Susurro del viento

Rena le miró tras resultar que sí que era una trampa. A punto estuvo de bufar, al parecer a los demonios solo les interesaba obtener un juguete con el que jugar. Pero ya le demostraría que si quería divertirse con ella podría salirle muy caro. Se terminó el plato con delicadeza, en vez de sorbiendo como si fuera una bebida.

- Ya verás como te lo pasas bien, Rena, seguro que aprendes muchas cosas... Y me mantienes lejos de la cocina- dijo la humana al ver a su compañera un tanto seria.
- Cualquier cosa antes que dejarte entrar en una cocina... Que seguro que rompes algo.- corroboró la digimon zorruna.

Entonces llegó el demonio con platos con alitas de pollo. Renamon al igual que sus homólogos terrestres sentía una gran afición por las aves, así que reuniendo todo su auto-control evito babear encima de la mesa.
- Huelen estupendamente

Renamon batió tiempo récord al comer alitas, prácticamente devorándolas. Además se metió en su pequeño cuerpo unas quince alitas, tal era la voracidad que ocultaba en su interior, porque a pesar de las buenas maneras y saber estar, era también animal. Y estos instintos la dijeron que la observaban.
- ¿A qué viene tanto mirar? ¿Hay algo de lo que no puedas dejar de observar? - le preguntó de manera cortante, con un leve rubor, detestaba que la miraran cada dos por tres sin venir a cuento.

En cuanto que llegó Aeirmon sirvió un vaso de agua a Aly y otro para ella, y se lo bebió para ocultar un poco esas malas maneras que la habían salido antes. Aly por su parte comió muy poco, desde que murió Labra no soportaba comer carne, le sentaba mal al pensar que antes era de un ser vivo.

- Dejadme a mí recoger los platos, así al menos siento que os ayudo en algo- replicó Aly comenzando a recoger ella también.

Renamon se levantó de la mesa y miro al que ahora sería su profesor.
- ¿Puedo ayudar en algo o te espero en la cocina?- le preguntó seca, pero correcta.

Aly recogió algunos cacharros y se acercó a la charca de agua. Para comenzar a lavar.
- ¿Vienes? ¿O al final tengo que hacerlo todo yo?- dijo soltando una risita.

Al parecer el demonio pelirrojo estaba algo distraido mirando dentro del vaso del agua. A saber lo que se le había perdido allí... Comenzó remojando los cacharros, para seguidamente enjabonar, acalarar y luego secar.

Renamon por su parte miró de manera desafiante a Beelzemon, cuando este la sonrió. Siguiéndole hasta la cocina. Allí el demonio se puso a rebuscar algo.
- Si quieres oír el calificativo de maestro por mi parte sólo si aceptas que te llame Baka- sensei- se estiró para coger la cosa que la acababan de lanzar. Lo miró algo horrorizada, pero se lo puso, a fin de cuentas con las manchas la apariencia tan horrible que tenía quedaría cubierta de manchas- ¿Por dónde comenzamos, Baka- sensei?

Aly miró y señaló los vasos cuando la digimon preguntó por ellos.
- Ahí

Terminó de mojar y comenzó a frotar los platos que tenía a su lado, para inmediatamente volver a sumergirlos en agua para aclararlos.
- Esperemos que se les dé bien la cocina, o sino me temo que nos quedaremos sin merienda- comentó al pensar que teniendo en cuenta que los dos digimons chocaban mucho, podrían empezar a discutir en la cocina. Y entonces... Adiós merienda...

Por su lado Renamon se sonrojó profusamente ante las palabras de Beelzemon. No sabía quién podría estar guapo con ese trozo de tela horroroso, además de que así no conseguiría que hiciera las cosas de mejor manera. No, ni hablar, no era una muñeca que por solo decirle eso ya se olvidaba de todo lo demás, ella no era un objeto, sino alguien que mantendría su opinión.
Se enfadó por eso con el demonio. Sólo era una forma de meterse con ella o bien de degradarla, en cualquier caso le dejaría las cosas claras. Se acercó a él mientras que el demonio buscaba algo que le había preguntado a su compañera. Cubrió sus puños de llamas azuladas y se acercó rápidamente lanzando un puñetazo a la cara del demonio. Teniendo en cuenta que tenía muchos más niveles que ella, tenía que lanzarlo a alguna zona que fuera delicada en cualquier forma.

