En busca de un nuevo hogar [Misión]

ultra:

El Sol iluminaba, cálido, la ciudad americana nombrada hace tiempo como Manhattan, con sus rayos en lo alto de un cielo despejado. Hacía calor, no mucho, pero ahí estaba, y sus habitantes caminaban por la calle sin abrigo, y algunos hasta en manga corta. Pero no es eso en lo que nos vamos a centrar, sino en un grupo de un total de cinco criaturas extrañas que acababan de llegar a la Tierra, un mundo que había dejado mucho tiempo atrás las creencias fantásticas. Eso sería una dificil tarea.

Uno de los digimons, una especie de ángel, se asomó por una esquina desde un callejón, vigilando que no los viera nadie. Por suerte, en esos momentos no mucha gente pasaba por esa calle, dado que era la hora de comer, y todos los humanos estarían almorzando en sus casas.

Las malditas gafas de Sol de crital completamente oscuros subidos hasta ocultar por completo las cejas y una crema solar de baja protección por si acaso. La albina no entendía por qué tenía la mala suerte de que hiciera sol incluso en invierno. A veces podía ser agradable, pero solo cuando te estabas muriendo de frío, no cuando tenías que ir con una camiseta de tirantes porque casi te achicharras con el abrigo y la chaqueta... Cómo se notaba que no era su país.

En realidad, a ella le daba igual ir a ayudar a esos digimons, pero necesitaba una justificación para poder irse a EEUU a comprar videojuegos. Y esa era la mejor manera, aceptando ese encargo... Suspiró y se recolocó mejor las gafas. Podía estar muy protegida con ellas, pero un día de tanto sol en mitad de su costumbre de no volver a ver el astro rey hasta casi abril, la descolocaba bastante.

Tras toda la mañana de ir entrando a cada tienda que la interesaba para conseguir las últimas novedades, decidió moverse hacia donde la habían citado para cumplir la misión. Era algo aburrido, pero la tocaba cumplir con esa responsabilidad, sobre todo porque así podría escaquearse de sus clases aburridas. Sacó el móvil y buscó la calle donde habían quedado. Caminó hacia el lugar, pero ya que era la hora de comer, mejor se llevaba algo para el camino. Así que, se pidió uno de los grandes y típicos perritos calientes.

Cuando estuvo a menos de una manzana, dejó salir a una gata blanca de su dispositivo: una Gatomon. La minina se estiró y movió la cola de un lado a otro, mientras que se adelantaba. Lo mejor sería ir así, porque quizás ver a un humano entrar al callejón pondría nerviosos a los digimons. La gata observó durante un segundo la cabeza de un digimon bastante conocido para ella: un Angemon. A fin de cuentas, Gatomons y Angemons solían llevarse bastante bien, porque eran digimons casi análogos; y sobre todo sagrados.

- Nya~ ¿Sois los digimons que habíais pedido un guía?- preguntó nada más llegar al callejón.

La albina llegó un par de segundos después, con varias bolsas en los brazos y el abrigo atado a la cintura como bien se las había apañado.

Angemon, al ver acercarse a un digimon con una humana, sonrió ampliamente, al ver llegada su salvación, aunque el peligro aún no había pasado. Las saludó a ambas con una inclinación de cabeza, y especialmente a Gatomon, le estrechó la mano con energía.

- ¡Muchas gracias por ayudarnos!-exclamó, casi balanceando a la gata sin darse cuenta.

- ¡Plumitas! ¡Deja de agitarla, que no es un batido!

El Angemon se volvió, mirando a las sombras de aquel callejón sin salida, y asintió enérgicamente.

- ¡S-sí, jefe! ¡Perdón, jefe!

El ángel se apartó, posiblemente para que ese jefe suyo se acercara y se presentara ante las dos. Las sombras cubrieron su figura, hasta que un curioso rayo de Sol la iluminó:


- Vaya, vaya... ¿Así que sois vosotras las que nos van a ayudar?-inquirió, evaluándolas con la mirada-. Creo que entonces ya estamos muertos e.e-comentó, de broma.

- Impmon, no seas así-dijo otra voz, regañándole-. Seguro que lo harán muy bien.

Las tres figuras restantes se asomaron para que la luz los iluminara también a ellos. Sus rostros parecían desesperados, y quizá algo afligidos. Se notaba que les había costado mucho abandonar su hogar natal.

La gata sonrió como acto reflejo al ver la sonrisa del ángel, se notaba que se había alegrado a mil kilómetros de que ellas estuviesen allí. La albina solo puso una mueca egocéntrica, pero que no llegaba a sonrisa. No le apaetecía demasiado ayudar a los demás, pero ya se sabe, para ser genial a veces hay que hacer "sacrificios".

- De nada- nya... - fueron las únicas palabras que pudo pronunciar, porque a los pocos segundos estaba siendo zarandeada de arriba a abajo sin control. Tanto entusiasmo a veces era muy malo para la salud de los que estaban alrededor.

En cuanto la gata estuvo libre del apretón de manos, se tambaleó hasta la pared con los ojos que casi parecían espirales, y todo el pelo hinchado como un pompón. Mientras la albina se estaba riendo de la manera más discreta que podía, es decir, una risa a un nivel normal de estruendo.
Tras unos segundos para reponerse, la gata alzó la mirada para agradecer al "jefe" del angemon su intento de salvarla de esa agitadora que era el digimon emplumado. Pero al alzar la mirada un suave sonrojo le cubrió las mejillas. A fin de cuentas, ella era una chica buena a la que, como no, le atraían los chicos malos. Y dentro de esa definición solía entrar un Impmon. La conmoción de verle, hizo que se quedara mirando a la nada un buen rato. Así que, observando eso, la albina tomo las riendas, sobre todo porque no le había gustado nada el tonito de voz que la estaba poniendo el digimon morado.

- ¡Ja! Mejor que no hables de más, rata. A fin de cuentas, creo que no tardaría más de dos segundos en hacerte morder el polvo de forma asombrosa, y eso que no estoy del todo recuperada de mi último enfrentamiento a dos ultras.- mentira no era, se había enfrentado a BlackwereGarurumon y a Korishomon -aunque este no había tenido precisamente ganas de matarla- en la cueva de hielo.- Bueno, ¿en que podemos ayudarlas damiselas en apuros?

La chica se quitó las gafas de Sol demostrando una chispa de diversión y malicia en sus ojos rojo sangre.

Impmon resopló. Parecía muy obvio que él tenía sus dudas de que la humana fuese capaz de tumbarle a él, al poderoso Impmon que los había salvado a todos de una muerte segura en el mundo digital. No obstante, no dijo nada. Se cruzó de brazos y dejó que hablaran los demás.

