Connected Dream (Localización:???)

¿Dónde estaba? Natasha no recordaba haber llegado en ningún momento a esa oscura y fría ciudad. Hacía algunas horas estaba con Naois, en el mundo digital. Pero ahora... Ya no estaba allí. ¿Habría sido secuestrada y llevada a esa tétrica ciudad? En el cielo las nubes eran tan oscuras y densas que eran negras, sólo había pequeños destello de luz, cuando los rayos caían, iluminando brevemente la ciudad entera. El resto del tiempo eran las farolas las que proyectaban una apagada luz en el asfalto tan oscuro que había... Y sobre algunos montones de nieve que había en los alrededores. Los edificios también eran todos de colores oscuros y apagados, lo que aumentaba la sensación de que era un sitio tétrico.

ciudad:

Pero eso no era lo peor de todo, no. Lo peor era que no había ni una sola persona en la calle, ni el más mínimo sonido de un animal. Ya fuera un perro o un pájaro. Solo se escucha el chirriar de alguna cadena u objeto metálico al ser sacudido por el viento.

La chica se abrazó a sí misma, avanzando hacia el corazón de la ciudad, puesto que sentía la necesidad de ir allí; no solo porque el único claro que parecía observarse en esa oscura y misteriosa ciudad estaba en el centro de la misma, donde los enormes rascacielos tocaban el cielo.
Sentía ese miedo irracional y profundo que se tiene cuando alguien sufre una pesadilla. Su corazón golpeteaba dentro de su pequeño cuerpo. Estaba segura, de que algo muy malo y terrible aparecería. ¿El qué? No lo sabía.

Spoiler:

Sus pasos resonaban en todos los lugares de la ciudad. Lo cuál la hacia asustarse más de lo que estaba... ¿Y sus pasos atraían algo que trataba de matarla? Intentaba caminar lo más sigilosamente posible, pero los nervios la jugaban una mala pasada y no era capaz de apoyar bien la planta del pie, para producir el menor ruido posible. Siguió avanzando a pesar de todo. Quedarse quieta era una opción que la daba todavía más miedo que atraer lo que fuera con sus pasos.

Llegó al cruce de la calle en la que estaba con una avenida. Había muchos teatros en la calle, pero todos ellos abandonados. Las letras de las funciones estaban caídas o desaparecidas en la mayoría de los casos; y en los pocos que aún quedaban no podía entenderlo, puesto que estaba escrito con letras latinas y no con el alfabeto cirílico. Se encaminó por dicha avenida, mirando todas las calles laterales. Con esa sensación de algo peligroso cada vez más fuerte.

Un movimiento en uno de los montones de nieve la llamó la atención. Algo pareció sentarse y mirar a su alrededor. Pero eso que fuera, estaba completamente cubierto de nieve... Nieve que era una de las cosas que más detestaba la rubia, puesto que había visto a muchos morir en sus fríos abrazos.

- ¿Hola? ¿Está bien?- dijo entre gritos a lo lejos. Su voz resonando entre los edificios la hizo tener un escalofrío... ¿O quizás fue la fría corriente de aire que azotó la calle en ese momento?
- Gahiasbdsdij- dijo la "persona" mientras que se daba la vuelta.
- ¿Eh? No le he enten...- su frase fue cortada.

Lo que había a su lado no era humano; era una criatura que era toda de nieve. Con colmillos afilados en su boca y un par de ojos que la miraban de forma hambrienta.

monsturo:

Esa criatura buscaba una víctima para comer... Y ya la había encontrado. La rubia sería su merienda. Esta comenzó a correr, sabía que contra la nieve poco podría hacer más que huir de sus temibles garras.

La rubia siguió corriendo del mosntruo que parecía disfrutar con la cacería, puesto que su nívea cara mostraba una sonrisa de sádica felicidad. Rugió de nuevo, lanzando una ráfaga de aire helado hacia delante, que por suerte ayudó a la rubia a correr más rápido. Solo rogaba que no hubiera nadie más por allí que intentara matarla.

Escuchó un rugido de dolor a sus espadas junto con el de algo metálico tocar contra el asfalto. A pesar de saber que se arrepentiría, se detuvo y miró hacia atrás...
Sí había sido una decisión poco acertada. Ahí había algo más temible que el propio monstruo. Zayyn, la loca. En ese momento puso cara de verdadero terror. ¡Esto tenía que ser una pesadilla!

- N-no... Tú no... Quiero irme de aquí... - lloriqueó un poco por su mala suerte.

La sangre azul del monstruo manchaba las suelas de los zapatos de Zayyn, así como manchaba el filo de su espada. Poco a poco la criatura fue deshaciendose hasta desaparecer y colarse por una alcantarilla. Sin embargo no sería la última vez que se verían con cosas de ese estilo. Esa ciudad estaba ahí por ese motivo.

