Alcohol y piratas siempre es mala combinación.

El Sol brillaba irradiando una gran cantidad de luz y calor sobre las paradisíacas islas del mundo digital. El rumor de las olas sobre la playa provocaba un efecto relajante a todo aquél que se encontrara sobre las arenas casi blancas, formadas por minúsculos trocitos de conchas y corales unidos con el propio silicio de la arena; lo que daba una gran calidad, porque pese al calor que hacía, no quemaba las plantas de los pies de aquellos que estuvieran sobre las dunas que se formaban.
Dando unos pocos pasos desde la playa hacia el interior de la isla te encontrabas con densas selvas tropicales, habitadas por muchos digimons, que convivían en tribus perdidas. Además de que dentro de la selva las propias plantas podrían llegar a ser un peligro para todo aquél que no supiera tener cuidado, puesto que muchas de las bellas flores contenían poderosos venenos ocultos en su aroma o como una sustancia que rodeara sus delicados tallos.

Un lugar irremediablemente bello, pero a la vez terriblemente peligroso.

Una joven rusa abrió los ojos, antes de sentir terribles punzadas de dolor en la cabeza, provocadas por una resaca. Cerró los ojos antes de obligarse a ver donde estaba, el sonido de las olas al romper en la costa la indicaba que no era el pueblecito donde había estado la noche anterior. Finalmente tras varios minutos de esfuerzo, se vio en mitad de una isla paradisíaca, con mucho calor debido a su vestido negro y muerta de sed por culpa tanto del alcohol como de la ropa.

Estaba tirada en la arena de la playa, mientras que el Sol la golpeaba directamente. No recordaba cómo había llegado hasta allí, de la noche anterior solo recordaba fragmentos, como había llegado a la taberna del pueblo en la cual para su alegría había vodka, y después recordaba haber hablado con algunos digimons que la dijeron algo de un barco. y.... Y... Ya no recordaba nada más.

Se levantó con cuidado, pero a pesar de ello un leve mareo la inestabilizó unos segundos. Después se metió en el agua. Sin saber que el agua del mar no se podía beber, puesto que nunca había visto el mar en su vida. Por eso en cuanto la metió en la boca e intentó tragar tuvo que escupirla fuera. Había sido peor ese remedio, puesto que la sal la había hecho daño en la garganta cuando tosió.

La dolía todo y aunque ya había solucionado el problema del calor, seguía teniendo sed. Por ello salió del agua, quitandose el vestido y quedando simplemente con un bikini a rayas. Suerte que tenía esa prenda bajo la ropa, puesto que en la isla le sería de gran utilidad o al menos sería más cómodo que fuese así vestida.


Recogió el vestido mojado y comenzó a andar por la playa, cerca de los árboles para que la dieran sombra. Sabía que algún río o riachuelo tendría que haber, puesto que para que hubiera tantas plantas tenía que haber agua, el problema era encontrarla. Si tenía suerte encontraría la zona donde desembocaba en la playa, y ahí sí que podría beber sin tener tantos problemas. Introducirse en la jungla no era una opción, sonidos extraños venían de ella y a la joven rusa no la gustaban nada.

Ahora tendría que encontrar una manera de salir de allí, aunque no recordaba ni cómo había llegado. Quizás fuera más difícil de lo que pareciera.

Tras andar lo que parecía ser media hora o así, lo oyó un rumor de agua más fuerte que el de las olas. Caminó más veloz intuyendo que por fin podría encontrar algo que beber. Y no se equivocó, frente a ella había un montículo más elevado que al desembocar a la playa se volvía completamente vertical; y allí caía el agua formando una cascada.

Sin pensarlo corrió hacia el agua, feliz de encontrar algo que no fuera salado.

Natasha se arrodilló al lado del agua para beber agua. Sentir cómo el refrescante líquido por su garganta era magnífico. Suspiró aliviada, pero no tuvo mucho tiempo para estar tranquila, algo cayó con inusitada fuerza dentro de la charca que se había formado.

La rusa se apartó dando una voltereta hacia atrás, llenándose de arena por todos lados. Pero al menos librándose si lo que había caído era un ataque. Volvió a mirar hacia la charca con su dispositivo listo en su mano derecha por si tenía que evolucionar.

Entonces un grito la hizo mirar arriba de la cascada. Un pequeño puntito rojo que había gritado, no sabía qué es lo que era. Pero parecía un digimon muy pequeño. Miró el agua, atando cabos, quizás uno de su familia había caido por el borde a unos siete metros de altura. Porque el grito no era precisamente de euforia, sino de preocupación.

Se acercó lentamente al agua, introduciendose en ella hasta la cintura.

- ¿Privet? ¿Hay alguien? ¿Estás bien?- preguntó a las burbujitas a menos de un metro delante de ella.

