Haciendo migas

Sus ojos vagaban perdidos mirando por la ventana de la pequeña posada. A pesar de mirar el exterior, no era la pequeña ciudad lo que veía, sino las escenas que habían ocurrido hacía unos días en una región muy distinta a la que ahora se hallaba. Allí no eran cielos despejados y hierba lo que caracterizaba al paisaje, sino frío hielo y cielos grises llenos de nubes. Tenía que haberse negado a ir allí, sabía que la nieve solo podía traer malas cosas. Y sin embargo, había aceptado a ir, solo porque estaba con la persona a la que amaba con todo su corazón...
Pero habían jugado con ella. O eso es lo que pensaba su mente cuando recordaba esa fría mirada indiferente cuando la habían besado. Esa risa cruel cuando la persona que hacía que su rostro se iluminara y que la hacía tener un sentido en la vida, se había marchado corriendo.

Un sollozo salió entre sus resecos labios, pero las lágrimas no llegaron a acudir a los ojos. No le quedaba más que llorar y el no haber comido ni bebido nada desde entonces no la ayudaba para nada. Simplemente se quedaba las horas sentada en esa vieja silla mirando por la ventana. Ignorando las voces de sus espíritus que a veces se colaban por debajo de la almohada.

Tampoco miraba al interior de la habiación porque no estaba sola. Tenía al digimon de la persona que la había traicionado. Lo extraño es que también hubiera abandonado a la cachorra, siempre había dicho que la protegería... Pero había dicho tantas cosas, y al parecer todas eran mentira...

Los desquiciantes sonidos de la cachorra sacaban a la eslava de ese estado de trance en el que la sumia el dolor y la tristeza. No quería tener nada que ver con la pequeña, su relación nunca había sido buena, siempre había sentido celos de la motera. A pesar de que Zayyn le decía que no tenía por que sentirse así, puesto que solo la veía como una hermana. ¿Pero y si eso era otra mentira?

La rabia chispeó unos segundos en sus ojos rojos ante el pensamiento de que la pelirroja se hubiese acostado con la cachorra. Pero entonces se acordó de que a ella también la había abandonado. Y un leve sentimiento de comprensión brillo en sus ojos.

Se levantó con cuidado de la silla y se dejó caer al lado de la perrita, intentando acariciarla en la cabeza. No sabía si se llevaría un mordisco o si la pequeña se apartaría, pero era un riesgo que estaba dispuesta a cumplir.

- No creo que aparezca por la puerta...- musitó con la voz ronca por no haber hablado en todo el día.

La chica dejó su mirada vagar unos instantes. ¿En peligro? Zayyn era muy poderosa, el mal que la acechara tendría que ser enorme, puesto que nunca la había visto perder... Salvo en el intento de matarla, en el que siempre fallaba continuamente, pero se enfrentaba a una rusa que había sobrevivido a todo en su vida y a dos guerreras legendarias. No lo tenía para nada fácil.

- ¿Cómo puedes estar segura? Za... Ella es fuerte, muy fuerte. No se dejara hacer daño facilmente...- No podía decir su nombre, su mente herida no lo permitía.

Se quedó en silencio unos instantes hasta que escuchó las palabras de la cachorra. Giró el cuello bruscamente para mirarla, con una expresión de sorpresa en su rostro que casi parecía que le habían salido dos cabezas más al Salamon.

- ¿Por qué tendría que ir yo? Total, nos ha abandonado... A tí no sé si eran las ganas de seguir corriendo, pero a mí sí que me ha abandonado. Me besó- sonrojo- y después se rió en mi cara...

Además de esas palabras se pudo oir cierto estruendo desde el dispositivo de la rubia. Como si los dos espíritus estuvieran hablando en voz bastante alta -indicativo de que no estaban de acuerdo con lo dicho por la cachorra- pero con la almohada encima el sonido se perdía dejando solo incoherencias sin sentido.

Los ojos rojos de la rubia brillaron un momento de manera peligrosa, puesto que estaba celosa de que la cachorra pudiera saber que estaba en peligro real. En su tierna mente enferma, eso era algo que solo los amores verdaderos podían hacer, así que, estaba que soltaba chispas de rabia. Con ganas de matar a la pelirroja por haberla engañado con esa perra. Sus manos se crisparon en un gesto de intento de ahogar a otra persona apretandole el cuello con fuerza.
Pero en seguida recuperó su estado de abatimiento. Qué más daba ya, nunca la había querido, así que, para qué molestarse en eso...

La humana se sobresaltó al escuchar a la cachorra ladrar, asustada de tan repentino gesto. La miró, vigilante, no sería la primera vez en su vida que un perro trataba de morderla, y si tenía que ser sincera, no se encontraba con ganas de que lo hicieran.
<< ¿Eh? ¿Los ojos de Zayyn? ¿Distintos? >>La rubia estaba demasiado ocupada en asustarse como para verlos distintos. Pero ¿eso era un indicador de algo? Obviamente, Natasha no sabía que cuando era controlada por sus espíritus sus ojos también cambiaban de color, así que, no le era una excusa válida.

