Una bala hacia el pasado

Ya pasaron un par de horas desde que regresamos a Tokio. La gran batalla en el Digimundo fue extensa y agotadora, pero al final logramos vencer, pero Plutón se quedo con los de su especie, cosa que intento no demostré pero me dejo destrozado, de verdad empecé a querer a Plutón como un hijo, como el siempre lo quiso. Janaan se fue a su hogar, yo y Zayyn estamos en un restaurante en medio de la ciudad, comiendo unas hamburguesas para recuperar fuerzas. Me encuentro mirando fijamente mi comida, no le he tocado, estaba muy triste. Zayyn esta sentada frente a mi comiendo y sus Digimon están bajo la mesa. -Ha sido un día agotador- Digo antes de finalmente tomar la hamburguesa y darle un buen mordisco. -¿Te imaginaste que algo asi pasaría cuando te levantaste en la mañana?... increíble- Digo con la boca llena antes de comer otro mordisco.

Inspiré el agradable aroma a filete ruso, bacon, queso fundido, peinillo y sésamo que la hamburguesa frente a mí despedía, casi incitándome a deborarla. Después de aquella contienda tan agotadora, tenía un hambre atroz. Ya había comido algo en casa de Kenshi, pero igual esa hamburguesa era todo lo que necesitaba. ¿Que tenía miles de calorías? Pudiera ser, pero en mi condición era fácil quemarlas solo con correr unas horas, o entrenar con las espadas... Y mi cuerpo necesitaba proteínas.

- Uhm...-di un feroz bocado a la hamburguesa, sintiendo la explosión de sabores en mi paladar, sabores que hacía tiempo no cataba. Casi parecía caérseme la baba por la comisura de labio, tal como Homer Simpson-. Dulce y grasiento bocado de los dioses...

Di un suspiro mientras masticaba, y miré a Kenshi con una sonrisa en el rostro. Llevé un pie mío por debajo de la mesa, tanteando a Rukriel y a Fenrir bajo esta, para rozar cariñosamente la pierna del chico rubio.

- En verdad nunca lo hubiera imaginado... Pero todo ha pasado, ahora de nuevo hay tranquilidad... Aunque debo reconocer que fue agradable deshacerme del Duskmon...-Cogí el vaso de cocacola y bebí un poco, refrescándome otro tanto, y después me recosté en el asiento, relajándome-. Acertaste al traerme aquí, es genial.

Si, ese Duskmon, el Digimon que Zayyn aniquilo de una forma tan horrenda, pero no debía sorprenderme -Claro- Es lo único que respondo cuando la pelirroja menciona lo del Digimon, al mismo tiempo que acaricio su pierna con la mia tal y como ella lo hace. -Si, yo solía venir aquí con mi hermano, algunos amigos... y... eso- Digo recordando que también solía venir con una ex novia, pero eso ya fue hace mucho tiempo, me gustaba ese sitio cuando vivía en la ciudad -Me gusta este sitio, hace mucho que no venia- Digo antes de darle un par de mordiscos a la hamburguesa -Además que adivine que necesitarías un lugar con muchas calorías para recuperar fuerza- Termino diciendo antes de ocuparme en atacar mi comida para devorarla por completo.

Sonreí ampliamente cuando el correspondió a mis caricias por debajo de la mesa, y alcé las cejas repetidamente de manera burlona para provocarle un poco Di otro mordisco a la hamburguesa y apoyé un codo en la mesa para sujetarme la cabeza con la mano, mientras continuaba mirándole.

- Ya, me imagino que te debe de traer buenos recuerdos...-murmuré, sin tratar de seguir con el tema-. A propósito, ¿dónde estuviste esta mañana? Me desperté temprano y no estabas en el futón...

Justo en ese instante, alguno de los digimons de debajo de la mesa me mordió el pie, a lo que respondí con un salto de sobresalto y una leve queja.

- ¡Rukriel!-le regañé-. ¡Te tengo dicho que te comportes en lugares públicos!

Le doy una papa frita a Zayyn cuando se enoja por la travesura de su Digimon, esperando que asi se relajara un poco y para que no le hable a la nada ya que eso podría llamar la atención de los demás. Miro de reojo a la pelirroja cuando ella me pregunta donde estuve, yo no le daba mucha importancia al asunto como antes cuando creía que se enojaría, de todos modos le compre algo lindo a ella -Bueno... tenia ganas de viajar y volé con Plutón a Francia, ahi me encontré con Janaan y luego fui a Seiko- Le digo mientras me como las papas fritas. No le diré aun que en la tienda Seiko le compre un regalo, esperare a llegar a casa para dárselo.

Suspiré con resignación, algunos de los clientes más cercanos a nosotros nos miraron, pero enseguida volvieron a sus asuntos. Con algo de molestia, acepté la patata que me daba Kenshi, mientras que obligaba a Rukriel y a Fenrir a entrar en el dispositivo IC para que no siguieran armando escandalo, aunque en teoría era yo la que les había reprendido...

- El día que Rukriel se esté quieto se acaba el mundo...-comenté con una sonrisa, mientras masticaba la patata y le miraba.

Luego comencé a escuchar con curiosidad su respuesta, aun con la duda en la mente. ¿Por qué no me habría despertado? ¿Acaso... me ocultaba algo? Un sentimiento me hizo sospechas, cuando me miró de reojo, y un leve pinchazo hizo su aparición en el pecho cuando mencionó un nombre. Celos...

- ¿Quién es Seiko? Tiene nombre de puta barata... Espero que no sea lo que estoy pensando, Kenshi. Me enfadaría mucho si así fuese...-mis ojos se clavaron en los suyos con fiereza, el fuego de profundos celos brillaba en mis pupilas.

La pelirroja pone a sus Digimon dentro de su dispositivo, siempre me pregunte como se hace eso, nunca lo he hecho antes, pero creo que ahora jamás podré hacerlo.
En cuanto Zayyn pone celosa y menciona esas palabras, sentí como si me vertieran un balde de agua fría en la cabeza, si existe una sola persona a la que no quiero hacer enojar y mucho menos poner celosa, esa es Zayyn, la peligrosa y desquiciada Zayyn. -No, no no no no... Seiko es una tienda- Le respondo algo nervioso por la extraña situación.