- Touhakken- anunció su ataque tras realizarlo- Muy infantil por tu parte haberme halagado sólo para molestarme... Y en caso de que lo hicieras de verdad, aunque sea tu alumna eso no significa que puedas ir diciéndome esas cosas. Así que evitate esos comentarios, sensei- esto último lo dijo de manera sarcástica.

Off:
*Touhakken (藤八拳): Sus puños se iluminan con fuego azul, y lanza puñetazos contra el rival

Renamon parpadeó sorprendida por lo que un único puñetazo había hecho, para empezar al demonio se le había caído encima harina. Cubriéndole completamente de blanco, se oyó un ruido de algo golpeando el mueble y un huevo rodó peligrosamente por el borde, hasta que cayó, impactando seguramente en la cabeza del motero. No se podía estar muy seguro por el mero hecho de que la nube de harina evita la visión.

Satisfecha con eso, se acercó a la mininevera y sacó la mantequilla dejándola junto el resto de ingredientes que habían sobrevivido a la caída. En cuanto se aclaró la nube tuvo que echar mano de todo su autocontrol para no estallar en carcajadas. Simplemente apareció una enorme sonrisa en su rostro y miró al digimon demonio con altanería.

Se apoyó contra una de las paredes de piedra de la cueva, para que su "maestro" la dijera qué era lo siguiente que tenía que hacer.

Aly miró cuando Aeirmon comenzó a reírse como una descosida. Empalideció al ver lo que le había ocurrido al motero, Renamon a veces podía ser muy difícil de tratar y a veces sus acciones tenían la buena suerte, o mala según como se mirara, de que acababan enlazando sucesos.
Tragó saliva al ver cómo un aura oscura rodeaba al demonio, y solo pudo desearle suerte a su compañera, porque ahora estaría enfadado, muy enfadado.

Alyria se alejó de la fuente en cuanto que Aeirmon se bañó en ella por tratar de no reírse. Detestaba que la salpicaran repentinamente.
- ¿Necesitas ayuda para salir?- le preguntó al digimon pelirrojo.

Después dirigió su mirada a los dos cocineros, observando cómo Renamon se acercaba con un poco de recelo a Beelzemon. Al parecer el motero tenía algo que decirla. Observó lo que hacia, y antes de que le estrellara el huevo a la digimon zorruna, Aly se quedó lívida.
- El pelaje nooo... - murmuró con la sensación de que lo decía en velocidad lenta.

Sabía muy bien, lo que su digimon le gustaba el magnífico pelo amarillo, y el mimo con el que lo cuidaba.

En cuanto que le estrellaron el huevo en la cabeza unido al azúcar, Renamon se quedó unos segundos en una calma glacial. La misma calma que precede a la tormenta. De repente su figura quedó cubierta por un aura tan oscura y negra que de la digimon lo único que se veían eran sus ojos, ahora rojos (??) (ok, esto quizá no, pero más o menos así te lo ponen en los animes xD) y la cara de un oni japonés tras ella. Tal era el cabreo que tenía.
Habían tocado su preciso y magnífico pelaje para mancharlo de huevo y azúcar; esto no quedaría así.

Se lanzó al cuello de Beelzemon para derribarlo y tirarle al suelo, aunque eso supusiera que se manchara más todavía el pelaje por la harina que cubría el suelo, pero ya eso no la importaba.
- ¡¡¡Cómo osas manchar mi pelaje!!!