Del agua emergió una chica de pelo blanco que se dedicó a gritar a la parte superior de la cascada, diciéndole al digimon que saltara. Natasha se retiró un poco, para dar más espacio al pequeño digimon, y que además había sido ignorada. Así que todavía tenía probabilidades de desaparecer.

No porque la albina le pareciera mala persona, sino que sentía envidia de los otros niños elegidos que había conocido, ellos tenían a alguien que les acompañar. Y por eso no les quería estropear el momento de convivencia.

Iba a salir del agua, pero entonces la chica se giró hacia ella saludándola alegremente.

- Privet- contestó con una sonrisa.- ¿Estás bien?

Aunque parecía bastante entera la chica. Entonces, otra ola la indicó que alguien o algo se había caído al agua... El digimon de la chica delante de ella.
- Esto... Tu compañero... - señaló detrás de ella.

Natasha se quedó mirando a sus dos nuevos acompañantes, tras salir del agua y sentarse sobre una de las rocas que había rodeando la laguna. A pesar de que parecían estar discutiendo, era mejor eso a estar solo, así que su alegría fue drenada poco a poco, hasta que se quedó mirando la superficie de la roca, pensativa.

No miró cuando un leve resplandor se coló por uno de los laterales de su visión. Por ello no supo que el pequeño digimon acababa de evolucionar. Sino que siguió mirando hacia abajo, cansada de estar tan sola. Quizás fuera buena idea que regresara a la tierra.

Pero algo la sacó de ese núcleo de pensamientos tristes, el sonido de un cañonazo, cerca de la zona en la que estaban.

- ¿Qué ha sido eso?- preguntó asustada tras ver como parte de los árboles de la isla a su derecha se deshacían en datos.

Nat se levantó mirando al fondo. Ya había oído ese mismo sonido antes, solo que muchísimo más cerca. Casi como si hubiera sido a sus pies.

- Yo soy Natasha o Natalia, como prefieras llamarme.

Contestó antes de sumirse en sus pensamientos. Lo había oido hacía poco. Cerró los ojos para concentrarse mejor. Mientras que Kuea y Gigimon hablaban sobre el género de esta, ella comenzó a recuperar parte de sus recuerdos de la noche anterior. Aclarándose en su cabeza. Ayer por la noche había conocido una banda de piratas y la habían invitado a subir a su barco... Se acordaba de que en un momento les había dicho que dispararan los cañones solo para divertirse, y fue ahí cuando oyó el sonido de los cañones.

Pero no recordaba nada más.

- Creo que son piratas.- comentó algo preocupada.

Sin embargo algo captó su atención cuando miró abajo. En el cuello llevaba un colgante que terminaba en una llave que no era suya. ¿Se la habría robado a los piratas? No recordaba haberla tenido antes de subir en el barco pirata.

Los mástiles de la nave comenzaron a verse por encima de las copas de los árboles; se estaban acercando allí donde estaban ellas.

El barco alcanzó el lado de la playa de las jóvenes justo cuando ambas desaparecieron entre las plantas de la selva.

Pero el capitán las vio a través de su catalejo. Fijándose sobre todo en una de las dos que era rubia. Aunque llevaba menos ropa que cuando había embarcado. Y pensar que la iban a vender en un mercado de esclavos, dado que siendo humana iban a pagar mucho por ella, y ahora les había robado la llave que les permitiría abrir ese cofre antiguo.

- Ahí está, al parecer ha encontrado otro grumete de agua dulce que la acompañe... Haceros cargo de ellas, pero traedlas vivas. Siguen valiendo su dinero por ser humanas

Dicho eso, el misterioso capitán entró a su camarote, mientras que Olegmon y su pequeño grupo de corsarios desembarcaban. Parrotmon, por su lado salió volando, si él era el primero en encontrarlas seguro que el capitán le recompensaría con más dinero. Eso era lo que todos los piratas pensaban, por ello habían salido del barco en gran cantidad. Quedando sólo los cocineros, el capitán, la alférez y algunos de los jóvenes grumetes que aun eran demasiado débiles para pelear.


Natasha fue cogida por Kuea que la arrastró hacia la jungla.

- No sé si vienen a por nosotras... Pero es posible que sí... Ayer por la noche estuve en su barco, y no tenía esta llave- señaló la llave que llevaba colgada al cuello- Pero no recuerdo mucho más... Me emborraché mucho y aún me duele la cabeza por la resaca.

Y ciertamente era así, la costaba correr, puesto que cada zancada era un punzón en su cerebro que se clavaba al rojo vivo. Por eso en cuanto Kuea la soltó para sacar su espada, ella se apoyó contra el tronco de un árbol. Por suerte la cobertura vegetal era tan densa que no permitió que Parrotmon las viera cuando sobrevoló por encima de ellas. Aunque ellas sí que pudieron oír su gritó, igual que el de un loro.

