Siempre encuentras lo que pierdes cuando dejas de buscarlo

Un suspiró salió de los delicados labios de una extranjera en tierras niponas, no por nada su piel blanca y cabello rubio destacaba entre una multitud de cabezas de cabellos oscuros o en todo caso de colores extraños, como era la moda actual en Japón. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no era capaz de ver lo que había a su alrededor, se movía entre la gente como si de un autómata se tratase. De hecho, ni el mal tiempo que asolaba el archipiélago podría hacerla salir de sus reflexiones, aunque siempre tenía ayuda con su cuerpo, capaz de soportar temperaturas bajas mejor que un humano normal.

¿Y qué era lo que tenía a la joven tan centrada? Simplemente el terror a un reencuentro. Su desaparición durante cuatro meses la había hecho perder el contacto con todos sus anteriores conocidos, entre ellos cierta persona con la que había comenzado una relación. Una que por fin no estaba sumida en sufrimiento y sombras, solo en calidez y confianza. Pero... Había desaparecido sin decirle nada, ¿la odiaría? ¿Habría rehecho su vida y se habría olvidado de ella?
Le dolía tan solo pensar en ello, a pesar de que por culpa de los malos tratos recibidos había tenido que endurecer todo lo posible su corazón y su mente a esas sensaciones. Pero creer que una de las malas posibilidades podía ser real, la destrozaba por dentro a niveles insospechados.

Sus pasos la llevaron hasta un parque, aunque de hecho, no se percató de ello hasta que estuvo pisando hierba, rodeada de árboles y arbustos. Tenía que tomar una decisión y al menos ir a su casa para hablarlo, pero el miedo la paralizaba. Por eso no había salido de Japón desde que fue liberada. Quería postergar lo más posible ese mal trago.

- Ojala todo saliera bien... - pero no las tenía todas consigo, así que, al llegar a un banco se dejó caer en él. Su postura era sentada, pero con la parte superior del cuerpo echada hacia delante, en un claro intento de conseguir respirar con calma.

- Hasta mañana - La puerta del laboratorio central de DATS se cerró tras el muchacho, llevaba alrededor de 27 horas dentro de las instalaciones manipulando información digital y transformándola en materia orgánica para variarla genéticamente en búsqueda de una cura. Si hubiera sido por el muchacho seguiría ahí otras 30 horas más, pero al supervisor le molestaba que no durmiera siquiera un par de horas. - < Si supiera que no dormiré... > - Las instalaciones de DATS eran amplias, y como era de esperar a las personas que llevaban más de un tiempo ahí le daban un pequeño cuarto donde poder descansar entre misiones. La puerta de su habitación se abrió, sus dos compañeros estaban en la misma posición que los dejó, ambos durmiendo en su estado de bebés sobre su cama sin inmutarse de su ausencia. - Descansen chicos... - Al igual que hacia todos los días que tenía tiempo libre, se sentó frente al ordenador y dejó ante éste sus aparatos digitales. La razón de que sus compañeros estuvieran en ese estado es que siempre que podía utilizaba su energía para mandar a distintos puntos de japón a sus drones de la sinceridad en busca de algo... o mejor dicho de alguien... - Mierda... - Junto a la computadora mantenía una cafetera la cual estaba vacía. El joven se levantó y le introdujo más granos dándose cuenta que otra vez el filtro se había gastado. - Que más da... no creo que se agraden de verme en menos de 12 horas por el laboratorio, por lo que un café concentrado no me vendría mal... - puso nuevamente a funcionar la cafetera mientras repetía otra parte de su rutina que consistía en llenarse el estomago de pastillas para no dormir. - 15 horas será suficiente como para recorrer un par de veces alguna región de japón... - El café ya estaba listo, y los inhibidores del sueño ya estaban llegando a su corteza cerebral, lo que indicaba otra ronda de reconocimiento en el terreno.

Los segundos, minutos y horas pasaban, el muchacho le había acoplado un casco de realidad virtual a su terminal para ver en primera persona lo que sus drones veían. - ... - El chico surcaba terrenos maravillosos, veía el amanecer y el atardecer continuamente, pero eso no le llamaba en lo más mínimo la atención... su objetivo era más importante y hermoso que eso...

- ¿Cuanto tiempo llevas ahí? - El casco que llevaba impedía ver de quien era la voz, pero el muchacho sabía de quien era la voz.

- Vuelve a dormir Astaroth, solo daré un par de vueltas más por Kanto y me iré al laboratorio. -

- Llevas 4 meses en tu búsqueda... y desde que entraste a DATS y tienes esos drones no has dormido más de 3 horas... ¿Tan importante es para ti? -

- Ya e perdido a muchas personas importantes en mi vida... mi hermana, mis padres... no perderé a Natasha sin dar la pelea... - Tenía la vista en uno de sus drones que daba vueltas por el parque central de Tokio, no duraba más de un par de minutos con cada dron, pero algo le impedía cambiar al siguiente. Se perdió en la imagen, su mente estaba rememorando a la chica que tanto buscaba y los momentos que vivió con ella, como el momento en que la conoció. Su largo cabello rubio y sus ojos celestes volvían a su mente cada vez que cerraba los ojos, por lo que prefería gastarse físicamente en su búsqueda que a quedarse con los brazos cruzados. - Aun la amo... - Dijo en un susurró apenas audible para Astaroth. Que su mente estuviera en oto lugar que no fuera la imagen le jugó en contra. Cada vez que se distraía su imaginación se mezclaba con la imagen haciendo que viera a Natasha en lugares donde no estaba... y esta vez no fue la excepción. - regresa a dormir, que me distraes... - El chico parpadeo un par de veces para hacer que la ilusión desapareciera, pero por más que lo hiciera la imagen no cambiaba. Realmente veía a una chica similar a Natasha un tanto preocupada. - ... - El muchacho le dio la orden al dron que se aproximara lo más que pudiera a la chica, si realmente no era una ilusión el audio lo comprobaría. - ... - Cuando la chica dijo unas palabras, los oídos del chico comenzaron a zumbar. su respiración se cortó para luego regresar aceleradamente junto a su pulso. - ... Te encontré... - Dijo con voz quebrada mientras una sonrisa se formaba en su boca y se podía ver una lagrima caer por debajo del casco.

Con cuidado el muchacho se quitó el aparato, dejándolo sobre el escritorio mientras las lágrimas caían como una cascada. Cuatro meses sin saber sobre su paradero, la había buscado en el digimundo, en Rusia e incluso en Nueva York, y por fin la había encontrado en Japón. Sin despertar a sus digimon, Astaroth se habia vuelto a quedar dormido... ¿o tal vez nunca despertó?, desconectó su terminal y tomó todos su aparatos digitales. - Regresaré en un momento chicos... - Dijo abriendo un portal hacia el parque donde había visto a Natasha.


El portal se abrió, la mañana estaba gélida pero el muchacho no temblaba por eso. Su capa era de un material poco común, por lo que pocas cosas podían pasar a través de ella, y el frío no era una de ellas. - Después de tanto tiempo... -  avanzó a paso firme hasta ingresar completamente en el parque. - Te encuentro mi amor... - Su vista se posó en una banca donde una chica rubia estaba sentada. - Después de tanto tiempo... - Se quitó su capa cuidadosamente mientras avanzaba hacia la chica, y al llegar detrás de la banca se la colocó sobre los hombres a la chica. - Puedo tenerte en mis brazos mi amor... - dijo con una sonrisa en su cara y sus ojos llenos de lágrimas.

