Buenas y Malas Noticias.

Hoy recibí la llamada de Natasha, una Amiga que hice cuando fui a Japón antes de perder la memoria. Según Agumon sentía algo por esta chica, ya que no paraba de hablar de ella antes del "accidente". Mi memoria a llegado de a poco, ahora gracias a Taichi recuerdo como evolucionar y como combatir, pero sobre las personas que conocí nada.


- Vamos Agumon, tenemos que arreglar todo antes de que llegue. - Estaba pasando la aspiradora por toda la casa mientras Agumon limpiaba los vidrios.

- Porque te preocupas tanto, ni siquiera recuerdas su rostro. ¿que pasa si no te agrada esta vez? - Por culpa de sus Garras limpiar los ventanales sin rallarlos era una verdadera proeza.

- No creo que mis gustos cambiaran tanto con la perdida de memoria... - La verdad es que ahora era más analítico, todo lo pensaba detenidamente y no tenia miedo de hacer daño con tal de sobrevivir. - Además, ya tocaba hacer limpieza en esta casa. - Desde que mis padres se fueron en ese viaje a los Alpes la casa no había sido limpiada correctamente.

Inmediatamente después de pasar la aspiradora por todos los cuartos y hacer las camas me Dirigí a la cocina para preparar algo. - ¿Comimos algo en Japón? - quería preparar algo que disfrutara, y no tenia idea de sus gustos.

- Unas bolas de no se que... creo que se llamaban Takoyaki o algo pro el estilo. - Agumon se había transformado en Koromon para ayudarme.

Como no tenia los ingredientes en mi hogar decidí salir a comprarlos. Al regresar con todo una Joven estaba en la puerta de mi casa tocando el timbre.

La rubia andaba por las calles de forma brusca, rápida y sin detenerse a mirar si se había tropezado con alguien. En caso de hacerlo, no era para disculparse, sino para lanzar una mirada casi asesina al pobre desgraciado. Estaba de muy mal humor, por no decir que era nefasto... No era una depresión, no, para eso tendría que estar triste, estaba decepcionada, furiosa. Y no contra esa... Contra Esa, sino contra sí misma por haber confiado en que todo había mejorado y que de verdad no pasaba nada. Ojala fuera infeliz para siempre...
Se encontraba en Chile para visitar a un amigo que había conocido en Japón. Él la había ayudado a animarse cuando estaba triste por la perdida de Esa. Y ahora esperaba, que al menos la hiciera volver a ponerse de buen humor porque estaba que saltaba a la yugular de cualquiera. Y prefería no tener una acusación de asesinato...

Sin embargo, había algo que no la cuadraba cuando llego al lugar donde le había dicho Carlos que vivía. No había nadie que la abriera la puerta, a pesar de que había tratado de ser puntual... A qué había tomado mal la dirección...

- Maldición... Todo me sale mal... - dijo pateando la puerta, por no querer abrirse. Por suerte, había controlado su fuerza como para no liberar toda la fuerza de un híbrido, sino para que se compatibilizara con su forma humana.

- ¿Puedo ayudarte? - El muchacho sostenía con una de sus manos dos bolsas de papel llena de víveres, y en la otra llevaba a la pequeña bola rosada que era su compañero. - Si buscas a mis padres lamento decirte que están de vacaciones. - Muchas veces iban personas a mi hogar en busca de mis padres, pero esta era la primera vez que resultaba ser tan joven.

- ¿Natasha? - Pregunto Koromon desde mi brazo. - ¿Eres tú? - Dicho esto santo de donde se encontraba y reboto hasta los brazos de la chica. - ¡Cuanto tiempo! -

Anonadado por la reacción tan amigable y contenta de Koromon las palabras no salían de mi boca... - ...Hola (?) - ¿Que clase de bienvenida era esa? ¡Dios! la chica de que tanto hablaba antes de mi perdida de memoria estaba frente a mi puerta... con el ceño fruncido... - Lamento la tardanza, fuimos a comprar algunas cosas y las filas eran enormes...-

Los hombros de la chica se tensaron al escuchar una voz a sus espaldas, no se había esperado a nadie, aunque bueno, en su caso, a pesar de ser un biohybrido sus sentidos no eran tan animales como el resto por el hecho de que todas sus evoluciones eran más bien humanas, o al menos eso es lo que pensaba. De ahí, que se la pudiera sorprender con tanta facilidad.
Y al ser pillada teniendo una actitud tan infantil en un principio la hizo avergonzarse, mínimamente, pero después, gracias al mal humor que llevaba encima se molestó con la persona que le había hablado. ¿Qué más le daba a quién buscase? A decir verdad, no había escuchado mucho las palabras, así que, no analizó todo lo que la dijeron. Puesto que en ese momento hubiera saltado más bien de felicidad.

Molesta, pues, se dio la vuelta para indicarle a la otra persona que se ocupara de sus propios asuntos, cuando una segunda voz apareció de repente de una bola rosa que saltaba hacia ella. Por un segundo en el rostro de la rubia apareció confusión, pero luego entendió que era Carlos el que la había hablado... Aunque era raro que no la hubiese reconocido.

- Hola, Koromon. ¿Qué tal estás?- preguntó con una sonrisa, tras sujetar entre sus brazos al digimon.- Yo también me alegro de verte.

Después dirigió la mirada al chico. Sin embargo, no estaba igual que cuando le había conocido en Japón, tenía el pelo más encrespado y llevaba gafas. Lo cual la habría confundido de no tener los mismos rasgos que antes. Con una sonrisa se acercó a él y lo abrazó, como siempre hacía con la gente que le caía bien. Ya se sabe, hay que demostrarles el cariño que les tienes a los demás, para que ellos también te reconforten con su cariño.

- No te preocupes, Carlos... No tengo mucha paciencia estas semanas, pero debería habérmelo imaginado. Aunque pensé que me había equivocado de dirección. Por cierto, te veo algo cambiado, ¿y ese cambio de apariencia?

La chica abrazo de improvisto al muchacho, lo que hizo que este se ruborizara por la acción. - ... - Para no parecer malo ni despreocupado correspondió con el único brazo que le quedaba libre, ya que no podía soltar las bolsas de mercadería así como si nada.

Al preguntar sobre el cambio de apariencia una punzada cruzo su Lóbulo Temporal, lo que dio como reacción que la soltara y se hiciera un pequeño masaje por donde esta la oreja. - Tuve un pequeño accidente... En el perdí mis lentes de contacto, por lo que tuve que regresar a utilizar mis viejas gafas de repuesto. - El mencionar en detalle el "accidente" le producía una jaqueca atroz, sudaba y temblaba por varios minutos. - ¿Quieres pasar? - Quería cambiar de tema antes de que le viniera uno de sus cuadros, por lo que saco sus llaves y las hizo sonar mientras las movía de un lado a otro.

