[China; Picos del Himalaya] Mito o realidad [Mision de Ryuga]

En las noticias no paran de sacar fotos (fuera de foco) del mítico hombre de las nieves y pie grande, que han sido vistos en las inmediaciones del Himalaya, te das cuenta que esas fotos te son demasiado familiares, por lo que te lanzas a los fríos picos del Himalaya a investigar, pues el supuesto Pie grande, anda atacando las aldeas, se dice que solo saquea comida, pero algunos aseguran que a matado a una pequeña niña... date prisa y averigua la verdad

Al llegar al frio pueblo principal del Himalaya, tenias pensando ir a hablar con los lugareños, pero o sorpresa, recuerdas que eres un digimon, puede que estos huyan de ti o te traten como a alguna clase de deidad...

Mis pies se abrían paso a través de aquellos caminos pedregosos cubiertos de nieve, tenía todo el pelo erizado de frío acumulando pequeños copos de nieve en el hocico así como en mis pequeñas alitas y cada poco tiempo estornudaba estruendosamente cuando algún copo se me metía en un orificio nasal. Gracias a la gente de DATS habían conseguido facilitarme enormemente la labor de llegar hasta esa zona del mundo humano, cosa que les estaba agradecida pero por otra parte mi oreja derecha mostraba un tic nervioso por el pequeño resentimiento que tenía hacia ellos...

- La última vez que vengo a este tipo de lugares...no sin antes informarme del clima que tienen... ¡brbrbrbr! - mascullé entre dientes mientras me frotaba los brazos dándome calor, aunque esta vez no había viajado por gusto sino más bien por obligación pues las fotos y los rumores que se hacían eco de aquí a un tiempo acerca de una criatura extraña me hacían pensar en algún tipo de digimon que había aparecido en esta zona para quedarse.

Cuando llegué cerca del pueblo principal me quedé quieta al caer en la cuenta de un hecho que jugaba ahora en mi contra, quedándome pensativa. - Seguramente esos humanos nunca habrán visto un digimon como yo y pondría mi cola en el fuego y no me quemaría a que no me recibirán de manera pacífica si me adentrase. - Me quedé algo apartada meditando otra forma de poder acceder al pueblo sin que me descubriesen cuando se me iluminó la bombilla.

Si esos humanos eran como los que conocí en la otra punta del mundo, seguramente llevarían ropas que necesitaban lavar... una sonrisa picaresca cruzó mi rostro, poniendo en marcha mi plan, empezando a rodear el poblado con cautela buscando alguna zona donde los humanos tendiesen la ropa o alguna tela que bien podría ayudarme a pasar desapercibida. Pues era eso o por el contrario jugármelo todo a una carta y mostrarme tal como era.

Al rodear el pueblo, llegas a la parte final de este, y para tu suerte, encuentras varios tramos de tela colgados en cuerdas, puedes agarrar uno y cubrirte, pero quizás esto solo haga creer a los aldeanos que eres un demonio mal disfrazado, recuerda que estas en medio de la nada y la gente es sumamente supersticiosa... quizás los niños no te tengan tanto miedo, pero también puede ser que te ataquen, escoge con cuidado...

Torcí el gesto al comprobar que las prendas en mi cuerpo harían más mal que bien a ojos de los demás y desistí de la idea con un gruñido frustrante, ya sólamente me quedaba la ide de mostrarme tal como era... ¿pero a quién?.

Mi oreja derecha reaccionó con un tic al escuchar unas risas de niños mostrándoseme así la respuesta a mi pregunta, los niños solían ser más ignorantes y menos precavidos que los adultos y eso jugaba a mi favor en ese momento.
Agité mi cola y se me escapó un estornudo limpiandome el hocico con las zarpas mientras cerraba con fuerza los ojos antes de emprender el camino hacia la zona por donde escuché las risas.

Estaba nerviosa y ya daba vueltas acerca de la forma que podría acercarme a ellos, cuanto más pequeños mejor... aunque tampoco iba a escoger bebés. - Nada de bebés... necesito información, no jugar con ellos... aunque... - agité la cola mientras caminaba pensativa en ese instante. - Quizás jugar con ellos haga que me gane su confianza. - Agité de nuevo las orejas al escuchar los gritos y risas de los niños aproximándome, parapetandome en una zona ciega a sus ojos a ver que hacían en ese instante. Tenía un nudo en la boca del estómago que esperaba que se deshiciera en el momento que decidiese poner en marcha mi plan.