- ¡Craaaaack! Las encontrareeee ¡Craaaack!- se alejó de allí antes de que ninguna fuera capaz de decir nada.

La rubia suspiró aliviada, pero la tranquilidad no la iba a durar mucho. Puesto que oyó la voz de alguien.

" Debes volver al barco..."

Sin embargo, sólo pudo oírla ella, aunque no sabía quién era. Miró tras ella, la selva solo se mostraba en ese agobiante silencio. Pero eso no significaba que no estuvieran siendo perseguidas. ¿En qué momento pensó que era bueno buscar a unos piratas?

"No fastidies ahora, ayer estando borracha obedecías mejor las órdenes. Hazme caso, de una vez" De nuevo la voz sonó apremiante en su cabeza. El propietario de la voz era el causante de que ella hubiera robado esa llave y de que ahora la persiguieran unos piratas. Además de que hubiera perdido su vestido negro, puesto que lo había dejado en la charca. Aunque por suerte tenía cogido el dispositivo en sus manos.

- Kuea, siento pedirte esta clase de favor ahora que nos acabamos de conocer. ¿Podrías acompañarme al barco pirata? Hay un tesoro que tengo que encontrar

La rubia fue obligada a correr por la chica de cabello blanco, hasta que se detuvo por sus palabras de volver al barco pirata. Suspiró aliviada por detenerse. Pero las palabras del digimon la molestaran, podía beber, pero eso no hacía que se volviera loca... Bueno, solo cuando estaba borracha, ahora que estaba sufriendo la resaca estaba bastante bien.

- El alcohol no me ha afectado en nada, lagartija- se cruzó los brazos molesta.- Y ya os he dicho si queréis, no es una obligación

Ya iba a andar ella sola de vuelta cuando la mano de la de cabellos albos la cogió de repente llevándola de vuelta al barco. Ella sonrió. Al parecer había conseguido una buena compañera de aventuras.

Sin embargo, escuchó algo, y dio un tirón para que se detuvieran. Puso el índice en los labios pidiendo silencio. Y entonces oyó el ruido, árboles cayendo. Las tropas de Olegmon habían llegado ya a la isla.

Natasha fue la que se adelantó en esta ocasión, haciandolas ir por uno de los lados, para evitar que fueran descubiertas por los digimons piratas, que estaban muy ocupados talando los árboles como para darse cuenta de que estaban dos chicas allí.

Finalmente pudieron salir a la playa, donde a la izquierda se encontraba un enorme galeón pirata, con tan solo dos Gazimon con pañuelos de distintos colores sobre sus cabezas. Hacían guardia para que nadie se acercara al improvisado muelle que habían hecho con unas rocas para evitar que el barco quedara encallado en la playa.

- No parece que haya digimons fuertes delante nuestro. Imagino que habrán ido todos a buscarnos, porque nadie esperaría que nos dirigiéramos directamente hacia el barco. Cuando esteis listas entramos en el barco.

Para alguien que no sabía qué eran los biohybridos o los frontier los planes de la joven de entrar de manera directa podrían parecer una locura.

La rusa sonrió levemente antes de sacar su dispositivo.

- Yo me encargo de ellos- una banda de datos apareció en su mano izquierda. Digispirit digievolves

Pasó el lector del dispositivo por la banda de datos, y entonces todo su cuerpo quedó cubierto por esos códigos. En cuanto que desapareció lo que había delante de ellos era una digimon de cabello negro largo hasta la cintura. Con ropas en el mismo tono, exceptuando algunas partes que eran blancas y dos enormes katanas. Sus ojos plateados, parpadearon varias veces debido a que eran bastante sensibles a la luz.

- Selenemon

Tras varios parpadeos pudo observar a los dos Gazimons. Desenvainó sus espadas, y echó a correr rápidamente. Los dos roockies se sobresaltaron, pero dos cuchillas de color plateado los partieron por la mitad, obligándolos a formar dos digihuevos sobre la arena. Mientras los pañuelos caían al suelo.

- Glubokaya rana lunnyy (глубокая рана Лунный)

Hecho eso, hizo unos gestos hacia Kuea y Gigimon para que se acercaran ahora que el camino estaba libre.

Off:
глубокая рана Лунный (glubokaya rana lunnyy /cuchillada lunar): El filo de las espadas se ilumina con luz plateada, aumentando su potencia de corte y permitiéndole lanzar rayos cortantes a distancia.

Selenemon esperó pacientemente hasta que las dos se acercaron de nuevo. Las observó sin ninguna expresión en el rostro. De haber sido Natasha las palabras de Kuea probablemente la hubieran hecho sonreír mucho, pero Selenemon no era dada a las muestras de sentimientos con su rostro.