Al menos, había conseguido ponerse de mejor humor que antes, ahora que no estaba la maldita piedra de: "anotaste mal la dirección" sobre su cabeza. Aunque se notaba algo rara a ella misma a la hora de socializar. O quizás podría no ser ella, pero claro, en ese estado de molestia consigo misma, era más sencillo que acabara culpándose cuando una situación le era algo incómoda. Por lo que tras separarse no preguntó nada, a pesar de que el abrazo le había parecido algo frío.

- ¡Oh! Vaya, lo siento... ¿Estás bien, no?- preguntó preocupada al enterarse de que Carlos había sufrido un accidente. Pero sabía que había algo raro con el chico, como una mueca de dolor al acordarse.- ¿Ocurre algo malo con respecto a eso?

Si no le quería contestar él, entonces, se lo preguntaría a Koromon. Seguro que el digimon -que seguía entre sus brazos- se lo acabaría contando, puesto que al preocuparse por su tamer, si este no estaba bien e intentaba ocultarlo, al final decían toda la verdad.

- Claro, para eso había venido, ¿no? A pasar un rato con los dos.- respondió a la pregunta de si quería pasar, acariciando la cabeza de Koromon... Es que era tan suave...

Esperó a que el chico abriera la puerta para seguirle, puesto que no sabía donde vivía.

- Claro, todo esta bien. - Al terminar de decir esto intento hacer una sonrisa, la cual a mitad de camino se desfiguro con una mueca de dolor. - no... no pasa nada malo, solo me duele un poco la cabeza... -

- Descuida, yo te contaré todo. - Koromon le susurro a Natasha lo más cerca de su oído posible, para que así su Tamer no lo escuchara.

Mientras abría la puerta principal de mi casa, Koromon parecía estar en un trance por las caricias de Natasha. - Primera vez que lo veo así... creo... - De momento no le había contado de mi perdida de memoria, por lo que no estaba seguro de si era muy común en él ese tipo de reacción a las caricias. - Por favor, siéntete como en tu casa. -  Al terminar de abrir la puerta completamente me aparte a un lado para dejar a Natasha entrar antes.

Sonrió al digimon quedarse en estado de trance por los mimos que estaba recibiendo. Le gustaba ver a la gente así, era muy curioso -y divertido- ver que cara ponían al recibirlas. Sobre todo, porque algunos incluso llegaban a babear o se quedaban cerca de dormirse de esa forma.
Pero dejó de hacerlo puesto que quería una respuesta por parte del pequeño digimon.

- Cuentame, por favor.- pidió en el mismo tono que había usado el digimon antes.

Pero frunció más el ceño al escuchar por parte del peliazul (creo que tiene el pelo de ese color xD) que no sabía que su compañero se quedaba estático cuando le acariciaban. Porque, en Japón, ella lo había realizado con anterioridad... Quizás fuera el dolor de cabeza que lo tenía atontado, pero sospechaba que eso no iba a ser así.

- Carlos, si quieres vete a tumbarte un rato, para que se te pase el dolor de cabeza. Ya nos encargamos Koromon y yo de las demás cosas.- dijo con amabilidad, pero a la vez pensando que de esa forma podría hablar tranquilamente con el digimon.

Al entrar a la casa todo estaba exactamente igual que como la deje. Claro, estaba solo ya que mis padres tardarían 2 semanas en volver y lo más probable es que se fueran nuevamente, y dudo de que alguien entrara a destrozarlo todo en mi ausencia. - Claro... será mejor que me recueste un poco. - Por pensar tanto en el pasado mi cabeza estaba que explotaba, necesitaba echarme sobre una cama y tal vez dormir un poco. - Koromon. - Al decir esto el Digimon salto de los brazos de Natasha mientras yo sacaba mi Digivice.

El cuerpo de Koromon brillo, y donde normalmente caería la bola rosada ahora se encontraba un Dinosaurio Anaranjado. - Sera mejor que me lleve una bolsa con hielo... - Me dirigí a la cocina y regrese con un paquete congelado. - Estaré en la habitación de mis padres si me necesitan. - Dicho esto me dirigí a su cuarto y cerré la puerta.


Agumon dio un Suspiro. - AAHHH! No es el mismo desde que perdió la memoria cuando nos atacaron... -

La chica observó algo preocupada a Carlos, pero lo cierto es que sí que parecía necesitarlo, porque hasta él lo había aceptado, y eso que por norma general la gente solía poner más bien, pegas. No sabía muy bien que hacer, pero lo mejor era que le dejara solo, así podría relajarse y quizás dormir. Algo que era muy bueno para esas cosas.

- Descansa.- le deseó, mientras que se despedía moviendo la mano de un lado a otro.

No pensaba en ir a molestarle en ningún momento, hasta que saliera por la puerta. Suponía que el digimon anaranjado era capaz de ocuparse de todas las cosas de la casa, y que sabría decirla qué hacer o dónde estaba cada cosa.
Pero algo más importante que comprar las cosas que había comprado el chico, la llamó la atención. Eso fue que Agumon dijera que les habían atacado.

- ¿Perder la memoria?- demasiada gente importante que perdía la memoria en tan poco tiempo, al menos en su opinión.- ¡¿Cómo que os atacaron?! No os pasó nada más grave que perder la memoria, ¿verdad?

Algún tipo de intuición la decía que ella era en parte culpable de eso, o quizás es que estaba neurótica a estas alturas de la vida.

- Si, perdió la memoria cuando nos ataco una tal Dreidel o Deirdre... - No recordaba muy bien el nombre, ya que cada vez que intentaba mencionarlo a Carlos le daba una de sus crisis. - Siempre que intenta recordar mucho del pasado o del ataque la cabeza le duele, suda y tiene temblores. He intentado que recuerde pequeños fragmentos de su vida pasada, como por ejemplo a sus Amigos como Walter o Fary, o el Amor que sentía por t... - Antes de terminar la frase Agumon se mordió la lengua para no seguir hablando.

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Mientras estaba acostado sobre la cama de mis padres, tenia la bolsa de hielo en mi nuca. - ¿Porque no la puedo recordar? - Hablaba en voz baja para no ser oído por los demás. - Digo, es bastante guapa y todo, pero no se porque me enamore de ella. - Un dolor más intenso que antes cruzo la mente del chico, tubo que morderse la mano para no gritar. - Hospital... - Dijo con un hilo de voz mientras jadeaba y sudaba. - Creo... Creo que me llevo al hospital... - Un pequeño recuerdo afloro en su mente. - Algo me había pasado, pero ¿Qué? -

La chica no sabía quién era la persona de la que hablaban, aunque le sonaba haber leído ese nombre en algún lugar antes. O al menos uno muy parecido, pero no sabía exactamente de donde. Cerró los dedos hasta formas un apretado puño, puesto que estaba molesta. Ojala no se encontrara con la tal Deirdre, o sino la iba a partir las piernas, y de manera dolorosa. Nadie hacía daño a sus amigos.

- ¿Sabéis qué es lo que buscaba? ¿O dónde estaba? Si queréis me puedo encargar de vengar su memoria... No me gusta que le hagan daño a la gente que es importante para mí.

