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La historia de vida de Matt
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La historia de vida de Matt
Era una mañana común dentro de La Casa Yammy, una mansión transformada en un orfanato, ubicado en Londres, que alojaba a una gran cantidad de niños que, en realidad, Matt no sabía por qué estaban allí. Lo que sí sabía era que algo pasaba en la oficina del dueño del orfanato. Unas horas antes, una gran limusina negra había estacionado en el estacionamiento de la Yammy y de ella había descendido un hombre de traje, un ajustado traje negro, y a pasos seguros había avanzado hacia la entrada y se había dirigido hacia la oficina. Curioso como siempre, Matt se acercó sigilosamente a la puerta de la oficina luego de que ésta fuera cerrada e intentó escuchar lo que los adultos hablaban, por suerte la puerta no estaba totalmente cerrada y Matt también pudo ver, en parte, los movimientos de los hombres.
- El niño no tiene recuerdos de los primeros 8 años de su vida, es una falta grandísima en su vida. - oyó decir Matt, era la voz del señor Brawn, el dueño del orfanato - Y no conoce otro lugar que no sea este orfanato, ha vivido aquí 2 años -
- No se preocupe, señor. En Shibuya cuidarán bien de él -
- No. No lo dejaré sacarlo de este lugar, Señor Namikawa, éste es su hogar -
- De acuerdo. Como usted quiera - el extraño le sonrió y se paró
- Lo acompaño a la salida -
Velozmente Matt se fue a la sala común, a donde los adultos pronto llegaron y salieron al exterior, se dirigieron unas palabras y el extraño subió a su limusina negra. El señor Brawn volvió al interior, cerró la puerta y miró a Matt, ninguno dijo palabra
- ¿Quién era ese señor? - preguntó Matt con tono normal
El señor Brawn lo miró y pensó un instante
- Ven, amiguito, ven conmigo - el adulto le extendió una mano y Matt se aferró a ella - Caminemos - ambos sonrieron y Matt agarró, con su otra mano, su osito de peluche
Dieron una vuelta en silencio a la mansión y cuando volvieron a entrar fueron a la oficina del señor Brawn
- Matt, ¿sabes por qué estás aquí? -
- No, Teru -
- Estás aquí porque eres muy especial -
- ¿Ah si? -
- Si, y no debes dejar que nadie te quite eso, jamás lo permitas, ¿de acuerdo? Y jamás olvides que te pasarán grandes cosas cuando crezcas... ¿de acuerdo? - el adulto hizo un puño con su mano y luego extendió su meñique
- De acuerdo - el pequeño sonrió y enlazó su meñique con el del señor Brawn, quien le sonrió amablemente
"Debo preguntarle" pensó Matt luego se que sus meñiques se desenlazaron, se aclaró la garganta y le habló
- Teru... ¿Quién era ese hombre?-
- Matt, ¿sabes por qué estás aquí? -
- No, Teru, ya me lo preguntaste -
- Estás aquí porque eres muy especial -
- ...Eso ya me lo dijiste -
- Lo sé, pero lo que te diré a continuación no lo sabes -
El pequeño lo miró extrañado y el señor Brawn suspiró
- Matt... ¿Sabes cómo llegaste aquí, a esta casa? -
Matt pensó unos segundos
- ...No -
- Yo te traje -
- Gracias - Matt sonrió - Me gusta mucho estar aquí... Pero no quieras cambiar de tema, ¿quién era el señor que vino y habló contigo? Sabes que puedes decírmelo, ya soy grande, tengo 10 años -
- Lo sé - hizo una pausa - Bueno, si tienes tantas ganas de saberlo, te lo diré. Ese hombre es dueño de una gran mansión en Japón, y quiere llevarte a vivir allí con él -
- Pero no iré, ¿cierto? -
- No si tú no quieres -
- Genial, porque no quiero irme de aquí -
Su conversación fe interrumpida por alguien que tocó la puerta de la oficina.
