Buscando nuevos continentes.

Caminé por las enormes calles de la metrópolis junto con mi pequeña compañera. Para mí andar por las calles rodeadas de altos edificios y llenas de transeúntes era casi como sentirme en mi hogar. Sin embargo para Kariomon esto era muy estresante. Se encontraba apoyada en la mochila, con una pata sujeta a mi hombro para ver la calle a mi altura y con la otra pata, mesándome el cabello. Al parecer tenía una cierta obsesión con eso del pelo... Como llegáramos a la Tierra y recupera mi pelo corto (esperaba recuperarlo) le daría un síncope.

Como no, al cambiar de zona, mi ropa cambió de nuevo. Ahora llevaba un vestido de media manga, con la falda roja, mi típico delantal blanco con extraños símbolos. El cuerpo de color negro, con dos bandas rojas con corazones en unos tonos más claros y entre esas dos bandas rombos negros sobre dorado. Las mangas abombadas eran negras con franjas rojo sangre. Llevaba guantes largos de color negro con franjas rojas en el antebrazo, mis típicas medias y las botas negras.

- Shirkaa- reclamó mi atención mi compañera.
- ¿Qué ocurre?
- ¿De verdad piensas que encontraremos un pase a otro continente por aquí?
- Imagino que sí, ¿por?
- No me gusta, hay mucha gente, mucho ruido... Los olores...

La acaricié la cabeza. Normal que todas las sensaciones la superaran demasiado. Pero lo primordial era ser capaces de salir de ese continente, me quedaban pocas áreas normales por investigar, pero la que más me interesaba tenía barreras. Y hasta que no encontrara un Yatagaramon, era imposible sobrepasar las barreras de el Dorado.

- Tranquila, tampoco quiero estar mucho tiempo aquí... Además ya sabemos la dirección en la que salen los trenes. Sólo hay que llegar a la estación de trenes y comprar billetes. Por suerte de todos nuestros robos y tareas, hemos conseguido lo suficiente para pagar.
- Pues date prisa- dijo recostándose contra mí.

Aceleré el paso, y decidí meterme por una zona de callejones. Lo cierto es que me habían advertido que ahí estaba toda la chusma de la ciudad y que no era muy seguro pasar. Pero que en general dejaban a los niños elegidos en paz, aunque no siempre era así. No me gustaba la opción, pero era la única manera de que tardara menos en llegar a la estación de Trailmon.

La verdad es que las calles, tenían mala pinta. Pintadas, grietas y extrañas manchas de vete a saber qué procedencia, formaban el cuadro de esas calles. Lo cierto es que todo ese ambiente era ya un indicador preciso de que por ahí no había nadie que se encargara de la protección y la ley.

La probabilidad de que nos asaltaran casi seguro que eran más del 50%, pero a los únicos que vimos fue en otra callejuela a la derecha de la que nosotras nos encontrábamos. Había una chica pelirroja sujetando a un digimon manteniéndolo sujeto por el cuello... Genial, al parecer ese mundo estaba plagadito de los biohybridos esos, primero conociendo a la rubia y ahora a esta...

Endurecí la mirada, porque aunque no actué, la violencia a nivel callejero no me gustaba demasiado. Quizá entendiera que para un robo o algo así, pues una amenaza nunca está de más. Pero tras el robo generalmente la persona sale intacta. Esto, sin embargo, directamente acabaría con el digimon muerto, tanto si le decía lo que quería saber como si no. Aceleré el paso yéndome de allí.
Kariomon miró la escena y resopló de indignación junto a mi oído. Ya sabía lo que estaría pensando: ¿Qué había de divertido en darle a un digimon más débil que tú, y sobre todo cuando no te superaban en número?

No me había enterado de lo que decía el digimon roockie, además de que no me importaba. Y sí, acerté con eso de que la pelirroja era un bio. Aunque a decir verdad, no era igual que Keilyn, al menos la rubia demostraba una personalidad más humana que esta de aquí delante. Y no me gusta jugar con bestias.

Miré al Gazimon cuando me pidió ayuda y negué con la cabeza.
- Me temo que no puedo ayudarte, ella es más fuerte y no me apetece morir. Y ahora adieu, tengo prisa.

No me iba el rollo heroína de Keilyn. Y el nivel de diferencia entre Kario y el de la biohybrida era demasiado como para enfrentarme a ella sin pensarlo. Aunque hombre, con una buena táctica y las cartas daba igual el nivel del digimon. Pero era demasiado vaga para hacerlo.

Continué caminando para salir de esas callejuelas y volver a salir a las amplias avenidas de la ciudad.
- ¿Qué poder ahí en atacar a los que son más débiles y no te superan en número?- preguntó Kario finalmente.
- Ninguno, pero los que tienen poder y una personalidad débil les gusta mostrarlo así. Creyendo que son los más fuertes y poderosos, cuando en realidad intentan ocultar algo que les hace ser extremadamente débiles

Caminé con mayor seguridad al internarme en la enorme plaza justo delante de la estación de Trailmon. Toda ella presentaba un aspecto muy limpio y cuidado, y los digimons paseaban tranquilos; había incluso varios Pawchessmon, knigtmon, y demás digimons de estilo caballero que controlaban el área. Era sorprendente el contraste entre el barrio marginal y este, que se podría considerar de digimons con dinero.
Y eso que sólo se separaba en unos cuantos metros.