Aly observaba algo inquieta la pelea, no le gustaban nada desde que había muerto Labramon. Podía soportar las peleas verbales, o incluso cuando había una parte más violenta que la otra. Pero no soportaba cuando dos personas se enzarzaban en lo que sería un combate más cuerpo a cuerpo.

- Qué más dará la ropa, puedes comprar más- le replicó enfadada también, mientras que era empujada hasta quedar ella debajo, obviamente en términos de fuerza no podía oponerse.- Además aunque tengas el pelo manchado sigues siendo muy guapo... - dijo mucho más bajo, pero aun así audible.

Se sonrojó mucho ante sus palabras, no las había pensado, le habían salido solas. Dejó de tratar de ahogarle, sólo quería irse muuuuy lejos, dado que no entendía por qué había dicho eso. Por suerte para ella Aeirmon separó a Beelzemon de ella con una corriente de aire.
Renamon aprovechó eso para irse corriendo rápidamente de la cueva. Necesitaba pensar y sobre todo lavarse.

Alyria observó como se marchaba el digimon amarillo sin decir nada, sabía que habría ido a algún río a lavarse el pelaje, lleno de huevo, harina y azúcar. Suspiró y se sentó en el suelo, ya volvería más tarde.
- No os preocupéis, ya volverá más adelante. Si quieres te puedo ayudar yo, aunque advierto es que lo más probable es que destruya la cueva... Soy nefasta cocinando

Alyria suspiró de manera queda, esperaba que Renamon no tardara mucho en regresar. Le preocupaba que la digimon amarilla se hubiera molestado realmente por algo y de ahí su huida rápida de la cueva. Aunque lo más lógico es que fuera porque tenía que lavarse, y con tanta gente ahí dentro se sintiera un tanto cohibida.
Se acercó a coger su digihuevo, el cual brilló levemente en cuanto lo abrazó. Quizá con eso quería decir que se alegraba de que volviera a tener la atención de la peliazul. Ella lo acunó con cariño, mientras que se sentaba en el suelo a esperar que todo se calmara.


Rena por su parte se alejó de la cueva, corriendo, al principio sin seguir ninguna dirección estaba demasiado alterada para eso. Pero al poco, se detuvo y respiro varias veces hondo, antes de tratar de recordar por dónde había venido. Si la cueva tenía agua, eso significaba que por algún lugar cerca debería haber algún río o laguna en la que pudiera quitarse toda la porquería de su precioso pelo.
Caminó durante un buen rato, hasta que sus oídos captaron el rumor del agua. Se acercó hacia la fuente del sonido, descubriendo así un río. Se tiro directamente al agua, mientras que frotaba todo su pelo enérgicamente, pero con cuidado.
- Estúpido- murmuró al encontrar partes del pelaje pegadas por culpa del huevo y harina que se había mezclado.

Mientras que se lavaba pensaba que quizá se había tomado demasiado mal el halago del motero. Debería ser más calmada para que no hubiera tantos problemas la próxima vez. Y sobre todo, tendría que disculparse con él.

Aly observó cocinar a Beelzemon, aunque sin demasiadas ganas, acababa de comer, así que no le era imprescindible un sustento hasta dentro de unas horas. Parecía estar disgustado, y otra cosa que le hacía fruncir el ceño, cómo si le molestara. La chica suspiró, esperaba que Rena fuera a disculparse.
Observó a Aiermon mientras que se secaba el pelo.

- Yo diría que los dos son como niños pequeños.- se rió levemente.

Mientras Renamon, había terminado ya de lavarse y se estaba secando con el Sol de la tarde (?). Suspiró contrariada, pero sabía que tenía que disculparse con el demonio. Desde que le había visto se había encontrado con mucha carga dentro de ella, dado que chocaban a la hora de pensar, pero con la misma cabezonería. Ninguno daba su brazo a torcer.

Se levantó, sacudiéndose un poco y después se alisó el pelo que se hubiera quedado encrespado por el movimiento. Y regresó a la cueva lentamente, dando un paseo. Disfrutando del bosque.