- Adelante -
Uno de los mayordomos abrió la puerta
- Señor Brawn, la señorita Aizawa está aquí -
- ¿Podrá esperar? -
- Preguntaré, señor -
- Si debe hacer algo, hágalo, yo puedo esperar -
- De hecho, amiguito, quiero que conozcas a la señorita Aizawa -
- ¿Por qué? -
- Porque te caerá bien. Me ha dicho que quiere venir unos días a jugar contigo -
El mayordomo volvió a aparecer en la puerta
- La señorita Aizawa le agradecería que la atendiera pronto, dice que debe cumplir con varios compromisos hoy -
- Que pase, Thomas. Gracias -
-La iré a buscar, señor -
- Matt, prométeme que escucharás todo lo que te diga -
- Lo prometo -
- Eso es - el señor Brawn le entreveró un poco los pelos al niño y ambos rieron por lo bajo
- Toc toc - se oyó la voz de una mujer desde la puerta. Al mirar, Matt vio a una mujer joven, de unos 30 años, vestía una camisa y una pollera larga
- Ah, Elizabeth. Bienvenida de nuevo -
- Hola Teru, muchas gracias -
- ¿Cómo has estado? -
- Muy bien, Odaiba es una gran ciudad. Pero, oh! ¡Cómo extraño Londres! -
El señor Brawn rió
- Sabes que puedes pagar los viajes siempre que quieras -
- Lo sé, lo sé - la joven le sonrió
- Ven, déjame presentarte a alguien - el señor Brawn la guió hasta donde estaba Matt, quien al no tener mucha intervención en las conversaciones que se habían dado, se había sentado cerca de la ventana, y al ver que se acercaban a él se dio vuelta y los miró - Él es Matt, Matt, ella es Elizabeth Aizawa -
- Hola Matt, es un placer conocerte -
- Lo mismo digo, señorita -
- Dime, ¿cuántos años tienes? -
- Tengo diez -
- Diez años, qué grande eres -
Matt sonrió
- Supongo que debo agradecerle por notarlo, así que gracias - dijo, y sonrió
- Dime algo, ¿te molestaría que yo viniera todos los días y jugara contigo? -
- ¿Por qué lo haría? -
- Quiero conocerte -
- ¿Por qué? -
- Porque Teru me ha hablado mucho sobre ti, y me ha contado lo especial que eres -
- ¿En serio? -
- Si. Pero, aquí entre nos, hay cosas de ti que Teru no sabe, ¿cierto? -
- No, eso es erróneo, señorita, Teru Brawn lo sabe todo sobre mí. Él es mi mejor amigo - Matt sonrió, y al ver que ninguno de los adultos hablaba, siguió hablando - Y no, no tengo ningún problema en que usted quiera conocerme, o en que venga a pasar tiempo conmigo -
La mujer sonrió
- De acuerdo. Entonces volveré un día de esta semana, ¿te parece? -
- De acuerdo -
Habián pasado 2 años desde aquel día y la señorita Aizawa había ido todos los días y había pasado al menos 8 horas con Matt. Poco a poco se fueron agradando mutuamente. Se acercaba el cumpleaños número 12 de Matt y este día, Elizabeth había entrado a la oficina de Teru y no había salido. Matt se acercó e intentó oír lo que decían
- ¿Estás segura? -
- Si, amigo, definitivamente. Sé que podré encargarme de él -
- ¿Lo has hablado con él? -
- No, primero quiero saber si me dejarás sacarlo de aquí -
- Me será muy difícil, lo sabes -
- Lo sé. Pero ya tiene 12 años, tiene que salir de aquí. No puede vivir toda su vida en el orfanato -
- Lo sé. Es sólo que no puedo dejarlo ir, me es muy difícil. Matt ha sido como un hijo para mí... más que los otros niños -
- Jamás me contaste cómo llegó aquí -
Teru Brawn suspiró, odiaba recordar ese día
- Llovía... Las calles estaban inundadas. Yo les había prohibido a los niños que salieran, les había dicho que jugaran aquí dentro. Todo estaba bien en la casa. Varios niños estaban mirando el gran ventanal del hall, siguiendo las gotas de lluvia, apostando dulces a ver cuál gota llegaba antes a la parte inferior del ventanal. Otros niños jugaban con sus juguetes, y otros pocos miraban por las ventanas que daban a la calle. De repente, un fuerte ruido nos llenó a todos los oídos, dos autos habían chocado justo en frente de la Yammy. Cuatro mayordomos y yo salimos corriendo para ayudar a los que habían chocado, un auto era rojo, el otro era blanco. Dos de los mayordomos ayudaron al viajero del auto rojo, un hombre joven, de unos 30 años, mientras que los otros dos y yo sacábamos a los del auto blanco, un matrimonio y un pequeño niño, que estaba aferrado a un pequeño osito de peluche, todos estaban vivos. Inmediatamente los llevamos al hospital, donde un doctor se me acercó y me comunicó que el joven estaba bien y se le podría dar pronto de alta; y que el matrimonio, por desgracia había muerto. Le pregunté qué había pasado con el pequeño y me dijo que el choque había provocado que se golpeara fuertemente la cabeza y que la zona de su cerebro que almacenaba su memoria había sufrido un gran daño y que no recordaría nada hasta la fecha -
- En ese momento decidiste encargarte de él - Elizabeth sonrió
