[Manchester] Casualidad o no, hay un digimon.

El sonido martilleante del despertador me sacó del profundo sueño en el que me encontraba. Como todos los días que recordaba, el día comenzaba. Un nuevo día en el que no tenía todas mis actividades usuales, entre ellas ir al laboratorio donde trabajo, pero mis otros "proyectos" llevaban estancados un tiempo. A fin de cuentas, no había nada que pudiera llevarme ante cierta persona. Y dudaba que en Manchester pudiera encontrar nada que tuviera relación con él, no por nada mi casa se encontraba lejos de allí, y dudaba que él se hubiera quedado en el mismo lugar que antes.

Con un suave suspiro me dedique a hacer las actividades normales del día a día, es decir, las actividades antes de salir de casa: ducharse, vertirse, peinarse, desayunar, lavarse los dientes, etc. No había nada que me indicase que fuese un día diferente al resto, y eso me estaba frustrando más de lo que dejaba ver. Si al menos tuviera una mínima pista sobre donde empezar a buscar... Lo único que tenía claro es que los biohybridos eran útiles para dicha tarea, pero en las islas había una proporción muy baja y ninguno de ellos conocía a la persona que me interesaba. Ya me había cerciorado de ello.

Salí a la calle, mientras que en el exterior la nieve no dejaba de caer. La nieve daba unos paisajes urbanos muy bellos, aunque también era problemática, sobre todo si formaba placas de hielo. Con un paraguas para que no se me derritiera encima, y acabara calándome; me arrebujé en el abrigo que llevaba sobre mi chaqueta preferida y me dirigí hacia el laboratorio. Mis ojos azules vagaban de una punta a otra de la calle en busca de algo excepcional y único. Muchas veces, los grandes avances son hechos que se pueden observar a simple vista, pero para ello hay que estar atento a tu alrededor, y eso era algo que me había obligado a hacer desde que era pequeña.

Curioso por lo que podía llegar a encontrar en el mundo humano era que llegue a una ciudad, ciudad por la cual le había pasado la nieve por encima. Se notaba blanco en todos lados y hacía un frío considerable, cosa que detestaba. Me movía sigilosamente entre los techos para que aquellos bípedos que se autoproclamaban dueños de este mundo no me vieran.

Aunque eso no quería decir que yo no los observase. En especial a una chica, que llevaba su abrigo, cosa que me pareció que le calentaba mucho. -Seguiré a esta.- me dije a mi mismo en voz baja para que yo solo me oyera. Por accidente dejé caer un poco de nieve de mi escondite, obligándome a mi mismo a cambiar de sitio y ocultarme en un árbol con mucha copa y hojas.

No, nada nuevo ni especial por las calles. Casi me parecía un esfuerzo inútil malgastar mi atención en observar y no en planear y pensar, a pesar de que no fuera más que hacer castillos en el aire, y por tanto que no fueran útiles para nada... ¡Espera! Delante de mí cayó una cantidad anómala de nieve. Aún en los techos no había capas de nieve de un tamaño suficiente como para que cayera por peso, además de que de haber sido de ese tipo habría caído una cantidad mayor. Y obviamente, era más de que la que caía de forma natural. Por tanto debería haber algo o alguien que la hubiese tirado. Aunque era extraño que fuese un ave, dado que las frías temperaturas no eran un buen parámetro para ellas. Aunque quizás fuera una persona arreglando los desperfectos del tejado.
Así, pues dirigí mis ojos hacia arriba, para cerciorarme de lo que había allí. Pero no pude encontrar nada en la zona más probable desde la que hubiera caído. Solo estaba la marca de que había caído la nieve, pero nada más aparte de tejas y nieve... Eso sí que era extraño.

Me encogí de hombros y continué caminando, sin detenerme. Aunque eso sí, a pesar de que intentaba fingir que iba caminando sin mirar a mi alrededor, abstraída en mis pensamientos como cualquier persona. Yo estaba con todos mis sentidos puestos a la localización de que lo que había por la zona... Lo malo es que los humanos no tenemos unos sentidos muy agudos, y menos en una ciudad, donde se saturaban con más facilidad.