- Esto no es algo que se pueda aprender- dijo a pesar de saber que probablemente a la chica la desilusionaría conocer esa información.

En cuanto que la pequeña Gigimon pronunció la palabra Biohybrido, el rostro de Selenemon se oscureció. Mientras que sus ojos refulgían con rabia, dos veces se los había encontrado y las dos veces había tenido que huir de ellos. Algo que la hería en el orgullo, aunque en el momento de salir por patas no tenía problemas. Era preferible seguir vivo y lamer las heridas en el orgullo, que estar muerto con ambas cosas destrozadas.

- No lo soy, soy una de los antiguos guerreros del mundo digital. No tengo nada que ver con esas creaciones.- contestó con desdén en su tono de voz. No le gustaban nada los bios.

Dicho eso se encaminó al barco, subiendo por una de las escalerillas laterales, esperando a que Kuea y Gigimon subieran.

Mientras, alguien la observó subir con una sonrisa en su pequeño rostro. Si que tenían valor de ir directamente al barco.

Selenemon negó con la cabeza, indicando que nada de lo dicho la había molestado. Todo era provocado por su sentimiento de humillación, al no poder plantarles cara y solamente poder huir de ellos, como una cobarde. Algo que no se consideraba precisamente.

- No recuerdo exactamente dónde se encuentra el tesoro. Pero no creo que esté a la vista de todos... Por eso creo que deberíamos ir dentro

Sin embargo antes de poder dar dos pasos, alguien agarró a Kuea del pelo. Aunque a decir verdad, sólo la estaba sujetando un par de mechones de pelo, debido a que su tamaño no superaba al de una lata de refresco. Pese a ello, la fuerza con la que sujetaba a Kuea era suficiente como para que la albina perdiera un mechón completo de su cabello si se movía.


Tinkermon, aquella que la sujetaba sonrió de manera feroz, al ver que tenía entre sus manos a una de las dos humanas que quería su capitán. Su apariencia era similar a la de una pequeña hada, pero no emitía un aura bastante violenta para su pequeño tamaño; a su espalda llevaba un arpón, guardado.

- Jejejejeje, el capitán va a estar muy orgulloso de mí, sí. He conseguido atrapar a una de las humanas... Seguro que me recompensa con algo.- entonces se fijó en Selenemon- Enhorabuena por haberla traído. No te recuerdo como alguien del barco, pero eso que has hecho, se merece una recompensa. Sobre todo, porque el mérito me lo quiero quedar yo.- su voz era muy aguda, tal y como correspondía a su tamaño.

Y el hada continuó hablando de manera más incoherente sobre casarse con el capitán por eso que había hecho, y tonterías similares sacadas de una enfermiza imaginación. Además de que lo intercalaba con risotas a cosas que solo ella entendía. Vista así parecía alguien transtornada.
Selenemon pensó en cómo aprovechar la situación siendo ella un digimon, al cual no habían reconocido. Le guiñó un ojo a Kuea para que siguiera su plan, sin que se quejara.

- La recompensar querría pedírsela yo a tú capitán. Yo la he encontrado, por lo que me corresponde escoger la recompensa de tu jefe.- dijo acercándose, mientras que miraba a Tinkermon.

Esta comenzó a dar pequeños gritos, inconforme con la situación. Pero antes de que pudiera decir nada coherente para la guerrera digital, otra voz se oyó por detrás.

- ¿Qué es lo que ocurre, Tinker?

La figura se mantenía dentro de una sombra, donde no era fácil vislumbrarlo. Pero la seguridad y autoridad con la que hablaba indicaban que era el capitán, o alguien acostumbrado a que sus palabras fueran órdenes siempre.

Tinkermon, soltó automáticamente a Kuea, nada más oír la voz de su capitán. Acercándose a él, mientras que el capitán se dejaba ver bajo los rayos del Sol.


- Nada capitán. Sólo que esa digimon de ahí nos ha traído a la humana de cabello blanco.- dijo con algo de reticencia la pequeña hadita.
- Oh... Ya veo- los ojos rojos se clavaron en Selenemon, con un extraño brillo.
- Quería pedir una recompen...- fue cortada casi literalmente por una daga, que se clavó sobre uno de los tablones.
- Llevas la llave, por tanto tú has de ser la otra humana. Atrápalas Tinker- el tono de Petermon daba miedo.
- A sus órdenes capitán

Pero antes de que pudiera moverse, Selenemon cogió la llave y la acercó a la borda.
- Estas aguas a pesar de ser cristalinas tienen poderosas corrientes. Si tiro la llave tardarás meses en encontrarla, o quizás nunca la encuentres.

Petermon la miró con odio en su mirada carmesí, pero hizo un gesto para que su compañera se detuviera. Sabía que la guerrera tenía razón, ni él ni Tinkermon sabían nadar. Y los grumetes que tenían eran demasiado débiles como para resistir la corriente.

