La caída de la Dama de Cobre.

Un día negro.

Las olas chocaban contra las rocas de Liberty Island con crueldad, sin tregua, y con violencia. Las gotas de lluvia arreciaban sobre la ciudad como si de un diluvio universal se tratase, las autoridades neoyorquinas habían dado la alerta, todavía confundidos de que los hombres del tiempo, quienes habían vaticinado una noche tranquila, se hubieran equivocado. Las calles estaban desiertas, todos los ciudadanos se habían refugiado ya en sus casas, pero a diferencia de ellos, algunas personas debían seguir en sus puestos de trabajo.

Ese era el caso de los vigilantes de Liberty Island, que habían tenido que refugiarse, o bien en las múltiples casetas de vigilancia de la isla, o bien en el interior de la enorme estatua de cobre, símbolo de los Estados Unidos de América, símbolo de la libertad de los hombres. La Dama de la Justicia, permanecía impávida ante el tenporal, eso era lo bueno de ser una estatua, pero ni siquiera ella se libraba de la lluvia torrencial.

Sin embargo, no estamos aquí para describir el lugar, ni para rendir culto a la hermosa mujer de piedra... Esa noche, una figura pequeña había llegado a la isla. Los guardias la vieron, notaron su apariencia infantil, y le preguntaron si se había perdido.

Recibieron como respuesta la muerte.

Por toda la isla había cuerpos cortados, ensangrentados y atravesados... No quedaba ser con vida en todo ese lugar; la sangre manchaba la hierba verde, tiñéndola de escarlata, y en el interior de la estatua, el ambiente no era diferente, puesto que en el suelo había algún cuerpo, y de la barandilla de la escalera en espiral colgaba otro vigilante muerto. La sangre discurría por algunos escalones y, a partir de ahí, podían observarse manchas rojas de huellas pequeñas.

En lo alto del gran monumento, frente a las ventanas que conformaban la corona de la dama de piedra, la figura causante de esa masacre observaba el océano con el rostro impávido e inexpresivo a la vez que ensangrentado con unas gotitas en las mejillas, sentada en el alféizar de dichos ventanales. Sus cabellos, rubios y manchados en algunas zonas por puntitos rojos, se revolvían al son del viento... Y ajeno a su posiblemente perturbante aspecto, el sujeto mordía una piruleta, con gesto distraído, tarareando una alegre cancioncilla, mientras esperaba algo... o a alguien...

Spoiler:

Aprovenchándonos de la oscuridad de las ocasionales nubes y la noche, Dorugoramon se dirigió rápidamente a través de todo el basto país, tratando de no llamar la atención de los lugareños. De ves en cuando nos veía algún desafortunado, que por hablar terminaba internado en el manicomio.Avanzamos sin más complicaciones que algún que otro evento, pero ninguno de importancia. Después de haber partido convencido a Zerker de venir, mi camarada y yo nos apresuramos lo más que pudimos.

Ya cerca de la Isla Libertad, algo nos olía a un terrible mal. La lluvia era torrencial, no había nadie en la calle, ni siquiera los guardias, lo cual me parecía raro ya que era muy vigilada. Como nos indicaba la nota, Dorugoramon se acercó a la torre, dejándome en un punto en el cual pude entrar en la "tiara" de la Dama de la Libertad. Allí vi a alguien más cuando entré, seguido de mi camarada que había regresado a su etapa Rooie para caber por la ventana.

''Manatí'' se abría paso por el gran océano atlántico, la marea era muy fuerte y azotaba demasiado, el viento resoplaba mucho mas de lo normal, algunos truenos caían cerca a la gran embarcación. Esta era uno de los mejores días que había vivido, tanto así que ni el hecho de ir en Manatí me producía mareo esa noche.

El viento rozaba mi cara en la cubierta de proa, una grabadora en toda la embarcación producía el sonido de una música, una música bella, era tan bello el momento que daban ganas de llorar. Ya se empezaban a divisar ciertas sombras conocidas, algunos grandes edificios, difícilmente y a lo lejos el Empire State y dando la bienvenida como si supiera que estuviéramos ahí la gran dama, la musa de Eugène Viollet... La señora ''Libertad''; la escena era maravillosa, lastimosamente ni ella ni nadie podría imaginar lo que sucedería más tarde.

Al llegar al muelle revise todo el lugar rápidamente solo moviendo los ojos de un lado a el otro, el lugar parecía un mausoleo, ni un alma se hallaba en el lugar, aunque fuera tarde esa parte de New York nunca se encontraría tan sola. Revise los cartuchos de la ruptura para luego guardarlas y hacer una seña a Crow para avisarle que era hora de desembarcar.

El gran barco mercante “El Manati” se detiene en los puertos de la Isla Libertad, hogar de la estatua que le da su nombre. El mas clima mece al navío en todas direcciones, es casi imposible mantenerse de pie dentro del barco.
Por mi parte yo camino por los pasillos del barco, buscando a mi hermano que de seguro debe estar vomitando alguna habitación de cubierta. Pero en su lugar me encuentro con Bakura preparando sus armas -No es una gigante de verdad, es una estatua- Le digo a Bakura mientras me acerco a el pero al mismo tiempo noto la causa de sus preocupaciones, la isla esta desierta, deberían haber marineros o guardias, pero no hay nada, donde mi hermano ve peligro, yo veo diversión. -Veo que no te diste cuenta de lo que pasa… isla, barco, no guardias, estatua famosa… vamos a robar la antorcha o cortémosle la cabeza, eso seria genial- Le digo a Bakura mientras me adelanto a el y desembarco rápidamente, poniéndome la capucha de mi abrogo para protegerme de la lluvia.

El joven convertido decidió abrir paso por el gran continente del país aprovechando la masa de oscuridad arropando todo el sitio e ir desapercibido con mucho cuidado y no ser visto por la gente, sin embargo no hubo casi nada de población debido los fuertes remolinos de viento que podría ser anormal en estas épocas y los marea era fuerte y azotaba demasiado, sin descanso. Esta era un día fuera de lo común, que era solo una simple reunión con personas desconocidas.