Se la notaba furiosa, en el fondo de sus ojos azules, las pupilas tenían un brillo rojizo. Un color que clamaba por la sangre de sus enemigos. Pero eso paso a profunda sorpresa cuando el digimon habló de las relaciones más importantes del chico... Y lo que antes eran ojos rojos, ahora eran mejillas completa y absolutamente sonrojadas.
No era muy hábil a la hora de adivinar lo que sentían los demás, pero nunca hubiera apostado a que el chico estaba enamorado de ella... Nunca, ni en sus mejores sueños se le hubiese ocurrido eso.

- A-agumon, ¿has dicho amor?

- Ya fue hace tiempo, la encontramos en una montaña de esta zona la cual Carlos quería ascender. - El recuerdo le dolía por el hecho de que no pudo hacer gran cosa para ayudar a su Tamer. - De seguro fue al hogar de Walter a por su hermano... y sobre a quien buscaba... pues... te buscaba a ti. - No sabia como la chica se tomaría esa noticia, pero tenia que decirle la verdad.

Cuando la chica se sonrojo y le pregunto a Agumon por lo que dijo no pido hacer menos que maldecirse. - Yo y mi gran boca... - Si su Tamer llegaba a recuperar la memoria lo mataría por esto. - No le digas a Carlos que te lo conté, pero desde que salvaste su vida en Japón pasaste a ser... Su ángel protector... - Las palabras las encontraba tontas e infantiles, entendía lo que significaba amor pero nunca lo había experimentado. - Los Días siguientes a ese no paraba de hablar de ti... llegaba a ser molesto... -

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Estaba revolcándose en la cama de sus padres, el dolor de cabeza no le permitía pensar con claridad.  - ¡¿Porque cuesta tanto recordar?! - Sudaba y temblaba en esa cama como si estuviera enfermo. - Si tan solo pudiera... - Un switch en su cabeza cambio de "vacío" a "algo". Si bien toda su memoria no había regresado, el Dia que paso con Natasha llego como un sueño olvidado. - Me salvo la vida... - Las imágenes pasaban por su cabeza como una película a alta velocidad. - Casi entro en un coma etílico y ella me salvo. - Todo estaba claro, recordaba la Noria, la Montaña rusa, Los Takoyaki y el peluche que le regalo... todo estaba ahí hasta el sentimiento de amor que sentía. -...- Se incorporo en la cama, algo sonrojado esperando para analizar todo detenidamente.

Suspiró apesadumbrada, sabía que tenía algo que ver con el hecho de que el chico estuviera así... Su intuición no la había fallado, a pesar de que lo hubiese preferido. Pero ya era tarde para poder cambiarlo. Así que, tendría que compensarselo de alguna forma.

- No sé quien es ese Walter, pero espero que no le haya pasado nada malo. Ni a él, ni a su familia... Aunque ¿sabes por qué motivo quería encontrarme? No tengo muchos enemigos, que yo sepa... Y de la única que sé por el momento espero no volver a verla en mi vida, o sino ¡juro que la mato!- sus ojos cambiaron de azules a rojos al terminar de hablar. Estaba muy, pero que muy enfadada. Y no iba a olvidar la ofensa en mucho tiempo.

Pero al igual que antes, se le acabó pasando el cabreo cuando el digimon habló de nuevo sobre Japón. Bajó la mirada al suelo, mientras que se removía en el sitio algo incómoda y trataba de ocultar el sonrojo entre los mechones del pelo. El ser considerada un ángel protector hacía que su corazón latiera a un ritmo anormal y además, sentir como algo daba "golpetazos" contra su estómago... Imaginaba que eso era a lo que se refería la gente cuando decía que tenías mariposas en el estómago.

- N-no sé que decir... La verdad... No pensé que hubiera enamorado a alguien... - en realidad, con lo torpe que era para esas cosas, no se daba cuenta de cuando se enamoraban de ella o cuando fingían estarlo.- Pero imagino que ahora que lo ha olvidado, también se habrá olvidado de mí...

El pesar se hizo presente. Ahora no tenía ningún problema para empezar con otra persona, y menos si esa persona era alguien que como Carlos, la había conseguido animar, y con el que había pasado un buen momento. Se había sentido libre de todos los males, como si cuando estuviesen los dos juntos nada malo les pudiese pasar. Había tenido una conexión con el chico que no había tenido ni tan siquiera con su ex.
Pero ahora ya no podía hacer nada, la chica misteriosa se había llevado su memoria, y no podía hacer nada para solucionarlo. O al menos de una forma real, porque aún quedaba el método de película disney. Pero eso solo funciona en las películas, obviamente.

- Dijo que era tu amiga, que había perdido la memoria y que su BlackGatomon le dijo el nombre de todas las personas importantes en su vida. - Encontraba irónico que una persona sin memoria dejara a otra en las mismas condiciones. - Cuando intentábamos irnos nos dimos cuenta de que no era tan amigable como aparentaba. -


Al ver como la chica pasaba de sonrojarse a algo muy parecido a la tristeza hizo que Agumon quisiera animarla. - No te preocupes, de seguro podrá recuperar la memoria de alguna forma. -

La puerta del cuarto donde se encontraba Carlos se abrió de pronto. - Ahora me siento mucho mejor. - El rubor seguía en las mejillas del muchacho  por acordarse de los sentimientos que tenia. - Mejor será que vuelva a guardar esto. - Se dirigió a la cocina y volvió a depositar la bolsa de hielo en el congelador. Al ver como las bolsas de mercadería seguían sobre la mesa decidió desempaquetar todo. - No e preparado nada antes de que llegaras, pero con Agumon nos acordamos lo mucho que te gustaron los Takoyaki en Japón, por lo que decidimos comprar ingredientes para prepararlo. - Algo no le encajaba a Agumon, si bien el menciono que comieron de eso con la chica, Nunca dijo que lo había disfrutado ni nada por él estilo.

Natasha se sumió en un denso y pesado silencio. La descripción que la acababa de dar Agumon le sonaba demasiado, y además de haberlo escuchado hacía muy poco tiempo. La buscaba a ella misma, tenía un Blackgatomon y además había "perdido" la memoria. O eso decía... No podía ser más que esa maldita que había decidido jugar con sus sentimientos y confianza.

- ¿Era una pelirroja con una cicatriz en el ojo?- preguntó para asegurarse del todo.- Porque si es así, la próxima vez que me la cruce la mataré... - dijo en un tono sombrío.

Pero sacudió la cabeza para quitarse esos pensamientos cuando escuchó una puerta abrirse tras ella. Y la ira dejó paso a la incomodidad. No sabía bien cómo actuar con alguien que había perdido la memoria y que además, no quería decírselo. Soltar que sabía lo que le pasaba no era más que una forma de culpar al digimon. Y no quería que tuviese problemas, pero por otro lado, ¿durante cuánto iba a poder actuar como si no supiera nada?

- Me alegro que ya estés mejor... Pero ha sido poco tiempo, ¿seguro que no necesitas estar más tiempo descansando?