Aly se quedó mirando a la entrada de la cueva, para saber en qué momento volvían a entrar los dos digimons, pero por ella también se colaba un resquicio de Sol.
- Eso parece... - contestó en voz baja, por si Aeirmon quería dormir.
Se estiró sin moverse del sitio, con cuidado para no tirar el huevo, que se apoyaba en sus piernas. Se estaba muy relajado ahora que no había nadie gritándose.


Rena continuó con su paseo de vuelta a la cueva. Distraída como iba en sus pensamientos, no percibió el sonido de unas pisadas que se iban acercando hacia el río, y hacia ella.
¿Qué le diría al demonio para disculparse? No lo sabía, no quería dar la sensación de que su perdón fuera muy importante para ella, porque no lo era. Pero a la vez tampoco quería ir despreocupada, porque aunque no lo reconociera a simple vista, sabía que había reaccionado muy mal a a las palabras del motero.
Suspiró y paseó su vista por el suelo cubierto de hojas y ramas del bosque.

El sonido la sobresaltó, haciéndola salir de sus pensamientos.

- ¿Quién...?- saltó dándose la vuelta, mientras que adoptaba una pose defensiva.- Ah... Eres tú...

Se quedó un poco bloqueada, por los nervios, no esperaba encontrarlo tan pronto. Además de que se sentía incómoda por las cosas que había soltado así de repente. Se frotó el brazo derecho con la mano izquierda, cogió aire y se disculpó, haciendo la típica reverencia oriental.
- Siento mi comportamiento de antes, estaba muy tensa y por eso me he comportado con brusquedad

Trató de evitar pensar en lo que había dicho antes, cuando estaba enfadada. Ella fingiría que no había pasado nada... Esperaba que él también lo olvidara.

Se quedó momentáneamente confundida, a menos que cuando no estuviera su maestra se comportaba de manera diferente, o era otro Beelzemon, a saber con las caras siempre ocultas con el casco no se sabía si eran el mismo o uno diferente.
- Me equivoqué de persona, así que no eres tú con el que me disculpaba- respondió soltando un bufido.

Al parecer el egocentrismo era algo propio de la especie de digimon. Se cruzó de brazos cuando le colocó el cañón en la frente, tratando de demostrar una seguridad que estaba lejos de tener. Pero fingirla al menos tenía algo más digno que ponerse a llorar. Además el destino no podía ser tan cruel con Alyria al quitarle los dos digimons, ¿qué había de justo en eso? La peliazul era una buena persona, no merecía sólo sufrimiento.

Miró con atención los dedos, al mínimo movimiento ella se agacharía, era arriesgado, pero era una forma de evitar el disparo por unas décimas de segundo. Después evolucionaría y se marcharía de allí volando.

Oyó el ruido que hacían las pistolas al dispararse... Juraría que el Beelzemon no había movido ni un dedo, además de que no notaba que sus datos se disgregaran.
Confusa y algo pálida por el susto no se enteró bien de lo que había pasado. Sólo observó que el "amable" digimon se dispersaba en datos que iban a parar a otro Beelzemon. Si esto no era un infierno con el castigo de ver a ese digimon continuamente, no sabía qué era.

No dijo nada, estaba aún en un cierto shock y tardaría unos minutos en recobrar la normalidad.

Renamon parpadeó al notar una mano frente a su cara. Miró a su salvador en silencio, mientras que este hablaba. No entendía del todo lo que decía, pero se quedó con lo último: Se estaba disculpando con ella. Aunque al hacerlo se sonrojó, quizás le incomodaba tener que hacerlo.

Sonrió de manera real, sin contenerse, dado que estaba en shock aún y eso era difícil de contener. No era una sonrisa maligna ni nada de eso, solo era de felicidad.

- La que debe disculparse soy yo- dijo con voz suave- Siento haber reaccionado así a tus palabras, es que estaba algo tensa. Gumen... y arigato por salvarme...