Mi mirada se volvió como la de un depredador que acechaba a su presa, en cuanto vi que Kenshi se ponía nervioso. Entrecerré los ojos, sabiendo que ocultaba algo que no me iba a gustar, puesto que nadie se pone nervioso por nada, y menos si no tenía nada que ocultar. Por ello, comencé a tamborilear los dedos sobre la mesa, provocando de vez en cuando un "plic" cuando la punta del anillo en forma de garra golpeaba la mesa.

Comenzó a negarlo todo, muy nervioso, pero yo me mantuve en mis trece todo el tiempo, hasta que mencionó que Seiko no era una persona... sino una tienda.

- ¡¿Has estado en un burdel?!-rugí, golpeando la mesa con las manos y levantándome, con los ojos llameantes de furia. ¿Se había atrevido a hacerme eso? ¿Kenshi? ¿Cómo se había atrevido a engañarme de manera tan...? ¡AAAGGH! Con un gruñido me di la vuelta y salí del restaurante hecha una furia, casi podían notarse las venitas de cabreo por la frente y las sienes.

<< ¡Jodido cabrón! >>sin poderme contener, le pegué una patada a una papelera que había cerca, cuando el digisoul negro me envolvió por completo de la furia.

Finalmente se enojo, enmudezco y me pongo helado cuando ella menciona lo del burdel, esto es mucho mas grave de lo que creí -!No! espera, estas sacando las cosas de contexto- Le digo a la chica cuando ella se levanta de la mesa para irse -¡Zayyn, te imaginas cosas!- Le digo mientras melevanto para seguirla por la tienda hasta la salida de esta -Amor, ven, Seiko es una joyería, te compre algo- Le digo a ella mientras saco una pequeña caja de mi bolsillo, lo que me daba mucha pena por que quería darle este presente en casa. Al salir de la tienda, intento seguirle el paso a la pelirroja, pero entonces una persona entre la multitud me detiene empujándome ligeramente con su hombro. -Adiós hermano- Me dice esa persona, a la que miro a los ojos comprobando asi que esa persona se trataba de mi hermano Yamato, quien me mira con un odio extremo. Estaba demasiado impresionado como para hablarle, hacia mucho que no veía a mi hermano y se que el no es sinónimo de buenas noticias, pero jamás espere que esto pasara.
Rápidamente, Yamato pone un pequeño revolver de bolsillo contra mi pecho, sobre mi corazón y entonces percuta el arma una vez, liberando asi un proyectil que atraviesa mi carne y huesos. El sonido del disparo hace que la multitud de gente a mi alrededor salga corriendo y Yamato escapa junto a ese grupo. El sonido del disparo me deja sordo, la vista se me nubla a la vez que siento un enorme dolor en el pecho. Mi cuerpo pierde fuerza, caigo al suelo bajo mi propio peso. Empiezo a perder mucha sangre, un charco se empieza a formar a mi alrededor hasta que finalmente mi cuerpo deja de luchar.
En mi mano aun esta la pequeña caja de terciopelo azul con la palabra "Seiko" escrita en dorado y en su interior esta el collar que le compre a Zayyn, mi ultimo regalo para ella.

Collar:

Hecha un basilisco, comencé a caminar por la calle, ignorando por completo los gritos de Kenshi, su voz llamándome. No me interesaba lo que tuviera que decirme, me había engañado vilmente con una furcia francesa... Ójala supiera quien era esa maldita buscona, la iba a matar por seducir a Kenshi...

Tan ofuscada como estaba, no le presté demasiada atención a una cabellera rubia que pasaba entre la gente. Seguramente en otro momento me hubiera dado la vuelta, pero en ese instante, estaba tan cabreada que no era capaz de pensar en nada.

Sin embargo, a los pocos segundos, un sonido potente, como el de un disparo, me alertó, y me obligué a mí misma a darme la vuelta para ver qué ocurría.

Mis ojos se abrieron como platos, mi expresión pasó de la furia a la  estupefacción e incredulidad, y de esta a la más completa desesperación, al ver el cuerpo de Kenshi en el suelo, con un enorme charco de sangre alrededor, y una pequeña cajita a su lado. Mis labios susurraron su nombre, lo demás nada importaba, no me importó que pudiera haberse ido con una francesa, ni presté atención a la gente que escapaba aterrada. Mis piernas me temblaron, pero las obligué a moverse, a correr, para arrodillarme junto a Kenshi, y tomarle el rostro con las manos, con cuidado.

- ¡Kenshi! ¡Kenshi, por favor!-mis ojos se movieron como si tuvieran vida propia, nerviosos, buscando con desesperación una solución. Él no me respondía, con lo que tendría que hacerle reaccionar de alguna forma... Tenía que curarle... De golpe un torrente de energía me envolvió, sin tener que hacer uso del digivice, y a los pocos segundos estaba transformada en Aeir-. ¡¡Kenshi, resiste!!-chillé con desesperación, dándole un brusco  ybreve beso en los labios-. ¡¡Protection of Taranis!!-Un tornado de aire suave y curativo nos envolvió a los dos. Abracé el cuerpo de Kenshi, como si así pensara que se curaría más rápido.

El tornado giraba y giraba, pero por más que trataba de curarlo, la sangre no dejaba de salir, el charco me mojó las piernas, sentí un tremendo escalofrío que no pude resistir. Con el rostro deformado por el dolor, comencé a llorar, levemente, gritando constantemente, el nombre del chico que me había salvado la vida.

Pero la herida no sanaba. Mis ojos se clavaron en el rostro pálido del chico, se quedaron estáticos... Era como si no existiera otra cosa... Mis brazos cayeron como pesos muertos, el tornado curativo remitió, y la evolución terminó al darme cuenta de que era demasiado tarde...

- No...