La joven, a diferencia del digimon, no notó ninguna anomalía. Quizás algo más de cercanía hacia ella, puesto que no sabía cuántas cosas o a qué nivel de detalle se las habría contado el dinosaurio naranja.

- ¿Te encontró? - Agumon estaba sorprendido de que si supiera de quien hablaba. - Pero sigues bien, ¿Acaso no te ataco como a nosotros? -

- Estoy bien. - Dijo el muchacho. - Se que fue poco tiempo y todo eso, pero no necesitas llevarme a un hospital. - Una pequeña risa salio de la boca del  chico, al escuchar esto Agumon confirmo sus sospechas.

- ¡¿Has recuperado la memoria?! - La cara de asombro y felicidad fue acompañada de un abraza por parte del Digimon.

- ¡Astaroth! - Habían quedado de acuerdo en que no dirían nada de su perdida de memoria a Natasha. - ¡¿Ese no era nuestro secreto?! - Estaba rojo como un tomate. Haber fingido que se acordaba de todo antes y que de pronto su Digimon soltará la verdad lo dejaría como un cretino. - Es... Es una broma... - Dijo a Natasha algo asustado.

Cuando Agumon preguntó, confirmando sus sospechas de que eran esa despreciable mujer, se le ensombreció aún más la expresión y los nudillos se le pusieron blancos, incluso, le pareció sentir que las uñas provocaban heridas en las palmas de sus manos.

- No, no me atacó como tal... Hizo algo peor. Jugó con mi confianza y sentimientos para vengarse.- dijo con los ojos escondidos entre el flequillo para que no viera la expresión de cabreo que llevaba.- Así que, no quiero saber nada de ella. Nunca. Más.

Por la rubia, que se pudiera en cualquier alcantarilla o pozo hediondo, de donde seguramente habría nacido -a pesar de saber que no era así- puesto que nadie puede ser tan asqueroso en su forma de comportarse. Le había roto toda su ilusión, ¿y por qué? Porque la dejó caer. Claro, nunca pensaría qué es lo que pasa cuando tu pareja y tu mejor amigo se enfrentan entre sí. Si te metes pierdes a uno de los dos para siempre, pero claro, para alguien que nunca ha tenido amigos ¿qué va a saber sobre sobre eso?

Respiró hondo para tranquilizarse y no ponerse de mal humor con ellos dos, puesto que eran sus amigos y no tenían la culpa de que esa cosa fuese una zorra con todos los que estaban a su alrededor, les conociera o no. Asintió a las palabras de Carlos, de nuevo sin saber si fingía que se acordaba o que de verdad se había acordado de todo.

- Me alegro de que estés bien. Y no te preocupes, no es una molestia ayudar a que sigas vivo. - respondió con una sonrisa algo cansada, no estaba de humor para obligarse a estar de mejor humor. Pensar en la pelirroja le consumía mucha energía.

Pero se rió cuando vio a Carlos azorado por el que Agumon acabara de "revelar" el secreto de su memoria. Pero al menos se alegraba de que la hubiese recuperado. Ahora le era más sencillo saber cómo actuar.

- Sea una broma o no, me alegro de que estés bien. Y no te preocupes, mientras que no te vuelvas una persona despreciable al perder la memoria, todo estará bien. Incluso te ayudaría a recuperarla. No me gusta abandonar a la gente cuando necesitan ayuda, que además no me supone ningún tipo de esfuerzo dar.- se acercó para darle un abrazo.

El abrazo de la muchacha dio como resultado que el chico se sonrojará aún más y que su corazón palpitara desenfrenado. Ahora que había recuperado esa parte de su memoria tan valiosa para él, correspondió con fuerza como si nunca la quisiera soltar. - No te preocupes, nunca cambiaría de actitud con las personas importantes de mi vida... -

-... Creo que estoy sobrando... - Agumon al ver la escena tenía una sonrisa enorme.

Gracias a que Agumon mato el momento el chico soltó lentamente a Natasha. - ¿Quieres ayudarme a cocinar? - Para cambiar de tema dije lo primero que se me vino a la cabeza, y como había estado sacando la mercadería de las bolsas, lo primero en la lista era eso.

Las palabras de Carlos hicieron que las mejillas de la chica se caldearan, enrojeciéndose de golpe. Era algo muy bonito lo que había dicho, a pesar de que cuando uno pierde la memoria, no sabe si ha prometido/asegurado algo. Porque es como si se limpiara todo su ser, ¿no se dice que una persona son los recuerdos que tiene dentro? Si no tienes, no sabes nada, estás en blanco, como un folio esperando a ser llenado de trazos.
Pero a pesar de saber que tendría que tener mucha suerte para que si la perdía definitivamente fuera de la misma forma que antes, y por tanto, que no se pudiera cumplir. Pero menos probabilidades tenía de perder definitivamente la memoria. Así que, no era cuestión de llevarle la contraria en algo que no volvería a pasar.

- Gracias por considerarme importante.- ya sabía lo que sentía el chico por ella, pero sabía que era mejor fingir que no lo sabía, no fuera a meter en más problemas a Agumon.

Pero se tuvo que separar cuando escuchó la voz del susodicho, con las mejillas aún más calientes que antes. Se le había olvidado que el digimon naranja les estaba observando.

- No se me da muy bien cocinar... Pero te ayudaré en lo que pueda.- dijo con una gran sonrisa.

Off: Que pereza ir paso por paso xD así que haré saltos cronológicos.


- No te preocupes, seguiremos una receta sencilla de internet. - Le devolví la sonrisa intentando disimular el rubor. Tome la Tablet de la mesa y comencé a leer la receta - veamos... acá dice que limpiemos el alga, la cortemos en tiritas y la echemos a hervir a fuego lento... No se ve tan difícil de hacer. - Me dirigía a la cocina sin siquiera mirar el suelo, Tan acostumbrado estaba a mi hogar que sabia la posición en que deje las sillas antes de salir. - Fue un desafió encontrar todos los ingredientes. Algunos solo estaban en tiendas especializadas. - Hablaba con los demás sin mirarlos mientras sacaba una olla.

-Yo les leeré la receta - Agumon También quería ayudar.

-Espera, con esa forma sería un problema, mejor vuelve a ser un Koromon. - La verdad es que la cocina no era muy grande, por lo que con la forma de Agumon entorpecería.


El tiempo avanzaba, y ya íbamos por la mitad de la receta. - ¿Que hace falta ahora Koromon? - 

- Déjame ver... creo que es la Harina de trigo. - 

Al escuchar el siguiente paso intento abrir la harina, como no podía utilicé más fuerza de la necesaria y una nube de polvo blanco salto sobre Natasha y yo. - COF Lo lamento COF. -

La chica asintió casi como una niña pequeña, con mucha energía. Tanta que de pasarse al hacerlo, se sintió algo mareada, por suerte no fue nada serio, pero se anotó mentalmente que no volviera a hacerlo tan brusca.
En cuanto Carlos comenzó a darla instrucciones, intentó ir empezando a hacer las cosas, pero era casi imposible moverse con los tres ahí dentro. Por suerte, Carlos ordenó a Agumon que regresara a la etapa de Koromon para que pudieran moverse con más comodidad.