- Muy bien, te escucho
- Yo tengo la llave, pero quiero salir de esta Isla conservándola. Tú tienes un barco y muchos tesoros, pero sin la llave no haces nada. Te propongo que hagamos una competición, el que la gane se queda con todo. Incluso si pierdo, me quedaré en el barco.- no habló de Kuea, no quería que ella tuviera que sufrir la misma suerte que ella.
- Me parece justo, pero ¿y la otra humana?
- Eso sólo le corresponde a ella decidirlo.

Los tres se giraron para mirarla.

Petermon sonrió de manera salvaje, pero no se puso percibir nada más que un brillo peligroso en sus ojos, puesto que llevaba un embozo que ocultaba la mitad de su rostro.

- Muy bien, entonces las tres competireís contra Tinker, Mikemon y yo.

Mikemon cayó cogiendo una jarcia y dejandose caer sobre la cubierta, como si estuviera cogida a una liana. Al igual que todos los grumetes del barco, llevaba un pañuelo a la cabeza, en su caso de color rosa.

- Nya


- Como nos habéis retado vosotras, las pruebas las elegimos nosotros. Serán pruebas de habilidad pirata. Las jarcias: todo lobo de mar ha de ser capaz de desplazarse por ellas, como si lo hiciera por el mismo suelo. La que participe, tendrá que caminar sobre esa cuerda- señaló una que se encontraba a mayor altura, que unía el mástil más alto con otro de los auxiliares.- La segunda prueba será la lucha con espadas: todo pirata ha de ser capaz de combatir sobre un barco en movimiento, sin perder el equilibrio. Y finalmente, la prueba del rol: un pirata no es un pirata si no es capaz de beber ese delicioso néctar.
- Os damos dos minutos para elegir quienes participaran en cada prueba. Buena suerte, bacaladitos

Un reloj de arena fue dado la vuelta para contar los dos minutos que tenían para hablar entre ellas. Selenemon se acercó a las dos para empezar a hablar.

- Quizás deberíais dejarme la prueba de espadas. De los tres que son, solo Petermon parece tener espada; y no creo que una humana sea el mejor rival para ese enfrentamiento. Aunque... ¿cuanta resistencia tenéis al alcohol?

Tras el tiempo estipulado para que lo hablaran entre ellas, Petermon se acercó a ellas.

- ¿Y bien?
- Gigimon realizara las prueba de las jarcias, Kuea hará la prueba del ron- ahí la cara de los piratas pasó a ser de sorpresa, la humana no parecía ser capaz de soportar bien el alcohol- Y yo la de las espadas.
- Muy bien, ¿qué tal si empezamos por la prueba de las espadas y las jarcias lo primero?

A pesar de ser una pregunta, había sido realizada por mera educación. Se haría lo que él decidiera, pues era su barco y eran sus normas.

Desenvainó su cuchillo mirando a Selenemon.
- Cuando quieras, las damas primero.
- Gracias- desenvainó una de sus espadas. La otra la dejó en el suelo.

Con tan solo una espada el duelo podría ser decidido. Ahora esperaría hasta que las demás se alejaran de la cubierta principal del barco, para dirigirse a las alturas del barco, o que se quedara observando desde un lugar seguro.

El duelo de espadas comenzó con el ataque de Selenemon, lanzando un tajo desde su costado izquierdo, ascendiendo en diagonal hacia la derecha. Se notaba que quería acabar rápido, pero el capitán no se lo iba a poner tan fácil. Detuvo la enorme katana con su cuchillo. Tras eso, comenzaron los golpes continuados, en los que ambos iban desplazandose por toda la cubierta, tanto por obtener la ventaja como por estar en desventaja.
Puede que el arma de Selenemon tuviera más rango de efectividad, pero Petermon demostraba una enorme habilidad para la esgrima.


Por otro lado, Mikemon miró a Gigimon antes de reír.
- Sigueme- caminó hasta una de las escalas y comenzó a subir. Pero se detuvo.- ¿Necesitas ayuda para subir?- preguntó con sorna.

Tinkermon se rió ante el comentario, Gigimon al ir andando en cuatro patas y ser de pequeño tamaño era muy difícil, por no decir imposible que pudiera subir. La verdad se notaba a ambas muy seguras con eso de quién ganaría la competición de las jarcias, Mikemon era un gato con un gran equilibrio, y sobre todo acostumbrada a los movimientos del barco, que aunque anclado se seguía bamboleando en el agua.

