Aventuras en el Parque Central

Era un clásico día perfecto con un fuerte sol dando sus rayos solares iluminando las ciudades como una enorme lámpara ahí estaban; Haruka y Dracomon, el que evoluciono recientemente, pero no todo era un lindo día de dar un paseo su Digimon para poder pasear en los cielos disfrutando de la vista por desgracia… Tenían a un perro detrás de el joven de cabellos rubios persiguiéndolo a toda ira suelta dispuestos a morderlo porque apareció de la nada mientras caminaba provocando cualquier caos por el lugar.

—¡Dracomon creo que este perro me comerá vivo!—Dijo este algo agitado de tanto correr, prácticamente el perro lo había hecho correr por casi todo el parque, ese perro no se veía cansado por ningún lado ya que tenia muchas ganas de poder morder a Haruka.

Un día que cualquier persona podría fácilmente pintar y considerarse un artista, el astro rey bañando a toda aquella ciudad con unos suaves rayos de luz que hacían ver los colores de una forma más definida. Un viento que traía la humedad suficiente como para poder sentirse cómodo en el sol y una cantidad de nubes ínfima, nunca opacando al trabajo de la estrella brillante. La ciudad estaba calmada, quizás demasiado calmada, un muchacho con un Dracomon caminaban por una pequeña plaza donde normalmente la cantidad de gente era bastante, sin embargo en ese caso la cantidad de gente que permanecía en el parque era muy poca. Mientras tanto Dracomon como el rubio huían de un salvaje can un humano de cabellos negros y ojos del mismo color que el cielo los observaba tratando de mantener un rostro calmado. 

 Su información había sido correcta con respecto a la presencia de un digimon pero, de todos modos, le resultaba raro que el mismo se encontrase con un humano y no en soledad. La cantidad de Tamers estaba aumentando exponencialmente, temía por el futuro de la raza humana si es que tantos como ellos eran necesarios. Los 2 digimons del portador del digivice con forma de celular se encontraban dentro de este, no tenía permitido revelarlos al mundo por cuestiones obvias. De todos modos, a pesar de esta regla implícita, el tamer que huía mostraba a su Dracomon como si nada. La gente no le temía sino que posiblemente pensase que era alguien disfrazado o un robot, después de todo tenía la forma de un humano un poco extraño y era desconocida la existencia de los seres llamados Digimons.

 Mientras el Vice-Jefe de DATS de Japón pensaba en que hacer con respecto a aquel niño su digivice vibró obligándolo a volver a la realidad. Se decidió por lo más normal que podía hacer en esa situación. Silbó fuertemente, un perro podía escuchar el sonido mucho mejor que un humano y eso actuaría en ese caso como una desventaja para él. El ruido para el animal debió de haber sido insoportable, por eso mismo paró mientras corría y se quedó unos segundos tratando de asimilar lo que ocurría. Luego de silbar nuevamente el perro se dirigió hacia Alec,  posiblemente creyendo que aquel ruido había sido un llamado. Mientras lo veía venir, el muchacho agarró una rama de unos 20cm de largo y la tiró lejos. El perro se desvió para ir a buscarla - Tu, ven - señaló a Haruka con una mano para indicarle que se refería a él y luego se puso a esperar que fuese hacia su posición.

Cuando Haruka volvió a girar su mirada hacia atrás y pudo notar que el perro se había desviado del camino para ir por una simple rama la cual había arrojado aquel hombre de cabellos negros, el mismo hombre había llamado a Haruka para que fuera hacia su posición, este dejo de correr para ir hacia donde el pelinegro se encontraba.

Luego de estar a un par de centímetros del pelinegro, Haruka solamente lo quedo mirando esperando a saber que era lo que se le ofrecía.

—Emmm... Hola, ¿me llamaba?—El joven de cabellos dorados parpadeo confundido esperando alguna aclaración del pelinegro.

El muchacho de ojos color cyan observó al muchacho poseedor de un digivice, a simple vista fue incapaz de encontrar el mismo ya que este lo tendría en un bolsillo o algo similar. El D-Cyber ignoró a Haruka durante los primeros segundos, se puso de cuclillas hasta llegar a la altura del Dracumon y le acarició la cabeza como si fuera un simple perrito. Fuese quien fuese ese pequeño geste siempre le servía con los digimons para calmarlos y para poder hablar con sus dueños. Era algo simple, si el digimon llegaba a demostrar cierta simpatía hacia uno, como el digimon y el humano compartían sus sentimientos en alguna forma, el humano se vería obligado a adquirir cierta simpatía por aquel miembro de DATS. Miró a Haruka a los ojos mientras seguía acariciando la cabeza del Dracumon - ¿Por que no está en su digivice? - le preguntó Alec calmadamente mientras observaba al humano.