El molesto zumbido de algo, la hizo fruncir el ceño. Ahora que tenía los ojos cerrados, su sentido del oído parecía haberse agudizado más, aunque no solo era eso, sino la sensación de que estaba siendo observada. Abrió sus ojos, sentándose de nuevo como una persona normal, vigilando a su alrededor. Sin embargo, no había nadie allí, por mucho que miró y miró a su alrededor. Pero la sensación de ser observada no se iba.

Por suerte, tan rápido como vino, se fue, y la chica recuperó su estado anterior, suspirando para aliviar la opresión que sentía. Nunca había pensado que fuese una persona cobarde, pero ahora estaba congelada por culpa del miedo. No quería ir y descubrir una mala noticia, porque estaba segura de que sería mala. ¿Quizás sería mejor huir y no saber nada nunca más? Sí, definitivamente era la decisión más cómoda, ¿para qué pasar un mal trago? Pero... ¡No! No debía pensar en esas cosas, debía afrontar las consecuencias. Las heridas acaban cerrándose aunque dejen una cicatriz retorcida y horrible.

- Vale, Natasha, voy a decírtelo solo una vez, para que lo admitas, y después saques fuerzas de que ya lo has asumido para hacer lo correcto-- habló consigo misma, tratando de animarse.- Estás cagada de miedo, pero has hecho cosas mucho peores que tan solo ir a ver cómo esta alguien. Todo irá bien... O bueno, más o menos... Pero tienes que ir hasta allí.

Suspiró por enésima vez en no sabía cuanto tiempo, pero no estaba dispuesta a hacer nada más que eso. Incluso con su intento de autoayuda, seguía sin tener verdaderas ganas de hacerlo. De hecho, escuchó unos pasos tras de sí, pero fue incapaz de girarse, no se encontraba con ganas de hacerlo, era demasiado trivial. Pero de haberlo hecho, no se hubiese asustado tanto como cuando una cálida capa rodeó sus hombros, trayendo con ella un olor muy nostálgico para la rusa. Aunque eso no fue todo, sino también una voz que resonaba en todo su ser.

Volteó el rostro, con algo de precaución temerosa de que no fuese su imaginación, o una cruel broma del destino. Pero no, ahí estaba él, el que la causaba tanto revuelo mental:

- Carlos... - susurró casi con incredulidad, ¿cómo había llegado hasta allí? ¿En qué momento y cómo la había encontrado? Todo eso le dio igual, ya tendría tiempo de preguntar después, el miedo había quedado olvidado en un rincón, tan solo era capaz de sentir alegría y alivio. Así que, consiguió saltar el resplado del banco para poder abrazar -o mejor dicho estrujar- al chico entre sus brazos. - ¡Carlos!- de nuevo dejó salir el nombre, pero como si fuese una bendición.

Le abrazó sin ganas de querer separarse, no de momento. Estaba tan abrumada, que su cuerpo se movía por inercia, y lo único que la dictaba en ese momento era no dejarle ir.

Natasha no mostró señales de enterarse de su llegada, ¿O tal vez estaba tan absorta en sus pensamientos que no le interesaba nada más?. Daba igual, por que cuando el chico colocó la capa en los hombros de la rusa acompañadas de unas palabras, ésta giró su cabeza para observar al muchacho. - Hola mi amor... - Cerró un ojo mientras se enjugaba las lagrimas ¿Que clase de saludo era ese para alguien que había buscado a la otra persona durante tanto tiempo? Quería abalanzarse sobre ella, tomarla entre sus brazos y no soltarla nunca más sin importar lo que pasara a su alrededor, quería besarle hasta que sus labios se resecaran, pero se contuvo de hacer todo eso por que probablemente ella lo odiara por abandonarla.

- Natasha yo... - Antes de poder decir cualquier otra cosa la chica saltó el banco y le dio un cálido abrazo. - Me alegro haberte encontrado. -Si bien el abrazo lo estaba estrujando al muchacho no le importaba, es más, cerró sus brazos alrededor de la espalda de Natasha y la acercó aún más a él, mientras depositaba su rostro sobre la cabeza rubia de la chica.

El abrazo parecía nunca acabar, y por el chico le hubiera encantado que así fuese, estaba tan alegre que su corazón galopaba dentro de su pecho. - Te busque... - Luego de unos instantes el chico por fin rompió el silencio. - No pude dejarte ir... - Con una de sus manos comenzó a acariciar el largo cabello de la chica. - Llegué a odiarme por lo que te pudo pasar... - Las lagrimas volvieron a caer, esta vez sobre la cabeza de la chica.

Suspiró fuertemente aliviada cuando correspondieron a su abrazo, al menos podía quitarse un peso de encima. La había echado de menos también, lo podía notar porque aunque debiera ser algo molesto su abrazo para él, no quería soltarla tampoco, estrechándola contra su cuerpo.

- Yo también me alegro de que me encontrarás- respondió agradecida, tan solo llevaba un par de días caminando de nuevo por el mundo, y no había tardado nada en encontrarla.- Me alegra saber que me buscaste- sonrió ante esa información, debía haberlo pasado él igual o peor de mal que ella durante todo ese tiempo.

Separó ligeramente su rostro al notar como algo húmedo impactaba contra su cuero cabelludo, sus ojos comenzaron a brillar en exceso amenazando con hacer que ella también acabase llorando solo por verle así, le partía el alma la imagen del chico llorando. Aunque fuese por el alivio que sentía, pero prefería verle sonreír. Con suavidad acarició sus mejillas para borrar las lágrimas.

- Siento haber desaparecido así... Es culpa mía, aunque era complicado comunicarme desde donde me tuvieron retenida en contra de mi voluntad.

Trató de decirlo de la manera más suave posible para que el chico no se alterase de más, bastante afectado parecía ya. Unas gigantescas ojeras decoraban sus ojos, así como más delgadez desde la última vez que le había visto. Si tuviese que dar algún calificativo sería la de cansado o desmejorado. No quería que sufriese algún tipo de ataque solo por la noticia.

- ¿Quieres que nos sentemos? Te veo algo... Mal- para qué usar términos suavizados, cuando la realidad era así. Estaba preocupada por él, parecía haberse deteriorado hasta puntos elevados, ¿sería por haberla buscado tanto tiempo? Eso solo le aumentaba la sensación de culpa.

Las lagrimas advirtieron a la chica de lo que estaba sucediendo con la alegría que sentía el muchacho. Llegando al punto de separar un poco sus rostros para mirarlo directamente a los ojos. Sus suaves manos tocaron las mejillas de Carlos con la intención de limpiar las lágrimas que éste tenía.

- No es tu culp... - El chico intentó hablar a la vez que la rusa, pero se quedo callado por la impresión que le produjo un hecho. ¿Retenida contra su voluntad? ¿Todo este tiempo estuvo prisionera y él no lo supo?, la idea le hizo abrir los ojos como plato, su mente estaba en shock por lo que se demoró en contestar la invitación a sentarse de la muchacha. - ... de acuerdo... - Dijo con un hilo de voz mientras desarmaba el abrazo, quedando solo unidos por sus manos dirigiéndose a la banca.

Cuando por fin estuvieron sentados, el chico se colocó de tal manera que le permitiera ver a Natsha directo a los ojos. - Nat... ¿Que es eso de que te retuvieron? - Directo al grano, no quería rodeos ni intentos de suavizar la situación, quería saber todo lo que le había sucedido a la chica por su ausencia.

