[Rusia] De humano a digimon.

El gran complejo se elevaba ante las dos mujeres, una de ellas pelirroja, la otra rubia. La construcción estaba hecha de ladrillo rojo, con verjas de hierro negro muy cuidadas y bellas a su alrededor, y rejas del mismo material en las ventanas. En la puerta había una garita de guardia, donde había una persona encargada de la seguridad. Dentro del edificio, con varias alas y un gran tamaño, casi una mansión, se podían ver a personas vestidos en blanco o con colores azules o verdes. Lo que demostraba que eran médicos, cirujanos y enfermeros.

En los alrededores solo se veía un pueblecito en apariencia tranquila. No era demasiado grande, a pesar de encontrarse a pocos kilómetros de la gran capital rusa. Tan solo había un bar en todo el pueblo y un pequeño mercado donde encontrar todo. No había nada para entretenerse en el lugar, exceptuando el bonito parque.

No era muy complicado entrar en el edificio, es más, podrían hacerlo andando con tan solo decir que tenían cita concertada. O que querían una cita, con eso ya las dejarían pasar dentro del edificio. Dentro, en la recepción, había una chica morena de aspecto amable en un traje de dos piezas azul marino con una camisa blanca de rayas gris perlado. No llevaba nada para adornarse, ni tampoco llevaba mucho maquillaje. Al entrar les preguntaría qué es lo que deseaban.

La rubia sentía el nerviosismo de su compañera, además del suyo propio. Aunque era algo normal por otra parte, eso no era un científico solo como el padre de la pelirroja, sino una compañía dedicada -en parte- a eso. A crear biohybridos en masa. Puede que tuviesen unos estudios más amplios que el de cualquier científico loco, pero también tendrían muchos más muertos a sus espaldas.

El guardia apretó un botón que hizo que la verja se abriera automáticamente. Y las dos entraron al interior del edificio. Aunque antes de entrar Natasha se detuvo un poco, hasta mirar el edificio entero.

- ¿Estás segura de esto?

Sin embargo, Zayyn ya estaba dentro, como para poder responderla, así que, con un suspiro entró en el edificio. El interior era limpio y bien ordenado. Quizás no muy moderno, pero sí bonito. La chica del mostrador les sonrió a las dos al entrar.

- ¿Duele mucho la operación?- le preguntó a la recepcionista en ruso.

La recepcionista asintió hacia Zayyn. Por suerte sabía hablar perfectamente, incluso no se le notaba el acento al hablar. Notaba a las dos chicas nerviosas, aunque no era la primera vez que veía a la gente así ahí. Normalmente sabían cuales eran los problemas que tenían ese tipo de operaciones y solían ser el último intento para salvarse de enfermedades terminales y demás. De ahí que la gente fuese a ese lugar.

- Claro que sí, ahora mismo. Solo tenéis que rellenar este formulario.

En ese momento entró Natasha al edificio, y la miró curiosa. Puesto que parecía estar muy sana, no parecía alguien enfermo al que solo le quedase las opciones más alocadas para salvarse. Sonrió como lo haría una madre para tranquilizar a los niños.

- No te preocupes, estarás dormida durante la operación. No sentirás nada mientras que dure.- le contestó en el mismo idioma.

Después les indicó un sofá y unas mesas para que pudieran rellenar con tranquilidad el formulario. Mientras que lo hacían, ella se dedicaría a limarse las uñas con dedicación y precisión, tanto como si fuese un cirujano.

Tras hablar con la recepcionista, la rubia asintió, ya más tranquila. Puesto que no la iba a doler... Pobre ilusa, en ningún momento la recepcionista dijo que no lo hiciera, solo que ella no se iba a enterar. Aunque por el momento eso le serviría a la chica, cuando se le pasase el efecto del anestésico, posiblemente sintiera más dolor que en toda su vida.
Se acercó a Zayyn, con el rostro algo más calmado, por la respuesta. Y se sentó junto a ella.

- ¡Oh! ¿Eso? Nada más que si dolía mucho o no. Pero ha dicho que no me enteraré de nada, y parece saber de lo que habla, así que, me fiaré de ella. No te preocupes, ya verás como todo sale bien.- la rusa sonreía satisfecha con lo que la habían dicho, porque en su mente no doler indicaba éxito.

Miró el formulario, por suerte estaban escrito tanto en inglés (letras grandes) como en cirílico (debajo de las palabras en inglés) Así que, Natasaha podía entenderlo. Pero había otro problema, que quedo confirmado cuando la chica intentó escribirlo con un bolígrafo. Hacía años que no sujetaba un lápiz o un bolígrafo, así que, apenas tenía pulso para conseguir que los trazos fuesen rectos, iba muy lenta, y sobre todo, no sabía escribir bien del todo. Así que, tras tres intentos para escribir su nombre, desistió mirando a Zayyn como un perrillo abandonado.

