Un deseo para volver a ser como antes.

Desde hacía tiempo las cosas no iban como Natasha quería, se sentía más perdida que nunca en el mundo, no importaba a qué lugar se dirigiese. Había probado a perderse en mitad de los desiertos helados de la Antártida, pero la soledad no le había traido paz. Lo había intentado siendo una más en las metrópolis más ocupadas del mundo y tampoco había encontrado consuelo entre otras personas. Había probado en pueblos, una combinación de ambas y no. En lugares donde había que ayudar tras una catástrofe y, aunque había sido lo más satisfactorio de todo, tampoco la había servido de nada.
Deambulaba por el mundo como un prototipo de alma en pena. Solo se mantenía viva porque tampoco encontraba motivación alguna en morir. No había nada en el mundo que la llamase la atención, todo parecía gris y banal.

Solo en los sueños encontraba un objetivo. Pero era algo imposible... ¿Cuánto hacía que había abandonado a su antiguo dispositivo en el volcán? ¿Segundos? ¿Días? ¿Siglos? No tenía ni idea, pero lo notaba como una eternidad. Mucho tiempo había pasado desde que había abandonado su vida pasada por Zayyn y mucho tiempo había pasado desde que la dejó. Pero en ningún momento los sueños con el templo de las estrellas se habían detenido. Ese lugar donde volvía a ver a la hiriente, pero siempre correcta Selenemon, a la bruta y extremadamente sincera Heliamon y a la elegante y correcta, pero mortífera de Eosmon. Incluso en algunos sueños había podido ver la apacible figura de otra fémina, pero de la cual, desconocía completamente su nombre. Lo único que recordaba era la paz que emanaba, así como el poder latiente.

La rusa dejó escapar un suspiro entre sus labios, mientras que miraba las estrellas del cielo nocturno, recordando con una amarga sensación en el pecho su pasado. Ser biohibrida había sido una decisión que creyó correcta en su momento, pero que no había hecho más que desencadenar en grandes errores en su vida. Ojala pudiese volver atrás en el tiempo y recuperar su humanidad, así como a sus espíritus. Que podían ser cargantes, pero eran compañía.

- Desearía poder volver a ser humana- suspiró finalmente a la brisa nocturna que corría en esos momentos en la azotea de un edificio en la capital rusa.

Peculiarmente, en ese momento le dio un tremendo sueño, tanto, que no pudo evitar caer rendida sobre el suelo. Comenzando a roncar suavemente.
Pero no solo eso pasó, sino que un portal se abrió bajo ella. Pero no era un portal normal y corriente, como esos que de vez en cuando se abrían entre el mundo humano y el digital; este tenía un aspecto más nebuloso, casi como si no estuviese allí, como si fuese la sombra de un sueño...

El tiempo había pasado sin que ella tuviese conciencia de ello. No podría haberlo tenido a pesar de haber querido, porque estaba dormida. Y también porque no estaba en un mundo normal. Todo en él parecía alterado, deformado por lineas que quebraban su linealidad, pero a pesar de ello, no mareaba. Solo era extraño.

- Umph... - musitó la chica cuando comenzó a despertar -. ¿Qué hora es?- preguntó para sí misma, mientras que se tallaba los ojos antes de estirarse.

Sin embargo, al abrir sus orbes, supo rápidamente que algo raro había pasado. Todos sus instintos se activaron alerta de lo que podía haber a su alrededor. Pero salvo un sitio que seguro que no era la tierra ni ningún lugar del mundo digital, no tenía ni la menor idea de dónde estaba.

- Chert!- maldijo en ruso al ver la situación, no estaba de humor para investigar esas cosas, tenía un horario muy apretado de cuestionarse su propia existencia en el mundo -. Espero que esto no sea obra de nadie... No tengo ganas de andar jugando a ver quién intenta putearme ahora.