Las sirenas de las ambulancias y patrullas de policía empiezan a sonar y se aproximan rápidamente a la zona del desastre. Los policías acordonan el área y los paramédicos se aproximan hacia el herido y la chica a su lado -Señorita ¿esta bien?- Pregunta uno de los paramédicos que empiezan a mover a la chica para hacerla reaccionar, pero al no recibir una reacción, ellos ahora separan a Kenshi de la chica. Colocan el cuerpo de Kenshi sobre en suelo y empiezan a revisar su pulso e intentan hacerlo reaccionar -No tiene pulso- Le dice un paramédico a otro, quien saca un desfibrilador de un bolso que tiene colgando de un hombro. Mientras los demás médicos traen la camilla, los paramédicos colocan los electrodos del desfibrilador sobre el cuerpo de Kenshi y realizan una descarga que provoca que el cuerpo del herido se arquee por el golpe de corriente. Repiten la operación unas tres veces antes de que uno de los médicos toma el pulso del herido y hace una señal a otro, acto seguido, ellos suben a Kenshi a la camilla y lo suben a la ambulancia. Mientras eso ocurre, uno de los médicos pisa la cajita, la que recoge y al no saber donde dejarla, la coloca en las manos de Zayyn a quien también transportan al interior de la ambulancia hasta el hospital.
Al llegar, transportan a kenshi rápidamente a cirugía y a Zayyn la ponen en una habitación para estabilizarla, donde tomaron sus signos vitales y le ponen suero intravenoso, todo eso mientras ella ni siquiera lo sabe. Durante dos largas horas intentan hacer reaccionar a la chica quien esta en un evidente estado de shock -Señorita ¿puede oírme? no se alarme, esta en el hospital- Dice un medico de cabello canoso que observa a la pelirroja de cerca.

En todo aquel tiempo, no fui consciente del tiempo que pasaba, estaba sumida en mis pensamientos, en que por mi culpa Kenshi estaba herido. Si hubiera estado con él todo el tiempo, no le hubiera pasado nada, en esos momentos estaría sano... y vivo... O al menos eso pensaba. Por las reacciones de los médicos no parecía que estuviera finalmente muerto, pero eso yo no lo sabía. Estaba ida, en otro mundo, todavía con algunas lágrimas en los ojos.

Cuando al fin reaccioné, horas más tarde, un médico me miraba fijamente, con evidente preocupación. Mis ojos dieron muestras de comprender lo que decía, pero aún así miré a mi alrededor con desgana. No me gustaban los médicos, pero igualmente, deseaba que pudieran hacer algo por Kenshi... Si es que no era demasiado tarde.

- ¿Dónde está? ¿Dónde está Kenshi? Tengo que verle...-me levanté de golpe, sacándome cualquier tuvo de suero que me estuvieran administrando. De repente, un fuego interno me invadió, al percatarme de la mirada que el médico me dirigía-. ¡¿Dónde está Kenshi?!-grité, impaciente, mientras cogía de las solapas de la bata al médico y lo empujaba contra la pared.

El medico parece aliviado cuando la chica reacciona, pero rápidamente empieza a tener miedo cuando la chica se levanta y le azota contra la pared. Pero a pesar del miedo, el medico permanece calmado y este pone sus manos sobre las de la chica -Tranquila... tranquila, su amigo acaba de salir de cirugía, le removieron una bala del pecho... el impacto detuvo su corazón pero la bala paso a unos milímetros de este... pero ahora esta bien, sobrevivirá- Dice el medico mientras lentamente toma las manos de la chica e intenta retirarlas de sus solapas. -Hace dos horas que intentamos hacerla reaccionar... si quiere puedo llevarla a la habitación de su amigo- Dice el Medico quien aun esta nervioso.

A medida que el medico con traje blanco hablaba mirespiración se hacía más lenta, más relajada. Solté su ropa, y lo dejé libre, mientras me daba la vuelta y comenzaba a caminar como león enjaulado por la habitación, pensando.

- Una herida de bala... ¿Está consciente? ¿Se recuperará?-le miré con urgencia, pidiendo respuestas inmediatas-. Lléveme con él, tengo que verle...

Apreté con fuerza los puños, noté entonces algo dentro de uno de ellos, pero no le quise prestar atención en ese momento, pues mi máxima prioridad era ver el estado de Kenshi... No podía estar un minuto más sin verle, la angustia me reconcomía, y más sabiendo que todo había sido por mi culpa...

El medico respira tranquilo y abre la puerta de la habitación -Claro, sígame señorita- Dice el hombre canoso y de bata blanca antes de salir de la habitación y empieza a caminar por los pasillos del hospital hasta llegar a una habitación donde se encuentra Kenshi recostado sobre una camilla y tapado con sabanas blancas. al herido le están traspasando sangre para recuperar la que perdió, también le están pasando oxígeno por un delgado tubo puesto debajo de su nariz y tiene electrodos sobre su pecho para que una máquina mida su ritmo cardiaco. Sobre su pecho además también hay un enorme parche con una mancha de sangre de la herida que aun no sana del todo.
-Lo lamento, pero esta en coma, perdió mucha sangre- Dice el medico antes de salir de la habitación -La dejare sola- Dice antes de cerrar la puerta.

Seguí al medico por el pasillo, de manera autómata, imitando sus movimientos. No podía esperar a ver a Kenshi, y cada minuto que pasaba me volvía más y más paranoíca, temiendome lo peor, y a la vez lo mejor. Es ese momento de incertidumbre, en el que deseas que pase todo bien, pero que en el fondo sabes que, si no es así, nada será lo mismo, todo cambiará en tu vida de forma drástica. Eso era lo que me temía. Que Kenshi, mi principal pilar en la vida, muriera y me dejara sola con mi dolor. Gracias a él había sobrellevado bien el odio de Natasha, gracias a él había encontrado un motivo por el que vivir...

Al llegar a la habitación indicada, no esperé a que el médico entrara primero, pues yo tenía la necesidad de comprobar si mi chico estaba bien, si no estaba en peligro...

Pero al verle tumbado en la cama, desmayado, mi mundo cayó sobre mí. Me llevé una mano a los labios, acercándome a su cuerpo con lentitud, y acariciando su rostro con dos dedos. Estaba mal, incosnciente y muy pálido, y la herida en su pecho no hacía sino incrementar esa sensación de fragilidad. Negué con la cabeza, sentándome en una silla que había junto a la cama, y escuché lo que el doctor tenía que decirme, sin mirarle.

- ...-mis ojos continuaron clavados en Kenshi aún cuando el médico salió de la sala y nos dejó a solas. Tragué saliva, y justo en ese momento me percaté del objeto que agarraba con fuerza en la mano. Bajé la mirada para observarlo, notando que era una cajita azul de terciopelo, con un grabado en oro que citaba: "Seiko". Con los ojos muy abiertos y el corazón dando un vuelvo, abrí la cajita.

Solté un gemido ahogado en cuanto ví su contenido: un collar de plata, muy bonito, con una forma muy peculiar. Comprendí en ese instante que lo había malinterpretado todo. Kenshi no se había ido con ninguna francesa, Kenshi me había comprado un regalo en una tienda. Mis ojos se empañaron al instante, e incapaz de seguir contemplando la joya, alcé la mirada, dejando que las lágrimas volvieran a discurrir, esta vez con violencia, por mi rostro. Dejé escapar un sollozo, y enterré mi rostro en las sábanas de la cama, en una zona que Kenshi no cubría, con los brazos cruzados bajo el rostro.