El viento azotaba en el duro rostro del dinosaurio alado, a ido siguiendo casi todo el tiempo a Johno dominando a su compañera; Dorugoramon. Ya acercando a Isla Libertad inmediatamente noto detalles raro ¿Y los guardias? Era raro porque estos sitios eran bien vigiladas ¿Como no puede haber nadie? ¿Y los otros? Bueno, deben estar en sus casas por la tremenda lluvia. Llegando cerca de una Dama de Cobre, el dinosaurio alado regreso a su forma normal y posando un pie, en la ''tiara'' de la Dama. Logra con un salto, entrar por la ventana seguido de Johno y su compañera.

La pequeña figura clavó su penetrante mirada al horizonte, más alla del océano. Antes siquiera de que cualquiera hubiera llegado a la isla, el sujeto ya les había detectado, y más animadamente, comenzó a terminarse la piruleta que su paladar degustaba. Cuando el primer dragón digital hizo su aparición, la figura mordió el palito del dulce y se bajó del alféizar de un salto, para colocarse frente al recién llegado. La parte derecha de su rostro quedaba a oscuras, aunque cuando saltaba algún relámpago, se volvía a iluminar por completo.

Sonreí adorablemente. Sí, sonreí, en primera persona. Sorprendente, ¿verdad? Un poder para cambiar mi apariencia. Y todo gracias a Vladimir y al Digimental del Deseo que me había otorgado... Sólo esperaba que el poder no se terminara ahí.

- Llegáis tarde ~-dije con infantil vocecilla, con ese timbre adorable característico de los niños de esa edad-. Y creí haberte dicho que lo trajeras a él también. Entonces, ¿dónde está ese... ?

Enmudecí de golpe, y miré hacia el exterior, notando, efectivamente, otra presencia. Una presencia que ya conocía bien, y que no pertenecía a otra persona que a ese bastardo que se había atrevido a tocarme. Mis ojos llamearon con maldad, esos ojos castaños con los que había disfrazado a los míos propios. Pocos segundos después, el biohybrido se metió por los ventanales de la corona de la estatua, de manera despreocupada.

- Ah, Zerker. Qué bien que te dignes a aparecer. Íbamos a empezar la fiesta sin tí...-fue mi modo de saludar, con una siniestra sonrisa, para nada habitual en un rostro tan joven como lo era el de un niño rubito y con apariencia angelical-. Rukriel, ya puedes salir, querido.

Me crucé de brazos y cerré los ojos, mientras que, desde las sombras, una figura grande y roja salía para colorase justo detrás de mí, enseñando los colmillos delanteros que sobresalían de sus fauces.

- Master...

Spoiler:

Al llegar, había notado a otra persona. Aunque en el fondo sabía que se trataba de Zayyn, se parecía a una un niño pequeño y de buen corazón. Dicha imagen se me hacía más siniestra de lo normal, aunque esto me permitió hacerle un chiste, con una parte cierta. -Veo que quieres sacar afuera tu Luz Interior.- bromeé con gestos de en el rostro.

-¡Hola Rukri!- le dijo con cierto tono de dulzura mi camarada al de la mutante cuando éste apareció. Ella se acercó al Rojo y lo miró. -¿Te encuentras de mejor humor que la otra vez?- le preguntó mirándolos al recordar como actuó él durante nuestro último recuerdo. Ella actualmente se encontraba al lado derecho del Champion.

-Bueno, ya que estamos aquí,- empecé a decir de manera más directa para no divagar en detalles como el odio profundo e irreconciliable que Zayyn y Samuel se tenían. -¿por qué nos convocaste precisamente en este lugar?- le pregunté a aquella mujer que por alguna razón se lograba parecer a un chiquillo.

Aquel lugar parecía desierto, solo pocos sonidos se escuchaban, el va y ven de las olas, la lluvia incesante y fuerte que golpeaba aquella estructura de cobre como queriendo tumbar a ''La Señora Libertad'', el fuerte viento que al igual que la lluvia azotaba la estatua, algunos barcos en alta mar y no mucho mas.
Revise de nuevo las rupturas y su carga y las puse de nuevo en sus respectivas bolsas donde estaban a salvo de la lluvia. Aunque inundado en muchos pensamientos de porque la isla estaba tan desierta, decidí seguir adelante y hacer lo que tanto había deseado, era un momento muy grande, además de robar su antorcha y tener su cabeza en un pedestal también quería derrumbarla por completo, un sueño que tenía desde niño era este y estaba a tan solo minutos de hacerlo realidad. No solo quería tumbar a una estatua, si no también a su significado, que la gente temiera y suplicara libertad, en donde el caos se apoderaría de todo el mundo, era el momento de presenciar la caída de La Dama de Cobre.

Primer debíamos ir a bajar esa gran antorcha, así que indique a Crow para que nos moviéramos hasta allá y tumbarla rápidamente, me empece a mover para llegar a el lugar rápidamente.

Me adentro mas en la isla, miro a la gran estatua con emoción de tener la oportunidad de derribarla -Hermano, este momento sera histórico... ya puedo escuchar los gritos y llantos... evoluciona- Cuando termino de decir eso, saco mi digivice y digievoluciono en Anchordramon, despliego mis alas y empiezo a volar lenta y seguramente para que el fuerte viento no me lleve. Llego hasta el brazo de la estatua y empiezo a acariciar el cobre oxidado con mis manos -Hermosa pieza de arte... con un significado importante para este país... que esta apunto de desaparecer- Digo antes de tensar mi cola para asestar un fuerte golpe a la estatua pero no hago mucho daño mas que un pequeño corte -Es mas fuerte de lo que creí... Hermano, lanza haz unas cuantas explosiones para debilitar el metal y entonces yo lo corto- Digo mientras me alejo un poco del brazo de la estatua para que Bakura haga su movimiento.

Respondí al comportamiento de Zerker con una cínica sonrisa, mas volví a prestarle atención al humano, el cual ahora con ese… extraño aspecto, parecía sin duda más alto que el canoso de Zerker. Cosas del metabolismo, supongo, aunque en esos momentos yo tampoco era muy alta, así que decidí al final mostrar mi verdadera apariencia, envolviéndome en un breve manto de sombras que, cuando se disipó, dejó verme tal y como era en realidad: una pelirroja alta, vestida de negro, y de manera algo… sugerente, si mencionamos que el vientre lo tenía al descubierto por completo, y que la ropa era bastante ajustada.

- Are, are… Relajémonos un poco, no queremos trabajar con tensión en el ambiente, ¿verdad?