Me detuve en un puesto que estaba a una manzana de donde había caído la nieve, para pedir un café bien caliente para reducir el frío que sentía.

- Vamos... Déjate ver... - murmuré.

Al parecer era una humana bastante vivaz, puesto de que se percató de que la estaba siguiendo. De copa en copa de árbol me fui acercando a ella, tratando de no llamar la atención, pero era cada vez más difícil debido a que no había muchos árboles y cada vez que lo hacía se caían algunas hojas de éstos, aunque pocas como para que alguien normal lo notase. Esto siguió así por una cuadra, hasta llegar hasta un vendedor callejero que le vendió una bebida que supuse que era café caliente.

Tuve mala suerte en el planteamiento del plan. Había algunas variables con las que no había contando para hacerlo, entre ellas, el que podría no estar siguiéndome la extraña criatura, o bien, que había conseguido temporizar perfectamente sus movimientos para quedar oculto en el momento preciso. A decir verdad, mi comportamiento parecía ligeramente esquizofrénico, pero al menos no escuchaba aún voces, así que, no había que preocuparse demasiado.

De momento no iba a moverme de la fila en la que estaba, porque quería mi café bien cargado y caliente. Así que, tras unos cuantos minutos volví a desplazarme, solo que esta vez, iba a hacer algo que hiciera que la persona o cosa que estuviera, si es que de verdad me seguía, tuviera que perder más tiempo en desplazarse. Cruzar la calle, obviamente corriendo, porque no quería que me atropellaran al no haber un cruce en ese lugar..
Ya en la otra acera, me desplacé hacia una callejuela lateral, donde traté de ocultarme en la esquina para poder mirar la calle.

La humana sabía perfectamente que yo la estaba siguiendo, cosa que confirmo al ver que como loca cruza la calle por un lugar indebido, tratando de provocarme para que salga de mi escondite. Me pareció casi como un juego esta persecución, así que fui tras ella desde lo alto, planeando desde lo más alto de los árboles. En un momento me pareció escuchar "¿Y eso?" de algún tonto que me vio.

Seguí a la chica hasta un callejón en el cual era difícil esconderse, por lo cual me mantuve en la parte mas alta de una escalera de emergencia, observándola. -Espero de que no me llegue a ver desde acá.- me dije a mi mismo nervioso. Unas gotas por mi nerviosismo se me notaban en las mejillas en esos momentos.

Mis ojos se movían de una punta a otra de la calle por donde había venido, si aún había suerte, entonces, podría ver a mi perseguidor. Aunque la gran duda estaba en si podría volar o no. En caso de que fuese la respuesta afirmativa, mi movimiento no habría tenido mucho éxito, porque me habría seguido a la misma altura con la que había estado antes.

En cuanto analicé todo lo que había en el lugar, lo único que pude ver anormal, fue a algunas personas mirando hacia arriba y una sombra sobre el suelo. Pero que poco me podía decir, porque las sombras pasan a ser algo amorfas cuanto más alejadas están de su foco. Además de que con la luz de un cielo nublado, tampoco es que sean demasiado nítidas. Escuché el ligero rumor de algo metálico al ser golpeado. No por nada, a pesar de ser sigiloso y delicado, apoyar un peso que ha llevado algo de aceleración sobre una superficie metálica, produce un sonido. Por muy mínimo que fuese. Así que, levante la cabeza para hablar a lo que me perseguía, aunque muy posiblemente fuese solo una paloma o un animal. Pero hablarles a ellos no era la cosa más rara que había hecho en mi vida.

- No sé por qué me persigues, pero me gustaría saber al menos por qué.

Esperé una respuesta. Aunque si no la había, volvería a irme, habría sido todo por culpa de un animal. A pesar de que este tiempo no era el que mejor les venía a ninguno de ellos. No podía ver nada por encima de mí, puesto que había prendas de ropa colgadas y muchas protuberancias metálicas. Por no decir, claro, que la luz tan clara que se da en los días nubosos, me molestaba a la vista.

