Incendio forestal (misión)

Iba caminando junto a mi lobita, Wolverimon, por un bosque de apariencia tranquila. Aunque había algo que hacía que el pelo de su lomo se erizara.
- ¿Qué pasa?
- Na- nada- dijo algo sorprendida porque la hubiera hablado.

Puse los ojos en blanco, y continué caminando, pero atenta a lo que había a mi alrededor. Aunque lo malo de los bosques es que pocas veces sabes qué hay delante, dado que hay muchos árboles, arbustos, plantas y demás cosas que interrumpen la visión. Entonces noté que mi visión se ponía borrosa, como si hubiera niebla delante de mí. Me froté los ojos, pero la sensación no se iba, lo cual sólo indicaba que podía ser una cosa: humo. Eso era lo que provocaba que Wolve estuviera así.
- Hay fuego por aquí cerca, debemos tener cuidado, los bosques son peligrosos, dado que las llamas pasan rápidamente de un lado a otro
- ¿Fueo? ¿Se come?- preguntó inocentemente.
Suspiré, incrédula, puede que mi compañera supiera más cosas sobre ese mundo, pero en algunas cosas, no tenía ni la menor idea de las cosas normales.
- No, no se come. Es una "representación" de la energía. Suelen iluminar, y sobre todo, hay que tener cuidado con él, dado que quema, y eso duele. - intenté explicar.
- Pues yo le venceré

Como si fuera una persona, pensé. Pero quién sabía. Quizá podríamos ayudar a apagarlo. Creo que había algunas cartas que me podrían ser útiles. Y si lo haciamos quizá pudiera pedir algo a cambio, como por ejemplo, dinero.
- Está bien, nos enfrentaremos a él. Pero primero hay que buscar a alguien que nos diga qué hacer
- ¡Siiii!- la lobita saltó contenta.

Cerca ed allí, había un pequeño campamento, poblado de digimon que ayudaban a solucionar esa catástrofe, en su mayoría con afinidad al agua. Varios Betamons corrían de un lado para otro, transportando cubos de agua. También se encontraban trabajando un grupo de Commandramons, que daban órdenes y guiaban a los digimons heridos hacia el pequeño puesto que hacía de enfermería.

Un Ophanimon pasó rápidamente por allí, llevando en brazos a un pequeño digimon rojo con forma de dinosaurio.

Wolverimon iba olfateando, dado que tenía ese sentido más agudo y quizá pudiera captar más matices que yo, dado que mi nariz solo captaba el olor del hollín.
- Huelo a digimons- dijo mientras que empezaba a corretear.

Suerte que tenía las patitas cortas y no tenía que correr, sino que sólo aumente la velocidad de mis pasos. A nuestro lado pasó rápidamente un ángel con una especie de dinosaurio entre las manos. Al parecer íbamos por buen camino.

Llegamos a un campamento donde había una enorme actividad, extrañas criaturas, más digimons, que se movían de un lado a otro llevando cubos o heridos, además de unos cuantos más dando órdenes. Saqué el d-arc y fuí analizando a varios de ellos.
- Betamon, Commandramon, Ophanimon...- fuí enumerando.

Wolve a mi lado saltaba hiperactiva.
- ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué?
- Preguntemos a alguien- dije acercándome hacía el digimon más cercano.- Hola, ¿podemos ayudar en algo?- le pregunté

El digimon, el cual empezaba a cargar con una caja llena de objetos médicos, se volvió para mirarlos a ambos.

- Perdona si voy muy rápido-contestó Lilymon-, pero es que aquí todo es un caos. Muchos heridos y mucho fuego que apagar... Como prefieras, puedes ayudarme a mí en la enfermería, o a Garurumon a apagar el fuego. De cualquier forma, te lo agradecemos.

Tras eso se metió en la tienda que hacia las veces de enfermería.