Con un gruñido que entremezclaba frustración con rabia, se puso de pie. Sacudió sus ropas y comenzó a caminar sin tener muy claro hacia donde se dirigía o qué hora era. No había Sol ni Luna, ni tan siquiera estrellas con las que poder tener una mínima pista. Casi parecía más estar viviendo el sueño de un loco o un adicto a las drogas.

traducciones:

El páramo frente a sus ojos parecía no cambiar ni un mísero ápice. Ni siquiera tenía una idea de cuánto había estado caminando, solo que no parecía tener final. Ni siquiera parecía que se acercaba a las rayas negras que recorrían el aire, aunuqe, por suerte, superaba las rocas, las "plantas" y otras cosas. Para que luego volviesen a aparecer más adelante, la verdad, parecía que estaba dando vueltas en círculos todo el rato.

- ¡Desisto! Esto no me lleva a ningún lado- se quejó levantando polvo del suelo, tras una patada al aire.

Pero pronto tuvo una distracción que no era frustrarse por no tener la menor idea de salir de ahí: Un dragón enorme -quizás no era el más grande del mundo, pero era por mucho más grande que un humano - de colores oscuros avanzaba hacia ella. La rubia se colocó en una posición defensiva, por si tenía que esquivar un ataque. Dudaba mucho poder ser más rápida en evolucionar que ese reptil.
Pero una elegante voz masculina la hizo bajar sus orbes celestes del digimon hasta un hombre de cabellos negros, complexión delgada y más ropa negra. Suerte que su piel era clara y hacía contraste entre tanto negro.

- Supongo que la pregunta es buena, pero yo tampoco conozco la respuesta. Me desperté aquí.- respondió la joven, relajándose. Aunque seguía sin fiarse del reptil, por lo menos parecía tener un humano que prefería hablar, así que, de momento podía considerarse a salvo de batallar -. Por cierto, soy Natasha - se presentó para tratar de amenizar el ambiente -. ¿Vosotros cómo habéis llegado a esta... Dimensión? Lo cierto es que no sabría cómo definirlo bien. Da igual todo lo que camines hacia cualquier lado, no llegas a ningún lugar e, incluso, parece que acabas dando vueltas en círculos- explicó, ceder un poco de información daba pie a "confiar" en el otro. Y en este caso de situaciones lo mejor que se podía hacer era decir todo, para ver si entre los dos llegaban a una solución para salir de ahí.

No tenía ni la menor gana de quedarse ahí para siempre y esperaba que lo que dijese el chico de cabellos negros le diese alguna pista para salir de ese lugar.

Natasha se tensó ligeramente cuando la dragona se tumbó, en realidad, cualquier movimiento que hiciera la pondría en ese estado. No le apetecía tener que pelear y huir en ese lugar era un imposible. Pero en cuanto volvió a quedarse quieta, y que el chico presentara a ambos, se tranquilizó. En principio, no iban a atacarla.

- Encantada de conoceros. Aunque... - miró a la dragona -. Me resulta curioso que un digimon que suele estar más relacionado con los zorros se vuelva un dragón. Pero el mundo digital tampoco es que se rija por la mejor de las lógicas, ¿desde cuándo un gato puede volverse un ángel? - podía hablar mucho, pero es que no quería que por un sincero comentario que se le había ocurrido, se molestasen con ella. Así que, mejor decir mucho. Es algo que le pasaba habitualmente, sobre todo, si no entendía lo que la rodeaba y se encontraba con otra persona no hostil.

Sin embargo, el ceño fruncido del chico de repente -además de la ligera inclinación de su cabeza, como si oyese una voz - le indicó a Natasha más cosas de lo que podrían parecer. En su caso no era nada normal que el digimon hablase, digamos, que ambas partes de ella eran lo mismo y por tanto, no podían "conversar". Pero en el caso de Zayyn, sabía que muchas veces podía hablar con su forma Mega, así que, por eso supuso que Luka debía ser un biohíbrido como ella. Era eso o estaba chalado, cosa que podía ser un poco peor, recordaba haber visto un programa que iba sobre enfermedades mentales y los que oían voces podían resultar muy peligrosos para los que les rodeaban.