Cruzamos la plaza, sin notar la ausencia de niños jugando en las zonas más ajardinadas de la enorme plaza. Y entramos al vestíbulo de la estación. Dentro había multitud de relojes anunciando la hora, suelos de mármol blanco y paredes también con teselas blancas con otras piedrecitas doradas, creando dibujos. Un lugar muy agradable.

Me acerqué a las listas sobre los destinos de los trenes que había en un letrero electrónico en una de las paredes, cerca de las taquillas. Empecé a buscar algún lugar que no me sonara a una región del continente. Finalmente escogí un sitio denominado valle de los Dragones... Sí, soy una fanática de esas criaturas mitológicas que escupían fuego por sus fauces, con duras escamas y que en muchas ocasiones llegaban a tener grandes conocimientos.

Nos acercamos a las taquillas para finalmente sacar billetes. Un Hagurumon se encontraba detrás del cristal.

Spoiler:

- Hola, buenos días- saludé parándome enfrente suya- Dos billetes para Valle de los Dragones, por favor. Para hoy a ser posible.

El Hagurumon parpadeó con lentitud, como si procesaba lo que acababa de decir.
- Lamento las molestias, pero su operación no puede ser realizada con éxito. - me respondió con voz metálica.
- ¿Qué?
- No se puede procesar la petición, debido a cambios recientes en la configuración de la seguridad de la ciudad.
- ¿Cambios de seguridad? ¿Qué ha pasado?
- Dar esa información no está dentro de mis funciones

Sólo le faltaba hacer bip de repente para que pensara que estaba hablando con una maquina de verdad y no con un digimon. Suspiré resignada, e intenté otro tipo de "comando" que pudiera entender.
- Entonces, ¿puedes llamar a alguien que sí que nos pueda dar la información necesaria?
- Afirmativo

El digimon metálico se retiró de su puesto de trabajo, y se introdujo por una puerta. Al cabo de unos segundos apareció por la puerta un HiAndromon, un digimon de tipo mega. Lo cual me indicaba que él sería el encargado de la venta de billetes, o incluso de la estación.

Spoiler:

- El pequeño Hagurumon me ha dicho que usted quería verme - bip. - Genial... Ahora sí que decían bip.
- Así es, quería saber el motivo de los cambios en la seguridad
- ¡Oh! Así que no lo sabe- bip. Debe haber llegado hace poco a la ciudad- bip.- comentó con lo que se podría decir un tono sorprendido para ser una máquina.- Desde hace unos días se ha dado el secuestro de digimons entre los niveles bebé y roockie... Se cree que para venderlos como esclavos- bip. Pero no se sabe nada más del asunto, y el ayuntamiento ha ofrecido recompensas- bip.
- ¿Recompensas? - durante un segundo se me debieron poner las pupilas con la forma del Euro.
- Así es. Espere un segundo, creo que por aquí tengo uno de los papeles.

El digimon comenzó a rebuscar. Lo cierto es que si habían desaparecido los niños era normal que cerraran las salidas al exterior, para que no pudiera huir con ellos. Al parecer tendría que ponerme a investigar para poder salir de allí, además de que había una recompensa.

- Aquí esta- bip.- HiAndromon me tendió una hoja por el hueco debajo del cristal.
- Gracias... Creo que intentaré ayudar
- Buena suerte, pues- bip

Me alejé leyendo el cartel:

Bien, bien. El asunto, aunque molesto, al menos prometía. Y ya tenía un plan para empezar con la búsqueda... Sonreí de manera calculador a a Kariomon, que sólo pudo poner cara de desconcierto ante la expresión de mi cara.

Ya estábamos las dos en nuestras posiciones. Yo oculta en la estación en la misma sala que HiAndromon. Podía ser un robot, pero era bastante majo y se había ofrecido a protegerme, al menos hasta que consiguiéramos llegar hasta los secuestradores y secuestrados.

Miré por la pantalla del D- Arc todo lo que ocurría con Kariomon. Ella estaba sola en un pequeña plaza en la zona marginal de la ciudad, jugando con una pelota roja, la que le había regalado Yara, la rubia que había conocido cuando caí al digimundo.

El plan en sí era muy simple. Era aprovecharme de la apariencia de nivel Roockie de Kariomon, y seguirlos a través de la ciudad hasta el lugar donde estaban los digimons secuestrados. Todo esto gracias a las preciosas funciones del d-Arc de localizar y visualizar lo mismo que el digimon.

Ahora, sólo faltaba que mordieran el anzuelo...

Kariomon jugaba con su pelota, haciéndola rebotar contra las paredes de la pequeña plaza de aspecto bastante abandonado. El plan de su humana le parecía bastante bueno, aunque por ella habría empezado directamente dando una paliza a sus enemigos en vez de dejarse atrapar y fingir estar aterrorizada.

En uno de los rebotes, la pelota salió disparada con más fuerza, y se internó por una callejuela. Kario se dispuso a seguirla.
- Pelotita, ¿dónde estás?