- Si. Luego de ese día permanecí en el hospital hasta que Matt despertó. Obviamente no sabía quién era yo, me presenté... él no recordaba ni su nombre -
- Debió ser desgarrador -
- Lo fue -
- ¿Lo adoptaste? -
- No podía dejarlo sin hogar, y no podía quedarse en el hospital. Así que lo convencí de que viniera conmigo a casa. Tenía 8 años, debía tener un hogar -
La puerta se abrió de repente, Matt apareció parado, lagrimeando, con su osito agarrado de la mano
- Matt... -
- Desde ahora serás llamado Mail Jeevas -
- ¿Qué? - preguntó extrañada Elizabeth
- Éso me dijiste cuando llegamos aquí. Me diste un nombre, Teru, me diste un nombre y un lugar para vivir. Pero más que eso, me diste una vida -
- Yo sólo hice lo correcto, niño - el señor Brawn se paró y fue hasta el niño, cuando llegó hasta él se agachó y le limpió lás lágrimas con un pañuelo que siempre guardaba en el bolsillo superior de su chaqueta - ¿Me harías un favor, Matt? -
Matt asintió
- Elizabeth tiene una propuesta para hacerte, promete que la escucharás, y que lo considerarás -
- De acuerdo -
- Gracias, amiguito. Los dejaré solos -
Ambos permanecieron en silencio. Hasta que Matt rompió el hielo
- Quieres adoptarme, ¿verdad? -
- Si, pero no lo plantearé más si tú no quieres -
Matt permaneció pensativo por varios minutos
- De acuerdo, acepto... Pero con una condición: debemos volver aquí cada tanto, a visitar a Teru y a los demás niños -
- Me parece bien -
Ese día la vida de Matt cambió. Al día siguiente ya no vivía en la Yammy, ni estudiaba en casa, sino que iba al colegio, tenía amigos allí. Todo marchaba bien. Excepto sus sueños... en los últimos 3 meses Matt había tenido una serie de sueños muy extraños, sueños en los que estaba es un mundo desconocido, con árboles de diferentes colores, todos 'moteados', pero todos eran diferentes; también había extrañas criaturas que lo miraban sin mirarlo realmente, a excepción de una rara criatura de forma de huevo con cola y orejas; esa criatura seguía a Matt con la mirada, pero nunca hacía nada más. Y de repente una grieta se abría en el suelo y avanzaba velozmente hacia el chico, y en un pestañeo zaz! ... se lo tragaba la tierra... Matt siempre se despertaba agitado luego de tener estos sueños, pero luego de un poco más de 3 meses había dejado de tenerlos, aunque aún le preocupaba, secretamente, ese período de su vida.
Un día, algo muy extraño sucedió.
Era un día común y corriente de otoño, una lluvia finita caía sin cesar y Matt estaba en casa, mirando por la ventana, siguiendo las gotas de lluvia que caían por el vidrio. Pronto se cansó y salió al patio de su casa a sentir la lluvia en su piel. En un momento, al mirar al cielo, vio una luz, parecía una estrella, no tenía nada fuera de lo común pero continuó mirándola...
Es extraño pensó Parece hacerse más grande y más grande cada vez
Y así era, esa lucecita se hacía más grande y más grande a cada segundo que pasaba... caía... caía y se acercaba a Matt, él lentamente se movió. Esa luz chocó violentamente contra el cantero del patio, donde la madre tenía sus flores, y robó de la garganta del joven un corto grito. Al mirar, vio un pequeño agujero en el centro del cantero y pensó que la madre le preguntaría qué había pasado, y él le diría que el hijo del vecino había tirado una piedra, no sería la primera vez... Obviamente sería mentira, ya que aquello no era una piedra, ni parecía serlo, ese objeto era muy extraño a los ojos de Matt. Se acercó para tomarlo; entraba en la palma de su mano... era blanco, y tenía partes negras a los lados, al frente tenía una pequeña pantallita rectangular y algunos botoncitos, la parte de atrás no tenía más que unas ranuritas como para que fuera enganchado a un cinturón. Pasó la yema de su dedo por la pantalla y los botones, y la pantalla se encendió, y también las luces de las salas de su casa, se oyó fuerte el volumen de la música... Eso ya empezaba a asustar al joven. Las luces se apagaron y se prendieron unas dos o tres veces y luego, todo cesó tan repentinamente como había empezado. Y luego todo sucedió muy rápido, creyó caer, una caída muy larga y de repente... bueno, ya no estaba en su casa, había llegado a un lugar muy extraño, con árboles altos y con un tinte azulado, a donde mirara había arbustos, y ningun humano cerca. Sus piernas no respondían y sus manos tampoco, todo era muy extraño, pero, algo en su interior le dijo que debía moverse. Comenzó a caminar. Sin saber cuánto había caminado, se detuvo en cuanto oyó algo, un sonido detrás de él que se detuvo cuando él se detuvo. Al darse vuelta lo vió. Era una criatura que jamás había visto, aunque le parecía conocida, como de un sueño, su cuerpo era oval, tenía orejas parecidas a las de un gato y una cola atigrada.
