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Solo, sobrevive.
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Solo, sobrevive.
Era un día normal en la escuela para cierta estudiante, Helena, los compañeros de su salón hacían bastante desorden pero otros como ella prestaban total atención a lo que decía el maestro de matemáticas, mientras hacía un gran esfuerzo para escuchar la explicación la chica escuchó otro sonido. Una alarma, la alarma que estaba hecha para ser escuchada en toda la ciudad, por alguna razón sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Miró fijamente por la ventana hacia el exterior, al mismo tiempo la clase comenzó a hacerse cada vez mas silenciosa hasta que finalmente todos miraban hacia la ventana y escuchaban la alarma.
La estudiante de dieciséis años de edad se puso inmediatamente de pie y miró al maestro quien tenía una expresión de ligero temor en su rostro, cuando el sonido de alerta parecía tornarse mas débil ella dejó escapar un suspiro de alivio. Pero su corazón casi dio un vuelco cuando la alarma retomó su labor de nuevo pero esta vez con mucha mas fuerza.
-¡Alumnos, escúchenme!-La puerta del salón de clases se abrió de golpe, el inspector se notaba muy tenso pero su atronadora voz hizo que todos se estremecieran.-¡En este momento hay un estado de emergencia, pero les pido que guarden la calma!
-¿Qué pasó, por qué la alarma no ha parado?-El inspector hizo un gesto con su mano en dirección al estudiante que había preguntado eso para que guardara silencio, pero este hizo caso omiso a la orden.-¡Qué pasó, si no nos dice solo nos preocupará aún mas!
-¡Escuchen, solo guarden la calma y esperen instrucciones!-Pero un grito se escuchó haciendo eco en todos los pasillos de la institución, al mismo tiempo las esperanzas del inspector de que todo saliera bien se desmoronaban como un castillo de naipes frente a un ventilador en máxima potencia.
Lo que pasó después, todo se transformó a un caos total, los estudiantes salieron en masa de la sala de clases, Helena esperó a que la salida estuviera despejada y mientras salía del salón se detuvo bajo el umbral de la puerta al ver al inspector sentado en una silla con la cabeza entre sus manos mientras repetía una y otra vez la palabra "Mierda...mierda...mierda...mierda..." Helena ahora tenía un presentimiento aún peor, corrió en dirección a la salida de la escuela y descubrió que estaba literalmente cubierta por estudiantes quienes trataban de salir todos al mismo tiempo pero no podían debido a que la cerca de barrotes de hierro cortaba el paso.
-¿¡Qué mierda está pasando!?-Helena hizo la pregunta en voz alta sin dirigirse a nadie en específico, solo quería una respuesta, al mirar a su alrededor vio a otros alumnos tratando de hablar por sus teléfonos celulares con desesperación, otros estaban sentados en el suelo llorando o en estado de shock.-¡Díganme, alguien!
-¡Es el apocalipsis!-Una voz a sus espaldas le dio la aparente respuesta que buscaba, Helena miró a la joven pelirroja que había dicho eso con una mirada de incredulidad.-¡Es el fin, es el fin, es el fin!
-Pero necesito saber que pasa.-La preocupación pasó a ser casi desesperación, sujetó a la pelirroja de los hombros con mucha fuerza, tal vez demasiada. Mientras la miraba a los ojos y exigía una respuesta clara.
Lo que dijo la chica con cabello color cobre le heló la sangre, Helena la soltó con brusquedad mientras les preguntaba a otros al azar para saber la verdad, todos respondieron lo mismo. Buscó a un adulto por todas partes con la mirada, finalmente al encontrar al mismo inspector de antes corrió hasta él y le formuló la misma pregunta, lo que escuchó le heló la sangre.
-Zombies...
-¡¡PERO ESO ES IMPOSIBLE, NO SON REALES!!- Su corazón latía sumamente rápido, sin siquiera darse cuenta comenzó a hacer lo mismo que otros alumnos, con su teléfono celular llamó a la estación de policía, líneas saturadas y una grabación que decía que estaban atendiendo demasiadas emergencias. Llamó a su casa, no hubo respuesta. Llamó al trabajo de su madre, tras los tonos de marcado los cuales parecían interminables escuchó a alguien gritar que necesitaban ayuda inmediatamente. Después de eso la llamada se cortó.-No...no....no, no, no, no...
