El chic@ de los recados (MISIÓN)

El bosque se encontraba en silencio, con la densa neblina cubriéndolo, como siempre. Apenas podía verse unos 10 metros más alla debido a la bruma.

Era por la mañana, bastante temprano, y a lo mejor por eso no había mucha actividad por allí. Algunos digimons madrugadores, como Sukamons o Numemons comenzaban a despertarse en diversas zonas: uno Numemon de entre las raíces de un árbol, otro en mitad de un arbusto, y un Sukamon en la rama de otro árbol. Este último iba, como siempre, acompañado de un Chuumon, un digimon rosado con aspecto de ratón. Ambos se estaban despertando y hablando entre ellos, aunque el ratoncito parecía más despejado que su compañero.

La chica de pelo azulado observó de pie, la lista de los materiales que necesitaba:
* Dos alas de un JewelBeemon.
* Una moñiga de Sukamon.
* Una flor que solo crece en cierto bosque de hojas azules, congelada

Habría que desplazarse mucho, por suerte para encontrar los materiales contaba con el fino olfato de su compañero. Cerberumon, olfateó el aire, antes de postrarse en el suelo y taparse el hocico con las patas, mientras que parpadeaba repetidamente, conteniendo las lágrimas, que esa inhumana peste le provocaba.
- ¿Es por aquí?
- Te aseguro que por la peste que hay, que sí que lo es.
- Mira que eres exagerado- la chica puso los ojos en blanco- Si solo es el olor de varios digimons que usan cacas como ataque... Tampoco huele tan mal.- Finalizó no tan segura de cómo había empezado.
- Dímelo cuanto tu olfato sea cien veces mejor que el humano y me cuentas... Sobre todo si hay Numemons por la zona
- En fin... Será mejor que nos pongamos en marcha

La chica se montó de un salto en su compañero que empezó a trotar. Habían empezado por los Sukamons, dado que era lo primero que había olido su compañero... El olor que emanaban era demasiado fuerte como para pasarlo por alto.

Tras avanzar un rato más por el bosque, vieron en la rama de un árbol a un Sukamon acompañado de un Chuumon.
- ¡Mira! Ahí hay uno

Cerberumon se acercó moviendo su enorme cuerpo protegido por una armadura viviente de color negro. Se detuvieron justo debajo.
- Buenos días n.n- saludó alegremente la chica a los dos digimons- Siento molestaros, pero tengo que pediros un favor, concretamente a Sukamon

Chuumon le estaba hablando a su compañero.

- Sukamon, tengo hambre... vamos a buscar algo.

Sin embargo, su compañero parecía reticente a moverse, pues quería seguir durmiendo.

- Chuu, dejame dormir un poco más, aún es temprano... -.-

Sin embargo, se despertó del todo cuando oyó una segunda voz, que ni la había oído antes si quiera, y abrió los ojos. Se topó entonces con una muchacha de pelo azul sobre un enorme perro negro. Una niña elegida, vaya.

Sukamon sacó su lengua y miró a ambos con ojos inquisitivos.

- MMmm, ¿un favor? Chuumon, nos esta pidiendo un favor...

- Si, jeje, ya lo oigo.

Ambos se rieron entre ellos durante unos cuantos segundos. Finalmente Sukamon se volvió nuevamente hacia los recién llegados y sonrió.

- ¿Y qué favor es ese, si se puede saber?

A la humana le dió apuro pedir el objeto en cuestión, porque no es muy normal ir pidiendo por ahí las defecaciones de los otros.
- Esto... Verás, un cocinero nos ha pedido encontrar ciertos "materiales" para cocinar, y uno de ellos lo tienes tú...

Por suerte para ella, su digimon prefería ser directo, y además carecía de tantos reparos para pedirlo.
- Necesitamos que nos des una de tus cacas.

Gruñó levemente, dejando salir una diminuta nube de humo por la boca; estaba de muy mal humor por la peste del ambiente, que le daba dolor de cabeza. Aly se encontraba bastante incómoda por la situación, pero ciertamente, lo mejor era terminar cuanto antes la misión, con esas extrañas peticiones.

Su petición dejó a ambos digimons con los ojos abiertos. ¿Una caca? ¿ Para que querían una caca? Pasados unos segundos ambos estallaron en carcajadas.