Torcí el gesto en ese momento, justo cuando sentí un dolor profundo en uno de los brazos. Me lo examiné rápidamente, a tiempo para descubrir una reciente herida sangrante que parecía haber salido de la nada… Aunque en realidad, yo sabía que había sido por utilizar el poder del Digiegg del Deseo. Gruñí, arranqué un trozo de la tela interior de la chaqueta, y me envolví la herida, atando un nudo.

- Bueno… Después de esto, creo que ya podemos hablar los tres con más tranquilidad-dije, mirándoles fijamente a los dos. Me descolgué la mochila del hombro y saqué de él el digiegg-. Esto, es el digimental del Deseo… No se toca, es mío. Quien me lo dio, necesita nuestra ayuda, y dad por seguro que nos recompensará como es debido…

Sonreí de manera siniestra, pero la alegría no me duró demasiado. De repente, una voz nueva y desconocida sonó desde la entrada de la sala. Mi cabeza se volvió casi insconscientemente, para clavar los ojos verdes, letales, en el recién llegado. Lo miré fijamente, como tratando de examinarle vía rayos X. Era un muchacho, no sabía si humano, pero realmente me daba igual, al igual que sus razones que le habían llevado a estar allí. Nos había escuchado seguro, y eso suponía una carga para mi plan.

- Rukriel, mátalo.

El digimon rojo gruñó, y movió sus garras.

- Como ordenes, Master…-dijo, acercándose al recién llegado. Y, agarrándole por el cuello, lo alzó en el aire, mientras se acercaba a los ventanales que daban al vacío del exterior, sin duda para cumplir mi mandato.

Miré, con calma glacial, como Rukriel llegaba junto a la ventana. Con un gesto, le ordene que se detuviera, antes de que fuera a tirar al muchacho que había tenido la desgracia de toparse con nosotros esa noche.

- ¿Sabes…?-alcé una mano hacia el desconocido, y con el anillo en forma de garra que portaba en el dedo centrar de la diestra, le sujeté la mandíbula, de manera burlona-. Dicen que los pelirrojos no tenemos alma… ¿Qué te parece si lo comprobamos?-inquirí, sonriendo de lado.

Con un nuevo gesto de cabeza, permití a mi compañero que terminara el trabajo y que le lanzara por la ventana… Así ya nadie podría saber que habíamos estado allí y, aunque me importaba un bledo lo que pensaran otros, no nos convenía que nadie más supiera de nosotros.

Sin embargo, antes de que el digimon pudiera soltarlo para que se acabara muerto y estampado en el suelo, un par de movimientos me hicieron recular. Había ALGO ahí fuera, y supe con certeza que no era humano… había visto unas alas enormes moverse.

Mi primer pensamiento… Podría ser el compañero digimon de ese muchacho que venía a socorrerlo, pero dudaba que, de haber tenido un digimon, este lo hubiese dejado subir allí solo sin protección. Además… esas criaturas de fuera, se movían hacia el brazo de la estatua.

- Cambio de planes… Diles a esos monstruitos que se detengan… quiero saber qué es lo que pretenden.

Rukriel asintió, conforme. Soltó al humano dejándolo caer al suelo del interior de la estatua (donde estamos nosotros), y salió al aire libre, evolucionando una vez fuera a AeroVDramon. Mientras le miraba acercarse a los nuevos recién llegados (hoy al parecer se apuntaba todo el mundo a la fiesta), yo desenfundé una de mis espadas y amenacé con ella al moreno.

- Bueno, amigo, tienes suerte-me agaché junto a él para mirarle frente a frente-. ¿Qué es exactamente lo que has escuchado?


Rukriel movió sus alas con fuerza, resistiendo el embate del viento, y acercándose más y más a los dos sujetos no identificados. No atacó, no hizo movimientos bruscos. Solo extendió las alas, en señal de neutralidad, y se plantó frente a ellos.

- ¿Quién va, y con qué intenciones?

OFF:

Notaba la irritación de Samuel al encontrarse cara a cara con Zayyn. Tenía una pequeña preocupación de que éste no soportase trabajar con la pelirroja, la cual parecía que había vuelto a su estado normal. -Samuel, recuerda por qué nos estamos aliando nosotros tres.- le intenté hacer recordar lo que le dije antes en el Monte Fuji. -Que a pesar de que no nos queramos ver ninguno al otro, estamos a punto de trabajar juntos.- bajé el tono un poco.

La pelirroja comenzó ha hablar sobre lo que íbamos a hacer, pero se interrumpió al ver llegar a un extraño. "Pobre sujeto, se metió dónde no debía" pensé para mis adentro mientras me daba vuelta a verlo mejor. -No nos juntamos simplemente para "divertirnos", sino para hacer algunos trabajos.- le aclaré al intruso cuando Rukriel lo tenía sujeto.

Luego se escucharon ruidos afuera. Le hice una seña con mi cabeza a mi camarada y ésta se dirigió a la ventana. Una vez allí, le apunté con mi Digivice, haciéndola evolucionar a Dorugreymon. Después de tomar su forma Perfeccionada saltó de la ventana, rompiéndola en el proceso, y tomó vuelo.

Mi hermano evoluciono y subió rápidamente hasta donde se hallaba el brazo de la estatua, cuando este se transformo y voló me agarre de su cola y cuando estábamos a esa altura me columpie y caí sobre el la mano de la estatua.

-No veo necesario evolucionar, no ahora, vuelve a tu forma normal, debemos ahorrar mucha energía para lo que se viene ya sabes donde y contra ya sabes quien...- dije de pie con los brazos cruzados. De pronto de la ventana que se hallaba un poco mas arriba de nosotros salio una criatura roja, lo que pude identificar como un Aeroveedramon obviamente con otro color, debía ser una de sus variaciones o algo así.

-Valla, quien iba a pensar que nos podríamos topar con semejante digimon aquí- dije mientras lo miraba de reojo -Estamos aquí solo para divertirnos, un poco de caos, alcohol y un par de cigarrillos, sabes- dije al digimon eso, aunque en realidad tenía de decirle que no se metiera en los asuntos que no le incumbían, pero, este era un digimon en etapa perfecto, mi hermano y yo podíamos contra el los dos solos, pero no tenía ni idea si este ya podía evolucionar algunas etapas mas o si de donde salió habían mas iguales a el, así que mantuve una posición neutral de momento.

