[Manchester] En mi otra vida debí ser princesa de videojuego

La rubia respiraba agitada, no tenía apenas tiempo que perder. Finalmente tras cuatro meses de tratar de escapar de esa habitación donde la psicópata esa la tenía retenida, lo había conseguido. Así que, ahora tenía que darse prisa para poder salir de ese lugar. Aunque claro, era más que obvio que ella sola no iba a poder hacerlo, así que, decidió hacerlo de otra manera, pediría ayuda a alguien que le debía una muy gorda por la traición que había cometido en el pasado, así como el motivo de su estancia "vacacional" en ese lugar.

Corrió manteniéndose lo más pegada a las paredes y esquinas, vigilando también el techo para que no hubiese cámaras. Aunque lo más seguro es que ya hubiesen captado su movimiento más de una vez. La mujer que la tenía retenida era demasiado escrupulosa para dejar sin protección su laboratorio. Forzó sus piernas, debilitadas por el cautiverio, a correr lo más rápido que pudo hasta entrar en una sala en la que había un pequeño ordenador portátil. Sabía de su existencia gracias a que una vez se habían quedado sin electricidad para sustentar el ordenador central, así que, su captora había usado ese pequeño aparato.
Lo encendió y comenzó a trastear con los programas hasta encontrar uno en concreto que le permitiría comunicarse con la persona que quería. Por suerte, había descubierto, que gracias a su relación con Kira -la que la tenía atrapada -su número se encontraba guardado en las bases de datos de los ordenadores del lugar.

Con un solo click comenzó el mensaje de video que le dejaría a esa persona.

- Zayyn, supongo que no esperas un mensaje por mi parte, especialmente por haberte dicho que estabas muerta para mí la última vez que nos vimos. Pero hay fuerzas mayores que me obligan a llamarte - la rubia miró hacia ambos lados preocupada, se le acababa el tiempo, lo presentía. - No tengo mucho tiempo para hablar. Tú "querida" amiga Kira decidió secuestrarme tras quedar muy curiosa por el hecho que me soltaras. Así que, durante estos meses en los que no has sabido nada de mí, han estado torturándome, aunque supongo que me han tratado bien para lo que suele ser ella... En fin, volviendo al tema, todo lo que me ha pasado es en parte responsabilidad tuya por hacer tratos con gente demente. No sé si con esto vendrás a salvarme o simplmente decidirás borrarlo, pero sé que odias estar en deuda con la gente, y ahora mismo me debes a mi dos cosas: lo que me hiciste en aquel entonces y el que ahora esté atrapada aquí. Así que, si me sacas de esta, te prometo olvidar ambas deudas... - la rubia se puso pálida en cuanto escuchó que la puerta se abría. - Ahora mismo, eres la única persona en la que puedo confiar...

- Vaya, vaya~ Que traviesa eres, y yo que pensaba hoy dejarte un descanso. Me parece que voy a divertirme~

La persona que habló no salía en el vídeo que le llegaría a la pelirroja, pero no había duda alguna de quien era. Unos segundos después de que Natasha tratase de huir, el vídeo se cerraría de golpe, poniendo toda la pantalla de negro.

El tiempo corría a contrarreloj para la rubia.

Estaba con Kenshi, disfrutando de nuestro premio al fin, bolsas y bolsas de dinero, maletines con billetes verdes, todos apilados en tacos, cada fajo facilmente llegaba a los cinco mil. Ahora era más fácil lo de la búsqueda de una base de operaciones adecuada, la cabaña de Kenshi y mi casita se nos habían quedado pequeñas, muy pequeñas en escala de lo que planeábamos hacer. Necesitábamos financiación, bien, ya la teníamos. En poco tiempo podríamos buscar un buen lugar para instalarnos y comenzar a operar.

Estiré los brazos dentro de la cama, cuando un tintineante sonido me alejó de mis pensamientos. Tratando de no despertar a Kenshi, me deslicé por el futón hasta el borde, y todavía con el pijama de estrellitas que me había conseguido la noche anterior, pise con cuidado los tablones de madera del suelo, tratando por todos los medios de no turbar el sueño del chico. Salí de la habitación y cerré la puerta corredera sin hacer ruido. Con una leve mueca de ensoñación y un bostezo caminé con pies desnudos por el pasillo, llegando al salón y aproximándome al estante para tomar mi teléfono móvil y desplegar la pantalla táctil para ver por qué demonios sonaba a horas tan tempranas del día. Mi presencia debió de haber despertado a Kali, Rukriel y Fenrir, porque los tres se incorporaron del suelo en el que habían dormido toda la noche y me miraron con mirada somnolienta.

- Shh, tengo un mensaje de alguien en el teléfono... ¿De Kira? What?-parpadeé repetidamente al ver el nombre del contacto en la pantalla, y mi atención instantáneamente fue captada por dicho suceso. El mensaje procedía de una aplicación de comunicación de videollamada, un programa famoso llamado Spike. Me pregunté qué quería de mí esta tía a esas horas, así que pulsé el contacto para ver su mensaje.

Me había esperado ver el rostro de la inglesa, esa mirada de superioridad y sabelotodo que odiaba tanto. ¿Quizás me llamaba para "exigirme" dinero porque se había enterado de mi golpe? Pues se iba a llevar una grata decepción, no pensaba darle ni un centavo de mi dinero.

Sin embargo, no fue su rostro con el que me topé. Cuando el video surgió e iluminó los rasgos de mi cara en la oscuridad de la noche, mis ojos verdes se abrieron de golpe, desorbitados, al ver un rostro que conocía bien, era el rostro de una chica rubia, de ojos azules, a la cual había amado en el pasado como a ninguna cosa. Mis manos temblaron al escuchar su voz, pero conseguí sostener el teléfono.

Pasaron los segundos, escuchando su mensaje. Mi mirada se ensombreció, oculté el rostro entre los cabellos del flequillo, y mis dedos se cerraron tanto en torno al móvil, que la pantalla comenzó a oscurecerse en algunas zonas, hasta que, finalmente, el cristal se resquebrajó, y cedió ante la fuerza del repentino digisoul negro que envolvía mi cuerpo con virulencia.

El vídeo había terminado, y con él, se habían resuelto todos los misterios acerca del paradero de Natasha en todo ese tiempo.

- ...-no dije nada, era más que obvio que no necesitaba hacer uso de palabras para hacer saber a mis digimons sobre el estado de ánimo en el que me encontraba... Ellos ya habían escuchado que esa hija de puta tenía retenida a Natasha en contra de su voluntad. Solo recordar esa voz  amenazante al final del vídeo me ponía enferma...-. Kali...

La gata negra se estremeció ante el tono lúgubre y de ultratumba de mi voz, pero se levantó, y asintió. Rukriel y Fenrir comprendieron que ellos no eran necesarios esta vez, aunque ninguno de ellos dos entendía qué pasaba, y no era necesario que lo hicieran.

El digisoul me cubrió entonces el cuerpo de manera más densa que antes, por lo que pronto, mi apariencia se vio convertida en la de la guerrera de la oscuridad, con su armadura negra y dorada, y su espada zigzagueante pendida en la cintura... Un portal se abrió frente a mí cuando rasgué el aire con el arma, y ambas, tamer y primer compañero, lo cruzamos, encontrándonos en un lugar en el que obviamente ya habíamos estado... Un laboratorio debajo de unas instalaciones, bien escondido... pero a la vez bien expuesto para mí.

Sin ninguna expresión humana que pudiera denotar lo que pensaba en esos momentos, comencé a caminar por ese lugar, encorvada, con el rostro escondido entre el pelo, y la espada serpenteante siendo arrastrada por el suelo, produciendo a su vez un escalofriante sonido chirriante y mortal...