Asentí cuando me contó lo de las dos opciones. El hospital no era buena idea, mi compañera era hiperactiva, y dentro de ese lugar no haría más que estorbar. Por mi parte, detestaba la sangre, siempre haciendo que me mareara y me pusiera más pálida de lo que era. Así que la opción estaba clara, buscar a Garurumon y apagar los fuegos.

- Vamos a apagar los fuegos, creo que eso será más divertido- le dije a mi pequeña compañera.
- Geniaaal, vamos, vamos- decía con su habitual derroche de energía.

Nos acercamos a la zona donde había más llamas, buscando al tal Garurumon para que nos indicara, en qué zona debíamos trabajar. O qué teníamos que hacer.
- ¿Tú sabes cuál es un Garurumon?
- Sí, es un lobo blanco con rayas azules, bastante grande, te podrías montar encima para viajar

A buscar a ese lobo se había dicho.

A medida que iban avanzando, la humareda y el olor a quemado estaba cada vez más presente, dificultando la visión y la respiración. Habría que ponerse un pañuelo o algo para poder respirar bien y seguir avanzando.

El llamado Garurumon se encontraba observando a sus hombres desde un rincón, tumbado. Una llama le había dañado una pata y no se podía mover, pero el se había negado a volver al campamento. Tenía que hacer lo que pudiera para terminar con esa catástrofe.

- ¡Vamos, muchachos! ¡Debemos salvar el bosque y a sus habitantes!

Chasqueé la lengua molesta debido al humo, además con mis pequeños problemas de respiración, así como mi altura, empeoraba la situación. Me comía todo el humo, mientras que la pequeña Wolverimon iba como si estuviera por su casa. Caminando tranquilamente, mientras que miraba a su alrededor. No había que olvidar que ella desconocía los efectos dañinos del salvaje elemento.

- No vayas tan rápido, necesito que me hagas un favorcito- dije mientras que una idea "maligna" surgía en mi cabeza.
- ¿Eh? ¿Qué quieres?- preguntó mientras que se paraba a mi lado.

Yo saqué las cartas de su funda, por suerte, no tuve que buscar mucho, la pasé por el D-arc.
- White Wings

Seis alas aparecieron en el lomo de Wolverimon, era demasiado pequeña para poder llevarme encima, y yo tenía algo de vértigo, así que dudaba que usara esa carta con utilidad de transporte, pero ahora me servía como abanico para quitarme el humo de la cara.
La lobita me miró sin saber qué hacer con las alas.
- Bate las alas delante de mí, para apartar el humo

La pequeña hizo lo que le dije, hasta que finalmente vimos a un lobo enorme de color blanco con rayas azules en una pata, tumbado como un vago mientras que gritaba órdenes. No sabía si pensar que era un vago, o bien había encontrado un trabajo estupendo.

Nos acercamos a él y le pregunte: " ¿Podemos ayudaros en algo?", mientras que señalaba a los digimons que peleaban contra el fuego.

Off:
White Wings: Le da al Digimon 6 alas blancas brillantes que le dan la capacidad de volar.

Garurumon observaba con tristeza como sus compañeros intentaban apagar el fuego. Bajó la cabeza y comenzó a lamerse la pata herida, que estaba quemada. De repente escuchó unas pisadas y alzó la mirada. Se le acercaron una humana y un pequeño digimon. Garurumon sonrió.

- Toda ayuda es poca. Coged cubos de agua y echadlo donde veáis que hay fuego. Hay un río cerca de aquí, allí podréis rellenar. Suerte, joven humana, mi pata herida no me permite ayudar...

Señaló en una dirección, donde había unos cuantos cubos vacíos tirados por el suelo...

Me encogí de hombros y asentí hacía Wolverimon, que aún tenía las alas. Se acercó a uno de los cubos y alzó el vuelo hacia el río. Para dedicarse a apagar las llamas.

Yo por mi parte, me recogí el pelo en una coleta. Necesitaba pensar antes de cantarle las cuarenta al lobo, aunque él no tenía la culpa. Pero desde luego, ¿cubos para apagar un bosque? Quién era el idiota que no había preparado el bosque para una situación como esta.

