El lugar de las sombras.

Aún se lo preguntaba, ¿cómo y por qué había llegado a ese lugar? Era muy oscuro, sombrío y tenebroso, abrazó a su Impmon con fuerza mientras caminaba un par de pasos estando atenta a su alrededor, la presencia de su compañero le ayudaba a no estar tan asustada. Tras haber avanzado varios metros se detuvo y de nuevo dio una mirada a todo el lugar, no sabía exactamente a dónde ir para volver al mundo humano.

—Como salimos de aquí.—El Impmon no podía darle una respuesta segura ya que tal vez solo alimentaría una falsa esperanza por lo que solo pudo guardar silencio.

Layla le acarició la cabeza al Digimon Virus y le mostró una leve pero dulce sonrisa, tras varios minutos de caminata en aquel terreno completamente plano no había notado la presencia de nadie mas cosa que era bastante desalentadora. Ahora Impmon caminaba junto a su amiga y tras casi una hora la chica se sentó sobre una roca para pensar mejor en la situación.

Impmon: No te sientas mal, estoy seguro de que saldremos de aquí.—Tomó asiento junto a su compañera y le mostró una sonrisa confiada lo cual junto con lo que él había dicho había logrado hacerla sentir mejor.

Después de haber pasado por esa pesadilla el muchacho no quería volver a descansar hasta salir del lugar. - Solo quiero salir de este lugar. - En una de sus manos tenía el artefacto que había creado por accidente, un inhibidor de señales digitales.

- ¿Porque llevas esa cosa encendida? - El WarGreymon había vuelta a transformarse en un Agumon para guardar su energía. - Ni siquiera funciona para lo que lo creaste. -

- Lo se. - Dijo el muchacho mirando el objeto en su mano. - Pero creo que e inventado algo mucho más útil. - A 50 metros a la redonda ningún Tamer podía utilizar cartas o sus emblemas mientras el objeto estuviera encendido. - Si hay algún Tamer que se crea mejor que el resto y decida atacarnos tendremos una ventaja. -

La caminata duro unos cuantos minutos en silencio, prestando toda la atención a si escuchaban a un infectado aproximarse. - Espera. - Dijo Astaroth. - Siento el aroma de un Digimon. -

- ¿Estas seguro? - Si bien el olfato de su amigo nunca lo defraudaba esperaba que esta vez se equivocara.

- Será mejor que evolucione, y es un buen momento para probar ese Digiegg que conseguimos. - Carlos al oír esto asintió, y de su bolsillo extrajo un Digivice y un D-Terminal blancos con naranjo.

Donde antes se encontraba el pequeño dinosaurio naranja ahora estaba una especie de demonio de fuego. - Esta forma se siente... bien... - La voz era grave y dejaba ver seguridad en ella. - Vamos, es por aquí. - Astaroth avanzo con paso firme fuera del bosque.

Oscuridad, lo único que podía ver era como la oscuridad se expandía hasta los confines de esa tierra. La única luz que podía notarse era la generada por unos pequeños rayos que recorrían el cuerpo del esqueleto iluminando levemente el ambiente, sin embargo en aquella oscuridad cualquier luz parecía desvanecerse a los pocos metros. Ese era el caso de los rayos de Tzitzimitlmon que apenas llegaban a iluminar algo antes de perderse en la basta oscuridad.

- ¿Sabes donde estamos yendo? - Preguntó Alec al digimon esqueleto de 3 metros sin siquiera mirarlo, solo mirando hacia delante mientras caminaba esperando encontrar algún portal milagrosamente, alguna cabaña o construcción milagrosa donde hubiese algo interesante que no fuese la completa oscuridad.

- Tu estás delante mío... ¿Eso no responde a tu pregunta? - el hábil comentario del digimon hizo reír un poco al que se suponía que era su tamer, ambos estaban perdidos en el mar de incertidumbre. Sin embargo un digimon oscuro como aquel sentía a ese su hogar, un lugar sin sol, donde la única luz era generada por su propio cuerpo y la oscuridad engullía todo dejando a la vida misma con un tono melancólico. En lugares como esos ese digimon azteca acostumbraba a cazar a los humanos que se pasaban, como la llorona o la mujer de la curva, esos no eran nada comparados con ella, bajo el aspecto de una niña perdía atraía a gente y luego la comía.

- Jaja.... bueno, entonces solo podemos nadar - dicho esto la única opción viable era que Alec cantase la canción "Nadaremos, nadaremos, por el mar el mar el mar" de Buscando a Nemo mientras seguían caminando, esperando que con eso alguien acudiese hacia ellos.

Mientras la chica permanecía en silencio el Diablillo tuvo una pequeña idea para romper el silencio, sólo la había oído cantar una vez y había sido por accidente pero le había bastado para saber que la niña tenía una hermosa voz para cantar.

Impmon: Oye Layla, ¿qué tal si cantas algo?—La mencionada alzó la mirada la cual reflejaba bastante sorpresa por la petición del Digimon.—No hay nadie cerca, sólo yo te escucharé.

—Pero…—Tras pensarlo varios segundos finalmente aceptó.—Bien, esta canción está entre mis favoritas...

Se aclaró un poco la garganta aún un poco nerviosa ante la idea de que alguien más la escuchara pero finalmente el aire comenzó a llenarse de una dulce y tranquilizadora música. El Diablillo solo escuchaba sintiéndose cada vez más en calma a pesar de la situación en la que estaban.

No entendía el por qué ella sentía tanta vergüenza ante la idea de que otras personas la escucharan, aunque no tenía que cuestionarse eso, por ahora solo disfrutaría de la canción que cantaba la chica.

Canción que canta Layla:

Habíamos salido del bosque a una planicie practicante deserta. - Es curioso como el Digimundo cambia tan drástico... - Al parecer la nueva forma le había cambiado un poco la personalidad a su amigo.

- Si no te callas pensaré que tienes miedo... - Ni siquiera giraba su cabeza para hablar con su Tamer.

- Oh claro, tu fuiste al que le dieron el poder del val... -

- ¡Shh!... - Ifritmon lo interrumpió antes de poder terminar su oración. - ¿escuchas eso? -

- ¿Que cosa? - El muchacho se puso junto al Demonio y agudizo el oído. A lo lejos se escuchaba una canción de una película infantil. - Nadaremos, nadaremos, por el mar el mar el mar~ - Por una clase de instinto el muchacho canto junto a la voz en la lejanía mientras su compañero lo miraba con reproche. - Ejem... lo lamento fue un impulso deeee... -

- Idiotez... si, lo entiendo. - El digimon miró en la dirección de la voz. - De allá debe venir el aroma que sentí. - Astaroth se disponía a caminar cuando otra voz comenzó a cantar en otra dirección. - o tal vez no... -

- ¿Que hacemos? - En su mente el muchacho tenía una idea, pero esperaba que su compañero tuviera una mejor.

- Separarnos, yo iré hacia la primera voz y tú a la segundo. - Sin esperar a que el humano protestara se dirigió hacia su objetivo.

- De acuerdo... - Resignado el humano camino lentamente y con su inhibidor en la mano hacia la segunda voz.

