En la ciudad...

Tras estar caminando varias horas, avistamos por fin una ciudad, o debería decir mejor pueblo, porque no eran muchas casas, además de ser todas de piedra y de no más de dos pisos. Por extraño que me resultase, no me encontraba cansada, tras haber andado tanto tiempo.

En el camino, apenas habíamos hablado. Zayn aún parecia un poco molesta por lo de la pregunta de los digimons. En fin, en el bosque no habíamos visto ni un alma, además literalmente. Probablemente ese bosque sólo estaría habitado por criaturas diurnas.
Comenzaba a amanecer, y pude observar algo de movimiento en el pueblo. La gente se estaría preparando para afrontar ese día.
Al entrar en el pueblo, me sorprendió ver que no eran humanos, eran unas extrañas criaturas. Cada una de ellas era diferente, pero lo que me dejó más sorprendió fue que hablaban como nosotros, los humanos.

- Ha- ¿Hablan?- pregunté con la boca abierta del shock.- ¿Esos son los digimons?

La sorpresa fue tal, que por un momento me sentí arrastrada fuera del cuerpo, pero conseguí controlarme, debía aceptar que existían esos bichos. Respiré hondo una vez. Recuperé del todo la sensación del cuerpo. Era agotador, tener una segunda alma. Siempre estabamos en guerra. Ni siquiera durmiendo podía bajar la guardia. El día que me quedara inconsciente, no sé lo que pasaría.

Me detuve suspirando al escuchar a Lux balbucear. Ahora me creía. Después de tantas horas...hubiera bastado que hubiera sido un poco más confiada desde el principio y así habernos ahorrado tiempo.
Me crucé de brazos, aburrida. Observé la expresión de asombro de Lux y suspiré.

- ¿Sorprendida? ¿Ya me crees? Has tardado lo tuyo, ¿sabes?

Cargué el peso del cuerpo a la pierna izquierda. Lux parecía ida totalmente.

- En fin...creo recordar que alguien me prometió chocolate.... Y además, sigo ofendida por lo de "loca"...

La miré con expresión huraña, esperando a que reaccionara.

Respiré hondo cuando pensé que ya estaría quieta el otro alma. Pero me equivoqué aprovechó para "empujar" con fuerza, y salí de mi cuerpo de nuevo...
- ¿Chocolate? Y eso qué es, por cierto, seguramente la loca sea mi portadora, tu solo pareces inútil. Te mataría, pero quiero oír como te retuerces de dolor... Pero sin un arma no puedo.

La voz que salió era demasiado etérea, incluso agradable, además de tener una resonancia que ninguna voz humana tendría nunca. Nox, el espíritu que me había poseido, y con el cual convivia...
Hice presión, el cuerpo era mío, y por eso, yo era atraida con mas fuerza, sacando a Nox fuera de mi cuerpo.
Antes de que volviera pronuncié unas palabras, era un leve exorcismo que mantenía la energía en su lugar.

- Perdona, vamos a por el chocolate.
Me introduje en el pueblo. Y respiré. No quería darla explicaciones a esa chica, y menos de por qué tenía una doble "personalidad". Me dí la vuelta y la miré fijamente.

- Nada de preguntas sobre lo que ha pasado antes, no me gusta hablar sobre eso, no me es muy agradable. Espero que lo entiendas, si quieres que te lo cuente, me tendrás que explicar por qué no te gusta que te toquen, y por qué te molestó que te preguntara donde estaba tu digimon.

Era un trato justo, yo saciaba mi curiosidad y ella también.

Fruncí el ceño. Lux parecía estar demasiado rígida y quieta. Levanté una ceja y la miré.

- ¿Me estás escuchando...?-Enmudecí, ya que había algo extraño en Lux.

La chica habló, pero no parecía ella. Su voz era extraña, no se parecía en nada a ninguna otra voz que hubiera escuchado antes. La No-Lux dijo algo de matarme. Me habría echado a reír de no ser por mi sorpresa. ¿Matarme a mí? ¡Ja! No lo había conseguido nadie en esos ocho años que llevaba encerrada allí, lo iba a conseguir una tía que acababa de llegar al digimundo. Me partía y me tronchaba. Dos en uno. También dijo algo de "Inútil". Detestaba que me insultaran sin conocerme, aunque claro, yo apenas daba oportunidades de ello.

De repente Lux se movió y me miró. Tenía una expresión como de fastidio, y me pregunté si había hecho algo que la molestara, aunque en realidad no me importaba demasiado. Reanudamos la marcha pero entonces se volvió y me propuso un trato. La observé, desconfiada cuando terminó de hablar. En verdad eso que acababa de pasar había sido un tanto sorprendente, pero tampoco me moría de ganas por saber de qué se trataba. No le iba a contar a cualquier desconocido que me encontrara mis asuntos personales.