- Ahora mucho mejor, indudablemente. No te ofendas, Koromon... Ahora que lo pienso... Antes le has llamado Astaroth ¿y ese nombre?- la chica no sabía que los digimons podían tener un nombre para diferenciarse, así que, le sonaba raro.

Tras un buen rato de cocinar ya quedaban pocos pasos para hacer, ella estaba ocupada controlando que nada de lo que estuviera calentándose se quemara o se pasara. Pero de repente hubo una "nevada" caliente por toda la cocina.

- ¿Qué ha pa... - no pudo continuar hablando, porque se rió al ver a Carlos cubierto de arriba a abajo por la harina, aunque ella no estaba en mejores condiciones.- Pareces un hombre de nieve.

- Claro que ese es mi nombre, ¿Creías que todos los Digimon se llaman por su especie? - La pregunta lo pillo por sorpresa. - ¿Como diferenciarnos de los demás de nuestra especie? Somos todos prácticamente iguales.  -

La muchacha no se había dado cuenta cuando la harina "exploto", por lo que parte de su cuerpo no tuvo la desgracia que corrí yo. - ¿A si? - Dije entre risas tomando un poco del polvo que no estaba sobre mi. - ¡Pues toma! - Con un dedo le puse harina sobre la punta de la nariz a Natasha.

La chica se puso nerviosa al saber que de verdad ese era el nombre del compañero de Carlos, así que se disculpó algo apenada con él. No quería que se enfadara con ella... Debía estar maldita con eso de caerle mal a los compañeros digitales de las demás personas.

- Lo siento... No tenía ni la menor idea, a pesar de que suena lógico. ¿Podrás disculparme?

Sus ojos azules brillaron suplicantes y arrepentidos para que el dinosaurio naranja se apiadara finalmente de ella y decidiera perdonarla. No lo había hecho con ninguna mala intención. Era solo que no sabía muchas cosas.

Pero enseguida dejó de centrarse en Agumon cuando la "atacaron" al ponerla la nariz llena de harina.

- ¡Joooo! ¡Carlos! Eres malo. - comenzó a quejarse como una niña pequeña, pero claro, no era más que una estratagema para acercarse a la bolsa y poder lanzarle un puñado entero de ese polvo blanco.

En cuanto alcanzó la bolsa, y tras haberse frotado la nariz, metió la mano en la harina y sopló hacia Carlos para llenarlo -aún más- como venganza por haberle ensuciado la nariz... Cosas que tenía que no se hubiese fijado que estaba completamente blanca ya por el polvo.

- ¡Ja! Venganza

Los ojos suplicantes de Natasha ablandaron el corazón digital de Koromon. - No te preocupes, no todos Digimon utilizan nombres propios. Es algo que no tienes porque saberlo. - 


Natasha se quejaba como una niña pequeña que no le gustaba ser atacada. - Bueno, lo lame... - Justo cuando iba a terminar de disculparme me sopla más harina desde su mano. - COF. COF. Lo lamento COF. COF. Me rindo. - Estaba tosiendo por la harina que entro en mis vías respiratorias. - Debemos guardar un poco de harina para la comida. - Tome lo que quedaba del polvo blanco y lo deposite lejos de los dos. - ¿Tregua? - Le pregunte extendiendo una de mis manos.

Se rió aún más cuando pilló desprevenido a Carlos con su "ingeniosa" artimaña. Alzó los brazos y puso el gesto de la victoria con sus dedos, mientras que sonreía enseñando todos los dientes como lo haría un niño pequeño al hacer algo de lo que se sentía orgulloso.

- ¡Gané! ¡Gané! Soy la mejooor~ - acabó canturreando.

Pero en seguida dejó de hacerlo, porque el chico estaba tosiendo. Cosa que la preocupó, ¿y si estaba enfermo? Seguro que le estaría molestando con su presencia allí. Y no quería serlo, porque ser una carga era algo malo. Así que enseguida se acercó a él para poder comprobar más de cerca su estado.

- ¿Estás bien?- preguntó mirandole fijamente, quizás demasiado cerca. Pero esa era la mejor manera de comprobar que todo estuviera bien.- Y solo habrá tregua si estás malo, sino ¡esto es la guerra!- respondió de manera infantil y muy enérgica.

La chica prácticamente saltaba de alegría por pillarme desprevenido. - Si, Si, Ganaste... - Estaba sacudiéndome un poco la ropa para quitarme toda la harina que llevaba sobre esta. Al hacer esto un poco más entro en mi garganta. - COF. - 

Al escuchar como tocia la muchacha se preocupo por mi y se aproximo más. - S... Si, estoy bien. - Por la corta distancia en que nos encontrábamos me sonroje bastante. - No quiero guerra contigo... - Sin aviso previo recorrí la distancia que nos separaba y le di un ligero y corto beso en los labios.

Mientras que aún estaba en modo "desafiante" y peleona la chica tenía las defensas bajadas ante cualquier movimiento anómalo por parte de los demás. Por lo que cuando se percató de que el rostro de Carlos estaba demasiado cerca -más que antes- ya era tarde. Sus labios se vieron atrapados por los del chico, lo que provocó dos reacciones: que sus ojos se abrieran por la sorpresa y que toda la sangre que podía tener en el cuerpo se le subiera a las mejillas, tornándolas de un color casi incandescente.

Se separó lentamente y fue a hablar. Pero ¿qué decir? No había nada que se le pasara por la cabeza, así que, simplemente, posó sus manos sobre los hombros del chico y se puso de puntillas para volver a besarle. Necesitaba sentir que la querían, aún se encontraba mal por la traición de la pelirroja. Y seguramente, lo más sensato era que no hiciera eso, pero necesitaba quitarse esa sensación de estar rota... Y qué mejor para eso que intentar reconstruir su corazón en base a otra relación.
Posiblemente con una persona muy diferente a su anterior pareja pudiera volver a ser feliz. Puesto que lo que necesitaba era olvidarla a ella y a su traición.

Lentamente sus labios se separaron de los de la chica, Si bien el beso fue algo torpe el muchacho lo hizo con todo su cariño. - Lo lamento, me deje llev... - Antes de poder terminar sus disculpas Natasha puso sus manos sobre los hombros del chico, y colocándose de puntillas lo volvió a besar. Cuando sucedió esto el muchacho rodeó la cintura de Natasha con sus brazos, y así abrazándola en el proceso.

Mientras sucedía esto Koromon guardo silencio, sabía que su Tamer había deseado ese momento hasta el minuto en que perdió la memoria, por lo que no lo arruinaría interrumpiéndolos.

Se separó por segunda vez, esta vez con más lentitud y abriendo sus ojos azules en el proceso. Las mejillas seguían sonrosadas por la acción y notaba que le faltaba el aire. Pero sin duda alguna, estaba contenta. Se sentía bien estar pegada al chico, entre sus brazos, protegida y a la vez sintiéndose querida.