Por unos momentos hice silencio, tratando de hacer parecer que jugaba a las escondidas con ella. Dejé escapar una risa suave e infantil para hacer alarde de eso. Luego de eso hacía resonar repetidamente mi voz por el lugar. mientras me movía de un lado a otro: -Lara lala la la.-

Cuando ya creí divertirme lo suficiente con la cara de la chica al estar bajo esta situación que ella desconoce seguramente bajo hasta casi el nivel del suelo, apoyándome en dos patas sobre un contenedor de basura cerrado.

Entrecerré los ojos para concentrarme mejor en el sonido, aunque sin dejar de ver lo que había a mi alrededor. Había un gran silencio, o quizás mi cerebro se había sugestionado para hacerlo ver así, porque seguramente aún estuviera el tráfico moviéndose por las calles, por tanto, haciendo ruido. Pero mi cerebro había decidido no analizar esa información de manera inconsciente para permitirme una mejor concentración en lo que a mí me interesaba. Aunque, por otro lado era normal, usar toda la capacidad sensitiva, podría -literalmente- matar a alguien por una sobredosis de sensaciones.

Sin embargo, el momento de puro silencio no duró más que unos segundos, puesto que después pude escuchar una risa algo infantil. Pero que ya me daba la confirmación de que no tendría que ir a un psicólogo... Otra vez. Así que, sonreí levemente satisfecha por el resultado. Aunque eso no quitaba que me quisieran hacer daño. Sin embargo dicha acción no tenía una lógica muy buena, puesto que no había nadie que quisiera quitarme del medio. O al menos, que yo tuviera consciencia de ello.

- ¿Lara la? Eso no creo que sea una respuesta a mi pregunta. - dije cruzándome de brazos, mientras que intentaba localizar la fuente de sonido. Pero al parecer mi observador no paraba de revolverse haciendo ruido en algo similar a un comportamiento infantil.

Mi ceño se frunció aún más que de costumbre; no es fácil hacerme sacar una sonrisa de verdad, a lo sumo hago una leve, y generalmente por estar satisfecha con mi trabajo o con mi intuición. Empezaba a pensar que era un pérdida de tiempo estar allí, cuando escuché un potente sonido detrás de mí. Así que, como es natural me sobresalté y me encaré hacia el lugar de donde había salido el sonido.

- ¿Qué eres tú?

Anulé por completo de mis facciones cualquier tipo de expresión de sorpresa, puesto lo que tenía ante mí no era ningún animal o persona terrestre. Era una mezcla entre reptil y ave, dado que tenía alas y plumas. Algo así como el Archeopterix, pero sin tener nada que ver, puesto que la disposición de las plumas, la morfología, el tamaño era como un adolescente humano y además llevaba un sombrero y gafas de aviador en la cabeza.
Sólo había una posible respuesta en mi cabeza, pero no creí que pudiera toparme con alguno de ellos, a fin de cuentas, las probabilidades jugaban en mi contra, con una cifra que podría decirse que este encuentro era imposible...

Al ver la reacción que la humana intentó ocultar con un muro inexpresivo en su rostro no pude evitar largar una risita entre dientes al mismo tiempo que cerré los ojos. luego volví a abrirlos observando detenidamente a la humana, puesto que me pareció curioso como actuaba ella con respecto a mí. No le podría ocultarle a mí olfato su nerviosismo por mi presencia.

-¿Es necesario que lo diga?- le pregunté tranquilamente mientras olisqueaba el aire para saber si estaba sola, cosa que no podía saber bien porque había mucho olor a basura, con suerte me había percatado de su estado de preocupación. -Lo digo solo por el hecho de que no huiste al verme a pesar de que no te sientes segura por quedarte.- le dije demostrándole que sabía lo que ella sintió al verme. -Creo que tú sabes bien lo que soy.-

-Aquí no corre nada de viento.- dije tristemente mientras trataba de sentir la brisa mientras observaba el cielo que era cubierto por copos de nieve, recordando a su vez el frío que hacía. -¡Maldito nieve!- exclamé en voz baja dejando escapar un poco de mi enojo.

