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Las apariencias engañan [Berlín]
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Las apariencias engañan [Berlín]
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Berlín, Alemania. Una ciudad en la que Naois ya había estado, aunque de eso ya hacía bastante, con una amiga francesa y otra alemana. De la primera no sabe nada, posiblemente habría vuelto a su hogar, pero era mejor así, para que no estuviera en peligro. De la segunda... bueno, el muchacho está bastante seguro de que sigue viviendo en ese país, aunque no tiene ni idea de si estará por allí en esos momentos.
El frontier se encuentra en la calle, con la espalda apoyada contra la pared, mirando el cielo oscuro de la noche. No debían de ser más de las once, pero esa había sido la hora que se había encontrado al llegar a ese país, así que poco puede hacer en esos momentos, excepto buscarse un lugar en el que hospedarse. Sin embargo, antes de eso, quiere ver si puede descubrir algo de su amiga, si está cerca o si por el contrario se encuentra en su casa. Hace mucho que no la ve, y realmente la había echado muchísimo de menos en el digimundo, mientras combatía contra los digimons zombies infectados con el virus.
De repente, el joven se separa de la pared, dando un suspiro, y con las manos metidas en los bolsillos, comienza a caminar por la calle, sin importarle que el viento le azote la cara y le revuelva los largos cabellos pelirrojos recogidos en una coleta. El chico lleva las mismas ropas que presentó en África: una bandana de camuflaje en la frente, una camiseta blanca y sobre esta, un abrigo largo y verde, con capucha de peluche. Las piernas las tiene cubiertas por unos pantalones anchos y de color verde caquí, y pisa el suelo con unas zapatillas de deporte.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Un suspiró salió de nuevo de sus entreabiertos labios. ¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar? No lo recordaba, o mejor dicho, le costaba llevar el paso del tiempo con tanto alcohol en las venas. Porque sí, se había ido a un bar a ahogar todo aquello que la atormentaba por medio del alcohol... Dios, ¿desde cuándo era tan débil como para necesitar de esas cosas? ¡Ah! Sí, desde que no entendía nada de lo que le revolvía las entrañas. Sin embargo, antes solo era raro y en ocasiones molesto, pero ahora... Ahora era un continuo sufrimiento. A modo resumen es como si le hubiesen puesto cuerdas alrededor del pecho y las apretaran, hasta casi hacerla sentir que no podía respirar. O sino, un peso que no paraba de aplastarla.
Pero eso no era lo peor, claro que no, lo peor era no saber a qué se debía eso. O bueno, al menos intentar olvidar las teorías que tenía, dado que eran estúpidas y la hacían sentir débil. Pero a pesar de haber decidido ser fuerte, le costaba mucho esfuerzo no rendirse. Y hoy, finalmente lo había hecho, se había dejado arrastrar por esa espiral negra hasta un bar cualquiera, y perder sus horas en una botella.
Con pesadez se llevó el enésimo vaso de alcohol a sus labios, acabándolo, mientras que una gota resbalaba por la comisura de su boca hasta caer contra la mesa desde la barbilla de la albina.
Maldito imbécil... No se merecía que estuviese así por su desaparición...
Pero eso no era lo peor, claro que no, lo peor era no saber a qué se debía eso. O bueno, al menos intentar olvidar las teorías que tenía, dado que eran estúpidas y la hacían sentir débil. Pero a pesar de haber decidido ser fuerte, le costaba mucho esfuerzo no rendirse. Y hoy, finalmente lo había hecho, se había dejado arrastrar por esa espiral negra hasta un bar cualquiera, y perder sus horas en una botella.
Con pesadez se llevó el enésimo vaso de alcohol a sus labios, acabándolo, mientras que una gota resbalaba por la comisura de su boca hasta caer contra la mesa desde la barbilla de la albina.
Maldito imbécil... No se merecía que estuviese así por su desaparición...
Julchen
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois sigue caminando, sumido en sus pensamientos y preguntándose en qué será lo primero que diga cuando la vea. Patea una baldosa suelta del suelo, pero ni se percata y continúa caminando, sin prestarle atención a nada más. Pasa por una calle abarrotada de locales, a los que apenas hace caso, y justo en ese momento, comienza a llover. El joven mira al cielo y maldice por lo bajo, por lo que su siguiente acción es buscar un lugar en el que protegerse de las gotas de agua. Y por ello, ha de alzar la cabeza.
Y ahí estaba. De repente, sin ni siquiera estar buscándola en esos momentos, su imagen aparece a través de una ventana... Esta de espaldas, pero ese cabello plateado es inconfundible para él, como lo es que esté esa chica en un bar como ese. Sus ojos rojos brillan emocionados, y parpadea varias veces, asegurándose primero de que esa visión es real, y no un producto de su imaginación que crea su cerebro por la desesperación. Pero ella sigue allí, sentada, con el cuerpo encorvado en una postura de la que se podría decir no muy cómoda para una persona normal, pero sí para alguien que se encuentra en estado depresivo y alcohólico.
Sin perder tiempo, el pelirrojo entra en el local, y busca de nuevo a la chica para mirarla a los ojos, con una sonrisa. Pronto la encuentra, y comienza a dar unos pasos hacia ella cuando se percata. Era consciente de que había cambiado bastante en tan solo unos meses, pero ello derivaba de los duros días luchando y escapando en el mundo digital. Naois carraspea, se suelta el pelo de la coleta y se acerca a la muchacha.
- Buenas noches-dice amablemente, con una sonrisa amigable-. ¿Puedo sentarme contigo? No hay mesas libres ya, la lluvia es lo que tiene.
Y ahí estaba. De repente, sin ni siquiera estar buscándola en esos momentos, su imagen aparece a través de una ventana... Esta de espaldas, pero ese cabello plateado es inconfundible para él, como lo es que esté esa chica en un bar como ese. Sus ojos rojos brillan emocionados, y parpadea varias veces, asegurándose primero de que esa visión es real, y no un producto de su imaginación que crea su cerebro por la desesperación. Pero ella sigue allí, sentada, con el cuerpo encorvado en una postura de la que se podría decir no muy cómoda para una persona normal, pero sí para alguien que se encuentra en estado depresivo y alcohólico.
Sin perder tiempo, el pelirrojo entra en el local, y busca de nuevo a la chica para mirarla a los ojos, con una sonrisa. Pronto la encuentra, y comienza a dar unos pasos hacia ella cuando se percata. Era consciente de que había cambiado bastante en tan solo unos meses, pero ello derivaba de los duros días luchando y escapando en el mundo digital. Naois carraspea, se suelta el pelo de la coleta y se acerca a la muchacha.
- Buenas noches-dice amablemente, con una sonrisa amigable-. ¿Puedo sentarme contigo? No hay mesas libres ya, la lluvia es lo que tiene.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Soledad, tranquilidad y alcohol. Eso era todo lo que Julchen pedía. Pero parecía que aparte de tener que soportar esa horrible sensación que no entendía su origen, tenía que además soportar a un desconocido. Bufó, molesta por la interrupción con su purga de sentimientos inútiles, además de que estaba claro que no llovía. Que solo era un pretexto para acercarse a ella, que aunque debía estar lamentable en ese estado, seguía siendo asombrosa.
Dirigió sus ojos rojos como la sangre a la ventana, llevándose dos sorpresas en el proceso. La primera, y más obvia de ver, es que era de noche; era cierto que se había pasado toda la tarde en ese lugar. Y la segunda, que era verdad que llovía.
Con un chasquido de su lengua, regresó la vista de nuevo al interior del local, y allí alzó la mirada para ver quién es el que la estaba hablando. Era un chico, quizás un año o dos mayor que ella. Era joven, pero sus rasgos estaban marcados sobre la piel, por lo que no podía ser ya un estúpido adolescente hormonado. Y eso era algo que a la albina le pareció atractivo, además de ese largo cabello rojo y unos ojos a juego con este. La verdad, desde hacía unos meses, su combinación favorita, aunque no lo aceptase ni muerta.
Frunció el ceño y apartó la vista del desconocido. Le era molesto que se pareciese tanto, y a la vez, fuese tan diferente. Agarró la botella, balanceándola de un lado a otro para comprobar la cantidad de líquido que había, y volvió a servirse en el vaso, derramando parte de la bebida sobre la mesa. Pero eso no importaba.
Se llevó el vaso a sus labios, pero antes de beber, habló.
- Imagino que no hay problema en ello... - dijo arrastrando las palabras. Después, simplemente bebió, esperando llegar a un punto en el que no recordase nada.
Dirigió sus ojos rojos como la sangre a la ventana, llevándose dos sorpresas en el proceso. La primera, y más obvia de ver, es que era de noche; era cierto que se había pasado toda la tarde en ese lugar. Y la segunda, que era verdad que llovía.
Con un chasquido de su lengua, regresó la vista de nuevo al interior del local, y allí alzó la mirada para ver quién es el que la estaba hablando. Era un chico, quizás un año o dos mayor que ella. Era joven, pero sus rasgos estaban marcados sobre la piel, por lo que no podía ser ya un estúpido adolescente hormonado. Y eso era algo que a la albina le pareció atractivo, además de ese largo cabello rojo y unos ojos a juego con este. La verdad, desde hacía unos meses, su combinación favorita, aunque no lo aceptase ni muerta.
Frunció el ceño y apartó la vista del desconocido. Le era molesto que se pareciese tanto, y a la vez, fuese tan diferente. Agarró la botella, balanceándola de un lado a otro para comprobar la cantidad de líquido que había, y volvió a servirse en el vaso, derramando parte de la bebida sobre la mesa. Pero eso no importaba.
Se llevó el vaso a sus labios, pero antes de beber, habló.
- Imagino que no hay problema en ello... - dijo arrastrando las palabras. Después, simplemente bebió, esperando llegar a un punto en el que no recordase nada.
Julchen
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Sonríe en cuanto la chica da su visto bueno y se sienta junto a ella. Pide a un camarero cercano una Coca-Cola, pues no le gustan las bebidas alcohólicas, y seguidamente mira a la muchacha a los ojos, perdiéndose en estos, como si lo necesitara para vivir. Ladea la cabeza mientras saca un papel de la caja de servilletas y se pone a hacer un barquito de papel, algo que le enseñó hace tiempo su "tita" Naty, cuando él era apenas un niño que aparentaba los siete años. Al poco rato regresa el camarero con lo pedido, y Naois derrama la bebida sobre el vaso para seguidamente dar un trago.
- Perdona la pregunta, pero...-dice dejando el vaso sobre la mesa de nuevo-¿qué hace un sitio tan bonito en una chica como esta?
Sonríe levemente, divertido, esperando a ver cuánto tiempo tardaba la albina en darse cuenta de que el chico se ríe de su estado con ese cambio de palabras en una frase. Es una pequeña venganza por todas las veces que había tenido que aguantar los insultos de la chica, así como sus burlas por ser tan "pequeño" mentalmente. Aunque en el fondo, Naois la aprecia mucho, y no quiere molestarla del todo, sino que le interesa que ella sea feliz.