- Growlmon y sus amigos solo querer ir a un lugar seguro en este mundo… ¿Growlmon decirlo bien?-inquirió entonces el enorme monstruo rojo al digimon planta.


- Sí, Growly, lo hiciste muy bien-Lalamon suspiró, resignada, y le dio palmaditas en una zarpa al digimon rojizo.

- ¡Bien! ¡Bien! ¡Growlmon lo hizo bien!-la poca inteligencia de este digimon le hizo dar saltos de alegría en el callejón.

Impmon, en cambio, puso los ojos en blanco.

- Queremos encontrar un lugar óptimo en el que podamos vivir… No podemos volver al digimundo.. no ahora…

Todos se quedaron en silencio, cabizbajos y entristecidos, hasta el feliz y contento Growlmon. Impmon era el único que no se mostraba así, pero porque su rostro estaba sombrío, y sus puños cerrados y temblando.

Gatomon se abanicó con las garras tratando que se le pasara el momento de ¡chico malo a la vista! Aunque ese no sería el peor de sus problemas, a fin de cuentas, Julchen se había percatado de lo que había pasado y para ser germana era bastante hábil para saber cuándo alguien se sentía atraído por otra persona. Aunque no se podía aplicar en su caso, porque todo lo que estuviera relacionado con ella misma, apenas se daba cuenta.

A pesar de que Julchen fuese rayantemente cruel a veces, sabía lo que era tener un amigo que parecía ser anormalmente tonto... Aunque más que tonto podría ser o despistado o inocente. Fuera cual fuera el caso que afectara al dinosaurio -además de no saber conjugar bien las frases- la chica no se rió sino que le sonrió de manera casi amable.

- Gracias Growlmon. Pero no saltes, eres demasiado grande y podrías llamarles la atención a los humanos. Y entonces expondrán tus huesos en un museo.- una cosa es que no fuera demasiado mala, y otra muy distinta que dejase de ser como es. Además de que si le conseguía meter algo de miedo sería más fácil de controlar.- ¿No podrías hacerte más pequeño? Así, seguro que nadie intentaba hacerte daño.
- ¿Cuáles son las condiciones que vosotros consideráis óptimas? Porque en toda ciudad hay varios lugares según vuestros gustos. Y si nos los decís siempre será más fácil que os lo encontremos sin correr tanto riesgo de que os pillen.

La gata tenía razón, una ciudad podía ofrecer muchos tipos de hábitats, desde parques a alcantarillas, o incluso algún edificio abandonado. Todo eso era algo caótico. El siguiente paso era conseguir moverles del lugar, y por ahora el que más problemas podría dar sería el dinosaurio por su gran tamaño.

Growlmon por poco se cae del susto cuando dijeron que si los pillaban le sacarían los huesos. Dio unos pasos atrás, con la cara casi morada del susto, pero unas palmaditas de Lalamon lo tranquilizaron al menos un poco. Movió la cola con agitación, y bajó las orejitas, como resignado.

- Growlmon no sabe… Aunque puede intentarlo…-Cerrró los ojos y las garras con fuerza, intentando volver a su etapa rockie. Pero por más que lo intentaba, la idea no surgía efecto-. Ju… Growlmon no poder… Growlmon sentirlo mucho…-se le veía bastante abatido por no haber podido hacer lo que le pedían.

- Eres un bastardo e.e-habló por fin Kudamon, subiéndose encima de él-. Bueno, no te preocupes. Tu eres el más fuerte ahora mismo, porque el plumitas aún es un novato-dijo, intentando animarle.

Cuando Gatomon preguntó, todos se quedaron en silencio. No sabían muy bien qué lugar sería bueno para ellos… Así que miraron a Impmon.

- Bueno… Creo que con que sea un sitio agradable, con comida y sin humanos estaría bien…

La albina suspiró y se recostó contra una de las paredes de ladrillo, aún tardarían un rato en poder salir del callejón, porque sin un destino era mejor evitarse pasear a semejante marabunta de gente "disfrazada", sobre todo ahora que tenían que llevar un dinosaurio de como poco tres metros de alto y de color rojo. ¿Por qué no se ponía manchas de colores psicodélicos? Quizás así llamara menos la atención... Era sólo una sugerencia.

- No te preocupes, ya encontraremos alguna forma de ocultarte.- le respondió con dulzura Gatomon- Bueno...- abrió la boca/el hocico para ser cortada por las duras palabras del Kudamon y de las risotadas de la albina.
- Me recuerdas mucho a un conocido mío, bufanda. ¿A ti tampoco te gustan los asombrosos alemanes?

La gata puso los ojos en blanco, podía haber un buen rato de pelea absurda entre odio a los cara-patata y/o bastardos patateros, y los asombrosos alemanes que son un poco peores que los prusos... Una conversación total y absolutamente sin sentido, que sí, más de una vez había escuchado. Lo peor de todo, es que llegaba un punto en lo único que se escuchaban eran insultos y risotadas egocéntricas.... Así que, decidió interrumpir antes de que pudieran encadenar más palabras (lo siguiente iría después de lo que contestara Kudamon).

- Regresando a lo del hogar, no es tan sencillo. Y menos en este lugar que es el centro de una ciudad, en la cual viven millones de humanos. No habéis escogido demasiado bien vuestro destino de llegada.- comenzó la gata.-Quizás Central Park no estuviera demasiado mal, hay muchos árboles y seguro que podéis robar en los puestos de comida que pongan. Además de que hay árboles y plantas.
- Sin embargo, hay una gran afluencia de humanos mientras que hay Sol y al amanecer, porque es un destino turístico, como el parque más grande de toda la ciudad. Estaríais condenados a vivir escondidos en cualquier rincón y aún así no es seguro que no os descubrieran.- replicó la albina- Quizás lo mejor sería vivir en las alcantarillas como las tortugas ninja. Allí no hay humanos y tenéis la posibilidad de poder moveros por toda la ciudad. Incluso Angemon o Impmon podrían ir a restaurantes a pedir comida, o podríais robarla allí.
- Sí, sí. Todo eso está muy bien, pero estarían condenados a no ver casi la luz del Sol.- cortó la felina.- Además de que no hay que olvidar que son aguas residuales, con lo que no es el sitio más limpio del universo; y que también podría haber cocodrilos o caimanes. Para eso quizás mejor una granja en el campo o una cabaña en los bosques, tendrían un terreno amplio lejos de la vista de los humanos y podrían cultivar su propia comida.
- Los cocodrilos y caimanes no son más que una leyenda urbana.- replicó ofendida la albina.- Y para hacer eso, tendríamos que movernos kilómetros con toda una corte circense por mitad de la ciudad o intentar meter a un dinosaurio en un autobús. No sé tú, pero prefiero evitar eso. Además de que no hay que olvidar que habría que comprar los terrenos para que fuesen privados y que no le diera a la gente por ocuparlo.- se cruzó de brazos, concentrada en acabar victoriosa en esa discusión. Tanto que dijeran lo que dijeran los otros digimons mientras tanto la daba igual.- Un edificio abandonado queda descartado porque pueden demolerlo en cualquier momento, el barco porque habría que comprarlo para que no hubiera líos... Pues, no sé.- se quedó unos segundos pensando cuando una de las palabras que había dicho antes surcó por su mente: "circense"-¿Y en un circo? Habría comida, una ocupación y podrían ver mundo.
- Lo malo es que tendrían que ser vistos por humanos y relacionarse con ellos todos los días, pero la gente de ese tipo de actividades suelen ser muy abiertos mentalmente y seguro que agradecen que haya digimons, por eso de que conseguirán números únicos.
- Bueno, ya nos habéis escuchado, escoged cuál es la que mejor os parece y trataremos de llevaros allí.

