Lo que pudo ser y lo que no será... Una eternidad en la oscuridad.

Oscuridad total... la paz del hogar fue interrumpida por el chirrido de una puerta al abrirse y el ingreso de un rayo de luz desde el exterior. - Estoy en casa... - Dijo la cansada voz de un joven que hacía ingreso al domicilio y cerraba la puerta tras de si, sumergiendo todo nuevamente en oscuridad. - Como si alguien fuera a responder... - Como si de un murciélago se tratara, el chico se movió tranquilamente en la oscuridad hasta que dio con el interruptor de la luz, dejando ver en que se había transformado todo.

La casa estaba totalmente destruida. En el comedor la mesa estaba repleta de formulas y estructuras químicas talladas en la madera con algún objeto no muy idóneo para aquello. Las pareces no estaban mejor, el papel tapiz estaba desgarrado en cientos de lugares, y sobre lo que quedaba más formulas y estructuras estaban escritas con lo que parecía ser sangre.

La apariencia del muchacho no era mejor. Estaba tan flaco y pálido que parecía más un fantasma o un cadáver que un ser humano. - Veamos que datos útiles conseguimos hoy... - Se aproximó a la destartalada mesa y vació su bolso sobre esta. Unos cuantos frascos de vidrio vacíos rodaron, junto a otros con píldoras en su interior y uno con un líquido azul. - Vamos, salgan de ahí... - El chico agitó el bolso y unos cuantos papeles acompañaron a los objetos rodadores. - Bien... algo que hacer... - Con una mano esquelética tomó los papeles, mientras con los dedos de la otra tamborileaba sobre la mesa. - ... - Sus ojos pasaban de una hoja a otra, y su expresión se volvía más oscura por cada una que pasaba. - ¡NADA! - Grito tirando los papeles lejos, mientras que las uñas destruidas por el roce incesante con la madera se clavaban en la mesa.

Los segundos avanzaban, y el chico iba relajando su respiración. - No hay justicia en este mundo... Es como si toda esperanza de algo mejor fuera destruida y solo quedara maldad... consumiéndolo todo... - Las heridas de sus dedos, con las que había escrito en las paredes se volvieron a abrir, haciendo que goteara el liquido carmesí por toda la mesa. - El mundo bebe lo que excreta la maldad... y agradece por ello como si fuera una bendición divina.... - Con su mano temblorosa tomó uno de los frascos de vidrio. - ¡No hay razón para seguir así! - Con un nuevo arranque de ira Carlos arrojó el frasco con píldoras contra la muralla, desparramando fragmentos en todas las direcciones.

Con una mirada perdida miró sobre la mesa el frasquito con líquido azul. - Solo hay una cura... - Dificultosamente tomó el objeto y lo beso. - Soma... - Claramente no era el objeto descrito por Huxley... si no algo más realista y que los trabajadores del laboratorio no se habían dado cuenta que desapareció un poco.

Con paso torpe abandonó el comedor, y se dirigió a su cuarto. - Medio gramo para un fin de semana... - En el cuarto, el computador se encontraba encendido como de costumbre, y la cama deshecha quien sabe desde cuando. Sobre el colchón se encontraba un casco de realidad virtual. - Un gramo para un fin de semana... - Se sentó junto al casco, y de la mesita de noche extrajo un elástico y una jeringa. - Dos gramos para un viaje al bello Oriente... - Se levantó la manga, dejando ver la perdida del musculo junto a un montón de heridas producto de jeringazos. Introdujo la punta de la jeringa en el frasco y la llenó con el liquido azul, para luego estrangularse el brazo con el elástico. - Tres para una oscura eternidad en la Luna... - Con un movimiento rápido se pinchó con el objeto, liberando todo el liquido en su interior.

- Debo apresurarme antes de que comience a hacer efecto... - Se recostó en la cama mientras se ponía el casco en la cabeza. - Mi mundo feliz... - Su conciencia fue transportada a un lugar tan distinto como podía ser el día de la noche.

Se encontraba en el comedor de su casa, pero todo parecía distinto. - ¿Hijo? ¿Te encuentras bien? - Una mujer salió de la cocina con lo que parecían ser unos platos con Waffles. - Déjalo amor, debe tener su cabeza centrada en su trabajo. - Un diario junto a él descendió, dejando ver a un señor muy parecido a Carlos. - Debes dejar de encerrarte en ese laboratorio... deberías comenzar a salir más con tu novia... - Depositó un plato en cada parte de la mesa cuadrada. - ¡Oh si! Nos encanta que salgas con esa chica, deberías traerla más seguido. - Con un tono juguetón el padre comenzó a pegarle suavemente con el codo al muchacho. - ¡Beatriz! ¡El desayuno ya está listo! - Detrás de Carlos una puerta se abrió y salio una pequeña niña de unos 13 años de edad.

- Una lastima... solo puedo poner un avatar de ella a la edad que murió... - Las manos del muchacho comenzaron a moverse de forma involuntaria, era señal clara de que el veneno estaba afectando a su sistema nervioso.

- ¡Ya voy mamá! - Se quejó la niña inflando las mejillas mientras cerraba la puerta de su cuarto. - Solo estaba jugando con la computadora que me regalo mi hermano... - Se sentó frente a Carlos y le dedicó una sonrisa. - ¿Me llevarás en tu cita de hoy hermanito? - Ambos padres comenzaron a reír. - Vamos Beatriz ¿No crees que estorbarás un poco a tu hermano y a Natasha? - La niña miró a su madre y volvió a inflar las mejillas. - ¡Pero él dijo que podría salir con ellos! - Antes de que el padre pudiera decir algo el timbre de la puerta sonó, por lo que se levantó a abrir. - ¡Miren quien está aquí! - Dijo regresando al comedor seguido de una chica rubia. - ¡Hola! Lamento interrumpirlos en el desayuno, pero con Carlos quedamos de ir a un parque de diversiones y quiero llegar temprano. - La sonrisa radiante hizo que el corazón del chico se acelerara... ¿O tal vez había sido el liquido que se inyecto? - ¡Quiero ir! ¡Quiero ir! - Comenzó a chillar la niña. - ¡Vamos hermano, llevenme con ustedes! - Carlos y Natasha cruzaron miradas, y ésta asintió afirmativa. - No hay problema, que nos acompañe. - Dijo con una nueva sonrisa acompañado de otro bombeo arritmico. - ¡Yeeey! - Grito la niña poniendo en pie y tomando una de las manos de Carlos. - Vamos, antes de que las filas sean eternas. - Natasha se aproximó y tomó la otra mano del chico, haciendo que se colocara en pie. - Llegaremos en la noche, y le prometo traer a la pequeña intacta... al mayor tal vez no tanto... - La sonrisa se transformó en una más picara, y ambas hicieron que el muchacho se aproximara a la puerta para salir.

- Mi mundo feliz... - Dijo el chico disminuyendo cada vez más su frecuencia respiratoria - Solo tres gotas para una eternidad oscura en la luna... - Su pulso cesó junto a su respiración...