Hasta que la muerte nos separe

La mirada es el reflejo del alma, o eso dicen por ahí.

Eran ya las once de la mañana, el Sol estaba levantado desde hacía horas, al igual que todos en la isla. Se supone que ese tendría que ser el día más feliz de mi vida... Nada lejos de la realidad, estaba eufórica y pletórica de dicha, pero dar ese paso suponía algo muy serio. No tenía dudas con respecto a mis sentimientos. Yo le amaba, y él me había demostrado lo mismo incontables veces. Pero aún así, a pesar de todo, tenía los nervios a flor de piel. Mis brazos tenían la textura de una gallina desplumada, mis ojos enmarcados en raya negra miraban su reflejo del espejo con nerviosismo en el color verde, y mis manos temblaban, mientras sostenían el ramo blanco de rosas.

Parpadeé repetidamente, mirando a la extraña figura vestida de blanco que veía en el espejo. El velo me cubría  la parte de arriba de los cabellos rojos, recogidos en un bonito y sencillo moño en forma de trenza, con algunas flores blancas decorándolo. Me llevé una mano al leve tirabuzon rojo que se había quedado sin recoger a un lado del rostro, y tiré de él para comprobar que la chica del espejo hacía lo mismo...

- Zayyn...-sentí una mano posarse en mi hombro, una mano suave. Mis ojos se cruzaron con los de Kali en el espejo. La motera obviamente se encontraba en su forma humana, con sus cabellos rubios moldeados de manera que cobraran rizos sobre sus hombros. Me miraba con una calmada sonrisa, acompañada de un brillo feliz en sus iris azules-. Sabes que es la hora... Todo va a cambiar a partir de este momento...

Parpadeé repetidamente, sin decir nada, y me volví hacia ella para abrazarla. Estaba feliz por tenerla a mi lado, desde que recordaba, ella siempre había estado conmigo, en las duras y en las maduras, sin importarle que yo la tratara mal... Ella era mi hermana.

Un leve carraspeo se hizo notar cuando pasaron unos veinte segundos, un carraspeo de una persona que se encontraba apartada de nosotras. Me separé de Kali, inspirando hondo para evitar que un reguero de lágrimas me estropeara el maquillaje con el que ellas dos habían estado trabajando... ¿Ellas dos? ¿Quién más? Me fijé en la segunda persona, otra mujer, de cabellos negros y largos, y de rostro muy parecido al mío...

Se trataba de Kashra, y en realidad era otro digimon con apariencia humana, y con un vestido muy similar al de Kali, la otra dama de honor. Se podría decir que era mi viva imagen, de no ser por nuestros distintos colores de cabello, ella negro y yo rojo... Pero, ¿quién era esa mujer, que me miraba con ojos orgullosos, y a la vez tristes? Es una larga historia por contar...

Ella era mi hermana mayor, biológica. No por parte de padre, no por parte de madre... Ella era la hermana de mi digimon interior, de Aeir, y a pesar de eso, a pesar de saber que esta estaba "confinada" en un cuerpo humano, ella sabía que en realidad ambas éramos una, ambas éramos su hermana pequeña, a la que había perdido hacía tantos siglos.

Kashra inspiró hondo, y se acercó con pasos titubeantes a mí. Hacía poco que nos habíamos reencontrado, y por eso sabía que ella estaba medio tímida por abrazarme, así que por eso di yo el primer paso, y la apreté con mis brazos, sin importarme que ella fuera "medio desconocida", porque había conseguido recordarla... Ella era mi única familia digital directa.

- Venid las dos...-murmuré, con voz queda, atrayendo también a Kali, y abrazándolas a las dos por igual, mientras me sorbía la nariz, tratando de que mis emociones no se desbordaran-. Os necesito conmigo.