- ¿Una caca? ¿Para que quereis una caca? ¿Para comerosla? Jajajajajaaj

- Jajajajaaj, una caca dicen, yo es que me parto.

Sukamon y Chuumon siguieron riendose descaradamente de Alyria Y Cerberusmon durante un buen rato, hasta que por fín, se serenaron. Ambos se habían abrazado, para evitar caerse de la rama.

- Ay... que gracioso....-Sukamon, suspiró-. Pues...siento deciros que no vamos a daros la caca... JAjajajajaaja largaos de aquí, idiotas...-y comenzó a atacarlos con cacas (?).

- ¡Sukamon, idiota! ¡Les estás dando lo que quiereeen!

- ¡Ay va, es verdad D:!

Demasiado tarde. Las cacas cayeron sobre ellos, aunque solo una les acertó. Concretamente al digimon cánido, en todo el hocico.

El dolor de cabeza de Cerberumon se acrecentó con los horribles sonidos que esos digimons producían, y que probablemente llamaran risa. Sin embargo le daba igual que se rieran de ellos, total, no les conocía de nada. Sin embargo Aly se sonrojó, debido a que la situación le parecía un poco molesta.

- Imbéciles... - murmuró molesto.

Pero antes de que su compañera le dijera algo, las cacas llovieron sobre ellos. La cara de la chica fue de horror y pensó "en el pelo no D:". Por suerte para ella, ninguna le dio, pero se quedó lívida al ver que a su compañero le habían acertado en todo el hocico.

Cerberumon se quedó helado unos segundos, que Aly aprovechó para, con un pañuelo, envolver la caca y guardarla en un recipiente hermético. Después los ojos de Cerberumon refulgieron furiosos, y un aura siniestra le cubrió (?)

- ¡Tú! ¿Cómo osas tirarme esa porquería a la cara? ¡¡¡Ahora verás!!!- rugió - Fuego infernal

La llamarada se dirigió directamente hacia los dos digimons. Aunque no se quedó a ver si se churruscaban. Simplemente dio media vuelta y salió de ese lugar tan apestoso.

Al alejarse más de 500 metros, buscaron un lugar en el que el viento no oliera a esa zona del bosque, y el cánido olfateó a ver si encontraba el rastro del siguiente ingrediente.
Miró la lista y tachó lo conseguido.
* Dos alas de un JewelBeemon.
* Una moñiga de Sukamon.
* Una flor que solo crece en cierto bosque de hojas azules, congelada
Off:
*Fuego Infernal: Arroja un chorro de llamas de color rojo vivo.

La llamarada de Cerberusmon les dió de lleno a ambos digimons, lo cuales no pudieron esquivarlo, al quedarse sorprendidos. Cayeron gritando al suelo, envueltos en fuego.

- ¡WAAAA! ¡Me quemo, Chuu!

- ¡¿Y que quieres que haga?! Yo también estoy ardiendoooo!

Los digimons dieron vueltas sobre si mismos, sin saber que hacer, mientras Alyria y Cerberusmon se alejaban bastante de ellos. A una zona mucho más tranquila del bosque... Demasiado tranquila...

Las hojas de los arboles se movieron de repente por una brisa repentina. No parecía haber nada, ni nadie a simple vista.

Cerberumon olfateó el área. Olía a insecto, pero sin embargo no se veía nada. Además no corría el aire, con lo que el olor que emanaba de ahí significaba que estaría por la zona.
- La zona apesta a bicho- dijo el perro.
- Pues no veo nada... ¿No será que estás resfriado? ¿O quizá el olor de Sukamon se te ha metido hasta muy dentro de la nariz?
- Te aseguro que no estoy enfermo. Y el pestazo de esos dos ha desaparecido porque aún seguiría notando el olor a caca en la nariz

Cerró los ojos intentando recordar todo lo que sabía sobre los JewellBeemon. Aly por su parte desmontó de él y miró unas hojas que se acababan de mover, pero sólo esas.