Sacudió suavemente la cabeza, haciendo que sus largos cabellos imitaran el movimiento, para centrarse en las palabras que el de cabellos oscuros estaba diciendo.

- Es lo malo de los portales, a veces te llevan al sitio equivocado - acababa de recordar el laberinto en el que cayó junto con la pelirroja, donde obtuvo a su espíritu digital: Selenemon. De no haber sido por ese "error", podría haber acabado muerta a manos de la otra mujer -. ¿Segundo camarada?- preguntó confundida, quizás se había adelantado a decir que quizás Luka era un bio; nunca había tenido un compañero digital, pero sabía que había algunos dispositivos que permitían transportarlos. Quizás dentro de eso, solo podían hablar con su humano -. Vaya que tienes suerte, yo nunca he tenido un compañero... - siempre que salía el tema, no podía evitar apenarse. Era una muchacha que odiaba estar sola, pero que por vicisitudes del destino, siempre acababa sola.- Ejem... Disculpa por eso. Ya me centro. - se disculpó y terminó de escuchar lo que tenía que decir sobre esa dimensión -. ¿Cualquier cosa? ¿En serio?- se entusiasmó por la noticia.

Entonces, podría pedir cualquier cosa que quisiese y lo tendría al instante. ¡Eso era genial! Pero... ¡Espera! Siempre que había deseos de por medio, había algo que pagar a cambio, o había al menos unas condiciones.

- ¿Sabes si hay que cumplir algún requisito? Es habitual en los cuentos que cuando tienes deseos, los pagas a cambio de otra cosa. O simplemente tienen un límite. ¿Sabe algo más tu compañero?

La rubia tenía demasiadas cosas que pedir, pero si tuviese que elegir unos pocos, entonces tendría que pensárselo muy bien. Escoger deseos era algo serio, ya que hasta dentro de mucho tiempo no podría conseguir los demás. Pero si eran ilimitados, entonces podría ser feliz del todo: No más sufrir, decirle adios a la soledad, recuperar a sus espíritus y tener finalmente un compañero digital. Aparte de otros deseos más absurdos como vodka ilimitado para toda la vida.

La rubia asintió ligeramente, así que, Luka era como Zayyn, podía hablar con su lado híbrido. Eso no era del todo bueno, ya que por lo que había aprendido Natasha, el que la pelirroja pudiese hablar con Aeirmon era debido a que no estaba mentalmente cuerda. Es decir, había sido una especie de "subproducto" mental de su inestabilidad pasada, y que ahora le era imposible deshacerse de él. O esa era su percepción del asunto.
Bueno, mientras que no le diese la vena psicópata al chico, estaría bien todo.

Sin embargo, por las caras - de la dragona y el humano- que pusieron, ninguno de los dos parecía tener respuesta a sus preguntas. Y el lado bio del chico mostraba mutismo, ya que él no pareció escuchar nada en esta ocasión. Puff... Eso podía ser un engorro. ¿Y si moría alguien querido? ¿Y si ocurría cualquier desgracia? Al menos, el punto bueno en el caso de Natasha era que no tenía a nadie cercano. Así que, al menos no moriría nadie querido. Pero eso no quitaba que en el futuro alguien importante acabase muriendo... Eso definitivamente la haría huir de los demás para siempre. Y en cierto sentido, sería un pago demasiado alto para ella, que odiaba la soledad.

No pudo seguir agobiándose, ya que, delante de sus ojos, apareció un digi-huevo. Sí, así, sin más. Un segundo antes no había más que polvo y al siguiente había una futura cría de digimon. La muchacha parpadeó confusa, cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir por si era una ilusión. Pero no, ahí seguía.

- Esta dimensión es rara... - musitó antes de que la dragona explicase el motivo de la aparición del digihuevo, aunque la historia no tenía nada de bonita, desde luego-. Oh, vaya... Me alegra que hayas recuperado a uno de tus bebés- comentó con una dulce sonrisa en el rostro, no había cosa que le gustase más a la rubia que los asuntos familiares saliesen bien... Si no fuese porque se lo habían soltado de sopetón, seguramente se habría emocionado hasta el punto de llorar-. Sí, parece que no hay que cumplir ningún requisito...