- No te disculpes... O sino, tendría que hacerlo yo también. Y no me gustaría disculparme por algo que seguramente haga más veces.- dijo de forma inocente y pícara a la vez, algo que no muchas personas podrían hacer a la vez.

Sonrió contenta, pero entonces algo rosa apareció por su campo de visión y noto que ardía completamente. ¡Les habían estado observando! Se estaba poniendo nerviosa por eso, además de que el color rojo y la subida de sangre al rostro no paraba. Casi se estaba mareando de tanto calor.

- ¡Kya! Nos vieron... Que vergüenzaaaa...

Nuevamente se separaron, ahora más lento que la vez anterior. Tanto la chica como él estaba sonrojados por lo que habían hecho cada uno. La chica le dijo que no se disculpara y que probablemente pasaría más veces, al oír esto el rubor de sus mejillas aumento aún más. - ¿Ma... Mas veces? ¿Compartes mis sentimientos? - La posible respuesta le atemorizaba, pero sentía que se saco un gran peso. Al verla sonreír imito su acción y los ojos se le pusieron más cristalinos.

De pronto la actitud de la chica cambio porque Koromon se encontraba observándolos. - No se preocupen por mi, piensen que no estoy aquí... - Dijo saltando de la mesa y dirigiéndose a un cuarto. - ¡ah! y felicidades a los dos... creo... - 

Ahora que se encontraban solos el muchacho miro a Natasha directo a los ojos. - T...Te amo... - Tartamudeaba y le sudaban las manos, una reacción algo típica cuando estaba nervioso.

Se ruborizó -si es que podía ser posible- al percatarse de sus palabras. Le habían salido sin pasar por ningún tipo de filtro cerebral, a pesar de saber que debería pensar las cosas antes de decirlas, no fueran a molestar a alguien. A Carlos sus palabras ayudaron también a que alcanzara otra tonalidad de rojo más intensa, iba a disculparse por su "atrevimiento" cuando él dijo algo que la hizo feliz.
Sonrió contenta, pero el gesto se le congeló cuando el siguió hablando. ¿Le amaba de verdad? Sabía que tenía por él un aprecio que nunca o casi nunca había sentido por nadie, pero también estaba el echo que hacía poco lo había dejado con Zayyn, y aún estaba dolida y resentida. ¿Y si eso solo era una forma de hacerla sentir mejor, pero luego cuando lo estuviera, no sintiera nada real por el chico? Se sentiría fatal por haberle usado y luego decirle que todo era solo una forma de cicatrizar su corazón, pero que en realidad no sentía nada.

- Y-yo... Lo siento, no sé si puedo corresponderte de esa manera. Tengo por ti un enorme aprecio. Pero hace poco lo dejé con mi anterior pareja de una forma algo traumática... Ahora mismo estoy hecha un lío, todo es muy confuso aquí dentro.- se señaló a su corazón.- No me gustaría engañarte ni usarte solo por meros caprichos... Me gustaría tanto corresponderte con claridad...

La chica estaba apenada por lo que decía, pero era la verdad, y era mejor eso a engañarle con un amor que podía no llegar a ser real. Es más, la chica se preguntaba si era real, porque si Zayyn no lo había sentido por ella, entonces, lo más seguro es que no hubiera habido un amor real entre las dos. Así que, por eso era incapaz de analizar bien qué es lo que sentía, pero se sentía atada de pies y manos al no querer hacer daño a Carlos.

Las palabras de Natasha atravesaron el Corazón del muchacho. Era comprensible que estuviera confundida por terminar recientemente con su pareja, pero ¿porque no lo dejo disculparse cuando aun no confesaba sus verdaderos sentimientos? - Claro... No te preocupes... - La voz le sonaba algo entrecortada, y como aun seguía rodeando su cintura con sus brazos la soltó. - No debí hacer eso... Perdóname... - Para ocultar su rostro le dio la espalda a Natasha controlando lo que estaban cocinando. - Esto debe estar casi listo... - acto seguido el reloj que indicaba que continuaran con el siguiente paso sonó. -Vamos, solo faltan unos cuantos pasos y estaremos comiendo... -  Antes de que se volviera a hablar del tema el muchacho fue a buscar a su compañero digital, así de seguro la rubia sentiría vergüenza intentar tocar el tema nuevamente.

Se sintió mal después de haberlo dicho, se notaba a kilómetros de distancia que había hecho daño al chico. Quizás hubiese sido mejor mentir ahora y aunque luego se diera cuenta de que no sentía nada, al menos le haría feliz un tiempo, aunque luego el daño que podría hacer fuera catastrófico.

- ...

No dijo nada, simplemente bajó la mirada al suelo, y se abrazó a si misma cuando el chico la soltó. Se sentía mal por haberle dicho eso... Seguro que ahora él la odiaba... Como hacían todos... No había nadie que la quisiera tener a su lado. Zayyn solo se había aprovechado de ella para vengarse, Samuel había desaparecido sin dejar rastro, Kuea más de lo mismo... Y no tenía más amigos que pudiera considerar reales. Lo demás eran conocidos que había encontrado en el mundo digital.

- Carlos... - musitó con la voz algo rota por haber estado pensando que estaba sola.- Si soy una molestia aquí me iré... Estoy acostumbrada a que no me quieran en ningún sitio, así que, no te preocupes.

No estaba de humor para fingir que nada había pasado, porque para hacer que nada pasaba, era mejor que se quedara amnésica para siempre. Y la verdad, con tantos casos de pérdida de memoria prefería no hacerlo... O sino, al final el mundo entero acabaría sin saber quién era quién.

Cundo regresaba con su compañero digital la chica le pregunto si quería que se fuera. El muchacho suspiro y bajo los hombros. - No Nat, Sigues siendo mi amiga aunque yo haya cometido un error. Además ahora eres mi invitada y no me puedes dejar con la comida prácticamente en la mesa. - Al terminar esta frase intento forzar una sonrisa amistosa. - Por favor quédate de momento. - 

Al ver como los dos muchachos estaban tan deprimidos Koromon decidió no hacer preguntas molestas. - ¡eso huele bien! - Intentaba animar el ambiente como fuera. - ¿Me cargas Nat? - Salto de los brazos de su compañero y se dirigió a donde la muchacha.

Asintió aún molesta por no saber qué hacer o qué decir para solucionar la situación. Lo había dicho pensando que no habría una situación tan rara ahora entre los dos, porque sin duda, ninguno de los dos podía olvidar lo que había pasado. Por lo que no era demasiado descabellado que estuviesen algo tensos en presencia del otro.
El rostro de la chica se torció ligeramente cuando escuchó el término amiga. ¿Por qué era molesto? Si era algo bueno. ¿Quizás porque querría ser algo más? No lo sabía, lo que solo aumentaba su nivel de confusión en esos instantes.