Me crucé de brazos y esperé por su respuesta, a pesar de que la criatura estaba más ocupado en reírse entre dientes de algo. Parpadeé un par de veces con más fuerza de la habitual, a modo de impaciencia. Algunas expresiones corporales las cambiaba, sobre todo, si no quería que los demás supieran exactamente lo que quería. Pero de seguir sin hacerme caso, entonces tendría que realizar los típicos movimientos repetitivos para indicarle que no tenía toda la mañana para que me contestara.

- No estaría de más, porque aunque aventure cosas, no tengo por qué acertar. A pesar de que sea lo más obvio. Y de todas formas, sois demasiados, por algún nombre responderás más allá de digimon, ¿no? - respondí a su pregunta. Sus siguientes palabras me hicieron sacar una leve sonrisa de diversión ¿insegura? De haberlo estado, no estaría allí.- Puede que haya habido algún momento de inseguridad, o mejor dicho, de sobresalto. Pero a cualquiera le pone nervioso un sonido fuerte y repentino, aunque luego en realidad no sea nada peligroso.- repliqué encogiéndome de hombros.

No dije nada más a sus últimas palabras. Al parecer era una criatura sensible a los cambios de aire, o posiblemente a la presión de la atmósfera y gracias a ello pudiera predecir hacia donde iba a aparecer el viento. Igual que lo que hacían muchas aves y criaturas voladoras. Tampoco me parecía descabellado pensar que una criatura que se asemejaba a algunos reptiles voladores tuviera esas capacidades, a fin de cuentas, mucho de lo que pasa hoy en día ya pasaba en el pasado. Y si hay algo que es completamente cierto, eso es que la evolución no siempre implica mejores adaptaciones, o el uso de estrategias ya utilizadas anteriormente.

Me dedicaba a observar el cielo mientras le contestaba: -Digas lo que digas, ocultar sentimientos así a alguien que posee mi olfato hace pensar todo lo contrario.- Quería que la nieve dejase de caer, cosa que no podía yo hacer, debido que no había desatado ni el uno por ciento de mis habilidades.

-Si, respondo a más nombres que solo Digimon.- le aclaré a aquella mujer sin despegar la vista del cielo, pensando cómo es que sabe de nuestra existencia cuando la mayoría de los humanos ignora nuestra realidad y presencia, sobretodo los adultos. -Soy Shiron, el único Windramon que existe, humana.- le dije mirándola a los ojos, sonando de manera feroz, más cuando dije "humana". Luego sin decir más nada le pregunté: -Y tú ¿Quién eres y cómo sabes de nuestra existencia?-

-Ojalá hubiese un lugar más cálido e igual de secreto que éste.- expresé mi desagrado al tener que estar tanto tiempo quieto en un lugar tan frío.

Suspiré mientras que sacudía la cabeza con desagrado, el digimon me recordaba a algunos humanos con eso de: "lo que yo creo es lo que es verdad, y punto". Sí, me había sobresaltado cuando había aterrizado, pero no me encontraba ni asustada ni atemorizada por su presencia, a fin de cuentas, yo no era el "lagarto mutante" al cual la gente vería como un monstruo o como una criatura a la que investigar. Sobre todo ahora que estaban tan interesados en el estudio de vida extraterrestre.

- Cree lo que quieras.- respondí con sencillez al dinosaurio o lo que fuese. No podía compararse con ningún animal actual.

Incliné la cabeza hacia el lado cuando me informó de su nombre de especie digital, pero además añadió que tenía un nombre propio. Lo cual nunca habría imaginado que tendrían los digimons, siempre pensé que sus nombres provenían del nombre de especie y que su forma de referirse entre ellos sería de otra forma, numerándose o lo que fuese. Aunque tenía lógica que tuvieran nombre propios, simplificaba mucho más la relación con los demás... Cosas de no haber visto ninguno, sino sólo haber obtenido datos escritos es que a pesar de que pareciera que sabía cosas sobre ellos, en realidad tenía enormes lagunas de información sobre ellos.

