por varios motivos…

Me reincorporo y aclaro la garganta, meditando un instante en mi siguiente oración – Pareciera que tienen el suficiente conocimiento sobre este mundo, pero me surge una duda… y espero puedan respondérmela sinceramente ¿Desde cuando eres un niño elegido?.

Glosario:

– Pues… – desvié la mirada ladeando un poco la cabeza – Me dio curiosidad; simplemente es por poder darme una idea más concreta y exacta de su experiencia y conocimiento de los digimon – explique aun con la mirada desviada. La capitana me había explicado que el digimundo no era realmente tan peligroso como me lo había pintado en la mayoría de los entrenamientos; después de conseguir superar el virus se podría decir que se había vuelto medianamente pacifico – (Demasiado pacifico…) – devolví mi mirada al par – Con su experiencia… ¿Consideran normal que este sitio sea tan pacífico y tranquilo? – cuestione con un dejo de inseguridad, estaba acostumbrada a estar alerta, con la guardia siempre en alto y sospechar de prácticamente cualquier cosa. Teniendo en cuenta que pudiésemos conversar tan tranquilamente era lo que me ponía tan particularmente “Nerviosa” justo ahora, por eso tener su opinión me resultaba tan imperioso.

– Entiendo… ni siquiera el cauce tomado por el dios de este mundo está exento del caos y todo lo que conlleva el mismo… una brisa cruzo entre nosotros, la cual era lo suficientemente fuerte como para hacerme sujetar la gorra en mi cabeza y alzar la vista en búsqueda de la fuente, la cual fue un digimon del tipo ave surcando los cielos con la misma tranquilidad que nosotros disfrutábamos – Siempre y cuando… el hombre este presente… ningún mundo podrá gozar de verdadera paz, pues es el hombre mismo el que busca hacerse con un poder mayor para acabar con sus enemigos – diciendo ese pequeño fragmento de alguna obra literaria, me mantengo observando al digimon ave con forme se aleja – Y… ¿No son los digimon mismos… la máxima arma? – les mire a través del rabillo de mi ojo – Se cómo se siente que te traten como un arma, pero… tienen que admitir que por cada “Buen Tamer” hay, cuando menos… otros 6 que solo piensan en la adquisición de poder… – devolví mi atención al ave, preguntándome en pensamiento si algún día podría alcanzar la misma libertad que gozaba.

– Wolfmon, lo que eh dicho no ha sido con el afán de molestarte; me disculpo igualmente (Aun sin intenciones, parece que solo digo cosas mal intencionadas) – suspiro y eventualmente inclino la cabeza hacia abajo – Conozco eso… al menos a manera de leyenda; tengo una vana idea de que son capaces de hacer los tamer de “Luz” pero… aun así, no se puede negar que en estos momentos la obscuridad se hace cada día más fuerte y no merma en esfuerzos para esconderse, sino que está presente en todo su esplendor – alzo la vista nuevamente, observándoles – Incluso ahora, aunque nosotros disfrutemos de esta paz, la pelea de la luz contra la obscuridad ya ha comenzado… a saber que ocurrirá en esa guerra… – vuelvo a suspirar, así como aquel humano y su camarada tenían la aparente manía de encogerse de hombros, la mía parecía ser el dejar escapar esas pequeñas bocanadas de aire – Solo me pregunto si toda la sangre que se derramara en ella valdrá verdaderamente lo que quede o se obtenga al final….

Resople profundamente cuando ante puso la importancia del nivel evolutivo de su digimon; la etapa no era prioritaria en una pelea así como tampoco el número  de digimon del oponente; admito que es impactante y abrumador enfrentarse a una mayoría teniendo un número reducido pero, la clave de la victoria no solo radica en números y cifras, la experiencia ayuda, pero salir victorioso de un millar de batallas no te vuelve infalible… – Sí, en algunas ocasiones es preferible evadir el enfrascarse en un combate, pero como dicen, en estos tiempos lo único que queda es pelear – al decir esas palabras saque mi dispositivo, observándolo atentamente – Por como hablan su experiencia en combate es casi nula… si me lo permiten podría enseñarles un par de cosas. Aunque mi experiencia en combate real es igual o inclusive menor a la suya; desde temprana edad me fueron inculcadas las artes de la guerra – con decisión alzo la vista hacia ellos – ¿Gustan un combate amistoso? – propuse galante, extendiendo mi diestra de manera de recalcar que el combate sugerido seria uno entre “Caballeros” y no una ruin pelea como la que buscaba en un principio. Entra las tantas enseñanzas que me fueron suministradas, las que conllevaban un combate como el sugerido ahora implicaba empezarlo con un estrechamiento de manos y terminarlo de la misma forma, con lo cual se fomentaba el eludir cualquier rencor latente que pudiese surgir en el proceso.

Internamente me alegre de que aceptase estrechar mi mano y con ello el combate amistoso, el pensamiento de que por fin otro mas no me tuviese miedo por el simple hecho de ser yo me lleno de energía, sin embargo mantuve me rostro inquebrantable perpetuo – Como dices, a ambos nos hará bien este combate – además de los camaradas de la capitana de D.A.T.S. no había entrado en contacto con otro digimon acompañante; me figuraba que tendrían su propia personalidad por completo ajena a ese par de digimon, pero no imagine que el temple podría llegar a ser como el de Mika, y teniendo en cuenta las palabras del joven tamer me limite a dirigir mis orbes como el cielo del amanecer al digimon – No tiene caso que le diga que debe o no hacer con su agresividad, además, prefiero creer que el mismo se dará cuenta de cómo proceder – solté la mano del humano sujetando mi digivice con cierta firmeza dado a que me sentía intranquila por no saber exactamente cuál era el digivice que poseían – Al final pienso que debería de pelear igual que siempre, de otra forma se quedara con el pensamiento de “¿Y si…?” ¿Me explico? – me moví un par de pasos a la lateral para así alejarme de la orilla y de esta forma poder proceder al combate – Puedes usar cualquiera de las etapas a las que tengas acceso y como he dicho… no te contengas.

Siguiendo mi propia sugerencia realice una carga de digisoul en el dispositivo digital volviéndome asi, a la forma del digimon leonido de nieve conocido como Panjyamon el cual no era más que una variable de Leomon, una “sub especie” gélida del mismo – No te preocupes por herirme o por ser herido de gravedad, en esta forma ostento una técnica curativa de buenos parámetros – explico en una mezcla de entereza y tranquilidad, que surgían en mi durante los combates.

http://wikimon.net/Panjyamon