El juego del pilla pilla (?)

Finalmente tras varios meses Natasha por fin podía salir de la casa de Zayyn. Se estaba bien allí, pero era cansado, sobre todo, porque no podía salir en ningún momento. Así que, ahora que estaba de nuevo ante el gran mundo exterior estaba que daba saltos por todas partes, yendo de un lugar a otro de la ciudad.

Aunque por eso mismo, su energía se agotó rápidamente, y ya necesitaba buscar algún lugar donde descansar, y por no decir que requería de algo para rellenar el estómago. Cosa que le anunció a su novia.

- ¡Zayyn! Tengo hambre y estoy cansada...

- ¡Geniaal!- Natasha saltó levemente para saltar y abrazar a su novia, contenta de que fueran a detenerse un rato.

Finalmente tras callejear un poco llegaron a una bonita cafetería de aspecto acogedor y tranquilo. Donde podrían relajarse un rato y además comer algo. Cumpliendo así las dos de dos condiciones que ponía la rubia. Pero además con un extra más, porque consiguió ver una sonrisa de felicidad por parte de Zayyn. Cosa que la encantaba.

La rubia fue a sentarse al lado de su novia, pero la gata negra ocupó el lugar, así que poniendo cara de desagrado fue a sentarse frente a ella. Aunque lo bueno de estar enfrente es que podía hacer "piececitos" (?) con más facilidad que de la otra manera. Esperó a que llegara el camarero para poder pedirle algo con lo que rellenar su estómago.

- Y yo... Y yo quiero... Uhm... Chocolate para beber también y los churros... Y ehm... Dos ensaimadas... Y algo con crema... De lo que tenga crema que sean dos, sí... Y unas tortitas con sirope de caramelo... ¡Uy! ¿Puedo pedir todo eso, Z?- preguntó al percatarse que había pedido comida para un regimiento.

La rubia sonrió e hizo un gesto de victoria en cuanto la pelirroja accedio a pagar toda la cuenta, incluso pidiendo más comida para ella y para la gata digital. Así que, al menos ahora no se sentía tan "gorda", pero es que tenía verdadera hambre, y aun no sabía cómo racionarse, quizás en un tiempo pudiera conseguirlo.

- Esperemos que no tarden mucho...

En cuanto terminó de hablar escuchó a alguien dar un grito a sus espaldas. Se habría girado, de no ser porque en realidad ahora mismo no le interesaba nada más que estar con Zayyn. Sin embargo al mirar la cara de esta, que comenzaba a poner una expresión de extrañeza, se giró. Quedandose helada al principio en el sitio.
Apenas había cambiado en el tiempo que no se habían visto, aunque ahora su cabello era rojo y no negro. Pero para quien ha criado a otra persona, es fácil reconocerla sea lo que sea que haya cambiado.

- Naois... - dijo en susurro, pero después sonrió contenta. Eso quitaba mucho tiempo de búsqueda.

Le saludó y dio un paso hacia él. Aún recordaba -parcialmente- que habían discutido y que el chico la había dicho que la odiaba. Pero ella sabía que eso no era verdad... O al menos lo esperaba. Aunque quizás primero el chico tendría que procesar el por qué de que no hubiese podido localizarla por medio de su dispositivo, o por qué no era totalmente igual a como era antes... Además de la pregunta de que qué hacía con su madre si eran enemigas juradas. Pero había llovido hacia mucho tiempo.

La rabia que había en los ojos del chico la dijeron que aún la odiaba, eso le recordaba a la última vez que habían discutido. Y como la otra vez, eso llegó a dañarla. Aunque tampoco la extrañó tanto, aunque se esperó al menos un poco de más de felicidad por ver a su madre, puesto que él la odiaba por haberla apartado de su lado... Pero también estaban esas palabras que se le habían escapado... ¿Por qué le habría dicho que su madre solo la buscaba a ella y no a él? Claro, las ganas de no perder en su momento... Sin embargo, ahora perdían las dos por solo esas palabras, y lo que peor la sentaba es que Zayyn no había hecho nada malo.

Los ojos rojizos de Naois dejaron caer lágrimas, haciendo que la rubia se retirara hacia atrás con una honda tristeza en sus ojos y mucha, muchísima culpabilidad. Probablemente jamás entendería cuanto daño le había hecho a la pequeña criatura.
Sin embargo, nunca se esperó que huyera de repente. Sin mirar atrás en ningún momento, huyendo de ellas.

- ¡No!- gritó al verle salir, siguiendole rápidamente hacia fuera, a pesar de estar cansada aún. Tenía que encontrarle antes de que le ocurriese algo malo allí fuera. - ¡Naois!- no era lo más inteligente para que el chico parase, pero no se le ocurría nada más para detenerlo... A menos que le encerraran entre las dos y no le dejasen huir.