Tal y como había supuesto la noticia de que estaba secuestrada había sido suficiente como para dejar al chico en shock. Al menos por suerte, seguía consciente. La verdad, no le apetecía tener que llevarle a un hospital, igual que la primera vez que se conocieron.
Vigiló con cuidado que no pasase nada en el camino hacia el banco, aunque no les separaba más de un metro de dicho sitio, a saber si podía pasar algo. El agotamiento podía ser muy peligroso, sobre todo si las emociones iban de un punto a otro rápidamente.

Sostuvo con fuerza al chico por la mano, la cual no soltó incluso cuando estuvieron en el banco, acariciando con el dedo pulgar el dorso de su mano. Aunque no apartó sus ojos celestes de los oscuros de él mientras que la pedía explicaciones sobre lo que había sucedido. Era mejor quitárselo cuanto ante para que al menos dejase de estar en tensión.

- Bueno... No pasó mucho más, que cierto conocido mío hizo tratos con una sociópata bastante loca, que un buen día se presentó y usando el pretexto de que conocía a esa persona me hizo caer en su trampa. Fui atrapada y llevada a su laboratorio. Pero por suerte conseguí un día comunicarme con mi conocido para que se hiciese cargo de la situación por haber sido tan idiota como para haber confiado en que no harían nada malo - no iba a decir los nombres por mucho que los pidieron, primero porque Kira estaba muerta y segundo, porque Zayyn y ella habían decidido dejar la cuenta en blanco. Indudablemente porque la pelirroja salía ganando con ella, de haber estado invertida la situación seguramente no hubiese habido trato de ninguna clase, pero bueno... - Ya está todo bien, así que, no te preocupes. Además, creo que no he sido yo la que peor la ha pasado de los dos, tú también parece que has sufrido este tiempo. Así que, ¿qué ha sido de tí desde ese entonces?

Trató de mantenerse animada para que el chico no se preocupase de más.

Las caricias de Natasha mantenían al chico en un estado de trance. Aún estaba preocupado de lo que le había sucedido a ella, además de que tenía miedo de que todo esto solo fuera un juego de sus alterados sentidos por culpa del mal sueño. La suave piel de la rusa le permitía verificar que 4 de sus cinco sentidos estaban en lo correcto... el chico deseaba comprobar el quinto.

Cuando la chica comenzó a contar la historia de su secuestro una imagen llegó a su mente. ¿Podría tratarse de aquella chica de cabello rojo con la que se había encontrado hacia tanto tiempo en mitad de una montaña? - Ya veo... - Los parpados de Carlos estaban muy juntos, y sus ojos estaban mirando un punto fijo del suelo, sumándose a esto se encontraba el ton de tristeza en su voz. Se sentía mal por no haber podido ayudar a la persona que decía tanto amar, y que además el contacto de emergencia de aquella persona fuera otro.

- ¿De mi? - Su estado de estupefacción fue roto por una simple pregunta de la chica. - Pues... Encontré trabajo... - No quería rebelar el nombre de la agencia, ya que eso sería involucrar a Natasha en un mundo que tal vez no fuera de su total agrado. - Es en un laboratorio de genética, mantuvo mi mente y mi cuerpo ocupados en algo... - Se paró durante un minuto, al parecer la chica ya se había dado cuenta de sus marcadas ojeras, lo delgado que estaba ahora su cara y la palidez poco sana que traía, por lo que sería mejor contar todo de una vez. - En el tiempo libre que tenía tomaba inhibidores del sueño y café para buscarte con esto. - Levantó la mano libre que tenía, y un pequeño mosquito se posó en su dedo, seguido de otro y de otro. - Los llamo Drones de la Sinceridad, una herramienta que obtuve gracias al digimental de la misma cualidad. -

Los mosquitos volvieron a emprender el vuelo y el muchacho bajó la mano, perdiéndose nuevamente en los ojos celestes de la rubia.

Se puso nerviosa cuando el chico bajó la vista, por suerte su pregunta había conseguido despertarle de ese trance en el que se había sumido. Podía notar la tristeza que le rodeaba tan solo con hacer eso. Se mordió el labio inferior con nerviosismo, aunque rápidamente pudo cambiar su expresión al contestar Carlos a sus preguntas, por lo menos ya no estaba centrado en eso tan malo.

Sonrió alegre al saber que las cosas no parecían haberle ido mal. Tener un trabajo era algo bastante bueno, especialmente por lo que ella sabía cuatro meses atrás.

- ¡Oh! ¡Eso es genial! No sé si todo seguirá como antes, pero estaba complicado encontrar trabajo, así que me alegro mucho por ti- dijo con mucho entusiasmo, pero en cuanto supo de qué se quedó algo helada. Las cosas que tenían que ver con la genética la hacía acordarse de que había gente que sometía a horribles operaciones a otros solo para hacer biohybridos. Además, por culpa de eso estaba tan desmejorado, ¿no?

Pero antes de que pudiese decir nada más con respecto a eso, el chico habló de que en su tiempo libre la había buscado sin descanso. Y eso la enterneció enormemente, debía haber sido frustrante no haberla encontrado por ningún lugar. Pero por otro también se enfadó, !no era necesario matarse a hacer eso¡

- No sacrifiques tu estado físico por algo así, no quiero que te pase nada malo por mi culpa- con el enfado, golpeó al chico con fuerza en el brazo, tampoco quería herirle mucho. Pero antes de que pudiera reclamarla nada por su golpe, la chica se abalanzó hasta hacer que sus labios coincidieran con los de él, dándole un beso que a pesar de lo que pudiera parecer era suave.- Aunque me encanta que me hayas buscado, es muy tierno por tu parte. Muchos se hubiesen rendido ya.

La chica al enterarse que Carlos había encontrado trabajo se alegró profundamente. - Gracias... supongo... - No quería hacer creer a Natasha que su desaparición no le importaba, y que había ignorado lo que tenían durante cuatro meses.

Mientras le contaba todo la chica permaneció en un silencio notorio, ¿Tal vez pensaba que era un obsesivo que no la dejaba en paz? ¿Y si realmente no fue secuestrada, y solo quería escapar del muchacho y sus sentimientos? - ... - Su corazón se encogió en su pecho con la simple idea de que todo eso fuera verdad, ya que el hecho de buscarla terminaría apartándola aún más de sus brazos.

- Nat yo... - El chico no subió la mirada esta vez para hablar con la rusa. Mala idea, ya que la chica le dio un fuerte golpe en el hombro que lo despabiló inmediatamente. - ¡Eh! ¡¿Por qué me... - Natasha se abalanzó sobre él, juntando sus labios con los de él y regalandole un suave beso.

Ahora sus 5 sentidos estaban completamente de acuerdo en que si era real. - Eres muy importante para mi como para dejarte ir como si nada. - Volvió a juntar sus labios con los de la chica, mientras la rodeaba con sus brazos.

La chica dejó escapar una ligera risa de felicidad, definitivamente le había echado de menos todo ese tiempo, aunque por su seguridad mental tenía que haberle apartado, o si no, Kira lo hubiese aprovechado para torturarla con ello. Además de que podría incluso haber ido a por él para hacerla ver como le dañaba... Un escalofrío la recorrió toda la columna al imaginarse eso, ahí sí que la hubiese destrozado completamente...

- Me alegra saber eso... Pensé que te habías olvidado de mí- confesó antes de corresponder al beso del chico, pasando sus manos por detrás de su cuello para acercarle más y profundizarlo.

Finalmente la falta de aire fue lo único que consiguió que se alejase de él, pero no iba a matarse solo por parecer una lamprea. Sonrió respirando de manera entrecortada, feliz de que por fin volvieran a estar juntos, y sin que nada les hubiese estropeado la relación.