Su voz resonaba por el silencioso lugar, rompiendo el silencio y haciendo que todo pareciera una película de disney. Incluso hubo un coro que cantó lo mismo que él, bueno, no un coro, solo una voz. Para el momento en el que se dio cuenta de que alguien había cantado con él, una figura comenzó a ser visible a lo lejos. El esqueleto de 3 metros dejó de producir aquellos rayos pequeños para dejarlos en la oscuridad y poder ver a aquella persona mejor sin ser demasiado vistos por si era una eventual amenaza.

- Mmm.... - y como siempre, Alec se encargaría de estropear la estrategia de su digimon casi corriendo hacia la fuente de las luces mientras gritaba y agitaba la mano derecha saludando - Hola extraño brillante. ¿Eres tu el que ha cantado? - Si, le preguntó a un digimon que desconocía si había cantado una canción de buscando a Nemo. Tzitzimitl seguía a una distancia de unos 10 metros de Alec por precaución casi sin prestarle atención al que era su tamer.

- ... - no iba a confiar de un extraño encontrado en un lugar tan siniestro como ese, Tzitzimitl ya se encontraba teniendo en la mano izquierda una moneda de árcade que llevaba consigo para usarla como arma. Si su enemigo hacía un movimiento sospechoso le dispararía para tratar de prevenir cualquier daño hacia tanto Alec como ella.

Mientras la niña cantaba Impmon, además de escucharla, miraba a su alrededor por si alguien más aparecía. Entonces a lo lejos comenzó a divisarse una silueta, el Diablillo entrecerró los ojos para poder distinguir si era un Digimon o algún objeto inanimado que hubiera pasado por alto. Al comprobar que era un ser humano miró a su amiga quien tras unos segundos terminó la canción.

—¿Pasa algo malo Impmon?—El Digimon Virus señaló a la persona que cada vez se acercaba más y la niña, además de ponerse de pie, comenzó a sentirse avergonzada de que de seguro le hubiera escuchado.

Impmon: No pienses en eso ahora, puede que ese humano sepa cómo salir de aquí.—Pero en su mente obviamente estaba la posibilidad de que fuera un enemigo, aunque no lo dijo en voz alta para preocupar más a la niña.

Astaroth

Mientras más se aproximaba a la fuente sonora más detestaba la canción. De la zona procedía una luz morada, y la fuente que la emitia medía aproximadamente 3 metros. - << Bien, una canción estúpida y un ser gigante... >> - De pronto la luz disminuyo hasta quedar solo la que su cuerpo emitía y un humano se aproximó a él. - ¿Crees que cantaría "eso" en una zona tan peligrosa infestada por digimon poseídos por el virus? - No esperaba respuesta a su pregunta, pero tenía la mala impresión de que la recibiría de todas formas.

Carlos

La voz que cantaba era claramente la de una chica, y para sorpresa del chico o lo hacia nada de mal. - Al parecer me a tocado la verdadera cantante. - Lo dijo en voz alta para poder escucharse a si mismo.

Una silueta comenzó a hacerse visible, una chica con su digimon estaban sobre una roca sentados. - ¡Bravo! -Dijo el muchacho aplaudiendo. - Tienes una muy bonita voz. - Se aproximo a una distancia prudente entre el "No te voy a hacer daño" y el "no te conozco, por lo que no me fío de ti". - Que bien que encuentro a alguien, con mi compañero estamos perdidos y lo único que queremos es regresar al mundo humano. - Señalo detrás de él por el instinto de que su digimon lo seguía, pero solo apuntaba a la nada.

Aquel extraño digimon de fuego tenía un tono en su habla que le resultó muy molesto a Alec, era el típico personaje que arruinaba sus bromas por no reírse y que consideraba a cada movimiento del D-Cyber como algo estúpido. Al estar a menos de medio metro de aquel digimon ígneo el tamer no sentía el calor que parecía emitir, sino que simplemente podía ver el color naranja pero solo eso. Conocía la razón, era una evolución mediante digiegg del valor y eso solo indicaba que su támer se encontraba cerca. - Lo que no se debe hacer es cantar ópera en zonas peligrosas infectadas por digimons poseídos por el virus. Cualquiera lo sabe - Sus palabras no tenían sentido y lo sabía, simplemente lo dijo por el placer de decirlo.

Tzitzimitl solo observaba lo que ocurría desde una distancia segura, aún teniendo la moneda en su mano izquierda, pero soltó un comentario a favor de Alec - Creo que brillar también es peligroso - si, ella también estaba brillando pero había apagado su brillo por el momento - Y yo brillo por que quiero atraer a los digimons con el virus - la observación obvia que el digimon de fuego podría hacerle al esqueleto era que ella también estaba brillando antes y para suprimir cualquier duda esa fue la respuesta del esqueleto azteca.

- Ahora, llévanos con tu líder - esta vez fue Alec el que dijo la frase típica de los alienígenas, aprovechaba cada momento posible para decir la frase que coincidiese con la situación.

—G-Gracias...—La niña comenzó a sentirse sumamente avergonzada, tanto así que sus mejillas se tornaron de un ligero color rojo, tratando de ocultar eso se cubrió el rostro con ambas manos mientras le daba la espalda al muchacho recién llegado.—Me alegro de saber que hay otra persona aquí, pero...nosotros tampoco sabemos como salir de aquí...

Al dejar de sentirse tan avergonzada dejó de cubrirse el rostro y se volteó a ver al chico, mostró una tímida sonrisa mientras hacía una ligera reverencia en señal de saludo.

Impmon: ¿Y tu compañero?—Cuando el desconocido había señalado detrás de él Impmon buscó al Digimon con la mirada, pero no había rastro alguno de otro Monstruo Digital en todo el lugar.

Astaroth

- Claramente tu Tamer tiene problemas... - Al escuchar la contra respuesta del humano el Digimon sentía más ganas de callarlo. Como forma de ayudar a su Tamer el ser gigantesco le hizo notar que había cometido un error al irradiar tanta luz. - Touché - Le respondió al Digimon que también tenia un brillo morado. - Da igual, con mi Tamer estábamos buscando la forma de salir de est... - Antes de poder continuar el chico lo interrumpo con otra frase rara. - ¿Mi Lider? - Miro con incredulidad al Digimon. - Debes hacer que deje de ver tanta televisión... - Nuevamente miró al humano y suspiro. - Será mejor que los lleve con Carlos... Tal vez entre decerebrados se entiendan mejor... - Dicho esto comenzó a caminar hacia donde su Tamer se había ido.

Carlos

La chica se giró al parecer un tanto avergonzada ¿había dicho algo malo? - Lamento si dije algo fuera de lugar. - El chico dio un paso más hacia adelante, pero recordó que debía mantener la distancia. - ¡Oooh! genial... ahora somos cuatro los atrapados en este lugar... - La chica hizo una clase de reverencia, con lo que el Tamer no sabía como responder. - E-Estooo... - Justo para salvarlo el Impmon que estaba junto a la chica le pregunto sobre su compañero. - ¿Que? - El chico se volteó y miro a donde había señalado. - Es verdad, nos separamos para ver que eran las voces que cantaban. - Se estaba "mordiendo" la lengua y había cerrado los ojos en señal de descuido.