Cuando Zayyn tratara de moverse para atrapar a Natasha, o quizás para clavarle la espada. Una misteriosa caja de cartón caería sobre ella. Atrapándola en su interior, sin posibilidad de esquivarla, puesto que más caerían sobre ella hasta atraparla.
No sería una caja muy grande, pero sí que podría recoger todo el cuerpo de la pelirroja si se ponía de rodillas en el suelo. Y eso sería a lo que estaría obligada Zayyn, puesto que para ella, desde el interior lo vería como densas paredes de piedra que cada vez se iban encogiendo más y más...

Natasha parpadeó confundida por el hecho de que la hubieran confundido con el digimon de Zayyn. ¿Acaso no era un hombre? Parpadeó al recordar que había cambiado su género la última vez que le había visto... Al parecer debía ser homosexual y por eso quiso hacerse el cambio de género, porque sino no se explicaba ese cambio. Pero gracias a esa confusión, recuperó su confianza, la había "derrotado" la última vez.

- ¿Quién sino? Sabes que siempre estoy para molestarte.- dijo mientras que retrocedía, viendo los cambios en la expresión de Zayyn.

Sin embargo, suerte para ella una caja de cartón cayó sobre Zayyn... Se esperaba que se la quitara y la troceara como si no fuera más que estúpido cartón mojado. Pero ocurrió algo que nunca pensó que vería.

FLI-PA-BA al ver como Zayyn lloriqueaba debajo de una inofensiva caja, que no hacía nada más que estar ahí puesta. Es más, incluso Zayyn acabo de rodillas, oculta por toda la caja. La rubia no podía sonreír más... Ahora podía escaquearse fácilmente.

Pero los gemidos y ruidos de la pelirroja la hicieron sentir lástima de ella. Lo cierto es que ya la había quitado a Naois. Y eso había sido su victoria definitiva. No pasaba nada por ayudarla un poco.
Se acercó a la caja y la levantó con cuidado, poco a poco. No pesaba más de lo que era, y cuando ya la hubo levantado de Zayyn la arrojó lejos por la calle, donde volvió a desaparecer.

- ¿Estás bien?


Arriba en una de las azoteas de un edificio, una figura femenina observaba a las dos chicas que había en la calle, soltando risitas que no auguraban una buena salud mental. Sus ojos rojos, brillaban como la sangre recién derramada y un sonrisa amplia y enorme se extendia por su afilado rostro.

Era una copia exacta a Natasha salvo por leves cambios, como que parecía más adulta debido a su rostro mucho más afilado que el de la rusa, más alta y vestía con un elaborado vestido victoriano hasta los pies lleno de rotos.

- Jijijiji. Se ven taaan patéticas las dos. ¿Cuánto crees que aguantarán?- preguntó a la otra persona allí.

La "Dark" Natasha sonrió más todavía de lo que ya hacía; lo cual indudablemente debería darla el récord del mundo de mayor longitud de sonrisa. Pero esta sonrisa acabó apagandose hasta dejarla con un rostro taciturno. Disfrutaba de que Zayyn sufriera, pero no quería que su otra yo sufriera... Al menos no tanto.

- No me interpondré en tu venganza. Pero yo solo quiero que Naty vuelva a mis brazos, que solo confíe en mí para hacer las cosas... A fin de cuentas yo la amo por encima de todas las cosas, y ella debería hacer lo mismo, ¿no?- comentó seria, agachándose y cogiendo una araña que tuvo la desgracia de aparecer por la azotea.

Aplastó al insecto y sopló los restos que quedaban entre sus dedos.

- Pero para que vuelva a mí, tendrá que sufrir~- canturreó infantilmente.


Abajo la rubia miró con preocupación a su "némesis". Siempre la había visto como alguien temible, pero ahora estaba temblando como un flan por una simple caja de cartón mojado... Que ahora que la buscaba, había desaparecido sin dejar ni rastro. Se agachó hasta quedar a su lado, y la zarandeó de los hombros para ver si conseguía recuperar a la loca que quería matarla. Se le hacía muy bizarro verla tan débil.
Y las palabras que dijo no hicieron más que extrañarla más todavía. Casi sentía lástima de Zayyn... Bueno, sentía un poquito de lástima por esa mujer que siempre había impuesto miedo en el corazón de la rusa.

- No te preocupes, ya no pasa nada. Eres libre. Ya no hay una... Caja aprisionándote.- tuvo que hacer una pausa para controlar la risa, porque le seguía pareciendo muy ridículo.

Sin embargo, Zayyn parecía estar demasiado asustada como para poder tranquilizarse por unas simples palabras. Por lo que hizo algo que juró que nunca haría en su vida: la abrazó. Acariciandola la espalda para tratar de calmarla de manera más efectiva.
Aunque... quizás eso no funcionara. "Lo mejor sería que le cayera un balde de agua encima, así seguro que se la pasa." pensó. Y dicho y hecho, un balde de agua cayó sobre ellas. Había aparecido misteriosamente sobre sus cabezas. La cuestión era ¿cómo?