Sus ojos, captaron algo, un aura delante suya que le indicaba que su propietario no tenía nada contra ella y que no era muy inteligente. Aún no reconocía la forma física, dado que las auras, rodeaban los cuerpos de las personas de un color determinado. Y se necesitaba más definición para poder ver al portador de cada una de las auras.
- ¿Esta es la pelota a la que te refires?- se acercó un enorme oso de peluche amarillo, un Monzaemon.
- ¡Sí! Esa es- se acercó alegre, moviendo la cola.- Muchas gracias
- De nada...- algo en el aura del digimon campeón varió, algo que demostraba malas intenciones contra la pequeña Kariomon.- ¿Y tus padres te dejan salir a jugar a la calle

Ahora comenzaba el show, le tocaba mentir a Kariomon, hasta que la llevaran allí donde estaban los secuestrados.
- Sí. ¿No deberían?
- Últimamente ocurren cosas malas en la ciudad... Si eso te acompaño a tu casa
- Claro- sonrió falsamente. Ahora el aura de Monzaemon le indicaba que era uno de los secuestradores.
- Sube, que te llevo más rápido yo- le extendió una pata para que se la cogiera.

Kario durante un segundo estuvo tentada de cogérsela y hacerle una llave, para tirarlo al suelo. Pero eso estropearía el plan, así que extendió la pata. La mano de Monzaemon se cerró con fuerza y la levantó como si no fuera más que una muñeca. Kario fingió estar asustada, pidiendo ayuda y demás. Aunque quizá con menos insistencia de lo que debería pedirla alguien que no quiere ser secuestrado, pero es que no se le daba muy bien fingir.
Suerte que el oso no era muy inteligente.

Tras unos cuantos minutos de vueltas y revueltas llegaron a una floristería. En el momento que abrieron la puerta, Kario estuvo a punto de lanzar al digimon amarillo hasta la otra pared, pero se contuvo a tiempo. Quizá eso era lo que se llamaba una tapadera.
Allí estaba la pelirroja-digimon de antes. En la forma digital como un demonio negro.

- ¿Y Rose?- preguntó Monzaemon a la chica- ¿Eres nueva en esto? Nunca te había visto por aquí


A varias calles de ahí, HiAndromon y Shirka iban en busca de la floristería.

HiAndromon y yo llegamos enfrente de la pequeña tienda, tras haber observado todo lo que ocurría, pero debíamos esperar hasta que viéramos a los pequeños digimons.
Por ahora conocíamos a tres digimons que estaban en el negocio: Monzaemon, Rosemon y Aeirmon.
- Nunca había visto a ese digimon- bip.- dijo señalando al demonio.
- Quizá se dedicara al negocio del secuestro en otra parte del mundo.

Comencé a sacar las cartas, al observar que los llevaban a un cuarto bajo el suelo, donde había una gran cantidad de digimons. Al parecer habría que hacer una pequeña táctica para que Kario los pusiera a salvo. Fui colocando las cartas en varios montones: velocidad, potencia, equipación y varios. Así tardaría menos en localizar las cartas que requiriera. dado que había dos megas.
- Esperemos unos minutos más. Pero creo que no tardaremos mucho en ver la pelea ahí dentro. A fin de cuentas la orden para que golpeara a la gente era cuando viera a los digimons secuestrados.

Monzaemon se rió ante las palabras del demonio negro delante de él.
- Sí, se ve que no se te da mal. Bienvenida al negocio- dicho eso, se rió.

Sonrió a Rosemon cuando hizo acto de presencia y siguió a las dos digimons hacia el cuarto del piso de abajo, siendo el último en bajar.

Kario puso los ojos en blanco,aunque algo más animada el olor que provenía por el hueco de la trampilla era indudablemente el de datos jóvenes.

Los llevaron ante una puerta metálica, tras la cual estaban todos los pequeños, haciendo un poco de ruido. Entre ellos había un Impmon que parecía ser el "fuerte" del grupo, dado que protegía a los demás colocándose delante. Rosemon les ladró algo, pero Kario no la escuchó no la interesaba. Además las auras de los secuestradores le parecían horribles, y dañinas a la vista, aunque la del demonio negro era extraña, parecía esconder un secreto. Lástima que el de la propia Kario dejara de serlo en ese mismo instante; dado que ya se había completado la condición para poder golpear.

Cogió la pata del oso que le sujetaba y apretó obligando a soltarla, antes de que pudiera dar un quejido de dolor el enorme digimon amarillo, se apoyó en su brazo y sin soltar la zarpa de Monzaemon; se dio impulso, dando una voltereta en el aire.
Al seguir teniendo sujeto al oso y poseer la fuerza de cualquier Campeón de gran tamaño, lo desequilibró, y también giró. Kario lo soltó cuando el Oso llegó a la altura de las dos Megas, tirándoselo encima. Luego aterrizó en el suelo y comenzó a cargar energía aural entre sus patitas, para continuar con los ataques.

Observé los movimientos de Kario para deshacerse de Monzaemon, aunque debería decir que lo que veía más bien era un borrón y después a Rosemon debajo del oso de peluche. El otro digimon había entrado en la sala.

Aprovechando que por ahora estaría libre de ataques había ido cargando una esfera de energía entre sus patas que liberó lanzándola contra Monzaemon. Aunque desde mi posición no podía decir el daño que había recibido el oso. Pero ahora mismo, eso daba igual, los rivales eran dos megas. Así que agarré dos cartas de equipo que había estado buscando, pasandolas sucesivamente, aunque durante ese tiempo no pude ver qué es lo que ocurría en el sótano.

- Carta leída: Shellmon Hydro Blaster- dije pasando la primera carta. Conte diez despacio y pasé la siguiente.- Carta leída: SnowAgumon’s Frozen Wind

Por ahora ahí quedaban los combos, pero recogí otra carta del montón de defensa y otra de velocidad, para resistir los ataques que se nos vinieran encima por parte de las Megas.