Un esqueleto riéndose como si fuese una de las viejas películas animadas donde tocaban el xilófono con sus costillas. Era realmente divertido ver como su tamer era criticado por un desconocido el cual lo insultaba directa e indirectamente de una manera tan hermosa. El digimon azteca se encogió de hombros como indicando que no tenía control sobre Alec o que no le importaba en lo más mínimo que era lo que pasaba por la vida de este. - Ni que fuese tan fácil - fue el comentario de Tzitzimitl en respuesta.

Alec recordó el nombre de Carlos y siguió al digimon hacia donde supuestamente se encontraba este - Nunca te creerá que soy idiota... - comentó antes de ponerse en una postura normal y caminar calmadamente hacia delante, siguiendo a Ifritmon hacia su tamer. En ese momento podía notarse un aire de calma y de nobleza en aquel muchacho con la campera con orejas.

—No es eso, es solo que no estoy acostumbrada a que otras personas me escuchen cantar.—La niña al escuchar lo que le muchacho había dicho se sintió bastante desanimada, él tampoco sabía como salir de aquel lugar.—Espera, ¿dos voces que cantaban, hay alguien mas aquí?

Impmon solo miró nuevamente al recién llegado y después a su compañera.

Impmon: Por cierto quien eres, no nos has dicho tu nombre.—El Diablillo estaba atento por si escuchaba algún otro sonido que indicara la presencia de alguien mas, ya fuera el Digimon compañero del joven o un Digimon salvaje.

- No es necesario que me crea... con tan solo que abras la boca para decir algo se dará cuenta él solo... - El muchacho de pronto intento aparentar normalidad, algo que el digimon estaba seguro que no lograría mantener por mucho tiempo.

-Al parecer, a menos que con Astaroth nos hallamos vuelto locos. - La chica parecía desanimada por la falta de conocimiento del muchacho sobre el lugar. - No te preocupes, encontraremos la forma de salir de este lugar. - Sin darse cuenta había dado por echo que trabajarían juntos para solucionar su problema.

De pronto el Impmon le hizo notar que no se había presentado adecuadamente. - Lo lamento, mi nombre es... -

-Carlos - Dijo el Demonio aproximándose silenciosamente.

- Ya era hora de que llegaras Astaroth. - El muchacho esbozo una sonrisa al ver a su compañero sano y salvo. - ¿Que fue lo que encontraste en la otra dirección? - El digimon al escuchar la pregunta se hizo a un lado para que sus nuevos conocidos salieran de entre la niebla y se vieran mejor.

- Buenas tardes, mi nombre es Alexander Gideon Lightwood, un gusto conoceros - comentó calmadamente el muchacho mientras salía de la niebla, ambas manos en sus bolsillos, con una mirada calmada y serena muy distinta a la que utilizaba normalmente. Al escuchar el nombre del digimon el D-Cyber sonrió un poco - Oh, Duque del Infierno, sabes como salir de aquí o están ustedes tan perdidos como nosotros? - tenía que dejar en claro que se habían perdido para ahorrar preguntas innecesarias. Lo de decirle duque a aquel digimon era una clara referencia al demonio por el cual tenía su nombre.

Acto seguido de este comentario una pequeña niña de cabellos rubios y ojos rojos salió de la niebla y tomó la mano de Alec. Aquel ser tenía puesto un vestido de color azul y unos zapatos negros con medias blancas, parecía ser realmente una niña pequeña de menos de 10 años. - Wiii, más gente, ¿Podemos jugar a algo? - así de inocente, queriendo tomar té en un lugar donde podía morir fácilmente - No. Y los adultos tienen que hablar ahora así que no hagas mucho ruido por favor. - comentó antes de quedarse para escuchar sobre si sabían como salir o que hacer en esa situación.

—Bueno, me presento. Yo soy Layla Ibuki, es un placer conocerlos. Y él es Impmon, mi compañero.—Al parecer el otro muchacho tampoco sabía como escapar del oscuro y lúgubre lugar, Layla notó que una ligera niebla había hecho aparición en el lugar.—Creo que debemos ir a otro punto, estamos en una planicie, expuestos a la vista, y si la niebla se hace mas espesa podríamos perdernos...

No había hablado en un tono de voz fuerte, pero aún así había sido suficiente para que los presentes la hubieran escuchado. El Diablillo agudizó su sentido del oído, desde hacía unos minutos atrás había captado el débil sonido de unos pasos lentos y cautelosos.

De la niebla salió presentándose un muchacho con las manos en los bolsillos. - Hola Alexander - La formalidad con la que hablaba era un tanto extraña. - ¿Por casualidad no hemos coincidido antes? - Su cara le parecía extrañamente familiar.

- Oh claro, ahora actuaras formal jajaja - Al parecer esto había entretenido al digimon por algún motivo que su tamer desconocía.

Antes de que alguien pudiera comentar cualquier cosa una pequeña niña con ojos rojos salió de entre la niebla. - ¿Y esa niña? - Carlos parecía sorprendido que una niña tan pequeña saliera sola de entre la neblina.

- No es una niña, su aroma es digital. - Astaroth se aproximo hasta ella y se arrodillo para mirarla a los ojos. - Eres el cadáver de tres metros ¿no? -

- Para responder tu pregunta también estamos perdidos. - Carlos se señalo a él mismo y a Astaroth, y acto seguido señalo a Layla e Impmon. - Y ellos también... ¡ A claro mi nombre! - Exclamo acordándose de en que estaba. - Mi nombre como ya lo habrán escuchado es Carlos, y él es mi compañero Astaroth. - La idea de perderse más le paresia imposible y graciosa, ya que con su compañero habían estado vagando durante horas sin encontrar el menor indicio de salida. - Créeme Layla, Perdernos más ya es imposible. -

De pronto un pequeño temblor sacude toda la tierra.

- Nop, no soy el cadáver de 3 metros, soy el cadáver de 3 metros y 10 cm de alto, crecí un poco en el último mes - dicho esto una sonrisa infantil como si hubiese hablado con un niño que comentaba sobre su crecimiento a lo largo del tiempo. La personalidad del demonio cambiaba cuando usaba esa forma excepto en raros momentos así que no era raro que se comportase como una niña pequeña al responder a cosas incluso sobre su forma de deidad.

Alexander escuchó como aquellos miembros se presentaban y como nadie sabía de como irse así que sonrió un poco como hacía en momentos de disgusto. La tierra comenzó a temblar de la nada antes de que pduiese dar una sugerencia sobre que hacer, el temblor no fue demasiado fuerte pero si lo suficiente como para que el peliblanco se callese al suelo y que su digimon se tirase al suelo fingiendo una caída.

- Ahora es cuando el monstruo se despierta o cuando las hordas de zombies vienen... - dicho esto el D-Cyber se levantó del suelo y cerró los ojos para detectar si había alguien cerca suyo como para poder detectar posibles amenazas.

Layla se tambaleó un poco debido al súbito temblor pero pudo mantenerse de pie, su compañero Digimon en tanto no tuvo que preocuparse por eso ya que no le fue para nada difícil seguir perfectamente de pie.

—¿Monstruo?—A su mente vino casi de inmediato la imagen de una bestia gigante, con unas fauces con colmillos afilados y un aspecto terrorífico. Apartó esa idea tan solo un segundo después, le había temido a esos monstruos cuando era mas pequeña pero ahora ya no.