Luego de un momento salió otro digimon, esta vez era lo que reconocí perfectamente como un Dorugreymon, lo mire por un momento y empece a tararear la segunda sinfonía de Beethoven.

Bakura no se transformo, lo que me parece raro ya que el es quien me metió en la cabeza la idea de derribar la estatua, pero no le doy mucha importancia y continuo golpeando la estatua con mi cola, haciendo mas cortes. Sin embargo alguien me interrumpe, de pronto un AeroVeedramon rojo aparece y empieza a hacer preguntas, mi hermano responde y yo completo su comentario -Eso y también queremos la antorcha de la estatua… solo venimos por esto, no haremos mucho ruido- Digo antes de asestar otro golpe al brazo de la estatua y en total ahora la estatua tiene un corte recto que usare como guía, me disponía usar una técnica para empezar a cortar el brazo, pero entonces otro Digimon aparece, lo miro por un tiempo pero luego vuelvo a mirar al dragón rojo -¿Cuantos Digimon hay adentro de la estatua? ¿interrumpimos una reunión o algo?... como sea, solo quiero la antorcha- Digo antes de empezar a girar rápidamente para transformarme en una especie de cierra para comenzar a cortar el brazo de la estatua, atravesando el cobre lentamente.

El digimon rojizo comprendió el comportamiento de los que habían acabado ser un digimon y un humano. O eran compañero y humano o... no se le ocurría otra cosa. De cualquier forma, no dijo nadacon respecto a eso. Inclinó la cabeza, todavía en señal de "camaradedía", y miró de reojo a DoruGreymon, el digimon compañero del otro humano que se había reunido con ellos.

- Mi Maestra insiste en invitaros al interior de la estatua... tenemos una reunión de lo más apacible, y si os disponíais a destrozar la estatua, mejor que la conozcáis... os gustará-el dragón rojo sonrió de lado, enseñando los colmillos-. Os doy mi palabra de que podréis destrozar la estatua después, no os lo impediremos... No nos interesa.


Miré con curiosidad al humano, con una sonrisa. Por como se comportaba el chico, parecía conocer de la existencia de los digimons, puesto que, a mi parecer, se habría asustado bastante al ver a dos criaturas tan... extrañas.. Además, después de escucharle y conocer los motivos por los que estaba allí, me resultó... bastante conveniente, ¿verdad?

- Así que pensabas derribar la estatua... ¿Y pensabas hacerlo mientras estuviéramos nosotros dentro?-no pude evitar soltar una carcajada que resonó por el interior-. Ay... humanos, siempre tan divertidos...

Me levanté un poco, quedándome de nuevo de pie, y miré desde arriba al chico, cavilando qué era lo que tendría que ahcer con él. Mi mente decía que lo matara, que me iba a traer problemas, pero otra parte de mí, me decía que podría serme de utilidad, aunque fuera solo un humano...

- Está bien, te creo-respondí, asintiendo con seriedad. Sin embargo, la sonrisa que dibujé después en mi rostro, no fue tranquilizadora-. Pero mi "Colmillo" no.

Enarbolé la espada, y antes de que nadie pudiera hacer o decir nada, pasé el lado filoso del arma por la mano derecha del muchacho, separándola del brazo, y haciendo que gotitas rojas de sangre salpicaran el suelo. Hice más amplia mi sonrisa, y llevé el filo a los labios para lamer la sangre que había quedado en el metal.

- No te mataré, tienes suerte... Puede que me seas útil...-con un movimiento de mi muñeca, la mano del chico dejó de sangrar, y pronto se vio envuelta en un pequeño torbellino que le regeneró la extremidad-. Pero has de saber que, si me traicionas, la mano será lo mejor que puedas perder...

Me volví hacia él, y enfundé la espada de nuevo en la vaina, para que no se viera más amenazado.

- Dime tu nombre, humano.

[En el exterior/ perspectiva de Dorumon]

-Por ahora no la tiren abajo- les dije a los inoportunos humano y digimon que por error osan interferir con la reunión de nuestros camaradas. -porque estamos en una reunión y resultó algo molesto el ruido y el movimiento.- les aclaré con toda tranquilidad al sentir que posiblemente éramos más fuertes que ese par. -Después si quieren los ayudamos.- les dije en un tono agudo y divertido como le dice una chica adolescente o una mujer a unos niños.

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[En el interior/perspectiva de Johno]

No le dije nada a mi examigo y actual aliado. No era que no me interesaba, sino que no me iba a reparar en detalles menores. Esto se debía a que solo me interesaba que cooperase con nosotros o que no se meta en nuestro camino. Además tenía planes que realizar con él. Planes y promesas del pasado.

-Yo también dudo de él, aliada mía.- le secundé a la pelirroja, luego de que ésta se lo aclarase con la espada. Tenía dudas de que este extraño fuese lo suficientemente fuerte para lidiar con ésto.

Con respecto a que nos traicionase, tenía otra cosa más que decir que Zayyn. -Más allá de cualquier Bien o Mal, mi Emblema es el del Honor.- le advertí en un tono que avisaba de manera implícita, lo que le iba a decir a continuación.-Así que no te atrevas a engañarnos o traicionarnos, o desearás la Muerte.- diciéndole lo último de manera entendible lo que le podía llegar a pasar.

Me cruce de brazos aun viendo a el digimon rojo mientras este me decía que fuéramos a dentro donde se hallaba su ''maestra'', la que muy seguramente era su tamer, el otro digimon dijo lo mismo en un tono tranquilo, posiblemente pudiera ser una trampa, o posiblemente podía ser uno de esos grupitos o sectas de tamers que con planes estúpidos y desquiciados quería dominar el mundo. No me importo mucho, así que decidí decir que si corriendo el riesgo de que lo siguiente que pasara podía ser bueno como malo.

-Esta bien, iremos con ustedes como tu ''maestra'' quiere, luego veremos...- dije e hice una señal a Crow para que no volviera a su forma normal aun, ya que no sabíamos que o quienes pudieran estar a dentro y que propósitos podrían tener, la seña que le hice a Crow fue mas bien como que pretendiera ser mi digimon, así no nos creyeran desprotegidos o algo similar. -Esta bien AnchorDramon, iremos..