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OFF:

Spoiler:

Mientras que Zayyn se abrazaba con los Digimon, había una figura parada bajo el marco de la puerta que mira toda la escena e interrumpe tocando la puerta abierta a su lado -Querida, al único que deberías estar abrazando es a mi hijo- Dice la madre de Kenshi antes de entrar a la habitación. La señora esta cuidadosamente maquillada y viste un kimono color negro con una gran variedad de joyas. -Si quieres hacer esperar mas a Kenshi entonces dame un momento para darte algo- Dice la señora antes de caminar hacia Zayyn al mismo tiempo que empieza a buscar algo en su bolsillo, cosa que sostiene en una mano para luego tomar una mano de la pelirroja y depositar cuidadosamente el objeto. El objeto es un collar de metálico forma de flor con una pequeña cadena que se ven bastante antiguos -Ese collar fue en el altar por cuatro generaciones en mi familia... como no tengo hijas creo que es correcto que tu la uses... además- La señora deja de hablar para volver a buscar algo en su bolsillo y esta vez la señora saca una liga para el cabello que también le da a Zayyn -Y eso era de tu madre... se muy feliz querida- Es lo ultimo que dice la señora antes de abrazar a Zayyn por unos instantes antes de marcarse de la habitación para reunirse con los demás en el lugar de la boda, un claro con una pequeña cascada y un estanque. Una fila de sillas, mesas con comida y una larga alfombra que termina en el altar en donde esta parado kenshi que viste un traje negro y que lleva esperando mucho tiempo la llegada de la novia, lo único que el hace es ver con hambre el gran pastel y lamentarse el no haber desayunado ese día.

Abracé por no sé cuántos minutos más estuve abrazada a ellas dos, aunque no me importó gastar mi tiempo en ellas. Estaba asustada, era como si quisiera retrasar lo máximo posible aquel juramento que iba a hacer. Le iba a entregar mi vida a otra persona, y eso no lo había hecho con nadie... Era una improtante elección, un paso adelante que lo decidiría todo...

Tan metida estaba en mis pensamientos, que incluso no sentí llegar a una nueva persona, y cuando escuché la voz de mi suegra desde la puerta, di un leve brinco del sobresalto, separándome al instante de mis dos "hermanas". La miré con sorpresa, pero tragué saliva y le hice un gesto para que entrara.

- Sakura, debería de ir al lugar de la celebración... Yo ya terminaba...-me sorbí la nariz, y me acerqué al espejo para ultimar los detalles de mi rostro-. Kenshi necesita en estos momentos el apoyo de su madre, no debería estar solo.

Traté de quitarle importancia al asunto, aparentando estar tranquila, a pesar de que tenía los huesos temblando del nerviosismo. Volví a mirarme al espejo, y al hacerlo, me topé con la anciana, que se había colocado a mi lado cuando Kali y Kashra le permitieron acercarse. Me di la vuelta, y la miré fijamente después de que ella reconociera tener algo para otorgarme.

- No necesito regalos de bodas-sonreí de medio lado-. Estaré satisfecha con mi único premio-la referencia a mi chico estaba clara. No obstante, la mujer no dejó que terminara, y me tomó delicadamente de una mano, depositando sobre esta algo frío y serpenteante. Al descender la mirada, descubrí que se trataba de un cochar plateado con una bonita flor... A pesar de que se veía antiguo, pude observar que estaba muy bien cuidado.

Alcé la mirada de nuevo hacia Sakura, y mi sorpresa aumentó al contarme que en realidad esa joya se había transmitido de madres a hija en las bodas celebradas de cada una. Sentí entonces algo revolotearme en el interior del estómago, como si tuviera un animal pequeño saltando dentro. Sakura me tendía aquella reliquia de su familia... Para que la llevase en la boda... Parpadeé para desempañar los ojos. En verdad, últimamente la madre de Kenshi no me había caído muy allá, pero ya nada importaba, porque ella me estaba aceptando como parte de su familia, y si eso no fuera poco, me tendió también un pequeño y bonito coletero, al parecer perteneciente a mi madre...

- ...-no supe qué decir al principio. Estaba tan impresionada, que no fui capaz de decir nada hasta que la anciana me abrazó con fuerza, un cariñoso abrazo al que tuve que corresponder, más porque en verdad lo necesitaba, que por no dejarla en mal situación-. Gracias...

La mujer se separó, y se marchó entonces, dejándonos de nuevo a las tres a solas. Inspiré hondo varias veces, justo cuando un hombre pelirrojo y trajeado, Rukriel, entrara impecable en la sala, y con una sonrisa, me ofreciera su brazo para disponernos a caminar hacia el altar. Tragué saliva ya por milésima vez, y acepté su brazo. Ambos caminamos por la casa hasta salir de ella y aproximarnos a la parte de atrás, con Kashra y Kali a nuestra espalda, siguiéndonos como damas de honor.