Ahora la decisión recaía en el grupo de digimons, tenían pros y contras de varios lugares a los que poder ir a vivir. Ellos serían los que ahora tendrían que escoger la mejor para proseguir con su vida.

Los digimons, los cinco, observaron, como en un partido de tenis, a la humana y a Gatomon discutir, cada una dando una idea y desarmando a la otra con otros argumentos. Growlmon no entendía casi nada de lo que decían, pero esperaba que sus compañeros sí; Angemon parecía dubitativo, todas esas opciones parecían tener sus pros y sus contras, pero por el momento ninguna le parecía muy increíble; Lalamon se encontraba consolando a Growlmon por haber intentado buscar soluciones y no conseguir resultados; Kudamon aún gruñía por el comentario de la albina al llamarle “bufanda… Y el último, Impmon, cavilaba sobre las posibles opciones.

- Claramente, tiene que ser un lugar permanente y no muy vistoso… pero tampoco unas alcantarillas, esas no son formas de vivir-se frotó el mentón-. Y recolectar el dinero suficiente para un barco o una casa, nos tomaría mucho tiempo…

Pero entonces, la idea de la humana, lo del circo, no le resultó muy descabellada. A fin de cuentas, él mismo era un bromista, tenía una apariencia casi de arlequín con esa ropa… Sí, es posible que esa fuese la solución.

- Eh, chicos. Eso último no estaría nada mal… ¿Qué decis?

Sus compañeros lo miraron, extrañados, uno por uno. Pero entonces, Growlmon habló:

- A Growlmon le gusta esa idea. ¡Sí señor!

Impmon sonrió.

- ¿Y los demás?

- Uhm… bueno… en los circos suelen haber cosas así como paranormales… Quizá no destaquemos tanto allí…-comentó Lalamon.

Impmon dio un salto, contento.

- ¡Decidido, pues!

La albina sonrió satisfecha cuando finalmente decidieron, y cómo no, optaron por una de sus ideas. Una de esas magníficas y sorprendentes ideas que tenía su cerebro de forma accidental. Pero estaba claro, que ese órgano no era ordinario sino de los más increíbles que había en el mundo.
Todo este despliegue de narcisismo, no era más que un resumen de los propios pensamientos de la albina, de tener que ser transcritos, uno acabaría con el cerebro lavado de lo repetitivos que eran.

- Estupendo pues, voy a investigar por el móvil si tenemos la casualidad que haya uno ahora mismo en la ciudad. Seguramente de estar, no debería encontrarse demasiado lejos.

Dicho eso, sacó su teléfono y se puso a mirar por internet a ver si encontraba alguna cosa. Benditas nuevas tecnologías la de tiempo que ahorraban a la hora de desplazarse o buscar, lo único de lo que dependías era de los satélites o de tener un descodificador de líneas de wi-fi.

Mientras Gatomon se quedó vigilando que nadie huyera del lugar y acabaran liándola de alguna manera absurda. Y además así podría satisfacer su curiosidad.

- Una duda- nya~ ¿De qué huíais exactamente? Hace unas semanas que no he estado en el mundo digital, así que, no sé qué es lo que ha tenido que pasar para que tuvierais que salir de allí.

El grupo de digimons sonrieron y rieron entre ellos, contentos de haber encontrado una posible solución a sus problemas. Sólo Impmon se quedó quieto, pensativo, mirando cómo la humana se ponía a buscar información en su teléfono móvil. Tras lo que parecieron un par de minutos, suspiró, y se dio la vuelta para contestar a la pregunta de Gatomon.

- Nos perseguía un ChaosDramon... Era amigo nuestro, pero de repente enloqueció y nos persiguió para matarnos...


Julchen tardaría unos minutos en encontrar alguna noticia de algún circo cercano, pero cuando lo hiciera, el buscador le mostraría una lista de páginas web. Entre ellas, la siguiente:


Y, debajo de la dirección url, una descripción:

Gatomon se quedó profundamente sorprendida por lo que había dicho Impmon. No era habitual que un digimon enloqueciera, puesto que los datos están ordenados de una manera determinada que lo hacen ser como es, de ahí, que no pudiesen cambiar tan repentinamente. Aunque eso, claro está, no se aplicaba a los biohybridos porque estaba su parte humana que descolocaba todo.

- Que raro es eso-nya~- dijo adoptando una forma pensativa con todo su cuerpo.- ¿Sabéis a qué ha sido debido ese cambio?

Por su lado la humana estuvo unos segundos esperando a que el maldito cacharro descargara la información... ¡Malditos datos que siempre iban lentos cuando más se necesitaban! Ya estaba desesperada al ver que ahí no se cargaba nada que iba a golpear el aparato contra los ladrillos -por mucho aspecto de demente que diera con esa acción-, pero entonces decidió cargar la búsqueda de google.

Miró la pantalla encontrando una peculiar primera opción. Justo lo que andaba buscando. ¡Qué casualidad! Lástima, que pareciera tan jodidamente sospechoso. Sin embargo, eso no dependía de ella, porque no la influía en nada en su vida cotidiana. Así que, decidió que lo mejor es que lo decidieran los propios digimons.

- A ver, digimons y digimonas, o del género del que seáis. He encontrado algo que os viene como anillo al dedo, pero si algo sé de la vida es que cuando una opción es tan maravillosa y magistral, es que hay alguna trampa. Así que, os dejo escoger a vosotros. A fin de cuentas es vuestro futuro.

Les tendió el teléfono para que leyeran lo que quisieran, aunque obviamente, se lo tendió a Impmon porque a fin de cuentas, era el más listo de todos.

- Ni idea de por qué hizo algo como eso-respondió Lalamon, abatida.