- Veamos, Garuru, ¿se puede saber quién hace los planes contra incendios? Porque usar cubos para apagarlo es prácticamente imposible. Para ello es más sencillo usar grandes tanques de agua y dejar caer el líquido desde arriba como si fuera una lluvia.- comencé recordando todo lo que sabía sobre cómo evitar incendios, a fin de cuentas, mi país sufría muchos de ellos en verano.- Además de eso, deberíais hacer cortafuegos, es decir talar todos los árboles en franjas de varios metros, para evitar que las llamas vayan de rama en rama, ya que cuando llegan a uno de esos límites si no hay mucho viento, no pueden pasar. Y el fuego queda concentrado en un área, grande, pero está más localizado.

Un mechón más corto se soltó de la coleta, yo me lo coloqué detrás de la oreja, para poder seguir con mi pequeño discurso antillamas. Pero antes de nada era mejor saber si hacían algo más.
- Pero eso, claro está es cuando no hay llamas de por medio. ¿Estáis haciendo algo más, o sólo tiráis agua?

El lobo la miró atentamente, sin interrumpirla en su pequeño discurso. Sonrió cuando hubo terminado y se incorporó un poco. Miró al cuelo, aunque el humo dificultaba un poco las cosas.

- Hace un rato debía de haber llegado una patrulla de digimons voladores, para lanzar agua... Se ve que algo los retraso... Y lo de los talar el resto de árboles... muchos digimons se niegan a hacerlo. Es normal, esos árboles son parte de su hogar...

Bostezó, mostrando toda su colección de colmillos afilados. Luego miró hacia la zona del fuego. Las llamas continuaban haciendo estragos...

Puse los ojos en blanco ante su respuesta. Tardarían horas y puede que días en apagar completamente este incendio. Simple y llanamente porque no hacían nada contra el viento y el fuego cuando se aliaban. Sólo pensaban en el fuego, olvidándose de que se movía.

- Tardaréis muchos días en apagarlo.- le comenté con desdén. - Yo sólo os ayudaré a apagar este área, y después querré algo a cambio de la ayuda que ha prestado mi compañera, obviamente no mucho. Aunque sé cómo conseguir que esto no dure más que unas pocas horas más, aunque es mucho más trabajo y puede que algo arriesgado... Por ello, querré algo de más valor para que os dé esa solución. Aunque es posible que haya algunos a los que no les guste, eso de ser un amante de las plantas tiene sus grandes desventajas...

Sonreí de manera mona, casi como lo haría un niño pequeño. Pero en mis ojos no había más que maquinaciones y cálculos, fríos cálculos para sacar algo de provecho de este sitio.

Garurumon miró a la humana con más interes.

- Está bien. Me parece justo, tu ayudas y nosotros te damos algo... En fin, ¿que quieres?

Miró a la pequeña lobita que acompañaba a la humana. Parecía ser un digimon con mucha energía, que gustaba de derrocharla haciendo mil cosas. Bueno, en estos casos, era útil. Bienvenida sea.

Sonreí, habían accedido a mis preciosos conocimientos, para evitar que el fuego se propagara con tanta rapidez.

- Bien, bien- dije mientras que mi expresión se volvía mil veces más calculadora y un brillo de travesura se abría paso en mis ojos- Es algo bastante simple, quiero que me deis el 75% del dinero del pueblo. Una chica tiene gastos, entre ellos de comida y alojamiento, y ahora mismo estoy sin blanca

Esperaba que aceptaran, obviamente, sino lo hacía, solo les ayudaría a apagar el fuego en el área colindante, y después continuaríamos nuestro camino, mientras que ellos seguían peleando contra el fuego.

Garurumon parpadeó sorprendido y miró a la muchacha a los ojos.

- ¿Sabes lo que estas pidiendo? El pueblo también tiene sus gastos, ese dinero se usa diariamente... ¿Para que quiere una chica tanto dinero?