Probablemente eso fuera un suceso que las tuviera a las dos un par de minutos pensativas. Por lo que su siguiente enemigo se iba acercando cada vez más rápido. Si Zayyn se fijara podría ver que en los largos cabellos dorados de Natasha un artrópodo iba trepando poco a poco hasta alcanzar el cuello de la rusa, donde seguramente se propondría picarla...

Natasha abrió los ojos sorprendida, cuando notó que la pelirroja correspondía su abrazo con fuerza. Casi con voracidad, como si lo necesitara profundamente y hacía mucho que nadie la abrazaba de cualquier forma. Puesto que el abrazo de la rusa sólo fue para consolar.
En ese instante, cuando los brazos de la de rojo la envolvieron, Natasha la soltó, esperando en cualquier momento que intentaran partirla en dos. Cosa que tampoco llegó.

Puesto que lo que la alcanzó fue la tromba de agua que había pensado antes.

- Perdona por haberte ayudado a salir de tu ataque de ansiedad.- dijo de manera mordaz, empapada.

Se encogió y cerró los ojos, como si eso hiciera que el daño fuese menor, cuando Zayyn se puso en posición de golpear algo. Pero nunca la hizo daño. Abrió los ojos y observó que Zayyn había pasado su mano cerca de su hombro, a la altura del pelo. Extrañada miró al suelo y pudo ver a un artrópodo atontado en el suelo.

Puso cara de horror y procedió a pisarlo, para que al menos no pudiera molestar más. Su odio por las arañas venía por una picadura muy molesta en el pie. Pensó que le iba a reventar en mil cachitos de lo hinchado que estaba. Por suerte, con el tiempo la hinchazón se rebajó; pero el miedo a recibir otra igual no le gustaba.

Retiró el pie, satisfecha de la masa que estaba pegada contra el asfalto. Pero la alegría le duró poco, puesto que poco a poco la araña se iba inflando, recuperando volumen y sanando su cuerpo. ¿Cómo era posible?

Pero eso no era lo peor, el sonido de miles de patitas minúsculas moviendose por el suelo, acercándose a ellas. Más arañas salieron de las alcantarillas y de algunas de las ventanas de los edificios de alrededor.

- Arañas nooo...- murmuró con la boca seca por el miedo a todos esos bichos que parecían un ejército.

La rubia gritó asustada de la situación. No podía haber tantas arañas en un solo lugar, eso era completamente ilógico ¿no?
A menos que los artrópodos se hubieran comido a todas las personas, y que por eso no quedara nadie allí con el que hablar... Aunque hubiera jurado que hacía un rato había escuchado una risa. Pero tenía que haber sido su imaginación, puesto que allí no había nadie.

- ¿Có- cómo que mi culpa? Si yo no he hecho nada- se notaba que estaba asustada, puesto que su tono de voz era dos octavas más altas de lo natural.

Cada vez las arañas estaban más y más cerca. Y Natasha más y más asustada... Quizás ambos hechos estuvieran relacionados, porque cuanto más miedo sentía la rubia, más arañas comenzaban a crecer. Algunas ya habían alcanzado el tamaño de un perro pequeño, pero su crecimiento continuaba...

Natasha cerró los ojos, deseando poder alejarse de allí volando, como si no influyera en ella solo la gravedad. Y tal y como había deseado comenzó a elevarse lentamente alejándose de las horribles criaturas a sus pies.

Natasha se percató de su situación cuando ya estaba a un metro o así de altura. Trató de controlar su movimiento, pero no podía hacerlo. O al menos no tan fácilmente, puesto que su manera de moverse era tratando de nadar en el aire. Aunque había pocos avances de esa forma, más bien parecía estar haciendo el estúpido.

- ¡No tengo ni idea de cómo lo hago!- dijo aunque luego lo pensó, era igual que antes con eso del agua. - Simplemente he pensado en eso.

La rusa se asustó al ver a Zayyn acercarse hacia ella, y trató de moverse más; seguramente ahora quisiera matarla. Ahora que estaban seguras. Pero no iban a estar tan tranquilas...

Off: Mete tú lo que quieras xD pero que las obligue a moverse hacia el centro, mejor.

Natasha dejó de intenetar moverse, puesto que no conseguía nada de nada con esos movimientos tan ridículos. A parte de darle una sensación de disfrute a Zayyn. Pero entonces enfocó toda su voluntad a que la pelirroja no pudiera atraparla.

Ya había entendido que algunos de sus deseos se hacían realidad por muy extraños que pareciesen. ¿Por qué? se preguntaba, pero no conseguía hallar la respuesta; al menos de momento. Quizás estuvieran en alguna zona mágica del mundo digital, o quizás en la ilusión causada por algún digimon. Por ahora no tenía tiempo de pensar en eso.
Enfocada su voluntad en detener a la pelirroja un extraño muro trasparente se aposentó entre ambas; que no permitía a la de cabellos como la sangre acercarse a la rusa.