El combate en la cubierta, se estaba comenzando a estancar, puesto que ambos combatientes empezaban a sufrir ya los efectos de la fatiga. Puesto que habían quedado en que no utilizarían sus poderes de digimon, aunque esto le daba una enorme desventaja a Selenemon, que de haber podido usarlos, ahora tendría a Petermon derrotado y a sus pies.
Sus ataques cada vez se restringían más en fuerza, puesto que había que conservarla hasta el final. Aunque los ojos rojos del capitán brillaban divertidos.


En la cubierta superior, las palabras de Gigimon provocaron que el ataque de risa de Tinkermon aumentara. Más después de ver como los saltitos del digimon rojo no servían de nada.
Mikemon también se unió a su camarada, riéndose de ella, aunque de manera más reservada. Tras pensar en si dejar a la digimon roja ahí, sin que pudiera subir, decidió que sería más divertido verla ahí arriba.

- Está bien, te llevaré- la larga cola del felino se enroscó a su alrededor, sujetando con firmeza a Gigimon.

Al cabo de unos pocos minutos ya estaban arriba las dos, en una pequeña plataforma sin barandillas, desde la que partían varias cuerdas hacia las velas.

- La prueba consiste en ir por estas estrechas cuerdas hasta las velas, y ahí desplegarlas. Obviamente podemos impedirnos el paso la una a la otra, pero no se pueden cortar las cuerdas. La que lo haga, pierde.
¿Lista? Pues allá vamos

Mikemon comenzó a andar, con seguridad por la cuerda, equilibrándose con los brazos. No iba a atacar a Gigimon ahora, estaba segura de que ella ganaría.

Abajo el combate de las espadas comenzó a decantarse por un claro vencedor. Sus movimientos eran elegantes y precisos, mientras que los de su rival eran cada vez más torpes y cansados. Poco a poco el elegante baile que habían protagonizado en un principio estaba decayendo.


Arriba, Mikemon, se detuvo al escuchar el grito de Kuea, y miró a su espalda, para ver a su enemiga colgando de la cuerda con su boca. Rió divertida, y entonces dando un pequeño salto hacia el vacío se enganchó con su cola a la cuerda, para quedar en la misma posición, aunque mucho más controlada que la de Gigimon.

- No sé en que momento pensaste que ibas a poder ganarme a esto. Era una tontería, eres demasiado torpe para hacer esta prueba bien. No me he tenido ni que molestar en entorpecerte tu camino. - se jactó ella.

Siguió colgada en el aire sin retomar la carrera, pero tampoco sin atacar a Gigimon. Sabía que caería en breve... A menos que algo extraño sucediera.

off:

Mikemon no se esperó que su enemiga evolucionara y la atacara con una bola de fuego. Su cola se soltó para evitar el ataque, pero recordó demasiado tarde que estaba en una competición, y que acababa de perderla por soltarse. En cuanto sus patitas tocaron el suelo, ya estaba acabada la prueba. La victoria era para Gilmon x.

- Maldita lagartija... Hizo que me confiara
- Bueno, no pasa nada, Mike. Solo tengo que ganar yo, puesto que el capitán, en su genialidad, ya ha derrotado a esa "guerrera"

Y así era, de un solo tajo con su daga, Petermon desarmó a Selenemon. La cual para deshonra suya tuvo que admitir su derrota.

- Me rindo, vosotros ganáis en las espadas.
- Vamos uno a uno por lo que veo, así que...- chasqueó los dedos y más digimons roockie aparecieron en la cubierta llevando dos barriles, unos vasos, una mesa de madera y solo un taburete, puesto que tinkermon era tan pequeña que se podía sentar en la mesa, perfectamente.

- Cuando estés lista empezamos, niña. Pero te advierto que no te será fácil vencerme- no por nada era la mejor bebedora del barco después de Olefmon.
- Las reglas son simples, la primera en no poder seguir bebiendo pierde la competición

Selenemon, arrodillada en el suelo, agotada como estaba recuperó su forma humana. Recuperando así su cabello rubio. La chica se levantó para no perderse la competición de la albina que en poco tiempo se había convertido en una amiga para ella, tanto por sus palabras como por sus acciones. No tenía nada que ver con la situación, pero de todas formas había decidido ayudarla.

- Ánimo, Ku-chan- gritó dandola animos, mientras que observaba que Gigimon ahora era Guilmon.- Me alegro que hayas evolucionado

Tinkermon miró divertida a Kuea.
- Podría estar envenenado, pero si quieres asegurarte beberemos las dos del mismo barril.- chasqueó los dedos y un veemon y un gabumon les sirvieron ron en los vasos.- Que comience el bebercio.

Dicho eso, con una sorprendente fuerza para su tamaño, alzó el vaso que sería como ella de grande y se puso a beber. Sin esperar a que su contrincante tambien decidiera hacerlo.

Petermon y Guilmon (el tuyo) serían los encargados de contar cuantos vasos llevaba cada una.