- Hola -
No podía creerlo, esa criatura hablaba... eso iba más allá de su capacidad de comprensión.
- Soy Nyaromon. Tú eres Matt, ¿cierto? -.
Realmente no podía creerlo, no sólo hablaba, sino que sabía su nombre. A pesar de no terminar de creer lo que pasaba, el joven se sentó en el suelo y miró a la criatura.
- ...Hola. Sí, soy Matt... -
No pudo seguir hablando, Nyaromon lo había empujado al suelo y había comenzado a lamerlo. Matt lo agarró y volvió a hablarle.
- ¿En dónde estoy? - le preguntó, y la criatura le dijo que estaba en el Digimundo, el Mundo Digital, y que lo había estado esperando, al oír esto, Matt rió, y Nyaromon le pegó con su cola. El chico quedó atónito. Nyaromon comenzó a explicarle muchas cosas, pero no la razón de su presencia en ese lugar, poco a poco el joven dejó de darle importancia a la razón ya que se dio cuenta de que pasara lo que pasara estaba por vivir una gran aventura, y al parecer Nyaromon era su compañero de viaje.
Pasó bastante tiempo hasta que Matt comprendió que el aparatito que había caído en el patio de su casa era un Digivice, un dispositivo que lo conectaba con todo ese mundo digital y con su digimon acompañante, y también que permitía que aquel pequeño digimon con el que se había encontrado el día que llegó al Digimundo cambiara su forma a un Digimon con forma de perro, llamado Salamon, y luego a uno al que Matt prefirió antes que a cualquier otra forma posible: Gatomon.
Matt vivía consciente de que debía volver a su mundo en algún momento y una noche, mientras Gatomon dormía, Matt miraba el Digivice; sostenía el pequeño aparato con la mano izquierda abierta mientras que con la yema del índice de la mano derecha repasaba los lados de la pequeña pantalla, que se encendió de repente y envolvió a Matt con una brillante luz blanca, el chico cerró los ojos y se los tapó instintivamente con el antebrazo. Al abrirlos, se encontró en el patio de su casa, sentado, al lado del cantero
- ¿Eh? ¿Qué? - miró a su alrededor - ¡No! - desesperado se paró y miró a su alrededor, buscando - ¡Gatomon! ¡GATOMON! - miró al cantero, el agujero no estaba - No... - sus ojos se bordearon con lágrimas - ...Gatomon... - bajó la cabeza y dos lágrimas cayeron desde su rostro al suelo, y entonces lo vio, era el digivice, había vuelto con él a su mundo, pero Gatomon no estaba por ningún sitio. El joven tomó el dispositivo y lo limpió - Si tengo el digivice, podré volver al Digimundo, y reencontrarme con Gatomon... No te preocupes, amigo, volveré, es una promesa - Matt apretó su puño y entró a la casa.
Pasaron años y Matt cumplió 17, y poco a poco el joven fue olvidando el Digimundo. Hace mucho tiempo que Elizabeth y él no iban a visitar a la gente del orfanato; aunque cada tanto recibía cartas de Michael, el niño que se convirtió en su mejor amigo allí, además de Teru; esas cartas decían cosas de la Yammy y cómo estaban las cosas por allí, pero Matt bien sabía que no era lo mismo, eso le molestaba bastante.
"No puedo seguir aquí... Debo ir al orfanato" pensó un día
Decidido, Matt tomó su mochila y comenzó a guardar sus cosas más preciadas allí: guardó su PSP y su Nintendo DS, guardó chocolates, agua y otras cosas necesarias para un campamento y se puso su chaleco. En la búsqueda de cosas para llevarse, Matt abrió un cajón y lo revolvió, y allí, alejado de vistas curiosas, descansaba un pequeño aparato que llamó la atención del chico, quien lo tomó y lo examinó con la vista, pasó la yema del dedo por la parte frontal del pequeño aparatito y en su mente aparecieron muchas imágenes, como una película, y lo recordó todo; apretó fuertemente el aparatito y sus ojos lagrimearon. Se lo guardó en el bolsillo interior del chaleco, tomó un papel y un lápiz y escribió lo siguiente:
"Querida Elizabeth:
De verdad agradezco todo lo que has hecho por mí, pero ya no puedo seguir en esta casa. Debo ir a Londres a visitar el orfanato, a los niños, y especialmente a Michael y a Taru. Espero me entiendas, no volveré a esta casa, de ahora en adelante viviré mi vida como un nómada, no te preocupes, me las arreglaré, todo estará bien.