Quizá el demonio no fuera tan malo como pensaba... Sólo que era muy cabezota y orgulloso, como ella.

Ella asintió al ver que el digimon parecía conforme con su disculpa, aunque a decir verdad notaba la situación un tanto incómoda, dado que los dos hacía apenas dos minutos se odiaban... Y ahora, bueno, digamos que se llevaban bien.
- Me alegro de que pudieras terminar el pastel, o lo que quiera que estés haciendo

La digimon comenzó a seguirle, lo cierto es que desde el ataque no tenía muchas ganas de continuar estando fuera. Con digimons campeones podía con relativa facilidad... En niveles superiores ya era más complicado. Así que, no quería quedarse sola... En cierto sentido se sentía segura con Beelzemon a su lado.
Sacudió la cabeza para evitar pensar en esas cosas que le eran tan confusas y pasó a hablar de otras cosas que veía más claramente.

- Eres muy fuerte... Pensé que con eso de que te pudiera dar con relativa facilidad es que eras débil... Pero ahora veo que en realidad más bien era que no me considerabas una amenaza y por eso no me tenías vigilada- dijo lo primero que se la vino a la mente.

Rena asintió en silencio, llegando ya a la cueva. Lo cierto es que no tenía hambre.
- Para decir que tienes la misma fuerza, acabas de matar a otro mega de un solo ataque.

Alyria les esperaba canturreándole al huevo, como si fuera un bebé que tuviera que despertar, aunque en este caso era preferente que se despertara.
- Bienvenidos- les sonrió desde el suelo.- ¿Qué tal el paseo?
- Bien- respondió la digimon de manera un tanto cortante.

Después se dirigió junto su compañera y se sentó a su lado, mientras que observaba el huevo. Su hermano había muerto contra un mega malvado porque este tenía una deuda con él, pero sin duda alguna había protegido a Aly... Ojalá ella pudiera demostrar su valía en una situación así.

Aly sonrió de manera traviesa, igual que un niño cuando sabe que va a hacer algo divertido, pero que no les gusta a sus padres. En este caso los que serían los padres eran Renamon y Beelzemon.
- Vaaaya, así que ha estado bien. Que sorpresa, teniendo en cuenta que os lleváis bastante mal pensé que os mataríais a medio camino a la cueva. Pero ya veo que debió suceder algo que hizo que os unierais muchos más... ¿Exactamente cuanto? ¿Entonces ya sois pareja?

Sabía que la respuesta era que no, pero le encantaba molestarles. Lo cierto es que para ella los dos digimons tenían muchas cosas en común, el problema radicaba en que cada uno pensaba una cosa diferente, lo cual les hacía chocar.

Renamon miró a su humana sobresaltada, mientras que se ruborizaba por sus palabras. Para ellos dos era imposible llevarse bien, ya lo habían demostrado antes.
- ¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Yo con ese? Jamás

Aly se rió de la contestación que dio su compañera.

Aly empezó a reírse sin poder contenerse tras la respuesta de Beelzemon. Al parecer había dejado confuso al digimon mega. Renamon por su parte seguía bastante sonrojada, y miraba a cualquier lugar menos a Beelze.

El motero se levantó, en apariencia bastante molesto, lo cual se ganó más risitas por parte de Aly.
- Creo que... Jijiiji... Le ha moles... Jiji... Tado eso que has dicho- dijo en un susurro sólo para Rena.
- ¡Me da igual que se moleste!- el sonrojo se hizo mayor - Ves, no le intereso- añadió al oír al digimon mega.

A pesar de decirlo como si fuera una muestra objetiva de que en realidad no tenían futuro, algo se sintió pesado en su pecho, mucho.
- Claro, claro- La peliazul dejó de reírse - Pero haríais buena pareja

Renamon frunció el ceño y entrecerró sus ojos azules.
- ¿Qué quieres decir con eso?

Aly solo sonrió enigmáticamente.
- Naaaada- respondió como si fuera una niña pequeña.

