El gato no se comió la lengua; por eso habla tanto.

De nuevo caminando por las calles de la ciudad, la mujer de oscuros cabellos y rojizos ojos iba. No se detenía más que unos segundos para mirar a su alrededor, atenta a lo que ocurriera por la zona. Pero para mala suerte suya, ya a las once de la noche había pocos viandantes y muchos de los que había no tenían precisamente que ser personas pacíficas con vidas normales. Sin embargo su reputación la protegía de ellos. Nadie quería enemistarse de manera directa con la informante.

Suspiró aburrida de esa situación, últimamente no había nada demasiado interesante en la ciudad. Exceptuando unos extraños rumores sobre un animal peculiar por las calles. Nadie había lo había visto con claridad, pero todos coincidían en que era una especie de cánido. Aunque de una especie nunca vista.

Decidió ir al parque, allí siempre estaba en paz consigo misma y podía pensar con claridad, dejando a un lado todos sus juegos e intrigas. Y en todo caso, siempre podía haber alguien interesante al que molestar un rato.

Izaya siguió su camino por el tranquilo parque. Dándose el lujo de pensar un poco en los recientes sucesos de la ciudad. Aún la dolía la pierna de su último encuentro no planeado. Aunque a decir verdad se lo había pasado bien, a pesar de que no era del todo previsible ese humano.

Entre esos pensamientos observó algo que la llamó la atención una gata negra, que podía haber pasado por normal, salvo porque andaba a dos patas como un humano y llevaba unos peculiares guantes morados. A pesar de que su pelaje era bastante oscuro, resaltaba en la noche y además la mujer estaba acostumbrada a la vida nocturna y podeía una afilada mirada.

La observó con cuidado de no ser demasiado obvia. Pero no hizo nada demasiado emocionante, solo recostarse en la hierba. Por lo que decidió acercarse a conversar. Porque había algo de lo que estaba segura, y es que ese animal era capaz de hablar. Se movió con pasos muy sigilosos para un humano. Estar metido en asuntos turbios hacía que fuese necesario ser más sigilosa de lo habitual.

Se sentó a su lado con un fluido movimiento elegante.

- Vaya, que sorpresa~- comentó con su sonrisa infantil, que ocultaba en realidad su verdadero yo más manipulador.- No pensé encontrarme con otro de vosotros por aquí. ¿Qué te ha traído a Shinjuku, Neko-san?

La mujer no pudo evitar carcajearse cuando la gata bufó, asustada de su presencia. Le había parecido divertido eso de asustar a algo no humano. Incluso podría llegar a amarlo como hacía con ellos, porque parecía comportarse como ellos.

- Una humana... Aunque si quieres saber mi nombre es Kanra-chan- no la mentía al decir ese nombre, a fin de cuentas era su nombre de cuenta habitual en internet.-¿Por qué no te dejan cazar en paz? Si no es indiscreción preguntar. Me gusta ayudar cuando puedo. Y quizás no te venga mal desahogarte con una persona desconocida.

Estiró las piernas y cruzó los tobillos, mirando al fondo del parque para que la gata no se sintiera incómoda ante esas peticiones. Como si en realidad le diera igual lo que le contara y solo quisiera ayudarla de verdad. De manera desinteresada.

"Kanra" sonrió con amabilidad a la gata. Le gustaba que se lo pusieran difícil, porque de esa manera era más divertido jugar a conseguir la información.

- Muchas veces los maestros dicen ese tipo de cosas. Pero simplemente es porque no quieren perder a sus "queridos" aprendices. No se lo tengas en cuenta, solo demuestra que siente miedo a perderte, puesto que los humanos serían capaces de matarte solo por hacerte una autopsia.- hablando de eso ¿cuánto pagarían?

La gata pareció recordar de golpe que no tenía que hablar con humanos, por lo que Izaya se levantó de un salto.

- Yare, yare~ Entonces no te molesto más. No quisiera que tu maestra se enfadara conmigo. Parece muy temible... Aunque es una lástima~ Me hubiera gustado seguir hablando contigo, Neko-san~- comentó con un tono que de verdad parecía afligido.- Bye, bye~- se despidió comenzando a andar con las manos en los bolsillos del abrigo, dando una actitud algo desolada.

La morena sonrió levemente de manera maquiavélica, ocultándola rápidamente en una sonrisa infantil y amable. Se agachó junto a la gata, rascándola con cuidado detrás de las orejas.

- ¿Qué ocurre, Neko-san? No quiero que tu maestra se enfade conmigo~ Como he dicho antes parece temible para que tu no quieras desobedecerla.

Inclinó la cabeza mientras que sonreía aún. Esperando una contestación por parte de la pequeña felina. Al menos ya había conseguido que al menos no quisiera separarse de ella. Teniendo la soledad como una mala opción, ahora solo quedaba que creyera que era alguien de tanta confianza como para contarle las cosas.

La mujer hizo un movimiento con la otra mano, restándole importancia al hecho de que supiera que pudiera hablar.

- Digamos que me encontré con otro de tu mundo hace algún tiempo.- hizo una mueca al recordar el mordisco de su pierna... Tuvo que pagar bastante dinero para que no quedaran cicatrices.-Por eso no me ha extrañado verte. Es más sabiendo que existís llegáis a ser bastante habituales por la ciudad~

Le había entrado bastante curiosidad por saber qué eran esas extrañas criaturas. Y en algunas páginas escondidas y remotas de internet consiguió encontrar información.