La lluvia caía sobre la chica, pero eso no iba a detenerla. Sin embargo, fue el viento que la azotó los cabellos contra la cara la que la hizo detenerse. Tuvo que cerrar los ojos para que no le entraran porquerías en los ojos, pero al abrirlos se quedó helada. Frente a ella había una mujer que le sonaba, de largos cabellos negros, ojos de un resplandeciente plateado, y una sonrisa entre cruel y despectiva en sus finos labios. Además portaba unos extraños ropajes diseñados para la batalla y dos katanas a su espalda. Pero lo más representativo es que era semitransparente, no estaba frente a ella realmente.

<< Cada uno tiene lo que se merece... >>

Tras ese suave susurro el viento volvió a soplar llevándose con él la imagen de la misteriosa mujer. Natasha había perdido menos tiempo del que ella había pensado en eso, pero no era un comportamiento muy normal detenerse y mirar fijamente en un dirección. La rusa solo tenía un pensamiento en mente: ¿quién era esa mujer?

La rubia ni escuchó la voz del "niño" cuando se puso a gritar contra el mundo, seguía pillada por esa persona extraña que había aparecido tan rápido como había desaparecido. Pero antes de que pudiera parpadear, una mano agarró su muñeca arrastrándola por las calles de nuevo. Miró al propietario de dicha mano, que no era otra más que Z. Sacudió la cabeza y se concentró en correr, ahora podía seguirla con más facilidad, pero sus piernas no estaban tan fuertes como antes, así que, podía tener algunos problemas si tenía que mantener ese ritmo de manera indefinida.

- ¿Has visto antes a una mujer? Cuando ha soplado el viento.- la preguntó, antes de mirar hacia delante, donde el pelirrojo había desaparecido.

No había un solo rastro de él, y Zayyn parecía empeñada en olfatear el aire. No la extrañaría nada que no la contestase a su pregunta. Pero eso no fue lo peor, las lágrimas de la pelirroja -claramente visibles para la rubia a pesar de la lluvia- la rompieron un poco más el corazón haciéndola sentir un despojo humano por haberla separado de su hijo.

La apretó contra sí -abrazándola- en un intento de que se sintiera apoyada y que supiera que podía desahogarse sin tener vergüenza.

- Quizás se haya ido esta vez, pero te prometo que le encontraremos de nuevo, y esa vez vendrá con nosotras... O al menos se irá contigo, no me extrañaría nada que no quisiera verme cerca de los dos...- se prometió a sí misma hacer todo lo posible por que Z fuese feliz, aunque eso implicase tener que ser ella misma infeliz.

Sus ojos azulados se clavaron en la calle, con una fría promesa en ellos. Mientras que acariciaba con cariño el pelo empapado de su novia.

La chica continuaba animando a su pareja, tratando que dejara de llorar. Era demasiado pronto como para desanimarse, pero seguramente todo en la mente de la pelirroja era una escena de amor como las que salen en las películas, en las que todo acababa siendo perdonado y vivían felices el resto de sus vidas. Pero la realidad no es como la pintan las películas de Holliwood.

Iba a llevarla de vuelta al café para al menos comer algo y poder secarse. Cuando unos gritos de una voz conocida salieron desde una de las callejuelas laterales. La chica sonrió ampliamente y tiró de la muñeca de Zayyn para llevarla hacia esa dirección.

- Creo que le volvemos a tener, ¡anímate!- dijo introdujéndose por el lugar donde estaba Naois.


En Alemania, cierta persona de cabellos blancos, estornudó repentinamente sin venir a cuento... Quizás estaban hablando de su "asombrosidad".

Entraron finalmente al callejón, donde estaba el niño pateando los distintos objetos y además gritando de vez en cuando. Al parecer estaba muy enfadado con alguien, aunque la rubia no podía asegurar que fuese contra ellas, puesto que decía cosas sobre ser inútil... Definitivamente, le tenía que haber pasado algo al pequeño para que ahora estuviese con trazas de locura en su comportamiento.

Estaba de espaldas a ellas, con algo azulado en una de sus manos, pero la rubia no podía verlo bien gracias al cuerpo del chico. Aunque de haberlo hecho, posiblemente hubiera caído al suelo, fulminada por un error en la memoria. Al girarse para encararlas, les echó en cara todas las cosas que según él habían hecho.

- ¡Nao! La única que te ha traicionado he sido yo. Tu madre no tiene nada que ver... De echo, lo que te dije sobre que no te buscaba era mentira. Ha estado más preocupada en buscarte, lo único que no sabía es que eras un adolescente.- un poco de verdad y una pizca de mentira. Porque si bien Zayyn no sabía nada sobre el niño ni su aspecto, tampoco le había buscado con tanta insistencia como decía la rubia.