- Esto... ¿Cerbe?
- ¿Qué quieres? Estoy recordando lo que sé sobre los JewellBeemon.
- No es nada, pero es que unas hojas se han movido, y no se han movido las de los demás árboles. Además de que no hay viento

La expresión de desconcierto rodeó la cara de Cerberumon, hasta que eso le recordó cuál era la habilidad de esos insectos: la invisibilidad... Y ese digimon estaba muy cerca de su compañera.
Saltó lanzándose contra el árbol para derribarlo. E intentar hacer visible al insecto, aunque en realidad le daba un poco igual, su olfato y odio muy finos le podía ayudar a ubicarlo.

Aly sólo le observó con expresión sorprendida
- ¿Qué pasa?- fue lo único que consiguió preguntar.

Jewellbeemon saltó hacia atrás, dando una voltereta en el aire y posándose sobre la rama de un árbol. Durante un momento mostró su identidad y sonrió, mirándoles con la cabeza inclinada. Después de eso, volvió a hacerse invisible y saltó a la rama de otro árbol, donde siguió observando durante unos momentos al digimon y a su compañera, a su espalda. Entonces invocó unos shurikens.

- Spike Buster-susurró, y los lanzó.

Los shurikens volaron hacia su objetivo, mientras que el digimon insecto se cambió de posición, de rama en rama.

Cerberumon decidió cerrar los ojos frontales de su cuerpo, pero las dos hombreras aún seguían viendo. El ángulo de visión era de 250 grados como en todos los cánidos. Pero al contar con 6 ojos su cerebro era mejor anclando imágenes y por tanto casi poseía una visión de 360 grados. Dejando desprotegida la zona posterior del cuerpo, siguiendo la cola, y la parte de arriba.

Dejó que el olfato oliera cada brizna del aire, y sus orejas captaran hasta el más leve susurro. Pero el maldito bicho se movía por todos lados, impidiéndole centrarlo en un punto específico. Pero cometió el error de susurrar su ataque.
Además una de las hombreras capto el brillo de algo metálico que se acercaba velozmente hacia él.
-Llamarada

Abrió las fauces y dejo que un chorro de llamas fueran en dirección a donde habían sido lanzados los shurikens para darle a su enemigo. No era para bloquearlos, de eso se encargaría su armadura, y en caso de que se rompiera, esta era capaz de regenerarse.

Aly se alarmó, no quería que pelearan.
- ¿Podemos hablarlo primero, en vez de que os matéis?

Off:
Llamarada: lanza fuego por su boca en circulo.

El digimon insecto se había cambiado de posición a tiempo para evitar que, si el digimon contrario lazaba un ataque, le pudiera dar.

Tras eso, levantó el vuelo y observó a su rival desde arriba. Sonrió, y por primera vez, habló.

- Jejejeje... Hoy tengo ganas de desayunar por todo lo alto... -dijo, con una voz un tanto raspada.

Retrasó el brazo hacia atrás y lanzó su jabalina incrustada de joyas, directamente hacia la humana.

Los shurikens se incrustaron en la armadura, pero no le hicieron más daño que el que se clavaran. Entonces oyó la voz del insecto desde arriba, apuntando a Aly con su arma.

Dio un salto tirando, con todo el cuidado que pudo a su compañera al suelo. Y abrió las fauces, solo que esta vez con unas llamas muchísimo más calientes que las otras, dado que cuanto más profundo el color del fuego más energía calorífica despedía.
- Llamas del infierno

Estaba empezando a hartarse mucho, y ya no estaba de humor para conseguir las cosas por las buenas. Si le mataba, una lástima, pero ya se buscaría a otro que le diera las alas por las buenas.
Off:
*Fuego Infernal: Arroja un chorro de llamas de color rojo vivo.

Jewelbeemon voló hacia un lado para escaquearse de las llamas. Después, rodeándolos, sacó más shurikens y los lanzó al digimon cánido, hacia donde parecía que la armadura era más débil, en la zona del cuello, las partes de atrás de las patas o en la tripa, ya que en la armadura no había conseguido hacer nada la otra vez que uso las estrellas.

- Mis alas no están en venta... e.e-dijo-. Si, se por qué habeis venido. En muchos sitios se habla del nuevo plato de ese digimon redondo... y mis las no están en venta-repitió.