- Perdona la pregunta, pero...-dice dejando el vaso sobre la mesa de nuevo-¿qué hace un sitio tan bonito en una chica como esta?
Sonríe levemente, divertido, esperando a ver cuánto tiempo tardaba la albina en darse cuenta de que el chico se ríe de su estado con ese cambio de palabras en una frase. Es una pequeña venganza por todas las veces que había tenido que aguantar los insultos de la chica, así como sus burlas por ser tan "pequeño" mentalmente. Aunque en el fondo, Naois la aprecia mucho, y no quiere molestarla del todo, sino que le interesa que ella sea feliz.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Esperaba que al menos su nuevo compañero pudiera mantener la boca bien cerradita, pero al parecer estaba pidiendo demasiado. Y más con la "buena" estrella que debía estar acompañándola. Gruñó y dirigió su mirada más amenazante contra el pelirrojo. Aunque quizás perdiera parte del efecto que tenía cuando estaba más sobria, aunque quizás el que sus ojos estuviesen más inyectados en sangre que de costumbre ayudase a amedrentarlo. No sabía, pero esperaba que tuviera suficientes neuronas para darse cuenta de lo que ella decía.
- Vaya, gracias por el alago, o lo que hayas querido decir con eso.- respondió de manera mordaz al comentario, en realidad le daba igual lo que hubiese dicho o como.- Pero... ¿Qué hace un gilipollas como tú molestando a alguien tan asombrosa como yo? Esa es en realidad la pregunta correcta. Y ahora, vete a hablar con otra persona, no me obligues a partirte la boca para que estés en silencio.
Sí, estaba ebria, pero eso no quitaba que no fuese a cumplirlo. Ella no advertía, amenazaba con lo que podía pasar. Y le daba igual lo que pudiesen decir los demás que estaban en el lugar.
- Vaya, gracias por el alago, o lo que hayas querido decir con eso.- respondió de manera mordaz al comentario, en realidad le daba igual lo que hubiese dicho o como.- Pero... ¿Qué hace un gilipollas como tú molestando a alguien tan asombrosa como yo? Esa es en realidad la pregunta correcta. Y ahora, vete a hablar con otra persona, no me obligues a partirte la boca para que estés en silencio.
Sí, estaba ebria, pero eso no quitaba que no fuese a cumplirlo. Ella no advertía, amenazaba con lo que podía pasar. Y le daba igual lo que pudiesen decir los demás que estaban en el lugar.
Julchen
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Al parecer la chica capta al vuelo el mensaje de Naois. Él simplemente sonríe de lado al ser insultado, puesto que no se esperaba otra cosa por parte de ella, pero no se va de la mesa, sino que cruza los brazos por delante de su pecho y se recuesta sobre su asiento, sin apartar la mirada de la chica.
- Perdona mi descortesía, era solo una broma, no hace falta que me mates-dice sonriendo mientras cierra los ojos. Después, agarra de nuevo su vaso, y antes de dar un trago, deja caer-: El problema es que... llevó mucho tiempo buscándote, y ahora que por fin te he encontrado, no voy a marcharme, Julchen.
Alza la mirada de nuevo hacia ella, una mirada perspicaz y divertida, a la par que curiosa e inteligente. Después de tragar el líquido y apartar el vaso, sonríe de nuevo, pero esta vez es una sonrisa cariñosa. El muchacho, para ver si la chica consigue reconocerlo, se coloca recto en el asiento y se inclina levemente hacia la muchacha, mientras entrelaza los dedos de las manos sobre la mesa.
- Perdona mi descortesía, era solo una broma, no hace falta que me mates-dice sonriendo mientras cierra los ojos. Después, agarra de nuevo su vaso, y antes de dar un trago, deja caer-: El problema es que... llevó mucho tiempo buscándote, y ahora que por fin te he encontrado, no voy a marcharme, Julchen.
Alza la mirada de nuevo hacia ella, una mirada perspicaz y divertida, a la par que curiosa e inteligente. Después de tragar el líquido y apartar el vaso, sonríe de nuevo, pero esta vez es una sonrisa cariñosa. El muchacho, para ver si la chica consigue reconocerlo, se coloca recto en el asiento y se inclina levemente hacia la muchacha, mientras entrelaza los dedos de las manos sobre la mesa.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
La molestaba mucho que todo lo que le dijese no surtiese efecto y se alejase. ¿Quizás no pronunciaba bien? Estaba entre todas las opciones, pero ella creía escucharse bien... Quizás estando borracho te escuchabas bien dijeses lo que dijeses. Aunque eso no quitaba que sus caras fuesen amenazantes, vamos a ver, que ella recordase, por estar borracho tu cara se quedaba congelada en una mueca amable. A menos que estuvieses en la fase eufórica, y ella hacía mucho que la había dejado de lado.
- Eres jodidamente insistente, idiota.- gruñó cuando él se disculpó, volvió a llevarse el vaso a los labios, y suspiró de nuevo. ¿Por qué tenían que ser insistentes lo que no tenían que serlo?
Pero entonces el chico siguió hablando, y ella se levantó de golpe, tirando la mesa hacia atrás, muy tensa. No le gustaba que otras personas supiesen quien era ella. Quizás no era muy normal que ella pudiese sufrir un secuestro, pero su familia seguía teniendo mucho dinero, grandes empresas, y sobre todo, con lo mal que estaban las cosas, no sería normal que intentasen secuestrarla. Sus ojos brillaban desconfiados entre las hebras blancas que se habían escapado de su habitual peinado.
- ¿Qué es lo que quieres de mí?- bajó el tono de voz normal, hasta casi ser un siseo... Mal momento para decidir estar borracha, todo en la sala se movía, o quizás era el haberse levantado tan repentinamente. - Que sepas, que hacer que vaya contigo no te será nada fáci...
Sus palabras se interrumpieron ante la cálida sonrisa que le brindó el "secuestrador". Su mirada desconfiada, dejó paso a una que mostraba miedo y sorpresa a partes iguales. ¿Acaso era...? No, no podía ser. Pero...
¡Pero él la había abandonado! Bueno, eso si era él, y sino... Bueno, mala suerte por habersele parecido.
De nuevo frunció el ceño, mientras que el color de sus ojos se oscurecía, consiguiendo así que la sangre se volviese una amatista. Los ojos purpúreos de ella se clavaron él, mostrando rabia.
- Vaya, que considerado que te pases a verme, si es que eres tú, monstruito. Pero no quiero saber nada más de ti.- musitó con una sonrisa que se podría considerar más de una demente que de otra cosa.
Pero dentro de ella, ¿por qué dolía tanto decir esas palabras? Estaba enfadada, molesta y muy herida por ese comportamiento que tenía con ella. Primero la francesita, y luego su desaparición. ¿Es que no podía dejarla en paz?
Se sentía demasiado frustrada como para seguir allí, le daba igual el frío o la lluvia que hubiera, simplemente salió del bar, con bastante rapidez. El frío y el agua caer a su alrededor era algo que la aliviaba lo suficiente, allí estaba más tranquila. Pero si algo recordaba de ese idiota, es que aparte de ser demasiado insistente, también tenía esa maldita manía de ser un caballero con todas las "damas". Así que, seguramente iría a ver si estaba bien bajo la lluvia. ¿Perdona? ¿Se sabe de algún caso en el que haya muerto alguien aplastado por las gotas de lluvia? No, verdad, pues entonces, que la dejase en paz, porque además ella no era ninguna damisela que necesitase a su príncipe de cuento para seguir viva.
- Eres jodidamente insistente, idiota.- gruñó cuando él se disculpó, volvió a llevarse el vaso a los labios, y suspiró de nuevo. ¿Por qué tenían que ser insistentes lo que no tenían que serlo?
Pero entonces el chico siguió hablando, y ella se levantó de golpe, tirando la mesa hacia atrás, muy tensa. No le gustaba que otras personas supiesen quien era ella. Quizás no era muy normal que ella pudiese sufrir un secuestro, pero su familia seguía teniendo mucho dinero, grandes empresas, y sobre todo, con lo mal que estaban las cosas, no sería normal que intentasen secuestrarla. Sus ojos brillaban desconfiados entre las hebras blancas que se habían escapado de su habitual peinado.
- ¿Qué es lo que quieres de mí?- bajó el tono de voz normal, hasta casi ser un siseo... Mal momento para decidir estar borracha, todo en la sala se movía, o quizás era el haberse levantado tan repentinamente. - Que sepas, que hacer que vaya contigo no te será nada fáci...
Sus palabras se interrumpieron ante la cálida sonrisa que le brindó el "secuestrador". Su mirada desconfiada, dejó paso a una que mostraba miedo y sorpresa a partes iguales. ¿Acaso era...? No, no podía ser. Pero...
¡Pero él la había abandonado! Bueno, eso si era él, y sino... Bueno, mala suerte por habersele parecido.
De nuevo frunció el ceño, mientras que el color de sus ojos se oscurecía, consiguiendo así que la sangre se volviese una amatista. Los ojos purpúreos de ella se clavaron él, mostrando rabia.
- Vaya, que considerado que te pases a verme, si es que eres tú, monstruito. Pero no quiero saber nada más de ti.- musitó con una sonrisa que se podría considerar más de una demente que de otra cosa.
Pero dentro de ella, ¿por qué dolía tanto decir esas palabras? Estaba enfadada, molesta y muy herida por ese comportamiento que tenía con ella. Primero la francesita, y luego su desaparición. ¿Es que no podía dejarla en paz?
Se sentía demasiado frustrada como para seguir allí, le daba igual el frío o la lluvia que hubiera, simplemente salió del bar, con bastante rapidez. El frío y el agua caer a su alrededor era algo que la aliviaba lo suficiente, allí estaba más tranquila. Pero si algo recordaba de ese idiota, es que aparte de ser demasiado insistente, también tenía esa maldita manía de ser un caballero con todas las "damas". Así que, seguramente iría a ver si estaba bien bajo la lluvia. ¿Perdona? ¿Se sabe de algún caso en el que haya muerto alguien aplastado por las gotas de lluvia? No, verdad, pues entonces, que la dejase en paz, porque además ella no era ninguna damisela que necesitase a su príncipe de cuento para seguir viva.
Julchen
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois se sorprende de que la otra piense que es un secuestrador, pero se ríe y se rasca la nuca al percatarse de que sus palabras bien podían malinterpretarse. Por ello, alza las manos en son de paz para aclarar que no quiere hacerla daño, y que solo ha ido allí para estar con ella.
- Tranquila, no vengo a hacerte daño ni a llevarte conmigo...-empieza a decir, pero pronto la albina parece percatarse de algo en los rasgos del pelirrojo. Naois se percata del brillo de reconocimiento en los ojos rojos de la chica, por lo que amplía su sonrisa-. Al fin parecer darte cuenta...
No obstante, lejos de alegrarse, la chica se cabreó, y lo miró con rabia brillando en sus pupilas. El frontier no comprende del todo por qué se comporta así, porque se suponía que le caía mal a la chica, así que, ¿por qué le recriminaba que hubiera tardado tanto en volver? Confundido, se levanta también de la mesa, deja el dinero suficiente para pagar ambas consumiciones y sigue, raudo, a la albina afuera del local. Por suerte, él es rápido, por lo que pronto le agarra a la otra del brazo para obligarla a volverse.