- Interesante, no sabía que teníais nombres propios. En cuanto al mío, puedes llamarme Kira.- me presenté sin darle demasiada importancia a mantener mi identidad en secreto, tenía dos nombres más aparte y un apellido. Aunque tuviese un humano a su lado, no conseguirían saber nada más sobre mí.- En cuanto a por qué se tanto sobre vosotros, es porque mis padres se dedicaron a estudios de creación de híbridos artificiales entre digimons y humanos. Todo lo que sé sobre vosotros son anotaciones en un papel. Si te soy sincera, eres el primero al que veo en primera persona.

Al parecer, Shiron tenía problemas con las temperaturas frías, posiblemente a causa de que fuese un reptil. Quizás no tenía la sangre caliente, y por eso, el que estuviese en Inglaterra le estaba costando todo el calor que tenía almacenado. Pero eso sólo me dejaba otra duda: ¿por qué no había aparecido en un lugar más cálido?

- En esta época, complicado que puedas encontrar algún lugar caliente sin que esté lleno de humanos o al aire exterior. Hubiese sido más inteligente aparecer en latitudes más al Sur, o en el otro hemisferio del mundo, donde ahora es verano. - dije como un intento de informarme sobre si tenían control o no a la hora de aparecer en el mundo humano, aunque tampoco era algo relevante.- ¿Podría saber exactamente a qué tipo de criatura representas? Votaría por un dinosaurio con plumas, pero tampoco eres exactamente igual a ellos.

-Ya veo... Kira- dije al escuchar su nombre y posteriormente el hecho de que sus padres nos hallan investigado para la creación de biohíbridos. -Desagradables son los seres que quieren investigar como alterar la naturaleza de las cosas para que solo les sea beneficiosos a ellos.- comenté disgustado, debido que era parte de mi pertenecer a una misma naturaleza, si al Digimundo se lo puede tratar como tal.

-Entiendo.- dije al ver que me sería difícil meterme en un lugar cálido. Por suerte, la nieve comienza a amenguar. -Yo soy un dragón emplumado, un dragón del viento.- le aclaro a la humana, dándome cuenta que los humanos que saben de los digimon poseen curiosidad por nosotros.

Me encogí de hombros, a mi tampoco me gustaban las mezclas, me parecía más interesante crear un ente completo desde sus inicios y poder jugar con las variables de este, en vez de crear la combinación de dos cosas. Pero soy curiosa por naturaleza, y aunque no creo que use nunca una técnica de eso, al menos me gusta saber las cosas.

- En muchos casos, solo buscan saciar la curiosidad. Aunque la mayoría de las veces el ser humano hace las cosas para beneficio propio. Algo que me parece estúpido, pero a la vez, es sumamente difícil de evitar. Imagino que viene impreso en nuestra naturaleza, o en su defecto, es una enseñanza de la sociedad.

No me importaba la respuesta a eso, pero total, quizás al digimon sí que le gustase. No soy filósofa, pero algo así me quedo claro cuando tuve que estudiarlo. Pero eso ya fue hace tiempo, y generalmente, no tenía que dedicarme a pensar en ese tipo de cuestiones en el trabajo. Al cual, por cierto, llegaba ya tarde.

- Comprendo. Por eso no había podido reconocerte. Los dragones hace mucho que se extinguieron en nuestro mundo, si es que en algún momento llegaron a existir de verdad.- dije cuando me informó sobre lo que representaba.- Y dime, ¿por qué estás en nuestro mundo?

Observé sin decir más nada de todo lo que la chica hablaba, tratando de comprender lo que yacía en la cabeza de los humanos y de por qué destruían la naturaleza que los rodeaban. -No creo que la misma naturaleza que los creó quiera que la destruyan.- le comenté con algo de tristeza en mi voz. Al mismo tiempo miré la nieve del suelo. Luego bajé del contenedor para sentirla por primera vez.