Cerberumon se posicionó encima de Aly al ver la trayectoria de los shurikens y pegó el cuerpo al suelo. Sólo la parte inferior de su cuerpo carecía de armadura. Y esta era la táctica de evitar el daño, al igual que los dragones se rodeaban de joyas y se rebozaban en ellas para protegerse el vientre cuando su raza no tenía escamas en esa parte del cuerpo.

- Bueno, y que más dará que no estén en venta, ahora mismo me importa muy poco conseguirlas, prefiero verte retorcerte entre las llamas, porque me tienes muy cansado con tanta estupidez.

Volvió a lanzar la llamarada circular, la concentró todo lo que pudo, para que tuviera mayor potencia de penetración, quizá así de un golpe pudiera eliminar sus datos. Cosa que en ese momento era lo único que quería. Seguro que habría uno que fuera razonable, o sino, los iba a extinguir a todos. En todo caso, le daba igual.

Off:
Llamarada: lanza fuego por su boca en circulo.

Jewelbeemon retrocedió sorprendido al ver el extraño ataque de Cerberusmon, el cual parecía ir en espiral. Se movió de un lado a otro, pensando por donde debía escapar, pero tardo demasiado tiempo en decidirse y el fuego le dio de lleno. El digimon insecto cayó al suelo rodeado de fuego, donde comenzó a retorcerse de dolor. Finalmente se disolvió en datos que volaron alrededor de sus restos....

Cerberumon sonrió con una mueca feroz. Pero no absorbió los datos, sino que dejó que formara un huevo. Se levantó de su compañera, cansado y se sacudió.

Aly salió de debajo de él, limpiándose el polvo y la hierba de la ropa, y después le lanzó una mirada acusadora.
- Enhorabuena, ahora tendremos que ir a buscar otro.
- Quería comerte, por tanto dudo que quisiera darte las alas por las buenas. En cambio ahora puedes intentarlo de buenas maneras, y como plan B tenemos la opción de amenazar con que ya he matado a uno.
- No está bien hacer esas cosas. Eso sólo lo hacen las malas personas
- Bah

La chica se montó de nuevo sobre su compañero. Que olfateó un poco más por el claro hasta que volvió a captar el mismo aroma que antes, solo que este llevado por el viento.

No muy lejos de allí, un digimon idéntico al anterior bebía agua de un arroyo. Parecía muy tranquilo, ajeno a lo que podía pasar. Acababa de despertarse, y el día le parecía bastante bonito y alegre, aunque por esos territorios el silencio era algo que no faltaba, precisamente. Eso le ayudaba a predecir posibles ataques de otros digimons, aunque ese en concreto no era demasiado bélico. Lo justo para defenderse y sobrevivir.

Tras dar un largo trago, se levanto y se estiró, observando el cielo azul, ensimismado.

<< Bonito día >> Fue lo que pensó.

El digimon cánido continuó con su recorrido del aroma, hasta llegar a un pequeño arroyo, donde estaba otro Jewellbeemon. Pensó en si saltar directamente, o dejarle a Aly que ella hiciera la parte amable del plan. Antes de que decidiera é hacer, la chica decidió por él. Bajó de un salto de su lomo y se acercó al insecto. Aunque a una distancia prudencial por si quería atacarla.

- Buenos días n.n - le saludo- Hace un día precioso, ¿no crees?
- Umph- No dijo nada más, esperaba que esa presentación amistosa la ayudara a conseguir las alas.

Se sentó en el suelo, tras ella, vigilando al insecto con cuidado. Al más mínimo movimiento sospechoso del bicho, lo mataría.
- ¿Podría pedirte un favor?

Jewelbeemon esuchó unos pasos cercanos y se volvió, alerta, mirando con recelo a aquellos que acababan de llegar. Se trataban de una muchacha de pelo azul y un Cerberusmon. La chica parecía bastante amable, a diferencia de su compañero, el cual tenía pinta de desconfiar del digimon insecto.

Miró algo desconfiado a la chica, cuando esta se acercó.

- Buenos días... -respondió

Observó como la chica le sonreía, y como su compañero se sentaba tras ella, vigilando sus movimientos. Entonces, La joven le preguntó algo.

- ...¿qué clase de favor?

