Una Brisa de Aire Fresco.

A veces me preguntaba a mi misma porque había decidido aceptar este trabajo como becaria. No sólo me dejaba los pies molidos de correr de un sitio para otro llevando el papeleo de todos los profesores, sino que tampoco era un sueldo realmente excesivo.
Suspiré a la vez que abría la puerta de la azotea. Para mi suerte, estaba vacía, o eso creía.
- ¿Cómo va tu primer día Madam Secretary? - Me dijo aquella voz que conocía tan bien.
Mire al digimon de tonos violetas y aspecto de niño demonio.
- Realmente no quieres que te aburra con eso... por cierto ¿Qué haces aquí?
Mi fiel compañero se fue columpiando por todos los sitios que encontraba por la azotea, haciendome reir cual niña de 15 años. Y cayó finalmente frente a mi, tropezando y dándose de morros contra el techo.
- Auch... -Se quejó Impmon, para luego levantarse como si nada, haciendo aman de sacudirse el polvo que tuviera encima de su "beso" al suelo - ¿No creerías que me iba a quedar en ese cuchitril que has escogido popr casa verdad? - Aquello me hizo hacer una mueca de "really? ¿Enserio te estás quejando cuando decías que era perfecto?" - Además esta ciudad es inmensa y seguro que hay millones de bromas que gastar a sus inocentes ciudadanos... -Dijo con picardía
- Dios Santo... ¿Qué voy a hacer contigo Impmon...? - Suspire. Aquel loco digimon, era, después de todo, mi digimon. Aquel con quien tantos buenos ratos habíamos pasado y con el que siempre acababa hechandome unas rias... por no decir que amaba prácticamente todas sus formas y digievoluciones... y palabras textuales de mi tío... "si no fuera un cúmulo de datos babearías por sus huesos" haciendo referencia a su forma de Beelzebumon o quizás a la de devimon... no lo recuerdo bien... um no... quizás eso es excesivo hasta para un bicho raro como yo.
- ¿En que piensas?
- ¿Eh? En nada... en nada- Le dije mientras me recostaba y me sentaba sobre una pared.
Aun me faltaba prácticamente la mitad del día y ya estaba agotada... rezaba para que algo interesante ocurriera y me salvara de aquella tortura

Había recibido unallamada de la escoria de mi padrastro. Se creía que era su secretaria o su mozo de almace, pues me había encargado expresamente a mi llevar unos componentes informáticos a una cochambrosa preparatoria. No tenía yo otra cosa que hacer (Nótese la ironía) pero para mi gran desgracia no podía negarme, pues no sólo era el quién pagaba mis facturas de la facultad, mis gastos y caprichos pese a todo, sino que gracias a el tuve acceso a mi Digivice, lo que en cierto modo me hace estar en deuda con él.... y creo qeu será lo unico que le agradeceré a ese bastardo.
En cuanto el muera, y no le queda mucho tiempo, yo heredaré su gran compañia y podré hacer con ella a mis anchas. Y ya iba siendo hora de conseguir dinero por aquella multinacional, después de todo, el era demasiado blanco con sus empleados. No le temñian sino que hasta la tuteaban... era deprimente... Un jefe debe ser temido. Debe ser el alguen a quien no se atrevan a tutear o intentar chantajear... Un Jefe debe ser el Alfa de la Manada. Alguien como YO.
Alcé la vista. Y ví una sombra violeta un tanto extraña saltar desde un edificio hacia una azotea... ¿Un digimon?
Debía estar alucinando... porque... ¿Qué hacia un digimon en el mundo real?
Por una vez en mi vida cogí los componentes y me dirigí al lugar donde los debía dejar. Tardé más de lo esperado... los alumnos de aquel antro estraban en su descanso de la mitad de la jornada escolar.
- Txss - Murmuré tras dejar los componentes.
Tomé la ruta de las escaleras hasta la azotea mientras me iba cruzando con los molestos estudiantes y apartandolos a empujones.
Cuando llegué abrí la puerta de golpe.
Ví al Digimon con una joven de cabellos negros y ropa estilo gótico negra... parecía mayor para ser una estudiante...
Reía animadamente con el ser digital... supuse que sería su Tamer. Había escuchado que había de varios tipos. Solté una risa.
- Vaya vaya quien pensaba que iba a encontrar aquí la diversión. - Dije mientras sacaba mi dispositivo del bolso de mi americana.