- Está bien, me quedaré a comer... La verdad es que huele bien. - por unos segundos dejó ese rostro que mostraba solo confusión y algo de tristeza, a uno más alegre y que además babeaba un poco. Ser bio la hacía consumir más energía que un humano normal, así que, solía tener bastante hambre.- Pero después, si te molesto, dímelo... Entendería que quisieras un tiempo sin verme...

Sujetó a Koromon cuando este se lanzó a sus brazos, evitando que cayera al suelo. Pero a diferencia de la última vez que lo había cargado, la piel de la chica parecía fría al contacto, casi como si la sangre hubiera dejado de correr por sus venas. Pero esto no era más que una reacción natural a estar triste. Como bio no presentaba sentidos por encima de los humanos, puesto que ninguna de sus evoluciones se podría considerar animal, pero sí que eran brujas de hielo, así que, el frío era algo natural para ella.

Al saltar a los brazos de la chica Koromon se dio cuenta de su temperatura corporal. - Estas muy helada Nat... - Dijo en un susurro a la chica.

Aunque fuera un susurro el chico alcanzo a escuchar a su Digimon. - ¿Tienes frío? - Le pregunto a la chica mientras terminaba el platillo. - Puedo encender la calefacción o algo por el estilo. - Mientras esperaba la respuesta de Natasha el muchacho arreglo la mesa para que los tres comieran.

OFF: Disculpa lo poco, estoy muerto de cansancio hoy

La chica acarició la cabeza del digimon, suspirando cuando dijo que estaba fría. Era algo que no podía controlar y que la molestaba un poco. Porque, a pesar de que ser híbrido estaba bien, sólo lo había hecho por alguien que era mas rastrero que una serpiente. Así qué, no tenía nada de bueno para ella.

Negó con la cabeza ante la pregunta de sí quería que pusiera la calefacción. En ese hemisferio era verano, y era una locura poner algo caliente cuando ya hacia calor.

- No te preocupes, es algo normal... Otros híbridos tienen capacidades más animales, porque poseen evoluciones con esa forma. Pero en mi caso, todas son humanoides y este tipos de cosas son las que obtengo de ventajas. Apenas tengo los sentidos más desarrollados que los del cualquier humano. - explicó para los dos, pero no añadió que lo de la temperatura cambiaba según sus estados de ánimo.- ¿Quieres que te ayude con la mesa?

- Claro. - Justo cuando la rubia ofreció su ayuda el temporizador de la comida sonó. Al sacarlo del horno el olor inundo el cuarto. - Huele bien. - 

- Shiiii... - Koromon estaba babeando como loco.

Gracias a Natasha la mesa estaba lista, por lo que serví el alimento en tres platos. - Como tu eres la invitada serás la primera en comer. - Tome un palo con una de las bolas cubierta de salsa y se la acerque a la boca a muchacha.

La rubia asintió algo más tranquila, ahora que parecía que la situación se había normalizado ligeramente. Escuchó el sonido del horno al terminar, y un delicioso olor inundó la habitación, pero en vez de babear como lo hacía Koromon -al cual dejó encima de la encimera de la cocina- se obligó a salir de allí y poner la mesa. De esa forma podría llenar su estómago con la deliciosa comida.

Puso la mesa en apenas unos minutos, los suficientes para que volvieran los dos chicos con toda la comida. Movió las piernas de delante a atrás, de manera infantil e impaciente. Esperando a que se sentaran para empezar a comer.

Se ruborizó al ver la forma en la que el chico le entregaba el takoyaki, pero no lo rechazó. Sopló con cuidado y abrió la boca para comerse la esfera de masa con pulpo en su interior. Sonrió al masticar y notar el delicioso sabor.

- *O* ¡¡Deliciooooso!! Se te da estupendamente cocinar.

Al ver la reacción de la chica una amplia sonrisa se formo en su cara. - Que bueno que te guste. - Ya que Koromon estaba impaciente también le dio una de las bolas de pulpo. - Cuando vives prácticamente solo tienes que encontrar la forma de alimentarte ¿no? - Al haber recuperado la memoria, también volvió la historia de la vida de Natasha. - Las primeras veces los platillos eran prácticamente incomibles. - Ahora tomaba una de las esferas de pulpo y me la echaba a la boca. - Pero después de muchos intentos terminas aprendiendo a cocinar... - Después de tragar la bola repartí todas en 3 platos distintos.

Mientras comíamos un evento muy normal en esta zona del mundo comenzó a suceder. - Tranquila... - Dije mientras toda la edificación se movía de un lado a otro, botando cuadros y algunos platos en los estantes. - Cuidado Koromon. - Este se movió justo a tiempo cuando un cuadro familiar caía donde estaba él.

La chica sonrió cuando el chico se alegró, pero no dejó de comer como si no lo hubiese hecho en meses. Cosas de que su cuerpo ahora consumiera mucha más energía.
Escuchó atentamente, sin dejar de masticar. Ella no tenía mucha idea de cocinar, en las calles raras veces había fuego donde poder calentar la comida, por lo que estaba bastante acostumbrada a comer las cosas frías, crudas, y en ocasiones en condiciones no demasiado saludables. Ella podía comer cualquier cosa, pero no por ello no sabía apreciar el sabor de la buena comida.

- Vaya, no sabía que para poder cocinar había que pasar por tantas co... ¡Waaa!- no pudo terminar la frase. De repente todo se volvió inestable.

Natasha se alarmó y se sujetó a lo primero que tenía más cerca, que era Carlos. No podía estar en calma. ¡Se les iba a caer la casa encima! ¿Era el fin del mundo? Demasiado pronto para su gusto, aún era demasiado joven para morir.

- ¡Vamonos antes de que se caiga!- dijo aterrada, intentando ponerse en pie, y perdiendo el equilibrio hasta volver a estar sentada de nuevo. Aunque esta vez acabó sentada sobre el chico, no sobre la silla. Que le parecía anormalmente tranquilo.- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

Era la primera vez que vivía un terremoto, por no decir que no era algo de lo que supiese demasiado. Apenas había escuchado un par de veces ese nombre, y no tenía del todo claro lo que ocurría en esos sucesos.

Por la forma en que Natasha sujetaba al muchacho estaba más que claro su "pánico" por el movimiento telúrico. El muchacho no encontraba forma de tranquilizarla, y como si fuera muy tarde para intentar algo, la chica se levanto. - ... - El joven no alcanzo a decir una palabra cuando la chica estaba nuevamente sentada... sobre él. - ¿Porque debería alarmarme? es solo un temblor... no debe pasar los 4 - 5 Grados Richter... - El sismo disminuyó su intensidad, y desapareció tan repentinamente como había llegado. - con permiso... - Con la misma tranquilidad que tenia durante el temblor, tomó a Natasha en sus brazos y la deposito nuevamente en su asiento. Lentamente se aproximo a donde había estado Koromon, y cuidadosamente tomo la fotografía rota. -  ahhh - Suspiro Carlos. - Una lastima... era el cuadro favorito de mi madre... - El vidrio que poseía, al trizarse, rompió la foto justo donde estaban las caras de mis padres.

