Pregunta por el dueño antes de seguir al cachorro.

Un día sombrío como cualquier otro comenzaba en el bosque de las Pesadillas, allí un buen día era aquel en el que el Sol no brillaba y había un viento racheado y frío, que llegaba a ser molesto puesto que removía las ramas una y otra vez asustando a todo aquel que no viviera en el lugar. O que bien, estuviera demasiado triste como para pensar en otra cosa que en su propio agujero de soledad y depresión.

Por ello no iba mirando por donde iba, cosa que debería haber hecho puesto que en ese mismo bosque había amenazado a su enemiga estando embarazada, es decir, su hogar estaría cerca y por ende también ella.
Aunque posiblemente, a pesar de haberse dado cuenta Natasha hubiera continuado andando, sus ganas de sobrevivir y seguir viva cada día que pasaba eran menores y todo porque no se sentía querida por nadie.

En su digivice, tanto Heliamon como Selenemon iban vigilando sus alrededores dispuestas a avisarla cuando algo o alguien se acercara a ella con malas intenciones.

Natasha iba caminando ausente, sin percatarse de nada a su alrededor. Ni tan siquiera los golpes de viento que hacía que las ramas se movieran repentinamente, lograban que se sobresaltase ni un ápice. Su pozo de tristeza era demasiado profundo como para que sólo eso pudiera sacarla de allí.

No por nada era la primera vez que sentía que el universo la odiaba ¿por qué tenía que haberle ocurrido eso a ella? No había hecho nada que mereciera tal castigo. No era la primera vez que robaba a alguien, y nunca había pasado por nada malo. Es decir, el karma no había funcionado. Sin embargo esta vez sí, quizás porque lo que había robado era una persona. O quizás porque dicha fuerza había esperado a que lo que robara dependiera sola y únicamente de ella, haciéndola sentir que estaba de nuevo en una familia, para luego arrebatársela cruelmente.
Esos eran los pensamientos de la joven, mientra que seguía ajena a su alrededor.

Sin embargo los espíritus digitales continuaban vigilando los alrededores. Ambos escucharon una voz traída por suavemente por el bosque: Ihh.... socorro... Al parecer alguien pedía ayuda, y por el tono de voz no debía superar el nivel roockie, es más puede que incluso fuera inferior. Puede que fuera un pequeño digimon perdido.

<< Natasha, hay algo o alguien que necesita ayuda... Quizás deberíamos ir a ver qué es. >>

Quizás así también la humana se animara. Gracias a hacer una acción valerosa.

- Está bien

Siguiendo las indicaciones de ambos espíritus no tardo en encontrar a una Salamon hecha un ovillito dentro de un hueco. Acercó las manos en actitud tranquila y la llamó.

- Ven pequeña, no tengas miedo.

La chica recogió a la pequeña, abrazándola para que dejara de temblar. Lo cierto es que ver a una cosa tan mona con esos enormes ojazos azules la daba mucha pena. Quien quisiera atacarla desde luego era alguien muy desalmado. La rascó entre las orejas para que se relajara más.

- Ya, ya... Tranquila pequeña, tranquila. ¿Quién quiere hacerte daño?

Mientras los dos espíritus seguían con un ojo por el área a su alrededor. Buscando algo que emitiera un aura asesina y malévola.

La chica sonrió algo más animada por tener alguien al que proteger. Aunque eso también le provocó una pequeña punzada de melancolía, porque ya no era un niño pequeño (o no tan pequeño ya) de ojos rojos sino un cachorro de ojos azules. Pero bueno, quizás podría ir con la pequeña un tiempo y así no sentirse tan sola. Porque aunque tuviera a Selene y Helia, prefería tener a alguien a quién pudiera tocar.

- No te preocupes, los bosques no hacen daño. Son más peligrosos los que viven en ellos. Yo me llamo Natasha, pero llamame Naty o Natalia, si quieres.

Continuó rascándole las orejitas.  Mientras que el digimon la daba pequeños lametones. Pero dejó de hacerlo cuando vio su dispositivo digital.
Selene y Helia se tensaron, notaban algo raro por el bosque, quizás era el propio aire. Pero no era una buena idea que la humana dejara tan desprotegido el dispositivo como al mostrarlo.

<< Ni se te ocurra, humana. >>

- Claro- dijo sacándolo del cinturón y mostrándoselo a la pequeña digimon. Saltándose las palabras dichas por Heliamon.

Si tan solo la hubiera hecho caso...

Natasha frunció el ceño, pensando que la cachorra solo estaba jugando. Pero no, no tenía esa pinta, sobre todo al mirar sus ojos que ya no emanaban bondad, sino maldad. Sin más echó a correr tras ella con un brillo psicótico en la mirada y una sonrisa feroz. Como la pillara iba a desollarla viva.