El laboratorio estaba como siempre, o al menos, como la propia Zayyn debía recordar, todo frío, limpio y sin una gota de humanidad en él. Similar a como era su propietaria.  La pelirroja se encontraba en la sala principal, aquella donde estaba el ordenador central, puesto que era la única zona donde el sistema de seguridad no protegía completamente bien de las intrusiones por medio de los portales. La dueña bien lo sabía, pero no le había dado importancia alguna.

En esa misma sala, tecleando como si no hubiese un mañana, se encontraba la culpable de todo ello: Kira. En la pantalla que observaba muy entretenida se podía ver un registro de constantes vitales, así como una imagen de la chica rubia con los ojos cerrados, lo que dejaba a la vista unas profundas ojeras y una expresión que se podría definir como de verdadera molestia. Pero lo peor de todo no era eso, sino el matiz azulado que habían adoptado sus labios. Al parecer, la estaba torturando por medio del frío, a pesar de que los datos digitales de la rusa eran digimons de tipo hielo. Al parecer, una especie de burla y castigo por lo que era.

Si la pelirroja se preguntaba si la habían escuchado, no era así, Kira estaba muy entretenida observando la pantalla como para percatarse del leve sonido del aire al ser rasgado.

Mis ojos se clavaron instantáneamente en la persona ya presente en la habitación. Brillaron de manera extraña, un tanto con malevolencia, pero también con una letal determinación. Con pasos lentos, caminé sin posibilidad de ser detenida, para colocarme a su espalda. A medio camino, observé entonces la imagen que mostraba la pantalla: un rostro azul, dormido, y con un gesto de sufrimiento en el. La furia y la rabia me embargó, y con un gesto, hice moverse a mi propia sombra, posicionándose sobre la de la humana, y alzándose para tomar consistencia sólida, convirtiéndose en filosos y puntiagudos pinchos negros que se clavaron de todas las maneras posibles en su cuerpo.

- Nuestra alianza se ha terminado, Kira. Ya no me sirves para nada.

Llegué hasta ella, y la miré a los ojos con absoluto desprecio impregnado en ellos. Black consideró oportuno acercarse también, por lo que, de un salto, se plantó sobre la mesa, sentandose sobre los papeles mientras movía el rabo.

Los ojos frío y azules como el hielo se abrieron sorprendidos en cuanto escuchó la voz a sus espaldas, pero rápidamente adoptaron su habitual insensibilidad, aunque una mueca de diversión adornaba su rostro, tornándolo en alguien demente. Sabía los riesgos que tenía, y por supuesto, la facilidad con la que podría acabar su vida, pero así son los juegos, si no arriesgas, no hay opciones a ganar.

- Nuestra alianza acabó hace mucho tiempo, Zayyn.

No había ningún tipo de emoción en la réplica, a lo sumo un leve desdén, que no se borro de la última expresión de la humana. A pesar de que su vida se extinguía, aún parecía burlarse de los demás.

Acabada la vida de la dueña del laboratorio, ahora tan solo quedaba conseguir localizar a la rubia. Sin embargo, ¿cómo usar el ordenador central? A fin de cuentas, el teclado no presentaba ningún carácter que indicara que letra era y el orden había sido alterado. Además, en mucho de los programas se pedía una clave y un usuario que tan solo la muerta podría conocer.

Pero para más inri -parecía que por casualidad, o porque de verdad se esperaba que apareciera la pelirroja -había un relog en cuenta atrás, con lo que parecía ser el tiempo de vida que le quedaba a la rubia. Zayyn tenía prácticamente una hora para encontrarla entre el laberíntico laboratorio y dejarla libre de esa cámara de frío.
Sin embargo, a pesar de que la pelirroja había vivido allí, no tendría recuerdo alguno de una sala con las características para soportar temperaturas muy bajas. O bien era una zona en la que nunca había estado, o bien, Kira había invertido su dinero en crear una cámara como esa en a saber qué lugar del laboratorio.

Sus ojos azules me miraron, sorprendidos, durante un instante, pero rápidamente después, recuperaron ese matiz de desdén que tanto caracterizaba a la dueña de ese cuerpo. Sus labios se despegaron, posiblemente para dejar escapar su último aliento, aunque al final, también me fueron regaladas unas bonitas palabras de despedida.

- Tan solo vine a saldar deudas...-Ya fuera con ella, o con Nat, eso mismo había ido a hacer allí, aunque lo de Nat era más bien preocupación que el orgullo de no tener que deberle nada.

Me separé de ella, mi sombra salió de su cuerpo, y en el mismo momento en el que este cayó como peso muerto sobre el charco de sangre, algo en mi interior se contrajo... O mejor dicho, se resquebrajó... Ya me había pasado antes, no era nada nuevo, pero no pude evitar coger una bocanada de aire para recuperar el aliento.

- ¡Zayyn!

Miré a Kali, alarmada, pero sacudí la cabeza al jadear para que no se preocupara. Estaba bien, no me moría ni nada por el estilo, solo que mi alma había vuelto a pagar un precio por arrebatar una vida. Y eso, debo decir, no era algo agradable que una pudiera experimentar.

Sin más demora, enfundé la espada, y salí al pasillo que había después de esa sala. Como empezaba allí y era de una única dirección, lo seguí, con Kali andando a mi lado. Mis ojos miraban al frente serenos en apariencia, pero por dentro estaba que no cabía en una silla de lo inquieta que me sentía. Había visto el reloj y la cuenta atrás, y sabía que aquello no era sino una jugada final por parte de la humana a la cual acababa de asesinar.

Me quedaba una hora, y si no encontraba a Nat para entonces, la vida de la chica se desvanecería como copos de nieve en un día de verano...

El pasillo continuaba recto hasta una intersección, de la cual salian tres caminos más, a la derecha lo que llevaba a la cocina y a algunas habitaciones llenas de trastos -o al menos así era antes -, la izquierda donde se llegaba a la zona de las habitaciones, donde además de las tres salas, había unas pequeñas escaleras de mano que conducían a un nivel inferior. Y el último camino, el que seguía recto, que llevaba durante un buen tramo más hacia una zona compleja llena de habitaciones de distintos tamaños, en las cuales no solía haber nada, pero que podían contener perfectamente a otras personas (allí había estado Zerker secuestrado con anterioridad). En total habría unas doce salas, repartidas en grupos de dos o de tres, en secciones en las que después de un pasillo había dos o tres habitaciones. Allí también, al final del todo se encontraba una escalera que bajaba al siguiente nivel.

El tiempo que tardaría en registrar cada zona sería: Derecha: 5 minutos (búsqueda) + 1 minuto vuelta al punto de partida. Izquierda: 5 minutos + 1 minuto de vuelta/0,5 min bajada por las escaleras. Recto: 15 minutos (búsqueda) + 3 vuelta/0.5 bajada por las escaleras.

Off: Creo que no hará falta decirlo, pero las barras son opciones, o la una o la otra xD
Tiempo restante: 59 min

Al cabo de unos segundos andando llegué a una intersección de caminos. Algunos los conocía bien, pero otros, como el largo, no me eran tan familiares. Por alguna razón, acabé decidiéndome por este; no había tiempo que perder, y si resultaba no ser esa la dirección simplemente daría media vuelta y regresaría. Pero no iba a quedarme pensando cual podría ser el correcto, así que, además, evolucioné en Doitainmon. Solté un gruñido, dejé que Kali se subiera encima mío y comencé a correr por el largo pasillo, sin detenerme y sin hablar para no perder aliento.

<< Ya voy, Rusa >>pensé << Sólo espera un poco más >>

La pelirroja optó por transformarse en una leona de color carmín. Una decisión sabía, puesto que jugaba contrarreloj, y su forma felina era veloz; además de poseer sentidos del olfato y del oído más finos que el humano. Sin embargo, esto no funcionaría, dado que el único olor que se percibía en los pasillos era el hedor a desinfectante. Al parecer, la dueña del lugar tenía un verdadero problema con la limpieza.