Growlmon, curioso, se acercó entonces a Julchen y miró también esa pantallita tan pequeña que llevaba la humana en sus delicadas manos. Parpadeó varias veces, sin comprender lo que aquel aparato mostraba, pero se sintió tan radiante cuando la albina dio las buenas noticias que volvió a dar varios saltitos.

- ¡Bien! ¡Bien!

Impmon le echó una rápida mirada, pero enseguida prestó atención a Julchen y cogió el móvil que esta le tendía. Pensativo, se rascó la barbilla, mientras los demás se acercaban también a mirar.

- Bueno… podría o no ser una trampa… A fin de cuentas, más digimons sufrieron ese cambio tan raro… No sería raro que otros tantos huyeran aquí… ¿no?-aventuró Angemon

Impmon asintió, seguramente pensando en eso mismo. Se puso de puntillas para devolverle el aparato a la chica y los miró a todos.

- Por probar no perdemos nada…

- Pero, ¿cómo vamos a ir por ahí sin que nos vean? Recuerda que las alas del plumitas y el enorme cuerpo de Growlmon no son fáciles de ocultar, bastardo.

La albina simplemente asintió guardándose la opinión de que era una trampa, pero bueno, la misión del soldado es cumplir con lo que les han encomendado sin hacer preguntas y sin dudar. Aunque eso sí, como resultase ser una trampa no había nadie que pudiera aguantar sus insoportables y magníficos -que nunca se olvide añadir el magníficos- "ya os lo dije".

- Pues entonces todo ya está listo, pongámonos en marcha. No sé si habrá más digimons metidos en el mundo humano, pero si os pillan los de DATS intentarán devolveros allí, a menos que os comportéis y no rompáis nada. O al menos procurad no hacerlo, a los humanos no suele gustarles que les rompan el mundo.- ella estaba claro que era una especie mejor a la humana, aunque parecida a ellos, claro está.

Al decir lo de la organización, tampoco les dijo que ella formaba parte -o al menos teóricamente- de ella. No solía hacer demasiado el trabajo que la mandaban y tan solo se aprovechaba de los beneficios que la ofrecían. Además de que ahora estaban en América y ella pertenecía al Europeo, y si había algo que no se podía hacer era inmiscuirse en otros.

- Jul, antes de irnos. Lo que dicen del aspecto es muy importante, los tres roockies son fáciles de hacer pasar por niños o por objetos, pero Angemon es algo más complicado. Por no decir que Growlmon es casi imposible de ocultar a la vista.

La albina los miró, girándose tras parar en seco, con un brillo despectivo en su mirada.

- ¿No vais a ser futuros miembros de un circo? Pues entonces, tendréis que acostumbraros a que os vean. Además de que se puede decir que eso es una forma de hacerles propaganda gratuita a ellos, y por ende de que ganen más pasta.- hizo una pausa un tanto inquietante.- O sino, podéis ir por las alcantarillas, pero yo no pienso meterme en ese antro de agua y mal olor. Que además, seguro que no me llegan los datos y acabamos perdidos en ese laberinto.

Dicho eso, volvió a mirar el teléfono para poner la dirección del lugar al que iban a ir y después buscar la ruta desde ese punto al siguiente. Si los digimons querían ir bajo tierra, ella iría por arriba con Gatomon. A la cual, le tocaría ir asomándose de vez en cuando por las bocas del alcantarillado para guiarles por el camino correcto.

Los digimons asintieron, y siguiendo a Impmon comenzaron a aventurarse a salir del callejón. Primero se asomó este; luego, encima de él, Kudamon; después Lalamon; seguidamente Angemon y al final, Growlmon. Sus cabezas estaban una encima de la otra, de menos a mayor altura. Como no parecía haber mucha gente en la calle, uno por uno comenzaron a salir, despacito, y mirando para todos los lados.

- ¿Por dónde es?-inquirió Impmon

Las indicaciones que Julchen debía darle no eran muy difíciles. Si se fijaba, podría mirar un mapa de la zona que había adjuntado en la página web de aquel extraño circo:

La albina bufó al ver el jodido mapa sospechoso. ¿Que por qué lo era? Tan simple como que DATS nunca dejaría que su cuartel fuese marcado como punto de referencia. Eso era una cosa absurda, sobre todo, porque no era un cuerpo de seguridad conocido como la policía, sino más bien como las agencias de espionaje. A ver quién era el listo que sabía donde estaban sus instalaciones. Nadie que no trabajara allí. Pues lo mismo era en este caso. Además del punto de usted está aquí... Ejem, no le había pagado al maldito perro tembloroso del estúpido ruso para no tuvieran registro de su localización a menos que ella aceptase eso. Así que, era todo muy, muy raro.

Salió del callejón colocándose las gafas de Sol y comenzó a andar hacia el Sur (o eso es lo que ponía en el mapa), pero de paso les indicó una cosa a la cual tendrían que hacer caso.

- Os recuerdo, que mi misión es solo llevaros a vuestra casa. Nadie ha dicho nada de que tenga que protegeros si es que hay una trampa o lo que sea. Así que, en cuanto estemos en la zona, os dejo. Y ya podéis morir allí vosotros solos, da igual todo lo que supliquéis por que os salve.- sacó un chicle de su envoltorio y se lo llevó a la boca.- A menos que me paguéis con algo más.

Luego volvió a acelerar el paso, esperando que la siguieran. Mientras, Gatomon les seguía por detrás, por si a alguno se le ocurría dejar de seguir a la albina. Si hacían eso les avisaría, y si se negaban a cooperar, pues entonces un golpe a modo de correctivo no hacía daño.

¿Por qué el camino del Sur os preguntáis? Porque no pasaban por la zona marcada como concurrida ni esperaban al semáforo. A fin de cuentas, contaban con un dinosaurio que era tan grande como un autobús y más duro. El tráfico tendría que pararse unos segundos para dejarles pasar sí o sí... O sino, ya se haría cargo Gatomon de abrir paso. A fin de cuentas, si un digimon con compañero era el que hacía los destrozos, los de DATS no podrían decir nada. Y menos si era uno de sus propios miembros. Quizás solo fuese amonestada, pero eso a la albina le daba igual completamente. En cuanto llegó a donde ya no había más calle, ella se giró al Este y miró a los digimons.

- Dino rojo, ven. Te necesito para que abras camino. Simplemente entrando en la carretera, no hace falta que golpees a nada. Seguro que solo con tu tamaño ya podremos pasar sin problemas. Y en el caso de que los haya, no te preocupes, mi compañera se hará cargo de todo.- dijo haciendo una burbuja de chicle al final.

Growlmon acudió, impaciente, junto a Julchen. Algo extrañado la miró, no entendía por qué tenía que cruzar. ¿Eso no atraería a los humanos? ¿No se suponía que debían de ser discretos en ese mundo? Al parecer, Impmon también lo pensaba, porque en cuanto supo del plan de la humana, se llevó una mano a la cara con fuerza, en un "extreme facepalm". Pero ya era tarde para detener al enorme digimon.