- ¡Ey, espera! ¿Qué te pasa?-le pregunta, preocupado-. Perdona por haber desaparecido así tan de repente, pero no sabía que te molestaría...
La mira con el ceño fruncido y la cara ligeramente inclinada hacia un lado, mientras las gotas de lluvia caían sobre ellos y les empapaban los cabellos.
- Tranquila, no vengo a hacerte daño ni a llevarte conmigo...-empieza a decir, pero pronto la albina parece percatarse de algo en los rasgos del pelirrojo. Naois se percata del brillo de reconocimiento en los ojos rojos de la chica, por lo que amplía su sonrisa-. Al fin parecer darte cuenta...
No obstante, lejos de alegrarse, la chica se cabreó, y lo miró con rabia brillando en sus pupilas. El frontier no comprende del todo por qué se comporta así, porque se suponía que le caía mal a la chica, así que, ¿por qué le recriminaba que hubiera tardado tanto en volver? Confundido, se levanta también de la mesa, deja el dinero suficiente para pagar ambas consumiciones y sigue, raudo, a la albina afuera del local. Por suerte, él es rápido, por lo que pronto le agarra a la otra del brazo para obligarla a volverse.
- ¡Ey, espera! ¿Qué te pasa?-le pregunta, preocupado-. Perdona por haber desaparecido así tan de repente, pero no sabía que te molestaría...
La mira con el ceño fruncido y la cara ligeramente inclinada hacia un lado, mientras las gotas de lluvia caían sobre ellos y les empapaban los cabellos.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Sintió un tirón en el brazo, en el momento en el que creía que ya era libre como un águila. Pero estaba claro que él no iba a dejarla ir tan rápidamente, estúpido él, estúpida su caballerosidad y estúpida su insistencia. ¿Acaso no había dejado claro que no quería saber nada de él?
Se giró rápidamente, maldita suerte accidental del chico al cogerle de la mano izquierda, si hubiese sido al revés por lo menos podía haberle dejado un ojo morado, pero ahora solo tendría que conformarse con la forma de su mano en la mejilla del pelirrojo- Porque sí, le acababa de dar una bofetada con toda su fuerza. De hecho, sentía la mano como dormida, debido a la violencia del golpe.
Sin embargo, había algo mal en eso. ¿Por qué veía borroso? La lluvia no era tan intensa como para eso. Parpadeó con fuerza, pero no, la sensación no se iba. Llevó una de sus manos a sus mejillas y lo notó, un reguero húmedo que a diferencia de los de la lluvia no estaba frío, sino cálido...
- Verflucht!- maldijo entre dientes, antes de apartar la mirada y ocultar su rostro entre el pelo. No podía ser tan débil... No, no podía. Y sobre todo, debía evitar que él se percatara de eso.- Suéltame, no quiero hablar contigo. ¡No quiero volver a verte!
Se giró rápidamente, maldita suerte accidental del chico al cogerle de la mano izquierda, si hubiese sido al revés por lo menos podía haberle dejado un ojo morado, pero ahora solo tendría que conformarse con la forma de su mano en la mejilla del pelirrojo- Porque sí, le acababa de dar una bofetada con toda su fuerza. De hecho, sentía la mano como dormida, debido a la violencia del golpe.
Sin embargo, había algo mal en eso. ¿Por qué veía borroso? La lluvia no era tan intensa como para eso. Parpadeó con fuerza, pero no, la sensación no se iba. Llevó una de sus manos a sus mejillas y lo notó, un reguero húmedo que a diferencia de los de la lluvia no estaba frío, sino cálido...
- Verflucht!- maldijo entre dientes, antes de apartar la mirada y ocultar su rostro entre el pelo. No podía ser tan débil... No, no podía. Y sobre todo, debía evitar que él se percatara de eso.- Suéltame, no quiero hablar contigo. ¡No quiero volver a verte!
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
El chico se lleva una mano a la mejilla, confuso, sin percatarse al principio de que ha recibido una bofetada. ¿Pero que le pasa? ¿Por qué esta tan rabiosa con él, si no ha hecho nada? Definitivamente, el pelirrojo se niega a dejarla sola; al principio había sido porque quería estar con ella, pero ahora ella esta alterada, y no puede dejarla allí, sola, en mitad de la calle, y con la lluvia cayendo sobre ella. Sacude la cabeza, y la persigue, adelantándola y colocándose frente a ella para cortarle el paso.
Es entonces cuando se da cuenta. La lluvia podría ocultarlo para cualquier otro, pero no para él, porque esas lágrimas no caían del cielo, sino de sus ojos. La preocupación del muchacho crece, y toma a su amiga por los hombros, mirándola fijamente.
- ¡Jul! ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo?
Verla así le parte el corazón, pues siempre la había visto orgullosa y magnífica, nunca de esa forma tan triste. Le entran ganas de abrazarla, pero por el momento se aguanta. Quiere protegerla de lo que pueda estar pasándole, pero teme que ella se lo tome a mal. Ya se sabe, Julchen tiene una personalidad peculiar.
Entonces, las palabras de la albina hacen mella en el pelirrojo, quien parpadea repetidamente, sorprendido, y ya sin poderse contener, la abraza con fuerza, rodeandola con sus fuertes brazos, y protegiendola de la lluvia con su propia cabeza, al ser más alto que ella ahora.
- Pero yo si quiero verte-responde en su oído, en un susurro-. Quiero estar siempre contigo. Protegerte, cuidarte. Y también que tú me protejas y me cuides. Quiero despertar a tu lado todos los días, comer contigo, reír contigo. Quiero estar contigo, en las buenas y en las malas...-inspiró hondo antes de añadir, azorado-. Llevo tiempo pensándolo, y hace poco, cuando estuve a punto de morir, me di cuenta... Te quiero, Julchen.
Es entonces cuando se da cuenta. La lluvia podría ocultarlo para cualquier otro, pero no para él, porque esas lágrimas no caían del cielo, sino de sus ojos. La preocupación del muchacho crece, y toma a su amiga por los hombros, mirándola fijamente.
- ¡Jul! ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo?
Verla así le parte el corazón, pues siempre la había visto orgullosa y magnífica, nunca de esa forma tan triste. Le entran ganas de abrazarla, pero por el momento se aguanta. Quiere protegerla de lo que pueda estar pasándole, pero teme que ella se lo tome a mal. Ya se sabe, Julchen tiene una personalidad peculiar.
Entonces, las palabras de la albina hacen mella en el pelirrojo, quien parpadea repetidamente, sorprendido, y ya sin poderse contener, la abraza con fuerza, rodeandola con sus fuertes brazos, y protegiendola de la lluvia con su propia cabeza, al ser más alto que ella ahora.
- Pero yo si quiero verte-responde en su oído, en un susurro-. Quiero estar siempre contigo. Protegerte, cuidarte. Y también que tú me protejas y me cuides. Quiero despertar a tu lado todos los días, comer contigo, reír contigo. Quiero estar contigo, en las buenas y en las malas...-inspiró hondo antes de añadir, azorado-. Llevo tiempo pensándolo, y hace poco, cuando estuve a punto de morir, me di cuenta... Te quiero, Julchen.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
De nuevo él no se daba por vencido, pero al menos esta vez había mantenido las distancias, cosa que a ella le venía bien. Le observó con rabia para intentar esquivarle, pero por lo borrosa que estaba su vista, apenas era capaz de saber donde se encontraba. ¡Maldición! ¡¿Por qué?! ¿Por qué? ¿Por qué... ?¿Por qué tiene que preocuparse de ella? No se lo merece, y lo sabe.
Eso no hace más que aumentar el caudal de agua que derraman sus ojos, lo que provoca que además suelte algún hipido de por medio. Pero enseguida se le olvida esa sensación de angustia y frustración, al sentir unos fueres y cálidos brazos dándola cobijo.
Intentó resistirse al abrazo por todos los medios, pero en el fondo, no quiere alejarse. Quiere que ese abrazo sea para siempre, y que pueda sentirse así, protegida y querida. Sin embargo, sabe que es estúpido pensar así, él no iba a sentir lo mismo, puesto que le había dañado muchas veces. Solo la vería como alguien a la que molestar. Nada más...
Abre los ojos sorprendida, dejando de llorar unos segundos al entender lo qué Naois la dice. Sus mejillas se colorean de rojo, mientras que siente un cosquilleo -puñetazos- en el estómago al entender las palabras que le acaban de dedicar. Se le han declarado en apenas unos segundos. Sin que ella se lo esperase.
El llanto regresa de nuevo, aunque ya no es de angustia, sino de alivio. Pasa sus brazos por el cuello del chico, para estrecharse más contra él, sin poder creérselo. Y tal como ella piensa deja que sus labios formulen la pregunta, entre sollozos entrecorados.
- ¿Cómo puedes quererme? Yo solo te he hecho daño... - pregunta en voz baja, escondiendo el rostro en el pecho del joven, temerosa de la respuesta.
Eso no hace más que aumentar el caudal de agua que derraman sus ojos, lo que provoca que además suelte algún hipido de por medio. Pero enseguida se le olvida esa sensación de angustia y frustración, al sentir unos fueres y cálidos brazos dándola cobijo.
Intentó resistirse al abrazo por todos los medios, pero en el fondo, no quiere alejarse. Quiere que ese abrazo sea para siempre, y que pueda sentirse así, protegida y querida. Sin embargo, sabe que es estúpido pensar así, él no iba a sentir lo mismo, puesto que le había dañado muchas veces. Solo la vería como alguien a la que molestar. Nada más...
Abre los ojos sorprendida, dejando de llorar unos segundos al entender lo qué Naois la dice. Sus mejillas se colorean de rojo, mientras que siente un cosquilleo -puñetazos- en el estómago al entender las palabras que le acaban de dedicar. Se le han declarado en apenas unos segundos. Sin que ella se lo esperase.
El llanto regresa de nuevo, aunque ya no es de angustia, sino de alivio. Pasa sus brazos por el cuello del chico, para estrecharse más contra él, sin poder creérselo. Y tal como ella piensa deja que sus labios formulen la pregunta, entre sollozos entrecorados.
- ¿Cómo puedes quererme? Yo solo te he hecho daño... - pregunta en voz baja, escondiendo el rostro en el pecho del joven, temerosa de la respuesta.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois no se rinde al abrazarla, ni tan siquiera cuando ella trata de desasirse con desesperación. Sabe que la chica debe de estar pasándolo mal por eso, pero no se irá hasta aclarar las cosas con ella, ya fuera para bien, o para mal. Sin embargo, la chica al rato deja de oponer resistencia, y los llantos cesan después de escuchar las palabras del muchacho. Este se queda quieto, sin decir nada más por el momento, temiendo que, al mismo tiempo, ella le rechace y le golpee de nuevo. Si eso ocurriera, Naois no sabría que hacer a partir de entonces, pues ese viaje lo ha hecho por ella, y las peleas que batalló, las hizo por ella.