- Zeta... ¿Te importaría escribirlo por mí?- preguntó con ojos de cachorro; además se la notaba que no la gustaba demostrar que no tenía ni idea de escribir, por no decir de leer en letras normales.- ¿Y qué ponemos en el sitio donde pone dirección? Porque yo no tengo ninguna residencia... ¿O nos la inventamos?

Fuera cual fuera la decisión que tomase Z, en cuanto acabaron la hoja, se acercó a entregárselo a la señora que se encargaba de la recepción.

No había letra pequeña visible en el papel, puesto que era solo un formulario de ingreso, no el contrato final en el que informarían a Zayyn del precio de la operación y las enrevesadas clausulas por las que pagar una millonada por matar -posiblemente- a un ser querido.

La recepcionista, recibió el papel de manos de Natasha, revisando muy por encima las cosas, ya luego se daría cuenta de los fallos en la inscripción. Por ahora solo le interesaba saber el nombre de la joven a la que iban a operar. Por el simple y mero hecho de tratarla con mayor confianza.

- Un segundo, que tengo mirar para cuando estarán los médicos disponibles. Quizás tengas que esperar un tiempo.- los doctores no hacían más de dos operaciones al día, porque eran una cirugía demasiado complicada como para hacerlas como churros. Además de que se cogían un día de vacaciones entre operación y operación... Tenían muy buena vida. Tras unos cuantos minutos más, en los que seguramente las dos muchachas estarían nerviosas, la recepcionista sonrio.- Parece ser que hay una vacante hoy mismo, al parecer el paciente se encuentra algo indispuesto...- es decir, muerto- Síganme por aquí, el doctor Smirnov.

Dicho eso salió de su puesto de trabajo y las llevó por las escaleras hasta el primer piso, donde llamó a una puerta con un cartelito con el nombre del doctor. Entró dentro tras indicarles a las dos mujeres que esperaran. Volvió a salir al cabo de unos minutos, indicandoles a las dos que podía pasar.

- El doctor no tiene problemas en atenderlas ahora. Pasen dentro, que les informará de algunas cosas mientras que preparan el quirófano para la operación.- dijo antes de desaparecer por el pasillo.

Dentro les esperaba un hombre entre treinta y treinta y cinco años, rubio de ojos azules y muy alto. El típico aspecto de los rusos, altos pálidos y de colores claros. El hombre clavó sus ojos en ambas, con una mirada claramente calculadora.

- Extraño... Generalmente suele ser gente a la que no le quedan muchas esperanzas para seguir vivos los que deciden someterse a este tipo de cirugía, sin embargo las dos están muy saludables. O al menos eso aparentan... ¿Puedo saber el motivo de esta operación? Aunque si no me lo quieren contar también está bien. Estoy acostumbrado a gente que no puede hablar mucho.- no las saludó ni nada, parecía ser una persona un tanto excéntrica y peculiar.

La rubia sonreía profundamente tensa, mientras que se balanceaba de delante hacia atrás. En silencio, pero sin parar en ningún momento. Hasta que las dieron la buena noticia de que ese mismo día podían pasar al ver al doctor sin esperar más cola. Que suerte tenían de que la otra persona se encontrara mal y no pudiera ir... Que tierna es la inocencia de algunas personas...

Caminaron siguiendo a la mujer por la enorme casa. Lo que hacía que Natasha mirara boquiabierta la construcción. El orfanato parecía incluso más pequeño que ese lugar, y eso que llegaban casi a los cien niños en su interior. Que injusto era el mundo, o eso pensó ella.
Finalmente llegaron a la puerta en la que ponía el nombre del doctor. Y las hicieron esperar, en esta ocasión, ya Natasha se sentía con ganas de huir. Mientras caminaba lo hacia casi por automatimo, pero ahora que podía pensar de nuevo, le entraban ganas de correr hacia abajo y no detenerse jamás. Pero gracias a que Zayyn la estaba sujetando la mano -cosa que debía haber hecho mientras que iban a la sala- la chica no huyo. Pero sí que se abrazó a la mayor tratando de calmarse.

Tras unos cuantos minutos, la chica de la recepción salió, indicándolas que podían entrara al cuarto donde estaba el doctor. Este era un típico doctor ruso: rubio, ojos azules y pálido. El hombre las miro a ambas como si las analizara.