Kario lanzó la esfera contra Monzaemon antes de que Rosemon pudiera sacárselo encima. Y luego tras la patada que le dio su "aliada" quedó inconsciente. Y por tanto era incapaz de oir los susurros de Aeirmon.

Kario saltó hacia atrás para dejar más espacio entre Rosemon y ella, pero a mitad del salto sintió algo extraño que le subia por la garganta y tenía que soltar. Daba igual el qué:
- Hydro Blaster- soltó de repente sin poder aguantar más.

Un chorro de agua salió disparado hacia el digimon Mega, pero contra ella no sería nada más que agua de lluvia. Sin embargo la sensación volvió a repetirse de nuevo.

- Frozen Wind- una pequeña ventisca salió de sus fauces.

Igual que antes carecía de potencia, pero no había que olvidar que el primer ataque había mojado a Rosemon, y que con el segundo, las gotas de agua acabarían heladas. Y el hielo a las plantas no les sentaba bien, dado que las dejaba muy mustias.

La pequeña lobita se quedó mirando hacia la digimon Mega confiando en que su tamer habría preparado alguna carta para esquivar los ataques de la digimon Mega. Pero aún así estaría atenta a sus movimientos, porque gastar cartas a lo tonto no era buena idea.

Off:
Shellmon Hydro Blaster: Le da al usuario la capacidad de usar la técnica cañón de agua de Shellmon.
SnowAgumon’s Frozen Wind: Le da al usuario la capacidad de usar la técnica “viento helado” de Snowagumon.

Al parecer el oso había quedado out con las acciones de ambos digimons. Así que ahora sólo quedaban las dos megas. Sin embargo el demonio no atacó a Kario, sino que se quedó mirando desde donde estaba, interesada al parecer en lo que ocurría. Rosemon, sin embargo, sí que decidió atacar a Kario. Se deshizo del hielo que se había formado en ella y se acercó hacia mi pequeña compañera.

Decidí no usar carta por ahora. Era un estoque, un arma que era rápida, pero que era más útil con enemigos de gran tamaño, dado que el filo no podía cortar como lo hacía un mandoble, aunque era un arma aún más letal dado que la punta podía colarse por las armaduras e introducirse en profundidad. Incluso si se clavaba en un órgano, que no fuera el corazón, provocaba una muerte lenta y dolorosa dado que la herida era demasiado profunda para ser tratada.
Además de que el principal movimiento con ese tipo de armas era la estocada, es decir movimiento paralelo al suelo, rápido. Y Kario obligaba a la Mega a atacar hacia abajo, debido a su pequeño tamaño. Dado que la precisión con una espada a un enemigo mucho más pequeño se perdía, a menos que el ataque fuera de arriba a abajo, pero ese tipo de movimientos provocaba demasiadas aperturas y era fácil de esquivar.

Rebusqué entre las armas, aunque mantuve una carta de velocidad por si las moscas. Habría que continuar con los combos.

- Tu compañera es muy valiente-bip.
- Sí, aunque espero que no le vaya mal, o sino me quedo sin digimon
- Entonces voy a buscar ayuda-bip. Antes de que el demonio decida ayudar a Rosemon-bip.

El digimon mecánico salió de mi visión. Observé la pelea concentrada, atenta a cualquier tipo de movimiento por parte de la digimon floral.

Kario retrocedió al ver como el hielo era roto por parte de la mujer-planta. La observó atentamente, leyendo su aura, supo por la forma en la que se movía que iba a atacar cuerpo a cuerpo. Se preparó para eso.

Uno de sus látigos se tensó quedando como una especie de pincho iluminado por una luz. No era buena elección, Kario era mucho más pequeña siendo más útil contra ella ataques a distancia. Sin embargo la digimon había sido tan tonta como para hacer eso.

En el momento que Rosemon salió corriendo hacia ella, Kario se desplazó a la derecha para obligarla a trazar una curva mayor. El Mega era más rápido, y por ende le costaría más frenar y corregir su trayectoria. La posición cunado Rosemon atacó, era en diagonal a ella. Sólo rodó a la derecha cuando creyó que el ataque iba a darla. Dado que según el punto de vista de Kario el ataque iba de izquierda a derecha. Y el rango de la espada cuando es superado es inútil.

Se puso de pie con un movimiento fluido en la voltereta, y cargó energía en sus patas. Se la disparó directamente a la cara, tratando de cegarla al menos unos segundos y poder abrir la puerta de una patada para permitirles huir.

Off:
• Aura Sfaíra: Condensa su aura en forma de esfera y la lanza.

El plan salió bien, y la de planta no pudo hacer nada. Cogí el taco de cartas, que eran seis, todas ellas que aumentaban la potencia. Teníamos unos pocos segundos para ir pasándolas poco a poco, y dudaba que me diera tiempo a pasar todas, pero primero lo primero:
- Carta leída: High Speed Plu- In B

Con eso Kario tendría unos cuantos segundos de velocidad aumentada para acercarse o esquivar a Rosemon. Cogí las cartas de poder y comencé a pasar la primera justo cuando el hada habló diciendo que iba a hacer a mi pequeñina su esclava.
- Carta leída: Power Charguer

La deseché y continué pasando cartas como una posesa. Aunque a decir verdad tenía que agradecerle al demonio el tiempo que me estaba dando para dopar a Kario hasta límites insospechados. Pero, esperaba que sus datos pudiera aguantar tanta presión, dado que era mucho el aumento de fuerza. Quizá tuviera menos de diez segundos desde que empezara a combinar más de tres cartas, antes de que desapareciera en datos.