La rubia cortó repentinamente sus palabras, porque de repente, una voz se dejó oir en su cabeza. Una voz que le era conocida, pero al mismo tiempo, completamente desconocida.

<< Recuerda, querida niña, que solo es un deseo. Esa es la condición, una vez escojas no hay vuelta atrás. No a todos los seres se les concede esta oportunidad~ Pero te ayudaré un poco >> la pacífica voz de mujer gorgojeó una risa, suave y calmada como el tono, pero a la vez sumamente alegre. << ¿Quieres desear cualquier tontería para que luego tu nueva identidad lo estropeé? ¿O quieres volver a esa época en la que aún tu corazón no había sido corrompido y tenías a gente que se preocupaba por ti? >>

No hizo falta que la voz añadiese nada más. Sabía bien qué es lo que decía... Desde que se había convertido en bio, todo había ido cuesta abajo. Incluso el motivo por el que cambiar su especie, con la que estaba feliz, había resultado inútil. Ella lo había dado todo, pero no habían sabido verlo e, incluso, lo había desperdiciado...
Los ojos de la rubia, que se habían mantenido clavado en el suelo, con un enorme mutismo, se alzaron llenos de determinación. Miró a Luka y decidió informarle de lo que le había dicho la voz, no fuese a equivocarse en su deseo al pensar que tenía ilimitados.

- Alguien me ha dicho, y no, no es mi parte digimon, que solo tenemos un deseo. Así que, hay que ser cuidadosos al escoger... No creo que me estuviesen engañando, sonaba muy fiable- no sabía por qué pero era cierto. Esa calmada voz trasmitía sabiduría y algo similar al cariño. Cualquiera que la escuchase no dudaría de ello -. Ya tengo pensado lo que voy a desear... Espero que todo salga bien

Y dicho eso, sacó el dispositivo de bio, que dejó en la palma de su mano. Cerró los ojos y respiró hondo, concentrándose en lo que quería desear.

<< Ya era hora, nos has tenido demasiado tiempo esperando. Creí que me iban a salir canas >> una voz sumamente conocida la hizo esbozar una mínima sonrisa. A pesar de la "frialdad" de las palabras, Selene no era mala, solo demasiado responsable y mandona.

<< ¡Por fin! Me aburría con tanta lava, ¡quiero destrozar algunas cosas! Enhorabuena por tomar la decisión correcta, pollito. >> y ya con esas palabras, la sonrisa se asentó firmemente en el rostro de la rusa. Helia, bruta como ella sola y muy adicta a la batalla, pero una gran confidente.

Y con esos "animos", simplemente dejó que el deseo fluyese y se hiciera realidad. El dispositivo en sus manos cambió, pasando a ser un D-Scan. Pero eso no fue lo único, ya que también el ADN digital de su cuerpo se perdió. Ya no era más un híbrido, era una humana con todas las letras.

dispositivo:

En cuanto Natasha volvió del pequeño trance durante el deseo observó que algunas cosas habían cambiado, por ejemplo, que la dragona ahora era una Sakuyamon con una enorme y esplendorosa sonrisa maternal. La rubia parpadeó ligeramente deshubicada sin entender qué es lo que había pasado.

<< Ufff, ¡machos! Siempre destrozando las puestas ajenas, como se nota que ellos no ponen los huevos >> La voz de Helia la confundió ligeramente, no entendía de qué hablaba.
<< ¡Ay! Ya se me olvidaba que tienes una mente sencilla... La digimon nos ha explicado el motivo por el que se quedó sin huevo. Y bueno, se ha presentado. Tienes suerte, tiene el mismo nombre que mi forma digital: Selene. >> Un rápido análisis por parte de mi luna fue lo que me ayudó a entender la situación.