- Todo ha sido por mi culpa... Por mi puta culpa... Siempre tengo que hacer daño a los que amo... ¿Por qué me persigue esta maldición?

Pasan largos minutos en el interior de esa sala, el la que el único sonido que se puede escuchar es el pitido de la máquina que mide el ritmo cardiaco del paciente. Parecía que nada podría perturbar esa tensa tranquilidad, hasta que una enfermera entra en silencio a la habitación para dejar una bandeja de metal en una mesita al lado del siento en donde esta Zayyn, en la bandeja se encuentran las pertenencias de Kenshi: su ropa ensangrentada cuidadosamente doblada dentro de una bolsa, su billetera, el recibo de las hamburguesas y su Digivice. Acto seguido la enfermera se acerca a Kenshi para revisar la bolsa de sangre y el parche en su pecho. Unos minutos después, alguien toca la puerta y entra a la habitación -Señorita- Dice el hombre que entra a la sala que resulta ser un policía -Lamento tener que molestarla en este momento... pero necesito unas preguntas para averiguar quien le hizo eso a este hombre... yo, supongo que usted lo conocía y al constatar sus pertenencias podemos deducir que no se trato de un robo... ¿Sabe de alguien que hubiese querido hacerle daño a este hombre? ya sea por una venganza o algo asi- Dice el policía mientras saca una libreta y un lápiz para anotar cualquier cosa que le diga la pelirroja.

Continuaba con el rostro enterrado sobre los brazos, llorando en silencio, sin importarme que alguien pudiera verme. Cuando la primera persona, una enfermera, entró, no le presté la menor atención. La dejé hacer su trabajo sin molestarla ni hablarla, pero esperaba que ella actuara igual. Por suerte, después al cabo de un rato se fue.

Sin embargo, otra persona tuvo que entrar, y esta sí que trató de entablar conversación conmigo. Yo gruñí, irritada; por su forma de hablar, debía de ser un policía, mas no quería hablar con él, quería estar junto a Kenshi, quería...

Mis ojos se abrieron ante la cuestión sobre el ''asesino'' de Kenshi, levanté la mirada, una mirada roja por la irritación de haber llorado, sí... Pero el verde tambien predominaba, y era un verde fiero, letal, y vengativo. Miré al policía finalmente, clavando en el mis ojos, mi mirada que no auguraba nada bueno, además de que las pupilas estaban achatadas como las de un gato... Con gesto torvo como expresión crucé la habitación, pasé junto al policía y salí al pasillo, al tiempo que, sin esperar siquiera a salir del edificio, hacía que el digisoul me envolviera por completo, y por consiguiente evolucionaba en Scathmon para ir directamente a casa de Kenshi a recoger mis espadas...

Una vez allí apenas me paré. Me armé con mis armas y volvi a crear un portal, directo al dojo que por derecho hereditario le correspondía a Kenshi. Me colé sin ser vista, ya era de noche y eso hacía que fuera más rápida y más silenciosa. Me deshice en sombras, viajé por la oscuridad en busca de la habitación del hombre que le había hecho daño a Kenshi... Y que había firmado su sentencia de muerte esa misma tarde...

-Señorita ¡espere!... llame a emergencias si sabe algo...- Dice el policia mientras ve impotente como Zayyn se marcha del hospital para perseguir a su sospechoso.
El dojo Haibu esta revolucionado, se puede ver un grupo de ancianos que suben a un grupo de taxis, entre ellos se encuentra la madre de Kenshi que esta llorando desconsoladamente y aborda el transporte publico para ir al hospital. Todos estaban afuera del dojo, menos Yamanto, el se encontraba tranquilamente en su habitación, escuchando música a todo volumen, mientras esta bazuqueándose con una mujer.

Las sombras me llevaron hasta la sala en donde derroté a Yamato por primera vez. La habitación estaba vacía, pero podía escuchar desde la lejanía los gritos de horror, el barullo que se había montado en el dojo, posiblemente por la noticia de la "muerte" de Kenshi. Ladeé la cabeza, e hice moverse a mi sombra por toda la zona, buscando en todas las habitaciones, aumentándo su longitud gracias a otras sombras que encontraba proyectadas en suelo, paredes, techo... Finalmente, mi sombra entró por la ranura de debajo de una puerta, y desde el suelo, sin ser vista, atisbó la ubicación del hermano de Kenshi, junto con una mujer, ambos muy juntitos y acalorados. Entorné los ojos desde mi ubicación, y ordené a la sombra retirarse. Era suficiente, sabía dónde se encontraba el humano, pronto llegaría junto a él.

Cuando la sombra regresó junto a mí, dejé por finalizada esa evolución, pero no volví a mi forma humana, sino que adopté el cambio de modo, convirtiéndome en un ángel caído de alas negras, domador del rayo. Salí del dojo, sin que nadie se percatara de mi presencia, y busqué la zona en donde debían de estar los plomos eléctricos. Una vez hallados, los hice saltar, provocando que todo el edificio se quedara sin luz y electricidad...

Di un salto, colocándome sobre el alféizar de una ventana cuya habitación estaba vacía. Era la ventana de la habitación de al lado del hermano de Kenshi, en la cual me colé, y escuché lo que decían los dos inquilinos de la habitación contigua. Estaba todo en silencio, ni la radio ue ambos habían escuchado funcionaba, pero con un movimiento de la mano derecha, hice que al menos un poco de electricidad llegara al aparato, aunque curiosamente la música no era la misma que antes... Era una que yo misma había decidido dedicarles:

AMBIENTEMOS:

Salí de la habitación en la que me encontraba, y posteriormente entré en la de ellos, sabiendo que, como todavía estaba la música a todo volumen, no serían capaces ni de verme, ni de escucharme, porque además la luz aún no había vuelto.

Sonreí con maldad. Mis ojos podían ver en la oscuridad, y allí estaban los dos, en la cama, posiblemente asustados o alertados. Quizás hasta encendieran un móvil para intentar ver, pero en el mismo momento en el que entré, inutilicé cualquier aparato portatil que no fuera la radio. Me acerqué con lentitud, haciendo crujir el suelo bajo mis pies, y arrastrando las grandes, negras y suaves alas emplumadas. No di tregua, cuando llegué junto a ellos, me mostré, hice chispear mi cuerpo para que yo fuera lo último que vieran...