Sonrió confiada al escuchar el rugido de Aiermon. Pero ese momento de tranquilidad y seguridad hizo que perdiera la concentración en mantener el extraño muro. En el peor momento, puesto que de repente un rafagón de aire la impulso hacia el centro. Con el demonio incrustado en el cuerpo.
Cuando finalizó, ambas cayeron al suelo.

- ¡Ay!- se quejó al notar el suelo incrustandose en su coxis y enviando esas ondas a través de los nervios, que al llegar a su cerebro no hacían más que repetir: ¡Dolor, dolor!

Estaban en otra zona distinta a la anterior, una especie de parque, junto a los grandes rascacielos. Allí el cielo se intuía de color blanco entre las oscuras nubes de la ciudad. Pero no todo era tan bonito y tranquilo como podía parecer, porque el silencio seguía siendo el que reinaba en ese lugar. Y no ya decir la apariencia de soledad del parque al tener todas las plantas muertas, de color gris y apagado.

Se asustó. Cómo para no hacerlo: la psicópata que te perseguía estaba encima tuyo, evitando que escaparas. Se esperó por un momento más rabia en los movimientos de Zayyn cuando sus ojos se fijaron en ella. Pero peculiarmente, no hizo nada, se quedó observandola con las mejillas levemente colore... ¿Estaba ruborizada?

Por suerte, después de eso, se apartó. Dejando a la rubia libre de nuevo, la cual no perdió el tiempo y trató de irse lejos de ella. Pero no tuvo mucho tiempo de hacerlo, puesto que una corriente de aire la aprisionó uno de los tobillos. El tiempo que la quedaba era muy poco, y no podía hacer mucho... No atinaba a recordar que tenía el dispositivo en el bolsillo, ni tan siquiera a pensar que deseando algo con mucha fuerza ocurriría algo que evitara que Zayyn la matara. Pero nada de eso pasó por su mente, y cerró los ojos esperando que así lo inebitable doliera menos.

Por suerte, una voz habló tras ella. Un tono masculino, bien modulado y había algo similar al resentimiento en ella. Abrió los ojos un poco, para ver como el demonio se había detenido con las simples palabras de la misteriosa persona. Giró un poco el rostro, para observar a su salvador. Pero no había mucho que pudiera ver por el momento. Sólo que era un hombre adulto y que tenía unos ojos que hubiera jurado conocía ya de antes. Pero nunca antes lo había visto, de eso estaba segura.

La chica continuó retirándose lentamente, con tal de apartarse. Antes de que a la pelirroja le diera por lanzar corrientes de aire y justo la pillaran en medio. Pero al parecer el demonio decidió decantarse por el mismo método que había utilizando contra ella, las garras.

Sin embargo lo que sucedió no era normal. Era como cuando ella había aplastado a la araña: el hombre también se regeneraba. Había algo muy raro en ese lugar, y no era precisamente benigno. Puesto que sus deseos se hacían realidad, pero no tenían por qué cumplirse bien; y luego estaban esas criaturas que se regeneraban. ¿Estaba soñando? Eso era lo más lógico, pero todo parecía muy real.

Natasha se quedó mirando la escena, retrocediendo. No le debía nada a nadie, y aunque a ella el humano no le produjera nada de miedo, al parecer a Zayyn sí que lo hacía. O al menos esa última demostración de que no podría matarlo. Y no iba a negar que disfrutaba viendo esas caras, que tan solo en un momento había conseguido que el rostro de su enemiga las mostrara, cuando amenazó con robar a Naois. Así que esto era como otra victoria para ella.

Al verse libre y Zayyn muy ocupada, Natasha decidió largarse de allí. Antes de que algo malo pasara contra ella, pero en cuanto se internó entre los ennegrecidos troncos de los árboles se sintió mal. Era extraño, pero sentía que había algo que la obligaba a ayudar a la pelirroja. Una soberana estupidez, pero que no podía quitarse de la cabeza.

Se dio la vuelta mirándola un instante. Volvía a ser humana y estaba siendo dominada completamente por el humano ese. ¿Cómo había conseguido ponerla contra las cuerdas? La situación era rara, y más cuando la figura de la pelirroja se desdibujó ante ella y pudo ver durante unos segundos a Naois.

Sacudió la cabeza con fuerza. Pero sabiendo qué es lo que la había estado molestando. Se sentía en deuda por haberle robado a su hijo, a pesar de que esta acción era una obra de salvamento. A saber en qué se habría convertido el pequeño pelirrojo de haberse criado con ella.
Sin embargo ¿cómo ayudarla? Si ella no había podido matar al hombre, ella tampoco podría hacerlo. Pero no parecía que fuera fácil escapar de él. Por tanto la única manera de hacerlo era eliminándolo para siempre, pero matar estaba mal y eso era algo que la rusa sabía.

"Tú eres la única que puede matarlo... Zayyn es incapaz puesto que es su peor pesadilla, aquel sueño del que no podrá librarse por sí misma... Al igual que yo soy el tuyo."