Por siempre tu amigo,
Matt"
Al terminar, dejó el papel en su cama y se cargó la mochila al hombro, bajó la escalera y salió de la casa, listo para vivir una vida independiente...
"Gatomon, estoy listo para cumplir mi promesa. Iré al orfanato y veré cómo está todo y luego, nada se interpondrá entre mi meta y yo. Volveré contigo, amigo, volveré al Digimundo"
- El niño no tiene recuerdos de los primeros 8 años de su vida, es una falta grandísima en su vida. - oyó decir Matt, era la voz del señor Brawn, el dueño del orfanato - Y no conoce otro lugar que no sea este orfanato, ha vivido aquí 2 años -
- No se preocupe, señor. En Shibuya cuidarán bien de él -
- No. No lo dejaré sacarlo de este lugar, Señor Namikawa, éste es su hogar -
- De acuerdo. Como usted quiera - el extraño le sonrió y se paró
- Lo acompaño a la salida -
Velozmente Matt se fue a la sala común, a donde los adultos pronto llegaron y salieron al exterior, se dirigieron unas palabras y el extraño subió a su limusina negra. El señor Brawn volvió al interior, cerró la puerta y miró a Matt, ninguno dijo palabra
- ¿Quién era ese señor? - preguntó Matt con tono normal
El señor Brawn lo miró y pensó un instante
- Ven, amiguito, ven conmigo - el adulto le extendió una mano y Matt se aferró a ella - Caminemos - ambos sonrieron y Matt agarró, con su otra mano, su osito de peluche
Dieron una vuelta en silencio a la mansión y cuando volvieron a entrar fueron a la oficina del señor Brawn
- Matt, ¿sabes por qué estás aquí? -
- No, Teru -
- Estás aquí porque eres muy especial -
- ¿Ah si? -
- Si, y no debes dejar que nadie te quite eso, jamás lo permitas, ¿de acuerdo? Y jamás olvides que te pasarán grandes cosas cuando crezcas... ¿de acuerdo? - el adulto hizo un puño con su mano y luego extendió su meñique
- De acuerdo - el pequeño sonrió y enlazó su meñique con el del señor Brawn, quien le sonrió amablemente
"Debo preguntarle" pensó Matt luego se que sus meñiques se desenlazaron, se aclaró la garganta y le habló
- Teru... ¿Quién era ese hombre?-
- Matt, ¿sabes por qué estás aquí? -
- No, Teru, ya me lo preguntaste -
- Estás aquí porque eres muy especial -
- ...Eso ya me lo dijiste -
- Lo sé, pero lo que te diré a continuación no lo sabes -
El pequeño lo miró extrañado y el señor Brawn suspiró
- Matt... ¿Sabes cómo llegaste aquí, a esta casa? -
Matt pensó unos segundos
- ...No -
- Yo te traje -
- Gracias - Matt sonrió - Me gusta mucho estar aquí... Pero no quieras cambiar de tema, ¿quién era el señor que vino y habló contigo? Sabes que puedes decírmelo, ya soy grande, tengo 10 años -
- Lo sé - hizo una pausa - Bueno, si tienes tantas ganas de saberlo, te lo diré. Ese hombre es dueño de una gran mansión en Japón, y quiere llevarte a vivir allí con él -
- Pero no iré, ¿cierto? -
- No si tú no quieres -
- Genial, porque no quiero irme de aquí -
Su conversación fe interrumpida por alguien que tocó la puerta de la oficina.