Spoiler:

Los Digimon ya me parecían molestos, no me interesaba que hayan llegado primero y estén haciendo una reunión de illuminatis digitales, nadie me dice que y no hacer, a menos que sea mi hermano, pero hay que reconocer que al menos lo hicieron de forma amable. Yo quiero destruir la estatua, pero Bakura cedió a su oferta y accedio a entrar a la reunión, pero sin embargo el me ordena que entre llamándome “Anchordramon” por lo que el quiere hacerme pasar por su Digimon, no se cual es su plan asi que solo me toca hacer el papel de Digimon. -Si…- Digo mientras empiezo a desplazarme en cuatro extremidades por el brazo de la estatua para asomar la cabeza por las ventanas en la tiara de la estatua -Hola- Digo al asomarme, comprobando que hay cuatro personas, tres hombres, uno de ellos en el suelo siendo amenazado por una mujer de cabello rojo, persona que a decir verdad me recuerda a una pelirroja que había conocido anteriormente pero que no me dijo su verdadero nombre y mirándola detenidamente, compruebo que es ella, el plan de Bakura ya fallo, por lo que dejo de asomarme por la ventana y me mantengo afuera de la estatua.

Rukriel asintió, conforme, y dejó que el humano y el digimon fueran delante de él para entrar en el interior de la Esatua de la Libertad.

En el interior, yo observé tranquilamente al joven, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza ligeramente ladeada. Escuché la amenaza dicha por Johno, y una vez más me pregunté si él seguiría realmente el significado de su emblema. Habíamos tenido trifulcas en el pasado, y que ahora estuviésemos en el mismo bando no me aseguraba que no fuera a traicionarme en un futuro...

- ¿Oh?-parpadeé repetidamente al enterarme de que ese chico en realidad no era un humano, sino nada menos que un biohybrido, como yo, como Zerker... Aunque olisqueé el aire un poco para asegurarme-. Sorpresa, sorpresa. Ya somos tres "mutantes" en la sala, ¿qué más me deparará esta noche?

Me volví hacia la ventana, habiendo escuchado un sonido allá afuera, más cercano que los anteriores. Algo comenzó a entrar por los ventanales. La noche era oscura, y al principio por eso no fuí capaz de ver bien qué era aquello, pero gracias a un repentino relámpago que cayó en el océano, pude percibir con detalle el rostro del recién llegado.

Sonreí, sorprendida y a la vez sin poder creérme la "suerte" que estaba teniendo ese día. Ante mí se encontraba un muchacho albino, un conocido al que podría considerar agradable, después de recordar la diversión que sentí ese día en el que le conocí.

- Buenas noches, Bakura, es bueno volver a verte...-le saludé, inclinando la cabeza. Todavía le agradecía que hubiesen compartido conmigo el dinero que robaron en Tokio-. Y supongo que él es Crow, ¿verdad? Buenas noches a tí también-añadí al ver al digimon con aspecto de dragón que decidió quedarse afuera.

Dejé de prestar atención al que se presentó anteriormente como Alex, pero Rukriel, al entrar, sí que no le quitó el ojo de encima. Se colocó junto a mí, y me comentó por lo bajo que esos dos hermanos habían venido por el mismo motivo por el que Mercer estaba allí: para echar abajo a la Dama de Cobre.

- Jaja... Parece que os habéis puesto todos de acuerdo... Debe de estar de moda eso de pisotear un símbolo americano de la Libertad, ¿verdad, Mercer?-le miré un momento por encima del hombro, antes de reirme entre dientes y mirar a Bakura y a Crow de nuevo-. Bueno, nosotros podríamos ayudaros, no estaría de más dar un aviso a los humanos de que pronto su querida Libertad se terminará, ¿qué me decís?-inquirí a todos en general con una leve y pérfida sonrisa.

Aún sentía que no podía confiar en aquel sujeto, el cual se presentó como Alex. Al parecer resultó ser un Biohybrido, como Zayyn y Zerker, lo cual no me agradaba mucho que digamos. -¿Por qué no me sorprende?- dije en tono irónico al hecho de que todos los "mutantes", como hizo referencia la pelirroja, eran siempre problemáticos. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando se oyó un ruido afuera, por lo cual me acerqué a la ventana, a la izquierda de la mujer "mutante".

Allí, en la ventana, pude observar a un muchacho, que posiblemente tenga masomenos mi edad o menos, de pelo largo y de color blanco, al cual Zayyn reconoció y lo llamó por su nombre, Bakura. Junto a él había un Digimon, que supuse que era su Camarada, al cual la pelirroja lo llamó como Crow. Mi camarada, Dorugreymon, se acercó al del albino y, con un gesto brusco e imperativo, le indicó de que debía entrar.

-Supongo que serán parientes tuyos, ¿no?- le dije a aquella mujer, que en otros tiempos la hubiese querido matar. Luego, sin más rodeos ni interferencias, me dirigí de vuelta a donde estaba Camilo. -Si los niños no siguen interfiriendo,- dije haciendo referencia a las constantes interferencias recientes. -Zayyn, ve a lo importante, ya que esta reunión está durando demasiado.- demostré algo de preocupación de que llamemos la atención antes de tiempo -y tú ya hiciste levantar sospechas al matar a todos los guardias.- le critiqué lo riesgoso de sus acciones.

Mercer no le dio mucha importancia a los que se encontraban a fuera aunque al darse cuenta de que en la pequeña reunión habían mas "mutantes" se impresiono un poco. Mercer solo se recostó sobre la pared mientras cruzaba sus brazos esperando haber que diría aquella pelirroja porque al parecer era la que había llamado a los demás y la que lideraba la reunión.

—Porque no van al grano de una buena vez y nos dejamos de tantos saludos.—Dijo el oji azul mientras miraba a la pelirroja de reojos para ver que le respondería. Este miraba a los otros dos sujetos y al parecer uno de ellos todavía no confiaba mucho en Mercer y el otro no hablara mucho que digamos.

Acaso llegarían mas visitas a aquel lugar o ya habían llegado todos los que estaban invitados a la reunido. El oji azul se preguntaba una y otra vez la misma pregunta pero su pensamiento fue interrumpido al escuchar al sujeto mencionar que había sido aquella pelirroja de la masacre de abajo, este no se lo podía creer, entonces si este hubiera cometido el mas mínimo erro le hubiera pasado lo mismo que a los guardias o... Peor.