La miró preocupado. Realmente necesitaban ayuda, pero ese dinero era necesario también para que pudieran seguir adelante. La cosa pintaba mal tomara la decisión que tomara...

Finalmente suspiró, decidiendo, y miró a la muchacha.

- Esta bien, el 75% del dinero del pueblo es tuyo... Pero ahora ayudanos.

Sonreí contenta a que accediera a mi petición mostrando una gigantesca sonrisa completamente sincera. Por poco no le abracé, pero me contuve en el último momento.
- Pueees... - empecé para responder a su pregunta de qué haría con tanto dinero, hasta que recordó una frase que dijo a una amiga suya, en la Tierra.- Necesito tanto dinero para comprar bienes materiales, para poder llenar el hueco de mi enorme ego

Guiñó el ojo, antes de reírse de la broma. Aunque en realidad, no iba del todo desencaminado, el dinero lo necesitaba para comprar cosas necesarias, así como para pagar alojamientos y ropa.

- Bien, tras cerrar el trato- siguió hablando antes de que el digimon pudiera decir nada más.- Empecemos con el trabajo. Para empezar, necesito que haya un equipo de digimons que vayan unos metros por delante de las llamas y eliminen todos los matorrales que puedan, para que al fuego le cueste tanto moverse. Dado que el bosque queda dañado, qué más les dará que haya unos cuantos metros más sin árboles - comentó anticipandose a las quejas del lobo.- Después necesito que esa zona a la vez sea regada, si los árboles tienen agua, es más difícil que los árboles prendan. Además de un grupo lanzando agua sobre las llamas e inmediatamente después hielo; así se podrá crear una película mucho más fría, que tarde más en evaporarse, y por tanto que las llamas pierdan energía rápidamente.

Wolve me miró un tanto confusa por todas las órdenes que acababa de dar en apenas unos segundos. Yo rebusqué entre las cartas buscando una en especial.

Finalmente la encontré, y miré a mi compañera.
- Vuela encima de las llamas y te iré pasando varias cartas para tratar de bajar la temperatura. Si ves que las alas empiezan a fallar, vuelve inmediatamente. No quiero que te pase nada
- Entendido, jefa- dijo moviendo la cola y despegando.

Llegó a la altura requerida y pasé la carta por el D-Arc.
- Shellmon Hydro Blaster

En el aire, la lobita notó cómo algo extraño, sentía que era capaz de disparar otro tipo de ataque; aparte de los suyos normales y dejó salir, la tremenda presión que se acumulaba en su interior. Un enorme chorro de agua que salió disparado hacia las llamas.
- Hydro Blaster

Off:
- Shellmon Hydro Blaster: Le da al usuario la capacidad de usar la técnica cañón de agua de Shellmon

Garurumon suspiró y asintió. Trató de levantarse, con algo de esfuerzo y se aclaró la garganta antes de gritas a sus hombres:

- ¡Vamos, moved el trasero! ¡Commandramons, id a cortar los arbustos y árboles que estorben, como ha dicho la muchacha! ¡Betamons, vosotros regareis todo de agua, ahora mismo, vamos! ¡Lekismons, el agua y el hielo desde el cielo para vosotros! ¡Vamos, moded el culo!

Todos los interpelados se dispusieron a hacer lo que su superior les había ordenado. Los commandramons cortaron y talaron los arboles de alrededor del fuego para evitar que este se propagase. Los Betamons regaron de agua los demás árboles y también a algunas llamas rezagadas. Llegaron entonces unos Pteramons, los mismos que se habían perdido, y los Lekismons se subieron sobre sus lomos. Una vez en el aire, la mitad de los digimons rosados lanzaron burbujas de agua, y la otra mitad, flechas de hielo.