Se dio la vuelta para buscar a la persona que le hubiese susurrado esas palabras. Pero allí no había nadie... Sólo estaba ella misma.
Resignada agachó la cabeza y miró de nuevo al "bosque" para huir. Pero un movimiento la sobresaltó. Suspiró de alivio al ver que no era nada más que un espejo incrustado en el tronco de un árbol. Se acercó para admirar su reflejo. Pero lo que había allí no lo era... O al menos no completamente. Era una Natasha de rasgos mucho más afilados que la que estaba fuera, con un pomposo vestido de princesa completamente rasgado en color negro y una mirada que no mostraba mucha cordura en sus ojos rojos.

Trató de irse de allí. Sentía miedo, mucho miedo. Nunca quería admitir que en su interior existía esa faceta más fría e inhumana que la había ayudado a sobrevivir en las duras calles rusas. Jamás dejaría que esa criatura tomara el control. Pero sus planes fueron frustrados cuando la mano de hierro de la otra Natasha la agarró de la muñeca.

- Tu noble acto de salvar a Zayyn- su voz destilaba desprecio- Nunca podrás hacerlo sola, porque eres demasiado débil. Incapaz de arrebatarle la vida a otra persona... Por eso me necesitas Natasha, no reniegues de mí.
- Net ¡Net! Aléjate de mí.- se notaba que la rubia estaba nerviosa.
- Mira, como acto de buena fe te ayudaré a salvar a esa cosa que trata de fingir que es mujer.

La criatura del espejo salió completamente, abrazando a Natasha. Esta, trató de resistirse, pero con lágrimas en los ojos supo que era imposible escapar de esa parte de su ser. A fin de cuentas nadie se preocupaba por ella y necesitaba de alguien que lo hiciera, aunque fuese ella misma. No era capaz de hacer nada por su propia cuenta y por eso había nacido esa contraparte suya.
Los dos cuerpos brillaron durante un segundo, antes de volver a ser uno. La chica sonrió con crueldad mientras que sus ojos brillantes como la sangre recién derramada brillaban con diversión. En sus manos una delicada espada se había formado.

- Izvinite Andrew, pero quiero tener mi final feliz con mi otra parte. Y para eso es necesario que mueras...- murmuró mientras que se encaminaba en silencio hacia el lugar donde cierta pelirroja estaba siendo ahogada por su padre.

Nada más conseguir llegar a la espalda del hombre sin que se volviera, haría un corte con la espada que lo más seguro es que hiciera que la cabeza del moreno rodara por el suelo. Desconectada del resto del cuerpo.

Natasha o el ente que movía su cuerpo miró felizmente como el charco de color rojizo comenzaba a hacerse cada vez más y más grande. Del mismo modo que su sonrisa iba haciéndose cada vez más amplia. Sin embargo la mueca de cruel diversión se vio truncada cuando Zayyn ni se dignó a mirarla.

El filo de la espada se apoyó con suavidad en el mentón de la pelirroja obligando a alzar la cara para mirar a la rubia.

- No estaría de más un agradecimiento por cargarme a tu padre. ¿No crees? Aunque yo no he querido hacerlo... Al menos por mi propia voluntad, ha sido cosa de la Natasha buena.

Estaba disfrutando tanto de que estuviera tan débil. Que pareciera tan débil como cualquier humano que acababa de pasar por un trauma bastante serio.

La sonrisa de la chica se hizo más amplia con expresión de desconcierto de la pelirroja. Al parecer era un shock para ella, no solo que su padre hubiera estado a punto de matarla, que Natasha la hubiera salvado. Aunque por otro lado normal, siempre que había visto a la rubia había huido, menos cuando se enteró de que estaba embarazada, que cambio su comportamiento a uno más parecido al que ahora mostraba.
No le importó que la expresión de la mujer a sus pies se volviera de nuevo fría y arrogante, había conseguido verla sorprendida. Y eso era gratificante.

- No tiene mucha importancia... Aunque para la otra Natasha esto será como otra puñalada en su alma... Debería acostumbrarse a matar de una vez. - murmuró más hablando para sí misma. Pero volvió a centrar su mirada en Zayyn.- En cuanto a lo de tu hijo, me temo que es imposible que lo recuperes. Y de todas formas no queremos tu "amor". Si es que puedes sentirlo.

Dichas esas palabras el cuerpo de la rusa, volvió a destellar, dando lugar a dos cuerpos. El que cayó al suelo, mirando horrorizado a su alrededor era la Natasha de siempre. La que estaba de pie, era aquella que había aparecido antes en el espejo, aunque ahora con cara de mal humor.
Ninguna de las dos iba ya armada, por lo que la pelirroja podría recuperar su capacidad de moverse.

- Deberías dejar de rechazarme, Natasha. Sabes que sin mi no eres nada. Me necesitas y dependes de mí. O hace mucho que hubieras muerto.
- ¡Déjame! Por tu culpa la gente muere...- decía entre lágrimas la chica.
- No puedo dejarte, te quiero demasiado como para eso.- dijo la que estaba de pie entonces, y sus palabras no eran demasiado tranquilizadoras sobre todo tras ver su expresión. Una expresión de alguien desquiciado.