Un grupo de 3 niños juega alegremente con la nieve a su alrededor, cuando te miran asombrados, el mayor te señala incrédulo y el menor se esconde detrás de este, la única chica, parece ser la mas valiente, pues se aproxima a ti sonriente, carente de cualquier tipo de miedo

-hola, nunca había visto un lobo que tuviera alas igual que tu- dice alegremente al estar frente a ti -¿tienes hambre? tengo algo de carne seca conmigo, ¿quieres un poco?- del bolsillo de su abrigo saca un pedazo de carne curtida y saca para después ofrecértelo

-¡aléjate de esa cosa! ¿olvidas que ya han matado a Raki?- advierte el chico mayor, que a pesar de serlo, no tiene mas de 10 años

-Raki no esta muerta, solo se la llevaron los seres de la montaña- explica confiado el menor, que osilla entre las edades de 5 y 7 años -o eso es lo que dice la abuelita- toda su confianza se vio desvanecida en un segundo

-pero este lobo alado no se ve malo, ¿verdad amiguito?- mueve la carne seca frente a ti, tratando de que te animes a comerla

Se me erizó la cola en cuanto me di cuenta que me habían descubierto y para mi decepción vi como dos de los niños reaccionaron con temor mientras que una tercera, para mi sorpresa, se me acercó dejándome perpleja con sus palabras haciendo que parpadease un par de veces antes de volver en mi.

- No sé que es un lobo pero... no. - sonreí frotándome la nuca algo ruborizada. - Me llamo Ryuga, soy una Dorumon ¡Gracias! - cogí con mis garras aquél trozo de carne seca que me ofrecían, a estas alturas cualquier tipo de comida que me ofreciesen era bien recibido engullendo la pieza de un bocado para después relamerme las comisuras.

Sin embargo mi gesto de satisfacción cambió a curiosidad cuando hablaron de una tal Raki, debía ser la muchacha desaparecido por el monstruo.
- De hecho he venido para encontrar a ese monstruo y devolver a esa humana... ¿Raki la habeis llamado? de vuelta con su familia. - aclaré alzando el índice haciéndome la sabia. - Y para eso necesito vuestra ayuda ahora que he visto que sabeis de lo sucedido... ¿Podeís decirme que pasó exactamente? ¿Hace cuanto que apareció ese monstruo? ¿Sabeis por donde vive o hacia donde se dirigió cuando se llevó a vuestra amiga?. - Pregunté algo más seria. - Cuanta más información me deis más rapidamente encontraréa vuestra amiga y la traeré de vuelta.

Los 3 niños se asombran al verte hablar, como era de esperarse, el que tenia mas miedo, sale corriendo hacia el pueblo, el menor se escondió detrás de la niña que te ofreció la carne, esta ultima intento escuchar atentamente tus preguntas, pero se perdió en alguna parte...

-em...- la niña se rasca la nuca confundida y mira hacia todas partes

-la que sabe que le ocurrió a Raki, es la abuela...- susurra el pequeño niño, aun escondido detrás de la niña

-si quieres te podemos llevar con ella- sugiere la niña -vive a las afueras del pueblo, por la parte trasera, es la encargada de hacer telas... ¿vamos?

- ¡Espera que no voy a hacerte dañ...! o... - me dejó con la palabra en la boca al ver como el pequeño se alejaba de mi en dirección al pueblo, sólo esperaba que no pasase algo malo como que por ejemplo algún adulto creyese al niño.

Suspiré dejando caer mis orejas a los lados de una manera bastante cómica antes de levantar la mirada hacia la niña humana, si antes era ella la que me observó con gesto confundido ahora me tocaba a mi el turno.

- No creo que sea una buena idea... igual la asusto o incluso llama al pueblo para que me maten y lo último que quiero es eso. - Comenté con algo de resquemor mientras observaba pensativa el cielo durante unos momentos antes de volver la mirada a los niños, si la anciana tenía información vital necesitaba hablar con ella aunque mi temor era que acabase mi piel como alfombra de alguna de sus casas. - ¿Estais seguros que no me hará daño o pondrá el grito en el cielo? -entonces se me ocurrió una idea. - Vale, llevadme ante ella pero sólo quiero que esteis vosotros y la abuela... ¿sí? - sonreí cerrando los ojillos esperando que los niños humanos comprendiesen la razón por la que quería verlas a solas, entonces recordé algo acompañandolo mi gesto de sorpresa al alzar las orejas y las cejas a la par. - Por cierto, me llamo Ryuga ¿Cómo os llamais vosotros?