- Adelante -
Uno de los mayordomos abrió la puerta
- Señor Brawn, la señorita Aizawa está aquí -
- ¿Podrá esperar? -
- Preguntaré, señor -
- Si debe hacer algo, hágalo, yo puedo esperar -
- De hecho, amiguito, quiero que conozcas a la señorita Aizawa -
- ¿Por qué? -
- Porque te caerá bien. Me ha dicho que quiere venir unos días a jugar contigo -
El mayordomo volvió a aparecer en la puerta
- La señorita Aizawa le agradecería que la atendiera pronto, dice que debe cumplir con varios compromisos hoy -
- Que pase, Thomas. Gracias -
-La iré a buscar, señor -
- Matt, prométeme que escucharás todo lo que te diga -
- Lo prometo -
- Eso es - el señor Brawn le entreveró un poco los pelos al niño y ambos rieron por lo bajo
- Toc toc - se oyó la voz de una mujer desde la puerta. Al mirar, Matt vio a una mujer joven, de unos 30 años, vestía una camisa y una pollera larga
- Ah, Elizabeth. Bienvenida de nuevo -
- Hola Teru, muchas gracias -
- ¿Cómo has estado? -
- Muy bien, Odaiba es una gran ciudad. Pero, oh! ¡Cómo extraño Londres! -
El señor Brawn rió
- Sabes que puedes pagar los viajes siempre que quieras -
- Lo sé, lo sé - la joven le sonrió
- Ven, déjame presentarte a alguien - el señor Brawn la guió hasta donde estaba Matt, quien al no tener mucha intervención en las conversaciones que se habían dado, se había sentado cerca de la ventana, y al ver que se acercaban a él se dio vuelta y los miró - Él es Matt, Matt, ella es Elizabeth Aizawa -
- Hola Matt, es un placer conocerte -
- Lo mismo digo, señorita -
- Dime, ¿cuántos años tienes? -
- Tengo diez -
- Diez años, qué grande eres -
Matt sonrió
- Supongo que debo agradecerle por notarlo, así que gracias - dijo, y sonrió
- Dime algo, ¿te molestaría que yo viniera todos los días y jugara contigo? -
- ¿Por qué lo haría? -
- Quiero conocerte -
- ¿Por qué? -
- Porque Teru me ha hablado mucho sobre ti, y me ha contado lo especial que eres -
- ¿En serio? -
- Si. Pero, aquí entre nos, hay cosas de ti que Teru no sabe, ¿cierto? -
- No, eso es erróneo, señorita, Teru Brawn lo sabe todo sobre mí. Él es mi mejor amigo - Matt sonrió, y al ver que ninguno de los adultos hablaba, siguió hablando - Y no, no tengo ningún problema en que usted quiera conocerme, o en que venga a pasar tiempo conmigo -
La mujer sonrió
- De acuerdo. Entonces volveré un día de esta semana, ¿te parece? -
- De acuerdo -
Habián pasado 2 años desde aquel día y la señorita Aizawa había ido todos los días y había pasado al menos 8 horas con Matt. Poco a poco se fueron agradando mutuamente. Se acercaba el cumpleaños número 12 de Matt y este día, Elizabeth había entrado a la oficina de Teru y no había salido. Matt se acercó e intentó oír lo que decían
- ¿Estás segura? -
- Si, amigo, definitivamente. Sé que podré encargarme de él -
- ¿Lo has hablado con él? -
- No, primero quiero saber si me dejarás sacarlo de aquí -
- Me será muy difícil, lo sabes -
- Lo sé. Pero ya tiene 12 años, tiene que salir de aquí. No puede vivir toda su vida en el orfanato -
- Lo sé. Es sólo que no puedo dejarlo ir, me es muy difícil. Matt ha sido como un hijo para mí... más que los otros niños -
- Jamás me contaste cómo llegó aquí -
Teru Brawn suspiró, odiaba recordar ese día
- Llovía... Las calles estaban inundadas. Yo les había prohibido a los niños que salieran, les había dicho que jugaran aquí dentro. Todo estaba bien en la casa. Varios niños estaban mirando el gran ventanal del hall, siguiendo las gotas de lluvia, apostando dulces a ver cuál gota llegaba antes a la parte inferior del ventanal. Otros niños jugaban con sus juguetes, y otros pocos miraban por las ventanas que daban a la calle. De repente, un fuerte ruido nos llenó a todos los oídos, dos autos habían chocado justo en frente de la Yammy. Cuatro mayordomos y yo salimos corriendo para ayudar a los que habían chocado, un auto era rojo, el otro era blanco. Dos de los mayordomos ayudaron al viajero del auto rojo, un hombre joven, de unos 30 años, mientras que los otros dos y yo sacábamos a los del auto blanco, un matrimonio y un pequeño niño, que estaba aferrado a un pequeño osito de peluche, todos estaban vivos. Inmediatamente los llevamos al hospital, donde un doctor se me acercó y me comunicó que el joven estaba bien y se le podría dar pronto de alta; y que el matrimonio, por desgracia había muerto. Le pregunté qué había pasado con el pequeño y me dijo que el choque había provocado que se golpeara fuertemente la cabeza y que la zona de su cerebro que almacenaba su memoria había sufrido un gran daño y que no recordaría nada hasta la fecha -
- En ese momento decidiste encargarte de él - Elizabeth sonrió
- Si. Luego de ese día permanecí en el hospital hasta que Matt despertó. Obviamente no sabía quién era yo, me presenté... él no recordaba ni su nombre -