Corrió y corrió, comenzando a encontrarse con varias salas dispuestas de manera irregular en grupos de tamaños variables. Los pasillos continuaban, pero no había presencia alguna de la rusa. Todas las habitaciones eran iguales: una cama no demasiado cómoda, unas argollas en la pared que permitirían el encadenar a los inquilinos, un váter y un grifo.

Sin embargo, en la última de todas, aquella que quedaba más cerca de las escaleras había algo distinto a las demás. Unas sábanas decoraban el colchón de la cama, y el olor de la rusa inundaba el lugar. Aunque no, no estaba allí, el rastro tenía ya varias horas. Pero el haber pasado allí cuatro meses había hecho que el olor de la joven se hubiese impregnado en la habitación.

La pelirroja salió de ese lugar, viendo frente a ella un "hueco" en la pared que dejaba a la vista unas escaleras de mano que tomo para descender hacia el interior del complejo. Adoptó su forma humana para bajar, y en cuanto estuvo en el siguiente nivel, recuperó la forma de animal.

En ese nuevo pasillo-más angosto que el arriba-, las luces parpadeaban, en el caso de aún dar luz, por lo que todo estaba sumido en unas penumbras no demasiado acogedoras, así como el olor a moho, humedad y cerrado que tenía. No parecía que Kira lo usase mucho, pero quién sabía, quizás por ese mismo motivo tenían allí a la rusa atrapada.
Desde donde estaba, Zayyn se encontraría con una bifurcación. A la derecha el pasillo tenía algo más de luz, pero se escuchaba un extraño rumor. Mientras que a la izquierda la luz desaparecía al cabo de diez metros, tornando todo en una profunda y densa oscuridad, el silencio de ese lado era sobrecogedor. Si optaba por tomar el primer camino perdería bajo su nueva forma 7,5 minutos; mientras que si escogía el otro tardaría en llegar 6 minutos a la zona donde desembocaba el pasillo.

Off: Tiempo restante: 59min - 15min/2 (velocidad de Dotain) - 1 min (bajada de escaleras y transformación y destransformación)= 50,5 min

Mis patas restaron terreno, gracias a esta transformación estaba más cerca de encontrar a Nat. Kali sobre mí estaba callada, agarrada con zarpas férreas al pelaje rojo de mi espalda. Me daba algunos tirones, pero eso comparado con mi misión de encontrar a la rusa, me importaba bien poco.

Al cabo de un rato, unas escaleras de mano se presentaron frente a mí, pero algo antes captó mi atención, un olor. Durante todo el trayecto no había podido olfatear nada, olía a ese desagradable desinfectante que Kira siempre utilizaba, y por eso no había sido capaz de encontrar un rastro que me llevara directamente hasta Natasha. Pero al llegar junto a la escalera, un aroma proveniente de una habitación de al lado atrajo mi atención. Sin perder el tiempo me introduje en aquella sala, pero para mi desgana, Natasha no se encontraba allí, a pesar del fuerte olor a ella que ese lugar despedía.

Solté un gruñido.

- ¡Natasha!

Di media vuelta, y me destransformé para bajar las escaleras. No las descendí como habitualmente, sino que para ir más rápido agarré sólo las barras de metal y me dejé caer deslizándome. BlackGatomon bajó después de un salto, y se plantó sobre mi lomo justo en el instante en el que retomaba la evolución de la leona y comenzaba a correr a través del pasillo, en busca de la chica secuestrada.

Momentos después, me detuve, cuando el camino se bifurcaba de nuevo. Uno de los neuvos pasillos estaba completamente a oscuras, mientras que el otro tenía luces que debían de estar ya en las últimas a juzgar por el titileo del techo. Aunque al menos en este se podía escuchar el susurro de algo... Con esa nueva esperanza, me adentré en él, a la derecha, esperando fervientemente encontrar de una vez a Natasha.

El pasillo era más estrecho que arriba, por lo que la felina no podía moverse con la misma facilidad de antes, pero aún así, sin duda alguna iba más rápido que cuando era humana. Así que, tampoco pasaría nada perjudicial por ir con esa forma.

Poco a poco avanzó por el pasillo del rumor. Las luces allí parecían estar mejor que en el otro lado, pero aún así, algunas fallaban o estaban estropeadas; además, a cada paso que daba el sonido se iba haciendo más y más fuerte. El rumor dejó de ser algo que parecía ser de fondo, para convertirse en algo mucho más potente, aunque con ese aumento del sonido, también se descubría la naturaleza de este: agua. Una corriente turbulenta y rápida que se movía por la zona inferior. Sin embargo, todo estaba seco, por lo que no debería tener que mojarse las patas en ningún momento.

Tras caminar durante siete minutos, la leona llegó a una gran sala donde se encontraba todo el agua almacenada, algo así como un estaque. Sin embargo, ella se encontraba sobre una pasarela elevada por la que podía caminar tranquilamente. Así que, siguiéndola llegaría un punto donde podía ver como el agua se canalizaba a gran velocidad por unos conductos muy amplios. Sin embargo, en dicho lugar, había un pequeño detalle no muy notorio si uno estaba más ocupado en mirar otras cosas, puesto que las rejillas metálicas en ese lugar estaban oxidadas en todos los bordes. Así que, en cuanto recibió el peso de la leona, cedió hacia abajo, arrastrando a los dos digimons al agua.

El viaje fue rápido y muy movido, no tenían muchas más posibilidades que mantenerse a flote. Hasta que llegaron a otra sala, donde el agua se estancaba. Allí había varias rampas que conectaban el agua con una sala vacía. Al fondo de esta, había otra puerta que mostraba una habitación aún más grande. Allí había muchos componentes electrónicos, armas y distintos objetos que Zayyn no sabría para qué eran. Pero sin lugar a dudas, allí había un premio, puesto que en una urna de cristal, se encontraba el dispositivo de la rusa.
Lo cual daba lugar a dos opciones, o bien, esta se encontraba allí cerca, o en el lugar más alejado a esa sala.

Off: Tiempo restante: 50,5min - 7,5min (ya había contado con la v de Dotain) -2,5min (chapuzon+salida del agua) - 1,5min (paso de una sala a otra y obtención del dispositivo) = 39 min

Poco a poco el rumor de lo que parecía ser agua se hacía más cercano, más audible, más... frente a mí. Caminé hasta toparnos con el origen de ese sonido, un lugar repleto de agua, como un estanque, aunque por suerte estábamos en una especie de camino de hierro... Viejo y oxidado.

Y de repente, todo hizo "puf", pero no el típico "puf" de que todo desaparece, sino que de repente, el maldito puente cedió, y caí dando un rugido del sobresalto sobre el agua... Sobre la mojada agua. ¡Agua, joder! ¡Y yo transformada en Doitain! ¡Claro que sí, con dos ovarios!

Pataleé con las zarpas, me estaba ahogando, y con esa no iba a conseguir rescatar a Nat, primero tenía que sobrevivir yo para poder salvarla... Y no iba a dejarla morir. << Ah, no, ni hablar >>pensé, enseñando los dientes al agua, dedigievolucioné y volví a hacer uso del dispositivo digital para alcanzar la etapa mega. Una vez siendo el demonio de viento, agarré a Kali del rabo, y nadé como pude hasta la superficie, moviendo las alas con fuerza hasta salir al aire y sobrevolar la sala.

- ¡Miau!-se quejó la gata. Aunque supuse que prefería mil veces sentir un tirón en el trasero que estar siendo arrollada por corrientes de agua.

Miré entoces a mi alrededor, y fue en ese momento en el que me percaté del lugar en el cual me encontraba... Era una sala con agua también, pero esta tenía la diferencia de que no parecía que hubiera corriente, y de que, además, había una urna de cristal en mitad de la sala, y dentro, un aparato de forma rectangular y de color rosa.

- Su digivice...-volé hasta él, y con una afilada uña, rayé el cristal, creando un circulo, y abriéndo un agujero en él para posteriormente sacar el digivice. Sonreí, pero decidí dar media vuelta para regresar, puesto que ya nada había allí que pudiera interesarme, y desde luego no iba a meterme en el pasillo oscuro, vete tú a saber qué cojones habría allí...

