Legado de madre [Los Ángeles]

<< Jodidos Yankies... Están todos locos>>

Ese precioso pensamiento era el único que rondaba por mi cabeza. No sabía en qué momento había pensado que meterme en ese portal me llevaría a un lugar bonito e interesante. Y al único lugar en el que había aparecido era en el país de los amantes de las armas y las hamburguesas. En fin, habría que aguantarse, al menos la ropa tenía buen precio.

Suspiré tras en otra tienda. La pena es que apenas tuviera dinero para comprar lo que quería, al menos tenía unas nuevas botas y unas bonitas camisetas. Sin embargo para unos vaqueros con campana bastante bonitos aún no tenía dinero.

Llevaba a Warnyaromon en la mochila, puesto que no mediría mucho más que un peluche, y por tanto era fácilmente transportable. Ella seguramente estuviera bastante peor, porque odiaba que la ignoraran. Y yo mientras que andaba no podía hacerla caso, sobre todo porque estaba en mi espalda. Además de que si se quejaba, tendría que regañarla, por hablar.

Tras dejar la zona comercial, me dediqué a pasear por la ciudad, para ver qué es lo que había por allí. Aunque tras entrar en la oficina de turismo y pedir un mapa, vi que la puñetera ciudad tenía bastantes kilómetros. Aunque lo único que había de interés allí eran los estudios de holliwood, las mansiones de las celebridades y algunas calles y casas que habían salido en series o películas.
Vamos, que no era nada.

Decidí pasearme por las calles, al menos para ver el ambiente que había por allí. Deteniéndome a comprar unos Hot dogs, dos de hecho, aunque uno de ellos acabo en mi mochila, de manera "accidental".

Finalmente decidí internarme por una calle que según lo que había mirado tenía la casa donde se había filmado embrujadas o como se llamara la serie esa. Por suerte era un barrio bastante residencial, así que no tenía que soportar a mucha gente con sus cámaras de fotos y demás.

Aproveché además para dejar salir a Warnyaromon de la mochila, y llevarla en brazos.

- ¡Por fin! Ya me aburría ahí dentro. Se me hace muy estrecha ya- dijo quejándose con su dulce vocecita.
- No puedo jurarte que estés mucho tiempo fuera. Es que no eres precisamente fácil de pasar por alto. Podría llevarte como si fueras un peluche, pero la gente me miraría raro. Y prefiero pasar desapercibida.

Cerró los ojos, disfrutando de los rayos solares. Mientras que yo continuaba andando. Se me olvidaba comentar, que en los Ángeles no hace frío a pesar de estar en invierno, y con solo una chaqueta o sudadera se iba bien. Así que no llevaba sobrepeso con tantos abrigos. Delante nuestro había una ancianita que se iba de la casa de una joven acompañada de un Impmon.

Pasé de largo tranquilamente, hasta que recordé que en la Tierra había pocos digimons, y por tanto me giré para mirar. La pelirroja rara esa que había conocido, tenía uno igual. Y hubiera jurado que la chica que acompañaba al pequeño demonio también era pelirroja, pero tampoco iba muy atenta a todo lo que pasaba. Sobre todo a los colores de pelo de la gente, a menos que fueran colores peculiares.
Pero si era ella, seguramente se estaría dedicando a robar. O alguna cosa por el estilo dudaba mucho que fuera una buena persona.

- ¿Te apetece divertirte Kario?- Sabía que ese era el nombre de su forma campeón, pero era el que más me gustaba.

Ella me miró, frunciendo su pequeño ceñito, mientras que yo sonreía malignamente. Mientras que ponía a susurrarle al oido. Sus ojos se iban iluminando según hablaba, hasta que asintió. Pasé una carta por el lector y ahora sí, Kariomon, se alejó dando saltos hasta llegar al porche.

- Sabes que robar está mal, ¿no? Parece que te va eso de la delincuencia. Pero una cosa es hacerlo aquí y otra en el digimundo.- dijo sentándose en la barandilla.

Sonreí mientras que Kario avanzaba rápidamente, así como el sobresalto de los dos que acababan de entrar a la casa. Aunque debo decir que lo de la llave bajo la maceta era poco original y muy estúpido. Porque ¿quién es tan soberanamente estúpido de no querer llevar las llaves encima?

Me acerqué, observando que en contra de lo que a mí me ocurría la pelirroja no cambiaba nada de un mundo a otro. Incluso llevaba la misma ropa. Aunque el ir siempre de negro da poca variabilidad, así que podría haberse cambiado, pero nadie se hubiera dado cuenta.