- ¿En qué momento las criaturas dejarán de jugar con ese huevo? Nunca aprenden...- la voz de Eos salió de los labios de Natasha en cuanto la perrita dejó de hablar.
- ¿Sabéis lo qué es esa cosa?... ¡¿Y qué hacéis usando mi cuerpo?!
- No nos hacías ni el menor caso, humana, así que hemos tenido que tomar métodos más directos. Y por supuesto que sabemos qué es esa horrible cosa, quizás no este bien eliminar dicho artefacto. Pero la estupidez y la confianza de los humanos hace que sea inútil controlarlo, para hacerlo hay que ser capaces de tener un autocontrol muy poderoso. Y la pelirroja nunca lo ha tenido, así que, las consecuencias para ella. Nosotras solo actuaremos como dicta nuestra misión. Así que, olvidaos de que tratemos de salvarla.

La mirada que dirgió la rubia al digimon estaba llena de dudas e incertidumbre. En el fondo se reflejaban sus ganas de confiar en lo que decía la cachorra, pero no le era fácil. Sobre todo porque la había dejado marchar al pensar que la había abandonado.

- ¿De verdad?- preguntó muy necesitada de que la dijesen que sí.

Pero con las siguientes palabras de la perrita, Eosmon se rió de manera delicada pero a la vez despectiva.

- "Disculpame", no debería haberme reido.- se notaba el sarcasmo a kilómetros de distancia.- No, querida, no hicimos lo mismo que la cosa de tu dueña. Nosotras tenemos una importante misión que cumplir, llamada salvar el mundo. Tu ama solo quiere destruir el mundo, puesto que toda su vida ha sido una incomprendida, y lo único que ha hecho ese demonio es aprovechar toda esa energía negativa. No importa lo feliz que sea con nuestra pequeña rubita, ella seguirá queriendo destruir y dañar a los demás... Además de hacer lo mismo que ella, no dejaríamos a la rusa hacer lo que quiere, sino que la controlaríamos continuamente. Es totalmente distinto. Pero ya se sabe, los perros no son los animales más listos.

Volvió a dejar escapar su risa despectiva.

- Y antes de que digas que cuando nos fugamos de esa cabaña, antes la pelirroja había tratado de hacer sufrir a nuestra humana. Teniamos que alejarla de allí para evitar el riesgo de que acabara muerta.

Natasha suspiró aliviada, mientras algunas lágrimas de tranquilidad salían de sus ojos. Se quedó en esa posición un rato, ignorando los improperios mentales que estaban dando sus espíritus digitales. Pero esa posición no duró más que unos segundos, puesto que Eosmon volvió a tomar el control.

- ¿Qué importan los sentimientos en esto? Además por mucho que intente cambiar, ya ha pasado demasiado tiempo para que lo consiga. Si cambia solo será una mentira, mientras que oculta en su interior esos sentimientos malignos hasta que vuelan a salir a la luz.

La humana tomó el control de su cuerpo en cuanto la cachorra se dejó caer en sus piernas. Estaba conmovida por lo que decía, sabía que la pelirroja había intentado cambiar. Sujetó a la cachorra entre sus manos.

- Tranquila, te creo, pequeña. Y te ayudaré en todo lo que pueda. Buscaremos la verdad detrás de todo esto... Sin embargo, no puedo hablar por ellas.- señaló con la cabeza al dispositivo debajo de la almohada.
- Correcto, no os ayudaremos por ahora. Sólo lo haremos cuando ocurra la verdadera pelea. Hasta entonces tened suerte, porque no haremos nada por ayudaros.

Dicho eso, Natasha sintió que la consciencia externa a la suya desaparecía completamente. Tal y como habían prometido, los espíritus no las ayudarían en la búsqueda. Sólo si había pelea, pero Natasha no iba a permitir que la hubiera. Llegaría a Zayyn por medio de sus sentimientos. Sí, eso haría.

La rubia se rió ante tanto entusiasmo por parte de la perrita. Recogió con cuidado su dispositivo enganchándolo al cinturón que llevaba. Después de eso, observó que no se dejaran nada en ese lugar y abrió la puerta dejando salir al pequeño animal para que pudiese corretear a gusto. Pero entonces una idea que no había pensado apareció por su mente.

- ¿Sabes por dónde deberíamos empezar a buscar? No tengo ni idea de a dónde puede haber ido...

Otro problema se unio a ese, un rugido se dejó oir desde el estómago de la chica, avisandola de que hacía mucho que no se ocupaba de él. Por suerte, en la posada había un servicio de comidas y desayunos, pero quizás a la perrita le molestase tener que esperar.

La humana se rió al ver el golpe de la cachorra contra los escalones por haber ido tan rápido y haber tratado de frenar. Se acercó hasta ella para cargarla en brazos y frotarla la cabecita. Le gustaba tener a Salamon entre sus brazos porque era pequeña, blandita y suave. Casi como un peluche, pero que además tenía de bueno que era capaz de moverse.

- ¿Estás bien?

La perrita estaba metida en sus pensamientos. O el golpe había sido muy fuerte y le había matado las pocas neuronas útiles que tenía. No eran malos pensamientos, pero Natasha sabía lo que era golpearse en la cabeza cuando normalmente de por sí, piensas menos que los demás. Así que, como dos rubias que eran, lo más probale es que las neuronas hubiesen desaparecido de golpe y porrazo.

Pidió un desayuno para llevar cuando de repente la pequeña volvió a hablar.

- Ok, dime donde es y nos vamos ya. No hay tiempo que perder.

Aunque sin la ayuda de sus digimons, posiblemente tardaran mucho tiempo en llegar, puesto que tendrían que ir andando hasta el lugar que la dijese Salamon.