Entonces algo le llamó la atención, parecía que Aeirmon tenía una pesadilla o un sueño bastante movido dado que la respiración aumentó de ritmo. Fue a levantarse, pero el huevo brilló con intensidad y vibró en sus manos. No era como cuando lo hacía normalmente, porque en esas ocasiones era solo uno de los dos sucesos al mismo tiempo, y por ahora duraban.
- ¿Crees que se abrirá?
- Eso espero- respondió la peliazul con los ojos brillantes por la emoción de volver a recuperar a su primer digimon.

Sin embargo el huevo no se abriría aún, el inquilino aún no se había recuperado del todo. Pero incluso en ese estado sabía quienes eran los acompañantes de sus compañeras, y le gustaba que aquella que le había dejado en ese lamentable estado sufriera. Puede que no pudiera hacer nada en el mundo real, pero sí que podía atacarla desde el subconsciente.

El huevo dejó de brillar, pero continuo vibrando a intervalos regulares como si fuera un corazón. Aly suspiró algo decepcionada.
- Al parecer nada... - dijo en un sollozo ahogado.

Se había ilusionado, pero al final no había ocurrido nada. La lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Renamon, alarmada por esto, rompió su habitual incapacidad para dar muestras de cariño y abrazó a su tamer. Suspiró, esperaba que su onii-san despertara pronto.

El huevo volvió a su estado de dormido, esperando recuperarse. La última actuación le había dejado algo agotado. Pero había cumplido su objetivo, obligar a la pelirroja a sufrir por sus errores.

Renamon miró hacia Aeirmon mientras que esta gritaba. Al parecer debía haber tenido una pesadilla, sin embargo no se movió, Aly seguía abrazada a ella. Una pequeña punzada de algo desconocida para ella surgió en su pecho, al ver cómo el motero se preocupaba por la recién levantada. Sin embargo se apagó tan rápido como había venido, si no se entendía algo era fácil que desapareciera.

La humana estando sumida en su propia depresión no se enteró de que el digimon alado se despertaba gritando, cubierta de sudor y con la respiración alterada. Tras unos cuantos segundos más de enterrar el rostro en el pelaje de Renamon, finalmente se quedó sin lágrimas para llorar más. Lo cierto es que llorando todas las noches hasta quedarse dormida, no tenía mucho que llorar a lo largo del día, aunque siempre tenía ganas de hacerlo.
- ¿Ya estas mejor?- preguntó el digimon zorruno con preocupación.
- Sí... No te preocupes

Aly se limpió los regueros que habían dejado las lágrimas en sus mejillas, para tratar de aparentar normalidad, pero sus ojos estaban rojos e hinchados.

Renamon siguió con la mirada a Aeirmon, que se lavó la cara. Y después se acercó a la salida, seguida de Beelzemon. Ella le contestó que necesitaba estar sola y salió de la cueva. En cuanto lo hizo el motero se fijo en el estado de Alyria.
- No pasa nada, tonterías mías- respondió sonriendo para tratar de calmarle.

Sin embargo sus brazos se cerraron alrededor del huevo con más fuerza. No sabía todo lo que necesitaba que estuviera allí su perro del alma. Decidió retirar la atención sobre ella de otra manera.
- ¿No parece que huele a quemado?

Señaló al horno, lo cierto es que no olía nada, pero al menos así haría que el demonio se distrajera.

La tactica funciono y Beelzemon fue a mirar el horno. Renamon enarco una ceja y miro a su tamer, no olia a quemado para nada... Pero quiza era una forma de que el motero dejara de preguntar. Se estiro ligeramente, dado que se encontraba algo entumecida.

- Aeir estara bien? - pregunto preocupada- No, no quiero- nego a lo de si queria brownie.

Rena tambien nego con la cabeza.