Miré directamente a Yamato, y ampliando mi sonrisa, tiré de la mujer por el pelo para acercarla a mí, y clavarle en la espalda, la pequeña cuchilla que andaba normalmente escondida en el guantelete de esa evolución, atravesando limpia y certeramente su corazón.

Del otro lado de la pared, se escuchaba como la mujer se asusto por el repentino corte de luz -Relájate, mi tío lo arreglara cuando regrese- Dice la voz masculina con un tono molesto -¿Donde rayos se fue ese viejo de todos modos?- Dice la voz femenina -Kenshi murió, fueron a verlo- Responde la voz masculina sin mucho interes -¿Que le paso?- Dice sorprendida la voz femenina -Que importa... ¿por que te interesa ahora tu ex?- Pregunta molesta la voz masculina. Entonces la radio empieza a sonar otra vez pero con una música diferente, es entonces cuando la mujer se levanta y se acerca a la puerta -Solo quiero saber, el no me interesa por eso ahora estoy con tigo... y me voy, tu casa tiene problemas eléctricos- Dice la chica quien se aproxima a la puerta, pero esta se abre antes de que ella llegue y del otro lado aparece una figura alada que atraviesa a la humana de piel pálida, cabello castaño y rostro asustado, con una daga, cosa que no la mata al instante, dándole unos momentos para gritar a todo pulmón. Yamato observa toda la escena desde su cama y en cuanto ve al ángel oscuro del otro lado de la puerta, el rápidamente saca su pistola que esconde abajo de su almohada y apunta hacia la intrusa, pero cuando su amante es asesinada el empieza a disparar, vaciando todas las seis balas de su revolver, el mismo que uso para atacar a su hermano. Pero tres de sus balas impactan a la chica humana, rematándola. Otra bala impacta la pared y las últimas dos impactan a Zayyn, pero estas no dañan a la Digimon. Luego de disparar, Yamato vacía la recamara de su revolver y rápidamente empieza a recargarla, poniendo las balas lo mas rápido que puede una por una.

La humana había tratado de irse de la habitación, pero se dio la mala suerte de que yo la alcancé primero. A pesar de que había clavado la cuchilla con total precisión, no murió enseguida, hasta que recibió los balazos de Yamato al usarla yo de escudo. Aunque igualmente no iba a poder hacerme daño, y se lo demostré cuando envió más balas a por mí: las municiones se deshicieron en polvora cuando las chispas de mi cuerpo entraron en contacto con ellas. Solté el cuerpo, ya inerte, de la humana, y apenas le dirigí una mirada de indiferencia cuando cayó como peso muerto sobre el suelo.

Sonreí aviesamente, una sonrisa de maldad, de rabia, de dolor, pero sobretodo de despiedad. Aún con la cabeza gacha, alcé la mirada hacia Yamato. Caminé hacia él, lenta pero inevitablemente. Mis pies desnudos pisaban el suelo con tranquilidad, y mis alas seguian estando plegadas tras mi espalda, siendo arrastradas por el suelo. Cuando llegué junto al humano, no le di tiempo a terminar de recargar su arma. Le agarré de la muñeca y se la retorcí para que soltara la pistola por el dolor. Después le aferré de la ropa y lo lancé contra la pared opuesta, hacia un rincón.

- Fui a avisarte, te advertí de lo que pasaría si me hacias enfadar, pero ignoraste mis avisos... Ahora Kenshi está muerto, y yo me he convertido en tu ángel ejecutor... -murmuré, mientras volvía a acercarme a él e invocaba un rayo como los de Zeus en mi mano derecha.

Spoiler:

Yamato termina de recargar el arma, pero en cuanto apunta a la chica, ella dobla su mano, obligándolo a soltar el arma para luego ser levantado y puesto contra la pared. Se puede ver el miedo en el rostro de Yamato y esta se combina con confusión cuando la chica empieza a hablar -¿Que eres?- Pregunta Yamato despectivamente, pero en cuanto la chica invoca el rayo sobre su mano, el humano se asusta aun mas y empieza a moverse para liberarse de la chica, pero al ver que sus esfuerzos son inútiles, el humano recurre a empezar a golpear a su captora en la cara.

Llegué junto a él, justo en el momento en el que inútilmente trataba de golpearme en la cara. Esquivé apenas ladeando la cabeza a un lado, y después le golpeé con fuerza con el brazo para hacerlo callar y caer. Cuando hubo estado en el suelo, invoqué otro rayo en mi otra mano, y clavé ambos en las palmas de Yamato para fijarlo al suelo. Sentiría un dolor punzante, compañado de un leve calambre. Suerte tenía de que no quisiera matarlo aún, aunque en realidad no supe si eso se debía de llamar fortuna, porque los minutos siguientes para él iban a ser una completa agonía.

- No es posible que te hayas olvidado ya de mí, ¿o sí?-fingí que me quedaba pensando-. ¡Ah, claro!-golpeé un puño contra la palma de mi otra mano, haciendo como que ya lo entendía-. Tú me conocías más bien por mi apariencia humana, ¿verdad? Sinister Blade, te dije... Sí, ya me acuerdo. Tú dijiste que era un nombre ridículo... Pues bueno, voy a hacer que nunca más olvides mi nombre, humano.

Levanté un pie, y con toda la fuerza de la que fui capaz, le pisé en donde más le duele a un hombre, en la entrepierna, mientras sonreía de manera amplia, enseñando los dientes. Mis ojos se abrieron por completo, haciendome ver como alguien de mente enferma, perturbada y psicópata.

El golpe hace que el humano deje de luchar, pero cuando este es tirado al suelo e inmovilizado por las lanzas de relámpago este empieza a gritar y a chillar en agonía -¡Suéltame!- Grita el humano mientras se retuerce por el dolor. Sin embargo cuando la chica se presenta por su "nombre", el humano mira fijamente a la mujer alada y abre los ojos como platos -¿Eres la loca? eres un monstruo... ¿acaso Kenshi vendió su alma al diablo? pues ya esta muerto asi que olvídalo ¡y suéltame!- Dice el humano con ira, a medida que pasa el tiempo todo su miedo se transforma en ira, pero lo único que el humano puede hacer es lanzar patadas esperando que impacten a la chica y escupirle, pero cuando Zayyn ataca la zona que mas duele, el hombre deja de pelear y se curva lentamente mientras que emite un largo grito ahogado de dolor.