Natasha observó a su nueva amiga beberse todo el líquido del vaso del trago, la rusa puso una mueca de disgusto, puesto que de alcohol sólo la gustaba el vodka, pero cada cual con sus gustos y a Kuea le parecía gustar el ron.

Tinkermon ya iba por su tercer vaso, y los efectos se la empezaban a notar, como sus tremendas risas, frases que empezaban a no tener sentido y el leve rubor que iban adoptando sus minúsculas mejillas.

- Puess como te iba dishiendo... hic... van y me dice que essta viendo un unicornio haciendo calceta... ¿Te lo puedes creer? ¡Hic!

Una gota de incomodidad apareció en la cabeza de Petermon, no soportaba a Tinkermon de esa manera...Sobre todo porque acabaría poniendose peor.

Más bizarra la competición no podía ser, ambas participantes comenzaban a tener un elevado nivel de alcohol en sangre y comenzaban a no pronunciar bien, así como a decir incoherencias. Ya no parecía una competición de resistencia al alcohol, sino más bien a ver quién decía la estupidez más estúpida.

- En ssssheriooo... ¡Joe! Tía, que fuerte todo esho que me cuentassss... Aunque empiezo a verte un poco... ¡Hic! Borrasha...Jijijiijij, a que shi ¿Pet?

Le entró a Tinkermon un ataque de risa, tras su sexto vaso de alcohol. Mientras que miraba de manera no muy casta a su capitán. Cosa que odiaba de su alférez, el que cuando estaba borracha se dedicara a acosarle como una desesperada.

Mientras Nat, continuó animando a su compañera. Si la cosa seguía así podían tener una oportunidad, porque la primera en decir estupideces fue la pequeña hada digital.

Tinker empezó a reírse de manera incontrolada cuando observó que el vaso de Kuea se caía, derramando todo el alcohol por encima de la mesa.

- Jajajajajaja... Loh bebería dessssshde ahí ¡hic! Pero essss guee preferiririririri.... - la lengua del hada se atrancó en ese punto- Que me gussssshtaria mássss gue fuera el pecho de alguien

La mirada lasciva que le entregó a su capitán hizo que este, se desplazara poco a poco hacia Natahsa y Guilmon X, tratando de desaparecer de la vista de Tinker. ¿Por qué narices tenía que haber dejado irse a Olafmon? Odiaba a su alférez borracha, y mucho.

Tinker volvió a centrarse en su bebida, hasta que Kuea menciono a la "lagarta".

- ¡Esho, esho! Guiero espéc... ¡hic!... Taculo.

Se terminó otro vaso más y al siguiente se lo quedó mirando al fondo, como si pudiera ver algo en su interior.

- ¿Por gué la vida esss tan injussstaaaaa? ¿Por guéee?- comenzó a llorar aparentemente sin motivo... Al parecer ya había llegado a la fase de depresión del alcochol, a una velocidad alarmante.

Petermon estaba más cohibido que antes, ahora no solo una borracha, sino dos. Suerte que la humana no le prestó más atención. Natahsa aprovechando su confusión, se acercó a preguntarle si podían traerla Vodka. Tanto ver beber a las otras dos la estaba dando sed, y pese a tener aún resaca por lo bebido durante la noche, sabía que era una forma temporal de olvidarse de ese dolor de cabeza.

Tinkermon levantó su pequeño rostro anegado en lágrimas al ver a Kuea acercarse tratando de animarla. A veces el alcohol crea extrañas camaderías, y el hada digital había descubierto que la albina era buena persona. Por eso dejó que la cogiera y se la colocara en el hombro.

- C- con cuidado

En cuanto Kuea comenzó a cantar ella, también lo hizo, puesto que conocía esa canción. Y sobre todo porque de esa manera se animo, qué más daba que Petermon no la quisiera. Ella tenía otras cosas igual de importantes.

- [color=lawngreen] Algo eshtraño pashabaaa, digievolusionabaaaan en tamaño y color... ¡Ellos son los digimooooons!

A mitad de canción o así, se les unió Natasha con una botella de Vodka a la mitad, ante la atónita mirada de Petermon, que decidió bajar a la cubierta inferior, antes de que se les ocurriera alguna locura a todas las cantantes.

Las tres damas continuaban cantando como unas descosidas, aunque a algunas se las entendía más que a otras... Especialmente, porque una de ellas no competía.

- Junto a nuestros digimooon, lucharemos por el mundo con fuerza y amistaad...
- Hasssshta librarrr la Zierra de lass ruerass neraas... ¡hic!

En ese momento Tinker dejó de cantar y miró a las dos humanas. A pesar de que Petermon se enfadaría con ella, los lazos creados recientemente con ambas jóvenes, en especial con la de cabellos blancos, la obligaban a hacer una cosa: rendirse.