Sintió varios impulsos al mismo tiempo, llorar, gritar, huir, golpear a alguien hasta hartarse, pero finalmente se llevó ambas manos a la cabeza y trató de pensar mejor la situación de la forma mas fría posible. Finalmente decidió ir al almacén de cosas deportivas, de ahí sacó el único bate de béisbol de aluminio que había, el resto eran de madera. Miró la radio que había ahí y la encendió, buscó alguna estación de radio ya que una buena parte de sí misma seguía sin creer lo que pasaba. Casi todas estaban cortadas, hasta que finalmente en una de las señales escuchó al interlocutor gritar que necesitaba ayuda mientras se escuchaban gritos y golpes, la joven tragó saliva con algo de dificultad al escuchar mas gritos de dolor y gritos de auxilio al igual que ruidos extraños. Como gemidos de gargantas rasposas. Apagó la radio y apartó la mano como si hubiera tocado un metal caliente, no quería creer lo que estaba pasando, pero era la realidad.
Se llevó una mano al cuello, tomó una cuerda de color rosa chillón de la cual pendía un silbato de plástico también del mismo color y admiró el objeto el cual estaba ahora en la palma de su mano, muchos al ver ese silbato rosa le catalogaban casi de inmediato como el ejemplo de algo infantil e inmaduro por parte de Helena, y aún mas el hecho de que siempre lo llevara puesto. Pero nadie se animaba a saber el enorme valor sentimental que tenía aquel simple objeto plástico que se podía obtener en cualquier tienda de juguetes para niños pequeños.
La joven de cabello largo y negro como la mismísima oscuridad caminó hasta llegar nuevamente a la salida de la escuela la cual seguía repleta de estudiantes que trataban de salir, entonces se llevó su silbato rosa a la boca y tomó todo el aire que le permitieron sus pulmones. El agudo sonido del silbato retumbó en los oídos de todos los presentes por varios segundos hasta que Helena finalmente se quedó sin aire, sintió las miradas clavarse en ella.
-¡Escúchenme, no deben salir por nada del mundo!-Tal y como se lo esperaba tras decir eso muchos dieron sus razones para salir, sus familias, sus amigos, y los mas egoístas dieron la excusa de sus pertenencias.-¡¡Cállense maldita sea!!
La ventaja de cantar mucho era que se adquiría una voz muy fuerte.
-¡Quiero que cubran las entradas y salidas con cualquier cosa que encuentren, sillas, mesas, mochilas, escritorios, estanterías, lo que sea. No debe entrar absolutamente nada!-Antes de otra avalancha de réplicas se llevó el silbato a la boca de nuevo y el ruido se hizo presente de nuevo por varios segundos.-¡Lo que les estoy diciendo que tienen que hacer es muy OBVIO no lo creen, quieren vivir verdad, hagan lo que les digo!
Cuando blandió un poco el bate de aluminio los demás guardaron silencio unos segundos, pero finalmente el tumulto de alumnos que habían estado tratado de salir comenzó a disolverse. Helena sentía su corazón latir a mil por hora, nunca había hecho algo como dar órdenes en una situación tan seria como esta. Entonces para su sorpresa recibió una mirada de aprobación por parte del inspector.
-Dónde están los otros inspectores, y el Director.-Con una mirada muy serie escuchó la respuesta, los otros dos inspectores habían ido al ala opuesta de la escuela en la que estaban los niños pequeños, Helena escogió a cinco muchachos los cuales eran casi amigos suyos y los envió al ala de los niños pequeños para ver como estaban las cosas. Después dio nuevamente la orden de cubrir todas las entradas y salidas al igual que cubrir las ventanas, a excepción de las que estaban en el segundo, tercer y cuarto piso.
Mientras los demás acataban sus órdenes había otros rezagados que se rehusaron simplemente por el hecho de que eran los típicos rebeldes, a pesar de que se veían muy tensos y asustados pero trataban de disimularlo.
Helena solo dejó escapar un profundo suspiro. Esto era una pesadilla.