Poco a poco, el fuego comenzaba a retroceder y a disminuir en su tamaño. Wolverimon apagaba felizmente las llamas con su nuevo poder, aunque no era permanente. Sin embargo, una rama gruesa se desprendió de un árbol alto, cayendo sobre ella. Garurumon lo había visto venir, y había corrido rapidamente muy a pesar de su pata, para salvar a la lobita. Al llegar casi con ella, pegó un enorme salto y empujo a Wolverimon a un lado, recibiendo él el impacto del tronco.

La lobita se lo pasaba genial apagando las llamas. Pero en un momento dado la presión que sentía en su interior desapareció, y terminó de expulsar el agua. Era normal, no iba a ser infinito.

Planeó un poco más abajo, por si quedaba algún rescoldo y poder avisar a todos los digimons que había en el cielo. Pero para mala suerte suya una rama, se cayó. Sólo pudo ver cómo el enorme tronco carbonizado caía sobre ella y cerró los ojos.

Lo siguiente que notó fue que algo la empujaba, y un golpe en su lomo al chocar con uno de los troncos de los árboles. Abrió los dos orbes de color sangre para ver cómo el "Gran Lobo" la había salvado.
- ¡Garurumon!

El enorme lobo estaba debajo de la rama. Sin pensárselo dos veces, la lobita, cuyas alas ya había desaparecido se lanzó contra el tronco, mientras que convocaba su propio poder, notando como sus colmillos se hacían más largos, y por tanto, mayor ayuda a la hora de triturar la madera.
- New Moon Fang


Miré cómo el lobo seguía las pautas que le había dicho para apagar el incendio con una leve sonrisa de orgullo propio. A veces me casaría conmigo misma.
Miré el D- Arc recordando que me permitía ver lo mismo que mi digimon, aunque no oírlo. Me quedé unos segundos con una extraña sensación en las piernas, como un molesto cosquilleo. Mi querido y amado vértigo vino a visitarme al ver como la pequeña planeaba.
Respiré profundamente, aunque sin moverme por temor a que si levantaba uno de los pies del suelo este desapareciera. Era ridículo, pero esa era la sensación que me producía.

Las llamas iban poco a poco desapareciendo. Y mi pequeña compañera descendió al suelo para comprobar algo, imaginé. Entonces una escena me dejó helada, un enorme trozo de madera caía hacia ella.

Helada, quieta, como si mi cuerpo fuera una estatua. No pensé que en el poco tiempo que habíamos estado juntas me importara tanto como para no saber cómo reaccionar. Pero al menos llorar no, me negaba, eso iba contra mi orgullo. Aunque para vergüenza mía, sí que grite su nombre alarmada.
- ¡Wolve!

Entonces un viento blanco pasó a mi lado, recibiendo el golpe del tronco, apartando a mi compañera.

Ella en cuanto vio esto, rodeó sus colmillos de sombras y atacó el tronco, triturándolo y dispersándolo en mil fragmentos.
- New Moon Fang

Off:
> New moon fang: Sus colmillos se cubren de sombras y se alargan, aumentando el daño del mordisco.

Garurumon tosió al sentir la enorme rama sobre él. Trato de levantarse, pero el peso muerto le impedía moverse. Sintió entonces, con alivio, que algo o alguien quitaba la madera de encima suyo y abrió los ojos. Ahí estaba la lobita, agarrando la rama con unos enormes colmillos. Garurumon sonrió y cerró los ojos.

Al rato los Commandramons llegaron con una camilla, bastante preocupados por la salud de su jefe. Lo subieron al camastro y lo llevaron de vuelta al campamento. El fuego se había extinguido y ya no tenían nada que hacer allí.

Wolve consiguió retirar la rama, pero eso no solucionaba que el enorme lobo blanco hubiera acabado herido. A saber cómo podían transportarlo de vuelta al campamento.

Pero para suerte nuestras, antes de que me pusiera a gastar energía en ideas, llegaron otros digimons que lo transportaran. Sin embargo yo no estaba dispuesta a dejar las cosas así. Ni mucho menos, quería mi recompensa. O bueno, al menos una parte de ella. No podía olvidar que había salvado a Wolve, pero un trato era un trato.