Growlmon hizo lo que le pidio la chica, y ello provocó que los coches que circulaban por la carretera trataran de detenerse, pitando el claxon. Un camión de mercancías derrapó, haciendo girar el remolque hacia su izquierda. La fuerza del frenado fue tal, que el remolque volcó, cayendo sobre un coche que había tenido que pararse. Tras ese enorme caos, lo único que se escuchaba, eran gritos, claxons y las alarmas de varios coches que habían saltado al recibir daños.

- Oh, dioses míos...-musitó Lalamon, llevándose las manos a la boca del horror.

El pobre Growlmon miraba para todos los lados, asustado, y en parte arrepentido de todo el estropicio que había armado. Tan aterrado estaba, que no se movió de allí. Estaba petrificado.

La chica observó anonadada cómo aparecia un camión rojo e la nada y que tenía que frenar en el último puto minuto para poder frenar, como si un jodido dinosaurio de 5 metros no fuese algo visible para la gente. Pero al parecer debía ser que no.
En fin, que todo acabó en caos y desolación para las personas. Pero dado que no había mucha gente en la calle y que estaba el estropicio de la zona de reunión de toda la gente, donde seguro que había mucho ruido, pues entonces no se pisparían de nada.

- Seguid pasando, total, si lo hacéis en dos minutos estaréis en vuestra casa y yo seré libre de hacer lo que quiera.- al que no quisiera moverse de los pequeños, con una patada suya seguro que ya era suficiente para hacerles cruzar. En cuanto al Angemon, seguro que le decía que había alguna tienda de ropa bonita al otro lado ya haría que se moviese, porque muy masculino no parecía.

Gatomon simplemente puso cara de resignación. A la humana le daba igual lo que le pasar a la gente. Por suerte, solo unos cuantos coches había sido destruidos, porque claro, al estar aparcados el camión tendría que ponerse perpedicular a la calle y por rozamiento a lo sumo aplastaría a uno o dos por cada lado. A fin de cuentas, en las calles de la ciudad no se puede recorrer tan rápido, y de hecho, que hubiese volcado era algo ilógico que ninguna de las dos podía entender, pero bueno.

Julchen se detuvo donde el dinosaurio y le miró con su mirada torva de: si no haces lo que te digo vas a sufrir las consecuencias.

- He dicho sin deteneros lagarto, así que, más te vale que sigas avanzando o tendré que reducirte el tamaño para cargar contigo, y créeme, eso te dolerá más a ti que a mí.- después miró a los demás- Y eso va para todos vosotros, quiero estar en mi casa pronto, y nadie dijo que el servicio de transportes tuviera que ser amable.

Growlmon ni se movió un músculo. Su terror le impedía escuchar a nadie, solo miraba fijamente al camión que había volcado su remolque, con el rostro congelado en una mueca. Lalamon y los demás trataron de decirle que se moviera, y hasta tiraron de él para sacarlo de la carretera, pero el digimon ni se movió, estaba petrificado.

Impmon, sin embargo, había cruzado, y como tenía la apariencia de un niño pequeño, se sentía a salvo de miradas indiscretas. Desde la acera de enfrente, les urgió a todos para que se dieran prisa, moviendo las manos enérgicamente.

- ¡Corred!

- ¡No podemos, Growlmon está como en shock!-respondió sin embargo Angemon, tirando de la cola de su compañero, más fuerte que él.

El estúpido reptil decidió no moverse, ignorando las palabras de la albina. Había demostrado ser algo que la germana odiaba profundamente, más que eso de hecho: le daba asco. Los cobardes no cabían en su mundo, y menos si eran tan grandes que podrían provocar el terror en los otros. Había que ser absurdo para ser así.
Miro a Gatomon.

- Te recuerdo que me debes una, así que, no tienes que rechistar al hacer esto.
- Julchen, no me hace demasiada gracia tener que hacer estas cosas, pero prometí hacerlo... Aunque ¿de verdad tengo que hacerlo?
- Claro. Los cobardes no tienen derecho a seguir en mi presencia, porque a fin de cuentas, ellos mismos exclaman que les libremos de esa existencia tan patética que llevan. No entiendo como un bicho que mide como un camión se puede acojonar solo por ver como un camión absurdamente vuelca. Que por sí no te has dado cuenta, no tiene lógica alguna...
Ahora que lo dices, yo también me había dado cuenta. Ya tiene que ser mala la carretera o malo el conductor para que eso ocurra.

La conversación continuo de la misma manera un rato más, dado que ninguna de las dos entendían que factor se podía haber cambiado hasta llevar la realidad a un absurdo. Pero obviamente, toda llegada en alemán que no era un idioma que precisamente los digimons conocieran debido que solía ser el inglés o el japonés los idiomas más comunes para hacer los programas.

En cuanto dejaron de hablar de esas cosas, Gatomon salto ágilmente al aire y uso su: "Neko kick" en el cogote del dinosaurio para lanzarlo hacia delante. Si no reaccionaba entonces seguirían los ataques hasta que se volviera un huevo o regresara a su forma de Guilmon. Julchen mientras miro a los demás, por sí tenía que reaccionar rápido y hacer evolucionar a la gata para dejarlos a todos KO.
Nadie dijo que tuvieran que llegar de una pieza y/o conscientes a su nuevo hogar.

Los digimons continuaron con su intento de hacer mover a Growlmon. Puede que fuera el más grande de todos, pero eso compensaba su “corta” inteligencia… o quizás había que llamarlo inocencia.

Impmon, en cambio, los miraba, impotente, desde la acera, con los puños apretados y los ojos entornados. ¿Qué podía hacer? Su pequeña fuerza no era suficiente para ayudar a sus amigos, y eso le daba mucha rabia, porque sabía que de la “otra forma” sí que podría… Dio una patada al suelo. No, no debía… Lalamon le había dicho que aún no era capaz de hacerlo, que eso le haría empeorar. ¿Entonces para qué tenía ese poder, si luego no era capaz de usarlo bien?

Todos sus pensamientos se vieron esfumados cuando unas palabras le llegaron a su fino oído. La humana y su compañera discutían, aunque no de forma agresiva. Hablaban sobre algo que la gata digital debía hacer, aunque no le gustase… Y en cuanto el digimon morado la miró a sus ojos, supo al instante qué era lo que pasaba.

- ¡No!-salió corriendo hacia ellos, desesperado, dándose la máxima prisa posible para proteger a sus compañeros.

El digimon cerró los ojos, de nuevo impotente. Siendo el líder, era muy frustrante no poder proteger a los tuyos, cuando ellos confiaban plenamente en ti para llevarlos a la gloria. Para cualquiera que tomara ese papel, resultaba muy deshonroso.