- Carta leída: Energy... Power... Strength Plug- In W: - hasta ahí en modo seguro, ahora debía tener aproximadamente la misma fuerza que un Ultra.

Kario decidió lanzarse hacia delante, en el momento que Rosemon miraba distraída a Aeirmon. Dejándome con dos cartas más por pasar.
- Strength Plug- In O... Radiant Form

Suspiré aliviada, ahora al menos debería tener la potencia de un Mega con facilidad. Empecé a rebuscar entre las cartas la que tenía la capacidad de anular las anteriores cartas.

Kario sonrió cuando Rosemon comenzó a maldecirla y demás por oponerse. Pero entonces los digimons decidieron huir, a decir verdad de manera poco silenciosa, así que el hada se dio cuenta de sus intentos de huida.
Kario fue a moverse, pero se sintió más fuerte de repente. Cuando Rose se giró hubo más aumentos de potencia. Cuando la caída decidió mirar a Aeirmon la pequeña lobita decidió lanzarse hacia delante, cargando aura en sus patas. Ahora con todo el aumento de potencia que llevaba la energía que las rodeaba era enorme.

Pero en ese trayecto se fueron sumando más y más potencia, tanta que su estructura en datos comenzó a resentirse, dejando escapar algunas partículas de información. Se lo jugaba a solo un golpe contra el Mega.

Rodeada de un aura rosa visible a su alrededor, junto con su propia aura henchida de poder, Kario atacó a Rosemon que aún se encontraba en el suelo.
- ¡Astral Hit!

La golpearía en la espalda con ambas patas anteriores, lo que serían los brazos para los humanos.

Off:
• Astral hit: Golpea con sus patas cagadas de su propia aura. El rival recibe daño en su propia energía además del golpe físico.

High Speed Plug- In B: Aumenta la velocidad del digimon.

Power Charger: Aumenta la fuerza del Digimon.
Energy: Aumenta la fuerza del Digimon.
Power: Aumenta la fuerza del digimon.
Strength Plug- In W: Aumenta enormemente la fuerza del Digimon.
Strength Plug- In O: Aumenta enormemente la fuerza del Digimon.
Radiant Form: Envuelve al digimon en un aura rosada que aumenta enormemente la fuerza.

Esta no la uso, pero la tengo ya cogida para el siguiente post.
Invalidate Plug- In P: Revierte el efecto de cartas usadas anteriormente.

Pasé la carta de anulación al ver cómo la digimon se deshacía en datos que fueron absorbidos por Kariomon.
Instantes después la pantalla se puso negra. Mi compañera se había desmayado, o eso pensaba. Guarde las cosas rápidamente, tenía que entrar allí a salvarla. Sentía una leve opresión en mi interior, por el miedo que sentía al no saber qué había ocurrido con ella.

Entré en la tienda sin esperar a que HiAndromon volviera. Y me topé con los pequeños digimons.
- Salid fuera, ahora llegará un HiAndromon con digimons de la guardia, ellos se encargaran de devolveros con vuestras familias, yo voy a buscar a mi compañera.- dije pasando rápidamente para llegar a la trampilla y buscar a mi pequeña compañera.


El aura de Kariomon se volvió roja en cuanto golpeó a Rosemon, haciendola dispersarse en miles de datos. La locura, la ferocidad y una sed de batalla se emanaba desde el pequeño cuerpo que atrajo esos datos flotantes con hambre. Mucha hambre.

Pero el maltrecho cuerpo iba perdiendo sus propios datos, dado que la energía lo sobrepasaba. Pero enseguida todo se perdió al hacer efecto la carta de cancelación. Entonces los datos volvieron a reunirse.

La lobita cayó inconsciente pasando a su etapa In- training, una especie de gatita blanca con una espada negra, de pequeño tamaño.

Bajé rápidamente por el hueco tras el mostrador para recuperar a Kario. Al llegar ahí, observé a dos megas. Aeirmon y un payaso que al parecer se enfrentaban el uno al otro. Con sí, un pequeño digimon en el suelo.

Era para darles una paliza a ambos, pero siendo humana poco podría hacerles. Me acerqué como pude a por mi compañera, incluso poniendo mi vida en juego. Jamás hubiera pensado en hacer eso, pero para mí Warnyaromon era más que una amiga, sino una hermana pequeña a la que tenía que proteger cuando estaba indefensa.

Entré en la sala, cogí a mi pequeña y salí de ahí. De nuevo en la calle, observé que acababan de llegar varios Knightmon y HiAndromon.

- Dentro continuan el demonio y un payaso, que creo que era el que llevaba todo esto. Están peleando- les avisé

La mitad de los Knightmon entraron en la tienda, a detener a ambos megas, por el hecho de dedicarse a secuestrar digimons. Sin embargo, era extraño eso de que ambos se pelearan si trabajaban juntos, aunque como había dicho el demonio era novata...
La había visto hablar mientras que Kario peleaba contra Rosemon, pero no me había enterado, estaba más ocupada de ver qué hacía Kario y que cartas debía usar.
- ¿Está bien?- bip- preguntó HiAndromon señalando a Kario.
- Sí, gracias... Sólo está cansada. ¿Puedo ir a buscar la recompensa?
- Claro-bip. Te llevo allí- bip.