Siguió las indicaciones de la gata. Pero a diferencia como sería lo normal no se quejó, aunque eso no fuese un comportamiento 100% humano. A pesar de que estos muchas veces buscaban caricias y mimos al igual que los animales. El motivo de por qué tan poca oposición, le gustaban los gatos, eran mulliditos, blanditos y peligrosos con sus afiladas garras. Al igual que ella con sus navajas.

- Como quieras, Neko-san~ Pero no me gustaría ver mi cabeza separada del cuerpo y estar rodeada de un charco de sangre~- rió tras su sádica broma.- ¿Me contarás qué es lo que te preocupaba? ¿O empiezo a cobrarte por tantos mimos?~

-¡Qué miedo! ¡Qué miedo!~- se rió Izaya con habitual tono burlón.

Aunque las siguientes palabras de la gata no hubieran sido que estaba débil, la respuesta de la humana hubiera sido la misma. Ella no temía nunca las consecuencias de actos violentos, sabía los resultados que estos daban. Además aunque no le gustara morir sabía que no había más que esa salida en la vida... Lo único que era más conveniente asegurarse de que hubiera algo tras ella.

- Entonces~ ¿Tiene un embarazo con riesgo?- Sabía que no sería eso, puesto que la preocupación de la gata era demasiado profunda como para ser algo que los médicos pudiesen controlar.- ¿O es que tu maestra odia la soledad?

La mujer se quedó mirando a la gata, esperando a que terminara de hablar. Pero no lo hizo, es más intentó cambiar de tema. Por lo único que consiguió que Izaya sintiera más curiosidad por esa historia. Porque además en sus palabras se ocultaba un dolor que afectaba directamente al felino, por lo que no sólo su mestra estaba relacionado con eso.

- ¿Desde que perdisteis a quienes? No seas mala, Neko-chan~ Es cruel dejarme con la curiosidad~ Sobre todo porque intento ayudarte.

Utilidad de esas palabras conseguir que la gata se sintiera culpable de querer mantener su vida privada en silencio.

Y misteriosamente esa táctica funcionaba, aún cuando las vidas de los demás eran privadas y nadie tenía por qué saber de ellas. Ese era uno de los motivos por los cuales, Izaya amaba a los humanos. ¿Por qué tenían esa necesidad a contar su vida a los demás? No lo sabía, pero era indudablemente útil.

- Lo siento~- nunca entendería el por qué de esa expresión- Parece que fue una muerte bastante traumática... Sobre todo si tu maestra aún sufre por ella. ¿Era su hermana?

Lo primero sería tantear sobre el terreno para saber por donde dirigir sus preguntas.

Izaya esperó pacientemente a que la gata volviese a hablar. Para conseguir lo que querías siempre había que esperar, es más, un exceso de impaciencia era contraproducente. Porque la gente solía cerrarse en banda cuando alguien le insistía en exceso sobre algo doloroso de su pasado.
Y a pesar de que el felino sólo hablara de su maestra, también la afectaba a ella. Podía haber tenido buena relación con la chica muerta, pero parecía afectarle de una manera más fuerte, como si hubiera algo más, oculto en sus recuerdos.

-El amor es una gran tragedia cuando se pierde. Pero hay que seguir adelante~ O eso dicen.- La morena solo daba su amor a los humanos en general, sin esperar a recibir nada a cambio. Pero ciertamente no era un amor real lo que sentía por ellos, así que nunca entendería del todo esas situaciones.- ¿Puedo saber cómo murió? ¿O es demasiado doloroso para ti recordar la muerte de esa humana?

Su voz sonaba suave, tranquila. No quería que la gata la arañara por falta de tacto. Aunque internamente se estaba riendo con la situación. Sin embargo, no podrían notarlo a menos que la mujer quisiera que lo vieran. Actuaba de forma esplendida a la hora de ocultar y cambiar sus emociones.

La mujer sonrió al ver que la gata evitaba mirarla. ¿Quizás una mirada atormentada, o quizás lágrimas que no querían ser vistas? Esta conversación había sido entretenida. Pero aún quería saber más.

- Ya, imagino que verlo en primera persona debe ser bastante traumante. Quizás de ahí que te conmueva tanto hablar de ello~ Es algo bastante humano el que no quieras hablar de ello.- dijo en su tono despreocupado e infantil.

Quizás había demostrado que podía saber más cosas que las que la contaban simplemente razonando los comportamientos. Pero ella nunca decía nada que no quisiera decir, por lo que estaba todo bajo su control.

- Y ya que estamos, ¿sabes algo sobre un extraño perro que patrulla las calles de la ciudad? No le dí mucha importancia al rumor hace unas semanas~ Pero ahora sabiendo de vuestra existencia, me parece que podría ser uno de vosotros.

Izaya se levantó de un salto. Comenzando a caminar hacia uno de los caminos del parque, mientras que se despedía con la otra mano. Mientras, una sonrisa iba de lado a lado de su rostro. No le habían negado su última suposición, y el que calla, otorga.

- Entonces ya nos veremos, Neko-chan~ Bye bye~

Quizás a la gata la apeteciera seguirla, o quizás no. Pero a esas alturas ya no necesitaba nada más de ella. Así que era libre de hacer lo que quisiera. Ahora ya, solo la faltaba buscar información sobre la tal Zayyn. Que por suerte tenía un nombre extremadamente raro, con lo que sin apellidos no sería difícil de encontrar. Quizás a alguien le pudiera venir bien esa información... O al menos, gran parte de ella.