Aunque había ciertos Digimon que cuadraban casi perfectamente en las descripciones de monstruos de los que producen verdadero miedo.

Un temblor sacudió el suelo haciendo que Alec y su digimon fueran derribados como pinos de Bowling - ¿Mh? ¿Sucede algo? - Como era de esperarse de una persona que vivía en un lugar sísmico ni se inmuto de lo sucedido hasta que los demás presentes comenzaron a comentar lo ocurrido. - Vamos ¿Cuantas veces en realidad después de un movimiento así pasan cosas como esas? - El muchacho estaba consciente del estereotipo, pero le costaba creer que sucediera realmente.

- ¿Y si te equivocas? - El Demonio que si noto el temblor, pero no fue afectado por él no estaba tan de acuerdo con su Tamer. - Recuerda que en este lugar hay fuerzas poderos durmiendo. -

- Créanme, Nada peor que perdernos nos puede suceder. - El muchacho se cruzo de brazos y comenzó a sonreír.

Pasado unos minutos nada aparte de que la neblina comenzara a desaparecer sucedió.

Cuando la visión ya era más allá de 400 metros el suelo comenzó a desquebrajarse como un huevo y algo salió de debajo de la tierra.

- ¿Qué no tienes sentido común? Nunca, pero nunca se debe decir esa frase!! - a pesar de que normalmente el tono con el cual esa frase era dicha era uno de temor, en el caso del D-cyber el tono fue júbilo; como si desease pelear contra aquel enemigo desconocido que era obvio que iba a aparecer. Las conjeturas que casi todos habían hecho se vieron apoyadas por el resquebrajamiento de la tierra y finalmente la salida de esta de un digimon. La tierra se rompió no por un terremoto sino por el que parecía ser el guardián de la zona, un digimon del cual solo se hablaba en leyendas y que su existencia era tan pero tan improbable que pertenecía al grupo de seres que solo se catalogaban como cuentos infantiles entre los digimons de etapa bebé. Esta prácticamente omnipotente criatura surgió de la zona resquebrajada de la tierra que había roto con su poder y se dejó ver no solo por los protagonistas de la historia de vida de Alec sino por, posiblemente, el resto de los habitantes de aquella región si es que los había. Incluso la niebla pareció desaparecer por el poder de aquella criatura.

La sonrisa en el rostro del D-Cyber fue remplazada por una mirada de admiración ante el esplendor de aquel ser, sin embargo lo que le siguió a eso fue un rostro de angustia y miedo al darse cuenta de la situación en la que se encontraba. - Huanglongmon... Bueno, chicos tenemos 2 problemas... Primero que todo, ese digimon es tan poderoso como para matarnos a todos... Segundo que todo... No se como pronuncié ese nombre bien... - dicho esto el D-Cyber logró recuperar la compostura, haciendo bromas para no aceptar su inevitable muerte. Alice observó a ese digimon de una manera demasiado extraña, como una mezcla entre admiración, temor y dolor - Literalmente no tengo idea de que hacer en este momento - dijo el digimon.

Desde lo profundo de un bosque cercano un chico observa lo que sucede a lo lejos, el chico tenía el cabello rubio casi dorado al igual que  sus ojos, bestia una camisa de color blanco con un grabado en dorado con la forma de un drago en la espalda, llevaba unos vaqueros de color gris claro algo desgastados y unos zapatos deportivos, el chico era delgado y aparentaba unos 25 años, con un bronceado pálido en la piel que le daba un tono dorado a la luz pero en la oscuridad del lugar parecía algo oscuro. En su mano derecha sostenía un reloj de bolsillo el cual era todo de oro y tenía un grabado de las 4 bestias sagradas. Al rostro del chico refleja una sonrisa. -Esto será interesante--El chico abre el reloj y una onda de energía digital cubre toda la zona, imposibilitando la creación de portales o la alteración del espacio y del tiempo impidiendo que cualquier portal pudiera ser abierto en la zona.

Tanto la niña como su Digimon se quedaron en estado de shock al ver a la enorme bestia que surgió de las entrañas de la tierra, retrocedió un paso mientras veía al enorme Digimon pasear lentamente su mirada por el lugar como si buscara algo para atacar. Layla entonces miró a los otros dos jóvenes y luego a su Digimon compañero.

Impmon: Layla...tengo una idea...—Habló en voz muy baja para que la enorme bestia mítica no mirara en su dirección todavía.—Haz que Digievolucione.

La niña se inclinó para escuchar mejor al Diablillo púrpura y tras escuchar su idea sacó su Xros Loader mientras asentía ante el plan de su compañero, tras hacer Digievolucionar a Impmon a Wizardmon este comenzó a concentrarse lo mas que pudo y entonces una barrera semi transparente se formó en torno al pequeño grupo.

Wizardmon: Escúchenme, esta barrera que hice nos vuelve invisibles y oculta nuestra energía de Huanglongmon. Pero la de ellos es difícil de camuflar.—Dijo señalando al demonio Astaroth y a la pequeña niña.—Por eso debo pedirles que por favor vuelvan a sus etapas infantiles, así podremos escapar.

Tras decir eso el grupo comenzó a retroceder lentamente mientras Wizardmon se concentraba lo mas que podía para mantener la barrera mientras esperaba que los otros Digimon hicieran lo que había pedido. Por suerte hasta el momento el enorme reptil de escamas como el oro y múltiples ojos de color rojo no se había fijado en ellos.

Justo después de que el chico con lentes terminara de hablar, lo peor que podía suceder en esa zona paso. - ¿No te cansas de equivocarte? - El demonio estaba sorprendido por la aparición que estaba dando lugar en ese minuto, y enfadado con su Tamer por invocar la mala suerte.

- La verdad es que si... - El muchacho se sentía como un estúpido, y sentía que parte de eso era su culpa. De pronto la chica con que se habían encontrado evolucionó a su Digimon a Nivel campeón. - Buen intento, pero si es quien Astaroth me a contado eso no servirá de nada... - El digimon que tenían frente a ellos era considerado un Dios en muchos sentidos, y prácticamente imposible de derrotar.

- Vuelves a caer en el mismo error... - Al ver de que digimon se trataba un dejo de esperanza se asomó en el corazón del demonio. - No me gusta la idea de escapar... - Después de que el Mago contará su plan, el avatar del Valor se mostraba reacio. - Pero no soy estúpido, por lo tanto, te haré caso. - El digimon comenzó a brillar, y si silueta disminuyo de tamaño hasta que donde antes de encontraba el demonio ahora había un pequeño dinosaurio naranja. - Eso a sido... Raro... -

- Jaja... como odio tener que ser bueno... - fue el comentario del peliblanco mientras una sonrisa ladina se materializaba en su rostro. Posiblemente solo él y su digimon sabían de que sonreían, había un humano cerca, a no demasiada distancia, escondido en el bosque. Si aquella criatura era enserio un dios entonces podría detectar y asesinar a la persona; incluso el no hacer nada contribuiría al asesinato de dicho desconocido así que el D-Cyber solo tenía una opción. Ir a por aquel extraño y escapar del lugar mientras su digimon distrajese al que era más poderoso, que al parecer era un dios e inmortal.