Dijo andando hacia una calle.

Los Knightmon que estaban más cerca cayeron hacia atrás, incapaces de levantarse, dado que las armaduras los aplastaban contra el suelo, siendo algo así como tortugas. Aunque siempre podían intentar rodar.

Los que estaban detrás suyo, no cayeron, pero no podían pasar, al menos sin perder el equilibrio. Pero tenían que coger primero a Piedmon, aprovechando que estaba en el suelo también. Antes de que el Mega pudiera hacer nada, le quitaron las espadas y le colocaron unas enormes esposas, impidiéndole moverse.

Ningún Knightmon se daría cuenta de la presencia de Aiermon, pero en el momento que saliera de la tienda sería vista, y entonces varios la atacarían. La opción que le quedaba era subir hacia un piso superior, dado que en la trastienda había una pequeña escalera en espiral que llevaba al primer piso, donde Rosemon tenía su hogar. Y ahí salir volando desde la terraza. Pero no tenía que olvidar que a una distancia de una escalera estaban los demás Knightmon.

Seguímos a HiAndromon hasta el ayuntamiento. Tuvimos que pasar varios registros por parte de varios Sealsdramon. Pero finalmente pudimos pasar más allá del vestíbulo.

Sealsdramon:

Subimos hasta el segundo piso, donde nos indicaron que encontraríamos a la persona que llevaba la recompensa.
- Te espero aquí. La recompensa es toda tuya
- Está bien, gracias

Llamé por educación y abrí la puerta. Era una sala amplia, bastante ordenada, con una mesa de madera noble, tallado. Un enorme sillón de cuero negro, me daba la espalda; su propietario estaba mirando por la ventana.
- Bienvenida, cierra la puerta.

Me sorprendió que supiera que era mujer, pero en fin. Qué más daba. Cerré la puerta y me acerqué a la mesa.
- Venía a por la recompensa.

La silla giró mostrando a una especie de mono antropomorfizado.

Makuramon:

- Sí, había oído que gracias a ti se había conseguido sacar a los niños de ese sótano. Sí, las noticias me llegan muy rápido. Por algo soy uno de los encargados de la seguridad de la ciudad. Escoge alojamiento, nos gustaría que te quedaras al menos hasta mañana para que la prensa pueda conmemorar tu acción y el alcalde te dé un premio por tu heroísmo y ayuda a la ciudad. Es una medalla simbólica, pero demuestra nuestro agradecimiento.
- Bueno, entonces no tengo quejas, pero mañana antes del atardecer quisiera irme. Estoy en viaje, y quiero llegar a otro continente... Quisiera en el hotel representativo de la ciudad, el de cinco estrellas.
- Creo que para entonces habremos acabado- sonrió-En cuanto al oro, puedes recogerlo en las arcas. En la primera planta en la puerta con un saco de oro en el grabado sobre ella. Dales esto, y ya está todo solucionado- dijo tendiéndome un papel con una firma, escrito en el idioma de los digimon.
- Gracias por todo
- Ahora arreglo lo del hotel, pregunta en recepción por una habitación reservada por Makuramon

Salí de la sala y me dirigí a las arcas con HiAndromon, siguiéndome. Recogí el dinero y me dirigí al centro, a la plaza frente a la estación. Donde sí, estaba el hotel que quería. El digimon mecánico se despidió en la entrada y volvió a su puesto de trabajo.

Yo subí al último piso, a la suite, dejando a Warnyaromon en la cama, para que descansara. Cosa que se merecía, mientras que me mentalizaba de que me tocaba estar presente en un maldito acto público.

Los Knightmon al ver salir al demonio, se levantaron, pero solo cinco de ellos desenvainaron. No eran necesarios más para derrotar a un Mega. Pero una corriente de aire les lanzó hacia atrás... Con el problema de que algunos de los pequeños quedaron aplastados por los enormes cuerpos metálicos. Así que, muchos de ellos acabaron en datos.

No había sido una buena idea atacar de esa manera.

Los otros knigtmon ayudaron a sus compañeros a levantarse, y ahora tenían la difícil tarea de devolver huevos, que no podían hablar, a sus respectivas familias y explicar el por qué de ese estado. Tras eso, dos entraron en la tienda, subiendo al segundo piso, sin encontrar al digimon. Aunque sí, una terraza con las puertas abiertas. Había huido por ahí. Se asomaron a la ventana que daba hacia la calle donde estaban sus compañeros. Avisando, de que el demonio había huido.
Como era obvio, con el revuelo no escucharon a Impmon, que ahora tenía una opción de huir y reunirse con su compañera. Tuvo suerte de que no le escucharan, porque sino le hubieran prendido a él y condenado por ser compañero de la "secuestradora".

Los caballeros digitales del sótano subieron, llevando a Piedmon con muchas cadenas a su alrededor hasta la cárcel. Donde estaría encerrado, probablemente hasta que sus datos degradaran y volviera a renacer en digihuevo.