- ¿Ju-Julchen?-pregunta, dubitativo, a punto de separarse de ella. Sin embargo, los llantos regresan de nuevo, lo que hace que el chico quiera agacharse para mirarla a los ojos, aunque Julchen, de repente, le rodea el cuello con los brazos. Eso le hace suponer que ella no quiere que se separe.
Luego, la pregunta de Julchen le deja sorprendido. ¿Por qué la quería? Bueno, es una pregunta extraña. Cada persona ve en su media naranja algo único que vale la pena proteger, ese algo es lo que realmente te gusta de esa persona. Y en este caso, para él es la personalidad chocante de la albina, pero también el brillo en sus ojos, ese brillo que decía que, aunque fuera orgullosa, siempre protegería lo que quería.
- Simplemente te quiero. El amor a veces duele, pero esas son solo piedras en el camino que debemos superar. No hay razón alguna de por qué te quiero, solo que lo hago, porque veo en tí, lo que los demás no tienen.
- ¿Ju-Julchen?-pregunta, dubitativo, a punto de separarse de ella. Sin embargo, los llantos regresan de nuevo, lo que hace que el chico quiera agacharse para mirarla a los ojos, aunque Julchen, de repente, le rodea el cuello con los brazos. Eso le hace suponer que ella no quiere que se separe.
Luego, la pregunta de Julchen le deja sorprendido. ¿Por qué la quería? Bueno, es una pregunta extraña. Cada persona ve en su media naranja algo único que vale la pena proteger, ese algo es lo que realmente te gusta de esa persona. Y en este caso, para él es la personalidad chocante de la albina, pero también el brillo en sus ojos, ese brillo que decía que, aunque fuera orgullosa, siempre protegería lo que quería.
- Simplemente te quiero. El amor a veces duele, pero esas son solo piedras en el camino que debemos superar. No hay razón alguna de por qué te quiero, solo que lo hago, porque veo en tí, lo que los demás no tienen.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Julchen siempre había dicho que ella era una persona asombrosa e increible, y por tanto solía menospreciar a los demás, además de que nunca se sorprendía cuando las otras personas hacían las cosas. A fin de cuentas había conseguido aprender y empeorar el método de supervivencia de los humanos al ser una persona bastante egoísta y competitiva. Pero ahora mismo la acababan de desencajar todo lo que ella pensaba que era cierto en el mundo, pensaba que el amor no era algo para ella, puesto que sabía en el fondo que no era más que una forma interesada de obtener algo de los demás.
- Definitivamente eres... Que conste que yo no lo he dicho nunca- podría estar sensible, pero eso no quitaba que no fuese como ella era.- Eres increíble, nadie me ha dicho nada parecido... Ni tampoco lo hubiese esperado... Nunca.
Se separó ligeramente para poder mirarle a los ojos y ver que de verdad no era una mentira. Pero ya sospechaba que él no iba a mentirle. No era algo que le quedase, a fin de cuentas, el niño era como un príncipe de cuento, idiota hasta la médula. Pero también alguien en el que poder confiar.
Sus manos descendieron desde la nuca del chico, por sus hombros, hasta el comienzo de su pecho. Sin embargo, en ese momento, los dedos atraparon con fuerza el abrigo del joven y tiraron con fuerza hacia abajo de él. A su vez, Julchen se puso de puntillas para poder alcanzar los labios del chico con delicadeza. Un simple roce, porque sospechaba que podría ser demasiada "acción" para él un beso más posesivo. Y además, con un suave roce también se podría demostrar lo que ella sentía.
- Definitivamente eres... Que conste que yo no lo he dicho nunca- podría estar sensible, pero eso no quitaba que no fuese como ella era.- Eres increíble, nadie me ha dicho nada parecido... Ni tampoco lo hubiese esperado... Nunca.
Se separó ligeramente para poder mirarle a los ojos y ver que de verdad no era una mentira. Pero ya sospechaba que él no iba a mentirle. No era algo que le quedase, a fin de cuentas, el niño era como un príncipe de cuento, idiota hasta la médula. Pero también alguien en el que poder confiar.
Sus manos descendieron desde la nuca del chico, por sus hombros, hasta el comienzo de su pecho. Sin embargo, en ese momento, los dedos atraparon con fuerza el abrigo del joven y tiraron con fuerza hacia abajo de él. A su vez, Julchen se puso de puntillas para poder alcanzar los labios del chico con delicadeza. Un simple roce, porque sospechaba que podría ser demasiada "acción" para él un beso más posesivo. Y además, con un suave roce también se podría demostrar lo que ella sentía.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois la abraza con más fuerza nada más decir aquello. En realidad, no sabe explicar bien qué había visto en ella. Es cierto que no conoce a nadie como Julchen, y que por ese detalle que la hace única y especial, él la quiere, puesto que aprecia esa pequeña diferencia que hay en ella, y que, por lo tanto, quiere proteger a toda costa para que nada ni nadie pueda cambiarlo o destruirlo. Pero hay una gran parte en el amor que el chico aún tiene que aprender, puesto que no existen palabras suficientes para describir ese sentimiento que une a dos personas, que las hace complementarios.
Se ríe con ganas, entre sorprendido y divertido. Nunca se hubiese imaginado que esa chica, la orgullosa y ególatra Julchen, le llamara a él, el memo y el llorón, increíble. Le acaricia los largos cabellos plateados, de arriba a abajo y con suavidad. La mira fijamente a los ojos, rojo con rojo, de manera cariñosa, y con infinito amor en ellos y cuando ella le pasa una mano por el cuello hasta agarrarle de la ropa, se deja acercar, con las mejillas ruborizadas. Cierra los ojos, sabiendo que ese momento iba a durar poco, por lo que prefiere no ver nada ni sentir nada más que el suave roce de los labios de Julchen. Nota que ella no quiere darlo todo en el beso, y por ello él se aguanta, a pesar de que, aunque fuera este su primer beso, quiere pegarse a ella para no separarse jamás. Para estar con la persona a la que ama eternamente.
Corresponde de la misma manera tomando su rostro con la mano derecha con suavidad, subiendo hasta enredar sus dedos en los mechones albinos. Su forma de juntar los labios es torpe y algo insegura, pero muy sincera, dado que el muchacho lleva enamorado de la albina desde hacía mucho tiempo.
Se ríe con ganas, entre sorprendido y divertido. Nunca se hubiese imaginado que esa chica, la orgullosa y ególatra Julchen, le llamara a él, el memo y el llorón, increíble. Le acaricia los largos cabellos plateados, de arriba a abajo y con suavidad. La mira fijamente a los ojos, rojo con rojo, de manera cariñosa, y con infinito amor en ellos y cuando ella le pasa una mano por el cuello hasta agarrarle de la ropa, se deja acercar, con las mejillas ruborizadas. Cierra los ojos, sabiendo que ese momento iba a durar poco, por lo que prefiere no ver nada ni sentir nada más que el suave roce de los labios de Julchen. Nota que ella no quiere darlo todo en el beso, y por ello él se aguanta, a pesar de que, aunque fuera este su primer beso, quiere pegarse a ella para no separarse jamás. Para estar con la persona a la que ama eternamente.
Corresponde de la misma manera tomando su rostro con la mano derecha con suavidad, subiendo hasta enredar sus dedos en los mechones albinos. Su forma de juntar los labios es torpe y algo insegura, pero muy sincera, dado que el muchacho lleva enamorado de la albina desde hacía mucho tiempo.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Sonrió ligeramente al ver que él también trataba de corresponder. Se notaba su inexperiencia, pero podía ver perfectamente lo que llevaba implicito esa forma de besar. ¿Acaso no había sido así su primer beso? Torpe, nervioso, pero a pesar de ello, sincero y tierno. Además, la práctica hace al maestro, y ella no ponía pegas a mantener largas sesiones de "entrenamiento".
Finalizó el roce cuando consideró que era suficiente para un primer beso, aunque se sentía reacia a abandonar el sabor de los labios del chico. En contraposición a él, ella solo debía ser el sueño de un alcohólico, dado que en más de una vez había derramado la bebida por ellos, y era muy probable que tuvieran un matiz a alcohol.
Sonrió suavemente al separarse, dándole otro beso en la mejilla. Pero el resto de su cuerpo seguía bien anclado a él. No había prisa en abandonar el calor que le brindaba ese cuerpo, porque aunque ella resistiese bien el frío, se había olvidado el abrigo, y la lluvia no ayudaba precisamente a entrar en calor.
Sin embargo en esa posición descubrió algo que si bien en el fondo no le parecía para nada mal, le daba muchísima curiosidad. Por ello, y para no parecer una curiosa y una preocupada, decidió camuflarlo como si estuviera molesta. Aunque si él era capaz de leer en ella, vería su curiosidad sin ningún indicio de enfado. Y también entendería más que un por qué era un dónde y qué has estado haciendo.
- Así que, ¿has decidido crecer ahora? ¿Acaso es para atraer tú más la atención? ¡Je! Que sepas que aunque sea más baja, mi asombrosidad reluce por encima de todas las cosas.
Posiblemente si llevase los tacones de su traje en el digimundo estaría cerca de alcanzar al chico, pero hoy que había decidido llevar unas cómodas deportivas, se sentía bastante bajita, dado que ella siempre le había mirado por encima del hombro.
Finalizó el roce cuando consideró que era suficiente para un primer beso, aunque se sentía reacia a abandonar el sabor de los labios del chico. En contraposición a él, ella solo debía ser el sueño de un alcohólico, dado que en más de una vez había derramado la bebida por ellos, y era muy probable que tuvieran un matiz a alcohol.
Sonrió suavemente al separarse, dándole otro beso en la mejilla. Pero el resto de su cuerpo seguía bien anclado a él. No había prisa en abandonar el calor que le brindaba ese cuerpo, porque aunque ella resistiese bien el frío, se había olvidado el abrigo, y la lluvia no ayudaba precisamente a entrar en calor.
Sin embargo en esa posición descubrió algo que si bien en el fondo no le parecía para nada mal, le daba muchísima curiosidad. Por ello, y para no parecer una curiosa y una preocupada, decidió camuflarlo como si estuviera molesta. Aunque si él era capaz de leer en ella, vería su curiosidad sin ningún indicio de enfado. Y también entendería más que un por qué era un dónde y qué has estado haciendo.
- Así que, ¿has decidido crecer ahora? ¿Acaso es para atraer tú más la atención? ¡Je! Que sepas que aunque sea más baja, mi asombrosidad reluce por encima de todas las cosas.
Posiblemente si llevase los tacones de su traje en el digimundo estaría cerca de alcanzar al chico, pero hoy que había decidido llevar unas cómodas deportivas, se sentía bastante bajita, dado que ella siempre le había mirado por encima del hombro.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois, al separarse, se relame, aunque algo fastidiado por el echo de que aquel beso le parecía de lo más corto. Aunque quizás ninguno le pareciera lo suficientemente prolongado, dada la necesidad de permanecer junto a la chica a la que ama. Al pasar la lengua por los labios, se da cuenta de que saben amargo, aunque no le importa, porque aún así ese sabor le gusta, el sabor de sus labios... Sonríe a la chica, mirándola con cariño y amor, y aceptando el beso que esta le planta en la mejilla. Ante esto, se estremece del gusto, y le acaricia la mejilla a la chica.