-yo soy Mato y el se llama Yuma, y el que se fue corriendo es Jo, somos hermanos- dice la niña justo antes de emprender el camino a la casa de su abuela -no te preocupes, la abuelita casi no habla con nadie, amenos de que sea necesario

-ella lo sabe todo... o eso dicen los adultos...- el niño seguía aferrado por completo a la niña, trataba de igualar el ejemplo de su hermana y hablarte como si fueras un igual; peor aun así te miraba con cierto miedo

Al llegar a la casa de su abuela, los niños ven algunos de los grandes trozos de tela que fabrica la mujer avanzada de edad tirados en el suelo, olvidaste ponerlos en su lugar, afortunadamente nadie se dio cuenta; los recogen rápidamente, y después tocan la puerta, a los pocos segundos esta se abre lentamente, dejando escuchar el clásico sonido de madera chirriante

-¿que sucede niños?- de espaldas a la puerta, sentada frente a una rueca de madera, esta una anciana

-abuelita, Ryuga, nuestra nueva amiga quiere que le digas todo lo que sabes sobre Raki- explica la pequeña Yuma

-dice que puede derrotar al monstruo, pero...- dice dudoso

-¿hmm?- la anciana te voltea a ver -esos seres son por mucho mas grandes que tu -Ryuga, ¿crees poder contra ellos tu sola?- inesperadamente o quizás apropósito, te revela que existe mas de un "enemigo"

Asentí repetidas veces mientras memorizaba sus nombres, al menos eran los más fáciles de recordar de todos los que había oído en mi estancia en el mundo humano.

- Es un placer de conoceros aunque siento que haya asustado a Jo.. - me froté la nuca mientras sonreía apurada mirando a los niños que me acompañaban. - Me gustaría, en cuanto termine todo esto, pedirle disculpas y hacerles ver que no somos malos.... casi todos. - torcí el gesto ante el añadido y sacudí la cabeza. - ¡Hay algunos de nosotros que incluso trabajamos con humanos! - me atreví a apuntar alzando el índice mientras caminaba ahora más tranquila al saber que los niños nose asustaban de mi.

No dije más durante el trayecto quedándome pensativa ante las palabras que tenían los niños acerca de su abuela, por como hablaban de ella parecía ser una especie de sabia de la tribu o anciana venerada... vamos, alguien que sabía más por vejez que por otra cosa.
Cuando reparé en la tela que había dejado tirada en la nieve me hice la loca mirando a otro lado sin caer en el leve rubor de mi hocico, hasta que ví como la puerta se entreabrío disipando mi error de no recolocar los trapos en su sitio.

Asomé la cabeza por el hueco de la puerta agitando suavemente mi cola sin darme cuenta que azotaba suavemente el costado del niño Mato mientras observaba como la cría explicaba a la anciana antes de que se girase para verme, ante su pregunta sonreí confiada y saqué pecho orgullosa mientras asentía con gran seguridad.

- Así que ellos... - me rasqué el mentón pensativa antes de volver a asentir. - Claro que puedo, ya sabe el dicho... el mejor veneno se esconde en frasquitos pequeños y que cuanto más grande es, mayor sonará la caída. - sonreí tratando de mostrarme amable sin caer en la cuenta que mostraba mi afilada dentadura. -¡Ah! y que las cosas no son lo que parecen, yo puedo ser el doble de grande que ellos.... espero. - torcí el gesto ante lo último mirando a un lado antes de volverme a la anciana. - Por favor, dígame como eran esos monstruos que se llevaron a la niña, por dónde se fueron... todo lo que sepa. - mi voz sonaba decidida a traer con vida a la niña.