Se fueron hacia la cárcel cuatro de ellos, como escolta, y los demás junto alguno más de los que estaban fuera, corrieron hacia la otra calle, para ver si podían encontrar a la secuestradora. Pero sólo vieron a una chica, pelirroja, que andaba yendo a la calle de la floristería.
- ¿Has visto a un digimon demonio de color negro, con el pelo rojo y finas hebras en la piel que pudieran asemejar fuego?- le preguntó uno de ellos con un poco de brusquedad.

El Knigtmon, asintió y le dio un seco gracias, antes de ir en la dirección que había dicho la chica. Seguido por los demás Knightmons.

Los Knightmon que escoltaron a Piedmon ignoraron sus palabras. A quién le importaba lo que él dijera, todas sus palabras no serían nada más que artimañas para despistarlos y poder huir.

Los que se quedaron suspiraron aliviados de que ya hubiera uno de los niños junto a su familia. Recogieron los huevos, y fueron a llevar a los niños a sus casas, para que se reunieran con sus padres.

Angewomon miró a los recién llegados al hotel. Fijandose en la apariencia que mostraban. No parecía tener demasiado dinero, pero siendo un sitio con tanta categoría, era de mala educación echarles directamente a la calle. Pero sí que podía hacerlo sutilmente.

- Imagino que querréis la más barata... Las demás, creo que salen de vuestro presupuesto- dijo con una media sonrisa. - ¿Durante cuanto tiempo? El precio ha de abonarse antes de entrar a la habitación. Mucha gente trata de huir antes de haber pagado.

La digimon no dijo nada más, cogió el dinero y le entregó una tarjeta con un número hecho con filigranas en relieve. La tarjeta era la llave de la habitación que se encontraba en el penúltimo piso, dado que el piso superior era todo para la suite real. Donde se encontraban los salvadores de los niños.

Si se detenían a escuchar, podrían oír a los digimons hablar entre ellos sobre ese asunto, pero la humana no había salido de la habitación.

Al fondo del enorme vestíbulo, había cinco ascensores, todos ellos con las puertas chapadas en oro. Por dentro tenían el suelo de mármol y las paredes eran acristaladas. Al ascender, lo hacían por dentro de otro cristal, para evitar que se estropearan por el contacto con los elementos, pero que permitían la vista de la ciudad.

Para ir al último piso había que tener la llave de esa habitación, porque para pulsar el botón había antes que desbloquear con la llave. Y por las escaleras el mismo método, pero en este caso se desbloqueaba una puerta.

Había bajado, porque dentro de la habitación no podía estar, pero antes de coger el ascensor me acordé de que no era una buena idea bajar hasta abajo. Ahora probablemente se supiera que había salvado a los pequeños, y tendría que fingir ser sociable. Cuando en realidad, lo único que quería era la pasta y que el servicio de trenes volviera a funcionar.

Cogí a Warnyaromon, con cuidado de no despertarla, y abrí la puerta que llevaba hasta los pisos inferiores. Baje las escaleras meditando en cómo comportarme ante tanta gente cuando por la mañana me entregaran la dichosa medallita y lo que diría en la entrevista. Aunque si había suerte, se centrarían más en lo que dijera Kario, así que no me tenían demasiado preocupada.

Llegué al piso de abajo, abrí la puerta y me topé con una chica de pelo rojo, en la puerta de enfrente, que era una suite. La reconocí enseguida: la secuestradora que había huido. En su forma humana, claro esta.

No dije nada, no soy de esas personas que van llamando la atención con tú... O cualquier cosa de ese estilo, aunque fruncí el ceño al verla. ¿Qué hacía tan a la vista de todos? ¿Y sobre todo, tan cerca de mí? Quizá quisiera vengarse por haberla dejado sin trabajo, aunque era un error, sabrían que estaba libre y se había alojado en el hotel.

Entrecerré los ojos al oír su amenaza sin embargo sonreí, como sólo yo podía, girando un poco la cabeza para darme un aspecto más infantil. Pero mis ojos abiertos completamente y una sonrisa mostrando todos los dientes, me hacían parecer una completa psicópata.

- Una lástima, porque debo decir que si hay algún accidente contra la "heroína" de la ciudad, sabrán quién ha sido... Además, ¿sabías que los hoteles de cinco estrellas poseen ese rango no solo por sus prestaciones, sino también por la seguridad?

Señalé sobre el techo, una especie de semiesfera. Una cámara que estaba grabando todo, probablemente el sonido no, pero sí que visualizarían las cosas. Así que por ahora estaba segura, porque no tardarían más que unos minutos en enviar a los guardianes del hotel. Y el aviso a los Knightmon sería de apenas unos minutos antes de que llegaran al área colindante al hotel... ¿y quién sabe, quizá hubiera algún digimon volador?

- Además, no me interesa meter a los malos en la cárcel... Sólo quería el dinero, cosa que ya tengo. Ahora, cualquier intento de matarme lo veré como una amenaza por tu parte y avisaré de donde estás.

Tenía alma de negociadora, aunque quizá debería decir que era una chantajista. Warnyaromon se removió entre mis brazos, suspirando y murmurando algo, en lo que creo que es noruego, aunque quizá fuera otro de esos idiomas de la Europa del Norte.

Sonreí, al parecer esa persona que se dedicaba a asuntos tan turbios llegaba a tener algo de razonamiento lógico.

- Entonces tenemos trato, yo no digo nada y tú no me haces nada. Fácil y sencillo.