Aly asintió a las palabras del motero. Obviamente tenía que ser fuerte en lo que el ámbito físico decía, pero el psicológico era otra cosa. Aún así se alegraba de que no la pasara nada.
- Bueno, entonces bien por ella... No todos podemos decir lo mismo... Yo apenas consigo mantenerme a flote con los problemas.- dijo con una sonrisa cansada.

Ella había perdido gran parte de su alegría, la cual siempre había sido su fuerza. Sin ella regresaría a ser una niña llorona que era incapaz de hacer nada por si misma, debido a su falta de confianza.
No escuchó a Beelzemon cuando volvió a preguntar por el brownie, estaba demasiado inmersa en sus pensamientos.
- No, gracias. Aún sigo haciendo la digestión... Además las cosas dulces no me gustan demasiado.- le respondió Rena, quizá un poco a la defensiva. Pero se encontraba molesta en ese momento.


El agua comenzó a caer por la abertura del techo, y algo le indicaba a Renamon que esa tormenta no era del todo normal. Se había aproximado demasiado rápido, y eso sólo podía significar que sería muy violenta. Tampoco había sido provocada por un digimon de nivel superior, puesto que se hubiera notado su energía.
- Será mejor que no salgamos- dijo para sí misma, aunque en voz alta.

Y llegó Aeirmon, cuyo cuerpo comenzó a brillar y envolverse en corrientes de aire. Dejando a la vista una humana con el pelo rojo, de ojos grises. Alguien a quien Alyria conocía muy bien. La peliazul se puso de pie demasiado rápido, mareándose, y su expresión normalmente tranquila o amable se tornó llena de furia e indignación.
- ¿Qué querías ver? ¿Cómo me has destrozado mi vida? ¿Cómo he de retorcerme de dolor? Pensaba al menos que me dejarías en paz. Pero nooo, obviamente es mejor destrozar mi vida ya rota. - escupió casi con furia al ver a aquella que le había arrebatado a su compañero.

Rena parpadeó sorprendida hasta que entendió las palabras de Aly... Frunció el ceño. Aunque tuviera que dar su vida, ella protegería a la humana de pelos azules. El d-3 se iluminó a causa de la resolución de Renamon a proteger a Alyria.
- Renamon digievoluciona a... Kyubimon

Su apariencia ahora era la de un zorro amarillo con nueve colas. Se colocó delante de su tamer para defenderla, pero Alyria sabiendo que no podría hacer nada y negándose a perder otro compañero, salió velozmente de la cueva, pasando al lado de Zayyn.
- Como siempre te sobreestimo, pensando que puedes ser buena persona - murmuró al pasar a su lado y salir de la cueva.

Los elementos la recibieron alterados, pero aún era poco el movimiento que hacían... En unos minutos llegarían los verdaderos vientos, capaces de arrancar árboles de cuajo.

Kyubimon siguió a su compañera al ver que se escapaba por la entrada de la cueva, enseñandoles los dientes a Beelze y sobre todo a Zayyn.

Alyria bufó de indignación ante las palabras de la pelirroja. No parecía arrepentida, sino que se mostraba arrogante, como siempre. Obviamente si hubiera habido alguna falla en su personalidad quizá sí se hubiera compadecido, pero sólo le había pedido perdón una vez, y sólo cuando se dió cuenta de sus actos. Ella no quería una disculpa para volver a la normalidad, no, Alyria quería que Zayyn de verdad se arrepintiera de haber matado a su compañero, por el mero hecho de ser un ente con sentimientos, un ser vivo como ella.

Se sentía furiosa y enfadada como nunca en su vida. Y en esta ocasión no había nadie que la calmara. Sólo Labra sabía cómo hacerlo y eso era por los años que habían pasado juntos.

Se rió mientras que la lluvia y el aire la golpeaban. Una risa llena de amargura y desdén algo que en ella era antinatural, pero ya estaba harta. Muy harta. Desde pequeña la habían tratado mal, cuando pensaba que le acababa de ocurrir algo bueno, llegaba otro que le jodia la vida... Hasta que conoció a Labra, sin él probablemente hubiera llegado a suicidarse, dado que no le importaba a nadie, y había gente que la preferia muerta. Pero con él a su lado se había sentido apreciada por alguien, aunque muchas veces los dos discutieran.