Así que, tras salir de ese endemonioado lugar y atravesar de nuevo la zona en donde se encontraba el puentecillo caído, llegué al pasillo de las luces tintineantes. Lo recorrí, dejando a Kali en el suelo y volviendo a convertirme en Doitainmon. De nuevo, ambas recorrimos todo el viaje hasta el punto de partida -con la destransformación y la transformación al subir las escaleras-, en donde me volví a posicionar para elegir un camino.

No perdí demasiado tiempo esta vez. La prisa era crucial, y tras un breve titubeo, tomé el camino el cual recordaba que llevaba a la cocina.

La cocina era una sala amplia con mesas altas de aluminio y banquetas a juego, las paredes eran blancas y el suelo hecho de baldosas negras y blancas dando lugar a un patrón damasquinado. Los muebles de nuevo eran de color plateado y las encimeras de granito pulido. Un lugar terriblemente monocromático de no ser por algunos colgadores en los armarios que eran de color morado.

En apariencia todo normal y sencillo, por mucho que abriera las puertas y los cajones nada ocurría, y de hecho, era imposible que hubiese algo en ese lugar. Aunque, si la pelirroja decidía mirar en la nevera se llevaría una sorpresa, puesto que no estaba fría, sino que dejaba paso a un estrecho conducto por el que tendría que pasar con su forma humana (tiempo hasta llegar a la siguiente zona:15 min).

Había un pequeño detalle que no se le había ocurrido pensar a la pelirroja, y es que, la cámara cuando le había mostrado el rostro de la rusa estaba muy cerca de su cuerpo, por lo tanto, eso sólo podía ser por dos cosas: Un aumento de zoom o que la chica se encontrase en una sala no demasiado grande, como un cuarto de baño o un armario. Quizás debería registrar todos los cuartos de baño de ese piso y los armarios por si acaso.

Off: Tiempo restante: 39min - 5min (ir volando con Aeir hasta la sala) - 7,5 min (regresar) - 1min (subida escaleras) - 3 min (regreso pasillo de arriba) - 2,5 (llegada cocina y busqueda) = 20 min
Te añado la pista por menos de 30 minutos.

La cocina apareció frente a nosotras, pero estaba igual que como la habíamos visto por última vez, antes de irnos de allí. Fruncí el ceño, y gruñi, frustrada. En un momento de escasa lucidez había llegado a la dudosa conclusión, y esa era que Natasha estaba en ese lugar. Pero, ¿cómo iba a encontrarse en la cocina?

- ¿Pensabas encontrártela aquí comiendo tan tranquila?-Black debió de haberme leído el pensamiento.

- Cállate, estoy desesperada y no sé qué hacer o a dónde ir...-Solté un quejido muy parecido al de un animal herido-. No quiero perderla a ella también... Le hice daño y por mi culpa está en esta situación ahora...-Inspiré hondo, y me di la vuelta, para regresar corriendo al punto de partida-. Sé que ahora estoy con Kenshi, ahora mismo no siento ese tipo de amor por Natasha, pero es una persona importante para mí. Aún después de lo que le hice, confió en mí al mandarme ese mensaje... Y no la voy a decepcionar.

Kali no tuvo valor de replicarme. Lo había dicho todo con tal determinación y sinceridad que ahora estaba segura de que no iba a fallar. No me iría de allí hasta dar con ella y sacarla sana y salva de ese tugurio.

Al cabo de unos minutos, regresamos al cruce. Mis ojos se movieron, cavilando el nuevo camino a tomar, y ya iba a tomar el pasillo que quedaba cuando...

- Zayyn... ¿Y si volvemos a la sala grande? Quizás allí haya algo que nos de una pista sobre su paradero.

Parpadeé repetidamente, y al darme cuenta, solté una seca y nerviosa risotada.

- Empiezas a usar ese cerebro que Yggdrassil te ha dado...

Di media vuelta y avancé rauda y veloz, hasta entrar en la sala principal, aquella en donde estaba el cuerpo de Kira, con un charco de sangre aún más grande que antes. Ignoré ese hecho, y al acercarme a la mesa y poner las patas sobre ella para observar, miré la pantalla y el contador, el cual me indicaba que me quedaba algo menos de veinte minutos. No dejé que la desesperación me abrumara, y contemplé por unos segundos el rostro de la rusa...

- Está como... Muy cerca...-Murmuré para mí. Me bajé al suelo, y miré a mi alrededor con ojos inquisidores, en un vano intento de examinarlo todo con rayos X. Comencé a caminar por la sala, pensativa, y mirando todo lo que había por allí-. Un lugar frío... Y pequeño...-Mis ojos se detuvieron en lo que recordaba que era un cuarto de baño-. Kira no alejaría a su sujeto de experimentos de ella...

Con los ojos verdes brillando de manera extraña, me planté frente a la puerta, dedigievolucioné y la abrí, con un poderoso presentimiento retumbando en mi pecho.

Por suerte, el cerebro de una o de las dos felinas funcionó, dando la clave a todo el misterio. Como buen investigador que Kira era, la mujer era muy reacia a alejarse de sus sujetos de experimentación. Así que, lo normal es que la tuviese cerca, y no en esos niveles profundos donde parecía que nadie había puesto un pie en muchos meses.

La puerta se abrió hacia fuera, revelando que lo que anteriormente había sido un baño era ahora una cámara refrigeradora. La habitación no debería alcanzar los tres metros cuadrados, puesto que Kira nunca había sido partícipe de poner un baño demasiado grande en ese lugar, dado que solo era usado para hacer necesidades, no para ducharse.
La escarcha se encontraba a la vista de las esquinas y el poco mobiliario que había dentro, como la silla.

Silla en la cual se encontraba una joven también cubierta en parte por la escarcha. Sus labios estaban azules, así como sus dedos -de manos y pies- y parte del final de sus extremidades. La rubia, mantenía una expresión de molestia a causa de que se iba congelando por momentos. Aunque no era de extrañar, no por nada la única prenda que llevaba encima era un fino vestido blanco, que bien podría ser un camisón. En sus piernas unas vendas mal colocadas hacían el tope de decoración de su apariencia. Quizás eran vendas de una antigua herida que la rubia había decidido recolocar por aburrimiento en cuanto sanó.

aspecto:

Natasha ni se movió en cuanto se abrió la puerta, estaba tan concentrada en resistir que era incapaz de escuchar el sonido de la puerta al ser abierta.

Por suerte para Zayyn, la habitación era pequeña y la rusa se encontraba en el centro de la misma, encadenada a la silla, así que, sin tener que entrar en el lugar, o al menos no mucho, podría recogerla con mueble incluido y sacarla. No por nada, ahora estaba mucho más delgada que la última vez que la vio, y por supuesto, la silla también era de materiales liviano como le gustaba a la antigua propietaria del lugar.

Tras la puerta, resultó ser que el antiguo baño se había convertido en lo que parecía ser una cámara refrigeradora. Todo estaba congelado, las paredes, el suelo, el techo... Y la silla que tenía retenida a la rusa a la cual había estado buscando de forma tan insistente. Rápidamente me introdujé dentro y agarré la silla para arrastrarla con cuidado afuera de esa habitación de las nieves. Natasha estaba encadenada, pero podría soltarla afuera, en un lugar que no tuviera las temperaturas demasiado bajas para su cuerpecito.

Una vez fuera, pateé la puerta con un pie, cerrándola para que el frío no saliese. Desenfundé una de mis espadas y de un fuerte golpé corté las cadenas que retenían a la chica, para liberarla finalmente de su cautiverio.

- Nat. ¡Nat! ¿Me oyes?-dije rápidamente, preocupada, buscando una manera de llamar su atención, para ver si reaccionaba bien-. Estás a salvo.