- ¿Oh?-se ríe, divertido, y se separa un momento para quitarse el abrigo y colocarlo sobre la chica, sin importarle empaparse por la lluvia-. ¿Así que prefieres que sea un memo mico?
Después de otorgarle el abrigo, el chico la abraza de nuevo, arrebujandola hacia sí y protegiendola del frío, a riesgo de enfermar él mismo, aunque en realidad no es muy probable, dada su gran resistencia y su fuerza. Tener padres biohybridos tenía sus ventajas, ¿verdad?
- ¿Oh?-se ríe, divertido, y se separa un momento para quitarse el abrigo y colocarlo sobre la chica, sin importarle empaparse por la lluvia-. ¿Así que prefieres que sea un memo mico?
Después de otorgarle el abrigo, el chico la abraza de nuevo, arrebujandola hacia sí y protegiendola del frío, a riesgo de enfermar él mismo, aunque en realidad no es muy probable, dada su gran resistencia y su fuerza. Tener padres biohybridos tenía sus ventajas, ¿verdad?
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Al parecer la pregunta le hizo gracia, aunque no era raro preguntarselo. Puesto que hacía un mes o quizás dos era la última vez que lo había visto, y por aquel entonces se encontraban más o menos parejos en cuestiones de envergadura y posiblemente peso. Pero ahora, bueno, quedaba claro quien era la "princesa" de los dos. Y la respuesta no era precisamente del agrado de Julchen.
- Bueno~ Que fueses un mico tenía sus cosas buenas, como que podía meterme contigo por cosas fundamentadas. Aunque si como mujer me preguntas a cual prefiero de los dos, bueno, me quedo con el grande.- contesto de manera pícara con guiño de ojo.
Se arrebujó mejor en el abrigo recién puesto sobre sus hombros a la vez que el chico la abrazaba de nuevo. Sonrió ante el gesto depositando otro beso en la mejilla del chico. Aunque no le importaría estar así bajo la lluvia todo el día, ahora que tenía algo de abrigo, también se preocupaba por lo que le pudiese ocurrir. Y aunque había crecido, el chico sin duda, aún era un memo. Así que, cogiéndole de la mano, le arrastró hasta alguna parada de bus o de trenes para evitar que se empapasen los dos.
- Vayamos a algún sitio más resguardado. Y bueno, ¿qué has estado haciendo para pegar este estirón mágico?
Le preguntó para obtener la respuesta a su curiosidad.
- Bueno~ Que fueses un mico tenía sus cosas buenas, como que podía meterme contigo por cosas fundamentadas. Aunque si como mujer me preguntas a cual prefiero de los dos, bueno, me quedo con el grande.- contesto de manera pícara con guiño de ojo.
Se arrebujó mejor en el abrigo recién puesto sobre sus hombros a la vez que el chico la abrazaba de nuevo. Sonrió ante el gesto depositando otro beso en la mejilla del chico. Aunque no le importaría estar así bajo la lluvia todo el día, ahora que tenía algo de abrigo, también se preocupaba por lo que le pudiese ocurrir. Y aunque había crecido, el chico sin duda, aún era un memo. Así que, cogiéndole de la mano, le arrastró hasta alguna parada de bus o de trenes para evitar que se empapasen los dos.
- Vayamos a algún sitio más resguardado. Y bueno, ¿qué has estado haciendo para pegar este estirón mágico?
Le preguntó para obtener la respuesta a su curiosidad.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois alza una ceja ante el comentario hiriente de la albina, pero en realidad esta contento y eso le hace gracia. Sobretodo después de escuchar que le prefiere ahora, más crecidito. Aunque bueno, él no se ha dado cuenta casi de su rápido y repentino crecimiento, puesto que es su propio cuerpo y poco ha sentido ese desarrollo.
Naois deposita un segundo beso en los labios de Julchen, de nuevo de manera leve, aunque apenas es capaz de aguantarse y no alargar ese contacto con ella. Comienza a caminar, con su mano entrelazada a la de ella, feliz y empapado, aunque esto último apenas le importa, porque pronto estarían los dos a resguardo. Una vez en dicho lugar, bajo la boca de un metro, Naois la mira y sonríe, preguntándose si debería bromear, o si por el contrario debía de contarle la verdad. Finalmente, el chico decide ser malo.
- He estado tomando sustancias dopantes-responde el joven, divertido-. Por eso crecí tanto.
Naois deposita un segundo beso en los labios de Julchen, de nuevo de manera leve, aunque apenas es capaz de aguantarse y no alargar ese contacto con ella. Comienza a caminar, con su mano entrelazada a la de ella, feliz y empapado, aunque esto último apenas le importa, porque pronto estarían los dos a resguardo. Una vez en dicho lugar, bajo la boca de un metro, Naois la mira y sonríe, preguntándose si debería bromear, o si por el contrario debía de contarle la verdad. Finalmente, el chico decide ser malo.
- He estado tomando sustancias dopantes-responde el joven, divertido-. Por eso crecí tanto.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Tras caminar unos cuantos minutos consiguieron llegar a una zona resguardada de la lluvia, concretamente bajo el suelo, en el U-bahn. La chica caminó un poco hacia el interior para retirarse de las escaleras, dado que dentro de las estaciones solía haber bastante espacio para moverse, y así no entorpecer el paso.
Guió al chico hacia una pared en absoluto silencio, a pesar de que el ya hubiese contestado. Con un rostro impenetrable, trato de empujarle contra la pared hasta quedar los dos pegados, aunque Nao en mitad del sándwich que haría Julchen y la pared.
En esa posición clavo sus dos ojos rojos en los de él analizándole.
- ¿Seguro qué es por tomar drogas? Deberías saber que es muy probable que eso baje tu rendimiento en la cama, y no me gustaría tener que dejarte por dejarme insatisfecha.- dijo ronroneando al oído del chico. - Así que, contesta ahora bien, o esto puede acabar muy mal para tí.- se separó al decir eso, pero no dejó de presionar con su cuerpo unos segundos más antes de volver a darle espacio.
Después sonrió burlona hacía el chico. Le hacía gracia que intentara "engañarla" o bromear, pero ya había esquivado dos veces la pregunta, y generalmente su paciencia no daba más allá de una tercera oportunidad. Que ella se interesara tanto en otra persona no era lo habitual, dado que el egocentrismo hace que no importe más que uno mismo, así que, comenzaba a tentar mucho a la suerte con seguir esquivando la pregunta. Sobre todo, si no quería tener una pelea como las del pasado... O bueno, quizás más tranquila que las del pasado.
Guió al chico hacia una pared en absoluto silencio, a pesar de que el ya hubiese contestado. Con un rostro impenetrable, trato de empujarle contra la pared hasta quedar los dos pegados, aunque Nao en mitad del sándwich que haría Julchen y la pared.
En esa posición clavo sus dos ojos rojos en los de él analizándole.
- ¿Seguro qué es por tomar drogas? Deberías saber que es muy probable que eso baje tu rendimiento en la cama, y no me gustaría tener que dejarte por dejarme insatisfecha.- dijo ronroneando al oído del chico. - Así que, contesta ahora bien, o esto puede acabar muy mal para tí.- se separó al decir eso, pero no dejó de presionar con su cuerpo unos segundos más antes de volver a darle espacio.
Después sonrió burlona hacía el chico. Le hacía gracia que intentara "engañarla" o bromear, pero ya había esquivado dos veces la pregunta, y generalmente su paciencia no daba más allá de una tercera oportunidad. Que ella se interesara tanto en otra persona no era lo habitual, dado que el egocentrismo hace que no importe más que uno mismo, así que, comenzaba a tentar mucho a la suerte con seguir esquivando la pregunta. Sobre todo, si no quería tener una pelea como las del pasado... O bueno, quizás más tranquila que las del pasado.
Julchen
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Bajan por las escaleras del metro, uno detrás de la otra. El muchacho la observa desde su posición, con una tonta sonrisa en el rostro. Da un suspiro y la amplia. Esta contento, por fin sabe por qué rumbo se dirige su vida, ha encontrado una razón por la que luchar, y una familia a la que pertenecer, puesto que no piensa separarse de Julchen ni loco.
Cuando ya estan dentro, el chico de nuevo se acerca a su amiga, aunque desde ese momento, Julchen iba a ser algo más. La toma de nuevo de la mano, pero entonces ella le agarra y le empuja contra la pared, aprisionandolo entre la espada y la pared... Aunque sabe que Julchen es mucho peor que una simple espada. Naois la mira juguetón durante un momento, pero en cuanto ella se acerca lo suficiente como para escuchar su respiración... Sabe que algo va mal. Sabe que ella sabe que le esta ocultando algo. Y sabe que en algún momento la albina lo descubrirá. Se sonroja profusamente al escuchar el asunto de la cama, pero aparte de la coloración, no muestra ninguna anomalía más.
- ¿De verdad quieres saberlo?-susurra a su vez a su oido, en el mismo tono-. Prométeme que no te enfadarás por ello...
Al separarse la chica un poco Naois cierra un momento los ojos y la besa en los labios, antes de coger valor para responder.
- Estuve... luchando en el digimundo. Quería hacerme más fuerte para protegerte, así que peleé contra algunos digimons infectados. ¡Pero descuida!-se apresura a añadir-. ¡No estoy infectado! Soy demasiado increíble como para eso...-el muchacho sonrié de manera juguetona al decir eso.
Cuando ya estan dentro, el chico de nuevo se acerca a su amiga, aunque desde ese momento, Julchen iba a ser algo más. La toma de nuevo de la mano, pero entonces ella le agarra y le empuja contra la pared, aprisionandolo entre la espada y la pared... Aunque sabe que Julchen es mucho peor que una simple espada. Naois la mira juguetón durante un momento, pero en cuanto ella se acerca lo suficiente como para escuchar su respiración... Sabe que algo va mal. Sabe que ella sabe que le esta ocultando algo. Y sabe que en algún momento la albina lo descubrirá. Se sonroja profusamente al escuchar el asunto de la cama, pero aparte de la coloración, no muestra ninguna anomalía más.
- ¿De verdad quieres saberlo?-susurra a su vez a su oido, en el mismo tono-. Prométeme que no te enfadarás por ello...
Al separarse la chica un poco Naois cierra un momento los ojos y la besa en los labios, antes de coger valor para responder.
- Estuve... luchando en el digimundo. Quería hacerme más fuerte para protegerte, así que peleé contra algunos digimons infectados. ¡Pero descuida!-se apresura a añadir-. ¡No estoy infectado! Soy demasiado increíble como para eso...-el muchacho sonrié de manera juguetona al decir eso.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Una enorme sonrisa socarrona asomó en los labios de Julchen cuando escuchó al chico "rendirse" y contarle toda la verdad. Obviamente, era demasiado genial y maravillosa como para no conseguirlo... Aunque bueno, puede que también ayudase la intimidación y la mención a temas de índole sexual, sobre todo, si la otra persona era de género contrario.