En cuanto Yamato mencionó lo de "loca", me reí con ganas, muy sonoramente, aprendando los puños con fuerza por la euforia del momento. Hasta me llevé una mano a la cara para taparla, mientras mi pecho se convulsionaba por las sonoras carcajadas. Tardé un dos minutos enteros en recuperarme y en tranquilizarme, tras los cuales, con unos pequeños sollozos de haberme reído tanto, miré con una sonrisa burlona al humano que yacía a mis pies.

- Loca... Es muy posible que lo sea, sí-comencé a pasearme por la sala, cruzando los brazos por detrás de la cabeza-. A fin de cuentas, llevó meses conteniéndome, solo por Kenshi. No quería hacerle daño, ¿sabes? Él me salvó no una, sino dos veces, del suicidio. Y acabé enamoradita de él...-me quedé de espaldas al hermano de Kenshi, luego me volví, con un brillo de furia y odio en los ojos-. Y tú... ¡TÚ! Le has matado. ¡Lo apartaste de mi lado!-de dos zancadas me planté junto a él y le propiné una patada en el estómago.

Solté un rugido, furiosa, e invoqué un tercer rayo entre mis manos, pero a diferencia de los otros dos, no lo utilicé en contra del humano, sino que lo lancé contra la radio para apagarla de una maldita vez.

- Pero no te vas a salir con la tuya, nooo... Kenshi ya no está... puedo comportarme como una hija de puta ahora, como en los viejos tiempos...-sonreí de nuevo como una psicópata, mientras hacía surgir la cuchilla del guantelete-. ¿Y bien? ¿Qué quieres que te corte primero?

Yamato se recupera a medias del golpe a los genitales, pero ya ahora puede hablar con normalidad mientras la chica ríe a carcajadas -Realmente estas loca- Pero cuando ella deja de reir y empieza a hablar, este la escucha con atención y recibe la patada de lleno e intenta mantener la compostura y entonces empieza a reírse ligeramente, no le interesa la destrucción de la radio, el sigue riendo y cuando finalmente Zayyn amenaza al hombre con el cuchillo, este deja de reír y mira serio a la chica -Kenshi era tan bueno y correcto... pero al parecer tiene estándares bastante bajos... jamás supero que le robase a su novia en la hamburguesería en que cayo muerto, es esa perra que mataste ahora... pero sabes... ya me haces sentir mal, por que ahora creo que le hice un favor a mi hermano al matarlo y apartarlo de ti... supongo que ahora tiene una mejor prostituta demoníaca en el infierno- Dice Yamato con una gran sonrisa burlona en el rostro y acto seguido el lanza un escupitajo certero a la cara de la mujer.

Observé con brillo calculador la hoja de la cuchilla mientras le escuchaba hablar. Pasé la yema de un dedo por el filo, cortándo una fina línea qur pronto se tiñó de rojo. Parpadeé una vez, y chupé la sangre que emanó, cicatrizando la herida al instante. Sin embargo, mis ojos dorados se clavaron en Yamato, el hermano de Kenshi... No podía creer que fueran hermanos. Kenshi era bueno y tranquilo, mientras que Yamato era malvado y muy impulsivo.

Mi cuerpo empezó a chispear con violencia al escuchar lo que decía, y casi de manera insconsciente, una de mis alas se movió, y me cubrió para evitar que el escupitajo llegara a mi rostro. Sacudí después el ala, deshaciéndome de esas asquerosas babas, y me acerqué al humano, quitándole uno de los rayos y tomando la mano herida. Mis dedos le tocaron con suavidad, cualquiera diría que esa forma de rozar no correspondía conmigo o con mi forma de ser... ¿Pero realmente era un contacto agradable?

Sonreí de lado, de manera malvada, y comencé a infundirle calambres de electricidad, cada vez más potentes y fuertes que le harían sacudirse, pero no llegarían a matarlo... Era la tortura eterna.

- El infierno te parecerá el paraíso después de esto... Pero no vas a morir. Aún.

Yamato no cambia su expresión, sigue mirando a Zayyn de manera amenazante, como si esta situación fuera muy divertida para el, pero en el momento cuando la chica deshace una de las lanzas de rayo para acariciar su mano, entonces el humano ríe ligeramente antes de ponerse a hablar -Vamos zorra... saltémonos a la parte en la que me dejas ir ¿o es acaso que quieres vengarte un poco mas, para que?... para mañana Kenshi empezara a pudrirse en una caja dos metros bajo tierra y tu seguirás sola... miento, las putas nunca están solas- Dice Yamato antes de empezar a ser electrocutado, su cuerpo se sacude ligeramente debido a que todos sus nervios son afectados por la descarga, pero a pesar de todo el dolor que esta sufriendo, el humano no borra su sonrisa de su rostro y tampoco desvía la mirada de la chica, incluso siendo torturado el seguía desafiante.
Mientras tanto, los disparos percutados por Yamanto alertaron a los vecinos, quienes llamaron a la policía, quienes ya están estacionados fuera de la casa y están comenzando a entrar para buscar el origen del tiroteo.

Miré a Yamato, de una manera muy parecida a la que él mismo me miraba a mí. Pero a diferencia de él, mis ojos prometían dolor, destrucción, muerte... No eran unos ojos que se puedieran mirar fijamente durante mucho rato, porque parecían estar observándote el alma. Así lo miré, como si no me importara lo que dijera, como si no fuera más que una hormiga a mis pies, mientras pensaba con detenimiento qué hacer con él...

- ¿Te diviertes?-inquirí con voz tranquila-. Veremos quién se ríe el último.

Dejé de infundirle electricidad. Lo cogí por el cuello y lo alcé, alzando la cuchilla de mi brazo y acercándosela a los ojos. Sin embargo, no tuve tiempo de ejecutar el ataque. La polícia llegaba, podía escucharlos aún cuando estaban a un par de manzanas de allí. Miré hacia la ventana un momento, pero enseguida me dispuse a salir de la casa por dicha apertura, con Yamato sujeto por el cuello por supuesto.

Subí por la fachada, hasta la azotea del edificio. Allí era muy posible que nadie nos viera, a menos que sobrevolaran con un helicóptero. Sería muy extraño ver al asesino de Kenshi y de su antigua novia, con una criatura que parecía más un ángel que una persona.