La estudiante de dieciséis años de edad se puso inmediatamente de pie y miró al maestro quien tenía una expresión de ligero temor en su rostro, cuando el sonido de alerta parecía tornarse mas débil ella dejó escapar un suspiro de alivio. Pero su corazón casi dio un vuelco cuando la alarma retomó su labor de nuevo pero esta vez con mucha mas fuerza.
-¡Alumnos, escúchenme!-La puerta del salón de clases se abrió de golpe, el inspector se notaba muy tenso pero su atronadora voz hizo que todos se estremecieran.-¡En este momento hay un estado de emergencia, pero les pido que guarden la calma!
-¿Qué pasó, por qué la alarma no ha parado?-El inspector hizo un gesto con su mano en dirección al estudiante que había preguntado eso para que guardara silencio, pero este hizo caso omiso a la orden.-¡Qué pasó, si no nos dice solo nos preocupará aún mas!
-¡Escuchen, solo guarden la calma y esperen instrucciones!-Pero un grito se escuchó haciendo eco en todos los pasillos de la institución, al mismo tiempo las esperanzas del inspector de que todo saliera bien se desmoronaban como un castillo de naipes frente a un ventilador en máxima potencia.
Lo que pasó después, todo se transformó a un caos total, los estudiantes salieron en masa de la sala de clases, Helena esperó a que la salida estuviera despejada y mientras salía del salón se detuvo bajo el umbral de la puerta al ver al inspector sentado en una silla con la cabeza entre sus manos mientras repetía una y otra vez la palabra "Mierda...mierda...mierda...mierda..." Helena ahora tenía un presentimiento aún peor, corrió en dirección a la salida de la escuela y descubrió que estaba literalmente cubierta por estudiantes quienes trataban de salir todos al mismo tiempo pero no podían debido a que la cerca de barrotes de hierro cortaba el paso.
-¿¡Qué mierda está pasando!?-Helena hizo la pregunta en voz alta sin dirigirse a nadie en específico, solo quería una respuesta, al mirar a su alrededor vio a otros alumnos tratando de hablar por sus teléfonos celulares con desesperación, otros estaban sentados en el suelo llorando o en estado de shock.-¡Díganme, alguien!
-¡Es el apocalipsis!-Una voz a sus espaldas le dio la aparente respuesta que buscaba, Helena miró a la joven pelirroja que había dicho eso con una mirada de incredulidad.-¡Es el fin, es el fin, es el fin!
-Pero necesito saber que pasa.-La preocupación pasó a ser casi desesperación, sujetó a la pelirroja de los hombros con mucha fuerza, tal vez demasiada. Mientras la miraba a los ojos y exigía una respuesta clara.
Lo que dijo la chica con cabello color cobre le heló la sangre, Helena la soltó con brusquedad mientras les preguntaba a otros al azar para saber la verdad, todos respondieron lo mismo. Buscó a un adulto por todas partes con la mirada, finalmente al encontrar al mismo inspector de antes corrió hasta él y le formuló la misma pregunta, lo que escuchó le heló la sangre.
-Zombies...
-¡¡PERO ESO ES IMPOSIBLE, NO SON REALES!!- Su corazón latía sumamente rápido, sin siquiera darse cuenta comenzó a hacer lo mismo que otros alumnos, con su teléfono celular llamó a la estación de policía, líneas saturadas y una grabación que decía que estaban atendiendo demasiadas emergencias. Llamó a su casa, no hubo respuesta. Llamó al trabajo de su madre, tras los tonos de marcado los cuales parecían interminables escuchó a alguien gritar que necesitaban ayuda inmediatamente. Después de eso la llamada se cortó.-No...no....no, no, no, no...
Sintió varios impulsos al mismo tiempo, llorar, gritar, huir, golpear a alguien hasta hartarse, pero finalmente se llevó ambas manos a la cabeza y trató de pensar mejor la situación de la forma mas fría posible. Finalmente decidió ir al almacén de cosas deportivas, de ahí sacó el único bate de béisbol de aluminio que había, el resto eran de madera. Miró la radio que había ahí y la encendió, buscó alguna estación de radio ya que una buena parte de sí misma seguía sin creer lo que pasaba. Casi todas estaban cortadas, hasta que finalmente en una de las señales escuchó al interlocutor gritar que necesitaba ayuda mientras se escuchaban gritos y golpes, la joven tragó saliva con algo de dificultad al escuchar mas gritos de dolor y gritos de auxilio al igual que ruidos extraños. Como gemidos de gargantas rasposas. Apagó la radio y apartó la mano como si hubiera tocado un metal caliente, no quería creer lo que estaba pasando, pero era la realidad.