-hmm...- la anciana te analiza con sus ojos, mientras hablas, parece que te has ganado su confianza; manda de regreso a los niños a su casa y cuando estos se van, te mira fijamente, pero no de manera pesada, mas bien, te das cuenta que eres una especie de esperanza para ella

-mira, pequeño ser, los que se llevaron a Raki... se ah sabido que existen desde hace muchos siglos, por tanto, entenderás que son mas de 1...- se levanta lentamente y con la misma velocidad se dirige a un escritorio, rebusca en uno de los cajones de este y saca un papiro algo antiguo, al entregártelo, ves una serie de extraños dibujos de un ser que te parece familiar, pero los malos trazos te deja en duda

Spoiler:

Me acerqué más a ella sintiéndome atraída por el calor de la choza y la calidez que transmitía con respecto al exterior, tomé confianza con ella hasta el punto de sentarme frente a ella sin separar un instante mis ojos de ella.

- Me llamo Ryuga. - me señalé al percatarme de que no me había presentado sintiendo así vergüenza ante mis malas maneras. Agité las orejas cuando escuché el cajón deslizarse y mi rostro mostró sorpresa al observar los trazos. - PArecen... digimons... - susurré para mi misma mientras giraba el dibujo en un intento de que pudiese aclarar mis dudas. - ¿Siglos? qué extraño.... ¿sabe por qué tipo de zona viven? - miré a la anciana una vez que me quedé con los trazos del dibujo. - ¿Sabe si son agresivos?.

Gruñí ante la idea de que esos monstruos se llevasen a la niña para comérsela, aunque sería un tanto extraño pues si en verdad han vivido siglos aquí era sumamente raro que en estos momentos hubiesen secuestrado a una niña. - ¿Sólo la secuestraron a ella? es decir... ¿la buscaban o iban a por cualquiera?

-querida, siéndote honesta, esos seres nunca habían secuestrado a nadie, y por mi edad no pude llegar al sitio oportunamente...- dice con gran tristeza y un dejo de culpabilidad -solo puedo decirte que puede que se escondan en una de las cuevas de la montaña, pero no se en cual exactamente... discúlpame no poder serte de mas ayuda....- toce un poco y se devuelve a la silla en la que se encontraba en un principio -Ryuga, pequeña, te deseo mucha suerte, esos seres suponen ser pacíficos, pero puede que su comportamiento, cambiara al paso de los años...-

Me sorprendió, por desgracia para mal, las palabras de la anciana humana con respecto a la actitud de aquellos digimons.
-No pasa nada, no se sienta culpable por lo que ocurrió. - negué tratando de quitarle parte de culpa mientras me acercaba a ella. - Si es verdad lo que dice tuvo que ocurrir algo para que hicieran que secuestraran a esa niña, y no pararé hasta averiguarlo y traerla de vuelta. - asentí con convicción en mis palabras mientras fruncía el ceño.

Asentí a sus indicaciones con algo de frustración, aunque dbeía ver el lado bueno que era que al menos sabía que vivían en cuenvas... ¿El malo? que las montañas eran grandes y quizás me tomaría más de un día lo que significa que debría darme mucha más prisa.
- Ya has sido de mucha ayuda, abuela. - sonreí diciendo esto último de forma cariñosa sin resultar para nada despectivo. - Menos habría sido nada y ya sólo me queda ponerme a ello.

Incliné la cabeza ligeramente a modo de despedida respetuosa y giré sobre mis patas para encaminarme hacia la puerta, otra vez tendría que aguantar el frío... ¡con lo agusto que me encontraba en la cabaña de la abuela con la lumbre! en fin, pero esto era una misión casi a vida o muerte y la vida de una niña practicamente dependía de mí... o eso creo.
Me detuve en seco cuando escuché a la anciana despedirse y me giré levemente hacia ella sonriendo con un brillo especial en mi mirada.
- Abuela, la suerte no existe, solo la determinación y la fuerza para que las cosas salgan bien. Volveré - Dicho esto salí afuera cerrando la puerta tras de mi y mirando las montañas pensativa. - A saber que habrá ocurrido entre ellos...

Sin pensármelo más empecé a caminar hacia las montañas atenta a cualquier señal, pisada o rastro que aquellos digimons grandes hubieran haber dejado como impronta en la nieve.

Al salir de la cabaña y caminar poco mas de 50 metros, encuentras lo que parece ser una gran huella de una pisada de alguna creatura enorme; esa no es la única, pues encuentras todo un rastro, pero repentinamente comienza a nevar, y lentamente se va haciendo mas fuerte la ventisca, por esto debes darte prisa en encontrar el origen del rastro, pues la nueva nieve borrara las impresiones dejadas....