Cogí a Wolve en brazos y me dispuse a volver al campamento, a esperar todas las horas que hicieran falta como para que el lobo despertara, dado que era el único que sabía sobre el trato. Ahora... Esperaba que no hubiera una perdida de memoria por el golpe y me denegaran mi recompensa... Porque entonces el incendio de antes parecería un problema pequeño.

Entramos al campamento y nos pusimos a buscar la tienda de enfermos, esa donde Lylimon se había metido antes. No sabía donde estaba, pero me imaginé que sería una que tuviera una cruz roja.

Llevaron a Garurumon a una tienda, mas grande que el resto, que poseia un carten con una cruz roja. Era la enfermería.

Lillymon los recibió con gritos, visiblemente preocupada. Miró el estado del lobo blanco y se internó de nuevo dentro, indicandoles que la siguietan. Una vez dentro, colocaron al digimon sobre una enorme cama, y la mujer planta comenzó a inspeccionarle.

- ¿Aquí te duele?-inquirió, y tocó en una zona del pecho, lo que provocó el rugido del animal-. Vale, sí... Creo que te has roto un par de costillas (?), además de la pata quemada... Necesitarás bastante reposo-añadió, sacando unas vendas de un cajón.

Procedió a vendarle el cuerpo, con cuidado de no hacerle daño, aunque era inevitable que Garurumon soltara de vez en cuando algún quejido. Cuando Lilymon terminó, el gran lobo buscó con la mirada a la chica que les había ayudado en gran parte a extinguir el fuego. Cuando la vio, le indicó que se acercara.

¡Bingo! Una tienda con una cruz roja, y dentro estaba el hospital. Entré, parpadeando levemente para acostumbrarme a la luz velada, aunque tampoco con demasiado ímpetu. Mis ojos se adaptaban con mucha facilidad a la falta de luz.

Vi a Garurumon en una camilla siendo atendido por una Lilymon, aunque debo decir que estaba dando todo un espectáculo, dando quejidos por cualquier movimiento de la digimona. Había que tener un poco más de estilo...
Aunque yo nunca me había roto nada, así que no podía opinar respecto al dolor, lo que sí sabía, es que orgullosa como era, no dejaría que estos se oyeran con tanta facilidad. Sólo en situaciones de extremo dolor.

Esperé a que terminaran, jugando un poco con Wolve. Ella trataba de morderme las manos, mientras que yo las apartaba rápidamente. Lo cierto es que era un juego peligroso, y acabé con más de un arañazo en los brazos. Pero Wolve se contenía para no hacerme demasiado daño.

Noté la mirada del lobo tras un largo tiempo, y le devolví la mirada. Me levante del suelo y me acerqué hasta él.

- Gracias por apartar a Wolve. - le dije con algo de sincero respeto. - Y dado que no me has hecho un favor sin yo pedirtelo, te dejo que mi recompensa baje hasta el 50%... El 25% restante si quieres lo he usado para pagar a los médicos... Sólo hasta esa cantidad, por supuesto. No quiero que el resto se vaya en medicamentos y me quede sin dinero para mis gastos personales.

El lobo sonrió desde su cama, enseñando la colección de colmillos que tenía.

- Jejeje... no es nada. Es mi trabajo proteger a los demás... Con respecto a esa recompensa... Ophani...

El digimon ángel, que se encontraba atendiendo a un Guilmon, se volvió.

- ¿Sí?

- ¿Podrías llevarlas al poblado para que Jijimon les de su recompensa? es del 50%

Esta asintió y se dirigió hacia la salida.

- Seguidme-les dijo.

Nos despedimos del lobo, y seguimos a la extraña angel de antes. Esa que iba con armadura, y no se la veía el rostro.
- Oi, oi- trató de llamarla la atención Wolve- ¿Si eres más fuerte que Garurumon, por qué no estás tú al mando?