- Tsk... - Alice volvió a la forma de Keramon pero ya sabía que era lo que iría a ocurrir. Desgraciadamente sabía que era lo que iba a ocurrir - Odio el que seas bueno, ¿Te lo dije? - comentó el digimon de tipo virus mientras observaba a su enemigo a través del espejo que lo cubría. Solo había una cosa que hacer y nunca terminaría eso bien, con suerte, y cuando digo suerte es MUCHA suerte, terminaría vuelto un huevo el keramon y su támer con un brazo roto.

- En el bosque, a unos 150 metros de acá, sigan todo hacia la izquierda. Hay alguien, no tengo idea de quien o que es. Se mantiene quieto y no huye y no oculta su poder. Sentí una emanación de energía ridícula desde él, así que posiblemente haya hecho algo importante. Si quieren sobrevivir atáquenlo y tómenlo como rehén o hagan algo. ÉL TIENE que tener la solución a esto. Bueno, eso o estamos muertos. - Alec hablaba con el mismo tono que una madre le diría a su hijo para que este no se preocupase, aún sabiendo que iría a morir de todos modos solo para tratar de no asustar a aquel ser (o en este caso a aquellos seres) sobre su inevitable final - Estaré bien, los alcanzaré luego - ¿Comentario final de alguien que iría a morir? Se decía que no pero sabía que era muy posible que lo fuese.

Tocó con la mano izquierda a su Keramon y le envió una cantidad de energía exorbitante para volverlo a su forma más poderosa que servía para situaciones como esas. Mientras el brillo de la evolución continuaba el muchacho observó fijamente a quien sería su enemigo - ¡Spartans! ¡¡¡Tonight We Dine In Hell!!!! - Si, se arrepintió, sus últimas palabras tenían que ser obligatoriamente épicas. Ya se había subido a su digimon para cuando dijo las mismas, ya había salido volando hacia arriba y hacia delante con un movimiento semicircular antes de terminar de decir "espartanos". Decenas de misiles ya se encontraban volando hacia el objetivo único que era Huanglongmon, o eso parecía. El poder controlar los misiles siempre había sido la parte preferida de Alec de tener a Metalgarurumon. Uno de los misiles había sido enviado hacia el personaje de la energía ridículamente alta que había hecho algo desconocido. Cuando el misil explotase en una explosión de mínimo 20 metros de radio Carlos y Layla sabrían más específicamente donde se encontraba su enemigo. Aquel misil extra fue a una altura muy baja y dio un movimiento semicircular manteniéndose a la misma altura que la punta de los árboles para no tocarlos y con el objetivo fijado. Así que el misil iría a por la derecha del desconocido con la intención de impactar contra él y si era posible causarle el suficiente daño como para que se eliminase la barrera y que aquello milagrosamente tuviese algún efecto sobre el Huanglongmon.

Sin embargo todo eran conjeturas.

Podría no pasar nada, podría ser asesinado aquel hombre que había hecho algo que no tenía nada que ver, podría ese hombre no tener control de Huanglongmon, podría ese hombre no ser ni golpeado ya que de alguna manera sería capaz de bloquearlo.

Los misiles que iban hacia Huanglongmon fueron distribuidos en 3 distintas dimensiones. No salieron directos hacia este sino que los movimientos oscilatorios que hicieron se asemejaban a los hechos por las naves de los espectáculos aéreos. Solo que no emitían aquel humo, apenas eran visibles en la penumbra en la cual se encontraban. Los misiles irían por la izquierda de Huanglongmon, por la derecha del mismo y arriba del digimon. De cada uno de los lados, habían unos misiles disparados exclusivamente hacia unos puntos específicos. De los lados izquierdo y derecho misiles explosivos hacia las bolas rojas de la espalda del digimon y desde frente unos misiles congelantes para los ojos del digimon para cegarlo. En el lado izquierdo y derecho, además, 1 misil congelante para los ojos del digimon por si lograba bloquear los de frente. Mientras tanto, sabiendo que se podría fácilmente el Dios defender de esta técnica, Metalgarurumon MR volaría a la velocidad impresionante de la cual tan estaba orgullos. Alexander Lightwood  y Metalgarurumon tenían una simple intención, alejar el foco de atención del enemigo, tratarían de pasar por debajo de él, volando entre sus piernas y esquivando las mismas para que se de la vuelta y atacase hacia el lado opuesto al que Layla y Carlos se encontraban. De ese modo tendrían un poco tiempo para escapar o para enfrentarse a aquel ser que emanaba tan espantosa cantidad de poder.

La decisión dependía de ellos.

El muchacho estaba tan entretenido en la pelea que no se percata en los misiles que van hacia él, al notar la presencia del ataque ya era tarde, los misiles explotan congelando y destruyendo parte del bosque dejando en el lugar donde se encontraba el muchacho un cráter de hielo y metal fundido, sin rastro de vida alguna. La barrera a pesar de todo se mantenía.

-Eres un imbécil- A varios metros del lugar aun más profundo en el bosque, en una de las partes que no había sido destruida se encontraba un hombre alto de unos 28 años de edad, tenia músculos marcados y llevaba una musculosa de color violeta con el grabado de un tigre en la espala de color blanco en las manga habían marcas de que las mangas hubieran sido arrancadas lo cual dejaba ver sus brazos desarrollados y con marcas de cicatrices, llevaba unos vaqueros negros con cadenas y unas botas negras, su pelo era de un color violeta oscuro con mechones blancos. En su mano sostenía un cuchillo de acero, el mango tenia la forma de un tigre. -Gomen, nunca espere que se dieran cuenta de mi presencia.- Dice el muchacho de pelo rubio divertido, estaba lleno de polvo y algunos rasguños todas eran rasguños superficiales. -Si no fuera porque se me ocurrió seguirte ahora estarías muerto, mira que hacerme desperdiciar metal ... da igual, será mejor que ocultes tu presencia si no quieres que te detecten de nuevo- El muchacho de pelo violeta guarda su cuchillo en un foro y se lo cuelga en el cinturón haciendo que su presencia no pueda ser detectada. -Si hago eso la barrera desaparecerá y quiero ver que hacen esos Tamers para sobrevivir.- Dice el muchacho rubio divertido. El de pelo violeta da un suspiro y se apoya contra uno de los arboles, resignándose en el hecho de que iba a ser imposible hacer cambiar de opinión a su amigo.

Los misiles del Digimon se aproximaban por distintas direcciones al dragon dorado. Este, parecía no percatarse de los misiles, por lo que intento acertar al lobo con su cola. Después de abanicar unas cuantas veces, los misiles dieron en el blanco, haciendo que el Dios corrompido se enfadara aun más. Con la visión dificultada por el hielo, el Digimon sagrado solo se podía fiar de la energía que desprendía el lobo metálico. - << Oukai >> - Justo cuando estaba pasando por entre sus patas trasera, una esfera amarilla sale del interior de la bestia, y lo rodea creando una clase de "campo de fuerza". Si bien el MetalGarurumon era Rápido, no fue lo suficiente para no verse afectado por el ataque, lo que lo lanzo contra el suelo estrellándose a gran velocidad.