Mis ojos verdes la miraban con angustia y temor, pero también con esperanzas. No esperaba que me perdonara por lo que le había hecho hacía unos meses, pues lo único que me importaba en esos momentos era su bienestar, y no mi satisfacción personal.

La silla fue arrastrada sin más problemas a la sala principal del laboratorio. A causa del movimiento, la rusa comenzó a abrir los ojos muy lentamente. No por nada, las pestañas blancas a causa de la escarcha, daban tirones al tratar de ser separadas. Los ojos azules frío y límpidos como el cielo en un día despejado de invierno quedaron a la vista de la pelirroja. Aunque había una irregularidad en ellos, como una especie de motivos que rodeaban a la pupila, como un separador en el iris.

Spoiler:

La chica fue a abrir la boca para decir algo, pero a causa del cambio de temperatura tan fuerte que acababa de pasar en ese mismo momento, comenzó a tiritar con mucha violencia, sacudiendo su ahora delgado cuerpo con violencia. Era incapaz de pronunciar palabra, a pesar de que lo intentaba con todas sus fuerzas.

- D-d-d-d-d-d-d-d-d-d-d-di-di... - cerró la boca durante unos segundos, apretando con fuerza los labios y en un intento de hacerlo rápido consiguio al menos que las primeras sílabas se entendiesen.- Disposit-ti-ti-ti-vo-o

Extendió una de sus manos, mientras que con la otra trataba de abrazarse para darse calor.

Black se sentó en el suelo, mirando cómo me ponía a atender a la rusa. Porque, a menos que estuviera evolucionada en Beelkomon, no podría hacer otra cosa, y aún así, no la necesitaba. Sólo yo me bastaba para cuidar de la chica, aunque me costó lo mío para entender finalmente el tartamudeo con el que me respondió la chica al mirarme.

- ¡Ah! ¡Sí, espera, lo tengo por aquí!-rebusqué en mis volsillos, y saqué finalmente su digivice, dejándoselo sobre las piernas-. Kali, trae el cojín de la silla de Kira.

La gata ya había ido a buscarlo cuando se lo dije, y lo dejó en el suelo para que Natasha se sentara en él. Así que, una vez tuvo la rusa el dispositivo en sus manos, la cogí en brazos y la senté con cuidado sobre el cómodo cojín. Después me quité mi propia chaqueta y se la puse sobre los hombros, para que al menos empezara a coger un poco de calor. Además, posteriormente comencé a transformarme en Doitain, así que yo no la iba a necesitar de momento. Cuando quedé convertida completamente en la leona, me tumbé en el suelo y me acerqué a ella dando pequeñas arrastraditas.

- ¿Mejor?-le pregunté, con voz ronca.

Natasha aferró el objeto metálico como si fuese su total salvación, y en cierto modo así era. Puesto que mientras que la gata negra iba a buscar el cojín para la rusa, esta hizo aparecer su digisoul -de un rosa pálido, en cierto modo frío -para colocarlo posteriormente en el lector junto con su mano.

El cuerpo de la joven brilló, dejando paso a una criatura algo más alta de lo que era ella, pero sin duda alguna, con sus mismos rasgos. De hecho, si Zayyn no se había deslumbrado, podría haber visto una armadura hecha de hielo. Pero no fue más que durante dos segundos, porque posteriormente apareció vestida con un bonito traje blanco, de lo que parecía ser encaje tupido con forma de cristales de nieve. Bajo esa forma, la rusa era incapaz de sentir frío, dado que en parte era un guerrero que lo representaba. Aunque el problema radicaba en el tiempo que pudiese mantenerlo.

Aunque de lo que más tenía que preocuparse Zayyn no era del cambio de aspecto, si no del aura helada que había alrededor de la actual digimon. Si bien no era letal, sí que era molesto para alguien con cuerpo humano.

- Mucho mejor ahora... - asintió la digimon. - Gracias por venir a rescatarme, no esperaba que pudiese hacerte venir aún con eso. Me la jugué bastante a que aún fueses la misma de antes, pero claro, con lo de la pérdida de memoria no estaba segura de que aún las cuentas pendientes te resultasen molestas.

Hablaba de manera algo impersonal, tanto por el desconocimiento de trato que debía darle a la pelirroja como por la naturaleza propia de esa forma.

- Imagino que ya puedes marcharte. No quisiera molestarte más de lo debido.

Era tal su punto de desconocimiento, aunque también derivado en parte por la última vez que se habían visto, que no sabía por toda la preocupación que había pasado Zayyn para encontrarla. En su mente la pelirroja simplemente había llegado a ese lugar, había matado a Kira por aburrimiento y la había sacado a ella para no tener cuentas pendientes, nada más.

Al darle el dispositivo observé la transformación que sufrió al hacer uso de su digisoul. De nuevo observé su evolución mega, esa guerrera hecha de hielo que irónicamente hizo que en esos momentos me estremeciera por la temperatura que emanaba. Retrocedí unos pasos, aunque sin tener miedo, mirándola con curiosidad y cierta esperanza.

- Me alegro de que estés mejor...-dije, sin sonreír, pero en realidad estaba contenta de que por fin se hubiese recuperado, ya no estaba en peligro de morir congelada-. Pero... -titubeé.

Me senté en el suelo sobre mis cuartos traseros, y moví las patas, acomodando las almohadillas al tacto frío del hormigón. Mi cola llameante se movió a mi espalda de manera nerviosa, realmente no tenía mucho valor para hablar en esos momentos, pues me sentía totalmente avergonzada de mis acciones contra ella, y sospechaba que en realidad no me perdonaba por haberla mentido.

- ...-no dije nada cuando quiso despedirse de mí, pero sí hice ademán de detenerla si trataba de irse de allí-. Espera... No quiero irme, no aún. Me gustaría hablar contigo... Con Natasha, no con el digimon...

Supe que iba a sospechar al instante. ¿Por qué querría yo que se destransformara? ¿Para atacarla en el momento en el que estuviera indefensa? Suspiré. Para demostrar que no quería causarle daño alguno, cogí mi digivice entre mis dientes, lo coloqué en el suelo, y lo empujé hacia ella con mi hocico, haciendo que este se deslizara a sus pies.

- Ahí tienes mi prueba por si desconfías. Sin mi digivice no podré hacer nada-enmudecí unos segundos, tratando de buscar las palabras exactas-. He... estado pensando mucho desde ese día... No mentí cuando dije que me arrepentía de mis actos, y no espero que me creas, porque seguramente piensas que soy una vibora traidora que sólo sabe hacer daño a los demás...-la miré fijamente a los ojos-. Pero me gustaría poder hablar contigo un rato... Si quieres, puedo hacer que abandones el frío con la calidez que desprende mi propio cuerpo en esta forma...

Los ojos azules con el extraño patrón miraron a la leona suspicazmente. Aunque esta trataba de dar una imagen de pequeño gatito adorable, la guerrera conocía perfectamente que su naturaleza distaba mucho de ser la de alguien inocente. No iba a confiar de buenas a primeras que ahora quisiese llevarse bien con ella, podía anular las deudas; ya no la importaba que la hubiese traicionado vilmente por la espalda anteriormente, rompiéndola el corazón. Ahora lo que de verdad la incomodaba es que no tenía nada que esgrimir para evitarse problemas con la pelirroja, la promesa era anular todas sus deudas, y ahora que ya no había nada, no tenía ninguna cosa con la que potegerse que no fuese la propia fuerza bruta.

Negó con la cabeza mientras que cerraba los ojos.

- Que me hayas salvado no implica que vayas a comportarte bien conmigo, Zayyn. Siempre te han movido tus sentimientos, y si hace cuatro meses querías vengarte de mí, no creo que eso se haya apagado tan rápidamente.