- Me rindo... No güedo beberrr mássss. - dijo levantando una mano. - El barrco y loss tessssoross.. sson vuesstrosss

- ¡¡Y dejjcubriiir la verdaaaad, el pogueeeeer del corashooooooon frente al bundo digitaaaaaaaaaaaaaaaal!!

Guilmon X sonrió, resignada, y se acercó rápidamente a ellas cuando Tinkermon se rindió. El digimon rojo dió un salto de alegría, mientras Kuea seguía cantando:

- ¡Diiiiiiii giiiiiii moooooon! ¡Chanananananaaaa chananananananaaaa....!-gritaba Kuea, desafinando y haciendo como que tocaba una guitarra electrica invisible.

- ¡Kuea, ya vale! Ya hemos ganado.

La albina se dió la vuelta para mirar a su digimon, con los ojos abiertos como platos.

- ¡Una salamandra!-exclamó, señalándola.

Guilmon X sintió surgir una vena de cabreo en su nuca. Aquella chica le sacaba de sus casillas.

Natasha en un estado mental menos turbio que el de su compañera de pelo blanco fue capaz de entender mejor de lo que hablaba el hada digimon. Por eso dejó de cantar antes de saltar de alegría.

- ¿En serio? No me lo creo, spasivo Tinkermon
- Shi, ashi esss... No sssois malass pershonasss

Sin embargo en ese preciso momento pensó que a su querido Petermon no le haría gracia la situación. A pesar de ser piratas, su capitán era alguien de palabra que siempre la cumplía. Que la dejara beber, sabiendo que odiaba el acoso al que le sometía, significaba que confiaba en ella para ganar. Y ahora acababa de romper esa confianza, solo por dejarse llevar por sus sentimientos de camaradería hacia las dos chicas.

Miró hacia Petermon, que tenía la cara oscurecida por el cabello que le tapaba parcialmente el rostro.

- Recoged las cosas, el barco es suyo.- dijo él, antes de empezar a bajar por la escala hacia la playa.

Tinkermon suspiró triste. Ajena a la celebración de la rusa, que se había acercado a abrazar a la albina y a su digimon. Si no hubiera estado con ellas conseguir salir de la isla y los tesoros del propio barco hubiera sido imposible.

Tanto Tinkermon como Mikemon recogieron algunas cosas como ropa y demás enseres que las chicas no fuesen a utilizar y se despidieron de ellas, buscando a su capitán a toda prisa.

Natasha por su parte intentaba mantener la cabeza lo suficientemente fría como para recordar donde estaban los tesoros. Pero el cuarto de botella de vodka que había metido en su cuerpo no hacía el favor de ayudar a pensar. Por suerte alguien con un poco menos de paciencia salió en rescate de la chica.

Abajo en las bodegas... Y ya hablaremos en otro momento sobre el alcohol

Natasha asintió a sus palabras; tener a Selenemon como espíritu digital la hacía aburrirse demasiado, parecía como una madre con todas las prohibiciones que la daba. Pero antes miro hacia Guilmon X y Kuea.

- Esstaran abajo lass cosass... Shi queréis vamos para abajo...- dijo arrastrando un poco las palabras ya.

Sin mirar si la seguían bajó a la bodega del barco, donde había multitud de cajas, pero todas ellas sin cerradura. Había también varios cofres con sus llaves puestas en la cerradura. Pero ninguno que no la tuviera, o en la que encajara la llave que llevaba al cuello. Hasta que finalmente en uno de los rincones más ocultos del barco, entre dos sacos con comida encontró una pequeña caja de color plateado con distintas runas grabadas en él.
La caja era muy fría al tacto y parecía dejar una neblina fría en el aire. Pero poseía una cerradura que parecía del mismo tamaño que la llave que la rusa llevaba al cuello.

Sin pensárselo mucho, metió la llave, y la giró. ¡Click! se escuchó antes de que una columna de luz saliera de la cajita.
Natasha cerró los ojos, molesta por la brillante luz. Cuando volvió a abrirlos se asustó mucho, un enorme dragón la miraba con ojos de llamas doradas. La enorme bestia avanzó hacia ella, pero entonces se interpuso su dispositivo. De nuevo, reaccionando más por instinto, la chica cogió el dispositivo y lo apuntó hacia delante, haciendo que el dispositivo se tragara el espíritu dentro de la imagen del dragón.

Esta vez sin embargo, no evolucionó. Algo o alguien lo impedía. No era muy inteligente evolucionar a la forma animal, puesto que lo más normal es que se descontrolara.

Para Guilmon X y Kuea si habían bajado solo habrían visto una columna de luz, nada de un dragón. Y al desaparecer el espíritu del dispositivo la luz habría remitido, dejando a su vista a una rusa con el dispositivo apuntando hacía delante.