No me agradaba eso de que los humanos no apreciasen lo vivo y de que solo se preocupasen cor su propio bienestar e interés. De seguro alguien les daría la lección o incluso la propia naturaleza se hartaría de su existencia y su ignorancia sobre ella. Solo tenía la esperanza de que la humanidad recapacitara sobre esto.

-Ya veo.- dije al ver que no había dragones actualmente en este mundo. Luego, al preguntarme la razón de estar en este mundo le contesté. -Es porque mi mundo ha estado siendo afectado por un extraño virus que corrompen a los Digimon, volviendolo peligroso solo estar allí...- dije con un poco más de tristeza...

Su comentario me hizo soltar una leve risa, demasiado baja y corta para poder ser denominada como tal. Me había hecho algo de gracia su comentario, a fin de cuentas, no había pensado en que le había llevado a pensar con error. Pero de todas formas, la naturaleza externa, la que controlaba los elementos, seguramente no estuviese muy contenta con nosotros, en el caso de que pudiese pensar, obviamente. Pero hacía mucho que habíamos demostrado que en condiciones normales nosotros la derrotabamos, sólo cuando había alguna catástrofe ella ganaba terreno.

- No me refería a la naturaleza que les rodea, sino a la naturaleza como esencia propia de cada criatura. Aunque es lo malo de utilizar términos abstractos, pueden llevar a confusión.

Pero lo siguiente que dijo me dejó casi helada. ¿Un virus de otro mundo? Eso podía ser peligroso, desde luego, pero sobre todo, ¿cómo de fuerte tenía que ser un programa viral para causar daños en un sistema de datos tan complejo como el mundo digital? Sólo tenía las referencias de mis padres, pero eso no quitaba que hubiese suficiente información como para saber que ese lugar era tan complejo como la propia tierra.

- Eso es malo, desde luego. ¿Cómo apareció? ¿Lo sabes?

-El punto es que pretenden controlar la Naturaleza que los rodea y no la propia.- dije algo molesto a aquella chica, aunque sabía que ella no era culpable ni responsable por de sus pares. Me molestaba que no tuviesen mi misma opinión del mundo y de cómo cuidarlo, considerando de que se lo puede hacer trabajar sin explotarlo más allá de la cuenta. Luego escuché la pregunta del virus, si sabia como había surgido y le contesté: -Si supiese cómo habría surgido le hubiese informado a... no importa.- me interrumpí al decir cosas que no debía...

Observé a mi alrededor, sí controlabamos la naturaleza y amoldarla a lo que nosotros queríamos, es decir, aumentar nuestras probabilidades de supervivencia. Cosa que en realidad, toda criatura viviente trataba de hacer. Pero el precio por un control tan exhaustivo era la degradación de todo el planeta y el exceso de explotación de los recursos. Pero bueno, si al final nos pasábamos, adiós raza humana, donde las dan las toman se suele decir.

- En eso tienes razón, pero en cierto sentido es normal... Además, de lo único que he visto quejarte desde que estás aquí, es lo único de naturaleza real que hay. - me refería a la nieve, aún el clima estaba lejos de nuestro control.

Cuando volvió a hablar del virus, escuché expectante, esperando algo interesante de verdad. No una frase que me la cortaron a la mitad... Me crucé de brazos y suspiré.

- ¿Contárselo a quién? Seguramente no sé ni de quién estés hablando. Así que, no debería darte problemas el decírmelo.

-Si, me quejo del frío,- le afirmé tranquilamente con la cabeza a la humana. -pero te equivocas.- le rectifiqué de que no era lo único. -También me he estado quejando del trato y cuidados que este planeta recibe.- le detallé su error.

-Pero aún eres humana.- le contesté en cuanto a su insistencia por saber de quién se trata. -Por eso mi señor...- volví a cortarme en vez de seguir hablando.

Desestimé su corrección con unas simples palabras.