Sin embargo, no pudo celebrar mucho su victoria, puesto que las siguientes palabras del chico la dejaron confusa, muy confusa. Posiblemente, de haber sido un pokemon, se habría herido a sí misma. ¿Cómo que no se enfadará? ¿Qué había hecho? Sintió una leve -gran- opresión molesta en el pecho, preocupada de lo que fuese a decirla.
Tan solo tuvo un leve consuelo con el beso que le dio el chico, se resistió lo que pudo a separarse, empezaba a no querer saberlo... Podría no ser nada, o quizás ser algo tan serio que para ocultar que estaba triste, tendría que enfadarse...
El rubor cubrió completamente su rostro cuando el chico se lo explicó. Se sentía complacida por el hecho de que él hubiese decidido hacer eso solo por ella. Sonreiría como una tonta, le abrazaría y le besaría, si no fuese porque ella podía valerse por sí misma. No la gustaba que la tratasen como si fuese de porcelana. Se encontraba en una encrucijada mental, por un lado agradecida de ser tratada así, y por otro por sus pensamientos de toda la vida. Y finalmente, por la costumbre a no verse débil y delicada -en resumen, que tuviera sentimientos- frunció el ceño y le golpeó al pelirrojo en el brazo con fuerza.
- ¡Yo no necesito que nadie me proteja! En todo caso, yo os protegeré a vosotros. - gruñó intentando parecer enfadada, aunque el sonrojo de su rostro, no ayudaba precisamente mucho con eso.
Sin embargo, no pudo celebrar mucho su victoria, puesto que las siguientes palabras del chico la dejaron confusa, muy confusa. Posiblemente, de haber sido un pokemon, se habría herido a sí misma. ¿Cómo que no se enfadará? ¿Qué había hecho? Sintió una leve -gran- opresión molesta en el pecho, preocupada de lo que fuese a decirla.
Tan solo tuvo un leve consuelo con el beso que le dio el chico, se resistió lo que pudo a separarse, empezaba a no querer saberlo... Podría no ser nada, o quizás ser algo tan serio que para ocultar que estaba triste, tendría que enfadarse...
El rubor cubrió completamente su rostro cuando el chico se lo explicó. Se sentía complacida por el hecho de que él hubiese decidido hacer eso solo por ella. Sonreiría como una tonta, le abrazaría y le besaría, si no fuese porque ella podía valerse por sí misma. No la gustaba que la tratasen como si fuese de porcelana. Se encontraba en una encrucijada mental, por un lado agradecida de ser tratada así, y por otro por sus pensamientos de toda la vida. Y finalmente, por la costumbre a no verse débil y delicada -en resumen, que tuviera sentimientos- frunció el ceño y le golpeó al pelirrojo en el brazo con fuerza.
- ¡Yo no necesito que nadie me proteja! En todo caso, yo os protegeré a vosotros. - gruñó intentando parecer enfadada, aunque el sonrojo de su rostro, no ayudaba precisamente mucho con eso.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
El rostro de la albina pasa por todas las expresiones posibles. De la curiosidad a la extrañeza, de la extrañeza al temor, del temor al enfado, y del enfado a...
- ¡Ay!-se queja el muchacho al ser golpeado en el brazo. Claramente, no había sido una muy buena idea el mencionarle sus acciones en el mundo digital. Conociendo a la albina, seguramente ella no quería que la tratasen como a una damisela o a una princesita inútil.
Naois lo entiende, y por eso no le toma en cuenta el golpe, sino que se vuelve a acercar a ella y la abraza, llenándola de besos por toda la cara para disculparse en cierta manera. No quiere que se enfade con él, y por eso trata de arreglarlo mediante besos y caricias.
-No te enfades, Jul...-le dice, mirándola con ojitos arrepentidos-. Lo hice porque quería protegerte. Pero tu también puedes protegerme a mí. A fin de cuentas, eres más poderosa que yo...
Le sonríe, sabiendo que eso seguramente le derritiera por dentro. ¿Una Julchen orgullosa y egocéntrica? ¡Qué cosa más rara!
- ¡Ay!-se queja el muchacho al ser golpeado en el brazo. Claramente, no había sido una muy buena idea el mencionarle sus acciones en el mundo digital. Conociendo a la albina, seguramente ella no quería que la tratasen como a una damisela o a una princesita inútil.
Naois lo entiende, y por eso no le toma en cuenta el golpe, sino que se vuelve a acercar a ella y la abraza, llenándola de besos por toda la cara para disculparse en cierta manera. No quiere que se enfade con él, y por eso trata de arreglarlo mediante besos y caricias.
-No te enfades, Jul...-le dice, mirándola con ojitos arrepentidos-. Lo hice porque quería protegerte. Pero tu también puedes protegerme a mí. A fin de cuentas, eres más poderosa que yo...
Le sonríe, sabiendo que eso seguramente le derritiera por dentro. ¿Una Julchen orgullosa y egocéntrica? ¡Qué cosa más rara!
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
- off:
- No me acordaba de que me tocaba postear xD
Iba a parecer que se había enfadado "perfectamente" como era ella misma, hasta que el chico fue detrás de la albina para pedirla perdón por medio de acciones cariñosas. Logrando que se sonrojase del todo, y correspondiera al abrazo también... No podía fingir seguir enfadada cuando se ponía así de tierno. Y bueno, quién podía decir que no cuando encima le hinchaban más el inflado ego.
- Está bien, te perdono por está vez. Sobre todo, porque soy awesome. - respondió con prepotencia.- Imagino que debía ser muy frustrante verme a mi con tanto poder... Y tu con algo por ahí.- para mejorarlo, añadió una de sus risotas, que sonaban más o menos como: "kesesesesese~"
En ese momento llegó el metro. La chica le sujetó de la muñeca y le arrastró al interior del vagón. No había sitios para sentarse de momento, pero por suerte, no tendrían que ir muy lejos para llegar a la casa de la albina.
Iba sonriendo relajada, hasta que su mente repitió y analizó las palabras que le había dicho el chico cuando dijo que había estado entrenando. Pronunciando unas palabras que ella no entendía para nada, pero que no auguraban nada bueno.
- Por cierto, ¿qué has querido decir antes con lo de infección?
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
- Spoiler:
- Np, a fin de cuentas, yo también he tardado lo mío XD
Naois sonríe al ver que la chica se deja mimar por el, y victorioso, la rodea con sus brazos, sabiéndo que ese, además del ensanchimiento del ego, era su punto flaco. Le besa detrás de la oreja, y alza una ceja, divertido, en cuanto Julchen le arremete con lo del "enorme" poder que los había diferenciado. No obstante, se deja llevar al interior del vagón, curioso, pues no ha usado mucho el metro en lo que lleva de vida, y le parece un método curioso para desplazarse, bajo tierra.
Se apoya contra la puerta contraria, que se mantiene cerrada por seguridad, y agarra un barrote para tener estabilidad y no caerse a comer el suelo. Eso seguro que haría reir a la albina, pero la verdad es que el pelirrojo no quiere hacer el ridículo de esa manera delante de ella. No obstante, sus pensamientos sobre el ridículo y la torpeza, se ven sustituídos instantáneamente cuando su compañera vuelve a mencionar lo de la "infección". Naois traga saliva, y mira un momento para otro lado con el objetivo de asegurarse de que nadie los mira ni escucha.
- Bueno...-dice en voz baja-. Resulta... que ahora es peligroso andar por el Digimundo-se acerca a su oído y le susurra en el oído-. Un virus muy peligroso se ha propagado. Los tipo virus se hacen más fuertes, agresivos, y casi imposible de vencer... Mientras que los vacuna cada vez se vuelven más débiles...
Se separa, y la mira con seriedad, aunque también con impotencia, pues sabe que el compañero digital de la chica es de atributo vacuna, mientras que sus espíritus digitales son virus. Pero él no se va a dejar infectar, si es que a los frontiers les afectaba el virus... Y mucho menos va a permitir que Julchen se quedara sin protección.
- Creo que por el momento, es más seguro quedarnos aquí-concluye, refiriéndose con "aquí", al planeta Tierra.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Al parecer el tema de la infección era algo bastante peliagudo, la albina notó como se había tensado Naois al preguntarle. Lo cual la llevaba a que no debía ser para nada bueno. Por suerte, no había pasado por ese lugar desde hacía bastante tiempo, así que, esperaba no haberse contagiado de nada. No se encontraba con ganas de ponerse enferma.
Frunció el ceño al enterarse de lo que hacía el virus, y comenzó a morder el borde de la uña de su dedo derecho, como siempre hacía cuando se ponía nerviosa por ese tipo de cosas. No le venía para nada bien, su compañera iba a debilitarse. Aunque la duda estaba en si era aunque no estuviese infectada, o cuando lo estuviese. No sabría decirlo.
Aunque había otra cosa que la preocupaba mucho más.
- No me gusta jugar con desventaja, aunque sin duda ganar de esa forma es mucho más gratificante. Aunque tengo una duda... ¿Los humanos pueden contagiarse?
Sí, temía por la integridad de su hermano pequeño. Pelear y que Gatomon arriesgase su vida por decisión propia era una cosa, pero que todos y sobre todo su pequeño West corriera peligro, era otra muy distinta.
- No quiero que le pase nada a Luddy... No me lo perdonaría.- Sus ojos rojizos brillaban de preocupación. No temía tanto por Naois porque en el fondo sabía que podría defenderse, pero su hermanito aún era demasiado pequeño.
Frunció el ceño al enterarse de lo que hacía el virus, y comenzó a morder el borde de la uña de su dedo derecho, como siempre hacía cuando se ponía nerviosa por ese tipo de cosas. No le venía para nada bien, su compañera iba a debilitarse. Aunque la duda estaba en si era aunque no estuviese infectada, o cuando lo estuviese. No sabría decirlo.
Aunque había otra cosa que la preocupaba mucho más.
- No me gusta jugar con desventaja, aunque sin duda ganar de esa forma es mucho más gratificante. Aunque tengo una duda... ¿Los humanos pueden contagiarse?
Sí, temía por la integridad de su hermano pequeño. Pelear y que Gatomon arriesgase su vida por decisión propia era una cosa, pero que todos y sobre todo su pequeño West corriera peligro, era otra muy distinta.
- No quiero que le pase nada a Luddy... No me lo perdonaría.- Sus ojos rojizos brillaban de preocupación. No temía tanto por Naois porque en el fondo sabía que podría defenderse, pero su hermanito aún era demasiado pequeño.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois mira a la chica, viendo como la expresión de su rostro cambia de de la extrañeza a la preocupación en apenas un par de segundos. El chico no puede evitar abrazarla, antes de ponerse a responderle las dudas, porque primero quiere asegurarse de que la muchacha sepa que él esta allí con ella, para lo que necesite.
- Julchen...-al separarse, el chico toma su barbilla con una mano y le hace alzarla con suavidad-. No debes temer. Ludwig estará seguro en la Tierra, así que no le pasará nada-el muchacho enmudece unos segundos, antes de meter la mano en los bolsillos de su abrigo y sacar dos máquinas con aspecto de tablet-. Mira, esto son terminales de batalla. Me las dieron unos digignomes, y me dijeron que te diera la tuya de paso... Tómala.