Parpadeó sumamente confusa con eso de los grados y un tal "Richard". ¿Para empezar, qué tenía él que ver con los temblores? ¿Era el que los hacía? Porque iría a verle y le daría tal paliza que no volvería a saber qué es lo que era un temblor en su vida.
La chica respiró aliviada en el momento en el que todo recuperó su calma

- Deberías alarmarte porque todo se movía, tooooodo. No es normal, es algo raro, y seguro que no es bueno. - la chica aún estaba algo de los nervios. En Moscú, que estaba en mitad de una placa tectónica, ella no había vivido ningún terremoto, por lo que le parecía algo sobrenatural y que nada tenía que ver con los procesos de fricción.

Le observó sorprendida cuando él se levantó a recoger los trozos de la fotografía que había caído. Le molestó que se preocupara más por un cuadro que por ella, pero después recordó que no podría reprocharle nada. Le había dicho que aún no estaba lista. Y eso le habría hecho daño, seguramente. Así que, no dijo nada, sólo se cruzó de brazos y no añadió nada más... Aunque saber eso solo la daban más ganas de irse de una vez, para dejarle solo y que así no molestarle más que lo necesario.

-Jeje ¿Es tu primer temblor no? - Koromon que había estado tan callado durante el sismo por fin rompió ese silencio. - La primera vez que estuve aquí para uno pensé que era un Digimon, y casi destruyo la casa por querer evolucionar. - 

El muchacho dejo sobre un mueble la fotografía rota y regreso a la mesa. Antes de sentarse con una de sus manos le revolvió el cabello a la muchacha en forma juguetona. - Lo lamento, cuando regrese mi madre querrá matarme por lo de esa foto. - Se sentó nuevamente y quedo mirando a la muchacha con una sonrisa. - ¿estas más tranquila? -

Ya algo más calmada -posiblemente por el hecho de pensarse una molestia- la chica se quedó sentada sin moverse. Pero aún se podía notar la tensión en sus hombros, que estaban fijados firmemente. Posiblemente un nuevo temblor hiciese que evolucionara por el hecho de no entender qué es lo que pasaba, y el miedo que la provocaba que todo se revolviera.

Sin embargo, por ahora todo parecía en calma, pero eso no evitó que saltara de la silla en cuanto escuchó a Korommon que era el primero...

- ¡¿Es que normalmente hay más de uno?! Nonononononononono... Eso es malo... Se nos va a caer la casa encima.- volvía a estar alterada.

Aunque una parte de su mente, que estaba algo más calmada, entendía que el digimon hubiese querido evolucionar, era lo normal. Casi parecía el golpe cercano de un mega contra el suelo.
La mano que le revolvió el cabello la hizo olvidarse casi completamente del temblor, porque una cosa mala es que se te caiga un edificio encima, pero otra peor es que tengas el pelo hecho un nido de pájaros. Y aunque faltarían muchas horas de revolverla el pelo para que se quedase así, a Natasha le gustaba ir bien arreglada, sobre todo, en lo referente al pelo. Así que, prefería que se le cayese el edificio a que uno solo de sus pelos estuviera fuera de lugar.

- Dx ¡Noooooo! No hagas eso... Que me despeinas.- acabó con un quejido similar al que tendría un niño pequeño cuando era obligado a hacer algo que no le gustaba.- Y bueno... Algo más tranquila sí que estoy... Pero tampoco demasiado... Si me dices donde hay un espejo es posible que deje de estarlo.

Definitivamente, el pelo por encima de su seguridad...

- Si, algunas veces vienen más de uno. - Ahora tenia una pequeña sonrisa en la cara por la reacción de Natasha. - Pero tranquila, que de seguro no pasará a mayores. -

Al tocarle el cabello, toda su atención pareció dirigirse a ese minúsculo detalle. - Lo lamento - Dije retirando la mano inmediatamente y algo preocupado. - Claro, hay un espejo detrás de la puerta de la habitación de mis padres. - Me levante de la silla para llevarla allá.

La chica infló las mejillas hacía Koromon al ver que este seguía metiendo el dedo en la herida recién descubierta de su pánico a los terremotos. Aunque no se le pudo olvidar el hecho de que quizás era cierto que hubiese más. ¿Debería quedarse para proteger a ambos?

- Eres malo conmigo... Sólo quieres asustarme...- le dijo a la bola rosa.

Volvió a centrar su atención en Carlos, cuando reparó que le había quitado la mano de la cabeza. Agachando un poco la mirada, avergonzada de haberse comportado como una niña pequeña, pero quizás gracias a eso se hubiese calmado con lo del terremoto.

- No te disculpes... No debería haberme puesto así, pero estaba tensa con lo del temblor, y es lo primero que me ha salido.- respondió mientras que le seguía.- No te preocupes, no quiero ser una molestia para tus padres.

Estaba algo tensa porque era la primera vez que iba a la casa de alguien que tenía a los padres vivos viviendo allí. Y a pesar de que estuvieran de viaje, ella pensaba que estaban encerrados en la habitación. Esperando sonrientes antes de matarla... O cualquier cosa mala. Apenas tenía recuerdos de sus padres, y los de otras personas le imponían demasiado respeto el solo hecho de pensar en ellos.

- ¿Molestia? lo dudo, recuerda que mis padres están de viaje, y para mi es un placer ayudarte. - El muchacho había colocado la mano en el pomo de la puerta. - Además, probablemente le agradarías mucho a mis padres. -

Al entrar los dos en la habitación el chico cerró la puerta, esto dejó a la vista un espejo de cuerpo completo. En una de sus esquinas superiores una fotografía resaltaba.


- ... - El chico quedo mirando la foto detenidamente.

Entró a la habitación con algo de miedo, dado que iba con la espalda pegada a la pared, como si esperase que hubiese una jauría de perros rabiosos delante de ella. Pero no, no había nada peligroso. Así que, se separó de la pared y decidió contestar a lo que le había dicho Carlos; había algo que la había dejado con demasiadas dudas.

- No es porque estén ellos o no, es que... Aquí es donde normalmente están y siento que es como si violara su espacio personal.- era raro que habiendo sido una ladrona ahora le diese respeto ese tipo de cosas.- Y... Y ¿qué has querido decir con eso de que les agradaría?

Se dirigió al espejo para recolocarse los dos pelos fuera de su sitio, porque no había habido ningún desperfecto más. Así que, en cuanto acabó se acercó de nuevo a Carlos, a ver qué es lo que observaba con tanta atención. Sus ojos azules se posaron en la figura de un niño pequeño, que casualmente se parecía mucho a la persona que tenía al lado, aunque más joven.

- ¡Vaya! ¿Eras tú de pequeño? Eras adorable.- dijo sinceramente, alegre. Para ella lo de poder ver a otras personas de pequeñas le era algo sumamente raro, a fin de cuentas, no tenía fotos de cuando era pequeña.