Di un pequeño respingo al notar la ausencia de la nieve que provocó la pisada, me quedé por unos instantes anonadada por el tamaño de la pisada.

-Espero que sólo sea de pie grande... nada más. - tragué saliba imaginándome como sería su tamaño en proporción con el pie antes de agacharme y observar el rastro de huellas, sin embargo el cambio de temperatura y el olor a humedad hizo que que me incorporara deprisa para seguir el rastro.

Efectivamente mis peores temores se confirmaron al ver la nieve caer, sin pensármelo dos veces eché a correr siguiendo con ojo atento las pisadas de las criaturas. Por un instante se me pasó la idea de digievolucionar a Dorugamon y alzar el vuelo, sin embargo mi deber era no llamar la atención y aparte de eso seguramente perdería el rastro gracias a la nevada.

Así pues y apurando mis pasos fui internándome en las montañas y bosques que la poblaban con la esperanza de dar con esos digimons y la niña humana.

El rastro te conduce hasta una cueva, de la cual distingues el brillo característico de una fogata no muy grande, además de lo que parecen ser voces, quizás demasiado arrastraras, además de sombras hasta cierto punto humanoides, pero de proporciones deformes para pertenecer a estos seres; puede ser que pertenezcan a los que tu crees que son digimon...

Me asomé a la cueva aplastando las orejas y arrugando la nariz mientras miraba con recelo hacia el interior.

- Que mal huele... - susurré para mi misma con un tic en mi oreja derecha. - Al menos ya podrían lavarse un poco... - gruñí arrugando más la nariz en un gesto de asco, pero ahora no había tiempo de caer en detalles. Lo primero que me fijé eran en las siluetas que se discernían en las paredes de la cueva a modo de sombras proyectadas por la fogata. Quizás, con suerte eran los digimons que buscaba... así que ahora me tocaba acercarme sin mostrar malas intenciones.

No hizo falta mucho esfuerzo para vencer al olor del interior y entrar, pues el calor que emitía la fogata animaba a hacerlo en comparación con la nevada que caía, traté de adentrárme sin armar apenas jaleo mientras trataba de ocultarme entre las formaciones rocosas, si quería confirmar que eran ellos debía acercarme más y prefería en estos momentos ir con pies de plomo.
Cuando me acerqué tras un saliente rocoso llegó a un punto que casi tuve que taparme el hocico de la peste y reprimir mi voz para no gritarles que se bañaran en algún lugar cercano.

Al rededor de una fogata, están sentados 3 seres, comiendo algo que parece carne cruda, quizás de esa aparente comida sea de donde proviene el pútrido aroma que abunda en la cueva, los seres resultan ser nada mas y nada menos que 3 Wendimon, no parecen estar interesados en otra cosa que no sea su "comida" y el calor que irradia la flama de la fogata....

-Wendimons.... - susurré para mi misma frunciendo el ceño con un gesto de desagrado. - odio los Wendimons... - Miré a mi alrededor buscando con la mirada a la humana. Sabía de buena mano que ahora mismo no sería el mejor momento para interrumpirlos pues ni siquiera a mi me agradaba que interrumpiesen cuando comía.

Me desplacé sigilosamente a ver si podía encontrar a la humana tratando de sortear a los Wendimons ocultándome entre los salientes y tratando de pasar por sus espaldas, intenté captar el olor de la niña pero el olor de aquella carne me había dejado totalmente inutilizado el olfato y aquello lo hacía más difícil.
Otra idea que se me vino a la cabeza fue atacar directamente a los Wendimons, pero eso sería una provocación directa y un suicido pues tres contra uno era bastante injusto y siempre cabía la posibilidad de que usasen a la niña como presa... aunque por otra parte esperaba que la carne cruda no fuese la niña haciendo que un desagradable escalofrío recorriese mi espinazo.

Caminaba acuclillada y tratando de pasar desapercibida, girando cada poco la cabeza para comprobar que no me habían descubierto y no iba a recibir ningún ataque sorpresa.

Burlas satisfactoriamente a los comensales de la carne putrefacta de dudosa procedencia, cuando de la nada se escucha un grito a lo lejos, proveniente de las afueras de la cueva, y es claro que el origen es de algún infante, los Wendimon rápidamente salen en búsqueda de la fuente del grito... dejando de lado su cena, como si el dueño del grito fuera alguien muy importante para ellos...