Se llevó una mano al cuello, tomó una cuerda de color rosa chillón de la cual pendía un silbato de plástico también del mismo color y admiró el objeto el cual estaba ahora en la palma de su mano, muchos al ver ese silbato rosa le catalogaban casi de inmediato como el ejemplo de algo infantil e inmaduro por parte de Helena, y aún mas el hecho de que siempre lo llevara puesto. Pero nadie se animaba a saber el enorme valor sentimental que tenía aquel simple objeto plástico que se podía obtener en cualquier tienda de juguetes para niños pequeños.
La joven de cabello largo y negro como la mismísima oscuridad caminó hasta llegar nuevamente a la salida de la escuela la cual seguía repleta de estudiantes que trataban de salir, entonces se llevó su silbato rosa a la boca y tomó todo el aire que le permitieron sus pulmones. El agudo sonido del silbato retumbó en los oídos de todos los presentes por varios segundos hasta que Helena finalmente se quedó sin aire, sintió las miradas clavarse en ella.
-¡Escúchenme, no deben salir por nada del mundo!-Tal y como se lo esperaba tras decir eso muchos dieron sus razones para salir, sus familias, sus amigos, y los mas egoístas dieron la excusa de sus pertenencias.-¡¡Cállense maldita sea!!
La ventaja de cantar mucho era que se adquiría una voz muy fuerte.
-¡Quiero que cubran las entradas y salidas con cualquier cosa que encuentren, sillas, mesas, mochilas, escritorios, estanterías, lo que sea. No debe entrar absolutamente nada!-Antes de otra avalancha de réplicas se llevó el silbato a la boca de nuevo y el ruido se hizo presente de nuevo por varios segundos.-¡Lo que les estoy diciendo que tienen que hacer es muy OBVIO no lo creen, quieren vivir verdad, hagan lo que les digo!
Cuando blandió un poco el bate de aluminio los demás guardaron silencio unos segundos, pero finalmente el tumulto de alumnos que habían estado tratado de salir comenzó a disolverse. Helena sentía su corazón latir a mil por hora, nunca había hecho algo como dar órdenes en una situación tan seria como esta. Entonces para su sorpresa recibió una mirada de aprobación por parte del inspector.
-Dónde están los otros inspectores, y el Director.-Con una mirada muy serie escuchó la respuesta, los otros dos inspectores habían ido al ala opuesta de la escuela en la que estaban los niños pequeños, Helena escogió a cinco muchachos los cuales eran casi amigos suyos y los envió al ala de los niños pequeños para ver como estaban las cosas. Después dio nuevamente la orden de cubrir todas las entradas y salidas al igual que cubrir las ventanas, a excepción de las que estaban en el segundo, tercer y cuarto piso.
Mientras los demás acataban sus órdenes había otros rezagados que se rehusaron simplemente por el hecho de que eran los típicos rebeldes, a pesar de que se veían muy tensos y asustados pero trataban de disimularlo.
Helena solo dejó escapar un profundo suspiro. Esto era una pesadilla.
Layla Ibuki
( ・ω・)
Edad PJ :
12
Edad User :
26
Digienergia :
965
Programas Terminal de Batalla :
- Funciones Básicas
- Códigos de la Digicentral
- Transportador Dimensional
- Almacenamiento
Objetos/Armas :
-Terminal de Batalla
-Digimemory de Gargomon
-Digimemory de Baihumon
-Digimemory de Susanoomon
-Digimemory de MailBirdramon
-Digimemory de Apollomon
-Digimemory de Examon
-Tsubasa no Kami [Arma Aura]
Re: Solo, sobrevive.
buena historia señorita ^^
Janaan
Edad User :
33
Digienergia :
6086
Programas Terminal de Batalla :
- Funciones Básicas
- Almacenamiento
Objetos/Armas :
emblema de lealtad
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