- Te he echado demasiado de menos- escondió el rostro en el hueco del cuello del chico.- Pero ya que estamos los dos juntos, las cosas solo pueden mejorar. Aunque tú deberías dormir algo, antes de que te dé un ataque de lo que sea. No es sano eso de estar tanto tiempo despierto- le reprendió con cariño.

El chico sintió como la columna vertebral de la rusa se movía por un espasmo involuntario. ¿Acaso algo la había asustado? - Nunca te olvidaría. - El chico quería destruir cualquier rastro de inseguridad en aquella relación. Quería estar con la chica y hacerla feliz a toda costa.

Lo único que logro separar a los dos enamorados fue la falta de oxigeno, algo que en ese minuto el chico estaba maldiciendo en su cabeza. - Y yo a ti. - respondió cuando la chica escondió su rostro en su cuello, dándole la oportunidad al chico de acariciar su cabello. - Ya tendré tiempo para dormir. - Respondió con una sonrisa algo pícara en su cara. - Ahora solo quiero estar contigo y disfrutar eso. -

Algo en el bolsillo del muchacho comenzó a vibrar, el cual lo sacó a regañadientes. - Debe de ser de Astaroth... - El objeto era un auricular de un solo oído, con una luz parpadeando incesantemente. - ¿Que dices? ¿Contesto o nos escapamos un día de la realidad? - Una nueva sonrisa picarona se asomó en el rostro de Carlos.

La chica rió al escuchar sus palabras. Era obvio que le prefería despierto, pero no quería que le pasase nada malo solo por aguantar, cuatro meses durmiendo menos de lo debido podía ser algo muy peligroso, y no quería quedarse sin él ahora que todo estaba bien. O al menos entre ambos.

- Yo también lo prefiero, pero si te encuentras mal, dímelo. No me importa velarte en tus sueños - la chica le besó en la mejilla. - Pero no me lo ocultes, no me apetecer que nuestra cita de reencuentro sea como la primera: Teniendo que llevarte al hospital- le guiñó el ojo de forma juguetona, a fin de cuentas, la primera cita de la que hablaba no era más que cuando se habían conocido, lo cual no hacía que eso fuese una cita de verdad.

El sonido de una vibración la hizo sobresaltarse, hasta que observó como su pareja se llevaba la mano al bolsillo para sacar un auricular, el sonido provenía de él. La chica le escuchó con atención para posteriormente inclinar la cabeza a un lado y darse toquecitos con el dedo índice sobre sus labios, como si estuviera reflexionando profundamente la respuesta. Aunque la mirada pícara que reflejaban sus ojos celestes, indicaban que ya lo tenía claro desde un principio.

- Bueeeno... Tras mucho deliberar, he llegado a la conclusión de que me encanta escapar~ Así que, creo que puedes dejar las responsabilidades por un tiempo- dicho lo cual le dio un corto beso rápido, para pasar a ponerse algo más seria.- Aunque quizás deberías avisarles de que hoy no estás para ellos. Seguro que se preocupan...

O al menos eso suponía aún seguía con su condena de no tener compañero digimon, y la verdad, comenzaba a sospechar que nunca lo tendría.

El rojo subió rápidamente a las mejillas del chico. Recordar cuando se conocieron era lindo, pero en las condiciones en que el chico estaba esa vez le producía un poco de vergüenza. - No te preocupes, esta vez no caeré tan fácilmente. - Dijo desviando la mirada a un lado.

La mirada que le devolvió la rubia decía todo, no tenía necesidad de dar más argumentos para que el chico cancelara la llamada. - Ojala este tiempo fuera eterno. - Dijo con una amplia sonrisa antes de devolverle el beso y cancelar la llamada. - Les avisaré, de seguro este es un buen momento para que Astaroth e Imperius fraternicen. - Sin darse cuenta de que había dado un nuevo nombre al repertorio conocido por Natasha, extrajo su terminal de batalla y escribió algo rápidamente sin ocultarlo de Natasha.

El mensaje decía:


- Listo. - Presionó el botón de enviar y guardo los objetos nuevamente. - ¿Que quieres hacer ahora? - Le tomó el mentón, haciendo que levantara la cara y le deposito un corto beso en los labios.

La chica se rió alegre, estaba más que contenta de reunirse con él. Y de que todo fuese bien, de echo, ojala que el tiempo no corriera más allá. Aunque cierta vocecita de la cabeza de la chica la recordó que las cosas son buenas por el hecho de que se acaban, si siempre fuesen buenas, no sabría valorarlas realmente. Pero eso tampoco quería decir que todo fuese malo, entonces solo te ponías en plan negativo.

- Bueno, puede que no sea para siempre, pero tenemos muchos días por delante, y salvo que haya algo más fuerte que nos impida estar juntos, no quiero separarme de ti- comentó dándole un abrazo mientras que le observaba escribir el mensaje. Aunque mientras que lo hacía, la identidad de alguien causó una cierta sorpresa en la chica.- ¿Imperius? ¿Qué o quién es ese?

No recordaba a nadie que hubiese estado con Carlos con ese nombre, porque Astaroth sabía que era su digimon, un Agumon. Pero el otro, le era total y absolutamente desconocido, de hecho, no sabía si era una mascota normal, un digimon o una persona.

La rubia sonrió aún más con el pequeño beso que depositaron en sus labios, cuando el mensaje fue enviado. En cierto sentía que de aquí a poco, le saldrían orejas y cola de perro, la cual menearía de un lado a otro demostrando todavía más su estado de animo. Era imposible que su cuerpo pudiese contener tanta felicidad dentro.

- Veamos... Estamos en la ciudad donde nos conocimos la primera vez, ¿qué te parece hacer lo mismo que la otra vez? Solo que esta vez como pareja- de momento no tenía hambre, así que, ir a cualquier lugar a comer no lo consideraba, y desconocía más entretenimientos en la ciudad japonesa. A fin de cuentas, seguía siendo una extranjera allí.

- ¿eh? ¡Ah, verdad! - La mención de Imperius por parte de Natasha le causo gracia. Habían pasado varias cosas durante esos cuatro meses de ausencia por parte de la chica, por lo que saltarse una era algo normal. - Imperius es mi Digimon. - Dijo dedicándole una sonrisa. - En uno de mis viajes con Astaroth terminamos llegando a Witchelny, una dimensión paralela al digimundo que normalmente conocemos. Ahí conocimos a un Gabumon llamado Imperius, que después de un tiempo se unió a nosotros. - Le inquietaba que Natasha se sintiera mal por que él tenía dos compañeros mientras ella no tenía ninguno. - Luego lo conocerás. Tiene una personalidad completamente opuesta a Astaroth, por lo que es gracioso verlos discutir. -

La idea de Natasha le pareció fantástica. Siempre recordaba lo bien que se la había pasado aquella vez, por lo que repetir la experiencia como novios le fascinaba. - Me parece genial, esta vez podremos disfrutar todo de un modo distinto. - Se levantó de la banca y le extendió la mano a la rusa, no quería ir a ninguna parte sin sentir su piel.

La muchacha escuchó con atención la explicación que le daba su novio sobre quién era el tal Imperius. Con esfuerzo, la chica anulo la expresión de dolor que iba a asomar entre sus rasgos. Ella tan sola y los demás ya con dos digimons... Parecía no haber justicia en el mundo. Aunque también se alegraba de que Carlos hubiese conseguido más aliados, solo eran los celos los que estaban molestos.

- ¡Vaya! Genial, me alegro de que cada vez seáis más- sonrió sinceramente, a fin de cuentas, era cierto lo de que se alegraba.- Y sí, me encantará conocerme. Supongo que al haberte conocido buscándome sentirá curiosidad, ¿no?