Off: Bueno, no especificaron si el Huanglongmon se movió desde donde estuvo antes así que aprovecho a hacer esto xD

On: Una extraña esfera de energía rodeó al D-Cyber y a su digimon aislándolos del exterior y quedando a merced del control de su oponente. El campo de fuerza de por si no les hacía daño a ambos guerreros, no necesitaba hacerlo, como se dieron cuenta unos momentos después. Ambos cuerpos comenzaron a bajar a una velocidad mayor a la de la gravedad hacia el suelo, aquel ataque de su enemigo planeaba estamparlos contra el suelo, un daño que podría ser grave e incluso mortal para el humano. Alec abrazó a su digimon temiendo por su vida pero el Metalgarurumon no parecía demasiado afectado, tenía las alas desplegadas mientras ambos bajaban a velocidad ridícula hacia el suelo, la esfera de energía que los rodeaba desapareció y siguieron bajando sin tocar el suelo.

¡¡Habían caído hacia la grieta que Huanglongmon había hecho al aparecerse!! Recién se habían dado cuenta pero el digimon apenas se había movido de su posición inicial así que la mayor parte del territorio debajo de él no era suelo sino que estaba separado por el terremoto y la fuerza de aquel dios. Eso le dio una idea a Alec quien sonrió un poco mientras daba un grito similar al que daría alguien al viajar en una montaña rusa. Las alas de su ráfaga se activaron anulando la fuerza de la gravedad al igual que la ya adquirida, flotaron en el aire durante unos segundos y lo siguiente que pasó era algo que posiblemente su enemigo no iba a esperar. Aquella extraña emanación de energía del personaje desconocido seguía molestándolo, el misil había golpeado pero se encontraba en otro lado, ¿Tenía velocidad muy alta o la capacidad de teletransportarse? ¿Por que no simplemente había destruido el misil antes de tiempo? Algo extraño ocurría, esperaba que Carlos y Layla estuviesen yendo hacia allí o algo pero era extraño.

- Sensores- No hizo falta especificar que era el cambio de vista lo que le ordenaba a su digimon - Puerto Omega, abajo - Uno de los puertos de su digimon se abrió, el del estómago, el puerto que contenía el misil más potente del digimon. El mismo comenzó a bajar casi sin ser impulsado, volando hacia delante y hacia abajo. Alexander sonrió un poco mientras con la mano izquierda apuntaba hacia ese misil.  Metalgarurumon salió volando de la grieta, volando hacia el lado contrario del misil el cual ahora volaba hacia abajo (Si, puede controlar los misiles). Alexander mantenía la mano apuntando hacia el misil y cuando la distancia fue suficiente cubrió su mano con una esfera de energía.

La esfera voló hacia el misil mientras Alec y MG se alejaban de la grieta de proporciones épicas y volvían a la superficie. Apenas llegaron a salir de la misma el misil explotó al cambiar su rumbo para chocar hacia la derecha con una de las paredes más cercanas. La explosión vio su potencia aumentada al estar en un espacio tan comprimido e incluso llegó a verse y a superar el nivel del suelo. Era el misil más poderoso de Metalgarurumon, en nivel ráfaga, con un incremento de tamaño por la esfera de energía de un D-Cyber. Su poder era devastador, pero no fue usado contra el enemigo sino que contra el suelo debajo de este. El suelo ya estaba quebrado desde antes por culpa del mismo Huanglongmon así que aquella explosión fue el detonante de la caída del mismo. El suelo debajo del digimon se rompió por el peso de este, no era un terremoto, era más un derrumbamiento hacia la oscuridad. Huanglongmon por su propio peso caería hacia el nivel más profundo del suelo y rocas caerían sobre él, algo que normalmente sería una tumba pero que para un enemigo como ese solo sería estar cubierto por una manta. Una forma de lograr distraer a un enemigo inmortal temporalmente, solo estaban buscando hacer tiempo hasta que sus aliados llegasen con la extraña presencia.

Por si las dudas, Metalgarurumon envió 2 misiles pequeños para que fueran a baja altura para ir hacia la emanación de energía nuevamente. Esta vez uno iría hacia la izquierda y otro hacia la derecha y chocarían entre si en caso de que el hombre los esquivase.

Tras haber escuchado las indicaciones de Alec la niña estuvo a punto de decir algo pero antes de poder articular la primera palabra el muchacho ya se había ido a enfrentarse a Huanglongmon mientras gritaba algo sobre espartanos y que le recordó una película.

—Debemos hacer lo que Alec dijo, vamos.—No le gustaba la idea de dejar a alguien atrás, nunca le había gustado, jaló suavemente a Carlos del brazo para llamar su atención para que no desperdiciaran el valioso tiempo que el muchacho y su MetalGarurumon les estaban proporcionando.

Entonces al ver que Huanglongmon cayó en el mismo agujero que había creado para salir de su encierro no pudo evitar dar un pequeño salto de alegría, pero tras hacer eso volvió a caer en cuenta de la situación de la que estaban y miró a Carlos nuevamente mientras señalaba que debían ir hacia la izquierda. Donde Alec les había indicado.

Impresionado por la actitud del joven, Carlos se había quedado pasmado hasta que Layla le tiro del brazo. - ¿Ah? - Dijo despabilando. -  ¡Ah, si! Vamos. - El muchacho corrió junto a Layla y los dos digimons, después de unos 200 metros más o menos, el Digimon que era como un Dios comenzó a hundirse. - ¿Como lo hizo? - Pregunto el chico de lentes a su Digimon.

- No lo se, pero debemos utilizar este tiempo valioso para avanzar rápido a donde nos dijo. - El Tamer asintió, apagando el aparato que había inventado y sacando su Digivice. - Será mejor que utilice mi etapa mega, así me adelantaré a ustedes y podré ver de que se trata. - Tanto el Digivice como Astaroth comenzaron a brillar.


- Los espero allá. - Dicho esto el WarGreymon emprende el vuelo y se dirige a la zona donde calló el primer misil.

El misil del MetalGarurumon destruyo la ya endeble superficie que mantenía el peso de Huanglongmon. Esto produjo un movimiento sísmico que se sintió unos cuantos kilómetros a la redonda.

El digimon que parecía un dios, al carecer de sus cualidades cognitivas no intentó apartarse de la zona de derrumbe, en cambio intentaba golpear al oponente con sus extremidades. Sin previo aviso la superficie se derrumbo completamente, haciendo que Huanglongmon cayera al "vació" - << Oukai >> - En mitad de la caída el digimon volvió a utilizar su campo de energía, haciendo que este quedara "estancado" en el túnel.

Mientras escombros caían sobre él, con una de sus extremidades se sujeto en el saliente que lo ayudaba a mantenerse en el lugar. Por su peso, y el añadido por las rocas, este saliente se rompió haciendo que el digimon cayera nuevamente con más objetos sobre él quedando sepultado por un tiempo.