La miré con frialdad y con un ligero desdén en mis ojos grises. Resoplé y me dispuse a seguir caminando, pasando por su lado

Al ver la expresión y el resoplido supe que la había molestado. En fin... que más iba a decir, había conseguido caerla mal, o que me odiara. me encogí de hombros, y seguí andando.

Aproveché para observar a los digimons. Cada vez que miraba a uno de ellos un nombre aparecía en mi mente, como si supiera algo más de ellos. Pero no era algo estable, iba y venía. Pero lo que sí, es que parecía saber cuales eran peligrosos, la piel se me ponía de gallina, de los que no eran.

- Esperame aquí, un momento.
Llegamos a una especie de tienda en la que entré. Observé muchas cosas allí. Un digimon, se encontraba detrás de la caja. Me preguntó qué quería, yo simplemente denegué su ayuda. No llevaba dinero, pero tantos años aprendiendo a sacar amuletos y poner sellos con la mano, me habían dado la habilidad de un crupier a la hora de coger y mover cosas. De una leve pasada, cogí varias tabletas, y las escondí en la manga de la chaqueta. Era lo bueno que tenían unas mangas ligeramente más anchas.

Además mi rostro inexpresivo, era una ventaja, jamás denotaría nerviosismo. Robar no era algo que me encantara, pero se las había prometido, y ella me había traido... Ya se lo devolvería algún día al dependiente.
Especialmente, tras decirle que era la primera vez que estaba allí, y si podía darme algunas indicaciones.

Al parecer estabamos en una isla, allí estaba el puerto para ir a los contienentes. Era una zona única donde había diferencias de clima amplios, en un mismo espacio a la misma latitud. Ese mundo no parecía regirse por las mismas leyes que las de la Tierrra. Se lo agradecí y salí de allí.

Zayn me esperaba fuera, probablemente, se había aburrido, y su cara al verme salir de la tienda sin nada fue un poema.
- No tenía dinero y...- empezé a explicarme.

Lux me pidió que esperara fuera, y eso hice. Apoyé la espalda en la pared y me crucé de brazos, en una actitud despreocupada. Suspiré y cerré los ojos, aburrida. De repente noté un rugido en la tripa y me la toqué, hambrienta.

<<Tengo hambre....-.-'>> Pensé. Deseé que consiguiera pronto el chocolate. Si no, íbamos a tener grandes problemas...empezando por intentar comérmela a ella. <<Tengo hambre, tengo hambre, tengo hambreeeeee...>>

Me moví un poco, molesta por el rugir, y gruñí algo inteligible. Se me acercó un digimon de pequeño tamaño, pero con una sola mirada lo asusté. No había sido a propósito. Mis ojos debían de ser demasiado hostiles, y por eso lo había espantado.

Fue entonces cuando Lux salió de la tienda. Me giré y al ver que no llevaba nada encima la miré ferozmente.

Empezó a explicarse, pero yo ya me había incorporado y la miraba con cara de pocos amigos.

- Teníamos un trato. Yo te traía aquí y tu me suministrabas chocolate.

- Aquí está.- terminé.
Hice un leve gesto, y una de las tabletas se deslizó hacia abajo. Se la lancé a la chica.
- ¿Creías que no la iba a traer? Soy una persona de palabra, aunque haya tenido que robarlas... Espero poder devolvérselo algún día.
Durante un instante había creído que se lanzaría a mi cuello. Tras terminar el trato no sabía muy bien a dónde dirigirme... Podía irme a otros sitios a conocer a gente nueva, pero no lo tenía muy claro. Tampoco quería regresar al mundo humano, nada me ataba allí. Sin embargo Zayn cuando nos conocimos dijo algo de poder salir. Quizás ella querría salir de allí.

- ...- La miré fijamente.- ¿Tu quieres salir de este mundo?

Finalmente, me sorprendió que las tuviera escondidas. La cogí al vuelo y empecé a devorarla, casi con ansia. Poco a poco el hambre desaparecía, y comencé a sentirme mejor.

Al rato, Lux me hizo una pregunta, la cual no sabía si responder o no. Me quedé un rato pensativa, mirando el suelo. Supuse que Lux pensaría que ya no iba a responder, pero hable.

- ...Para lo que tengo allí...Prefiero este lugar-respondí, esbozando una sonrisa amarga-Aquí al menos no me tratarían como sujeto de un experimento.