- Ahora que ha salido el tema, pero antes, no habías dicho nada en relación a eso. Lo de la nieve lo has dicho tu solito cuando te haya caido encima, o simplemente por la sensación térmica.- lo cual me recordaba que debía ser bastante sensible a cualquier cambio en la temperatura y en la presión para poder volar.- ¿Las plumas son de decoración o de verdad te ayudan a volar?

La pregunta salió sola, pero tampoco me era molesto, a fin de cuentas, tenía curiosidad por saber la respuesta. En proporción a su tamaño tenía muy pocas alas, pero como dragones no hay en la tierra, es difícil saber si ayudaban o no. En el caso de los dinosaurios eran más un reclamo para las parejas que realmente órganos útiles, puesto que hasta los velocirraptores las llevaban y no volaban. Pero eran una buena adaptación que garantizó a las aves seguir existiendo después de la extinción del límite K-T.

Sonreí cuando dijo que aún era humana. ¿Cómo que aún? No tenía pensado cambiarme de especie. Sería algo interesante, sin duda, pero no me gusta experimentar con mi propio cuerpo. Es mejor hacerlo con alguien que se haya despistado... Ya se me entiende.

- ¿Aún? No tengo planeado cambiarme de especie, pero si intento hacerlo, ya te informaré.- pero yo no era de las que se iban a rendir sin pelear, no al menos tan fácilmente.- Y por el mismo motivo de ser humana, creo que no importa quien sea tu "señor", puedes decírmelo. No tendría acceso a él porque seguramente esté en el digimundo. Y dudo que haya muchos digimos por aquí a los que sacarles información. Así que, no creo que tengas problemas por contármelo, Shiron.

Hace tiempo leí, que si llamabas a alguien que acabas de conocer por su nombre, comenzaba a confiar más rápidamente en tí, porque era como una muestra de interés hacia él. Sinceramente, me parecían tonterías pero por probar que no quedase.

-Pero a mi señor no le agradan los humanos.- le contesté seriamente a la humana por su pregunta de por qué no le decía quién era mi jefe. -Debido a que ni la mitad de ustedes es de fiar.- le comenté mientras observaba el cielo, el cual parecía calmarse poco a poco mientras se divisaba un retazo de azul. -Y en cuanto a la nieve y el frío, si me quejo, pero me aguanto y no busco destruirla o evitarla.- le terminé aclarando tranquilamente, al mismo tiempo que sonreía por el paro de la tormenta.

Dejé escapar la risa de mis labios al escucharle decir que a su maestro no le gustabamos nosotros los humanos por no ser de fiar. No tenía ni un pelo de tonto, desde luego, a fin de cuentas, no somos más que seres que por seguir en la cima del todo nos encanta destruir los impedimentos a nuestro alrededor, ya sea otro humano o una simple brisa que nos revuelve el pelo.

- No le falta nada de razón a tu señor, lo cual me parece bastante interesante. Pocas veces se escucha hablar de alguien tenga tanta inteligencia, ¿o debería decir previsión? Qué más da. - tenía que parar mis desvarios, a veces me daba por hablar conmigo misma, sobre todo en esas situaciones, y no me apetecía que estuvieran escuchándome. - Y tampoco voy a intentar convencerte de lo contrario, sería algo hipócrita por mi parte.

Y ciertamente, no iba a seguir preguntando. Terminé mi café y aprovechando que en el callejón había cubos de basura, tiré el recipiente donde había estado a una de ellas. Me crucé de brazos y me recosté contra el trozo de pared más limpio que encontré en ese lugar.

- Regresando al tema del virus, ¿hay alguna posibilidad de que los humanos se contagien o de que venga a nuestro mundo? Sinceramente, si llegamos a poder contagiarnos, prefiero estar sobre aviso de esa cosa. No me encuentro con ganas de enfermar de un patógeno desconocido y extraterreste.

No comenté nada acerca de lo que la humana dijo sobre mi jefe, poderoso Yggdrassil. No era un tema que tratar con humanos. Aún veía el cielo quebrado por la tormenta y la calma. Cada vez más claro se hacía el cielo y menos copos de nieve caía

Me puse a pensar en el Digimundo y como estaría por causa del virus cuando la. Me imaginaba digimons y otros seres digitales sufriendo, agonizando y otras cosas menos agradables. -No se sabe mucho de ello.- fue lo único que le contesté...