El chico rubio miraba su reloj abierto, en el cual se podía ver la batalla del dios digimon y del Metalgarurumon, muy entretenido da un silbido de asombro. -Nunca hubiera pensado que ese chico fuera tan fuerte. Cualquiera pensaría que su actitud tan despreocupada aria que fuera débil, creo que podría fácilmente superar a Vincent en poco tiempo.- El chico rubio sigue mirando el reloj sin prestar atención a su entorno, el chico de pelo violeta seguía recostado contra un árbol con los ojos cerrados y con los brazos cruzados. Los misiles que había lanzado Metalgarurumon ya estaban cerca de ellos. -Los nuevos tamers son cada vez más poderosos, no me sorprenden que tengan tanto poder.- El chico de cabello violeta se deja de recostarse al árbol y toma su cuchillo en la mano izquierda mientras que con la derecha desenfunda el cuchillo. -¿Pueden sentirlos verdad?, se están acercando a nosotros, es mejor que selles tus poderes o llegaran hasta nosotros Ouryu.- Le dice el chico de pelo violeta a su compañero. -Lo sé Byakko, no te preocupes, no nos encontraran.- Los misiles ya a escasos metros se posicionan para impactar, uno contra Byakko y el otro contra Ouryu; una barrera de color amarillo aparece delante de Ouryu haciendo que el misil impacte contra este y se destruya mientras que  el otro impacta contra Byakko creando una nube de hielo, la cual al despejarse deja ver a Byakko intacto sin ningún rasguño mientras enfunda su cuchillo nuevamente. -Sera mejor que nos movamos antes de que lleguen a nosotros-  Dice Byakko preparado para moverse su rostro serio y de pocos amigos no daba la impresión de estar enfadado pero tampoco de estar contento con la situación como lo estaba su amigo. -No, quedémonos aquí mejor, dejemos que lleguen hasta nosotros.- Dice Ouryu con una sonrisa amigable en su rostro, Byakko no muy contento con la idea piensa en protestar pero sabiendo que seria inútil simplemente se recuesta a uno de los arboles congelados el cual al recostarse se rompe haciendo que se caiga de espalda contra el piso, Ouryu no puede evitar lanzar una carcajada lo cual hace que su amigo lo mire con mala cara y luego se ponga de pie y se sacuda el polvo y el hielo. -Si no fuera por ti esta zona no estaría siendo bombardeada, así que deja de reírte o me iré y dejare que esos niños pateen tu trasero.- Dice el pelo violeta con mal humor.

Ocultar la presencia, como si tal acto sirviese contra las habilidades rastreadoras del mejor cazador del mundo digital. La visión de calor del digimon con forma de lobo le decía sobre la ubicación del individuo el cual al parecer estaba acompañado por otro - Son 2, no 1.... - comentó con un tono preocupado. Habían logrado "derrotar" al digimon que había salido de la tierra pero no sabía si podría contra esas 2 personas. Los misiles no les hicieron nada como era de esperarse, no detectaba digimons así que solo quedaba que ellos fuesen de aquel tipo de digimons que son capaces de volverse humanos. Sin embargo no habían atacado y estaban en la misma posición lo cual indicaba que tenían cierto control del virus o que no estaban siendo poseídos por el virus. Extraño le resultaba a Alec ya que no entendía realmente que era lo que ocurría.

Al ser Metalgarurumon un digimon con alta velocidad, lograron llegar al lugar antes que Carlos y Layla. El lobo metálico se quedó volando a unos 3 metros de la altura del suelo y Alec al igual que su digimon observaron a los 2 sujetos tratando de aparentar un rostro calmado - Buenas tardes... ¿o noches?  La verdad que con la oscuridad de este lugar no puedo diferenciarlos demasiado. Mi nombre es Alexander Gideon Lightwood, me gustaría saber quiénes son ustedes si no es mucha molestia -  Huanglongmon tardaría en salir del agujero así que había el suficiente tiempo para hablar, sin embargo no tenían demasiado del mismo por lo cual se había presentado y ya había demostrado su duda en el mismo momento.

Layla entonces notó que Alec ya había llegado al punto que había señalado antes de haber ido a enfrentarse a Huanglongmon, por lo que guardó a su Digimon en el Xros Loader y comenzó a correr mas rápido hasta rebasar a Carlos por mucho. Finalmente tras correr lo mas rápido que podía se detuvo unos metros detrás de Alec y apoyó sus manos en sus rodillas mientras se encorvaba un poco y trataba de recuperar el aire.

—...Ya llegué...—Su corazón latía muy rápido, entonces Wizardmon salió por si mismo del Xros Loader y les lanzó una mirada a los dos sujetos que estaban ahí.

Astaroth

El digimon fue volando lo más rápido que pudo hasta donde había impactado el primer misil, al llegar vio que todo estaba congelado y no había rastro de vida. - ¿Acaso fue una broma de ese chico? - Mientras reflexionaba sobre esto una nueva explosión se dio en otro punto del bosque. - O tal vez solo se cambio de posición... - Con un impulso se elevo en el cielo y se dirigió a la nueva posición.

Carlos

Sobre las cabezas de Carlos y Layla un "Rayo" azul pasó sobre sus cabezas. - Ese debe de ser Alec... - Dicho esto Layla guardo a su compañero dentro de su digivice y salio corriendo. - ¡Espera! - Al muchacho no le gustaba correr, es más, lo detestaba con todo su ser pero viendo como el lugar de la anterior pelea se había quedado desierto prefirió imitar la acción de la chica.

Menos de un minuto despues de que Layla llegara al claro, Carlos salio trastabillando de entre los arboles. - Para la próxima iré con Astaroth... -

- ¿Alguien me llamo? - Justo en ese instante el digimon naranja descendió junto a su Tamer. - Por cierto - dijo mirando a Alec y su MetalGarurumon. - La primera vez han fallado en la posición. -

Ouryu mira a Alec y le sonríe con tranquilidad, unos segundos después llegan el resto de los tamers y los digimon. -Hola, yo soy Ouryu y el es Byakko. Somos dos personas que nos perdimos en este mundo extraño- Dice Ouryu de forma despreocupada mientras que Byakko no bajo su guardia y sostiene su cuchillo en la mano izquierda listo para desenfundarla en caso de necesitarlo.

Alexander soltó un suspiro al escuchar los nombres de ambos digimons disfrazados de humanos, no sabía por que trataban de fingir que eran humanos pero lo averiguaría en algún momento - Jaja, entonces están igual que nosotros. La verdad que no sabemos como salir de aquí. Así que ¿Qué dicen si nos aliamos para buscar la salida? Si pasa algo yo me encargaré de protegerlos. - sus palabras parecieron ser verdad, no se pudo notar mentira en ellas, incluso luego de decirlas sonrió levemente. - Aunque bueno, creo que sería más fácil si se volviesen digimons y ayudasen a eso... Hablando de eso, ¿Por qué el virus no los afecta? - preguntó calmadamente.