La pregunta nos daría al menos un tema de conversación hasta el pueblo. Aunque a mí había algo que seguía escamándome, a la ángel digimon solo la había dicho que la recompensa era el 50% sin especificar de qué. Y yo al pedirlo había especificado que era dinero... Esperemos que no tuviera que ponerme a gritar porque me habían engañado.

Ophanimon se volvió hacia ellos y con una sonrisa le indicó a la humana que se acercara para que la cogiera. Volando llegarían antes. Luego, al alzar el vuelo, la digimon rió.

- Que cosas preguntas... Garurumon es más viejo que yo, tiene más experiencia, y es más sabio. Yo hace pocas semanas que evolucione.

Siguió volando, hasta que de pronto divisaron el poblado a lo lejos. Ophanimon aumentó un poco la velocidad, y cuando llegaron, comenzó a descender para aterrizar.

No tuve mucho más tiempo para pensarlo, porque la maldita digimon me tuvo que coger, cargandome, y volando conmigo encima, cuando es más que comprobable que odio las alturas. Sobre todo porque no estaba tan alta como para que no viera con detalle las copas de los árboles. Por lo tanto, si me caía en pocos segundos sería un huevo frito sobre el suelo.

Solo diré una cosa más antes de caer inconsciente: ¡ODIO A OPHANIMON!


- Yo qué sé, no os conozco de nada. Sólo lo preguntaba por la diferencia de niveles - dijo la lobita poniendo morros.

La cayó mal la ángel tras ese comentario, lo decía cómo si fuera lo más obvio del universo cuando no lo era. Y Wolve detestaba que la trataran como si fuera idiota. Puede que no fuera muy lista, pero esto no era una cosa de estudiar.
Wolve observó a su compañera preocupada, estaba más blanca que de costumbre, en su piel se marcaban casi con terrible perfección una gran cantidad de venas. Y tenía los ojos cerrados, como si se hubiera dormida. Pero algo no le gustaba a la pequeñina, dado que sabía que a su Tamer no la gustaban las alturas para nada.
Esperaba que Ophanimon llegara rápidamente, y que Shirka mejorara. Pero en caso de no hacerlo, ella se impuso que dijeran lo que dijeran en el pueblo, tendría que recoradar que su compañera quería el 50% del dinero del pueblo.

Ophanimon puso pies en tierra y miró preocupada a la humana. La dejó en el suelo y le levantó las piernas para que la sangre subiera a darle color al resto del cuerpo.

- Ya está, tranquila. Estamos en tierra, siento haberte cogido de repente, no sabía que te pondrías así...

Esperó a que la chica se recuperara, luego se levantó y miró a su alrededor.

- Bueno, ya estamos aquí... a por tu recompensa n.n

En cuanto note suelo, bendito suelo en mi espalda, recuperé mis energías. Notando de paso las manos de alguien en mis piernas, poniendolas hacia arriba, cosa que a) estando con un vestido quedaba bastante indecente y b) Odio que me toquen sin motivo alguno, y sobre todo gente que no conozco.

Así que reuniendo toda la energía que pude, removí mis piernas para patear al que me sujetara. En cuanto me soltó me senté.
- ¿Quién coño te crees que eres para tocarme mientras que no estoy consciente? - siseé más que dije.

No quería ni esperaba respuesta, así que la agradecería que no me las diera.
Wolve al notar mi tono se puso a la defensiva, mirando mal a Ophanimon. Si las miradas matasen, el ángel ya estaría hecha un montón de cenizas por parte de la lobita. Y por mi parte ya no sería nada más que moléculas desperdigadas por todos los lugares del universo.

Me puse de pie, y crucé los brazos de mal humor. De muy mal humor. Y me puse a caminar hacia el pueblo, quería irme de allí cuanto antes. Pero eso sí, andando.

Ophanimon retrocedió al ver como se ponían la chica y su lobita. Bueno, tampoco era para tanto. Ella solo quería ayudarla a que se encontrara mejor, pero en fin, algunos humanos eran muy raros. Sacudió la cabeza y continuó la marcha.