- Debió ser desgarrador -
- Lo fue -
- ¿Lo adoptaste? -
- No podía dejarlo sin hogar, y no podía quedarse en el hospital. Así que lo convencí de que viniera conmigo a casa. Tenía 8 años, debía tener un hogar -
La puerta se abrió de repente, Matt apareció parado, lagrimeando, con su osito agarrado de la mano
- Matt... -
- Desde ahora serás llamado Mail Jeevas -
- ¿Qué? - preguntó extrañada Elizabeth
- Éso me dijiste cuando llegamos aquí. Me diste un nombre, Teru, me diste un nombre y un lugar para vivir. Pero más que eso, me diste una vida -
- Yo sólo hice lo correcto, niño - el señor Brawn se paró y fue hasta el niño, cuando llegó hasta él se agachó y le limpió lás lágrimas con un pañuelo que siempre guardaba en el bolsillo superior de su chaqueta - ¿Me harías un favor, Matt? -
Matt asintió
- Elizabeth tiene una propuesta para hacerte, promete que la escucharás, y que lo considerarás -
- De acuerdo -
- Gracias, amiguito. Los dejaré solos -
Ambos permanecieron en silencio. Hasta que Matt rompió el hielo
- Quieres adoptarme, ¿verdad? -
- Si, pero no lo plantearé más si tú no quieres -
Matt permaneció pensativo por varios minutos
- De acuerdo, acepto... Pero con una condición: debemos volver aquí cada tanto, a visitar a Teru y a los demás niños -
- Me parece bien -
Ese día la vida de Matt cambió. Al día siguiente ya no vivía en la Yammy, ni estudiaba en casa, sino que iba al colegio, tenía amigos allí. Todo marchaba bien. Excepto sus sueños... en los últimos 3 meses Matt había tenido una serie de sueños muy extraños, sueños en los que estaba es un mundo desconocido, con árboles de diferentes colores, todos 'moteados', pero todos eran diferentes; también había extrañas criaturas que lo miraban sin mirarlo realmente, a excepción de una rara criatura de forma de huevo con cola y orejas; esa criatura seguía a Matt con la mirada, pero nunca hacía nada más. Y de repente una grieta se abría en el suelo y avanzaba velozmente hacia el chico, y en un pestañeo zaz! ... se lo tragaba la tierra... Matt siempre se despertaba agitado luego de tener estos sueños, pero luego de un poco más de 3 meses había dejado de tenerlos, aunque aún le preocupaba, secretamente, ese período de su vida.
Un día, algo muy extraño sucedió.
Era un día común y corriente de otoño, una lluvia finita caía sin cesar y Matt estaba en casa, mirando por la ventana, siguiendo las gotas de lluvia que caían por el vidrio. Pronto se cansó y salió al patio de su casa a sentir la lluvia en su piel. En un momento, al mirar al cielo, vio una luz, parecía una estrella, no tenía nada fuera de lo común pero continuó mirándola...
Es extraño pensó Parece hacerse más grande y más grande cada vez
Y así era, esa lucecita se hacía más grande y más grande a cada segundo que pasaba... caía... caía y se acercaba a Matt, él lentamente se movió. Esa luz chocó violentamente contra el cantero del patio, donde la madre tenía sus flores, y robó de la garganta del joven un corto grito. Al mirar, vio un pequeño agujero en el centro del cantero y pensó que la madre le preguntaría qué había pasado, y él le diría que el hijo del vecino había tirado una piedra, no sería la primera vez... Obviamente sería mentira, ya que aquello no era una piedra, ni parecía serlo, ese objeto era muy extraño a los ojos de Matt. Se acercó para tomarlo; entraba en la palma de su mano... era blanco, y tenía partes negras a los lados, al frente tenía una pequeña pantallita rectangular y algunos botoncitos, la parte de atrás no tenía más que unas ranuritas como para que fuera enganchado a un cinturón. Pasó la yema de su dedo por la pantalla y los botones, y la pantalla se encendió, y también las luces de las salas de su casa, se oyó fuerte el volumen de la música... Eso ya empezaba a asustar al joven. Las luces se apagaron y se prendieron unas dos o tres veces y luego, todo cesó tan repentinamente como había empezado. Y luego todo sucedió muy rápido, creyó caer, una caída muy larga y de repente... bueno, ya no estaba en su casa, había llegado a un lugar muy extraño, con árboles altos y con un tinte azulado, a donde mirara había arbustos, y ningun humano cerca. Sus piernas no respondían y sus manos tampoco, todo era muy extraño, pero, algo en su interior le dijo que debía moverse. Comenzó a caminar. Sin saber cuánto había caminado, se detuvo en cuanto oyó algo, un sonido detrás de él que se detuvo cuando él se detuvo. Al darse vuelta lo vió. Era una criatura que jamás había visto, aunque le parecía conocida, como de un sueño, su cuerpo era oval, tenía orejas parecidas a las de un gato y una cola atigrada.
- Hola -
No podía creerlo, esa criatura hablaba... eso iba más allá de su capacidad de comprensión.
- Soy Nyaromon. Tú eres Matt, ¿cierto? -.