Alyria sonrió con alegría al ver que el Jewell respondía amablemente a sus palabras.
- Verás, necesitaríamos dos de tus alas. Nos lo han encargado para una receta, y esperaba que nos las pudieras dar. Además con el tiempo la regenerarías.... Sino no te lo pediría así

Cerberumon notó la desconfianza del insecto al mirarle. Los dos se analizaban para que el otro no lo pillara por sorpresa. El cánido sonrió enseñando los dientes, pero no se movió de la posición. Porque aún no había hecho nada, y un movimiento por su parte podría alertarle, y que hiriera a Aly por error.
- Bueno, ¿qué me dices?

El rostro de Jewelbeemon cambió hasta adoptar una expresión de absoluto desconcierto. Se esperaba cualquier cosa menos eso.

- Mis... ¿Mis alas..?

Las desplegó y las miró asustado. Al instante las volvió a esconder bajo su caparazón.

- Pero entonces no podré volar... o al menos no tan bien como antes....

Miró a Alyria aún con una expresión de sorpresa en su cara. Saltaba a la vista que era un ejemplar joven y que no entendía nada de lo que pasaba.

Cerbe asintió al razonamiento del insecto. A ver qué se le ocurría a la peliazul para convencerlo.

- Primer intento fallido, tienes dos más antes de que decida quitárselas.
-No ha sido una negativa- la chica hinchó los carrillos.

Después suspiro, y volvió a mirar al digimon verde.
- Sé que te quedarás sin volar una temporada. Pero también sé que tu especie es muy poderosa. Las alas casi son un complemento innecesario para tantas capacidades: invisibilidad, rapidez, un buen armamento, una armadura. Además dado que no puedes volar si derrotas a los digimons así te convertirás en una leyenda para los demás Jewellbeemon.

JewelBeemon parpadeó, pensativo, y miró al suelo. Era cierto que haciéndose invisible podría sobrevivir igualmente. Su armadura lo protegía bastante de los ataques, y cuando corría apenas se le podía ver. Pero las alas... Le llamó la atención eso de que podría destacar de entre los demás de su especie, pero eso era algo que le daba igual. Él era mas o menos pacífico. No solía pelear, a no ser que fuera para sobrevivir. Aunque quizá de esa manera, conseguiría lo que quería, un poco de paz.

Tras pensarlo detenidamente durante unos cuantos minutos más, suspiró.

- Está bien... -Dijo, resignado-. Pero hazlo rápido, me va a doler u.u

Les dio la espalda y abrió su caparazón, mostrando dos de sus cuatro alas.

Los ojos de Alyria brillaron de alivio y satisfacción. A Cerbe se le desencajó la mandíbula unos segundos. Lo había conseguido sólo hablándolo.

- Muchísimas gracias, de todo corazón. Intentaremos que no te duela
- Si no te mueves, prometo ser todo lo rápido que pueda

El enorme cánido alzó una de sus garras y de dos movimientos, corto las dos alas. Su compañera las recogió y las guardó en otro contenedor, diferente que la de la caca.
- Muchísimas gracias, de nuevo. Y adios, que tengas mucha suerte con todo.

Se montó sobre Cerbe y sacó la lista tachando otra cosa más:
* Dos alas de un JewelBeemon.
* Una moñiga de Sukamon.
* Una flor que solo crece en cierto bosque de hojas azules, congelada

Después se internaron por el bosque, hasta que Cerberumon se detuvo, no sabía que tenía que conseguir ahora.
- ¿Qué nos falta?
- Una flor de color azul
- Las flores no tienen aroma por su color... Quizá deberíamos preguntarle a alguien
- Sí, tienes razón, me parece bien

Dicho esto, el enorme cánido se puso a olfatear rastros de digimons cercanos.

El digimon insecto lanzó un grito cuando le arrancaron las dos alas, pero no se movió de su sitio. El dolor no pudo con él y lo hizo desmayarse. no obstante, era un JewelBeemon muy joven.

A medida que Alyria y Cerberusmon avanzaban, la neblina se iba disipando. De repente, un intenso brillo comenzó a aparecer poco a poco alrededor de ellos. Un brillo blanco azulado. Si la muchacha y el cánido se fijaban, podían apreciar que no era precisamente luz.