Sin embargo, cuando Gatomon estuviera a punto de alcanzar a Growlmon… no se toparía con ningún dinosaurio rojo… sino con una alta figura ataviada de negro que había bloqueado su golpe con un brazo.


- Basta de peleas.

La albina llegó a percibir una extraña luz desde el lado de enfrente de la calle, una luz conocida para ella porque era la misma que cuando alguien evolucionaba -y decía alguien, porque también había que considerar a los hibridos-, pero no fue lo suficientemente rápida en reaccionar para poder traspasar más energía a su compañera.
Por eso, la gata golpeó con la pata en uno de los brazos del motero digital. En sus ojos azules destellaba la sorpresa al haberse sido detenida y además por un demonio... Se impulsó hacia atrás, dando una vuelta antes de caer al suelo.

Sin embargo, no apoyó la pata con la que había golpeado a Beelzemon. Para cualquier avezado observador se habría dado cuenta de que el pelaje de la zona se encontraba ennegrecido y un humo salia de ella: una quemadura. La gata al alzar la mirada ya no era una mirada amable o sorprendida, sino que era odio en su más puro estado. A fin de cuentas, ella los odiaba hasta lo más profundo de su alma, nunca podría estar de acuerdo con uno de ellos. Demasiada historia en su contra para ahora pensar en aliarse con uno de ellos... Ya podían parecerle atractivos, pero su naturaleza y deber siempre se habían impuesto en sus acciones.
A fin de cuentas, nadie dijo que para ser un digimon "elegido" tenías que ser nuevo en el mundo digital. Ella antes de aliarse con Julchen había sido un ángel digital que se había dedicado a batallar contra los demonios del digimundo, protegiendo a los débiles cuando ya habían atacado o simplemente cazándolos antes de que pudieran hacerle daño a alguien. Pero todo había acabado cuando sus datos fueron dañados por un ataque venenoso. La muerte fue lenta y dolorosa, pero al menos pudieron acabar ella y sus compañeros con la criatura y pudieron purificarla.

- Gula... - su voz sonó como un profundo gruñido a causa de todo los sentimientos que se agolpaban en su interior.

Julchen, de hecho, al saber del odio de su compañera hacia los demonios digitales, la cogió en brazos antes de que saltara a su muerte. Parecía que habían perdido a la persona lógica de las dos, porque ahora la gata se negaría a tratar de relajar a su compañera para que no hiciera locuras al estilo "asombroso".

- Mueve al lagarto antes de que ella decida molestar de más. Porque te aseguro que tendrás que matarla para que te deje en paz. - le advirtió la albina.

Gatomon se retorcía en los brazos de la humana, sin apartar sus ojos azules de la figura del demonio. Por suerte, era capaz de controlar su fuerza para no dañar a la albina, pero si superaba sus ganas de golpear al demonio -aunque fuese un suicidio- a no dañar a su humana, entonces era muy probable que la humana contara con una rotura extra... O quizás algo peor, puesto que las costillas rotas podían ser una rotura muy peligrosa.

Impmon, ahora Beelzemon, miró a Gatomon. A diferencia de ella, él no sentía ninguna necesidad en pelearse con ella, a pesar de que ella era un ángel digimon, y él un demonio. Con una mirada apenada, vio el quemazón que le había hecho en una pata, y sacudió la cabeza, retrocediendo un paso. Después se volvió hacia Growlmon para hablarle. El dinosaurio rojo acababa de poner toda su atención en él.

- Venga, Growl. Tenemos que ir.... argh...

El demonio digital se encogió debido a un repentino dolor sufrido. Parecía obvio que aún no se había recuperado, porque volvió a brillar, y cuando cambió de tamaño, volvía a ser Impmon, aunque ahora estaba desmayado en el suelo.

- ¡Impmon!-girtaron todos. El rockie morado fue alzado en brazos por Growlmon, quien lo miraba con desesperación.

- Growly, vamos...-Lalamon tiró de una zarpa suya con cuidado. El dinosaurio se dejó llevar, temiendo por la vida de su compañero, quién había dado sus fuerzas para protegerle.

Todos los siguieron, hasta que al cabo de unos segundos, llegaron al fin a la acera contraria por la que habían estado con anterioridad.

La gata se revolvió aún más al notar el tipo de mirada que le dirigió el demonio. Ellos no tenían derecho a ponerse así, no después de lo que hicieron... Por ello, en uno de esos movimientos acabó arañando a Julchen en el brazo. La sangre comenzó a salir lentamente, puesto que no era un corte muy profundo, pero sí largo. Después de eso, la digimon se calmó lo suficiente para tan solo lanzar miradas asesinas.
Ni tan siquiera asomó preocupación cuando el Beelzemon regresó a su etapa de roockie. Aunque en ese momento dejó de mirarle mal, al menos ya era un digimon que podía derivar en otros demonios, pero trataría de ignorar que no era del mismo tipo que uno de los demon lord. Así que, más tranquila, se acurrucó en los brazos de Julchen.

- ¿De verdad te hicieron algo tan malo?- la humana trató de saber del pasado "prohibido" de la gata.
- Sí... Pero no me gusta hablar de eso.

No dijo nada más la alemana, pero seguía teniendo ganas de saber ese secreto que había en su pasado. Pero no había nada que hiciera que la gata abriera mínimamente el hocico. Y eso que lo había intentado hasta con las deudas, pero la digimon se mantenía firme respecto al tema.

Continuaron caminando atravesando hacia el puente rápidamente, tras ese sitio estaba el circo.

- Daros prisa, cruzamos el puente y ya estaréis en vuestro nuevo hogar.

Growlmon, Angemon, Kudamon y Lalamon miraron preocupados a Impmon. El pequeño estaba inconsciente, pero ello no signioficaba que no sufriera de espasmos o pesadillas. Por ello, entre los cuatro, decidieron que debían llegar a un sitio seguro fuera cual fuera. No reprocharon a Jul y a su compañera que hubiera atacado a Growlmon, ni que Impmon hubiera perdido sus fuerzas. Nada cambiaría nada, y era mejor, ahorrarse el aliento que quizá necesitaran para algo de más productividad.

Así que, juntos, caminaron hacia el puente. Lo cruzaron con cuidado, y atentos a cualquier cosa, siguiendo a la humana y a la gata digital. Sin embargo, antes de llegar a la mitad del puente, un ruido se escuchó. Era como un silbido lejano que se iba a cercando.

BUM

Sin ni siquiera preverlo, una enorme y ancha figura apareció junto a ellos, creando una neblina de polvo al aterrizar sobre la tierra.

- Finalmente os encontré...