Me arrastré como pude sonriendo satisfactoriamente al conseguir burlar sus sentidos, aunque sinceramente tampoco hacía falta demasiado pues al comer esa... "cosa" el olfato lo deberían tener medio atrofiado y viendo como lo devoraban tendrían que haber pasado un buen rato sin llevarse nada al estómago.

Me asomé para ver algún indicio de rastro de la niña pero, de la ilusión por salvarla pasé a la frustración al ver que allí no había nada ni nadie. Tan sólo quedaban restos de huesos los cuales me retuve de patear para no llamar la atención de los Wendimon.

Ya está, seguramente llegué tarde la habrán abandonado en mitad de la montaña, o matado sin razón... ¡o incluso ahora mismo podría estar viendo sus huesos!. Gruñí apretando los puños volviéndome hacia los Wendimon que no me habían visto todavía, lista para vengar a la niña humana cuando de repente me quedé extrañada al escuchar el grito de lo que parecía una niña.

Sin embargo lo que más me sorprendió fue la reacción de los Wendimon, temiendo que me descubriesen me parapeté tras una formación de rocas y salí tras de ellos a una distancia prudencial, dispuesta a descubrir la razón de todo esto. Tenía mis sospechas de lo que podría estar sucediendo pero lo último que quería era precipitarme como hice antes y casi crear el caos en aquella cueva.

Spoiler:

Cuando los Wendimon llegan a la fuente del grito, y al poco tiempo tu, ves que estos están rodeando a una pequeña niña humana de no mas de 8 años de edad, la cual esta llorando desconsoladamente. Uno de los Wendimon, la agarra de la ropa, bruscamente, para después cargarla en sus brazos y abrasarla, como si fuera una madre que consuela a su hijo

-uwaawa... uwaaa...- al parecer el Wendimon que cargaba a la niña trataba de consolarla, pero no parecía dominar el lenguaje humano

-¡no! no quiero, me asuste mucho- sorprendentemente la niña puede entenderlos, y los ve como parte de su familia, o eso es lo que parece, por la forma en la que se aferra al pelaje del Wendimon en un intento de abrazo (obvio que no lo puede abrazar por sus dimensiones y el corto alance de sus brazos)

-wa... wawa wa....- dice otro Wendimon acariciándole la cabeza logrando calmar a la niña

-...- jimotea un poco mas pero al cecarse las lagrimas, se da cuenta de tu presencia y te señala -¿se... amigo suyo?- al instante todos los Wendimon voltean a verte sorprendidos, sin embargo solo se paran frente al Wendimon que carga a al pequeña humana

Spoiler:

Detuve mis pasos a unos pocos metros de distancia de ellos para abrir los ojos como platos al observar la escena, ¿La estaban consolando? el mito que rodeaban a los Wendymon de seres bastante crueles se vinieron abajo al ver el abrazo y la forma de consolar a la humana.

De hecho.... ¡era la humana que buscaba! una gran sonrisa cruzó mi hocico y me acerqué cuando reparó en mi la humana, sin caer en la cuenta de que quizás los Wendymon me tomasen como una amenaza.

- ¡Me llamo Ryuga! - Me presente deteniéndome a un par de metros de ellos, agitando la cola de lado a lado. - ¡Qué bien que estés viva! ¿Es que no sabes que tus amigos están muy preocupados por tí? ¡Incluso la abuela está temiéndose lo peor! - Casi la recriminé, aunque saber que estaba viva ya era todo un logro. - Pensaban que los Wendymons te habían devorado... - miré a los digimons estrechando la mirada a modo de recriminación, aunque ahora se me ocurrían más preguntas que prefería hacérselas luego.

- Vamos volvamos a casa, aquí se esta muy peligroso. - Alcé las garras tratando de dar peso a los argumentos anteriores haciendo amago de acercarme.