- Soy una maldita humana incapaz de hacer nada contra esta tormenta, pero creeme, si no fuera porque tengo que seguir viva para cuidarles- señaló a Kyubimon y al huevo entre sus brazos- me habría ido, aunque el viento me cortara la piel a tiras. Además, no esperes que te perdone, ¿de verdad estás arrepentida? Porque no lo parece. Y no me sobreestimaste, más bien subestimaste que yo no pudiera enfadarme y que fuera egoísta, que no me molestara odiar

Decir esas cosas la estaba ayudando mucho, desde hacía años había almacenado esos sentimientos y ahora por fin salían dejando a la luz el lado que Alyria más temía de si misma. Alguien que odiaba, que podía llegar a ser cruel a la hora de hablar con los demás. Casi como si un alter ego se tratase, pero en el fondo era ella misma.

Kyubimon miró sorprendida a su tamer, notaba cómo la energía que emanaba de la humana no era buena para nada. De haber sido un digimon probablemente representara su dark mode.
La chica de pelo azul se encaminó a la cueva unos metros por detrás de la pelirroja, aún furiosa. Notaba tanta energía que tenía que descargarla de alguna manera, o sentir otra cosa que no fuera eso. Así que hizo lo más simple para liberar energía y poder sentir otra cosa. Golpeó con fuerza una de las paredes de la cueva.

No le importó el dolor que le llegaba de los dedos, probablemente se hubiera luxado alguno. Ahora se sentía más relajada.

Se sentó en el extremo más alejado de la cueva, seguida de una preocupada Kyubimon. La cual se tumbó al lado de su tamer, colocando la cabeza en su regazo.
La chica de pelo azul por automatismo comenzó a acariciarle entre las orejas. Miró a Beelzemon.

- Imagino que serás Imp, ¿verdad? Enhorabuena por conseguir el nivel Mega. - lo dijo sinceramente.

Impmon no había tenido nada que ver con Zayyn, por lo que iba a tratar de aparentar normalidad con él, al menos mientras que estuvieran en la cueva. Pero eso sí, Zayyn acababa de abrir la caja de Pandora, y ahora la oscuridad que almacenaba el corazón de Alyria en secreto iba envenenando poco a poco el buen hacer de la chica.

Alyria alzó la mirada, volviéndola fría al mirar a Zayyn. Pero las palabras que dijo la pelirroja la hicieron sentir sucia. Una mala persona, alguien que no merecía hablar con las demás personas.

- ¿Así que tengo que dejar de ser la buena de Alyria para que tú decidas volver a disculparte? - suspiró apenada por Zayyn- Pero aún así ¿qué daño te hizo Labramon? Empezaste tu, además diciéndole directamente que no querías que hubiera nacido. Él sólo insinuó que era algo que te decían siempre. Sigue sin parecerme un motivo para matar a alguien. Sólo te excusas en que ahora revivirá, pero ¿y si los digimons no volvieran a nacer?

Quizás con esas preguntas entendiera que no era tan fácil que recibiera perdón por parte de Aly, pero le daría una pequeña esperanza. Dado que la pelirroja tendía al parecer a tirarse a la oscuridad.
- Pero, si Labra continua siendo el mismo, y tú vuelves a pedirme perdón entonces. Te perdonaré, dado que todo se ha solucionado. Pero has de cumplir esas dos condiciones. Si quieres, llámalo penitencia.

Las dos chicas, Kyubimon, aún en su forma de campeón (dado que se negaba a dejar a su humana tan desprotegida) y la humana miraron al motero convertirse en una especie de niño disfrazado de morado.
Kyu no pudo evitar pensar que de esa forma perdía todo el aura de peligro y misterio que le rodeaba habitualmente. Pero le parecía más mono, achuchable como un peluche.