Tomó la mano del chico, entrelazando sus dedos en cuanto se puso de pie para dificultar el escape del agarre. Estaba más que contenta por ello, se podría decir que estaban en un "aniversario" repitiendo la cita, como hacían algunas parejas cuando la situación les parecía realmente importante.
Comenzó a caminar, tratando de recordar donde se encontraba el lugar de su primera "cita", aunque no estaba del todo segura de donde era.

- ¿Te acuerdas de cómo llegar?

Un pequeño tic que duró milésima de segundos apareció en el rostro de la chica. ¿Como no? Siempre había estado ella sola en el mundo digital, por lo que el hecho de que él tuviera dos compañeros podría molestarla un poco. - Gracias. - Respondió devolviendo la sonrisa. - Y si, siempre a sentido curiosidad sobre ti. -

Sus dedos se entrelazaron con los de la rusa, de esta forma podía sentir la suavidad y la calidez que emanaba la piel de Natasha. - Claro que se como llegar. - La situación le causo gracia. Se estaba dejando llevar por su novia la cual parecía estar perdida. - Muchas veces paso por ahí cuando tengo tiempo. - Con suavidad jaló un poco de la mano de la chica cuando tenían que dar una curva en algún punto del camino.

La chica a pesar de no tener ni idea de en qué dirección ir, se sentía extremadamente feliz. No todos los días son tan excepcionalmente buenos, sobre todo porque la casualidad muchas veces no quiere actuar en ellos, aunque el destino era más probable que hubiese sido el que hubiese influido ese día.

Natasha se arrejuntó más al chico, aprovechando el pequeño tirón que le dio cuando hubo que girar en la calle, haciendo que el movimiento la arrastrara más hacia él. Sonrió de medio lado, antes de preguntar, bromeando obviamente:

- Vaya, vaya, así que, tenías tiempo para tener citas en el parque de atracciones mientras que me buscabas. ¿Quién es la otra?- su expresión se notaba que era algo traviesa.

Por supuesto que confiaba en que no hubiese ninguna otra, pero se sentía tan alegre que tenía que sacar parte de esos buenos sentimientos en forma de bromas.

- Deberías saber que soy muy celosa- cosa que era totalmente cierta, de hecho, a veces lo llevaba demasiado al extremo.- Y no me gusta compartirte, y menos ahora que te he encontrado[/b]- eso también era verdadera.

La idea de que el tuviera citas con otras chicas fue una idea que le causo gracia. Miró a Natasha extrañado antes de ponerse a reír por la idea. - ¿Crees que te engañaría con otra? - La cara de la rusa era traviesa, por lo que estaba más que claro que era una broma. - además, a Layla no la llevo a parques de diversiones. - Desvió la mirada juguetonamente, estaba consiente que le preguntarían quien era Layla, pero confiaba en que la broma no se distorsionara. - A ella le gusta más ir a un café a tomar algo y platicar. -

- Yo también soy celoso, y tampoco te compartiré con nadie ahora que por fin volvemos a estar juntos. - Le dio un ligero beso en la frente y otro en los labios.

La chica enarcó una de sus rubias cejas al escuchar el nombre de otra fémina, una tal Layla. Suponía que era broma y no pasaría nada con ella, porque su nombre había salido demasiado rápido, pero los celos siempre eran algo que actuaban con velocidad en la joven, y no dudó en ponerse algo más ansiosa al preguntar. Llevaba toda su vida con tan pocas cosas, que todo lo que pudiese calificar como de su "propiedad" lo defendía con uñas y dientes.

- ¡Oh! Vaya, me alegro de que ir al parque de atracciones solo me lleves a mí, aunque no me quejaría tampoco si fuesemos a tomar un café como con tu "amiguita". De la cual no me importaría saber alguna cosa más, la verdad.

¿Había sonado demasiado celosa? Bueno, es que era verdad, y le costaba mucho ocultar eso. Aunque una levísima sonrisa apareció en su rostro cuando Carlos aseguró que a él tampoco le gustaba dejarla ir con otras personas. Eso al menos la dejaba más tranquila, pero aún así quería saber más sobre la chica esa. Si es que era humana.

El tono con el que Natasha dijo "amiguita" eran claramente de celos. - De acuerdo ¿Qué más te puedo contar? - El chico miró al cielo intentando enumerar las cosas que sabía respecto a la pequeña. - Canta bastante bien, es muy buena con la espada y le encanta leer, siendo raro no verla con un libro en sus manos. - Regresó la mirada a la rusa, quería ver su reacción por lo que iba a decir a continuación. - ¡Ah! casi se me olvida... Tiene 12 años. - Dijo con una sonrisa de "Caíste" en su cara. - Es una pequeña niña de 12 años que conocí buscándote en el Digimundo, con la cual me llegué a hacer muy buen amigo. -

A lo lejos se pudo ver una pequeña rueda de la fortuna, señal de que ya estaban llegando al parque de atracciones.

Los ojos de la rubia se clavaban de manera insidiosa en su novio. Entre los celos y que estaba preocupada -aunque sabía que no debía estarlo -casi parecía derretirle con la mirada mientras que esperaba a que contestase a su pregunta. ¿Cómo sería la mujer esa? ¿Más alta? ¿Más guapa? ¿Con mejor cuerpo? Más lista no iba a preguntar, era complicado ser más tonta que la rubia, o al menos así lo consideraba ella, así que, no se iba a molestar por esa cualidad precisamente.

Su mirada se ensombreció, dado que las tres actividades que le dijo, no eran para nada su fuerte. Si bien podía intentar defenderse cantando, en las otras dos no tenía ni idea. A menos que la poseyese Selene, que entonces era una maestra espadachina. Pero hacía mucho que había perdido su espíritu digital...
Sin embargo, dejó ese estado de autolamentación al no ser lo que el chico considerase atrayente más allá de su aspecto, porque esas palabras no se las esperó.

- ¡¿Doce años?! - iba a gritarle de todo, pero entonces razonó mejor, él no parecía un depravado que fuese buscando acostarse con niñas, así que, sería solo su amiga. Suspiró aliviada y sacudió ligeramente la cabeza a la vez que se ahuecaba el pelo.- Bueno, me imagino que entonces está bien. ¿O debería preocuparme?

De momento lo iba a dejar estar, pero más adelante posiblemente buscase la forma de alejarlos. ¿Quién no decía que esa niña se convirtiese en una mujer verdaderamente bella y atrayente para todos los hombres? Además de que tenía inteligencia, y eso siempre ayudaba a conseguir un buen chico. Aunque Natasha no se podía quejar, a pesar de su ingenuidad, había conseguido encontrar a alguien que merecía la pena, porque la quería.

En cuanto comenzó a ver asomarse las primeras atracciones entre las calles, la chica sujetó con más fuerza a Carlos y comenzó a correr, no demasiado rápido, pero sí para meterle algo de prisa.

- ¿Dónde deberíamos subir primero?

Los ojos de Natasha parecían penetrar en lo más profundo del muchacho buscando las posibles respuestas a su pregunta. La mirada inquisidora dejó paso a una ensombrecida. ¿Tal vez el muchacho había ido muy lejos?. Al parecer había decidido rebelar la broma justo a tiempo antes de que la rubia se deprimiera más.