Miles de flores azules se disponían alrededor de ellos, como si de un campo se tratase. Con las gotas del rocío, y la luz del Sol, les daban a las flores un precioso y tenue resplandor.

Los dos se encontraron rodeados por un extraño resplandor. Ya no había tanta niebla, sino que todo estaba iluminado por una luz blanco- azulada. Miles de flores de color azul en las puntas se hallaban ante ellos.

- Parece que no hace falta que busquemos más n.n
- Sí... Aunque =.= misteriooooso, parece como si alguna fuerza extraña nos la mostrara
- Nada de rollos raros, ¿no puedes aceptarlo?
- Bueno, puede que tengas razon- añadió encogiéndose de hombros.
- Ahora el problema está en congelarlas, dado que tu puedes quemarlas, pero no helarlas
- Sí, y a menos que encontremos a un digimon que pueda helar o que haya una tormenta de nieve, lo veo difícil que lo consigamos así como así

Los dos se quedaron pensando qué podrían hacer. Mientras Cerberumon olfateaba a la vez por si olfateaba algún digimon que provocara ondas de frío.

A unos cuantos metros de donde se encontraban, se extendía un pequeño lago, con un puertecito de madera, desde el cual pescaba un digimon blanco, fumando de una pipa, con una caña de pescar. El digimon misterioso silbaba una musiquilla pegadiza, no parecía tener mucho ritmo, pero a él le bastaba. Le gustaba esa canción.

El fino olfato del cánido percibió el aroma de un digimon en las cercanías. Y se lanzó a la carrera, casi tirando a su compañera.
- D: ¡¡Más despacio!!

El perro no la contestó, hasta llegar a un lago. A su orilla había una pequeña casita, y un digimon blanco cantaba una canción con muchas disonancias. Pero no todo el mundo tenía un gran sentido del ritmo.

- Quizá él sepa donde encontrar a alguien que pueda congelar. O siendo blanco, quizá sea un digimon de hielo. A esta distancia no estoy seguro
- @.@
- ¿Aly?... Vaya, bueno, iré más despacio a ver si se la pasa.

Siguió avanzando, pero ahora solo andando. Al llegar a una distancia donde el otro digimon podía oírle, le habló.
-¡Buenos días!

WereGarurumon sonrió y comenzó a reirse. Al sacarse la pipa de la boca, comenzó a toser un poco, pero al darse la vuelta y mirarlos a ambos se le pasó.

- Buenos días, joven Cerberusmon.

Los miró a ambos con su mirada penetrante de lobo. Sus ojos eran sabios, y parecían atravesarlos y mirarles por dentro con un solo vistazo.

Cerberumon se mantubo a una distancia prudencial. No por miedo, sino que por rango jerárquico dentro de una manada, un lobo siempre estaba en los escalafones superiores, porque eran más salvajes que los perros. Por ello se mantuvo a distancia.

- Queríamos preguntarle, mi compañera y yo, que si conoce algún digimon que pudiera congelarnos una de esas flores.

Aly por su parte sacudió la cabeza intentando despejarse del mareo de la carrera que la había dado su digimon. Delante de ella vio un digimon lobo que se sostenía sobre dos patas, y que fumaba pipa... Desde luego lo que no se viera en ese mundo, no se vería en ninguna otra parte.

WereGarurumon miró hacia enfrente otra vez, prestando de nuevo atención a su caña de pescar y tiró el cebo al agua. Durante un momento no contestó, quizá fuera un viejo digimon con algún tipo de sordera. Pero entonces, enganchó la caña entre dos tablas de madera del puertecillo y se volvió nuevamente hacia los recién llegados.

- ¿Y para que queréis congelar a una flor tan bonita? ¿No sería un desperdicio? A los jóvenes de ahora os gusta tanto destruir... -suspiró.

Miró al cánido, y después a su compañera, evaluándolos.

- Aunque no parecéis de los que son más destructivos...

La chica y el digimon esperaron a que el WereGarurumon contestara. Pero la espera se les hizo eterna. Ya estaban a punto de volver a preguntar, cuando el anciano digimon habló.

