Un mensaje del mal

Llevaba tiempo viviendo sola, pero aún seguía en Tokio, Japón. No tenía valor de entrar en casa de Kenshi, así que había decidido ese día dormir en el bosque, a pesar de que hacía tan solo unas horas que alguien me había conactado y pactado conmigo. Por ello, en esos momentos me encontraba durmiendo sobre el regazo de Rukriel, él estando en su forma ultra todavía. El digimon rojo descansaba, aunque mantenía un oído atento a cualquier sonido que se produjera en los alrededores.

- ...Zzzz...-di un suspiro profundo, recuperando parte del aire que necesitaba. Estaba en mi evolución muerta, desde aquello, solo tenía ganas de estar en esa forma, en la cual me sentía más poderosa, con más probabilidades de conseguir lo que me propusiera... Aunque en esos momentos no estuviera haciendo nada de eso precisamente, sólo necesitaba descansar.

Una niebla de color negro comienza a emerger de entre los arboles rodeando a los dos individuos que descansaban en él, el poder de las tinieblas comienza a reunirse en ese bosque, uno de los lugares malditos más peligrosos de todo Japón. En la mente de Zayyn un hombre joven aparece ante ella, el hombre llevaba el pelo largo y de color negro, llevaba ropas negras con unas botas y una chaqueta negra, con unas cadenas que colgaban de su cinto junto a una cruz invertida, la tez del muchacho era muy pálida, tanto como la de un cadáver, los ojos verdes del chico resaltaban por el delineador que cubría sus ojos.
-Al fin logro encontrarte, portadora de las tinieblas y de la muerte- -Dice el muchacho en un tono algo sombrío pero casi sin emoción-

Una voz resonó en mis oídos. Era una voz masculina, sombría, bien modulada, y con cierto tono indiferente. Abrí los ojos lentamente, para darme cuenta de que ya no estaba en el bosque, sino en un lugar oscuro y tenebroso. No me dio miedo realmente, las sombras hacía tiempo que formaban parte de mí, así que se podría decir que me sentía como en casa.

Había un hombre. Vestía casi completamente de negro, lo que sin duda conjuntaba con sus cabellos largos y oscuros como ala de cuervo. Sus ojos, verdes, contrastaban con esa oscuridad, pero a la vez le daban un aire siniestro y perverso.

- ¿Quién eres, y por qué me has traído aquí?-pregunté con voz tranquila, mirandole con cierta curiosidad con los ojos extraños que presentaba mi evolución de la muerte.

-Mi nombre es Vladimir, y soy la forma física del poder de las tinieblas, tu eres una de las personas que se izo con el poder de la oscuridad, pero ese poder no es mas que un fragmento del verdadero poder, dime ¿No te as sentido incompleta desde que heredaste el poder de la oscuridad?- Sin expresar gran emoción comienzo a hablar modulando cada palabra y colocando seducción en cada una de mis palabras.

Miré fijamente al desconocido que se hizo llamar Vladimir. ¿Ese no era un nombre ruso? ¿Era ese hombre ruso? Pensar en Rusia me hizo recordar a Natasha, y a su rostro de indiferencia de cuando la ví por última vez. Cerré los ojos, con la sensación de que hacía mucho tiempo de aquello, cuando tan solo habrían pasado un par de meses. Y sin embargo, ya casi el sentimiento de dolor de aquel entonces había desaparecido, siendo al instante sustituído por otro más reciente.

- Darkness...-musité, con voz neutra.

Entorné los ojos y ladeé la cabeza, mirando a aquel sujeto con curiosidad e intriga, cuando explicó que era la reencarnación de las tinieblas. ¿Cómo? ¿Otro que se hacía llamar el dueño de las tinieblas, que se creía ser el propio mal? Lo miré con intensidad, casi como si le estuviera analizando con rayos X, pero lo único que obtuve en claro, fue que en verdad tenía un aura demasiado oscura como para ser un humano, y además dudaba de que ese chico me hubiera invocado de no tener poder para hacerlo. Quizás estuviera en lo cierto, pero ¿qué iba a querer de mí la Oscuridad? ¿Qué me ofrecería esta vez?

Suspiré, y comencé a caminar hacia él, hasta extender la mano lo suficiente como para tocar su rostro con dos dedos. Esa sería la única manera de averiguar si en verdad él era la oscuridad, pues al tocar a cada persona, era capaz de percibir la intensidad de las tinieblas que había en cada una.

- Es posible que estés en lo cierto-susurré-. Hasta ahora no he hecho más que dar palos de ciego al llevar a cabo mis propósitos... Vienes a ofrecerme algo, ¿verdad? Vladimir...