Mientras por su parte, Helia y Selene también sentían ganas de matar a alguien, pero no a la cachorra, no. Sino a la estúpida rubia que había mostrado el dispositivo, aún cuando ellas ya habían dicho que no lo hiciera. Como pudieran tener un cuerpo sin necesidad del de Natasha esta se iba a enterar de lo que era bueno.

La rubia siguió a la pequeña cachorra por el bosque, ahora mismo no era completamente ella misma, sino que algo más siniestro tomaba control de su cuerpo. No era ni más ni menos que su defensa para sobrevivir en las oscuras calles de la ciudad, una "personalidad" distinta, aunque mejor sería decir que era el lado oscuro de su propia personalidad que ganaba más fuerza que antes.

En ese estado, era más perceptiva a algunas cosas, y mucho más racional que antes. Por lo que se dio cuenta de que la cachorra hacía las cosas un poco raro, si solo quisiera huir con su dispositivo ya se hubiera podido esconder en alguno de los arbustos o por los pequeños senderos entre las ramas que usaban los digimons del bosque. Pero ella parecía guiarlas hacia algún lugar.

Por eso en cuanto vio que el camino al claro solo podía hacerse por el camino y bajo los árboles, decidió que lo mejor era entrar por uno de los laterales. A fin de cuentas, sabiendo hacer parkour, pocos eran los lugares de difícil acceso. Así que se coló por el lado que estaría al lado derecho de la perrita al mirar hacia la entrada del claro (izquierda para Z, creo), se dejó caer al suelo, dando una bonita voltereta en el suelo para reducir el daño.

- Muy tonto por tu parte pensar que iba a caer en la trampa que hubieras colocado bajo el árbol. Ahora dame el dispositivo y te prometo que no te dolerá demasiado morir.

La sonrisa de la rubia se iba haciendo cada vez más y más grande al ver la expresión de miedo de la pequeña cachorra. A fin de cuentas, la pequeña nunca había visto ese lado de la rubia, excepto cuando amenazo a Z y tampoco fue nada demasiado llamativo. Así que para la pequeña debía ser todo un espectáculo verla amenazarla, sin ni tan siquiera una mirada de duda.

Sin embargo, nada le salió bien y en apenas un instante alguien la tiró del pelo, mientras que la pequeña se transformaba en una motera de cabello dorado. Apretó los dientes de rabia.

- Te juro que algún día te mataré...- siseó hacia la motera, antes de volver a centrarse en la persona a su espalda, aquella a la que odiaba.-Volvemos a encontrarnos, Yankie. Espero que disfrutes de tu maternidad... ¡Ah! No, espera. Se me olvidó que la que ha criado al pequeño he sido yo.

No había miedo en el tono de voz de la rusa, simplemente malicia y disfrute por recordar a la pelirroja que ella la había conseguido hacer mucho daño en el pasado. Además, las consecuencias eran lo que menos la importaban en ese momento, nadie la quería, así que podía desaparecer sin dejar ni rastro.

La chica comenzó a reírse como si la pelirroja le hubiera contado el mejor de los chistes. A fin de cuentas si lo que esperaba es que el niño hiciera su aparición para salvarla a ella, estaba muy errada.

- Él no vendrá, a fin de cuentas se encuentra lejos de aquí. No me gusta atar a la gente, así que, cuando él quiso irse le dejé marchar. Una es demasiado joven para hacer de madre.

Todo eran mentiras, pero con el veneno que destilaban sus palabras poco se notaría. Ella no había dejado que Nao se fuera, él se había marchado corriendo cuando no supo si matar o no a la rubia. Una reacción normal para alguien que se sentía asustado.

La chica miró el dispositivo, sin mostrar ni una mueca de dolor por el tirón de pelo. Frunció el ceño cuando vio en la pantalla a Selene y después a Helia hacer gestos de que la iban a matar.

<< En cuanto salgamos de aquí, te vamos a matar, Natasha... Aunque después de ocuparnos de ellas.>>

La humana sonrió ante semejante declaración mental por parte de sus espíritus sabiendo que la menos había una cosa segura. Las tres querían matar a la motera, a fin de cuentas por culpa de su inocente aspecto de roockie ahora se encontraban así. Y quizás la furia que sentían todas combinada con un mismo objetivo común hizo que el dispositivo brillara levemente en manos de Beelko y el cuerpo de Natasha se pusiera tenso. La chica cerró los ojos y al abrirlos poseían una tonalidad extraña, cambiante, igual que las auroras boreales.

- Los espíritus solo somos un apoyo a los humanos, querida. A ellos es a los que hay que tener miedo... En cuanto a tí- habló a Zayyn con una voz elegante; después la chica miró a Beelko-No te preocupes, cuando pueda me encargaré de ti... A fin de cuentas en el mundo hay muchas prostitutas, por una menos nos va a pasar nada.

Acabó en un delicada risita, que dejó de sonar en cuanto la rubia cayó desmayada y el dispositivo se apagó sin mostrar ni una sola imagen en la pantalla. Quizás el extraño suceso que había ocurrido la había agotado, quién sabía.