- Privet- saludó a pesar de que no recibió ningún tipo de contestación a este. Pero no le importaba.- Yo... Esto...

Se puso nerviosa con la pregunta, no sabía que contestar. Pero por suerte, Zayyn habló antes de que la rubia pudiera cagarla de alguna forma absurda. Aunque la pelirroja no había sido para nada amable con el doctor. Cosa normal entre el estrés y que odiara a los científicos que jugaban con la vida de las personas.

- Perdonala... Está muy estresada con estas cosas. Generalmente es más amable con los demás.- visiones distorsionadas de la realidad, propiedad de Natasha, les presentan una gigantesca mentira.- ¿Cuándo comienza la operación?

Por suerte, todo esto lo dijo en ruso, para que Zayyn no se riera con la mentira que había dicho. Aunque lo peor de todo es que para la rubia, Zayyn siempre era amable con los demás. Como se notaba que empezaba a necesitar a alguien que le recordara que la pelirroja no era una buena persona a tiempo completo.

El doctor se rió al escuchar la respuesta algo borde de Zayyn, como si no le hubiese dado ni la menor importancia a las miradas asesinas que le dedicaba a la pelirroja. La sonrisa no abandonó su rostro en ningún momento, mientras que rebuscaba algo por los cajones.

- Solo era una pregunta, tenía curiosidad. No sois el tipo de gente que aparece por aquí... Además, si no fuese tan curioso no estaría haciendo este tipo de cosas, pero todo sea por la ciencia.- dijo con algo más de seriedad al final.- Lo del dinero no lo llevo yo, quizás será mejor que eso se lo preguntes a la recepcionista, o quizás en el departamento monetario del centro.

Miró a su paciente analizándola con atención. Parecía ser alguien amable, quizás algo inocente en algunas cosas, pero alegre y optimista. Posiblemente la hubieran diagnosticado una enfermedad con pocas probabilidades de ser sanada, pero que se hubiese metido a eso por la otra persona que sí que parecía más preocupada que la rubia. O al menos solo en apariencia. El temor del que va a ser operado que el que espera a que salga su ser querido no tiene para nada que ver. Una de ellas es egoísta, la otra es menos egoísta, pero al tener esa pequeña parte altruista la hacia ser una mayor decepción en caso de no ver a la persona amada salir bien del quirófano.

- No te preocupes. Y la operación es en dos minutos en cuanto que encuentre los chicles... Sin chicles no puedo operar.- dijo el hombre también en ruso.

Tras rebuscar unos minutos más que podían aprovechar las dos chicas para despedirse temporalmente, encontró los chicles y se puso en pie, indicándole a Natasha que le acompañara a través de una puerta. Para que pudieran ir al quirófano.

- Si eres tan amable de acompañarme, por aquí jovencita. - volvió a hablar en inglés para que las dos le entendieran.-[color=blue] Tú tendrás que esperar en la sala de espera. O si lo prefieres en una habitación, van a ser muchas horas hasta que consiga salir.

En cuanto que Natasha pasara, la puerta se cerraría con un pequeño portazo. Nada importante, pero que posiblemente al causar una separación tan importante para la pelirroja le hubiese sonado como una puerta de gran tamaño cerrándose de golpe.


Seis horas habían pasado desde que Natasha había pasado al interior de la sala de operaciones. Y finalmente salió de allí, en camilla e inconsciente aún por la anestesia. Pero en apariencia bien. Lo único que demostraba que había pasado por ese lugar, eran finas y largas heridas por todo su cuerpo con costuras. Posiblemente alguna le dejara marca, pero no parecía en principio que fuesen nada antiestético. Salvo quizás las dos que le pasaban desde la frente hasta la barbilla justo por el medio de los ojos.
Los enfermeros la llevaron en un ascensor hasta la tercera planta, hasta una bonita habitación con vistas a los jardines. Donde la noche ya caía a plomo.

Si Zayyn había decidido ir a preguntar los precios ya la habría informado que solo tendría que pagar en caso de Natasha saliese del quirófano viva. Y que después de eso, tendría que ingresar una cantidad desorbitada en el banco, para costear la operación.

La rubia estuvo algo torpe al corresponder al beso, por no decir que en todo lo que hacía, a causa de la rigidez que sentía al finalmente hacerse la operación... No es que no quisiera, sino que, le era demasiado estrés... Jamás había estado en una consulta médica o no lo recordaba, y de todas formas, de haber estado, nunca habría sido para hacerse una operación de ese calibre.