- Un placer, Selene. Tienes un nombre bonito, de hecho, mi espíritu humano tiene el nombre de Selenemon, es una curiosa casualidad- comentó divertida la rubia.

Mientras que ella hablaba con la Sakuyamon, un suave brillo rodeó a Luka, dejando a la vista ahora a dos entidades, el chico como tal y un enorme lobo negro de ojos dorados, así como algunos detalles en su pelaje. Si no fuera porque sus palabras se mostraron amistosas, las chicas se hubiese asustado. A fin de cuentas, imponía mucho y con ese color parecía que iba a ser malvado.

- Azrael, supongo. Es genial verte- dijo finalmente, no quería ser maleducada con él-. ¡Vaya! Eres el primero que veo que va a tener tres digimons. ¡Eso es sorprendente!

Pero enseguida, Luka repitió la pregunta -de la que no se había enterado Natasha- lo que dejó a la chica pensativa. Cierto... Si sólo tenían un deseo, cómo podían ahora volver a su hogar. Ella ya había gastado el suyo en volver a su estado anterior, y no era tan egoísta como para quitar a Selene y Luka los suyos, a fin de cuentas, habían pedido no estar solos. Casi el suyo era el más prescindible, salvo porque, aunque sus espíritus no fuesen corpóreos, eran otras personas con las que compartir tiempo.

- Quizás si damos vueltas por aquí encontraremos algo... - un rápido y poderoso dolor de cabeza la asaltó, cortando cualquier otra cosa que quisiese decir. Una gigantesca cantidad de datos rodeó su cuerpo, consumiendo esa delicada forma humana para dar paso a una digimon.

Aunque a primera vista -cuando se retiraron los datos - la figura aún se veía bastante humana. Solo sus ojos de un profundo color morado demostraban que no tenía nada de humanidad, ya que había una portentosa cantidad de conocimientos encerrados en ellos. Los cabellos eran ahora de un rubio mucho más desvaído que cuando era Natasha, pero increíblemente más largos; era un poco más alta, igualando la altura de la Sakuyamon. Como ropaje llevaba una elegante armadura morada, de la que salían los pliegues de un suave vestido rosado, sus zapatos quedaban ocultos por la falda. A la espalda dos pequeñas protuberancias blanquecinas, parecían las alas de un insecto, pero eso no era más que un detalle dela armadura. Entre sus manos un arco muy curvado del mismo material que la armadura era el único arma que portaba y un carcaj con flechas de lo mismo, cerraba el conjunto.

AncientNyxmon:

- ¿De verdad no se os ocurre cómo salir? Yo veo a cuatro personas aquí, pero solo se han cumplido tres deseos- su voz sonó muy calmada, con una modulación sumamente elegante-. Aun así, tenéis un no-nato. Quizás en este lugar hasta él pueda rogar por algo.

off:

La dama de las estrellas miró con curiosidad al lobo cuando habló, alzó una ceja ligeramente, divertida de que fuese alguien con una apariencia animal el que llegase a una conclusión. Y luego se quejaban los humanoides de que los seres animales no eran capaces de pensar... Cuántos problemas se habría ahorrado el mundo digital.

- Buena capacidad de análisis, Azrael- alagó con un tono suave-. Incluso has dado con algo en lo que no había pensado, como lo era el tener la capacidad de abrir portales. Pocas veces me sorprenden  - la digimon flotó suavemente en el aire, tomando "asiento" sobre su arco. Mantuvo el ceño ligeramente fruncido como si estuviese bastante concentrada en sus pensamientos.