Realmente no podía creerlo, no sólo hablaba, sino que sabía su nombre. A pesar de no terminar de creer lo que pasaba, el joven se sentó en el suelo y miró a la criatura.
- ...Hola. Sí, soy Matt... -
No pudo seguir hablando, Nyaromon lo había empujado al suelo y había comenzado a lamerlo. Matt lo agarró y volvió a hablarle.
- ¿En dónde estoy? - le preguntó, y la criatura le dijo que estaba en el Digimundo, el Mundo Digital, y que lo había estado esperando, al oír esto, Matt rió, y Nyaromon le pegó con su cola. El chico quedó atónito. Nyaromon comenzó a explicarle muchas cosas, pero no la razón de su presencia en ese lugar, poco a poco el joven dejó de darle importancia a la razón ya que se dio cuenta de que pasara lo que pasara estaba por vivir una gran aventura, y al parecer Nyaromon era su compañero de viaje.
Pasó bastante tiempo hasta que Matt comprendió que el aparatito que había caído en el patio de su casa era un Digivice, un dispositivo que lo conectaba con todo ese mundo digital y con su digimon acompañante, y también que permitía que aquel pequeño digimon con el que se había encontrado el día que llegó al Digimundo cambiara su forma a un Digimon con forma de perro, llamado Salamon, y luego a uno al que Matt prefirió antes que a cualquier otra forma posible: Gatomon.
Matt vivía consciente de que debía volver a su mundo en algún momento y una noche, mientras Gatomon dormía, Matt miraba el Digivice; sostenía el pequeño aparato con la mano izquierda abierta mientras que con la yema del índice de la mano derecha repasaba los lados de la pequeña pantalla, que se encendió de repente y envolvió a Matt con una brillante luz blanca, el chico cerró los ojos y se los tapó instintivamente con el antebrazo. Al abrirlos, se encontró en el patio de su casa, sentado, al lado del cantero
- ¿Eh? ¿Qué? - miró a su alrededor - ¡No! - desesperado se paró y miró a su alrededor, buscando - ¡Gatomon! ¡GATOMON! - miró al cantero, el agujero no estaba - No... - sus ojos se bordearon con lágrimas - ...Gatomon... - bajó la cabeza y dos lágrimas cayeron desde su rostro al suelo, y entonces lo vio, era el digivice, había vuelto con él a su mundo, pero Gatomon no estaba por ningún sitio. El joven tomó el dispositivo y lo limpió - Si tengo el digivice, podré volver al Digimundo, y reencontrarme con Gatomon... No te preocupes, amigo, volveré, es una promesa - Matt apretó su puño y entró a la casa.
Pasaron años y Matt cumplió 17, y poco a poco el joven fue olvidando el Digimundo. Hace mucho tiempo que Elizabeth y él no iban a visitar a la gente del orfanato; aunque cada tanto recibía cartas de Michael, el niño que se convirtió en su mejor amigo allí, además de Teru; esas cartas decían cosas de la Yammy y cómo estaban las cosas por allí, pero Matt bien sabía que no era lo mismo, eso le molestaba bastante.
"No puedo seguir aquí... Debo ir al orfanato" pensó un día
Decidido, Matt tomó su mochila y comenzó a guardar sus cosas más preciadas allí: guardó su PSP y su Nintendo DS, guardó chocolates, agua y otras cosas necesarias para un campamento y se puso su chaleco. En la búsqueda de cosas para llevarse, Matt abrió un cajón y lo revolvió, y allí, alejado de vistas curiosas, descansaba un pequeño aparato que llamó la atención del chico, quien lo tomó y lo examinó con la vista, pasó la yema del dedo por la parte frontal del pequeño aparatito y en su mente aparecieron muchas imágenes, como una película, y lo recordó todo; apretó fuertemente el aparatito y sus ojos lagrimearon. Se lo guardó en el bolsillo interior del chaleco, tomó un papel y un lápiz y escribió lo siguiente:
"Querida Elizabeth:
De verdad agradezco todo lo que has hecho por mí, pero ya no puedo seguir en esta casa. Debo ir a Londres a visitar el orfanato, a los niños, y especialmente a Michael y a Taru. Espero me entiendas, no volveré a esta casa, de ahora en adelante viviré mi vida como un nómada, no te preocupes, me las arreglaré, todo estará bien.
Por siempre tu amigo,
Matt"
Al terminar, dejó el papel en su cama y se cargó la mochila al hombro, bajó la escalera y salió de la casa, listo para vivir una vida independiente...
"Gatomon, estoy listo para cumplir mi promesa. Iré al orfanato y veré cómo está todo y luego, nada se interpondrá entre mi meta y yo. Volveré contigo, amigo, volveré al Digimundo"
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