Al poco, llegaron frente a una chabola, más grande que las que había a su alrededor y llamó a la puerta.

- ¡Abuelo, traigo visita!

Giró el picaporte y entró. El sabio de la aldea se encontraba sentado en un sillón, fumando de una pipa.

- Ah, Shirka. Sabría que vendrías.-dijo-. Por favor, siéntante-añadió señalando un sillón a su lado.

Seguimos a la ángel hasta una casa más grande que las demás. Ella llamó diciendo algo sobre su abuelo y entramos. Observé en el interior hasta reparar en un digimon que estaba sentada.

El cual sabía mi nombre. Miré mi traje, no fuera que tuviera una placa con mi nombre puesto en el vestido, como ocurría en un capitulo de los Simpson en el que salía una adivina.
- Si no es mucha molestia, prefiero estar de pie. Quisiera estar cuanto menos tiempo; a fin de cuentas me dedico a viajar y quisiera estar durmiendo en alguna zona más urbana. Prefiero dormir en esas zonas a la mitad de un bosque, o una pequeña aldea perdida.

A fin de cuentas, estaba de muuuuuuuuy mal humor, y quería irme ya de allí con mi preciada recompensa.

Jijimon suspiró y asintió. Luego miró a Ophanimon y le indicó que les dejara solos. Esta asintió y se fue.

Hubo un largo silencio, interrumpido por el crepitar de las llamas en la chimenea y por la melodía que tarareaba el digimon anciano. Tras un rato, Jijimon se sacó la pipa de la boca.

- Así que quieres el 50% de nuestro dinero... Creo que Garurumon ya te lo habrá dicho, pero por si las moscas... ese dinero no esta de adorno en el pueblo.

Se levantó con cuidado y caminó con ayuda de su bastón hacia un mueble. De allí sacó un cofre, luego regresó junto a la muchacha y la miró.

- Extiende la mano.

Bostecé sin mala intención, pero tanto tiempo de silencio más el cansancio hacía que abriera la boca sin que pudiera evitarlo. Tampoco significaba que me aburriera lo que tarareaba, aunque siendo sincera prefería que me dijera lo que fuera sobre la recompensa.

- El dinero no está de adorno en ninguna parte, pero os he ahorrado muchos gastos en re-plantación y además he evitado la pérdida de un hábitat en gran parte, así que creo que eso se compensa.- repliqué encogiéndome de hombros.

Extendí el brazo tal y como me había pedido. Aunque no pude evitar lanzar una mirada de desconfianza al digimon. Sabía que si era el jefe del lugar debería aunar la inteligencia y demás cualidades de Garurumon. Pero también el nivel de poder de Ophanimon.

Jijimon suspiró, apenado, pero abrió el cofre y cogió algo. Luego extendió la mano a la de la humana y dejó caer dos monedas de plata.

- Lo siento u.u es todo lo que tenemos...-dijo enseñando el interior de la caja, en la cual quedaban solo dos monedas más.

OFF:

Sólo dos monedas de plata. En fin, me esperaba más dinero, aunque qué más daba si sólo tenía esta cantidad, entonces el pueblo era más bien un lugar fantasma.
- Gracias y un placer haberos ayudado- dije con un ligero sarcasmo.

Aunque tampoco demasiado molesta, dado que no había acordado qué hacer. Lo que sí que me hacía gracia es que Garurumon hubiera dicho que era mucho dinero, cuando en realidad solo eran dos míseros cilindros.

Salí de la casa seguida de Wolve, perdiéndonos por el bosque. Me detuve un segundo sacando el portátil de la mochila y echándole un vistazo a los datos almacenados sobre mi compañera. Y sonreí al amparo de las sombras del atardecer.

La muchacha se marchó con las dos monedas, mientras Jijimon guardaba las otras dos de nuevo en el cofre. El digimon miró ventana como la chica se alejaba hasta internarse y perderse en el bosque.

MISIÓN TERMINADA
Le diré a un admin que te de 35 DE :3