La selva abrió para nosotros un camino que ya habíamos preparado con antelación, hacia un bonito clara provisto de un puro estanque y de una pequeña catarata que depositaba sus aguas con calma en aquel pequeño lago.

- Fenrir, todo listo, vamos a pasar-escuché murmurar a Kali por un intercomunicador que poseía en su oreja-. Prepárate...

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Fenrir recibió la señal, se llevó una mano a su oreja humana y sonrió. Asintió, se arremangó la camisa blanca que llevaba puesta y acomodó la guitarra de su tamer sobre sus rodillas. Posó sus dedos sobre las cuerdas, y sin activar todavía el amplificador, hizo que sus dedos comenzaran a jugar con suavidad con las cuerdas del instrumento.


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Todos en aquella comitiva nos detuvimos antes de cruzar ese caminito en la selva. Inspiré hondo repetidas veces, expulsando el aire de manera rápida para tratar de tranquilizarme. Rukriel me miró, y debió de notar mi nerviosismo, porque esbozó una sonrisa feliz.

- ¿Lista, Master?

Suspiré con fuerza.

- Después de todo por lo que he pasado, y de todos los enemigos a los que me he enfrentado... Enfrentarme a un digimon mega me parece un juego de niños al lado de esto...-dejé escapar una risa nerviosa para intentar despejarme y relajarme-. Vamos a ello...

La música empieza a sonar, separo la mirada del pastel y miro al frente donde distingo las siluetas de Zayyn y de los Digimon que se aproximan lentamente. Hago una señal con la mano y Gaioumon se aproxima para pararse atrás del altar para hacer su papel de sacerdote, el quizás no se exactamente un cura, pero su estatus de guerrero le da el "poder" de casar a las personas... quizás, pero en teoría solo necesita leer un libro escrito en idioma Digimon que Gaioumon deposita sobre el altar.
Mi corazón empieza a latir cada vez mas rápido a medida que veo a Zayyn aproximarse, aun esta lejos pero se que se aproxima, lo se. Sin embargo un nuevo sonido llama mi atención, un leve zumbido y luego un estruendo como si algo grande aterrizara, volteo la cabeza y entonces veo a una enorme criatura metálica color blanco -¿Llegue tarde?- Dice Plutón en su forma Burst Mode quien camina hacia el altar para apartar a Gaioumon y reemplazarlo en su tarea de sacerdote. -Plutón, estas aquí- Digo impresionado de ver a mi Digimon nuevamente a mi lado -Me he tomado unas vacaciones, no puedo faltar a esto- Dice el caballero abeja mientras mira directamente al frente, viendo como Zayyn se aproxima.

Mis pies descalzos pisaron la hierba fresca de la selva con suavidad, sintiendo las gotas del rocío de por la mañana bajo las plantas. La comitiva avanzó a través de la selva, apenas sería una mancha borrosa para los que esperaban ver a la novia reluciente, con su largo vestido blanco, y su ramo de rosas listo para ser lanzado en cualquier momento cuando terminara la celebación. Mi corazón palpitaba frenética, podía escuchar la música de una guitarra "acustica", o por lo menos no tenía ese soníto eléctrico que el amplificador daba al enchufar el instrumento con un cable... << ¿Por qué estoy pensando ahora de música? Depería estar pensando en lo que me espera, voy a casarme, estoy embarazada, y el padre de mi hija me está esperando... >>

Finalmente el camino a través de la selva desapareció, para dar paso a un bonito claro muy iluminado, con un pequeño estanque con cascada que dejaba escapar un puro sonido del agua al correr, juntándose con los distintos piares de los pájaros que revoloteaban, y que hacían acompañamiento a la música que Fenrir tocaba con la que había resultado ser mi guitrra... El sonido suave y acústico de esa canción, el Canon D de Pachelbel, acabó convirtiendose en un Canon rock, pero agradable, cuando el digimon lobuno con apariencia humana, conectó el cable finalmente a un amplificador.