Spoiler:

-¿regresar... a... casa...?- susurro dudosa la pequeña Raki, con la mirada oculta, al sentir sus emociones entremezcladas, el Wendimon que la carga retrocede unos pasos y al mismo tiempo los Wendimon delante de este se ponen en guardia

-¡uwawaaa!- el Wendimon que la carga sacude fuertemente su cabeza en negación -¡¡uwawa kapp waa!!- pareciera que trata de explicarte algo, pero entre la desesperación y su falta de alfabetismo, es una acción por completo inútil

Como las palabras son insuficiente, y es claro que Raki no quiere regresar a casa, el Wendimon que la carga se va corriendo a una gran velocidad con ella en brazos, y los otros 2 Wendimon arremeten con sus enormes y de gran alcance brazos en tu contra, con su técnica "Cable Crusher" si te atrapan, cualquiera de los 4 brazos que se aproximan a ti a gran velocidad, ten por seguro que te trituraran sin miramiento

Los brazos vienen, 2 arriba por las laterales, y los otros 2 en línea recta hacia adelante; quieren bloquearte las posibilidades de esquivar dando un salto hacia arriba o hacia los lados

Spoiler:

Asentí a su pregunta sonriendo aunque pronto desapareció esa sonrisa mientras la ventisca se intensificó lentamente como si estuviese azuzada por los sentimientos de los Wendimon, mi cara fue un poema al ver como su vocabulario se limitaba a "was" y gruñidos... me esperaba que tuviesen un vocabulario más enriquecido, pero al parecer los sobrevaloré demasiado.

Un gruñido de advertencia salió de mi garganta mientras mis pupilas se rasgaron y mis músculos se tensaron frustrada al ver que no parecían querer devolverla. - No se que decís ¡pero Raki debe volver con su familia!... - mis orejas se tensaron al ver como el Wendimon que cargaba con la cría huía. - ¡¡Raki!!

Di un paso al frente dispuesta a echar al correr pero rugí al verme detenida por los dos Wendimons que no dudaron en atacarme. Mis labios se tensaron y mi cola se erizó mientras salté hacia atrás para evitar el ataque.

- ¡¡Disparo de Metal!! - Nada más pisar la nieve lancé un par de bombas a medio metro de distancia de los Wendimons, no era mi intención dañarlos pero sí el quitármelos de encima y esperaba que mis bombas sirviesen como cortina de humo para que me diese tiempo a lanzarme a correr en la dirección por donde escapó el Wendimon con la niña. - ¡Raki! ¡¡Espera!!

Spoiler:

Dando saltos a laterales opuestas, evitan las balas de metal salidas de tu boca, aun así no se rinden en su deseo de detenerte a como de lugar, sin embargo el movimiento en la nieve descendente ocasionado cuando las balas de metal impactan el suelo, una avalancha comienza a formarse y como se dirige hacia el Wendimon que escapo con la niña, tus agresores te dejan de lado dentro de sus prioridades y se van dando poderosos saltos para alertar a su compañero del enorme peligro a sus espaldas. Afortunadamente logran alertar a su compañero y este sale del rango de alcance de la nieve en pleno desbordamiento

Los tres digimon peludos y la niña te ven por un segundo antes de continuar con su veloz escape, y siguiendo tu ejemplo, se valen de sus voces en un grito para generar una nueva avalancha que los cubra como una cortina blanca

La explosión hizo eco en toda la ladera de la montaña haciendo que por unos segundos me quedase extrañada a la par que extasiada por el eco producido, durante unos segundos me pareció que el tiempo se detuvo y el silencio se apoderó del lugar antes de que un murmullo empezó a escucharse agrandándose gradualmente para ver como desde las cimas una avalancha se acercaba a una velocidad estrepitosa hacia nosotros.

Lección aprendida, no lanzar más bombas en las montañas.

Con un grito corrí en la misma dirección que los Wendimons para ponerme a refugio pero pronto me sacaron varios metros de ventaja. El alud pronto se me vendría encima y si no hacía algo pronto sería helado de Digimon.
Miré a los lados apurada hasta ver unos salientes de roca. No me lo pensé dos veces echando a correr hacia ellos para resguardarme en el último segundo bajo el hueco de dichas rocas escuchando el ruido ensordecedor del alud al usar las rocas como rampa y ver como pasaba a los lados con un rugido estremecedor.

Cerré los ojos con fuerza y aplasté las orejas mientras escuchaba los gritos de los Wendimons para causar otro alud, sin embargo no me movería de allí hasta que todo pasara.
Cuando nuevamente el silencio se hizo palpable en la montaña abrí los ojos para ver que a mi alrededor se había formado cerca de metro y medio de nieve. suerte de aquellas enormes rocas pude salir aunque ya había perdido de nuevo el rastro de los Wendimons.