¿La rencorosa Zayyn pensando en evitarse una venganza? Eso parecía sacado de una historia de ficción mala. Si de hecho había estado persiguiendo a su padre desde que la metió en el internado, o bueno, quizás buscarlo no, pero sí que tenía resentimiento hacia él. Así que, que Kholodny dudase de sus palabras era del todo normal.
Sin embargo, nunca se esperó que la propia pelirroja -aunque fuese un gato -se deshiciese del dispositivo de manera tan tranquila. La miró sospechosamente. Ella nunca se fiaba de nadie, y menos de aquellos contra los que tenía algo, así que, no se quitaría el dispositivo de no tener un as en la manga. Pero bueno, de momento "colaboraría".

- De momento soy capaz de mantenerme por mí misma - declinó la oferta - Y aunque no lo creas, hay algo que está relacionado con todo esto y que debo agradecerle a Kira. Ahora sé que mis digimons y yo somos lo mismo, es decir, sigues hablando conmigo, aunque no tenga el mismo aspecto. ¿O acaso tú consideras a tus evoluciones otros seres? Porque de ser así, entonces, tú estando transformada tampoco serías la que hablase conmigo.

A pesar de todo lo dicho, la guerrera de cabellos azulados, trató de reprimir todo lo que pudo el aura fría que la rodeaba. Sentándose más cerca de la leona, invitándola a hablar. De momento, la escucharía siempre que no hiciese nada raro. Aunque a decir verdad, empezaba a sentirse ya profundamente fatigada. Esperaba que no tardase mucho en hablar, o si no, regresaría a su cuerpo humano. Y en ese momento estaría completamente debilitada, y sin opciones a defenderse o evolucionar.

- De momento te escucho. Como bien dices, no creo que te arrepientas de verdad por lo que has hecho. Pero supongo que la gente puede cambiar. Y te estoy dando la oportunidad de convencerme de ello... - comenzó, pero entonces se percató de un detalle que había pasado por alto.- Olvida lo que dije, de todas formas, eres una desconocida para mí. En cuanto perdiste la memoria dejaste de ser la Zayyn que yo quería, así que, tú simplemente eres un ser que se parece a ella. Porque la verdadera Zayyn, para mí lleva muerta mucho tiempo.

Su sentencia final mostraba tristeza real, cosa que incluso traspasaba la indiferencia de Kholodnymon. A fin de cuentas, era cierto eso de que había muerto su antigua novia.

Esbocé una leve sonrisa cuando ví la sorpresa reflejada en sus ojos azul hielo, y crucé las patas delanteras para apoyar la cabeza, aunque con las orejas bien tiesas para seguir escuchándola.

- En cuatro meses puede pasar cualquier cosa... Sobretodo si los recuerdos empiezan a acosarte en las pesadillas por las noches...-Di un suspiro, y levanté la cabeza-. Por el momento puedes mantenerte en esa forma, pero estás demasiado débil, no podrás mantenerte así en un par de minutos... Créeme, se de lo que hablo... Pero si esto trata de apariencias...

Me levanté, y mientras brillaba, mi cuerpo iba reduciéndose y perdiendo pelo, así como que toda la estructura cambiaba completamente, a la de, en apariencia, una humana. La miré con una débil sonrisa, y con cierta ironía en mis ojos verdes, pero no me levanté, sino que me quedé sentada frente a ella, cruzada de piernas, con las manos sobre las rodillas.

Amplié la sonrisa.

- Es posible que tengas razón, y que la Zayyn de antes esté muerta en parte... Aunque he ido recordando cosas, y una de ellas, hace que esta situación se me haga familiar... Un laberinto, miles de habitaciones y pasillos... -solté una risilla-. No sé si te sonara.

La guerrera simplemente la miró fijamente, sabía perfectamente qué es lo que iba a pasar. Ahora que no eran "dos" entidades, Natasha era más que capaz de administrarse la energía puesto que sabía cuánta la quedaba. Aunque nunca había podido comprobarlo perfectamente a causa de que no la habían dejado evolucionar en todo ese tiempo. Era una faena tener los datos en el ADN, pero ser incapaz de usarlos por culpa del cacharito ese.

- Me resulta un tanto cargante que por haber sido más tiempo biohybrida que yo me des lecciones sobre ello. Estaría bien si tuviese dudas, pero acaba resultándome algo molesto- medio riñó a la pelirroja, había sonado muy a la típica persona que te restriega que sabe más que tú en un tema e intenta aconsejarte, a pesar de que ya no hace falta.

La observó cambiar de forma a su apariencia humana, y ya por falta de energía así como, pocas ganas de discutir, la peliazul cerró los ojos, dejando que su forma digital volviese a ser humana. Se abrazó con fuerza, mientras que volvía a tiritar, aunque ahora ya con poca violencia. Al abrir sus ojos, ya no mostraba la peculiar decoración, sino que eran de un azul normal, quizás algo más claro y límpido.

- El laberinto fue hace mucho, y la verdad, no me alegra recordarlo mucho tampoco. Me hace recordar cuando tenía al menos algo de compañía cuando estaba sola. Selene y Helia podían ser bastante restrictivas, pero también eran compañía - bajó la mirada al suelo y suspiró.- Sinceramente, preferiría saber que sigues desmemoriada. Al menos antes tenía una explicación para que no supiera cómo ibas a actuar. Pero ahora sigo en ese mismo estado, solo que siendo tú un zombie de ti misma. O algo así, creo que no me explico bien.

Se encontraba cansada y algo desanimada. Sí, le apenaba saber que la Zayyn que ella conocía había desaparecido para siempre comida por unos recuerdos desaparecidos. Pero ahora, ahora eso era mucho peor. Tener a alguien que sabe muchas cosas de ti, pero de la cual tú no sabes qué hacer o cómo comportarte. ¿Era la misma o era la desconocida solo que mucho peor que antes?

Ladeé la cabeza, esuchando lo que decía, pero al mismo tiempo sintiendo como algo se fragmentaba en pedazos. No sabía si era bueno que ella pensara que no era la Zayyn que ella conocía, que era una completa desconocida para ella, pero sospechaba que era doloroso que pensara así, aunque quizás de esa forma, pudiera evitarle a la rusa muchos futuros dolores de cabeza.

- Siento mucho que pienses así... Pero yo no elegí perder la memoria. Yo simplemente me desperté un día, sobre una dura cama, en una cueva, sin tener ni idea de quién era, ni de cómo había llegado allí. Habría preferido morirme antes que perder todos mis recuerdos, todos los momentos felices que había vivido, pues al abrir los ojos, lo único que vi fue oscuridad, dolor, desesperación... No tenía nada a lo que aferrarme, no sabía si había sido feliz, o si había alguien en alguna parte esperándome...-mis ojos verdes se entornaron, en un gesto de dolor-. Es irónico que lo diga, porque a la única persona que podría haberme buscado, la engañé, la encerré, y la torturé... E intenté suicidarme dos veces por ello.

Di un suspiro, y entrelacé mis dedos con gesto nervioso. No sabía por qué le contaba aquello, quizás porque ahora para ella no era más que la sombra de lo que antaño había sido, y que por eso ya no le importaba. Pero en alguna parte de mi ser, sentía que debía hablarle sobre lo que había pasado conmigo, después de que la hubiera liberado.

- Pero hubo alguien que me salvó, una persona que me hizo ver las cosas de otra manera... Le debo bastante a esa persona, al igual que te lo debo a tí por querer acceder a hablar conmigo... Podrías haberte ido ya, pero has aceptado a sentarte aquí...

Me levanté un poco, acercándome lentamente a ella. La miré a los ojos unos instantes, antes de alzar las manos y retirarle los cabellos despeinados de la cara, dejándolos colgar por la espalda. Luego, sin previo aviso, la abracé con cuidado de no hacerle daño, rodeando su cuerpecito entre mis brazos, y frotándole la espalda para que entrara en calor.