Natasha continuó retrocediendo, hasta que su espalda tocó con uno de los ennegrecidos troncos de los árboles. La otra Natasha cada vez se fue acercando más a ella. Dejándola sin vías de escape.
Los ojos de Natasha se posaron sobre Zayyn de manera suplicante, pidiéndola que la ayudara a salvarse de sí misma. Pero la Natasha "malvada" vio hacía dónde se dirigía su mirada. Sonrió de manera cínica a Zayyn antes de volver a mirar a su contraparte.

- ¿De verdad piensas que ella te va a ayudar? Por supuesto que no lo hará. No eres más que la niña que le ha robado a su bebé. Aunque tú la hayas salvado la vida, jamás lo tendrá en cuenta. ¿No ves que no es más que un monstruo?
- ¡Dejamé!- la rubia se hizo una bola, tratando que de esa manera su otra yo la dejara en paz. Había apartado la mirada de Zayyn, sabiendo que todo lo que había dicho era cierto.
- Está bien, como quieras... Pero te prometo que volveras a pedirme ayuda, arrastrándote. Como siempre haces que me necesitas, pero esta última vez será distinta. Dejaré de protegerte de esos recuerdos oscuros.- su cuerpo comenzó a hacerse translucido.- Adios, queridas.

Finalmente despareció, dejando a una llorosa Natasha hecha una bola. Ahora mismo daba igual lo que sucediera. No se movería de esa posición, aunque le fuera la vida en ello...

Poco a poco el viento se estaba convirtiendo en algo molesto en la zona. Y de vez en cuando el extraño sonido de algo de metal puntiagudo arrastrando por el asfalto de la carretera. Sonando cada vez más y más cerca.

Le daba igual que Zayyn la mirara, la daba igual lo que la ocurriera, le daba igual las amenazas dichas por cualquiera de las dos mujeres que se dedicaban a oscurecer su existencia. Estaba muy cansada, harta de tener que fingir que no la afectaba nada. De seguir viviendo por algo que no era gratificante. Lo mejor que la podría ocurrir es que acabaran con su existencia en ese mismo momento.

- Haz lo que te dé la gana, ahora no estoy para tonterías de esas. - contestó sin dejar de hacerse una bola.

El sonido se acercaba cada vez más y más. Las causantes de esto no eran más que otro de los temores de la joven rusa, Aeirmons. Diez de ellas, pero si cabe aún más terroríficas que la real, puesto que estaban deformadas grotescamente quedando como verdaderos monstruos. Todo esto se debía a la distorsión provocada por el miedo cuando Natasha veía a Zayyn...
Quizás a pesar de sus palabras sí que temía lo que la hiciera la pelirroja.

La rubia notó una sombra sobre ella, pero lo ignoró no iba a mirar que era. Esperaba que fuese el filo de la espada de la pelirroja dispuesto a morder con su frío filo cualquier lugar vital de su cuerpo. Pero eso nunca llegó, sino que notó una voz en su oido susurandola.

- Jamás te lo voy a decir. Él es feliz sin conocerte a tí.- abrió los ojos encarándose a la pelirroja. Jamás entregaría a su pequeño.

La que antes era una chica inofensiva, cansada y sin ganas de nada; había recuperado su espíritu de lucha. Entonces en ese momento se percató de ese chirriante sonido tan desquiciante. Para verse rodeada por diez Aiermons cada una por una dirección diferente.

Cabreada como estaba deseó poder enfrentarse, o al menos molestar a esas otras Zayynes, con tal de que en un momento de esos pudiera golpear a la de verdad. Y volver a verla tan débil como con su padre... Estaba dispuesta a vender su alma con tal de que eso pasara. Escuchó una risa en el viento que la indicaba ir a un lugar. Cerca, entre unos edificios. Pero para ello tendría que pasar al lado de las demonios.
Llevó la mano al dispositivo y la pasó por la banda de datos en su mano

- Digispirit digievolves...

Estas se acercaban cada vez más y cuatro de ella lanzaron corrientes de aire cortante desde cada una de las direcciones de la brújula. Otras dos, lanzaron sus colas, una contra Natasha y la otra contra Zayyn. Las cuatro restantes solo emitieron chillidos sin ningún significado que el del disfrute de la próxima muerte de las dos chicas allí.

Los datos que rodeaban a la rubia desaparecieron dejaron en ese momento a una morena, vestida con extrañas prendas negras con detalles blancos. Y a su espaldas dos enormes katanas.

- Selenemon

En cuanto las corrientes se acercaron ella desapareció en una nube negruzca, para llegar a ese lugar, donde daría lo que era antes solo para no sentirse tan débil. Estaba cansada de eso. Quizás ya no podría ser la misma persona que antes, que jamás recuperaría esa inocencia. Pero no la importaba. Para obtener más poder, a veces había que pagar un precio. Y este era su precio por dominar a Heliamon.