Al pasar la puerta la hicieron quitarse la ropa, y después sentarse en una camilla donde la llevaron tapada con una extraña tela a la sala de operaciones. Donde una gran lámpara la alumbraba a ella. Estaba nerviosa, sobre todo, por la cantidad de gente que había allí. Pero dejó de preocuparse cuando la pusieron una mascarilla con la anestesia.

Todas las horas de operación, ella se las pasó entre ponys, unicornios, arcoiris y princesas. O algo así, seguramente, porque la rubia podía llegar a ser muy repulsiva con las cosas que le pasaban por la mente. Lugar en el que todo era como un cuento de hadas de color de rosa.

Seguía dormida tras acabar la operación, sin enterarse de nada. Siempre es conveniente usar más cantidad de anestésico para asegurarse de que el paciente no va a despertar durante la operación. Y eso mismo habían hecho con la rubia. Además de que en el mundo de los sueños todo era indoloro, no había nada de dolor o de molestias. Cosa que sí que habría en cuanto fuera recuperando la consciencia, puesto que el trastocar el ADN no es una operación tras la cual puedas estar corriendo por la calle en un par de horas.
Sin embargo, escuchó la voz de una persona amada llamándola. Y eso la obligó a despertar. Tenía que abrir los ojos para evitar que Z se preocupase.

- ¿Z-Zayyn?- apenas era capaz de pronunciar las palabras, además de que sonaban muy bajas. Pero tras decir eso, el dolor le recorrió de un lado a otro del cuerpo, haciendo que se tensase y abriera la boca como si fuese a gritar, pero sin emitir ningún sonido.

Los enfermeros dejaron a la chica en la habitación e inmediatamente después se fueron. Puesto que se sentía muy amenazados por las caras de la mujer pelirroja que parecía dispuesta a matar al que fuera por ver a la chica rubia. Ya sabían que la gente solía estar muy preocupada tras ese tipo de operaciones, pero había algo en esa chica que les decía que era peligroso estar cerca de ella.
Lamentablemente, el doctor no había subido en ningún momento, por lo que no fue el doctor el que se lo dijo, sino una de las enfermeras.

- En teoría tardará horas en despertar, pero no todo el mundo se despierta en el mismo momento. Y cuando lo haga, necesitará muchos calmantes, porque el dolor suele ser atroz. Y por lo demás, solo procurar mantener limpias las costuras y que no se le abran. En un tiempo ya se le podrán ir quitando... Eso, siempre y cuando no tenga un rechazo tardío.- dijo antes de desaparecer rápida como el rayo.

Unos minutos después fue cuando despertó Natasha, dolorida por la operación. Lo que hizo que su ritmo cardíaco se acelerara, y una de las máquinas comenzase a pitar. Si Zayyn quería sacarla sin que nadie se enterara le quedaban pocos minutos antes de que regresaran todos los médicos y enfermeros de la planta para atenderla. Y es muy posible, que si tenía que superar a los humanos y cargar con la chica, no aguantase tanto movimiento y se debilitase, o muriera...

El dolor recorría el cuerpo de la rubia de arriba a abajo, sin pausa. Parecía como si toda su carne tratara de separarse de los huesos, pero no pudiera... Si pudiera concentrarse en adivinar qué es lo que más la dolía seguramente hubiese dicho las heridas cerradas por la sutura.

Apenas fue consciente de lo que hacía Zayyn en la habitación, tampoco escuchaba los pitidos de la maquina, y ya no sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados. El dolor era lo único que era capaz de percibir... Cuando fue cogida en brazos, cerró los parpados y comenzó a murmurar cosas en ruso de manera entrecortada, puesto que si antes le dolía, ahora parecía que la torturaban.

El tiempo se desdibujaba, podían haber pasado años o segundos, hasta que fue recostada en la cama de la casa de la pelirroja donde pudo "relajarse" un poco más. Una disminución del dolor ligeramente más pequeña, pero que en aquél momento lo agradecía.

Zayyn encontró con facilidad el dispositivo, puesto que ya estaban construidos y solo había que insertar el ADN para enlazarlo con la persona. Y de la misma manera se podía renovar... Así que, el gasto de introducirlo para gente que lo más seguro que iba a morir no era mucho...


Cuando los médicos y enfermeros llegaron a la habitación, ya no había nadie allí. Eso era una gran pérdida de dinero, que seguro que a sus jefes de la central no les iba a gustar nada... Pero no podían hacer nada ya para evitarlo, no había ni tan siquiera una mota del polvo que les indicase por donde habían huido, además de que alguien recién despertado, estaría sufriendo un dolor tan intenso, que sería raro que pudiera llegar vivo con mucho movimiento.