- Cada día que pasa me arrepiento de lo que hice, de lo que te dije, y de lo que estuve a punto de hacerte... Daría vuelta atrás si pudiera, pero sé que no es tan facil solucionarlo. Sé que mis palabras no valen más que piedras para tí, que te seguramente te suenan huecas y vacias... Pero no me arrepiento de haberte conocido, ni de haber estado contigo. Fue bonito mientras duró, pero ahí se quedó... Sin embargo, por más golpes que me den, por más veces que pierda la memoria, jamás olvidaré tu sonrisa, tu mirada, ese gesto hosco y mohín que pones cuando te enfadas...

Me separé finalmente, y parpadeé un poco, para que la humedad de mis ojos no cayera en forma de alguna pequeña lágrima. Le dediqué una triste mirada, y volví a sentarme en el suelo

Natasha la observó sin decir nada en silencio, parpadeando cada dos o tres palabras de la pelirroja. No se esperaba que se sincerara de esa manera, la verdad, ahora mismo hasta eso le provocaba una extraña sensación, no por nada, sino por el hecho de llevar cuatro meses sin sentir lástima por otra persona. Ni tan siquiera por ella misma. Así que, se le formó un asfixiante nudo en la garganta que le provocaba problemas a la hora de respirar.

- Lamento escuchar eso... No sabía que habías desaparecido y perdido la memoria. Si no, te hubiese buscado con todas mis energías para encontrarte. Pero... Pensé que no habías sobrevivido- contestó con un hilillo de voz mirando hacia el suelo, no tenía ni idea de lo que debería haber pasado la pelirroja nada más despertar sin saber nada de su vida. - Debió ser horrible...

Suspiró apenada, triste, por eso. Jamás en ningún momento se le había ocurrido pensar eso. Y solo consiguió sentirse peor, una mala persona. Quizás sí que se merecía haber sido apuñalada por la espalda.
Pero se enervó cuando escuchó lo del suicidio. ¿En serio? Era Zayyn, la más mala en el planeta Tierra -o algo así -no le quedaba nada eso de haber intentado acabar con su vida. Así que, se enfadó como lo haría un familiar con alguien que ha intentado hacer una soberana gilipollez como esa.

- ¡¿Eras tonta o qué?! ¿Cómo se te ocurre tratar de acabar con tu vida? ¡Eso no me lo esperaba de tí! Puedes ser una mala persona, rencorosa, que sea incapaz de ver el lado bueno de nadie ni de darle una oportundiad, pero no eres una cobarde... - sin embargo, en pleno arrebato, sacudió la cabeza, dándose cuenta de que ella no tenía nada que opinar ni nada que ver con ese tema. - Disculpa, no debí haberme puesto así.

La rubia se quedó en silencia dispuesta a escuchar sin hablar desde ese momento. Aunque tuvo que tomarse la molestia de hacer un gesto para restarle importancia a eso de que se había quedado allí hablando con Zayyn. De todas formas, ¿a dónde iba a ir? Estaba demasiado débil para salir del laboratorio por sus propios métodos, así que, tampoco es que pudiese largarse hasta la otra punta del mundo.
Parpadeó asustada cuando vio a la pelirroja cerca de ella. Podía ser todo lo fría que quisiera, pero le había hecho daño en repetidas ocasiones, y ya no se sentía a salvo cuando estaba cerca de ella, así que, su miedo instintivo y natural -ese que había tenido desde la primera vez que la conoció en Moscú -salió a flote. Se quedó quieta como un conejillo iluminado por los faros de un coche. Completamente estática con el corazón latiendo a mil en su pecho. Sin embargo, nada paso, e incluso pudo sentir como volvía algo de calor.

Se retiró algo extrañada por lo que acababan de confesarla, sin saber muy bien que decir. Definitivamente esa no era su Zayyn, era un modelo más raro y emocional que el anterior, y eso la estaba poniendo un poco tensa. Sobre todo con sus últimas palabras.

- No sé muy bien que contestar a eso... Aunque supongo que podemos empezar de cero, siendo solo conocidas. Así podremos ver si de verdad nos podemos llevar bien, o incluso si podemos ser amigas... La verdad, no se me ocurre nada más que decir ante esta situación, porque para mí, como ya te he dicho antes, eres eso, una desconocida con un rostro familiar.

Esa última afirmación no era del todo cierta, puesto que cuando le había dicho eso de que se había estado a punto de suicidar, se había preocupado de verdad. Aún le importaba lo que le pasase, aunque ya no era en el nivel obsesivo de antes, si no que más bien, le preocupaba que hiciera estupideces. Algo así como lo que haría un padre o una madre con su hijo.

Off: estoy que me caigo de sueño, así que, no sé si habrá incoherencias o faltas de orcografía.

Sacudí la mano cuando vi que mis primeras palabras la deprimían, y que la hacían ver como la peor persona del mundo. No era algo que hubiera pretendido provocar, sólo que había considerado bueno mencionar, para que no pensara que mi amnesia era una mentira.

- Tú no tienes nada de culpa, de hecho, es posible que hubiera sido mejor para tí continuar pensando que estaba muerta.

Tomé de nuevo mi chaqueta, y otra vez la pasé sobre sus hombros, cubriéndolos para que no se enfriaran. Me quedé pensando sobre aquello que acababa de contarle, cuando de repente, un grito enfadado de Natasha me hizo dar un brinco y mirarla sorprendida. ¿Me estaba... Reprimiendo por lo del suicidio? ¿Le importaba a ella que hubiera intentado hacer tal cosa? No pude evitar esbozar una sonrisa cuando me percate de que, si no le hubiese importado, ella no habría reaccionado así.

- No, tienes derecho a opinar. Tienes razón al decir que fui una cobarde. Sufrí mucho al darme cuenta de lo que te había hecho, pero en vez de apechugar con las consecuencias, quise huir por el camino facil... Suerte que Kenshi me salvara la vida...-No me percaté de que había nombrado al chico.

Al rato después, cuando la abracé, noté que se tensaba, y aunque al principio no entendí por qué, luego me di cuenta de que mi último testimonio la había incomodado, y al esuchar sus pabras corroboré esto.

- No esperaba otra cosa, la verdad. Será como si nunca te hubiera atacado en Moscú, ¿vale?-Sabía que ya no iba a estar más con ella. Ni yo la quería como pareja, ni ella me quería a mí. Lo mejor que podíamos hacer era empezar de cero, sin encariñarnos más de lo necesario, cada una por nuestro lado.

Me levanté del suelo y le tendí una mano para ayudarla a levantarse, con una sonrisa leve, de alegría al saber que me daba una oportunidad para seguir en su vida.

La rusa se colocó mejor la chaqueta sobre los hombros, después de que la pelirroja decidiera recolocarsela. Podía entender que pudiese estar "preocupada" por su estado de salud, pero vamos, exceptuando el intento de congelación y algunas pruebas dolorosas a las que le había sometido Kira, la rusa no había sufrido en exceso. Y de hecho, su salud era bastante buena, exceptuando porque tenía un hambre voraz desde hacía mucho tiempo. Al parecer Kira no era consciente de lo que comía un híbrido, o que prefería mantenerla siempre algo debilitada por el hambre.

- Está bien, intentaré olvidarme del ataque psicótico de una leona roja sin sentido. Aunque a decir verdad, no creo que sea precisamente algo que sea muy fácil de ignorar - suspiró la rubia, tomando la mano que le tendían para levantarse.
Estar de pie era un tanto molesto, sobre todo, porque sus piernas parecían de goma. Pero hacía su mejor esfuerzo para aparentar normalidad, no le gustaba quedar como la débil ante un desconocido.