La humana continuó con su camino. Ya saboreaba su libertad y su vuelta a las compras en la gran ciudad antes de coger el vuelo de vuelta a Alemania. Pero todo eso acabó truncado por un silbido, que a decir verdad, no la gustó nada y menos en un puente. Un silbido de ese estilo indica que algo cae, y generalmente esas cosas que caen suelen ser explosivas. Si hay una explosión, hay daños en la estructura, y eso provoca que se acabe cayendo al ser un puto puente.

Antes de que eso pudiera caer su cuerpo quedó cubierto por unas "llamas" azul oscuras. Pero si cualquiera decidiera acercarse a mirar al detalle, se toparía con que no eran llamas, sino digisoul.
Golpeó su dispositivo en el mismo momento en que el objeto volador no indentificado, cayó creando una nube de polvo. Por suerte, había caido en la zona de tierra, pero eso a ella ya la daba igual, porque se encontraba en brazos de una bella ángel digital con unas ropas que brillaban por su ausencia parcial. Las dos sobrevolaban el puente.

Angewomon:

- Observemos por ahora, cuando tengamos claro cual es nuestro objetivo, entonces escogeremos el plan de ataque.
- Entendido, Julchen

La ángel dejó a la humana sobre una de las columnas del puente, para que estuviera a salvo cuando se acercara al enemigo. Porque pelear con alguien en brazos era indudable que era cansado.

La neblina se disipó lentamente, pero aún así, todos pudieron escuchar la risa que porcedía de aquella voz metálica... Una voz que el singular grupo de digimons cononcía muy bien.


- ¡ChaosDramon!-gritaron todos

La humana y Angewomon se quedaron heladas en el sitio unos segundos. Ambas sabía que era un mega, y para más complicación un cambio de modo. Puede que no aumentara la potencia que tenía como MachineDramon, pero sí su velocidad, y eso era indudablemente peligroso para ambas. Sobre todo, porque con nivel Ultra, que era lo máximo a lo que habían llegado en todos esos años juntas no servía contra él. O al menos no demasiado, porque el anillo sagrado podía darle un plus a Angewomon -si era virus- pero de todas formas no igualaría la fuerza de un mega.

- Déjame en el suelo, les diré que sigan mientras que tu distraes al bicho. No corras peligros innecesarios. ¿Entendido?

El ángel digital asintió y bajó a la humana por el lado protegido de la columna para que el enorme androide no se percatara de su presencia. Y después volvió a alzar el vuelo, pasando por debajo del puente y avanzando por el río, tratando de ponerse en uno de los laterales del digimon. Hecho eso, creo una flecha y apuntó hacia uno de sus ojos.

- Holy Arrow- murmuró al soltar la flecha, rezando por que diera donde había apuntado.

Por su parte, Julchen se acercó a los digimons velozmente.

- Mi compañera ha ido a hacer de señuelo para distraer al robot. Cuando haya una apertura, dirigios al circo sin mirar atrás. En cuanto que esteis allí, deberíais estar a salvo, por todos los digimons que haya, dado que alguno será mega. Con eso, ya estará todo solucionado.

Off:
Holy Arrow: Forma un arco con las alas del guante y dispara una flecha de energía sagrada.

OFF: Olvidé decirlo antes, pero es nivel mega solamente.

- Chaosdramon...

El enorme digimon metálico rió entre dientes, haciendo casi reberverar el sonido por aquel lugar. Ni siquiera le hizo caso a la humana y al digimon que la cogía en brazo. No, el prefería "saludar" primero a sus antiguos compañeros.

- Juguemos un ratito... como en los viejos tiempos...

Fue entonces cuando clavó su mirada rojiza en el ángel que había pasado por debajo del puente y le estaba apuntando con una flecha. Con otra nueva risa metálica, alzó el brazo de hierro y bloqueó la flecha.

- ¿Eso es todo?-inquirió, mirandola mientras sonreía ferozmente-. Híper Cañones Infinitos.

OFF:

Híper Cañones Infinitos: Dispara una poderosa ráfaga de energía potenciada por los poderes del Área Oscura desde sus cañones.

Angewomon, tenía la confianza de poder golpear a su enemigo, pero sabía que inmediatamente después tendría que esquivar. A fin de cuentas, con un ataque no iba a acabar eso. Así que, en el momento en el que la flecha fue bloqueada, ella ya se había movido de la posición en la que estaba, ascendiendo por el aire. Por lo que el ataque de ChaosDramon pasó justamente una decena de centímetros por debajo de sus botas.

Inmediatamente lanzó otro ataque, que al menos podría hacer que se igualasen las tornas un poco más.

- Saint Air- un aro circular de luz apareció sobre los brazos de la ángel, iluminando la zona y dañando todo el mal que hubiera. Eso podía incluirse en los digimons a los que tenían que proteger siempre y cuando cumpliesen la condición de ser el mal.

Después plegó las alas dejándose caer hacia el río, para tratar de evitar cualquier ataque que la lanzase su enemigo. Y las desplegó un par de metros antes de caer al agua para volver a sustentarse y lanzarle otra flecha más hacia las zonas desprotegidas que pudiera tener. Aunque el problema radicaba en que al caer en picado costaba un poco más calcular con buena puntería la zona donde herirle.


Julchen por su parte, al ver al ChaosDramon entretenida por el momento con su compañera les metió prisa a los otros.

- Moveros de una vez. No tenéis tiempo que perder. No sé durante cuánto más va a poder distraerle mi compañera.- se notaba que estaba bastante preocupada, porque el ceño que se veía sin estar oculto por las gafas de Sol era bastante pronunciado.

Off:
Holy Arrow: Forma un arco con las alas del guante y dispara una flecha de energía sagrada.
Saint Air: Crea un halo que irriada luz iridiscente para dañar el mal. También puede absorber los ataques de otros digimons

Angewomon pudo esquivar fácilmente la ráfaga, con tan solo elevarse un poco. Su siguiente ataque golpeó a ChaosDramon, quien se había confiado al creerse superior, pero la pelea no estaba terminada. El digimon rojo, furioso, se elevó unos cinco metros en el cielo, por lo que la flecha del ángel no le acertó. Seguidamente, se movió hacia un lado y lanzó en picado hacia su contrincante con sus garras por delante.

- ¡¡Grrrooooaaaarrrr!!

Mientras tanto, el pequeño grupo de digimons miraba, entre asustados y tristes, la pelea que se daba por encima de ellos. Kudamon bufó, molestó, ante las palabas de la albina, aunque en el fondo sabía que tenía razón. Ninguno de ellos podía ayudar, pues los únicos que habían dado muestras de saber evolucionar a sus etapas megas habían sido Impmon y ChaosDramon.

- ¡Growlmon quiere ayudar!