Zayn devoró el chocolate velozmente, como si no hubiera más días en su vida. Su expresión se dulcificó, pero probablemente ella no se diera cuenta de ello. Para ella sería como si no hubiera cambiado su expresión.
Pero al oír mi pregunta no respondió se quedó en silencio, mirando al suelo. No la presionaría si no quería contestar. Por ello me senté apoyándome en el muro de una casa. Estaba algo cansada, mi cuerpo me dolía por el simple hecho de moverlo. Y notaba una sensación de opresión en el estómago. Entonces entendí que debería comer algo. Saqué una de las tabletas y me comí unas cuantas onzas, en cuanto que lo hice me sentí libre de esa sensación.

Entonces Zayn respondió. La amargura impregnaba su tono de voz. Debía haber sido tratada muy mal desde que era pequeña, no tenía nada en la Tierra al igual que yo.
En eso estamos igual- Mis labios se curvaron ligeramente hacia arriba, en un amago de sonrisa.- Lo único que me queda allí es la cárcel por el asesinato de mi familia, así que prefiero estar en otro mundo que no sea la Tierra.

Se lo dije, porque ella lo había dicho parte del motivo por el que era tan desconfiada. Y lo justo era que yo también contestara.

Miré a Lux de reojo durante un rato, haciendo conjeturas sobre el motivo que la hubiera llevado a hacer tal eso. Podría ser cualquier cosa: odio, interés, envidia...incluso diversión. Sin embargo, esa chica no parecía ser de las que disfrutaban con el dolor ajeno, así que al final opté por olvidarlo. A lo mejor el asunto estaba relacionado con lo que había pasado momentos antes, lo de la No-Lux.

Me acordé entonces del científico. Solo al recordarle me entraba de todo. La furia comenzó a llenarme. Apreté los puños con fuerza e inspiré hondo. Él ya estaba muerto. No tenía motivos para acordarme de él. A pesar de todo, sonreí al recordar la satisfacción que me produjo cuando lo maté. Me había engañado, ofreciéndome un mundo perfecto que jamás había existido, y haciéndome un daño insoportable después Aún tenía pesadillas sobre ello.

Por otro lado, obviamente, yo no recordaba a mis padres. Me habían abandonado. No podía considerarles como parte de mi familia, porque además, jamás había tenido ninguna que valiera la pena.

Alcé la mirada y suspiré, preguntándome por centésima vez qué aspecto tendrían mis verdaderos padres. Probablemente nunca lo averiguaría. Pero, si ese día llegaba a darse, me plantaría frente a ellos y les preguntaría: "¿Por qué?"

Le dí un nuevo mordisco a la tableta de chocolate. Aquello era lo único que me animaba de verdad. Como ya le había dicho a Lux anteriormente, el chocolate era mi adicción.

Zayn siguió en silencio, pero me dió igual. El silencio antes me daba miedo, era una sensación opresiva, que a mucha gente le aterrorizaba. Sin embargo había estado rodeada por hielo en un espacio en el que no había nada, solo estrellas.

Me quedé mirando a los digimons ir y venir, era sorprendente, eran como personas humanas, había niños, ancianos, adultos llendo a ocuparse de sus ocupaciones. En cierto sentido había añorado ver esas simples cosas que la gente pasa por alto cuando lleva muchos años. Ver a unos niños jugando a perseguirse, verlos comprando, hablando sin preocupaciones... Todos esos ínfimos detalles que nadie hace caso, pero que le dan un corazón a una ciudad.

Zayn suspiró y la miré, su rostro mostraba una expresión que hizo que la piel se me pusiera de gallina. Algo no muy bueno debía pasar por su cabeza para que pusiera esa expresión. Finalmente volvió a comer chocolate y se relajó.

Que chica tan extraña, fue lo que pensé.

Sacudí la cabeza, intentando alejar esos pensamientos de mi mente. Solo conseguiría hacerme daño. Guardé lo que quedaba del chocolate en el bolsillo y me estiré. Miré hacia el horizonte, donde se atisbaban unas cadenas de montañas. Me pasé una mano por el pelo rojo, pensativa y finalmente me giré hacia Lux.

- En fin...Gracias por el chocolate, pero yo voy a seguir mi camino. Suerte y todo eso...

Yo ya había conseguido lo que quería. Ladeé la cabeza y le hice un gesto de despedida. Me volví para irme pero entonces sentí que me agarraba del brazo.

La sujeté por el brazo lo suficiente para retenerla pero la solté rápidamente. Tres años rodeada por el hielo me habían hecho muy sensible al calor, y tocar su piel fue como si hubiera metido las manos en magma, caliente y desagradable.