En cuanto la chica toma el aparato, ambos se encienden, uno con un brillo azul, y otro con un brillo amarillo. Además, dos voces comienzan a hablar al unísono, cada una saliendo de uno de los dos aparatos.
- "Bienvenido/a, usuario/a Naois/Julchen"-las voces son femeninas y robóticas; de repente se despliegan algunas ventanas en la pantalla del aparato-. "Esta terminal ha sido diseñada especialmente para usted, y sólo para usted por la señora Norn, e independientemente de sus objetivos, usted puede usarla a su antojo."-las voces calln durante un par de segundos-. "A continuación le mostraré las funciones que esta terminal tiene a su disposición: Mapa y localización GPS, Analisis de compañero digital, Digienciclopedia, Función de análisis general, Almacenamiento de Digimentals y su uso en objetos, Protección en forma de cortafuegos contra virus y otros progamas maliciosos, Almacenamiento de armas y objetos por medio de un servidor nube, Cámara y micrófonos, Radar digital, Analizador de Ondas Emocionales, y por último, pero no por ello menos improtante, Almacenamiento del compañero digimon."
- Julchen...-al separarse, el chico toma su barbilla con una mano y le hace alzarla con suavidad-. No debes temer. Ludwig estará seguro en la Tierra, así que no le pasará nada-el muchacho enmudece unos segundos, antes de meter la mano en los bolsillos de su abrigo y sacar dos máquinas con aspecto de tablet-. Mira, esto son terminales de batalla. Me las dieron unos digignomes, y me dijeron que te diera la tuya de paso... Tómala.
En cuanto la chica toma el aparato, ambos se encienden, uno con un brillo azul, y otro con un brillo amarillo. Además, dos voces comienzan a hablar al unísono, cada una saliendo de uno de los dos aparatos.
- "Bienvenido/a, usuario/a Naois/Julchen"-las voces son femeninas y robóticas; de repente se despliegan algunas ventanas en la pantalla del aparato-. "Esta terminal ha sido diseñada especialmente para usted, y sólo para usted por la señora Norn, e independientemente de sus objetivos, usted puede usarla a su antojo."-las voces calln durante un par de segundos-. "A continuación le mostraré las funciones que esta terminal tiene a su disposición: Mapa y localización GPS, Analisis de compañero digital, Digienciclopedia, Función de análisis general, Almacenamiento de Digimentals y su uso en objetos, Protección en forma de cortafuegos contra virus y otros progamas maliciosos, Almacenamiento de armas y objetos por medio de un servidor nube, Cámara y micrófonos, Radar digital, Analizador de Ondas Emocionales, y por último, pero no por ello menos improtante, Almacenamiento del compañero digimon."
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
La albina se aferró al joven, aún preocupada, aunque sintiéndose apoyada y querida por alguien. Cerró los ojos, escondiendo el rostro de los demás al usar el cuerpo del chico. Se dejó inundar por esa sensación de calma y protección, antes de tener que volver a enfrentarse a un mundo que era cada vez peor, ya no por ella, si no por su pequeño hermano.
- Eso espero... - musitó con no demasiada confianza, su mirada estaba gacha, a pesar de que no se había opuesto a que le alzasen el rostro.
Sin embargo, tan rápido como un parpadeo, Naois cambió de tema para hablarle de unos aparatos. La albina los miró, aunque su mente aún seguía lejos, así que, apenas registró el hecho de sostenerlo entre sus manos. Sin demasiado entusiasmo observó las luces de la pantalla, pero en realidad, lejos de allí.
No entendía por qué recibía eso, el virus era algo más importante que un aparato. Así que, en cuanto se hizo el silencio se lo volvió a tender a Naois.
- Si tengo que quedármelo, llevamelo tú. No tengo dónde guardarlo, y una tablet puedo conseguirla cuando quiera.
Después se sumió en un silencio algo hosco, cruzando los brazos. Naois no era mala persona, pero algo idiota al pensar que por darle algo así iba a dejar de preocuparse. De hecho, solo conseguía molestarla. Pero no se lo iba a decir, porque no creía que lo hubiese hecho con malas intenciones.
Ojala tuviese algo que golpear...
- Eso espero... - musitó con no demasiada confianza, su mirada estaba gacha, a pesar de que no se había opuesto a que le alzasen el rostro.
Sin embargo, tan rápido como un parpadeo, Naois cambió de tema para hablarle de unos aparatos. La albina los miró, aunque su mente aún seguía lejos, así que, apenas registró el hecho de sostenerlo entre sus manos. Sin demasiado entusiasmo observó las luces de la pantalla, pero en realidad, lejos de allí.
No entendía por qué recibía eso, el virus era algo más importante que un aparato. Así que, en cuanto se hizo el silencio se lo volvió a tender a Naois.
- Si tengo que quedármelo, llevamelo tú. No tengo dónde guardarlo, y una tablet puedo conseguirla cuando quiera.
Después se sumió en un silencio algo hosco, cruzando los brazos. Naois no era mala persona, pero algo idiota al pensar que por darle algo así iba a dejar de preocuparse. De hecho, solo conseguía molestarla. Pero no se lo iba a decir, porque no creía que lo hubiese hecho con malas intenciones.
Ojala tuviese algo que golpear...
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois nota el estado de ánimo de su compañera, e instantáneamente se dispone a explicarle a Julchen que esos aparatos eran la solución para sus problemas.
- No es una tablet cualquiera, Jul. Se llaman Terminales de Batalla, y con ellas, eres inmune al virus... Tú y tu hermano-la abraza con fuerza-. Además, jamás dejaría que te pasase nada... Encontraré la cura contra el virus, ya lo verás...
Se separa y la besa en los labios, sonriendo ampliamente, mientras la miraba a los ojos rojos tan parecidos a los suyos. El metro se detiene en ese momento, y una voz anuncia la llegada a una nueva estación de Berlín. Las puertas se abren con un sonido mecánico, y varias personas entran en el vagón, mientras que otras dejan sus asientos para salir. He ahí la posibilidad que halla el pelirrojo, al ver dos asientos individuales libres. Antes de que nadie los ocupe, el muchacho toma a la albina de la mano y tira de ella para sentarse los dos en los asientos.
- Bueno... A todo esto, no sé a dónde vamos... ¿Algún lugar en concreto, o solo buscamos perdernos para estar solos?-esboza una sonrisa ladeada, divertido.
- No es una tablet cualquiera, Jul. Se llaman Terminales de Batalla, y con ellas, eres inmune al virus... Tú y tu hermano-la abraza con fuerza-. Además, jamás dejaría que te pasase nada... Encontraré la cura contra el virus, ya lo verás...
Se separa y la besa en los labios, sonriendo ampliamente, mientras la miraba a los ojos rojos tan parecidos a los suyos. El metro se detiene en ese momento, y una voz anuncia la llegada a una nueva estación de Berlín. Las puertas se abren con un sonido mecánico, y varias personas entran en el vagón, mientras que otras dejan sus asientos para salir. He ahí la posibilidad que halla el pelirrojo, al ver dos asientos individuales libres. Antes de que nadie los ocupe, el muchacho toma a la albina de la mano y tira de ella para sentarse los dos en los asientos.
- Bueno... A todo esto, no sé a dónde vamos... ¿Algún lugar en concreto, o solo buscamos perdernos para estar solos?-esboza una sonrisa ladeada, divertido.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
La chica dejó de refunfuñar internamente entre los brazos del muchacho, para poner cara entre esperanza y sorpresa y, alzar la cabeza tan rápido que le dio un tirón en el cuello.
- ¡Ay! Ayayayayayay... - se quejó colocando una mano sobre la parte afectada. Tuvo que quedarse en esa posición un par de segundos en total silencio, hasta que el pinchazo de dolor se redujo hasta solo ser un adormecimiento de esa zona. - ¿Lo dices de verdad? ¿Ese aparato nos puede ayudar a no caer en el virus? - el alivio era una sensación grandiosa, pero su naturaleza desconfiada apareció rápidamente, quería evitarse el daño si no era verdad. - No lo dices solo para tranquilizarme, ¿verdad?
Pudo acabar la pregunta en el momento en el que la besaban, provocando un leve cortocircuito interno, tanta preocupación seguida de alivio y desconfianza en apenas unos segundos, la habían dejado muy receptiva a esas cosas, y por lo tanto, la atontaban fácilmente. De hecho, apenas fue consciente de que la "arrastraban" hasta unos asientos. La muchacha colocó sus piernas por encima de las de Naois, mientras que una de sus manos se internaba entre el largo cabello rojizo y se dedicaba a acariciar su nuca con cariño.
- Perderse siempre es la mejor opción del mundo, porque así no pareces un idiota cuando no sabes en qué calle estás, tu objetivo está cumplido- guiño el ojo, traviesa. Pero enseguida recuperó la seriedad - Pero, aunque suene demasiado cursi, no me importa perderme siempre que esté contigo.
Apartó la mirada tras decirlo, además de sonrojarse profusamente. Era algo que de verdad pensaba, y que aunque podía habérselo guardado, suponía que Naois preferiría escucharlo.
- ¡Ay! Ayayayayayay... - se quejó colocando una mano sobre la parte afectada. Tuvo que quedarse en esa posición un par de segundos en total silencio, hasta que el pinchazo de dolor se redujo hasta solo ser un adormecimiento de esa zona. - ¿Lo dices de verdad? ¿Ese aparato nos puede ayudar a no caer en el virus? - el alivio era una sensación grandiosa, pero su naturaleza desconfiada apareció rápidamente, quería evitarse el daño si no era verdad. - No lo dices solo para tranquilizarme, ¿verdad?
Pudo acabar la pregunta en el momento en el que la besaban, provocando un leve cortocircuito interno, tanta preocupación seguida de alivio y desconfianza en apenas unos segundos, la habían dejado muy receptiva a esas cosas, y por lo tanto, la atontaban fácilmente. De hecho, apenas fue consciente de que la "arrastraban" hasta unos asientos. La muchacha colocó sus piernas por encima de las de Naois, mientras que una de sus manos se internaba entre el largo cabello rojizo y se dedicaba a acariciar su nuca con cariño.
- Perderse siempre es la mejor opción del mundo, porque así no pareces un idiota cuando no sabes en qué calle estás, tu objetivo está cumplido- guiño el ojo, traviesa. Pero enseguida recuperó la seriedad - Pero, aunque suene demasiado cursi, no me importa perderme siempre que esté contigo.
Apartó la mirada tras decirlo, además de sonrojarse profusamente. Era algo que de verdad pensaba, y que aunque podía habérselo guardado, suponía que Naois preferiría escucharlo.
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Naois la mira con la seriedad de un guardia de Buckinham Palace. Él conoce el temperamento de la albina, y sabe que si le oculta algo, aunque sea por su bien, esta se enfadaría con él. Por eso, el chico le ha dicho directamente la verdad, por eso, y porque piensa que se merece saberlo. Una vez en el asiento, le toma de la mano y se la acaricia.