- Aquí no nos molestarán esos humanos...-dejé de mantener el Dark Angel Mode, pasando directamente a la evolución muerta. Desenfundé la espada que pendía de mi cintura, y rasgué el aire con ella, creando un portal con forma de espiral morada-negruzca. Después, agarré a Yamato por la ropa y lo lancé hacia la puerta interdimensional; seguidamente, crucé yo también.

Una vez al otro lado, ambos nos hallamos en el sótano de mi casa, en Los Ángeles, pero eso obviamente, él no lo sabía. Cambién de evolución por undécima vez, esta vez para ser el demonio negro de viento. Con un par de movimientos, até sus manos a los grilletes de la pared, y las piernas con dos corrientes de aire.

- ¿De verdad crees que te voy a liberar?-pregunté, acercándome a él-. ¿De verdad crees que vas a salir indemne después de lo que has hecho?-acerqué mi rostro al suyo, y con una malvada sonrisa, susurré-. Esta será tu única prisión. Esta pared será lo último que veas, antes de morir, aunque planeo tenerte vivo todo lo posible... Aunque eso dependerá de si eres capaz de soportar las torturas...

Mi cola se movió a mi espalda, juguetona, antes de ir directamente hacia Yamato y clavar la púa dorada en su hombro derecho, en un lugar en el que no atravesaría ningún órgano vital... Si se moría, sería por desangramiento, y no pensaba dejarlo morir así como así...

Cuando Zayyn deja de administrar electricidad al cuerpo de Yamato, este cae muy débil y semiconsciente, la electricidad afecto su sistema nervioso por lo que esta fuera de combate. Por esa razón es fácil transportar a Yamato, básicamente es como mover un enrome muñeco de trapo.
La policía llega a la habitación de Yamato, encuentran a la mujer muerta, la pistola y una ventana abierta, imaginarse lo que paso no es difícil. Los forenses se llevan a la chica dentro de una bolsa de cadáveres, ponen el arma en una bolsa de evidencias para ser analizada y los policias empiezan a examinar la habitación del asesino. Pronto también se sabrá la conexión entre Yamato y el ataque a Kenshi.
Mientras tanto en EEUU, Yamato recupera la conciencia para ver que se encuentra encadenado a una pared en lo que aparenta ser el sótano de una casa y frente a el, ve a su captora quien cambia repetidas veces de forma. Pero el esta muy lejos de estar asustado, muy por lo contrario el sonríe mientras la chica le habla de forma amenazante. -Tortúrame amor, lo quiero todo... por que no mejor me desencadenas, te volteas y entonces te muestro una buena tortura... te mostrare que soy mejor que Kenshi- Dice Yamato sin borrar la sonrisa de su rostro. Cuando la chica acerca su rostro al de Yamato, este no pierde tiempo y rápidamente estira su cuello e impulsa todo su cuerpo hacia adelante para intentar morder la nariz de la chica, no le importa si es empalado por la cola del Digimon, su objetivo ahora es dañarla.

Justo en el instante en el que Yamato intentó morderme la nariz, hice gala de mis perfectos reflejos. Aparté la cabeza de su trayectoria, al mismo tiempo que la afilada púa de mi cola se clavaba en su hombro y le empujaba para atrás con fuerza. Lo miré desde mi posición, desde arriba, y esbocé una cruel sonrisa al escuchar sus posibles gritos. Pronto saqué la hoja dorada de su cuerpo, arrancándole gotas de sangre en el proceso. Comencé a caminar en torno a él, todavía con la sonrisa implantada en mi rostro, riéndome de sus estúpidas e inútiles palabras.

- Eres muy valiente... O muy insensato. O quizás estúpido... Sí, ese calificativo te queda mejor, estúpido, puesto que no tienes ni idea de a qué te estás enfrentando-me detuve, lo miré fijamente, y poco a poco fui sonriendo, a medida que una idea comenzaba a formarse en mi mente-. Me pregunto... ¿Qué pasaría si a tu madre le pasara algo? Kenshi ya no está, no creo ue a él le importe ya... Pero, ¿y a tí? ¿O eres tan condenadamente despreciable que ni siquiera respetas a tu propia madre?-solté una risotada-. Ya me lo estoy imaginando... La señora Yuko, asesinada a balazos... aparentemente por su hijo... Oh, sí. Tres asesinatos en un día. Sin duda tu dojo estará acabado.

Enmudecí. Chasqueé los dedos de una mano, lo que fue suficiente para que un pequeño tornado envolviera a Yamato y le curara la herida del hombro. Pero no iba a estar sano por mucho más tiempo, puesto que mi cola se abalanzó de golpe contra él... o más bien contra cierto lugar entre las piernas.

Yamato grita cuando es empalado por la cola de Zayyn, pero luego de quejarse se mantiene en silencio y mira directamente al suelo mientras Zayyn se pone a hablar y al terminar, el humano empieza a reírse a carcajadas -Dioses... hace lo que quieras, asi me quedo con su herencia, realmente no me interesa... tienes dos opciones... suéltame ahora y me ire o puedes esperar hasta que me escape y te mate...- Dice el hombre muy serio y cuando Zayyn le cura este empieza a sonreír, seguro de que seria libre, pero pronto el siente el filo del chuchillo atravesando su carne en una zona muy intima, haciendo que Yamato empiece a gritar de dolor -!Suéltame!- Grita el hombre a todo pulmón.

Mientras tanto en el hospital, ya es de noche, los horarios de visita se terminaron, pero dejaron que la madre de Kenshi se quedara en la sala junto a su hijo que aun no despierta.

Ni me inmuté cuando dijo que bien podría agenciarse la herencia que le podría corresponder si su madre moría. Dudaba bastante que le fueran a dar dicho herencia, sobretodo si se descubría que él había sido quien había acabado con su propio hermano, su novia, y su madre.

Sonreí de manera burlona, antes de ponerme a reir a carcajadas cuando escuché su grito de agonía tras haberle empalado sus partes de hombre. Qué sonido más hermoso era, aún si cabe perteneciente all cabrón que le había hecho daño a Kenshi.

- Grita lo que quieras... Nadie te va a oir, y vas a estar aquí durante mucho tiempo...-con un movimiento de la mano, hice sanar la misma herida que acababa de hacerle. No quería que se muriera antes de tiempo-. Yo mientras... Me iré a dar una vuelta... Espero que disfrutes de tu soledad y tu estadía en este sótano...