- IIg... Maldita sea... - gruñí y pateleé el suelo. - Así no podré encontrarles....  a no ser que... - una sonrisa se perfiló en mi rostro y miré con confianza hacia la dirección que habían tomado antes de que la ladera se iluminase tenuemente y, donde antes era Dorumon, ahora era una Dorugamon. - Ahora si que no os escapais. - Alcé las alas en un aleteo para elevarme por los aires y desde allí buscarles.

Mientras sobrevuelas el área, te das cuenta fácilmente que la zona está por completo cambiada, debido al cauce del flujo de la nieve en desbandada, y las cuevas que en un principio presumían de entradas enormes, ahora más bien parecían simples grietas en las paredes de las montañas, por esto mismo, quizás en su desesperación por huir y esconderse, los Wendimon provocaron su propia muerte al crear un segundo alud

De repente, puedes ver como del suelo, emerge con fuerza una enorme y peluda mano, que fácilmente identificas como la mano de uno de los Wendimon, a los pocos instantes brotan los 3 como si fueran margaritas. El que tenía a la pequeña Raki en brazos emerge de espaldas, pues utilizo todo su cuerpo para proteger a la infante humana

Intercambian gruñidos, como si se preguntaran los unos a los otros si estaban bien, la niña parece entenderlos perfectamente y también responde asintiendo con la cabeza, que se encuentra en perfectas condiciones para después agradecerle al Wendimon que la protegió, los 3 digimon sonríen plenamente, para después darse cuenta de tu presencia en el cielo, y cambiar sus gesticulaciones a las de enojo, y fulminantes miradas en tu contra. Intentan seguir escapando pero la nieve aun suelta les dificulta el andar, pues a cada paso se hunden hasta por encima de la mitad de sus largas piernas, es obvio para ellos que no les queda de otra que pelear contra ti, esperando a que hagas el primer movimiento en la pelea que vuelve a comenzar

Batí las alas con fuerza para coger algo de altitud cuando mis ojos se fijaron en la mano peluda seguido de los tres Wendimons, por desgracia ya me habían visto así que antes de hacer nada planeé sobre ellos haciendo un par de círculos antes de caer en picado hacia ellos antes de, en el último instante alzar las alas para posarme a un par de metros de distancia con elegancia.

- Muy bien, si quereis pelea peleemos pero antes explicadme porque no dejais que la niña no vuelva a su hogar, y tú. - señalé con mi zarpa a la cachorra humana. - no entiendo lo que dicen así que quiero que me traduzcas ¿entendido?. 


Tenía el vello del cuerpo erizado y no tenía el humor para negociaciones en estos momentos, si por mi fuera los destrozaría aqui mismo y me llevaría a la cría pero sabía que ésa no era la solución.  - ¿Y por qué la habeis secuestrado? ¿es que no veis que sino está con su familia vosotros quedareis como los enemigos a los ojos del pueblo y harán partidas de caza para mataros?
Antes de nada quería agotar las otras vías posibles, y sino quedaba más remedio pues tomaría las cosas por la fuerza. Ahora mismo mi intención era hacerles ver a esos Wendimon lo que estaban provocando cuidando de esa cría. - ¿Y tú porque no quieres volver al  pueblo? - miré esta vez a la niña, quizás me estaba equivocando con los Wendimon y la razón de todo esto era la cría en si misma.

-¡uwawawawaaawa!- grita enojado uno de los Wendimon que sirven como escudo al que carga a la niña, cuando empiezas a acosarlos con una pregunta tras otra, sin embargo después de tu petición de traducción, parece ser que la niña se niega a fungir como traductora entre tu y sus aparentes amigos

Cuando al fin terminas con tus mil hipótesis y llegas a la parte de que todo es culpa sino mas que de la niña, ella abraza al Wendimon ocultando su rostro en el pelaje del mismo, puedes darte cuenta que un par de lagrimas ruedan por sus mejillas -yo... no quiero regresar a casa... ¡no quiero!- al afirmar esto ultimo los Wendimon delante de ella arremeten en su contra con bolas de nieve las cuales compactan con su enormes manos, entre tanto el Wendimon restante escapa nuevamente con la niña, pero en lugar de correr se sumerge por completo en la nieve haciendo lo que parece ser un túnel, casi sintiéndose el conejo gris de la tv, sin embargo el no deja un rastro de por donde escapa...


-MISION CERRADA-