Las Cuatro Aiermon que lanzaron la corriente de aire cortante, fueron absorbidas por el tornado, siendo heridas repetidamente. Como esto no era un mundo de datos, como deberían haberse dado cuenta hacía ya un buen rato, las Aiermon recibieron el daño como si fueran humanos. Aunque algo más resistente. Algunas de ellas murieron hechas una masa sanguinolenta por la que asomaban trozos blancos de hueso. Otra de ellas, estaba sin ninguna de las extremidades, pero seguía viva gimoteando en el suelo. Y la última también había muerto, pero la mayor parte de los efectos que había recibido eran de golpes. Por lo que si alguien la cogía del suelo estaría tan flácida que sería una bandera.

Las otras seis restantes, sisearon al ver esto. Cinco de ellas volvieron a centrarse en la Aiermon real, puesto que era el mayor peligro. Y la otra se fijó en Selenemon, que iba corriendo hacia el callejón.

Una de las Aeirmon lanzó una corriente contra Zayyn, mientras que las otras se movían a su alrededor, buscando algún punto de debilidad de su defensa.

La rubia, o ahora morena por el color de la propia Selenemon se internó por la calle, seguida por una Aiermon, que lanzó una corriente de aire para atraparla. Con tan mala suerte de golpear uno de los cubos que había en el área. La guerrera digital no se inmuto por eso y continuó corriendo, buscando el origen de esa risa.

Mientras en la otra parte, tres de las cinco Aiermons restantes fueron golpeadas por los vientos, pero consiguieron sobrevivir a ellos con unos cuantos cortes, de distintas gravedades, al alzar ellas mismas sus propias tormentas que contrarrestaron en parte de la Zayyn. Una de las dos que se habían librado del ataque de Zayyn, puesto que estaba a su lado, creo dos corrientes de aire para sujetarla y evitar que se moviera. Y la otra que sólo había recibido una pequeña onda de aire que la había lanzado para atrás unos metros, alargo la cola con intención de clavársela en el pecho, justo a la altura del corazón.

Todas y cada una de las Aiermon acabaron achicharradas (o lo que sea que haga de efecto) puesto que no habían podido poner a sus gotescos cuerpos a una distancia superior que la que la Aiermon real conseguía lanzar el rayo.

Ahora solo quedaba una de ellas, persiguiendo a Selenemon entre las calles de la gran ciudad abandonada. La guerrera simplemente la ignoraba, puesto a pesar de ser una molestia no poseía una gran puntería y casi todos sus ataques fallaban por un par de centímetros. Y los ataques que poseían un efecto en "área" simplemente la empujaban más adelante. Así que, por ahora se sentía en una seguridad relativa. Puesto que cuanto más avanzaba por las sucias callejuelas más se notaba la presencia de su otra yo...

El clon siseó cabreado por el golpe que había recibido de la mujer pelirroja. Eso no era nada cómodo ni agradable. Por no decir el que luego te cortaran la cabeza sin poder dañar a dicha persona.

Por su parte Natasha había ignorado completamente a Zayyn. Ni se molestó en escuchar sus palabras ¿para qué? Si siempre era lo mismo: te voy a matar, te voy a hacer sufrir, desearas no haber nacido... La originalidad es algo que no la molestaría por una vez en su vida, pero como dudaba que la pelirroja pensara en algo más no iba a hacer caso.
Quizás sería una estupidez teniendo en cuenta de que la mujer era más poderosa que ella. Sí y darle la espalda era un gran error. Pero ya estaba a punto de llegar, y su otra yo parecía controlar la zona con una facilidad insultante para todos.

"Entra en el próximo edificio y toma el único ascensor que hay... Ven a la azotea

Las palabras de su otra yo resonaron en la mente. Y asintió, dispuesta cada vez más a condenarse a sí misma por el mero hecho de ser más poderosa. Necesitaba poder controlar su espíritu animal, cosa que no podía hacer antes. Sólo lo había conseguido una vez, y porque las ganas de molestar a Zayyn y, sobre todo, evitar que Naois se estrellara contra el suelo la habían hecho dominar el cuerpo del dragón durante un par de horas. Pero sabía que si lo volvía a intentar no podría hacerlo.
Por ello tenía que aceptar que no era tan buena persona como antes.

Sus pasos la llevaron hasta una salida de emergencia de uno de los altos rascacielos que dominaban el centro de la ciudad. Abrió la puerta, cerrándola rápidamente tras de sí, para entorpecer a Aiermon. Corrió por los pasillos buscando el sitio donde estaba el ascensor.
Tras un par de vueltas, se montó en la maquina y presionó el único botón que había. Las puertas se cerraron y comenzó a subir...