Al no poseer un cuerpo solido los dedos de la chica conectan directamente con lo más profundo de las tinieblas, en su mente, una enorme figura demoniaca aparece delante de ella y la devora engulléndola en lo más profundo de las tinieblas, la densidad de las tinieblas era tan grande que fácilmente podría sentir que sus huesos eran triturados y se rompían por la enorme presión, mientras que sus extremidades eran arrancadas una a una y cada podría sentir que era violada, todo eso en cuestión de milisegundos, aunque el dolor y las lesiones no eran reales podían sentirse como tales, en la mente de Zayyn pudo ver las más brutales y traumáticas escenas, hombres golpeando a su parejas hasta matarlas, un acecino violando a una joven parecida a ella la cual cortaba con un cuchillo mientras abusaba de la joven, imágenes de guerra, asesinatos, figuras de la iglesia violando a niños, madres matando a sus hijos y sacrificios humanos hacia el demonio; imágenes que representaban lo más oscuro de los seres humanos y lo mas perverso de la humanidad. Incluso los miedos y los peores recuerdos de Zayyn aparecían en su mente.
Doy un paso atrás y la quedo mirando con la misma frialdad de siempre. -Imagino que eso responderá tu pregunta. Vengo a ofrecerte un poder proveniente de lo más profundo de la humanidad, un poder que no tiene comparación, un poder que será todo tuyo, y yo te enseñare a controlarlo, tu poder actual de la oscuridad no es nada comparado con el verdadero poder de las tinieblas. Todo eso y mucho mas será tuyo a cambio de tu lealtad y de que me hagas un favor-

En apenas un segundo, cuando le toqué, sentí una ráfaga de dolor por todo el cuerpo, al mismo tiempo que miles de imágenes pasaban por mis ojos. El asombro fue tal, que no fui capaz de producir ningún sonido, ni un grito, ni un gemido... mis ojos estaban abiertos cuando me descubrí de rodillas en el suelo, nuevamente en ese lugar oscuro, frente a Vladimir. Jadeé ruidosamente, con los puños apretados y la mirada fija en el suelo, una mirada llena de rabia e impotencia. Sabía que todo lo que había visto no era real, pero eso no hacía desaparecer el odio que sentí al sentir ese dolor producido por múltiples personas.

Solté un gruñido, al tiempo que un aura oscura me envolvía. Alcé levemente la mirada para clavarla en Vladimir. Este me ofrecía un poder muy similar a ese, un poder para gobernarlos y doblegarlos a todo, ya fuera mediante la fuerza, o mediante la amenaza...

- Poder...-susurré, mirandole con un brillo de "esperanza" en los ojos-. Poder... ¿Y alcanzaré a hacer lo que quiera? ¿Sin que nadie se me interponga?

Pisé el suelo con fuerza para conseguir levantarme, sin marearme y sin perder el equilibrio, aunque al sostenerme en pie, di un ligero traspié hacia atrás. Pero eso no me impidió mirar al chico frente a mí a la cara.

- Asegurame poder total y completa libertad para utilizarlo... Y mi lealtad estará contigo. Te seguiré a donde sea... Y haré lo que sea...

Por primera vez desde que aparecí delante de Zayyn en mi rostro se puede ver una sonrisa de satisfacción, pero sin quitarle lo siniestra a la vez. -En ese caso- Extiendo mi mano en dirección a Zayyn con la palma en alto, en ella aparece un cristal en forma de rombo, no más grande que mi palma de color rojo sangre, de la cual salía volando hacia Zayyn y queda flotando delante de ella. -Este es el digimental del Deseo, te dará el poder que buscas y te permitirá llegar a mí. Busca a tus otros dos que tienen los digimental de la Tenacidad y del Orgullo, cuando estén reunidos les diré lo que necesito que hagan para liberarme. Tras decir eso mi imagen se desvanece y la oscuridad que estaba en la zona comienza a desvanecerse.

Alcé la barbilla, ya habiendo decidido mi destino. La Luz no había renunciado a mí esta vez, yo renunciaba a ella sellando el pacto. Alargué la mano, agarrando entre los dedos la gema color sangre que me ofreció Vladimir antes de evaporarse como el humo. Observé lo que era ese digimental, el digimental del Deseo. Si eso era lo que me daría el poder, con sumo gusto lo portaría.

- Lo hecho esta hecho...-fueron mis palabras, antes de que el lugar en el que me encontrara empezara a desaparecer... Para hacerme despertar de nuevo en el bosque, abriéndo los ojos de golpe y sonriendo de manera perversa.

Me levanté de encima de Rukriel, y me deslicé por su cuerpo hasta caer al suelo de pie. Abrí la mano derecha, recordándolo todo: la curiosidad, el dolor, la furia, el odio... Y la gema. Allí estaba esta, sobre la palma de mi mano, brillando de manera siniestra, palpitando como si fuera un corazón recién arrancado.

- Rukriel...-susurré, sabiendo que el digimon a mi espalda me oiría a pesar de estar medio dormido-. Álzate, la Oscuridad nos ha mandado trabajo, y debemos buscar a los otros.

El digimon rojo se incorporó, se colocó a mi lado, y me miró a mí y al cristal rojo con curiosidad, alternativamente. Sin duda estaba algo confundido, pero ya comprendería en poco tiempo. Coloqué una mano sobre una de sus patas, di un fuerte salto hasta acabar sentada en su lomo y espoleé con los talones, instigándolo a que alzara el vuelo.

Una vez en el aire, abrí la mochila en donde llevaba todas mis cosas, y saqué el teléfono movil. Mientras soltaba leves risas, comencé a teclear las letras táctiles que aparecían en la pantalla, hasta terminar de escribir mi mensaje a Johno de forma clara, breve, y precisa.