Dos caballeros, dos amigos, dos direcciones.

Era de tarde, el ocaso caería pronto con su anaranjada caída en la noche. Las nubes estaban presentes pero no ahogaban el cielo con sus algodonadas texturas y formas. El parque se hallaba casi vacío, salvo por mí, mi Dorumon y algún transeúnte ocasional que se paseaba por allí.

Aunque el lugar era bonito, yo no estaba para contemplar el paisaje. No, no eran las bellas flores que pudiese encontrar o el apasible lugar que pudiese ser. No, estaba aquí esperando a alguien. Esperaba a un Tamer, un amigo, a alguien que podría llamar "maestro". Se trataba de Janaan, el albino escocés. Lo había llamado para que viniese urgentemente y acompañado de sus dos camaradas. Tenía que hablar con los tres.

-Johno...- dijo de manera algo triste Dorumon, la cual parecía preocupada por lo qu debíamos hacer. -¿Estás seguro de esto?-

-Si, es lo que debe pasar.- le contesté de manera decidida tratandole de ocultar como me sentía yo. Con esta respuesta, ella solo suspiró...

-Buenas tardes a los tres.- los saludé de manera rápida cuando se presentaron. Miré a mi camarada, como si esperase su aprobación, y ésta me devolvió la mirada. Llendo al grano y de manera informativa y, sin expresión alguna más que una gran seriedad, les hablé: -Me imagino que ya se habrán dado cuenta de que no los traje de manera urgente solo para observar el bosque ¿no?- hice una breve pausa para ver su reacción. -No, los llamé para pedirles su ayuda con este asunto en particular, algo que me molesta.- terminé de decir de manera algo amargada, diciéndo finalmente: -Se trata de DATS.-

Dorumon se percató de que Arcturius la estaba observando, así que, por vergüenza, ella desvió la mirada hacia un costado. Parecía triste y apenada por lo que pensamos llevar a cabo.

-Si D.A.T.S.- le dije en un tono más decidido, reforzando así mi propia seguridad y confianza. -Planeo destruirlo por completo,- le comenté parte de mi plan a futuro. -de aquí hasta Estados Unidos.- terminé agregando, dejando bien en claro que destruiría los de todo el mundo, no solo el de Japón.

La dragoncita morada no se atrevió a volver a mirar a su par, salvo por un momento, en que giró los ojos para verlo por ese instante y luego se quedó viendo hacia el costado de nuevo.

-Pensé que eras más inteligente y astuto que yo.- le dije en una especie de elogio al albino, demostrando la estima que le tenía. -Ya que pensé que se habían percatado, con toda vuestra experiencia, de lo desorganizado que está esa organización.- le aclaré recordando el hecho de que muchos sin experiencia ni entrenamiento se volvían agentes.

No hice ningún comentario al respecto de decirle al albino todas las razones. -De acuerdo.- le dije con cierta resignación a lo relacionado a permitirles a nuestros camaradas hablar en secreto, por lo cual me empecé a alejar, esperando que el escocés me acompañase.

Una vez lejos me dí vuelta y le dije: -Tomen la decisión que tomen, yo seguiré por este camino, con o sin ustedes, y que tengo a alguien más que me puede ayudar,- le expliqué, dejando en claro que mi decisión ya estaba tomada.

Por su lado, Dorumon no dijo nada ni se atrevió todavía a volver a mirar a ambos compañeros de Janaan.

-Tengo otros motivos para hacer esto.- le confesé al albino, siguiendo sin mostrar emoción alguna. -Pero por el momento solo te puedo decir esta parte de mi plan, ya que no sé si realmente cuento contigo.- le expliqué el motivo de mi falta de sinceridad. No le iba a decir en tanto y en cuanto no tuviese su total colaboración con este plan a seguir que yo tenía.

-Es lo que debe hacerse.- dijo ella a su homólogo, tratando de volver a mirarlo y así satisfacer su curiosidad ante lo que planeábamos hacer. -Si no quieres ayudarnos, lo entenderé.- comenzó a decir con tristeza a Arcturius, sin apartarle ahora la vista de sus ojos. -Pero por favor no te pongas en nuestro camino,- su tono casi se ve interrumpido por el llanto. -ya que no quisiera pelear de nuevo contra tí.- dejó expresado su deseo de que no fuesen enemigos, ya que ella lo quería.

-Lo único que yo quiero.- le empezó a decir a su par, luego, estando cerca, le sujetó la mano izquierda con su mano derecha, de manera suave. -Es no enfrentarme a tí, pase lo que pase.- terminó confesando sus pensamientos de lo que quería. -Pero ya hemos decidido hacer esto.- le contestó de manera firme para demostrar que no le sacaría más información con respecto al tema.

-Necesito tu ayuda solo para acelerar las cosas.- le contesté firmemente al albino, ya que no tenía interés en decirle lo que haría después de acabar con D.A.T.S. -Pero no eres imprescindible, aunque si muy útil.- le aclaré sin duda alguna en mis palabras.

-Algo que pudieses haber hecho vos y nadie más.- le recalqué al escocés la razón de por qué pedirle ayuda a él. -es por el hecho de que te mueves en sombras de manera más fácil y tienes mejor capacidad para pasar inadvertido e infiltrarte.- le terminé explicando, haciendo hincapié de manera implícita en el hecho de los portales que el albino podía hacer.

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-Tengo pesadillas con respecto a eso.- le comentó de manera depresiva sobre el hecho de tener que pelear con él de nuevo algún día. -Por eso que quiero que me prometas que no interferirás con lo que haremos.- su tristeza compartía también preocupación.

-Muchos con capacidades de hackeo,- le repetí las palabras del albino para demostrar mi punto. -pero ninguno con una llave que abra portales donde sea.- expliqué, dejando dicho de manera implícita que me refería a su llave aurora. -Y tus compañeros tiene muchas habilidades últiles para el combate y otros trucos.- comenté que ya sabía sus capacidades como magos. -En fin, será mejor que nos vayamos.- terminé diciendo y luego me empecé a volver a dónde estaban los Digimon.

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-El hijo de Janaan nos dijo que sí...- dijo Dorumon con respecto a lo de la pelea, pero se interrumpió al verme a llegar....

-Entonces este es el adiós,- me empecé a despedir del albino y de su Dorumon, mientras abría un portal al Digimundo con la Terminal de Batalla. -ya que de aquí, nuestros caminos se separarán por un largo tiempo.- Luego me acerqué a la abertura. -¡Vamos Dorumon!- le ordené amablemente a mi camarada.

-Ya voy.- me contestó mirándome. Luego volteó a ver hacia su homólogo. -Ojalá que no ocurra.- le terminó diciendo. Luego se acercó a mi y juntos pasamos por el portal, el cual después se cerró.