Mis ojos recorrieron todo el lugar algo nerviosos, hasta quedarse clavados en el altar, y en la persona que allí me esperaba. Un chico rubio, de ojos azules, y con traje negro. Nuestras mriadas se cruzaron, y en ese momento, todo miedo o nerviosismo desapareció, solo con ver el fondo de sus pupilas, ese mar azul ue me había enamorado poco después de conocerle. Pude ver en su expresión todo el amor, o incluso más, que me había demostrado hasta entonces, y eso me dio fuerzas para levanzar un pie y seguir avanzando hacia él, con Rukriel llevándome del brazo, como si fuera en nombre de mi madre fallecida, y con Kashra y Kali detrás de mí, ambas emocionadas.


Inspiré hondo. A pesar de mi anterior nerviosismo, ahora tenía claras mis prioridades, estaba completamente decidida. Reconozco que cuando Kenshi me pidió matrimonio allí en el salar, me había dado algo de miedo comprometerme, pero al final había resultado ser la prueba que necesitaba para saber que estaba haciendo lo correcto, y que él, iba a ser la persona con la que compartiría mi vida por el resto de los tiempos.

Después de cruzar la larga alfombra que habían extendido por el suelo, me coloqué en mi puesto, sin percataarme de que el que haría las veces de sacerdote era nada menos que Plutón. En esos momentos, mis ojos estaban pendientes de otra cosa, no podía apartar la mirada de sus ojos azules... Esbocé una media sonrisa, y extendí una mano para buscar la suya y entrelazar mis dedos con los suyos.

Jamás me imagine que alguna vez vería a Zayyn en un enorme y hermoso vestido blanco, con el que se acerca al altar. Por unos momentos ella casi parece alguien completamente diferente, se ve como una mujer totalmente pacifica, amable y que no mataría siquiera a una mosca... un concepto muy alejado de la realidad. Zayyn se veía cada vez mas hermosa a medida que se acercaba al altar junto a Rukriel transformado en humano.
Finalmente mi prometida llaga a mi lado en el altar, durante todo el camino nuestros ojos no se separaron hasta que ella me toma de la mano y es cuando rompo el contacto visual para ver nuestras manos. -Jamás te imagine en un vestido asi... te ves hermosa- Le digo acariciando su mano con un dedo, luego vuelvo a mirarla a los ojos para finalmente ver al sacerdote que empezara con la ceremonia.
Plutón mira el libro escrito en Digiletras, ojea un par de veces antes de ver serio a Gaioumon por aun no aprender el idioma humano. -Hermanos y hermanas, nos hemos reunido aqui para acompañar a Kenshi y a Zayyn a celebrar el sagrado sacramento del matrimonio. Bienvenido sean todos familiares y amigos a la celebración de esta unión...- Empieza a recitar Plutón y al terminar hace una pausa para que empiece a sonar nuevamente la música, melodía que parece alargarse por un buen tiempo, tiempo que aprovecho para ver a Zayyn a los ojos y sonreírle, no puedo negar que estoy nervioso pero a la vez muy feliz de poder casarme con la mujer que amo y que a su vez lleva a nuestro hijo en su interior.

- ¿Hubieras preferido verme de gótica satánica?-inquirí, ampliando mi sonrisa y transformándola para que se viera burlona. Estaba mirando a Plutón. con los ojos brillantes. El digimon podría notar toda la emoción que sentía en esos momentos, y toda la determinación de la que disponía.

Plutón entonces empezó a recitar todo lo que diría un auténtico cura al comenzar la ceremonia de casamiento. Escuché con atención, y a la vez mantuve mi atención en Kenshi. sintiendo como este me acariciaba la mano, y cómo me miraba una vez hubo terminado el digimon abeja de leer. Giré la cabeza para corresponder a su mirada, mientras la música de Fenrir, ahora tocada a un volumen menor que antes, seguía sonando, de nuevo en modo acustico.

Sonreí a Kenshi con un brillo picaresco en los ojos, y frené mis ganas de rozar mi vientre, para continuar sujetando el ramo blanco. de flores. Ahora mismo no necesitaba nada más, le tenía a él delante de mí, y a ella en mi interior.