Ahora sólo le quedaba pensar a donde ir. Bueno, eso si la pelirroja accedía a llevarla a otro lugar del planeta, ahora que no eran más que conocidas circunstanciales, no estaba segura de que eso entrase entre las cosas que podía pedirle.
Durante un segundo pensó en su casa en Nueva York, pero había pasado tanto ya, que seguro que había perdido la custodia del piso así como casi todas sus pertenecias. Tampoco le era algo molesta, a fin de cuentas, tan solo las había tenido unos pocos meses. Luego, pensó en su Moscú local, y si bien quería volver allí para ver a sus antiguos conocidos, no quería ir aún. Y menos con ese aspecto, prefería volver en buen estado para visitar a todos sus conocidos. La otra opción que apareció en su cerebro fue el ir a Japón. ¿El por qué? Sencillo, era el único lugar donde nunca había sufrido un ataque o una persecución. El único sitio donde podía estar tranquila.
Así que, su decisión estaba ya tomada.

- Zayyn, siento pedirte un favor tan pronto, pero ¿podrías llevarme a Japón? No me importa el sitio, solo ir allí. Entenderé que no quieras, porque te venga mal o lo que sea.

Natasha tomó mi mano, y de ella tiró para poder levantarse del suelo. Del impulso, su rostro quedó frente al mío, a unos quince centímetros. La miré y le sonreí, pero la solté enseguida, y me separé de ella para evitar seguir en contacto con sus ojos. Recogí mi digivice del suelo, y después de hacer aparecer el digisoul que se había vuelto negro por los sentimientos negativos que experimenté después de liberarla hace cuatro meses, evolucioné a Scathmon. Desenfundé la espada de la vaina, y corté el aire, dibujando un portal en él.

- Ahí lo tienes-le dije, volviéndome hacia ella, aunque aún mirando el portal-. No me resulta ninguna molestia llevarte a Japón, yo también debo ir allá, además.

No di detalles sobre mis actividades en el país, como tampoco le había mencionado que actualmente me encontraba en una relación con otra persona. Lo más normal es que le diese igual, pero prefería mantenerlo en secreto para ella... Ahora que si me preguntaba, pues tendría que responderle.

Black, quien había notado como rehuía la mirada de la rusa, se acercó a mí, se frotó contra mi pierna, y después se subió con un ágil salto hasta mi hombro, sentándose en él y moviendo la cola de manera suave.

Inclinó la cabeza a un lado, extrañada por el comportamiento de la pelirroja. Parecía rehuir de ella. Se encogió de hombros ignorando el extraño actuar, la verdad, no estaba para ponerse a pensar qué es lo que la pasaba. Bastante tenía con tratar de fingir que tenía suficiente fuerza como para mantenerse de pie por sí misma. A lo sumo, supuso que ese comportamiento se debía a que acababa de anular toda su historia pasada de un plumazo y con una sorprendente frialdad.

La rusa se mantuvo a una distancia que consideró que era más que adecuada para evitar sorpresas repentinas por parte del guerrero oscuro, o como se dijese. El portal que apareció delante la causó un profundo estremecimiento. Ahora se arrepentía de haberle pedido que la llevase a otro lugar. Puesto que la última vez que había visto eso fue unos minutos antes de que la traicionaran. Y aunque ya había decidido olvidar, el miedo seguía siendo algo muy poderoso. De hecho, debería decir que era lo único que le quedaba de esa antigua relación, especialmente ahora que también había anulado los buenos sentimientos -si es que aún quedaban- porque claro, no era capaz de controlar el miedo.

Respiró hondo para darse ánimos a entrar, pero apareció otro ser de mal agüero. Ese jodido gato negro, aquel que siempre le había dado problemas desde un principio; que sí, había habido una época en la que se llevaban mejor. Pero tras pensarlo durante esos cuatro meses, si la gata había informado a Zayyn de lo que había pasado antes de que perdiera la memoria, debería haber hablado a su favor. Pero no, "casualmente" después de que la informara la felina, la pelirroja había tratado de vengarse de Natasha.
Definitivamente, no había posibilidad de reconciliación por parte del digimon y la rusa. Pero tampoco iba a decírselo a Zayyn, ahora mismo le interesaba más salir de ese lugar que tener una absurda discusión por ese tema. Además, de que ya no era ni tan siquiera relevante. Habían quedado como conocidas, pero eso no decía que fuesen las mejores amigas,  de hecho, si no volvían a verse bien por parte de la rubia. De hecho, excepcional, porque así se quitaría a alguien que le entrañaba más temor que ganas de "conocer". Pero eso tampoco indicaba que de darse la opción de forjar una amistad dijera que no, claro que no, solo que ella no iba a forzarla. Si tenía que pasar, pasaría.

- Gracias - tirando de todo su autocontrol, consiguió que sus palabras fuesen bastante firmes, así como que su rostro no hubiese mostrado ningún tipo de emoción ya fuese temor al portal o desdén hacia la gata.

Se dirigió hacia el portal, aunque rogando internamente que no pasase nada... Estaba empezando a echar de menos la seguridad que le daba estar encerrada en una sala. Libre poco, pero al menos sabía cuales eran los riesgos que había a su alrededor.

Al otro lado del portal, la ciudad de Tokio se alzaba tranquila, todavía de noche, pero ya había gente por la calle, pues el Sol de la mañana se asomaba ya por el horizonte, dando los buenos días a los madrugadores que iban a trabajar, al instituto, o incluso a dar un paseo.

La calle en donde Natasha y yo aparecimos estaba desierta, llena de restaurantes tradicionales que aún no habían sido abiertos por sus respectivos dueños. Y mejor hubiese sido así, pues dudo que hubiera podido soportar el embriagador olor de la comida japonesa a esas horas... Por el lado bueno, me refiero.

Miré a Natasha desde detrás mientras recuperaba mi forma humana, fue una mirada algo triste, pero empezaba a obligarme a mí misma a olvidar el pasado que nos había unido tanto, así que sacudí la cabeza y transforme mi expresión en una máscara de mármol.

- Nuestros caminos se separan ahora-murmuré, con voz neutra.

Me llevé una mano a la runa que colgaba de mi cuello, haciéndola resplandecer con un tenue brillo azulado. Después de susurrar la palabra de activación, mi cuerpo desapareció de la vista de cualquiera que mirara, incluída Natasha, si es que decidía darse la vuelta para despedirse de mí... No esperaba que lo hiciera, y si realmente fuera a hacerlo, prefería evitarme decir adiós... Sería menos doloroso.

La rubia suspiró profundamente aliviada cuando al salir de ese túnel pudo ver las calles de una ciudad japonesa. Ahora no estaba por analizar cual de todas, pero al menos lo tenía claro por el tipo de letras que había en los carteles que decoraban todo el lugar.
Aunque algo tenía claro, y eso era que había demasiada gente en ese sitio. Era tan sencillo como esa maldita sensación de que la estaban observando desde todos lados. Cuatro meses conviviendo con una psicópata y su gato le habían hecho ser algo temerosa de las multitudes. Aunque intento por todos los medios abandonar esa sensación. Quizás lo mejor que podría hacer era irse a otro pueblo o ciudad más pequeña de japón.

Escuchó la voz de Zayyn, pero eso es todo lo que quedaba de la pelirroja en el lugar. Sin embargo, la rusa no necesitaba verla para saber que estaba a su alrededor. Podía sentirla, aunque no por medios normales, a diferencia de otros híbridos ella no aumentaba sus sentidos animales, sino que sobredesarrollaba su sentido de la intuición y la premonición. No por nada todas sus evoluciones eran humanoides, con habilidades mágicas.

- Sí, adios y gracias por el favor. Espero que nos volvamos a ver en una buena situación la próxima vez.

Se despidió echando a andar... Aunque la maldita pelirroja había optado por dejarla en una calle llena de restaurantes. Todo olía a comida incluso para alguien con un sentido humano, y por si no quedaba claro, estaba hambrienta. Llevaba 4 meses comiendo lo mínimo de lo mínimo. Sus tripas rugieron con fuerza, pero la rubia no accedia a robar. Al menos no aún.

Y de esa forma, la muchacha vestida con tan solo un camisón y unas vendas se internó por las calles de la gran capital en busca de otro lugar donde poder aclimatarse de nuevo a la presencia de gente.