Crow aun con su evolución encima entro un momento a la torre pero no del todo, su cuerpo aun salia de la torre mientras su cabeza se asomaba dentro de esta, yo solo me sostuve un poco de la cola de mi hermano, evitando por completo tener así fuera un pequeño roce con el extremo de esta donde se encontraba el ''ancla'' ya que podría tener un resultado no muy bueno; luego me apoye en este y salte hacía la parte de adentro donde pude ver un grupo de gente y los digimon que nos abordaron afuera, hubiera analizado a cada uno de los presentes sino fuera porque mi atención fue llamada por una chica pelirroja que ya me resultaba familiar.

-Que grata sorpresa, quien se hubiera imaginado que de todos los lugares del mundo te fuera a encontrar aquí - dije con aire perspicaz a la pelirroja aun ignorando por completo al resto de los presentes - digo lo mismo, roja, ahora se porque el ambiente se hallaba algo tétrico sin nuestra ayuda- luego hice un gesto de aprobación cuando la pelirroja menciono lo de la libertad, era justo por lo que Crow y yo estábamos aquí (además de cumplir el sueño de robar la gran estatua). -Muy bien, nos quedaremos un rato, pero en cuanto el ambiente se torne aburrido (cosa que no creo) nos iremos -dije haciendo otro gesto a Crow, señalando que ya podía volver a su forma normal.

Cuando Bakura entra empieza a hablar y la pelirroja nos identifica, yo vuelvo a asomar la cabeza por la ventana de la cabeza de la estatua, pero esta vez deshago la evolución para permanecer con mi forma humana sentado en el marco de la ventana de la tiara de la señora libertad. -Hola dama y caballeros… hermano, no se por que quisiste venir, esta gente esta claramente en medio de alguna reunión illuminati digital y no quieres ser interrumpidos por personas de afuera… como debió pasar por ese tipo que esta siendo amenazado por la mujer roja, se ve débil y desamparado y por lo que logre escuchar, el vino a robarnos la idea sobre acabar con esta estatua ¡que vergüenza!- Digo rápidamente y casi sin respirar, una tipo de balbuceo que estoy acostumbrado a hacer y cuando termino de hablar, busco en mi bolsillo una bola de papel mojado por la lluvia del exterior y se lo lanzo a Alex. -Como sea… ¿Cuál es el motivo de su reunión?- Digo antes de dirigirle la mirada al AeroVeedramon rojo que estaba en la sala, se veía como un Digimon fuerte y según lei en informes del IGDA, era de hecho un Digimon fuerte, un gran candidato para extraerle una muestra de ADN, pero era algo que debía meditar.

Cerré los ojos un breve instante, divertida, ante que todos me instaran a que explicara el motivo de la reunión. Me pasé ambas manos por el pelo, acariciandolo desde las raíces hasta las puntas, mientras me acercaba a una de las ventanas y me sentaba en el alféizar para observar el paisaje... El mar revuelto con los truenos cayendo sobre él.

- Are, are... Está bien...-accedí, mientras creaba un pequeño e inofensivo tornado entre los dedos de mi mano, enfundada en un guante que no cubría los dedos-. He conocido a alguien... Alguien que encarna la Oscuridad, alguien que nos ayudará en nuestros propósitos personales-por el momento, no dije cuál era mi plan principal, ya se sabría en su momento...-Así como destruir las organizaciones humanas, o echar abajo tantos monumentos se requieran...-fuí echando una mirada a aquellos cuyos deseos iba nombrando-. Él nos dará el poder que deseamos para hacer lo que queramos, cuando queramos, y como queramos. Nadie se interpondrá en nuestro camino mientras le sigamos a él...

Mi rostro estaba serio, para que se dieran cuenta de que no estaba diciendo ninguna broma o despropósito. Eso era lo que yo pensaba hacer, y estaría bien si no se me querían unir... Pero pobre del que intentara detenerme.

- Su nombre es Vladimir-alcé la barbilla, dispuesta a hablar de nuestro solicitante oscuro-. Y está encerrado en algún lugar. Quiero liberarlo lo más pronto posible, él les dará a los que le sigan un poder con el que jamás podrían llegar a soñar...-enmudecí un momento, mirando fijamente a los presentes, con un brillo letal en los ojos plateados-. ¿Quién está dispuesto a unírse a la causa?

Mientras esperaba cualquier respuesta por parte de ellos, saqué una cajetilla de tabaco del bolsillo de la chaqueta y me encendí un cigarro. Luego eché el humo hacia un fuera de la ventana, por si molestaba a alguno de los de dentro.

Escuché con detención lo que la pelirroja iba diciendo, que, en resumidas cuentas, se trataba de querer liberar a un ser terrible como pocos. -Si tú dices eso,- empecé a decir para que todos entiendan. -debe ser alguien que va más allá de la simple perversión y corrupción del mundo.- dije finalmente, con un tono de preocupación. Preocupación porque era algo muy arriesgado si es cierto lo que dijo Zayyn.

-Mientras no interfiera en mis planes, todo bien.- le terminé contestando a la única mujer aquí presente. Miré al cielo tormentoso de allí afuera y me puse a pensar que pasaría si este "Vladimir" era más peligroso de lo que Zayyn sabía. Tal vez necesitaría un plan de respaldo. Luego me volví a ver a Zerker, para ver que hacía.

Seguía aún de pie en la estancia de la torre, donde la pelirroja nos empezó a hablar de alguien cuyo poder era superior hasta a ella misma y ella quería liberarlo, este ser llama ''Vladimir'', nos brindaría un poco de su poder y nos daría ayuda para poder tirar si quisiéramos el mundo abajo, pero... Sabes muy bien que Crow y yo no somos de trabajar mucho en equipo- dije mirando a la chica y luego a mi hermano, era un sueño muy anhelado poder tirar todos los gobiernos del mundo abajo, que nación se levante sobre nación y reino contra reino, ya podía presenciar un apocalipsis, la tan anhelada sonata del tercer cuerno.

-Ahora bien, digamos que mi hermano y yo te apoyemos y el tipo sea liberado, ¿quien nos asegura que este tipo no nos quiera joder después de haber sido liberado si es tan grande el poder que tiene?- dije a la pelirroja aún ignorando a los demás que estaban en la sala.