- De verdad, no te miento. Se que me matarías si lo hiciera-se inclina sobre ella y le da un beso en la mejilla-. De esa forma, Ludwig y tu estaréis seguros-dice, tendiéndole la Terminal de Batalla.
Después el chico se relaja, mientras el tren vuelve a ponerse en marcha lentamente, hasta alcanzar una velocidad óptima. Sonríe cuando Julchen le dice que no le importa perderse, y menos si es con él con el que está, así que, feliz de escucharlo, el pelirrojo pasa un brazo alrededor de la albina, abrazándola.
- Está bien, pues... Yo no conozco esta ciudad como tú así que... nos bajamos dentro de dos estaciones-dice, evidentemente sin saber cuál sería esa ubicación elegida.
- De verdad, no te miento. Se que me matarías si lo hiciera-se inclina sobre ella y le da un beso en la mejilla-. De esa forma, Ludwig y tu estaréis seguros-dice, tendiéndole la Terminal de Batalla.
Después el chico se relaja, mientras el tren vuelve a ponerse en marcha lentamente, hasta alcanzar una velocidad óptima. Sonríe cuando Julchen le dice que no le importa perderse, y menos si es con él con el que está, así que, feliz de escucharlo, el pelirrojo pasa un brazo alrededor de la albina, abrazándola.
- Está bien, pues... Yo no conozco esta ciudad como tú así que... nos bajamos dentro de dos estaciones-dice, evidentemente sin saber cuál sería esa ubicación elegida.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
La chica suspiró aliviada, aunque posteriormente una sonrisa algo maliciosa se dejó notar en sus labios, por supuesto que le mataría... O bueno, al menos le dejaría lo suficientemente herido como para que no pudiese moverse durante muchos meses. Era el "pequeño" precio que tendría que pagar por engañarla.
- Chico listo, parece que me conoces bastante bien- rió ligeramente tras el beso en su mejilla y, ayudándose gracias a la mano que tenía tras el cuello del joven, la chica le hizo acercarse un poco más para robarle un beso de los labios. - Me parece algo extraño que esto- miró al objeto entre sus manos,- sea lo que nos va a ayudar a detener el virus. Me parece algo demasiado fantasioso... Pero supongo que habiendo visto todo lo que hay en el digimundo, no debería de extrañarme...
Dejó reposar su cabeza sobre el hombro del chico, mientras que respiraba profundamente para dejar que el aroma del chico inundase sus fosas nasales. Estaba tan cómoda así que sentía que podría dormir tranquilamente, pero tenía que continuar despierta. No sabía cuando él iba a desaparecer de nuevo, pero era mejor pasar todo el tiempo que pudiese con Naois.
La albina sonrió alegre y divertida por el plan del joven. Claro está que ella conocía la localización de la parada a la que iban, pero no iba a abrir la boca sobre lo que había, aunque quizás el nombre fuese algo indicativo de lo que había en la zona circundante a la estación, puesto que el nombre de esta era: "Zoologischer Garten".
- Me parece un buen lugar donde perdernos~ - ronroneó ligeramente al hablar. - En cuanto lleguemos es tú decisión ir a donde quieras. Porque usarme a mí sería hacer trampas a la hora de perdernos- rió suavemente divertida, pero eso la hizo pensar en una cosa que no tardo en cuestionar.- Si no conoces la ciudad, ¿cómo es que sabías donde estaba?
- Chico listo, parece que me conoces bastante bien- rió ligeramente tras el beso en su mejilla y, ayudándose gracias a la mano que tenía tras el cuello del joven, la chica le hizo acercarse un poco más para robarle un beso de los labios. - Me parece algo extraño que esto- miró al objeto entre sus manos,- sea lo que nos va a ayudar a detener el virus. Me parece algo demasiado fantasioso... Pero supongo que habiendo visto todo lo que hay en el digimundo, no debería de extrañarme...
Dejó reposar su cabeza sobre el hombro del chico, mientras que respiraba profundamente para dejar que el aroma del chico inundase sus fosas nasales. Estaba tan cómoda así que sentía que podría dormir tranquilamente, pero tenía que continuar despierta. No sabía cuando él iba a desaparecer de nuevo, pero era mejor pasar todo el tiempo que pudiese con Naois.
La albina sonrió alegre y divertida por el plan del joven. Claro está que ella conocía la localización de la parada a la que iban, pero no iba a abrir la boca sobre lo que había, aunque quizás el nombre fuese algo indicativo de lo que había en la zona circundante a la estación, puesto que el nombre de esta era: "Zoologischer Garten".
- Me parece un buen lugar donde perdernos~ - ronroneó ligeramente al hablar. - En cuanto lleguemos es tú decisión ir a donde quieras. Porque usarme a mí sería hacer trampas a la hora de perdernos- rió suavemente divertida, pero eso la hizo pensar en una cosa que no tardo en cuestionar.- Si no conoces la ciudad, ¿cómo es que sabías donde estaba?
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Re: Las apariencias engañan [Berlín]
El chico sonríe cuando ella se recuesta sobre su hombro. Alarga un brazo, y la abraza con el, frotándola cariñosamente para que no pase frío si es que tiene. Posteriormente le planta un beso sobre el pelo, y desvía la mirada hacia el cartelito de estaciones para comprobar el nombre de la que había decidido que sería su destino: "Zoologischer Garten". Naois no sabía alemán, pero a juzgar por el nombre, parecía que el chico había elegido un parque con... ¿animales?
- Uhm... Interesante-sonríe, y después desvía su roja mirada hacia la chica-. Así que perdernos... Muy bien, trataré de hacer que no sepas en donde nos encontramos...
Finalmente, feliz de que la chica comprendiera que era importante conservar la terminal, el muchacho se levanta, cuando pasan una estación del metro. La siguiente es en la que tienen que bajarse, y más vale, prepararse, o se quedarían dentro en el metro... Aunque eso también sería considerado perderse, ¿no?
- ¿Uhm?-Naois se pasa una mano por el pelo y se hace una coleta, a veces tanta mata le molestaba, obligándole a recogerlo con una goma-. ¿Cómo te encontré? Pues lo cierto es que fue casualidad-ríe-. Viajé a Berlín para ver si te encontraba. Estuve todo el día buscándote, hasta que finalmente desistí... Parece que el universo quería que no te encontrara por mis métodos.
- Uhm... Interesante-sonríe, y después desvía su roja mirada hacia la chica-. Así que perdernos... Muy bien, trataré de hacer que no sepas en donde nos encontramos...
Finalmente, feliz de que la chica comprendiera que era importante conservar la terminal, el muchacho se levanta, cuando pasan una estación del metro. La siguiente es en la que tienen que bajarse, y más vale, prepararse, o se quedarían dentro en el metro... Aunque eso también sería considerado perderse, ¿no?
- ¿Uhm?-Naois se pasa una mano por el pelo y se hace una coleta, a veces tanta mata le molestaba, obligándole a recogerlo con una goma-. ¿Cómo te encontré? Pues lo cierto es que fue casualidad-ríe-. Viajé a Berlín para ver si te encontraba. Estuve todo el día buscándote, hasta que finalmente desistí... Parece que el universo quería que no te encontrara por mis métodos.
Re: Las apariencias engañan [Berlín]
Una tierna sonrisa asomó por los labios de Julchen, hacía mucho que no se sentía tan feliz. De hecho, estaba tan exultante, que le daba igual lo que pensasen los demás del tren sobre ellos, porque habitualmente, no hubiese dejado que su rostro mostrase una expresión tan sincera, por el mero hecho de considerarla de débiles. Sin embargo, tanta paz le provocó un pinchazo de oscuridad en su corazón ¿y si perdía todo esto? Ahora que sabía lo que era -aunque por poco tiempo- ser querida, si se lo arrebatan sería peor que le arrancasen todas las extremidades de cuajo.
- Na-nao... - le llamó con voz temblorosa, pero cuando le preguntase, la chica acabaría negando-. No, nada... No pasa nada.
Respiró hondo para intentar calmarse, pero mientras, no dejaba de reprocharse por ser tan absolutamente débil de dejar que esas palabras escaparan y que luego cuando tuviera que enfrentarse a la verdad, no pudiese decirlo.
Se sobresaltó un poco cuando el chico hizo un movimiento para levntarse. Le quitó las piernas de encima y se puso en pie ella primero, aunque tratando de no mostrar demasiado el rostro, no fuese a notar que el miedo aún brillaba en sus ojos rubí. Iba a seguir así, pero las palabras de Naois le hicieron mirarle de nuevo. Cosa que le provocó algo de gracia al ver que ahora el chico se había recogido el pelo, si es que tener tanto y tan largo no podía ser bueno.
- Sí que tienes suerte, porque anda que no es grande la ciudad- se rió ella también con el corto relato que le habían ofrecido para saciar su duda -. Supongo que debemos agradecérselo a los hilos rojos- era una historia que le había contado el amigo japonés de su hermano, una patochada, pero que en cierto sentido podía aplicarse en esta situación.
En cuanto llegaron a la estación, la albina le dio la mano al muchacho para sacarlo a la calle. Podían ver al salir que estaban debajo de un "puente" por el que discurría el sistema de trenes. A ambos lados podían verse grandes avenidas, aunque hacia una zona se veía un aumento en la cantidad de árboles, por allí es por donde estaba el zoológico.
- Bueno, ¿dónde quieres ir?- preguntó la alemana, con el "trauma" ya superado o, al menos, olvidado.
- Na-nao... - le llamó con voz temblorosa, pero cuando le preguntase, la chica acabaría negando-. No, nada... No pasa nada.
Respiró hondo para intentar calmarse, pero mientras, no dejaba de reprocharse por ser tan absolutamente débil de dejar que esas palabras escaparan y que luego cuando tuviera que enfrentarse a la verdad, no pudiese decirlo.
Se sobresaltó un poco cuando el chico hizo un movimiento para levntarse. Le quitó las piernas de encima y se puso en pie ella primero, aunque tratando de no mostrar demasiado el rostro, no fuese a notar que el miedo aún brillaba en sus ojos rubí. Iba a seguir así, pero las palabras de Naois le hicieron mirarle de nuevo. Cosa que le provocó algo de gracia al ver que ahora el chico se había recogido el pelo, si es que tener tanto y tan largo no podía ser bueno.
- Sí que tienes suerte, porque anda que no es grande la ciudad- se rió ella también con el corto relato que le habían ofrecido para saciar su duda -. Supongo que debemos agradecérselo a los hilos rojos- era una historia que le había contado el amigo japonés de su hermano, una patochada, pero que en cierto sentido podía aplicarse en esta situación.
En cuanto llegaron a la estación, la albina le dio la mano al muchacho para sacarlo a la calle. Podían ver al salir que estaban debajo de un "puente" por el que discurría el sistema de trenes. A ambos lados podían verse grandes avenidas, aunque hacia una zona se veía un aumento en la cantidad de árboles, por allí es por donde estaba el zoológico.
- Bueno, ¿dónde quieres ir?- preguntó la alemana, con el "trauma" ya superado o, al menos, olvidado.
Julchen
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