La puerta de la azotea se abrió de par en par causando un gran estruendo y allí un extravagante joven de piel blanquecina, y lleno de tatuajes... y con unas lentillas cuanto menos extravagantes... pero debía de decir que bastante sexy.
Me puse en pie y miré al joven, que tras finalizar sus palabras, sacó un Digivice. Mi experiencia me decía que era un Frontier... uno de esos tipos que se fusionan con un espíritu y pasando a ser ellos mismo el digimon...
- ¿Buscas pelea? Estás mal de la cabeza... No vamos a pelear aquí.
- ... Aun que como te pongas tonto te daré la paliza de tu vida.
Miré a Impmon... A veces no sabía que iba a hacer con él... siempre tan impulsivo... no era bueno, pero yo tampoco estaba para hablar porque estaba pensando las mismas palabras que mi compañero había dicho.
Miré al tipo y me puse en guardia. Si quería pelear sería entre el y yo, mano a mano. Nada de trucos ni poderes digitales. Nada, solamente nosotros.
Miré a mi alrededor. Nadíe nos vería por lo que mi puesto de trabajo no peligraría

Miré a la muchacha ponerse en guardia... quería pelea a la antigua usanza... y yo, siendo sinceros estaba aquí arriba para divertirme no para hacerle caso a una cobarde.
- Es hora de jugar... - Dije mientras activaba mi transformación con el espíritu "humano" de la Luz Ancestral.
Cuando hubo termianado mi transformación, poco quedaba de Uta, sino que había pasado a ser ANGEMON

Angemon:

Soltando una risa ahogada, cogí impulso con las alas y le propiné a la joven un puñetazo haciendo que se empotrara contra las rejas que protegían la azotea.
- ¿Ahora vas a ponerte enserio o sólo vas a quedarte ahí recibiendo golpes?
Comencé a reir de manera excentrica. Las cosas no podían irme mejor en este dia.

Me incorporé y le dediqué mi mejor sonrisa de odio... junto con esa peculiar mirada que poseía cada vez que la situación se tornaba seria.
Impmon corrió hacia mi para ver como me encontraba. Le sonreí.
Pese a que el dolor era palpable no tenía intenciones de dejarlo mostrar.
Miré a mi digimon.
- ¿Estás listo? Trabajo en equipo. La formación Alpha 3.84.
Impmon soltó un ligero grito de alegría.
Comenzaba la fiesta.
Saque mi dispositivo y entonces, la digievolución de mi compañero dio comienzo.
Aquello sería una lucha entre el bien y el mal, donde el mal era el ángel, y el bien el mismísimo demonio.

Devimon:

- Ahora Devimon!!
- Como gustéis mi señora.
Mi compañero se lanzó al ataque de frente, usando sus garras. Mi sonrisa, mientra corría en dirección oblicua para posicionarme detrás de Angemon. Cogí impulso ayudándome de la pared y acabé encalomada en las alas del digiangel.
- ¿Te parece suficiente juego o hago que Devimon te deje para el arrastre? después de todo... el posee un mayor poder.
Sonrei esperando la respuesta de mi oponente mientras Devimon se disponía a atacar

Parecía que la cosa se había puesto seria. La joven sacó su dispositivo e hizo digievolucionar a su digimon. No me esperaba que el resultado fuera un Devimon. Y muho menos que ambos tuvieran tal grado de empatía y coordinación.
Para ser una simple humana, la muchacha se movía a una velocidad sorprendente, llegando en cuestión de segundos, pues como mucho rozaría el minuto, a mi espalda, para susurrar confiada sus palabras.
- Txss - Podría pasar a la forma animal del espíritu y estar por encima en la batalla, pero eso significaría entrar en un terreno más amplio de batalla, lo que significaba espectadores, y como mínimo... problemas.
Me desice de la mujer de mi espalda, la cual cayó golpeandose contra la pared.
Miré al Devimon. Sus ojos mostraban furia.
Justo antes de darle tiempo a reaccionar volví a mi forma humana.
¿Que harían ahora? ¿Atacar a un pobre y desarmado humano usando su fuerza de Digimon? No creía que cayeran tan bajo, por lo que me habían demostrado hasta ahora tenían ética y principios, algo de lo que yo mismo estos días andaba escaso.
Miré con malicia a la chica que acababa de caer al suelo. Era hora de jugar al rompecorazones.
Me acerqué a ella, la tomé de su cabellera negra levantando la cabeza y plantandole un beso en sus labios.

Cuando ese sujeto estampó sus labios en mi cara, automáticamente le propiné una bofetada, seguido de una patada en el estómago, mandandole unos metros lejos de mi
- ¡Serás Bastardo! ¿Qué C*ñ* crees que haces maldito?
- Te mataré por haberte atrevido a tocar a mi señora... insignificante humano...
Miré a Devimon... para mi gran pesar lo decía completamente enserio.
- Devimon... ¡Basta! Dejalo no merece la pena.
Mi digimon volvió a su forma de Impmon y se subió a mis hombros...
- Ya nos veremos las caras -Dijimos al unisono saliendo por la puerta de la azotea