Natasha suspiró, habría esperado que el chico hubiese aceptado lo que ellas habían dicho, sin embargo, se había enervado y puesto a gritarlas, lo que no la extrañaba mucho porque lo que él tenía asumido no se correspondía de verdad con lo que habían dicho las dos. De hecho, si lo hubiera sido, ninguna se hubiese movido para estar empapadas en caso de que no les importase ni lo más mínimo el chico.

- Si no le importases a tú madre no estaría aquí parada bajo la lluvia, ¡tratando de convencerte! La única que de verdad ha mentido soy yo... No quería que fueses con ella nada más enterarte de que te había secuestrado, o la habrías buscado... Y me habrías dejado de verdad.- el tono de la chica bajó hacia el final. Era verdad todo lo que decía y no estaba muy orgullosa de eso.

La rubia se quedó helada unos segundos cuando notó el aire vibrar alrededor de Zayyn, puesto que eso era una mala señal, la mujer enfadada podía no reaccionar de buena manera. Y no lo hizo, cruzó la cara de Naois con una bofetada que resonó por todo el lugar. Natasha nunca había golpeado al "niño" en ningún momento, puesto que no le gustaba el mero hecho de golpear a nadie para imponer su manera de ver las cosas. Y eso solo podía acabar de dos formas, o bien que el chico llorara más y aceptara el abrazo, o al sentirse herido, se enfadara.
Sí, la rubia acertó como pocas veces en su vida. Aunque fue la peor opción de las dos, se enfadó y le dio un puñetazo a Zayyn... ¡Solo ella podía golpearla así!

La rubia estaba enfadada, casi furiosa con el niño. Un ligero gruñido salió entre sus labios mientras que los ojos, ahora azules, adoptaban un brillo un tanto salvaje.

- Nadie puede pegarla, ¡solo yo!- su voz parecía un gruñido. - Discúlpate

Posiblemente ahora se hiciera una batalla de miradas azules, cuando antaño habían sido rojas como la sangre.

Natasha se agachó al lado de Zayyn, aunque sin dejar de mirar a Naois, acariciando el cabello a la pelirroja con cuidado para que dejara de hacerse una pelotilla en el suelo. Sabía que debía estar siéndole difícil aceptar lo que le había dicho Nao, por eso de tener altas expectativas de su reencuentro.

- ¿De verdad eres más fuerte? ¿En qué? Dímelo. Además, ¿no crees que eres demasiado pequeño como para matarnos? Me reclamaste que te quité una vida normal. Pero ahora que esta ha venido a ti, ahora eres tú el que no la quiere. - se colocó de tal manera que protegía a Z con su propio cuerpo.- ¿Sabes? Eres un hipócrita.

La chica pudo ver todos los cambios en el rostro del niño, a fin de cuentas paso de la ira a la más pura indefensión. Y todo porque Z había dicho lo que de verdad sentía, sin ningún tipo de máscara o eufemismo.
Una parte de Natasha se puso celosa de la facilidad con la que Naois había conseguido una confesión de ese tipo, a fin de cuentas, ella tuvo que estar a punto de palmarla en las torturas para que Zayyn le hubiese dicho algo mínimamente del corazón, y además esas palabras no las recordaba bien del todo, porque estaba apática. Sin embargo era inútil, él era su hijo y no podría hacer nada para anular el instinto maternal.

- ¡No te vayas! - intentó correr tras de él, pero sus piernas seguían débiles aún y más sin haber descansado más que unos minutos y sin haber comido. Así que cayo cuan larga era contra el suelo. - ¡Ay!

Esto posiblemente le hubiera dado el tiempo necesario a Naois para huir, puesto que la rubia no podía moverse y si la pelirroja decidía quedarse con ella, entonces nadie le seguiría por todas las calles.

La rubia se puso en pie lentamente mirando preocupada por donde había desaparecido el niño.

- Sí, pero no deberías haberte quedado conmigo. Aún no es tarde, ¡ve a buscarle!- le dijo tratando de que al menos ella pudiera detenerle.

Pero Zayyn se quedó gimoteando como un perro que había recibido una paliza por parte de su amo. Y no fue tras el niño, lo cual casi hace que la rubia se diese una palmada en la cara. Cuando se persigue a alguien, sobre todo si dicha persona no quiere verte, hay que dejar a un lado los sentimientos y simplemente perseguir y atrapar. No era algo tan complicado.

- Imagino que ahora ya sí que le hemos perdido para siempre.- dijo, observando como caían los copos de nieve. Desde siempre la nieve para ella era un signo de mal agüero. Y si se estaba dando es que ya no podrían encontrarle, simplemente por la superstición de la rusa.