Suspiré resignada a no obtener ningún tipo de contestación a cualquiera de mis preguntas, lo cual sólo me dejaba entre pensar si le secuestraba para hacer experimentos con los datos, o directamente me marchaba a trabajar. Quizás si había suerte y me daba tiempo, podría llegar bastante justa de tiempo, pero al menos, no me echarían la bronca. Lo cual, sinceramente, era muy aburrido.

- Vaya, lástima. No me gustaría que eso se trasmitiera entre mundos, es algo bastante común que acaben pasando esas cosas.

Aún seguía pensando qué hacer, intentar acercarme y conseguir introducirle un calmante muscular, algo bastante complicado incluso de hacer con biohybridos; o directamente irme sin ningún golpe y contusión tranquilamente a trabajar.
Tras unos segundos, finalmente opté por ver su reacción al acercarme, aunque por hoy pasaba de hacer nada contra ellos, a fin de cuentas, me era demasiado problemático hacer lo otro. Para seguramente fallar en el intento.
Así pues, di un pequeño paso hacia él sin dejar de vigilar su reacción ante eso.

Observé a la humana a acercarse lentamente, lo cual me pareció sospechoso. Agaché mi cabeza pero sin dejar de mirar a la chica, como un simbolo de desconfianza. Algo me hacía sospechar de su actitud de recién. -¿Qué haces?- le pregunté en tono algo molesto. -¿Por qué te acercas tan disimuladamente?- le seguí cuestionando su extraña actitud de acercamiento. Todo el buen trato que tuvimos recién se fue por el desagüe. El Sol se asomaba por entre las nubes en ese momento.

Incliné la cabeza a un lado, un tanto extrañada de que hubiese tenido una reacción tan brusca tras haber dado tan solo un pequeño paso en su dirección, así era imposible acercarme. Con lo que era mejor dejarlo ya en paz e irme al trabajo. Ahora mismo no había mucho que pudiera interesarme más allá del misterioso virus, la identidad de su maestro, o bien jugar con sus datos en el laboratorio. Pero como no me iba a dar ninguna de ellas, o al menos, ninguna sin resultar yo herida en el proceso, lo mejor era aprovechar bien mi tiempo.

- Ya, ya, tranquilo. Que solo he dado un paso, neurótico, ni que te fuera a matar por eso... En fin, me voy, tengo cosas que hacer y ya no me pareces lo suficientemente entretenido. Adiós.

Dije dandome la vuelta para irme. Tengo cosas que hacer y hay que aprovechar bien los días, o sino, al final no hago nada de interés.

Al ver que la humana se alejaba dispuesta para irse, yo empecé a subir las escaleras para tomar altura para planear entre las copas de los árboles. Cuando subí al primer piso me puse en el borde y me lanzé con un hacia afuera desplegando de un golpe las alas, dejando caer un par de plumas al suelo, cerca de Kira. Me dirigí a observar el lugar y a los humanos aprovechando que paró la tormenta, esperando que haya alguno verdaderamente que sea de fiar y que no tenga camarada Digimon.

Continué mi camino al trabajo, en parte desilusionada por haber esperado haber conseguido algo interesante ese día, pero no había tenido nada de suerte. El primer digimon con el que me había topado era bastante aburrido y no me había dicho nada, y por otro lado, desconfiaba demasiado en los humanos como para que pudiera ser lo suficientemente crédulo como para confiar en mí y de esa forma, engañarle.

Pero en mitad de mi paseo al trabajo, un objeto cayó ante mis ojos. Hacía muy poco que lo había visto, y no era ni más ni menos que una de las plumas que decoraban al dragón. Sonreí de manera no demasiado benigna, y me la guardé en el bolsillo. Al menos tenía las cadenas de ADN digital que había en las células que lo formaban. Así que, ya tenía algo con lo que poder trabajar...