-Nooo... es lindo verte con otro estilo- Le respondo a Zayyn antes de que la música se detiene para que Plutón continué con la ceremonia. Pero antes de continua, Plutón mira confundido el libro escrito en digiletras -Eso esta mal escrito...- Dice el Digimon en voz baja antes de continuar -Asi pues, ya que quieren establecer su alianza en matrimonio, unan sus manos y expresen su consentimiento frente a los invitados... Kenshi Haibu ¿aceptas a Zayyn Scarlet como tu esposa, para amarla, respetarla en salud y en enfermedad hasta que la muerte los separe?- Dice el Digimon, palabras que me hacen que tome ambas manos de Zayyn y empezar a mirarla directamente a los ojos. -Si acepto- Le digo a Zayyn con una sonrisa de oreja a oreja.
-Zayyn Scarlet ¿Aceptas a Kenshi Haibu como tu esposo, para amarlo, respetarlo en salud y en enfermedad hasta que la muerte los separe?- Pregunta el Digimon, palabras que hacen que todas las miradas se fijen en la novia, esperando su respuesta.

Contemplé cada rasgo suyo, cada gesto, cada faccion, como si se tratara de una obra de arte. No era necesario hablar en esos momentos, conocía a Kenshi y sabía que intentaba expresar en su mirada, sabía en qué pensaba y qué era lo que quería. Cuando Plutón hizo la obligada pregunta, no me sorprendió para nada la afirmativa del rubiales, la había esperado durante todo este tiempo, y me había hecho muy feliz escucharla.

Sin embargo, cuando llegó mi turno y Plutón se dirigió a mí, acaricié las manos de mi futuro esposo, y no aparté mis ojos de él. No sonreí; mi rostro era de mármol, sin expresión alguna, cuando Plutón recitó las palabras más difíciles de mi vida.

- Zayyn Scarlet ¿Aceptas a Kenshi Haibu como tu esposo, para amarlo, respetarlo en salud y en enfermedad hasta que la muerte los separe?

No respondí enseguida. Mis labios permanecieron sellados, mientras mis ojos lo escrutaban en aquel incómodo y sepulcral silencio que se había aposentado al notar mi tardanza en pronunciar palabra. Carraspeé, y antes de soltarle las manos, parpadeé una vez:

- No.

Era muy consciente de que ahora todas las miradas debían de estar clavadas en mí, sorprendidas y conmocionadas... Y con razón. Había dicho que no quería aceptarle como esposo, que no quería estar con él hasta que la muerte nos separara... Pero no mentía, y no por eso significaba que fuera algo malo. Esbocé una malévola sonrisa, y le tomé el rostro con expresión de poker con ambas manos, mientras mis ojos brillaban con picardía.

- Le acepto como mi vida, como mi única razón de ser. Lo no lo voy a respetar en la salud y en la enfermedad, lo haré siempre... Y en lo que a mi respecta, como muerte nunca voy a dejar que se vaya de mi lado.

Entrelacé mis dedos con los suyos, y finalmente, transformé mi expresión juguetona en una cariñosa, y que despedía amor tanto por los ojos y la sonrisa, como por las demás facciones suaves y relajadas.

Cuando escuche la palabra "no", sentí que se me paro el corazón y toda expresión en mi rostro desapareció y no soy el único, todos los presentes se quedan mudos, incluso mi madre se lleva una mano al pecho, como si la sorpresa de la respuesta le hubiese provocado un ataque.
Sin embargo cuando la novia continua hablando todos, incluyéndome, suspiran de alivio y molestia, no pudo evitar enojarme de que ella haga ese tipo de bromas en un día tan importante. -¡Dioses! casi me provocas un infarto, no hagas ese tipo de bromas- Dice mi madre levantándose de su asiento para descargar su enojo. -Si... pudiste ahorrarte el no- Le digo a Zayyn, sin embargo antes de que nadie pudiera decir nada, Plutón continua la ceremonia -Considerando eso como un si... pues, los anillos- Plutón mira fijamente a Zim pero al ver ninguna reacción, Plutón le da un codazo al otro Digimon para que reaccione y le entregue los anillos a los novios.
Al recibir los anillos para ponérnoslos respectivamente. -Entonces, por el poder que La Base Real y que yo mismo me confiero, yo los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia- Obedezco la orden y abrazo fuerte a mi esposa para besarla al mismo tiempo que todos los presentes empiezan a aplaudir.

