Aldea DemiVeemon.

— Esto debe ser una broma —murmuró Cornelius, creyendo que nada iba a pasar pronto.

Pero entonces captó algo con el rabillo del ojo y sin darle demasiadas vueltas al asunto, giró la cabeza velozmente hasta donde había notado movimiento. Una sonrisa de pura maldad se extendió por su rostro, a la vez que llamaba la atención de su compañero.

— Es el momento —dijo y señaló hasta un grupo de digimon bebe.

El digimon alado había sentido la necesidad de destruir. Todo su cuerpo estaba en tensión y no era para menos. Hacía meses que estaba notando como su hogar, donde había nacido, estaba siendo poseído por algo tan terrible, que hasta los digimons más valientes se negaban a enfrentar.

—Demi Dardos— Grito Demidevimon.

Las ganas de combatir, a emoción por el encuentro y la necesidad de acabar con la amenaza rápidamente hizo que Cornelius y su digimon entrasen en una sintonía, una simbiosis unica, que solo llevaría a una cosa. La muerte de esos digimon. No tardo nada en hacerse patente la conexión que ambos tenían. Demidevimon lanzo su ataque y sonrió. Solo tenía que dejarse llevar

—Buen trabajo— Le expreso Cornelius a su camarada y se marcharon de aquel lugar.

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Se encontraba caminando como si nada y burlándose de lo que ocurrido el día anterior. En ese momento escuchan algunos pasos y toman posición defensa.