- No tienes de que preocuparte. - Respondió cuando su novia casi explotó por la edad que tenía Layla. - No soy ningún tipo de pederasta si es lo que crees, es solo que despertó nuevamente mis sentimientos de hermano mayor. - Acercó lentamente su boca a la oreja de la rusa para susurrarle algo. - Además, solo tengo ojos para ti. -

El parque comenzó a hacer cada vez más visible, la impaciencia de Natasha la llevó a apresurar un tanto el trayecto con un paso más rápido que un trote. - Si que estás entusiasmada. - Con el mismo sentimiento corrió detrás de ella. - ¿Que te parece comenzar esta vez con la noria? Sería una bonita forma de conmemorar el regreso a este parque como una pareja. -

Ya más tranquila tras haber solucionado el tema de Layla, la chica simplemente se dejó disfrutar del día, puesto que el parque de atracciones apareció prácticamente a tan solo un par de calles de donde estaban. La rubia dejó escapar una ligera risotada al verlo, muy alegre de poder celebrarlo, regresando al lugar donde había pasado buenos momentos con el chico.

- ¿Acaso tú no estás entusiasmado también? A mí me trae muy buenos recuerdos ese parque- replicó la joven, aunque sin estar enfadada, simplemente recalcaba lo obvio.

En su mente las atracciones pasaban una detrás de otra, aunque sin llegar a detenerse en ninguna, todas le parecían igual de entretenidas. A pesar de que su primera vez en un parque había sido desconociendo todos los tipos de atracciones, ahora ella sabía perfectamente cuales eran cada una. E incluso, a las que ya se había montado con anterioridad, añadió otras tantas que deseaba probar.

- ¡Oh!¡Sí!¡Es genial! A la noria de nuevo. Tenía unas bellas vistas, aunque... Quizás deberíamos dejarlo para el final, a modo de cierre por ser el lugar más especial de todo el lugar. ¿No crees?

- Pues claro que estoy entusiasmado. - Respondió el chico con una amplia sonrisa en la cara. - Siempre quise regresar a este lugar contigo, y ahora tengo la magnifica oportunidad de hacerlo. -

Ya dentro del parque las atracciones estaban a su disposición. La primera vez se habían subido a unas pocas, por falta de tiempo y por desconocimiento de cuan grande era el parque en realidad. Pero esta vez nada detendría al chico de pasar un grato día con la persona que más quería en este mundo.

- Puede que tengas razón, será mejor que la dejemos como gran final. - Su vista se pasó de un carrusel a una montaña rusa. - No se si quiera repetir esa experiencia. - dijo en un susurro con una pequeña mueca en su rostro.

De pronto su mirada se depositó en una atracción a lo lejos. - ¿Que tal esa? - Señaló con un dedo a una estructura que simulaba una mansión algo destruida, unos rieles con un carrito se adentraban por la puerta de la edificación y salían por un segundo piso. - Puede ser divertido. - Esbozó una sonrisa esperando a que Natasha no supiera bien lo que era.

off:

La muchacha asintió cuando el chico le dio la razón con respecto al tema de la noria. Quizás no fuese muy lista, pero cuando tenía buenas ideas, nadie podía decirle que no, además, la anterior vez ya había dicho que quería ver las vistas de la noria de noche, e iba a tratar de ocupar todo el tiempo posible para dar lugar a que anocheciera. Por suerte, con Carlos eso no iba a ser algo difícil de conseguir.

Sin embargo, hizo un puchero cuando el muchacho se negó a subir de nuevo a la montaña rusa. Le gustaba esa atracción era rápida con giros, loopings y tramos boca-abajo. ¡Sin duda era de las mejores que había en todo el parque!

- ¡Jooo! ¡Venga, solo una vez! Luego haré lo que tú quieras. Pero quiero montar al menos una vez en la montaña rusa.

Por mala suerte para ella, Carlos fue hábil de deshacerse de esa situación al hacerla mirar a una especie de casa deteriorada, que a simple vista te ponía en tensión. Lo cual, sin lugar a dudas, le llamó la atención a la rubia que enseguida le dio la mano al chico para "arrastrarle" hacia allí.

- ¡Parece interesante! Vamos a verla- dijo con una sonrisa resplandeciente. - ¿Sabes lo que pasa allí? ¿O lo quieres mantener en secreto? Si es esto último, aunque no me guste esperar para saberlo, espero que sea genial.

La muchacha se acercó a la cola de entrada a la atracción, al parecer iban entrando pequeñas cantidades de personas por las enormes puertas de madera de la casa. De ahí que tuviesen que esperar un tiempo.

off:

Al ver como la rusa se puso por la negativa del chico por subirse nuevamente a la montaña rusa una mueca apareció en el rostro de este. - No se Nat, sabes que es uno de mis puntos débiles... - Negarse a algo que a ella le gustaba le rompía el corazón, pero al parecer la rubia era una negociante perspicaz. - ¿Lo que quiera? - Una sonrisa un tanto juguetona tomó el lugar de la mueca. - Si es así, encantado me subiré contigo a esa maquina. -

Sobre la ida a la mansión, Carlos no tuvo respuesta verbal, en cambio la chica tomó su mano y lo guió aceleradamente a la atracción. - Si, claro que se lo que pasa ahí. - Al parecer había acertado en la falta de conocimiento por parte de la chica sobre la atracción. - Pero no te diré, no quiero arruinarte la sorpresa. -

La fila no era muy larga, al parecer poca gente disfrutaba pasando "sustos" con brujas y fantasmas roboticos y una pista de audio. - Cuidado con la cabeza. - Era lo único que decía el inexpresivo encargado del juego mientras las personas se iban subiendo en el carrito y la fila se iba acortando.

Finalmente era el turno de la pareja, los anteriores usuarios un niño de no más de 11 y una chica de unos 16 años, salían por el extremo izquierdo de la atracción. - Pobre. - Comentó Carlos con una pequeña sonrisa en la cara, el pequeño niño estaba llorando a mares mientras que la chica se destornillaba de la risa. - Bueno, creo que es nuestro turno. - El carrito se paró frente a la pareja y los dos chicos se bajaron. - ¿Lista? - Preguntó extendiendo una mano hacia el vehículo para que Natasha se subiera.

La chica sonrió de manera adorablemente malvada cuando el chico picó en lo de lo que él quisiera. Esa era la táctica perfecta, nadie era capaz de resisitirse a esas cosas... Aunque quizás debería haber matizado un pequeño punto para no causar tantos problemas.

- Sí, lo que quieras, pero se me ha olvidado hacer una indicación - se quedó en silencio unos segundos para crear algo de expectación -. No haré nada que pueda hacer daño a otra persona o ser vivo, esa es mi única condición. Aunque sé que contigo estoy a salvo de que me pidas esas cosas, prefiero dejarlo claro.

Claro que sabía que Carlos era una buena persona, pero no por ello iba a dejar que quedase en el aire eso. Demasiado tiempo con gente mala, la había hecho tener que aprender a base de golpes que había que recalcar que ella era incapaz de matar a nadie, tan solo, por si acaso.

Saltaba en la cola a causa de la emoción de poder entrar. Sí, vale, podría no haber mucha gente, pero quería saber qué es lo que había ahí dentro. Quizás había hablado demasiado rápido con eso de que aguantaría para saber lo que pasaba dentro. Estaba demasiado ansiosa como para aguantar los minutos de espera que quedaban.

- Venga, vamoooos, que quiero entrar ya dentro - miraba cada dos por tres a la cola para ver si se había movido, aunque fuese un milímetro -. ¿Puedo retractarme sobre lo de no saber la sorpresa? ¡Quiero saber de que va!

Por suerte, el tiempo paso, aunque no tan rápido como la rubia hubiese deseado. Así que, finalmente llegaron al principio. En cuanto pudieron montar, vio dos reacciones totalmente dispares en la gente, uno llorando y otro riéndose a más no poder. ¿Esa atracción te hacía volverte loco? Sin duda, esto solo hizo que su curiosidad aumentase aún más.