Escucho atentamente lo que la mujer de cabellos rojos tiene que decir, mientras observo fijamente a su Digimon igualmente rojo, pensaba en como obtener una muestra de ADN de el para poder evolucionar a esa forma, ciertamente era un Digimon muy poderoso que porta un poder que quiero bajo mi control. Cuando la pelirroja menciona el nombre del ente de maldad y oscuridad, Vladimir, yo inmediatamente volteo la cabeza para ver a la chica y finjo una expresión de sorpresa -¡Por supuesto! El amo del mal y la oscuridad, el señor de todo lo corrupto, mensajero de la muerte y demonio humano ¡ Vladimir!... no tengo idea de quien es- Digo mientras que sobreactuó algunas gesticulaciones para ambientar mi discurso para luego volver a mirar al AeroVeedramon rojo para quiñarle un ojo, quería incomodarlo un poco de ser posible. -Se escucha como un buen plan ciertamente ¿Qué hay que hacer?... ¿Debemos reunir las siete esferas del mal, decir las palabras mágicas y el señor de toda la maldad nos concederá un deseo?... y si es asi, solo escucha tus palabras- Hago una pausa para sacar un cigarrillo de uno de mis bolsillo para ponerlo en mi boca -¿Que te hace pensar que después de liberarlo, esta “encarnación de la oscuridad”?- Hago la mímica de las comillas con los dedos -¿No nos tratara como sirvientes y perritos falderos si es que nos deja vivir después de usarnos como un preservativo...? … no debí usar ese ejemplo… como sea, se escucha como un buen plan, me apunto- Digo antes de encender mi cigarrillo para ponerme a fumar a la vez que me empiezo a acercar cada vez mas al AeroVeedramon rojo que tanto llamo mi atención.

Torcí levemente el gesto. Todos me pedían explicaciones, sobre todo para saber si podían mantener su integridad física y psicológica a salvo. Notaba el temor de todos ante cualquier imprevisto que ocurriera, pero muchos de ellos se unían sin dudarlo. Espere a que todos mostraran sus dudas, sus preguntas, para poder resolverlas todas de una al final, aunque algunas de ellas, ni yo estaba segura de su real respuesta, pero trataría de responder con la mayor sinceridad posible.

- Veamos… Mercer, ya he dicho quién es Vladimir… Es un ser que fue encerrado por su poder. Según lo que he ido investigando, él liberó a los Demon Lords, él casi destruye el digimundo por eso… No se a ciencia cierta quién lo encerró, la verdad, pero no nos será difícil liberarlo, él mismo nos irá dando las indicaciones, cuando los portadores de los Digieggs del Deseo, la Tenacidad y el Orgullo, estemos reunidos. Si alguno piensa que puede conseguir alguno de ellos, que se ponga en marcha, cuando estemos los tres portadores, liberaremos a Vladimir-miré a Crow y a Bakura-. Imagino que lo habréis pensado, pero ¿quién sería tan tonto como para patear a aquellos que le han liberado? Sin duda seremos recomensados, podréis hacer cuanto os dé la gana, si eso no se interpone en el camino de Vladimir. Pero si aun así no os convence la propuesta, entonces, yo responderé por vosotros.

Me bajé del alféizar, y estiré mis brazos, hacia arriba, mientras cerraba un ojo y sonreía de manera felina.

- Bueno… si todos estáis de acuerdo, entonces creo que es hora de tumbar una estatua, ¿verdad, chicos?

Seguía escuchando con detenimiento lo que aquella maldita desgraciada tenía para decir sobre "El Oscuro", lo cual no me terminó de convencer, pero igual decidí seguir adelante con todo esto. Sabía que debía pensar en un plan de emergencia, en caso de que este "Vladimir" se saliera de control. Quizás necesitaría la mente del escocés para esto.

Luego observé cuando la pelirroja se bajó del alféizar y dio incentivos para destruir la estatua. En ese momento me acerqué a la ventana y me monté arriba de Dorugreymon. Una vez sobre ella, ésta se apartó, demostrando estar listo para poder tirar la Estatua de la Libertad.

- ¿Por qué derribar la estatua?-solté una risita-. Es evidente. Para demostrarles a los humanos que su querida libertad tiene los días contados...

Busqué a Rukriel con la mirada, dando un silbido. Este acudió a mi lado, y con en el digivice le obligué a digievolucionar, una vez estuvo fuera. Observé cómo todos salían al exterior mientras me terminaba el cigarrillo y lo tiraba al suelo. Solté una risa seca y me asomé a la ventana... para dejarme caer al vacío.

Cualquiera que me viera, seguramente pensaría que estaba loca (no muy lejos de la realidad), o que era una suicida (no de nuevo), pero la realidad era muy distinta. Mientras soltaba un grito de júbilo al sentir la velocidad pegarme en la cara, un a maraña de sombras me envolvió, y el disfraz que había ocultado mi actual apariencia digital desapareció, mostrando a un digimon demoníaco, negro, y con ligeras vetas de lava recorriendo el cuerpo.

Spoiler:

La pregunta estaba obligada. ¿Cómo podía usar mis poderes estando en forma humana? ¿Cómo me había transformado tan deprisa en Aeirmon? La respuesta era simple: siempre había sido Aeirmon, solo que había usado mi propia apariencia humana para ocultarme, gracias al Digimental del Deseo. Si no, ¿cómo habría podido matar de manera tan sencilla a los humanos que habían estado en la isla?

Di un rodeo a la estatua, y me detuve en mitad del aire, a una prudente distancia de la enorme figura de cobre. Miré a Rukriel, él se había aposentado a mi lado, pero comprendió rápidamente lo que quería decirle.

- Si, Master...-accedió, luego de eso se acercó de nuevo a la estatua, con su pecho brillante, y tras dar un rugido ensordecedor, el rayo en forma de V salió despedido de su cuerpo para colisionar con fuerza en la estatua...

Sonreí de manera divertida, observando como la Estatua de la Libertad, el símbolo de ese país, comenzaba a ser destrozada, a derrumbarse ante los ataques de Rukriel y los demás digimons allí arrejuntados... Era un espectáculo hermoso.

Me dediqué a observar como iban saliendo todos y cada uno de los que participamos, incluyendo a esos dos amigos de Zayyn, que estaban transformados en un Arresterdramon uno y el peliblanco en un stingmon, ambos con un color distinto. Luego de verlos haber salido, doy un pequeño salto para que mi camarada evolucionase a la etapa Mega.