Me despedí de él, inclinando la cabeza de manera burlona mientras volvía a transformarme en Scathmon y creaba un portal de regreso a Japón. Sin dedicarle una sola mirada más, regresé a donde había dejado a Kenshi, solo que aparecí en los aparcamientos del hospital, consiguiendo ocultarme tras unos coches. Ahí, regresé a mi forma humana, y retomé el camino hacia la habitación de Kenshi, sin detenerme en ningún momento, y llendo directa a mi destino.

Di un suspiro cuando llegué al piso, cuando ya cruzaba el largo y vacío pasillo. Tenía las manos metidas en los bolsillos, y la cabeza baja. Aunque hubiera estado torturando a Yamato, mi humor al regresar al hospital había empeorado, al saber de antemano lo que me iba a encontrar: Kenshi todavía en la cama, sin despertar...

- La venganza no va a devolvérmelo, pero al menos hace que me calme...-me recordé a mí misma, mientras entraba en la habitación. Pero me quedé quieta en el sitio, al ver a alguien conocido ya en la sala, junto a la camilla del chico rubio-. Usted...

-Hola querida- Dice la señora sin despegar la mirada de su hijo -Que tragedia... hay una silla plegable en el baño, ven y siéntate- Dice la señora y espera a que la pelirroja se siente a su lado antes de volver a hablar, mientras tanto, la señora toma una mano de su hijo y la sostiene.
-Creí que ya no tenia mas lagrimas después de que mi marido falleció... y ahora esto... ningún padre debería enterrar a sus hijos... y ahora la policía me dice de que Yamato asesino a su novia en casa y que hará lo están buscando... ¿que paso?... ¿que hice mal?...- Dice la señora, poniéndose mas triste progresivamente hasta que al final unas lagrimas brotan de sus ojos, pero para intentar disimular, la madre de Kenshi besa la mano de su hijo y luego abraza a la pelirroja -Lamento todo esto...- Termina diciendo la señora aguantando las lagrimas.

Mis ojos miraron a la mujer una vez, pero después se clavaron en Kenshi, como si de alguna manera hubiera esperado una mínima reacción por su parte. Pero al no tenerla, suspiré, y fui al baño a por la silla que Sakura me había mencionado. Me senté a su lado, dejé que me abrazara, pero ningún sentimiento hacia ella salió de mí. Ella sentiría pena por su hijo, y yo la sentía por mi chico... pero nada más. El hecho de que ella estuviese triste a mi me importaba un pepino... Sonaba muy fuerte, pero era así... a partir de ese momento iba a pensar solo por mí y por los de mi círculo cercano, como Kenshi, Kali, Rukriel o Fenrir. Y que les dieran a los demás.

- No sé que fue lo que usted hizo mal-respondí de manera mecánica, como si de verdad me estuviese preguntando a mí.

Me separé de ella, y continué clavando mi mirada en Kenshi, como si esperara con ansias a que despertara, como si tuviera la esperanza de que en cualquier momento podría abrir los ojos...

La señora se separa de Zayyn y luego toma una de sus manos para besar la mano de la pelirroja -Hay niña... el se recuperara... Kenshi es muy fuerte, un luchador... cuando era un bebé era muy travieso, no dejaba de moverse ni por un segundo le gustaba tocar todo, quería conocer el mundo... un día el enfermo, algo normal para un bebé, pero un doctor le dio un medicamento erróneo y empeoro... pero Kenshi lucho con toda la fuerza... se pondrá bien... y saldrá fortalecido de esto- Dice la señora antes de levantarse de su asiento para caminar unos pasos para quedarse en medio de la habitación -En estos momentos extraño a mis Digimon... ha pasado mucho tiempo... estoy seguro de que ya debieron morir y revivir un par de veces... se olbidaron de mi... pero se que jamás olvidaran lo ultimo que les dije... algún día, mis hijos o los hijos de mis hijos necesitarían ayuda... y ellos se volverán sus camaradas...- La señora hace una pausa para suspirar y voltearse para ver a Zayyn. -¿Por que no me dijiste que Kenshi ya tenia un Digimon?... Deje su Digivice bajo su almohada, no es seguro dejarlo en una caja sobre la mesa… cuatro Digimental, no esta mal, yo no podía usarlos en mi época... me gustaría hablar con tigo después... yo debo ir a dormir... me quedare en la casa de mi hermana... ya que el dojo es una escena del crimen- Dice la señora antes de seguir caminando hasta detenerse en el marco de la puerta -Ve a dormir querida...- Es lo ultimo que dice la señora antes de irse.

Mis ojos estaban fríos, pero a la vez portaban el fervor de la venganza, el ansia por derramar sangre en consecuencia de lo que le había sucedido a Kenshi. Aún cuando Sakura me miró y me tomó la mano para besármela, seguía con esa mirada que prometía destrucción y desgracia. Parecía incluso inmune a las muestras de cariño que me daba mi supuesta suegra.

- Quien quiera que haya sido... Voy a destruirlo. Voy a hacer que su vida sea tan miserable que me suplique piedad. Y solo cuando me pida que le mate, solo entonces, le concederé su deseo-Aún sabiendo que había sido Yamato la mano ejecutora, la voz salió de mi garganta de manera segura, precisa, sin vacilar, como si hubiera sabido desde siempre lo que tenía que hacer y decir.

Desvié la mirada hacia Kenshi, hacia su rostro dormido, sus ojos cerrados, su lentra respiración, su herida escarlata y sangrienta en el pecho. En ese mismo momento, al ver a la unica persona a la que quería luchando entre la vida y la muerte, caí en la cuenta de que el mundo seguiría estando igual de podrido que siempre, aunque Kenshi despertara. Los humanos seguirían velando por el beneficio propio, sin tener en cuenta las necesidades de aquellos a quienes pisoteaban. Destruían sin piedad, pero nadie, absolutamente nadie, hacía nada al respecto.

- Esto tiene que cambiar...-el digisoul, el que desde el secuestro de Natasha se había oscurecido hasta captar un pigmento negro, comenzó a aclararse al surgir de repente de mi cuerpo. Su color fue degradánose a rojo, lentamente, hasta captar el mismo color que el de la sangre recién derramada... El digisoul de la Sangre había vuelto.

Sin ni siquiera despedirme de la madre de Kenshi, sin ni siquiera mirarla cuando se fue por la puerta, apreté los puños, mis pupilas se achataron, hasta tomar la misma forma que la de los ojos de un felino.

- Esto va a terminar ya...