- O.O No es un desperdicio, es un ingrediente de una receta
- No somos muy destructivos, al menos yo odio la violencia. Y a Cerbe no le gusta que me disguste, así que tampoco pelea mucho. Pero en este caso no es destruir. Cualquier cosa helada se mantiene más tiempo, resistiendo tanto como dure el hielo. A menos que se caiga, que entonces es más fácil destruirlo. Pero hemos de llevarlo completo.
- Y en la naturaleza, destruir para alimentarse no es malo, dado que es ley natural. En este caso es solo una flor para que alguien pueda comer.

Cerbe bostezó, agotado ya de dar tantas vueltas, peleas, y dar tantas explicaciones para conseguir los materiales.

El digimon lobo sonrió, enseñando sus colmillos, y extendió una pata.

- ¿Puedo ver esa flor?-inquirió, amablemente.

Observó a Alyria, preguntándose si le dejaría ver la planta, o si por el contrario retrocedería, temiendo por el último material que necesitaban para terminar su misión.

Cerbe quedó unos segundos desconcertado. Ellos no habían cogido ninguna flor, porque era mejor mantenerlas en las plantas, para que su estado fuera más óptimo al congelarlas.

- Estoo... No hemos cogido ninguna flor. Es mejor congelarla nada más cogerla, porque ya las tenemos localizadas, y a menos que le salgan patas no se van a mover de ahi.

Aly alzó una ceja, había algo raro en la forma de formular la pregunta. Era obvio que a simple vista no llevaban una flor, y estaba claro que no era buena idea guardarla en la mochila, porque se aplastaría. Observó con atención los ojos del anciano lobo.

En cuanto los miró, se acercó un poco más a él, y movió la mano de un lado a otro, para comprobar si su intuición era cierta.
- ¿Aly, qué haces?- preguntó alarmado su compañero.
- Comprobar una cosa... - respondió ella.

WereGarurumon sonrió levemente, pero no siguió a la mano de Aly cuando esta la movió frente a su cara, sino que siguió mirando hacia lo lejos. Cerberusmon y Aly comenzaron a hablar entre ellos, aunque no sabía del todo a que se referían. Tenía una duda al respecto.

- Entiendo... No lleváis la flor con vosotros. Me gustaría tocarla, no me he movido de aquí en mucho tiempo.

El cánido al ver que las pupilas no se movían, supo que estaba ciego. Alyria asintió al ver confirmada su suposición y dejó de mover la mano por delante de su cara.

- No, no la llevamos. Pero podemos llevarte al lugar donde hay muchas de ellas.
- Sí, nosotros te guiaremos. Pero sólo si crees que puedes confiar en nosotros; no te vamos a obligar a venir.

De repente a la humana le entró un ataque de risa.
- ¿Aly, qué pasa?
- Jajajajaa, que vas a hacer de perro guía

El enorme cánido puso cara de desagrado. En la Tierra la chica le había dicho que dado que era tan listo podría hacer perfectamente de perro guía, además porque su etapa rockie se llamaba Labramon, al igual que la raza mayoritaria usada en esos trabajos.
- Vienes con nosotros a que puedas tocar las flores ¿o no?- preguntó directamente al anciano digimon

WereGarurumon esperó pacientemente a que los otros dos terminaran de hablar y se levantó. Cogió su caña de pescar y la agitó. al instante esta se transformó en un bastón en el cual el digimon anciano se apoyó.

- Bien... -dijo, acercándose a ellos. La vista le podría haber fallado mucho tiempo atrás, pero su olfato aún seguía tan eficaz como siempre-. Os sigo, puedo oleros a metros de distancia.

Sonrió, con sus ojos aún clavados en algún punto del horizonte.

- Os lo agradezco, mi cuerpo ya no es lo que era.

Los dos observaron con sorpresa cómo la caña se volvía un bastón.

- Hay que aprender a hacer eso O.O
- Ya ves... OwO

Los dos se pusieron en marcha, Cerbe por delante y Aly al lado del anciano digimon.
- No es nada, para eso estamos los jóvenes, para ayudar a los mayores que ya no pueden hacer algunas cosas.