- ¡Yo siempre estoy lista! - respondió en cuanto Carlos volvió a atraer su atención. Sujetó la mano del chico a la vez que daba un saltito para entrar en la vagoneta -. Sobre todo cuando algo me resulta tan misterioso como esto.

La vagoneta comenzó a traquetear lentamente en cuanto estuvieron correctamente sentados y asegurados. Y como todo buen lugar "aterrador" comenzaba con un largo pasillo negro en el cual no se podía ver nada...

- ¿Una indicación? - Claro, siempre es lo que uno quiera... hasta que caes en el anzuelo y te ponen trabas. - ¿Que indicación exactamente? - El chico escuchó atentamente la condición. - Como tu bien dijiste sería incapaz de pedirte una cosa como esa. No, mi petición será más... agradable... espero... - Comentó ruborizándose un poco.

- No seas impaciente. - Dijo el chico con una sonrisa de alegría total en su rostro. Había esperado tanto tiempo para disfrutar un día junto a ella que se tomaría todos los segundos y minutos que fueran necesarios.

- Bien, por que yo también estoy listo. - Aceptó la mano que le extendía Natasha y la ayudó a subirse en la vagoneta para luego subirse él. El lento traqueteo comenzó una vez que los dos estaban acomodados en sus lugares sumergiéndose en una oscuridad total.

Unos cuantos segundos después de no ver nada, una luz tenue y purpura proveniente de la derecha llamó la atención de Carlos. - ¿Qué será eso? - Comentó con una sonrisa el muchacho, con el propósito de que toda la atención de Natasha se centrara en ese punto. De improvisto, un "Cadáver" colgado del cuello salió unos cuantos centímetros delante de Natasha, acompañado de unos gritos provenientes del equipo de audio del vagón.

Hincho las mejillas como una niña pequeña cuando la "regañaron" sobre lo de ser una impaciente. Pero es que no podía esperar más, la emoción era demasiada. Incluso sentada en la vagoneta se dedicaba a dar pequeños botes y a murmurar que comenzase a moverse de una vez.

En la más "profunda" oscuridad a la que habían sido sometidos, la chica giraba el rostro de un sitio a otro para ver si conseguía ver algo. Pero nada, solo un lugar negro, que suponía un pasillo, pero del cual no conseguía percibir los límites, por muy desarrollados que pudiese tener los sentidos.

Justo en el momento en el que el rabillo de su ojo captó un destello, la voz de Carlos resonó en el lugar, mostrando que él también lo había visto, incluso antes que ella.

- Pues ni idea... Pero si la atracción va de ver quién ve más cosas, entonces, es un ro... - no pudo acabar la frase, puesto que al estar mirando a dicho lugar se asustó cuando el cadáver apareció de la nada. Por poco no saca su dispositivo para evolucionar, pero pasado ese momento de pánico, la muchacha entendió sobre qué iba la atracción-. ¿Esto va de sustos?

Si era así, difícilmente podrían volver a asustarla, porque más allá de un sobresalto por ser algo imprevisible, sería raro que le diesen miedo esas cosas. No por nada, su línea evolutiva era una bruja, una vampiresa que invocaba fantasma y una mujer de hielo. Nada que no pudiera ser considerado como un monstruo.
Aunque eso sí, seguramente si salía alguien pelirrojo en un momento de despiste, seguro que se meaba encima, por el mero hecho de recordar a Zayyn.

- Creo que me parecen más emocionantes las montañas rusas. Pero supongo que esto tampoco está tan mal- dijo en cuanto apareció un esqueleto que salía de un ataúd, de nuevo con los gritos enlatados de fondo.

Se acomodó con tranquilidad, apoyando su cabeza sobre el hombro del muchacho.

Al ver como Natasha se erizaba por el "cadáver" que acababa de salir, Carlos no pudo aguantar una carcajada. - Jajaja, si que te pillo desprevenida ¿no? - El carrito continúo avanzando lentamente, cuando de pronto un esqueleto salió de su ataúd. - Mmm... creo que esta atracción no funcionará contigo... - La chica apoyó su cabeza con tranquilidad en el hombro del chico, claramente el primer susto no volvería a suceder. - Una lastima, te viste tan tierna cuando te asustaste... pero puede que esta atracción no esté completamente desperdiciada para nosotros. - Movió la cabeza de la chica, para poder rodearla con el brazo y depositar su cabeza sobre la de ella, para así poder estar más cómodos ambos. - ¿Tal vez podamos convertir esto en algo similar al túnel del amor no crees? - Con el brazo que rodeaba a la rubia tomó su mano y la aproximó a sus labios besándola, mientras una bruja cruzaba frente a ellos en su escoba.

La muchacha bufó al entender que el entrar en esa atracción había sido una "trampa" para tratar de verla asustada. Sin embargo, no era algo que la molestase realmente, entendía que para su pareja fuese importante ver varias de sus facetas, sobre todo aquellas que el considerase "tiernas".

- Bueno... Es difícil que te asuste algo que realmente no te va a hacer daño. Te puede sobresaltar, pero ese miedo no es tan profundo y temible como el real.- replicó observando un poco la decoración asociada al paisaje de terror, con sus paneles dibujados de cementerios con árboles sin hojas, tumbas, murciélagos y una enorme y brillante luna -. De hecho, no sé cómo la gente puede tener miedo de esto.

Sonrió de forma felina y dejó escapar un leve ronroneo cuando el chico la acercó más a él y apoyó su cabeza sobre la de ella. Así sí que le parecía más interesante la atracción, por no decir, que era un sitio perfectamente íntimo, dejando a un lado a los sonidos falsos, pero ¡bah! no estaban ahí realmente, así que, no iban a molestarles.

- En realidad, cualquier atracción puede ser de amor si estamos los dos juntos. En realidad, todo puede serlo, lo único que importa es que estemos nosotros.

La muchacha correspondió al beso, cerrando los ojos y dejándose llevar; su mano libre se dirigió hacia el rostro de Carlos para comenzar a acariciar con suavidad su mejilla. Hacía tanto que no le mostraban algo de cariño que por poco no se le soltaron las lágrimas.

No le importaba cuánto iba a durar la atracción, lo que tenía claro es que iba a aprovechar todo lo posible. Como si se saltaban los plomos y se quedaban ahí para siempre.

- Concuerdo contigo. - Dijo el chico golpeando un murciélago que colgaba del techo sobre sus cabezas. - Estos terrores no son nada a comparación de los que la vida tiene deparados en realidad... - La soledad con la que había vivido tantos meses se transformó en un calvario. Ahora en su lista de miedos más profundos utilizaba el primer lugar.


- Exacto, es lo único que importa. - El chico aproximó su cara a la de la rubia, dándole un ligero beso que de a poco fue aumentando la intensidad. Mientas las manos de natasha estaban en su cara, Carlos la rodeo y comenzó a acariciarle la espalda. - < Como quisiera que esta atracción durara más... > - Pensó el pelinegro mientras estiraba una mano por detrás de Natasha para apartarla. -  < Bueno, aún tengo mi deseo de "lo que sea", por lo que no todo está perdido. > - Acercó su mano libre al cuello de Natasha, acariciándolo mientras bajaba a besarle.

Mientras, en su mano libre una luz morada comenzó a dejar un cetro. - Dime Nat, ¿Existe algo a lo que le temas? - Junto a estas palabras el cetro comenzó a brillar. Y una silueta pelirroja apareció justo detrás de Carlos, con una espada descendiendo hacia su cabeza.