Me dí media vuelta, decidiendo regresar a la habitación para que no le hiciera nada a Warnyaromon. No me apetecía tener que perseguir a esa chica, para recuperar a mi digimon... Y quizá herirla en el punto débil que tenía con el pequeño digimon morado.

Subí y miré mi D-Arc, una resonancia apareció claramente con un pitidito. El sonido que hacían los dispositivos de los niños elegidos al acercarse. Sí, si se atrevía a tocar a mi pequeña, eliminaría a su compañero para siempre.

Warnyaromon finalmente abrió los ojos, mientras que yo, me conectaba a la red de Internet, buscando alguna información sobre el digimundo. Todo lo que pude encontrar no era mucho, nada más que rumores y cosas de un juego tipo tamagochi.

- Shirkaa- me llamó.
- ¿Qué pasa?- pregunté sin apartar la mirada del ordenador.
- Tengo hambre...

Aparté la mirada de la pantalla y la sonreí, alegremente. Feliz de que por fin se hubiera despertado. Me levanté y me dejé caer en la cama a su lado, sentada.

- Claro- cogí el teléfono, pero antes de llamar la pregunté- ¿Estás bien? Me tenías preocupada.
- Sí, no te preocupes. Si no hubiera sido por el demonio, Rosemon me hubiera matado.
- ¿Qué? ¿No era de los malos?

Parpadeé rápidamente, intentando entender lo que me había dicho. Hacer eso me permitía cambiar la información más rápido en mi mente. Warnya por su parte comenzó a mesarme el mechón de pelo que tenía más cerca, jugando con él.
- No, al parecer estaba de infiltrada como yo, aunque en su caso fingiendo que era de los malos.

Asentí y marqué el número de recepción para pedir. Pero antes de eso, tenía que agradecerle a la chica la ayuda prestada a mi compañera.

Un Penguinmon, llamó a la puerta de la habitación de Zayyn. Llevaba puesta una pajarita y empujaba un carrito con platos cubiertos por cubreplatos de plata.
- Servicio de habitaciones- graznó.

Penguimon:

Además de eso, sobre el carrito, había una nota. En la cual ponía lo siguiente:

Esperamos en la habitación hasta que llamaron a la puerta.

- Servicio de habitaciones

Abrí la puerta, y un digimon con la cabeza como si fuera un trozo de pastel de fresas apareció en mi visión.

Shortmon:

- Adelante- dije apartándome de la puerta.

Shortmon avanzó hasta dejar las cosas en el comedor con el que contaba la habitación, poniendo la mesa. Warnyaromon se acercó a observarle, y dado por las constantes relamidas que esta dando a los labios, tenía hambre y el digimon le parecía muy comestible. Así que me acerqué yo también en caso de que fuera necesario agarrarla.

Finalmente Shortmon acabó de colocar todos los platos, junto con los cubiertos y vasos. Además un pequeño jarrón con flores para hacer de decoración.
- Pues eso es todo. Que les aproveche.
- Muy amable, toma.

Me agaché y le dí varias monedas de oro como propina por traerme las cosas a la habitación y por gastar su tiempo en poner la mesa. El digimon me sonrió contento, al parecer le había parecido un pago más que justo.
- Gracias

Salió por la puerta, y nosotras dos nos dispusimos a comer, tranquilamente. Bueno, quizá debería decir que yo comí tranquilamente, mientras que Warnyaromon engullía todo lo que estaba a su alcance.

Demasiado ajetreo en todo el día, ya habíamos terminado la entrevista para el periódico. Antes de la cual, había advertido a Kario de que no dijera nada sobre Aeirmon, no hacía falta que la recompensa bajara.

Y ahora estábamos delante de no se cuantos digimons de la ciudad. Me había tenido que tragar una hora de escuchar discursos y agradecimientos. Cosa que me daba bastante igual a estas alturas. Sólo quería irme ya de ahí, pero al parecer no me iban a dejar escapar tan fácilmente.

Por fin llegamos al momento en el que me daban la bonita medalla de las narices, con lo que ya estaba terminado el espectáculo, y podría irme por fin a otro lado del digimundo.

Volvimos al hotel para recoger las cosas, esperando al ascensor en el hall.

No esperé encontrarme a la pelirroja allí, creí que ya se habría marchado. Pero no conté con que tendría que ir a desayunar seguramente. Aunque por la hora que era, diría más bien, que iban a comer.

Hice una leve inclinación de cabeza ante el digimon morado, que debía ser su compañero, cuando este agradeció la cena, y pasé de largo subiendo al ascensor. No de muy buen humor.

- Kario, si quieres quédate aquí hasta que vuelva con las cosas
- Valeee~- después miró a Zayyn.- Hola, ¿qué tal?

Kario se quedó mirando sonriente a la pelirroja. Esto fue lo último que vi hasta que se cerraron las puertas del elevador, y comencé a subir.

Off: Ahora hablo todo el rato en tercera persona... Que así no tengo que poner los cambio de quién habla.

La pequeña digimon azulada comenzó a seguir a la pelirroja y a su compañera, puesto que hasta que Shirka no volviera, estaría sola y aburrida. Kariomon miró hacia Impmon y le sonrió alegre y contenta cuando este se puso a hablarle.
- Gracias. Aunque el tamaño poco tiene que ver en la valía del guerrero, eso es algo que se suele olvidar.

Kariomon solo les siguió ya había comido antes. Y además los datos de un digimon Mega eran demasiado pesados, y aun estaba asimilándolos.