Ouryu mira con interés a Alec, el chico se había percatado de que no eran humanos apenas con sentir sus presencias, lo cual llamo mucho mas su atención que antes. -Eso es fácil de responder, tenemos una protección igual a la que les brindan las terminales a ustedes, pero al igual que ustedes la protección es temporal por lo que no podemos estar mucho tiempo aquí y no tenemos una forma digimon.- Le dice el chico rubio de forma sincera y algo despreocupada lo cual molesta a Byakko el cual lo fulmina con la mirada. -Sera mejor que dejen el parloteo para otro momento, Hunglongmon podría escapar en cualquier momento y venir a atacarnos. -

- Concuerdo con el de pelo morado... - Por fin había recuperado el aliento, por lo que había escuchado toda la conversación prácticamente en silencio. - Esa "tumba" no detendrá a un digimon de ese nivel para siempre, y esta barrera. - Carlos apuntó al cielo donde se podía ver una clase de domo amarillo. - Algo me dice que no nos ayudará mucha a sobrevivir... -

- ¿Terminales? - El termino le sonaba de algo. - ¿Te refieres a los D-Terminal? -

Un nuevo temblor sacudió el lugar. - ¡Eso lo podemos discutir después! Antes salgamos de esta zona. - Esta vez el muchacho si sintió el movimiento, por lo que no quería quedarse mucho tiempo ahí.

Layla escuchó atentamente mientras observaba a los dos desconocidos y después a Alec y a Carlos, entonces cuando se produjo otro temblor más fuerte que el anterior en esta ocasión Layla si cayó al suelo pero se puso de pie casi de inmediato mientras dirigía su vista hacía el agujero por el que había caído Huanglongmon.

Entonces se escuchó un atronador rugido por parte de la bestia, la niña se cubrió los oídos por un momento y retrocedió algunos pasos mientras que Wizardmon observaba el domo que se cernía sobre el lugar.

Otro terremoto mandó a Alec al suelo quien al parecer carecía del balance esencial para que se pudiese desarrollar la vida. Los humanos retrocedieron mientras que los digimons con forma humana esperaban a que hacer, era algo extraño ver a Alexander retroceder de una pelea pero era lo mejor que podían hacer - Mejor vayámonos... excepto que sepan una manera de sellar al Fangy para que deje de molestar - Alec caminaba lentamente hacia la zona contraria hacia el hueco, sin embargo miraba hacia atrás por si la criatura aparecía y para observar a Byakko y Ouryu. Ya que estaba en el Dark Área nadie saldría dañado por el digimon gigante de poderes de dios, esa área no era "habitable" para los seres puros o buenos después de todo y aquel digimon dios era inmortal así que quedarse más tiempo era un suicidio. De todos modos la idea de sellar a dios pasaba por su mente en intervalos pequeños, con eso podría evitar la eventual destrucción de cualquier digimon o humano que se viese atraído hacia esta zona.

El temblor hace que los dos chicos se tambalee pero sin caer. -Se me ocurre una forma de sellarlo pero tendrán que trabajar en equipo para lograrlo. Primero que nada muéstrenos sus terminales de batalla- Ouryu mira a los chicos serio mientras que Byakko se acerca a él y se para a su lado.

Una decisión difícil frente al muchacho de cabellos negros como la misma noche en la cual se encontraban. El mundo era de noche pero él la iba a volver de día le costase lo que le costase, el dark área había sido creado únicamente por los pensamientos oscuros de la gente así que podría modificarse para bien si se lograba alcanzar la felicidad a nivel mundial. Una meta casi imposible pero también lo era llegar al nivel supermega, conseguir un digiegg dorado y derrotar a un dios. Realizando todas esas hazañas su propia energía aumentaba, quería demostrarse a si mismo que lo imposible solo no había sido conseguido aún. Sonrió un poco con esa sonrisa dulce y cálida que un padre le daría a su hijo luego de que este hiciese algo tierno; podrían sellar a Huanglongmon y para hacerlo tendría que demostrar la mayor confianza posible en unos desconocidos. Entregarles la terminal dejaba que ellos pudiesen modificarla para que no repeliese el virus o algo similar por lo cual era lo mismo que darles su propia vida.

 Alexander se quitó la mochila de la espalda, le quitó el cierre a la misma y sacó un paquete de malvaviscos y su terminal. Le entregó la comida a Byakko pero le habló a Ouryu- Luego te daré Ouryu pero ya no me quedan mas bolsas - Miró al digimon tigre - Te noto un poco hostil, espero que esto ayude a mejorar nuestras relaciones - mantuvo su sonrisa mientras decía estas palabras. Luego les mostró su terminal a ambos - Ahora qué? Si quieres has las modificaciones vos - En su otra mano tenía el digivice por si también necesitaban eso, se encontraba ya apretando a quizás para programar algo o algo similar. Prácticamente le entregó el terminal a Ouryu en ese momento, esperando a que ese digimon lo agarrase.

Layla vio a Alec sacar su terminal de batalla de su mochila, bueno, si con eso lograban sellar a Huanglongmon confiaría en Byakko y en Ouryu. La niña rebuscó en los bolsillos de su ropa hasta dar con la terminal de batalla que había recibido por parte de aquel ente llamado FireWall hacía ya algo de tiempo atrás.

—Aquí está…—Sujetaba la Terminal con ambas manos, no podía negar que una parte de ella aún desconfiaba, pero era algo normal en aquella situación.

Sus dos acompañantes entregaron objetos idénticos. - Ya tienen dos, ¿Necesitan otro más? - El muchacho no confiaba 100% en sus interlocutores, lo que había dicho Alec sobre que probablemente eran Digimons le producía desconfianza. - Solo les entregaré la terminal si es estrictamente necesario. - La sacó de entre sus pertenencias y la abrazo esperando la respuesta.

Byakko mira a Alec con mala cara pero no le responde nada y deja la bolsa en el suelo, Ouryu mira serio a Carlos. -Es tu elección, si no quieres no hay problema. Tu sabes lo que haces- Dice el chico rubio esperando la resolución de Carlos.

- Entregasela. - Astaroth posó una de sus Dramon Killer sobre el hombro de Carlos. - [color:ed44=ff9900]No tenemos muchas elecciones posibles. -

-De acuerdo... - Titubeante el muchacho le extendió la terminal a Ouryu. - Tómala e impide que ese Dios salga. -

Ouryu sonríe y se acerca a las terminales de Alec y Carlos.-Yo me encargo de estas dos, tu encárgate del de la chica- Le dice a su compañero. -Entendido. Byakko se acerca a la terminal de Layla, su mano se cubre de una luz violeta y toca la terminal reprogramándola. -Instalando programa.... árbol evolutivo abierto, Baalmon añadido a la línea y desbloqueado.- La mano de Byakko deja de brillar y este saca una digimemori de Baihumon y se la entrega a Layla. -Acabo de desbloquear a Baalmon y lo añadí a las evoluciones de tu digimon, el puede acceder a esa evolución en cualquier momento a partir de ahora y toma, esta digimemori tiene los datos de Baihumon, úsala.- Le dice con una sonrisa amistosa en el rostro, la primera que le daba a ellos desde que habían llevado.
Las manos de Ouryu se iluminan de un color amarillo intenso y toca las terminales de Carlos y Alec. -Programa X, instalado. Ahora pueden instalar el anticuerpo X en sus digimon a voluntad, y alterar entre ambas formas cuantas veces quieran.- Les dice con una sonrisa en su rostro. -Y ahora, es momento de que usen lo que les hemos dado y trabajen en equipo para poder derrotar a Hunglongmon. Solos no podrán contra él, pero combinando los poderes de los tres y sus habilidades únicas podrán ganarle. - El entusiasmo en la voz de Ouryu era cada vez mayor el cual se podía apreciar en su rostro.