Una vez ya preparado todo, y todos a salvo fuera de la futura ruina, Dorugoramon lanzó su Brave Metal hacia la cabeza de la estatua, más precisamente en su rostro. -Tiremos esto lentamente, pero sin perder mucho tiempo,- comencé a decir seriamente mientras la enorme esfera de energía golpeaba la cara. -ya que tendremos más obstáculos si nos tardamos demasiado, y aún no es tiempo para que sepan de nuestro rostro.- les expliqué de la manera más breve que pude.

Alex pego un salto saliendo del interior de la estatua, en su mano cargaba su Digivice y en la otra su Digisoul emanaba, el cual era de un color morado siniestro, introdujo el Digisoul en el interior de su Digivice para luego Digievolucionar en su etapa Campeón.

Su apariencia había cambiado, era muy parecida a la de un mago, su nombre era Wizardmon. El Digimon Hombre Demonio empuñaba su báculo el cual tenia forma de sol, apunto hacia la estatua preparándose para atacar.

—Magic Game.—Wizardmon libero un relámpago azul que provenía de su báculo, dicho ataque impacto en el brazo de la estatua, donde estaba la antorcha, derribándole sin ningún problema alguno.

No obstante aquel sujeto que era acompañado de la Dorugoramon, empezó a derribaran la estatua lentamente pero sin perder demasiado tiempo ya que tendrían mas obstáculos si se tardaban mucho en tirarla abajo.

Off::

Desde mi posición observé como todos se disponían a ayudar Rukriel a destruir la estatua. Primero, el digimon de Johno lanzó una esfera de energía altamente destructiva; después, Mercer, evolucionado en un simple Wizardmon, atacó usando rayos -no era un ataque muy poderoso, pero igual servía-; mientras que Zerker, evolucionado en su etapa mega, mandó dos ráfagas luminosas y filosas contra la estatua... Debo decir que fue una mierda de ataque, pero en fin... sería suficiente.

Me alcé en el aire, extendiendo los brazos hacia los lados, reuniendo todo mi poder en ellos mientras invocaba una tormenta de viento muy peligrosa, violenta y cortante, que rajó como si fuera mantequilla a la Dama de Cobre en numerosas partes... Fue el incentivo que necesitaba la estatua para comenzar a derrumbarse del todo. Su cabeza cayó, precipitádose hasta chocar contra el suelo y romperse en miles de fragmentos, quedando de su corona simples trozos de roca. La antorcha y el libro tuvieron un destino muy similar: fueron destruídas en menos de lo que canta un gallo, incluso antes de caer al suelo.

A los pocos minutos, ya nada quedaba de la enorme mujer de la libertad, todos sus pedazos reposaban sobre el suelo, provocando fuertes temblores a la caida de los trozos de cobre.

- Ahí está vuestra libertad, humanos... Disfrutadla mientras podáis-susurré sonriendo ampliamente, con los brillos de los rayos y de la luna reflejados en mis ojos. Extendí los brazos hacia los lados-. ¡Lo hemos hecho! ¡Ya nada podrá detenernos!

Al ver que reducimos la enorme estatua, símbolo de libertad y esperanza para los que llegan a esta tierra, en tan solo minutos, me di cuenta lo frágil que este mundo era. Era algo desesperanzador ver que, uno de los monumentos más valioso en todos los aspectos, sea solo ruinas ahora. Miré a todos los participantes, al Wizardmon, al extraño digimon en el que se convirtió Zerker, probablemente de nivel Mega, y a la pelirroja en su forma digimon.

-¡Que todo el mundo vea y escuche lo ha pasado aquí y desesperen!- empecé a decir de manera fríbola, mirando los restos de la Dama. -¡Ésta es solo una fracción de nuestro poder!- dije y pronto mi emblema comenzó a brillar. Al mismo tiempo, aprovechando el incremento de poder que éste provocó a mi camarada, ella lanzó una esfera de energía notablemente más poderosa que la anterior en dirección a los restos.

La Dama de Cobre por fin había sido destruida en mil pedazos, o eso era hasta que la camarada del sujeto lanzo otro de sus ataques hacia los restos de la estatua dejando un gran cráter en la zona. Wizardmon miro a la pelirroja en su forma Digimon, esperando nuevas ordenes ya que habían terminado por completo con la Dama de Cobre.

—Y ahora, ¿que haremos?—El Digimon Hombre Demonio fijando su mirada en la pelirroja esperando alguna respuesta de esta. Luego desvió su mirada en la Dorugoramon ya que le había impresionado el inmenso poder que tenia, luego observo al extraño y asombroso Digimon en el que había Digievolucionado aquel sujeto de cabellos grises, tenia la apariencia de un Dragón Ancestral.

Mi sonrisa era amplia, contenta de haber demostrado tal poder, me sentía con fuerzas de hacer cualquier cosa, por muy dificil que fuera. Pero no por ello debía dejarme llevar, porque entonces llamaría demasiado la atención, y de momento era más sensato actuar desde las sombras, sin que nadie nos pillara...

- Ahora... Es hora de replegarnos. Por el momento nos retiraremos, pero pronto volverán a saber de nosotros...-murmuré mirando los restos del monumento, con un brillo calculador en los ojos. Luego alcé la mirada hacia mis supuestos aliados-. Nos volveremos a reunir pronto, buscad a los demás portadores de los digieggs de la Tenacidad y el Orgullo... Y suerte, "compañeros".

Le hice un gesto con la cabeza a Rukriel, y ambos comenzamos a alejarnos de ese lugar, sobrevolando por la ciudad, oscura y de noche, pero esperaba que nuestra velocidad fuera suficiente como para que nadie nos viera...

-Me parece lo mejor.- estuve de a cuerdo con la pelrroja, pensando que por el momento era mejor evitar el enfrentamiento directo. Asi que con Dorugoramon nos dirigíamos a tierra, así me bajaba momentáneamente al suelo mientras ella regresaba a su forma de Campeón, ocupando un tamaño menor.

-También deberíamos dispersarnos, haciéndonos más difíciles derastrear.- terminé agregando, mientras me volví a subir al lomo de Dorugamon. Una vez arriba, nos alejamos por el lado de afuera de Brooklyn.