Ante las exclamaciones de alivio y de molestia no pude evitar soltar una leve risa de diversión. Independientemente de que no había sido el momento apropiado para gastar esa pequeña broma, había sido muy divertido, y además, era como una segunda venganza por lo del salar.

- La venganza se sirve fría, amor-dije cuando Zim nos tendió los anillos a cada uno.

Tomé su mano, y sin apartar mis ojos de los de él, le coloqué el anillo en el dedo centrar de su diestra. Me mordí el labio, con fuertes deseos de abazarle ya, y de besarle allí mismo. Sin embargo, me abstuve por tradición y esperé a que sus dedos encajaran la coya que me correspondía en mi mano. Inspiré hondo, radiante de alegría, y antes de que Plutón terminara su orden, yo ya me había lanzado sobre el chico, abrazándolo, y besándolo con la misma pasión que había estado controlando hasta ese momento. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y cerré los ojos, sintiendo por fin una inmensa calma.

Me había casado, acababa de crear, junto con Kenshi, una nueva familia. Estábamos él y yo, y dentro de unos pocos meses, una nueva personita estaría con nosotros. Los tres viviríamos juntos y felices, y tanto Kenshi como yo, haríamos lo posible por hacer que fuera la niña más feliz del mundo.

Sonreí ampliamente, y me separé un instante antes de volver a besarlo, cuando todo el mundo se levantaba y aplaudía como locos. Era tan feliz en ese momento, que no encontraba palabras para describir mi estado de ánimo... Ni siquiera con todos los sinónimos del termino felicidad podría siquiera acercarme.

- I love you, my husband.

La ceremonia termina con un hermoso beso que indica que Zayyn y yo finalmente estamos casados, somos marido y mujer, unidos hasta que la muerte nos separe y el hecho de que Zayyn sea literalmente la muerte, no parece ser un buen presagio, esas son buenas preguntas en las que no me fijo en estos momentos ya que la ceremonia acabo pero la fiesta empezó.
Abrazo con fuerza a Zayyn, me acerco a ella para hablarle al oído y le susurro -Hay algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo- Me mantengo en silencio unos segundos antes de dejar de abrazarla para mirar a los invitados de la boda -¡Es hora de partir el pastel, tengo hambre!- Digo emocionado, a lo cual Gaioumon obedece desenfundando una de sus espadas para partir el pastel por la mitad con todo y mesa, la que cae al suelo, pero afortunadamente el pastel se salva. Saco mi Digivice de mi bolsillo e involuciono a Zim a su etapa de novato para que no cause mas desastres, luego doy yo quien me aproximo al pastel para empezar a servirlo y ponerlo en platos.

Levanté una piena hacia atrás cuando mis labios se posaron en los de Kenshi por segunda vez. Estaba finalmente casada, ya tenía mi familia formada... Tanto tiempo sola, sin una madre viva, y sin un padre que se preocupara por mí y que hiciera de figura paterna. Siempre me las había apañado para cuidarme a mí misma, era infependiente y sabía ingeniármelas para salir airosa de los problemas... Ahora por fin, después de tanto tiempo, tenía una familia, y aunque me gustaba la idea, me parecía tremendamente extraña.

- Finalmente lo hemos hecho-murmuré, juntando mi frente con la suya y sonriéndole. Luego él susurró algo, haciendome sonreir de manera pervertida ante la perspectiva de lo que estuviera planeando hacer-. Ah... ¿El qué? ¿Es divertido?-dejé escapar una divertida risotada y fui a darle un beso, cuando él de repente se separó y fue como loco a por la tarta, dejándome a mí con las ganas, y con una expresión de confusión absoluta-. Maldito rubiales...-murmuré, al entender que esa era su venganza por el susto de antes.

Continué con mi sonrisa, sin embargo, y me acerqué junto a él para tomar un plato con un pedazo de tarta. Le observé repartir, y algo en mi interior me hizo suspirar, quizás la felicidad absoluta de saber que por fin sentía que encajaba en algún sitio, de saber que él me quería, a mí y a la vida que llevaba en mi interior.