A fin de cuentas, ella se había adueñado del cuerpo de la humana que era su elegida, pero en ningún momento se le había ocurrido pensar a dónde querría ir. Durante todo el tiempo que habían estado separadas, había podido leer en las estrellas los lugares donde acudía la muchacha y en qué condiciones. Incluso podía entrever parte de su futuro, al igual con el de cualquier persona de la que tuviese conciencia. Pero nunca había llegado a echar verdaderas raíces en ningún lugar, Nueva York había sido uno de los lugares donde más tiempo había pasado y aun así, tampoco había un lazo entre ella y esa ciudad. Básicamente, porque todo el motivo de estar ahí, había sido el que la había echado de forma cruel.
Sin tenerla en cuenta a ella, a la digimon la gustaría visitar Éfeso. Hacía siglos que no sabía nada de lo que había pasado con la ciudad ni con el templo de Artemisa. Lugar en el que había servido al tener una compañera humana que era sacerdotisa del lugar. ¡Ay! Lo que cambiaban los tiempos... Antes todo era mucho más sencillo.

- No importa realmente dónde nos mandéis, podremos adaptarnos a cualquier lugar - respondió finalmente.

Las últimas palabras el lobo la hicieron reírse suavemente, pero no era una risa burlona, sino simplemente alegre. Hacía tantísimo que no se mostraba ante otros, que se había olvidado lo agradable que era recibir un alago sobre algo físico.

- Gracias por tus palabras, aunque siento romperte las ilusiones. Soy una guardiana del mundo digital, aunque pudiese tener cuerpo propio, hice juramentos para no atarme a cualquier ser. Mi misión es únicamente velar por el estado del digimundo y en parte, de las otras dimensiones- esa era la única forma de evitar que las percepciones personales les hicieran abandonar su labor, a ninguno de los guerreros les obligaron a entrar, solo aquellos que accedieron a ese juramento pasaron a una eternidad de protección. Aunque eso no quitaba que el mal se hiciera con el control de las mentes de los más débiles-. Pero de haberte conocido en otra situación, no me hubiese importado aceptar la invitación.

Los ojos púrpura de la digimon se fijaron en la enorme dragona que parecía ya estar lista para enviarla a través de un portal.

- Mándame donde lo desees, a veces es preferible dejarse llevar por la fortuna y el sino- asintió con la cabeza para que comenzase cuando la diese la gana-. Un placer haberos conocido a los tres: Luka, Azrael y Selene. Así como al pequeño no-nato, no me hace falta escudriñar el cielo para saber que tendrá una buena vida. Espero que volvamos a encontrarnos, no es habitual que la fuerza de los deseos de varias entidades gane la misma fuerza como para traerlos a esta dimensión- mejor irse despidiendo, no siempre los portales eran lo suficientemente mansos como para permitir que los demás se introdujesen por ellos, sino que muchas veces eran tan bruscos que antes de exhalar, ya te había metido hasta lo más profundo de su interior.

La digimon sonrió enigmática cuando el otro preguntó si seguía a alguna deidad. Si bien es cierto que la gemela de Apolo abogaba por la pureza de las mujeres, no es por eso por lo que ella había optado por renunciar a cualquier tipo de vida personal. ¿Tan difícil era pensar eso? Está visto que las voluntades fuertes escaseaban en el futuro... Sobre todo, ¿por qué tenía que ser cuestión de seguir a una entidad que ni siquiera tenía presencia real? Y eso que en el digimundo tenían a los doce, pero en el caso de Dianamon, a ver quién era el guapo que soportaba más de media hora de conversación...

- Por supuesto, la amistad es algo a lo que no me niego. Aunque te advierto que si haces algo en contra de nuestro mundo, no tendré piedad - la dama mantuvo la misma sonrisa calmada y amable, a pesar de que eso era una amenaza real.

Nyx se mostró sorprendida con el conocimiento del lobo. Tenía que descubrir cuál era su fuente de conocimiento, parecía ser bastante amplia, más de la que un solo cuerpo pudiese almacenar. Muy posiblemente esa "base de datos" fuese como las estrellas para ella, la cuales, podía analizar para sonsacar información, no por nada, esos astros siempre vigilaban por la noche.

- Muchas gracias por el pasaje- agradeció sinceramente.

Y con eso dicho, simplemente se adentró por la abertura, siendo succionada hasta las antiguas ruinas de aquél lugar donde había visto por primera vez el mundo humano...