- No parece que estés mucho por casa, incluso diría que desde hace años

Tal y como había contestado Kario, se veía con una enorme capa de polvo, además que incluso en el jardín se notaba ese olor que tienen los sitios que han estado cerrados por mucho tiempo. Quizás fuera su casa, pero no era su hogar. Cosa mucho más imprescindible que lo primero.

- Una casa bastante grande, aunque no podría papel en la pared. A menos que me vaya el estilo retro- dije observando con atención el estilo de decoración.

Me subí al porche a mirar por la ventana. Kario por su parte, saltó y entró dentro de la casa, rápidamente. Esquivando a Zayyn y a Impmon, por si les ocurría detenerla. Aunque en caso de hacerlo, me daba a mí que les iba a hacer una llave. Y serían ellos los que no pudieran moverse.

Por mi parte si me invitaba a entrar bien, sino también. Kario era mi enlace con el interior. Además de que entrar en la casa con una pelirroja que no me cae muy bien, no era el mejor plan. Se podía oír a Kario, dando saltos por el interior de la casa. Y que constara, no me hacía responsable de los destrozos de mi compañera. Sobre todo, porque ahí no vivía nadie.

Tarde, lo dijo muy tarde. Pude oír como algo de cristal se rompía dentro de la casa. Un vaso, un jarrón, una figurita o una ventana. Me daba igual lo que fuera. No iba a pagarlo.

Miré aburrida como la chica entraba, ignorándome olímpicamente. Pues a ignorar no había quien me ganara. Me daba igual de quien fuera la casa. Así que entré y en cuanto se puso a tocar el piano de la habitación, me dirigí a las escaleras.

Comencé a subir por ellas. Quizás pudiera sacar algo de valor de la casa, empeñarlo y comprarme unos preciosos vaqueros.

Kario apareció al rato, corriendo detrás mía por las escaleras. De un salto se cogió de la mochila y me miró ilusionada. Ahora que lo piendo era la primera vez que estaba en una casa.
- ¿Y ahora qué hacemos?
- Mirar cosas- dije con total y absoluto desinterés.

Aunque mis ojos se posaban calculadores en la decoración de la casa. No sabía cuanta pasta sería un cuadro, pero si había alguna escultura o similar podría sacarme unos cuantos dólares. Aunque en realidad con 10 o 15$ ya me daba para los pantalones que quería.

Kario sabía que algo tramaba porque se mantuvo en silencio, observando atentamente también los objetos.

Al parecer la pelirroja había decidido hacer acto de presencia. Aunque obviamente me daba igual, ya teníamos lo que queríamos. Kario la miró extrañada con lo de pedro por su casa.

- ¿Por qué lo dices? Cualquiera puede ponerse a mirar. Además de que te has dejado la puerta abierta. ¿Qué te hace pensar que vayamos a robar?

Mi tono fue un poco acerado, quizás como siempre que había alguien que no me caía bien. En definitiva, muy útil para parecer ofendido con unas palabras. Y ya se me explicará cómo intuía que iba a quitar algo, cuando en realidad todas mis acciones y palabras habían sido para solo "mirar".

Miramos lo que había en la otra habitación, manchas de sangre seca. Menos mal que era seca, si hubiese fluido, hubiera estado un "poco" pálida. Cosas que tiene odiar la sangre.
Los ojos de Kario se agrandaron mirando la mancha de sangre y alternativamente a la pelirroja. Su visión de las auras mostraba muchas cosas, y supe qué es a lo que se refería.

- ¿Sabes... - empecé con un tono casi de aburrimiento, mirentras que tapaba los ojos a mi compañera- Que cuando alguien muere de manera repentina o dejando algo que hacer aparece un fantasma? ¿Y que un alma asesinada sigue a su asesino? - sonreí levemente- Esto no es del todo cierto, no es su alma lo que queda sino un residuo de su aura. La cual indica quién lo mata, porque queda grabado en ella... Matar está mal, ¿lo sabías? Mucho peor que robar

Repetí sus palabras con sorna. Mientras que seguí tapándole los ojos a Kario. La cual sí que pensaba que esos restos de aura eran fantasmas de verdad, así que estaba bastante asustada. Por suerte en esta ocasión solo era aura y no un espíritu vengativo. Porque ya bastante habíamos tenido con un fantasma...

Comencé a dirigirme a la salida, aburrida de lo que había en la casa. Ni tan siquiera me interesó lo que había en el cofre de la pelirroja. Lo cual indicaba que me estaba aburriendo tantísimo, que ni tan siquiera la curiosidad era capaz de vencerla.

Salimos de la casa y nos perdimos por las calles de los Ángeles de nuevo. Aunque debo decir que yo llevaba unos preciosos pantalones nuevos puestos. Kario por su parte volvió a la mochila.