- Espera- dije- ¿Qué tal si hacemos otro trato? Yo no sé nada de este mundo, he incluso podría morir. Te contrato como "guardaespaldas" y a cambio te daré más chocolate.

Le dejé un tiempo para que se lo pensara. No me apetecía quedarme sola con los digimons, a pesar de que no eran malas "personas" pero no eran humanos.

- ¿Y bien?- Pregunté finalmente

Me soltó rápidamente, como si a ella tampoco le gustara el contacto físico. Me extrañó, porque antes había hablado como si no le importara. La miré, interrogante.

Entonces, sorprendentemente, me ofreció ser su guardaespaldas porque, según ella, no sabría sobrevivir sola. Parpadeé. Ella podría defenderse sola, era un biohybrido. Me dí cuenta de que si no conocía nada del mundo digimon, mucho menos iba a saber de las fusiones entre humanos y digimons. Fruncí los labios, divertida. Bueno, no iba a ser yo la que le estropeara la sorpresa. Luego me ofreció chocolate a cambio. Mis ojos brillaron peligrosamente, ya me había suministrado para un rato. Además, parecía que realmente necesitaba mi ayuda. Podría aprovecharme de eso.

- Deberías saber...-empecé diciendo, lentamente- que el chocolate es solo uno de mis intereses-me reí suavemente.- Podría ser tu guardaespaldas, pero eso de hacer las cosas gratis no es lo mío, seguro que ya lo habías averiguado hace rato. Es más divertido obtener algo a cambio...algo que me interese.

Le dediqué una fiera sonrisa y me crucé de brazos.

- Seré tu guardaespaldas, pero...me reservo el derecho de pedir algo a cambio para usarlo cuando me plazca.

Esta vez, le tendí la mano para que me la estrechara. Así me aseguraba de que, si aceptaba, cumpliría su palabra. Aunque Lux parecía demasiado honorable como para engañar de esa forma. En eso no nos parecíamos.

- ¿Trato hecho?

Sus ojos brillaron de una manera extraña, pero finalmente accedió a ser mi guardaespaldas. Sin embargo tendría que darla algo que la interesara más adelante, no era nada demasiado complejo a fin de cuentas.

- Trato hecho.
A pesar de que me escamaba tener que volver a tocarla, le estreché la mano. De nuevo era como tocar lava, pero me aguante las ganas de apartarme como si me hubiera quemado. Ya casi creía que me iba a salir humo de la mano. Pero como siempre, mi rostro no demostró nada.

- ¿Puedo confiar en tí para este trabajo? Ya me has aclarado que si haces algo, no es gratis. No me interesa que me abandones en cualquier momento, porque no quieras protegerme.

Retiré la mano, despacio como si no me provocara repulsa el contacto físico, desde que había comprobado que el calor no era algo que me gustara.
Solo estaba probando la sinceridad de su respuesta, ya sabía que muy probablemente si mi vida estaba en juego, ella no vendría. Pero siempre es bueno saber si tu acompañante es un mentiroso o no.

Levanté una ceja, divertida.

- Claro, mujer... Hemos hecho un trato, ¿no? Si murieras ahora no podría cobrarme lo que sea que te vaya a pedir. Además, ¿qué ganaría yo con tu muerte?

Enmudecí durante unos segundos, pos si decía algo. Me dí cuenta entonces de que tenía el flequillo un tanto despeinado, así que me lo mesé para recolocarlo.

- En fin... ¿A donde vamos?

Me pareció sincera, pero aún así no me había respondido lo que quería si era capaz de sacrificarse, pero, en fin, esperaba no tener que comprobarlo nunca. A pesar de decirla guardaespaldas quería más una guía.
Comenzó a mesarse el flequillo, yo no me solía preocupar mucho del pelo, a fin de cuentas, mientras que mi flequillo estuviera en su sitio, no se notaría nada raro.

- No sé, no tengo mucha idea de cómo va este mundo. Sólo sé que esto es una isla con diferentes climas. Y luego sé que en este pueblo se cogen Whamons- cosa que no sabía lo que era- Que te llevan a los continentes, pero ni idea. Yo te sigo.

Asentí y me volví.

- Muy bien, mujer de hielo. Conozco el sitio perfecto para empezar el tour por la isla. Sígueme.

Recorrí la calle, con Lux a mi espalda. Me dí cuenta de que necesitaríamos unas capas o algo para refugiarnos del frío, aunque sospechaba que a Lux no le haría falta.

Terminó la calle y al doblar la esquina nos encontramos en una de las salidas del pueblo. Me detuve, observando el hielo a lo lejos del paisaje y sonreí. Suspiré y seguimos caminando, abandonando el pueblo.