Jadeó para tomar aire en cuanto se separaron, no se había dado cuenta que parecía estar tratando de asimilarse el uno al otro por medio del beso, así que, ahora era normal que sintiese que tardaría varios minutos en poder recuperar la respiración, por no decir, en calmar a su corazón. Pero su acompañante parecía no estar por la labor de dejar que se calmara.

Suspiró cuando el chico atacó su cuello con dulzura, quedándose algo extrañada cuando la preguntó por algo que realmente temiese. De hecho, de haber podido, se habría quedado parpadeando y boqueando un rato, hasta que su cerebro hiciese las conexiones pertinentes para poder hablar. Pero no tuvo que hacerlo, puesto que nada más preguntar, un rayo rojo descendió en dirección hacia Carlos, llevando entre sus manos unas afiladas espadas.
Con un movimiento rápido, ayudado a sus sentidos más desarrollados que los de un humano promedio, Natasha consiguió apartar a Carlos del ataque, para ver que lo que les había atacado había desaparecido y se había movido para ahora dar otro corte en la nueva posición donde estaba la pareja de la joven. De nuevo tuvo que desplazarle para evitar que saliese herido.

- ¡Maldita sea! - estaba comenzando a cansarse de tanto tener que cambiar de posición a Carlos, sobre todo porque sospechaba quién podría ser la persona de pelo rojo. ¿Pero qué motivo tenía para seguir jodiendola? En uno de los giros pudo conseguir sacar el dispositivo y usarlo-. Natasha digievolves...

De repente comenzó a hacer frío, mucho frío en el túnel. Aunque, especialmente, el que más frío tendría sería Carlos al estar apoyado contra una persona que llevaba una armadura de hielo: Kholodnymon había hecho aparición.

- ¡Ya basta!- si bien el rostro de la digimon era completamente indiferente, se podía notar el hastío en sus palabras.

Súbitamente el chico fue removido de donde se encontraba tanto espacial como psicológicamente. - ¿Pero qué? - No alcanzó a decir más cuando nuevamente Natasha lo tomó de sus ropas y lo movió en dirección contraria.

- < Mierda, creo que se me pasó la mano... > - Al parecer la rusa se había agitado más de lo que esperaba, tanto así que en uno de los forcejeos por apartarlo del camino de la ilusión, la muchacha sacó su dispositivo digital. - ¡Espera! - Muy tarde, junto a él se encontraba un Digimon de hielo disminuyendo rápidamente la temperatura del lugar.

Los aparatos eléctricos comenzaron a fallar, haciendo que la vagoneta y todos los animatrónicos e detuvieran en sus posiciones. - < ¡Debo parar esto antes de que llegue a más! > - Tan fácil como el cetro fue creado en su mano, este desapareció junto a la ilusión sin dejar rastro.

Lamentablemente Natasha no se había dado cuenta de esto, por lo que su forma Digimon seguía activa y disminuyendo más y más la temperatura. - Nat... - El muchacho temblaba tanto que parecía una batidora. - Por favor... basta... - La dificultad para hablar vino acompañada con la perdida de sensibilidad en los dedos, pero esto no impidió al joven que torpemente intentara acariciar el rostro de la que se supone era su amada.

Los ojos de color hielo de la digimon escrutaban las sombras, tratando de encontrar desde qué lugar iba a atacar la pelirroja y, obviamente, dejarla como un pincho moruno: Bien clavadita en su lanza. Pero tan rápido como había aparecido, había dejado de estar allí. Sin embargo, la rusa sabía que podía hacerse invisible, por lo que no había que confiarse. Envió una ráfaga de nieve por todas direcciones, más allá de estar frío no causaría daños reales, sólo quería comprobar si la nieve "chocaba" contra algún cuerpo caliente. Pero al parecer ahí no estaba.

Unas manos en su rostro la hicieron parpadear, dándose cuenta de que su acción defensiva era contraproducente contra un humano: Le estaba congelando; pero era contraproducente... Tendría que confiar en que Zayyn se hubiese marchado de verdad. Cerrando los ojos dejó que la energía saliese de su cuerpo, recuperando de nuevo la forma humana. Aún hacía frío, pero poco a poco el aire se encargaba de recuperar su equilibrio. Abrazó al chico pata pasarle su calor corporal.

- Perdón, no quise hacerte daño... No recordé que los humanos podíais pasar más frío que yo- no lo decía de malas maneras, solo constataba un hecho -. Pensé que te iba a matar... Tenía miedo de eso- dijo comenzando a llorar, no sabía si por sentirse culpable, por el susto o por el alivio de que estuviesen "bien" los dos.

La atracción seguía desconectada y seguramente tardarían un rato en arreglarla. Al menos se había cumplido su deseo de permanecer en ese sitio, aunque no hubiese pensado que hubiese sido por algo tan traumático. Al cabo de los minutos consiguió tranquilizarse, miró a su alrededor.

- ¡Buf! Parece que la he liado buena... - fragmentos de hielo y escarcha se dibujaban en esa zona de la atracción, además del frío que hacía-. Será mejor que nos vayamos de aquí, antes de que te enfermes.

Una nueva ráfaga de nieve fue expulsada en todas las direcciones por la forma digimon de la rusa. Una fina capa de escarcha se pego en la capa del chico, que si no estuviera hecha con un material especial de seguro le habría producido lesiones graves.

Al parecer el contacto físico y la suplica por parte del chico habían dado resultados. La guerrera congelada que estaba a su lado cerró los ojos y dejó salir a la humana que estaba en su interior. - Gracias... - Dijo el chico temblando mientras correspondía al abrazo de la rusa y ponía la cabeza en su hombro. - No te preocupes, comprendo que te exaltaras... - La chica comenzó a llorar a lo que el joven, aún con las manos entumidas, le acariciaba el cabello. - Tranquila, los dos estamos bien... -

Los minutos avanzaron, y gracias al abrazo Carlos recuperó parte de su color y movilidad natural. Todo seguía desconectado, y nadie llegaba a su encuentro. - Al parecer no se han percatado de que nuestro "viaje" dura más de lo normal... - Asintiendo a la sugerencia de la rubia el chico la ayudó a salir de la vagoneta, para luego continuar el camino hasta la salida en un caluroso abrazo.

La muchacha se encogió de hombros, que se hubiesen dado cuenta o no seguramente se debía a que habían saltado los plomos de la atracción, no solo de ese área y hubiesen ido a comprobar su estado. Si simplemente tenían que reconectarlos, supondrían que a los clientes no les importaría esperar un tiempo más a oscuras. Aunque siendo la casa del terror, quizás no era la mejor idea, sobre todo, si a dichas personas les daban miedo esos muñecajos y gritos enlatados.

- Bueno, eso qué importa ya... Además, es mejor que nos movamos antes de que se pregunten por qué hay nieve y hielo en la zona donde se supone que estabamos nosotros. Intentar explicarlo sin que te miren como si estuvieses loco, eso sí que es lo problemático.

La gente ya no creía en magia, como podrían ser considerados los ataques de un digimon, e incluso esa versión tan poco creíble, lo era más que la rusa fuese en realidad un experimento genético de un "monstruo" que podían convertirse en humano. Eso ya sí que no se lo creería nadie.

Tras unos pocos minutos andando, no les quedaba demasiado para acabar la atracción, consiguieron salir de nuevo al exterior. No parecía haber mucha gente alrededor, por lo que posiblemente el fallo de luces no hubiese sido nada demasiado llamativo. Tan solo algunos de los encargados yendo y viniendo, hablando unos con otros.

- Parece que no paso nada demasiado serio.