La Natasha malvada observaba la calle con unos potentes prismáticos. Puesto que sino no tendría manera alguna de ver lo que pasaba. El único clon que había ido tras su alter estaba haciendo un buen trabajo; no por nada estaba enfocando toda su voluntad en errar cada ataque dirigiendo a la guerrera digital por la calle correcta.
No esperó que la pelirroja llegara tan rápida y menos en su forma más poderosa. Chasqueó la lengua algo molesta, pero por suerte en vez de ir a por la morena, se dedicó a matar a su clon. Lo cual dio tiempo a que Natasha llegara a menos de cinco metros de la puerta del edificio.

- Entra en el próximo edificio y toma el único ascensor que hay... Ven a la azotea- murmuró, sabiendo que Naty la escucharía.

Después alzó la mano y una caja de cartón se materializó en ella. Sabía que la mayor parte de los ataques efectuados contra Zayyn ahora perderían mucha potencia o apenas tendrían efecto, puesto que Andrew había muerto. Pero si conseguía entretenerla lo suficiente como para que entrara al edificio y se diera cuenta de que no podía saber en qué planta se bajaba Natasha, ya la servía.

Dejó caer la caja y junto con su voluntad trató de enviarla justo encima de la pelirroja.

Se estaba estresando. No sabía cuánto tendría que subir, pero llevaba bastante tiempo metida en el ascensor, y este no dejaba de subir. ¿Acaso iba a llegar al espacio? Eso no parecía terminar en ningún momento, y al ser un ascensor completamente opaco no podía ver nada. Recuperó la forma humana sabiendo que no iba a ser atacada ahí dentro, por lo menos. Y se recostó contra una de las paredes de la maquina.

Finalmente tras varios minutos llegó a la azotea. Las puertas se abrieron haciendo el típico ¡ding! y la rusa salió al exterior. El fuerte viento repentino al salir, azotó su largo cabello contra su cara. Se llevó las manos a la cara para apartarlo y frente a ella vio a su alter ego.

- Por fin llegas, has tardado.
- No es mi culpa que el ascensor fuera tan lento.- replicó molesta.
- Jiji, como sea. ¿Sabes que ya no hay vuelta atrás verdad?
- Lo sé... Pero quiero controlar el espíritu animal, no quiero seguir siendo alguien tan débil. Y para eso tengo que aceptar que tú eres yo.
- Siempre ha sido así... La que no quería verlo así eras tú.- comentó algo triste-Comencemos.

Necesitarían un par de minutos para que ambas fuesen uno de nuevo. Sin disensiones por parte de ninguna de ella. El cuerpo de ambas brilló levemente cuando la Natasha malvada tocó a la buena.

Por su parte Zayyn no vería más que salas vacías en todas y cada una de las plantas. Sin variaciones en ellas, siempre los mismos colores, las mismas manchas, los mismos cristales, los mismos recovecos, las mismas puertas... Lo único que era distinto, era la azotea, puesto que estaban las dos rusas. Pero tendría que elevarse 54 pisos para llegar.

El suave resplandor aumentó un poco en intensidad cuando Zayyn llegó hasta arriba. Natasha era ajena a todo lo que sucedía a su alrededor puesto que tenía los ojos cerrados; comenzaba a notar una sensación de opresión en la cabeza. Sin embargo, la otra Natasha sí que se dio cuenta de la intromisión del "ángel" de alas negras. Entrecerró los ojos furiosa, ella era la única que podía estar en posesión de Natasha.

Alzó una de sus manos, separándola de la rubia. Pero en ese punto daba igual, puesto que ambos cuerpos se estaban atrayendo el uno al otro, como si se estirara parte de la piel de ambas. Sin embargo aún sus consciencias estaban separadas, una por cada lado.
Su último acto como el lado malvado era crear el único miedo que tenían Zayyn y Natasha. Por lo tanto, era la única cosa que podía crear que de verdad afectara a la americana.

- Desespera cuando vuelvas a perderle...

Dichas esas palabras, delante de Zayyn apareció un bebé de cabellos rojos como la sangre, llorando... Y precipitándose hacia el suelo. Cada vez que la pelirroja intentara atraparlo, este se desviaría levemente, siendo inalcanzable para ella. Hasta que finalmente se estrellara contra el suelo a muchos metros por debajo de ellas... Si quedaba algo más que una masa informe es que habría tenido "suerte".

off:

Natasha abrió los ojos de repente, con la respiración acelerada. Los sucesos que había vivido hacia apenas unos instantes... ¿Se había desmayado? ¿Dónde estaba?

Miró a su alrededor, pero comprobó que seguía estando en la cueva en la que había decidido acampar junto a Naois. Se levantó procurando no hacer ruido pensando en lo que había pasado durante el sueño. Desde luego, le parecía demasiado real... Pero todo estaba normal.

O eso era lo primero que pensaría, puesto que al llegar a la entrada sonrió de manera cínica, tal y como lo hacía su lado malvado.

- EL juego comienza ahora...

Dijo de manera misteriosa antes de dirigirse de nuevo dentro de la cueva. Sus ojos se fijaron en la figura de Naois, él era su as bajo la mano, mientras que lo tuviera la pelirroja no podría hacerla nada.