Cerbe iba olfateando el aire delante de él, por si había algún digimon ofensivo en el frente. Las flores a ese ritmo estaban un poco más lejos que cuando corrió hacia la casa del lago. Pero dado que se podía ver desde el lugar de las flores, no tardarían demasiado en llegar.
Al cabo de pocos minutos aparecieron en el prado lleno de flores. Aún emitían la iluminación pálida.
- Ya hemos llegado- dijo Aly mientras que le guiaba justo delante de una de las flores- Delante tuya, abajo, tienes una de las flores

El digimon blanco se detuvo cuando la muchacha le indicó que ya estaba en el sitio. Inspiró hondo y se agachó, con ayuda de su bastón, el cual dejo en el suelo un momento. Después llevó una zarpa al suelo y cogió una flor con delicadeza, sin arrancarla aún. La tocó con los dedos, recorriendo cada uno de sus pétalos. Cuando finalmente pareció recorrerla por completo, abrió sus fauces y echó su helado aliento a la flor, la cual quedó completamente congelada. Tras eso, cortó el talló con una de sus uñas y se levantó.

- Joven-llamó.

Escuchó como la chica se le acercaba y se volvió en dirección a su olor.

- Aquí tienes... Ten cuidado de no romperla... Dile a ese viejo huevo que espero una porción de su nuevo plato.

Tras eso sonrió y cogió su bastón.

- Ahora si fuerais tan amables de llevarme de vuelta....

Aly observó al anciano digimon, analizando la flor con sus manos. Parecía que hacía un examen de cada milímetro de los pétalos. Hasta que finalmente abrió las fauces y la heló. Después la cortó y se la tendió.

Aly cogió unos guantes de su mochila, si el hielo estaba tan frío como parecía, podría quedársele pegado el hielo a las manos.
En cuanto que lo cogió, la metió en una pequeña nevera portátil, para que conservara la temperatura.

- Muchísimas gracias n.n
- Por supuesto que te acompañaremos a tu casa, sería de mala educación no hacerlo.

Dicho eso se pusieron en marcha para dejar al anciano digimon de vuelta. En unos minutos llegaron a la casa, allí Aly volvió a subir en el lomo de Cerberumon, y los dos se despidieron del anciano.
- Adiós, cuídese y mucha suerte
- Muchas gracias de nuevo

Hecho eso salieron disparados hacia el restaurante de Digitamamon. Tras un buen rato de paseo por el bosque, recorriendo las zonas por donde habían encontrado los otros ingredientes llegaron a la puerta de la edificación.

WereGarurumon sonrió y le metió otra calada a su pipa, sonriendo, lo que le provocó que tosiera. Aún así, no hizo desaparecer su sonrisa.

- Gracias... Buena suerte, jóvenes. Y andad con cuidado, vienen tiempos duros...

* * * * *

Digitamamon estaba en su restaurante, pelando unas patatas, cuando vió a la chica y a su digimon por la ventana. Se dirigió corriendo a la entrada a recibirlos.

- ¡¡Oh, la la!! Lo consegguisteis, madame y su incggeible peggo. ¡Muchisimas Ggasiaaasss!

La chica sonrió al digimon chef.

- Conseguimos todo, lamento la tardanza
- Jeje Claro que soy increible... Es más yo diría que más que increible- dijo con el ego aumentado por el alago del Digitamamon.

La chica sacó todos los ingredientes: La caca de Sukamon, las dos Alas de Jewellbeemon y la flor azul congelada. Le dejó todas las cosas, antes de volver a montar en su compañero para marcharse a descansar, había sido un día muy largo.
- Me alegro de haber podido ayudarte. Adiós, y espero que tu plato sea todo un éxito. Por cierto si algún día ves a un WereGarurumon ciego, dale un plato de mi parte. Sin su ayuda no lo hubiéramos conseguido.

Dicho eso, los dos se alejaron, internándose en la espesura.

- Oui, oui^^

Digitamamon cogió todos los ingredientes y los llevó a la cocina, dejándolos sobre una encimera. Después regreso junto a la muchacha y al digimon.

- Merci beaucoup^^-escuchó lo que dijo la muchacha de un WereGarurumon-. O.O oh pog supuegsto que le dagé una pogsión al viejo lobo, somos viejos amigos^^

El digimon con forma de huevo los observó salir por la puerta y los despidió gritando que podían volver cuando quisieran, ya que al no tener brazos, no podría agitarlos.