- Pero… no puedes, Growly… Chaos es muy fuerte…-le advirtió Lalamon.

- ¡A Growlmon no importarle eso!-insistió este.

Dicho eso, se volvió hacia Julchen y le tendió a Impmon en sus brazos. Luego volvió a encararse con los de la pelea y se dirigió corriendo a ayudar a Angewomon.

La ángel quedó algo confusa cuando vio a su enemigo acercarse a tal velocidad. Podría usar el puente para hacer que se chocara y huir, pero hacerlo implicaba que los que estaban sobre él caerían al suelo y todo acabaría en una situación muy mala tanto para ella como para los demás. Por lo que volvió a plegar las alas y cayó al agua con un sonoro chapoteo.
Si había suerte, el otro digimon se habría dirigido hacia allí también y al tener un cuerpo completamente metalizado se hundiría hasta el fondo aluvial. Aunque para evitar la colisión de su enemigo con ella dentro del elemento líquido, trató de bucear para alejarse un poco... Para ella también era una faena estar en el agua, porque al salir tendría que esperar a que sus alas se secasen para poder volar, y en el propio agua eran un lastre inútil. Pero no tenía más opciones.

Julchen por su parte negó con la cabeza al ver al dinosaurio acercarse hacia los dos digimons combatientes. Sosteniendo con cuidado al Impmon en brazos. No era el alma más caritativa de la Tierra, pero no le costaba ningún esfuerzo tratar con algo de deferencia a un herido.

- Si de verdad quieres ayudar a mi compañera será mejor que no te metas en el combate. O bien acabarás muriendo, o bien, conseguirás que la mate. Si ve que te van a hacer daño, lo más probable es que se interponga para que no salgas herido. - los ojos de la humana se oscurecieron al pensar en esa posibilidad.- Y si la matan, te juro que acabaré matándote por haberte metido donde no te llamaban.

ChaosDramon, al ver las intenciones de Angewomon, se detuvo en seco en el aire, y la apuntó con sus cañones para dispararla de nuevo, con su primer ataque:

- ¡Híper Cañones Infinitos!

Mientras tanto, el dinosaurio rojo no le hizo el menor caso a la humana, estaba demasiado alarmado y desesperado en ir a ayudar al ángel, y por ello, cuando dejó caer a Impmon al suelo, Angemon lo recogió, dejándolo en el suelo con cuidado.

- ¡Yo te ayudaré, Growl!

Y ambos corrieron hacia donde la pelea. Growlmon se quedó sobre el puente todavía, y le lanzó una llamarada a la enorme criatura robótica. Angemon se colocó sobre el digimon metálico y lanzó de su puño, energía dorada y sagrada.

- ¡Mano del Destino!

- ¡Exhaust Flame!

OFF:

ChaosDramon:

Híper Cañones Infinitos: Dispara una poderosa ráfaga de energía potenciada por los poderes del Área Oscura desde sus cañones.

Growlmon:

Exhaust Flame: Suelta fuera una ráfaga ardiente de las llamas de su tripa con fuerza atronadora.

Angemon:

- Nudillo del Cielo/Mano del Destino/Golpe de Fe: Concentra energía dorada en su puño derecho y lo impulsa hacia su oponente en un movimiento similar a un puñetazo, liberando en el acto una honda rectilínea de energía tremendamente poderosa. También puede absorber su báculo como energía para aumentar la fuerza del ataque, lo que genera un aura de energía celeste a su alrededor.

A pesar de que sus alas fueran un lastre y un impedimento, ChaosDramon no contó con la distorsión de la luz que había cuando esta pasaba de un medio líquido a uno gaseoso. Por lo que para él sería un disparo perfecto a la figura de la ángel digital, en realidad era un disparo delante de ella. Tan solo la rozó la manó derecha, quemándosela y haciendo surgir datos, dado que era la que tenía adelantada para nadar.

Abrió la boca dejando salir el aire que tenía almacenado, porque obviamente la dolía. Pero a causa de eso, tuvo que ascender a la superficie para volver a coger aire, aunque eso era su perdición de eso estaba segura. Cogió aire, aprovechando los rayos de energía que entretendrían al digimon mega y simplemente dejó que el propio peso de sus alas la hiciera hundirse hasta el fondo turbio del río para poder nadar desde allí a un lugar donde poder secarse y volver a atacar al bicho rojo. Aunque no creía tener muchas posibilidades de vencerle... ¿Merecía tanto esfuerzo por su parte ayudar a esos desconocidos, entre los cuales, además estaba uno de sus "enemigos"? Si ella moría, sabía que Julchen podría sumirse en las aguas rojas de su propia locura, y no sabía si podría sacarla de ese lugar... Eso, si no absorbían sus datos.

Las dudas corroían a la ángel digimon, hasta que llegó a una pequeña elevación justo debajo del puente, al lado de uno de los anclajes de este, dado que el sedimento llevado por el río se acumulaba allí. Respiró hondo, alzando las alas con esfuerzo por culpa del peso. Por ahora no podría volver a la batalla...

Julchen por su parte, se alejó de los digimons para que los ataques no golpearan al digimon herido, obligando a Lalamon y Kudamon a seguirla, si no querían meterse en la batalla.

ChaosDramon se distrajo con los ataques del ángel y del dinosaurio rojo, pues estos le habían alcanzado, aunque posiblemente no le hubiesen hecho mucho daño. Por eso, por unos momentos olvidó completamente al ángel femenino con el que había estado peleando, y que ahora se encontraba herida.

- Dejad de molestarme, inútiles...-murmuró el digimon metálico, molesto, moviendo sus garras en una X para prepararse para atravesarlos con ellas.

Los demás habían estado observando con temor la pelea. La cosa se ponía fea, muy fea. No sabían qué hacer. Impmon estaba desmayado, Angewomon estaba herida, y Growlmon y Angemon no serían capaces de hacerle frente a ChaosDramon. Entonces, ¿qué debían hacer?

- La...-un murmullo distrajo a Kudamon y a Lalamon, haciéndolos mirar al pequeño digimon morado que se acababa de despertar en los brazos de la albina-. Lala...

- ¡Impmon!-el digimon planta revoloteó alrededor de su amigo-. ¡No hables, te pondrás bien!

Pero este sonrió debilmente, mirándola, e ignoró lo que dijo:

- Lleva... me... Con el... ángel....-musitó, refiriéndose a Angewomon.

Angewomon continuó descansando un tiempo más, por ahora al menos no había ocurrido ningún ataque por parte de ChaosDramon, lo cual estaba bien. Parecía que se había tomado un descanso, o que por ahora no quería acabar tan rápido con los demás. Movió levemente las alas probándolas, pero aún pesaban demasiado como para poder volar con libertad. Quizás con algo de esfuerzo pudiera subir a la parte ancha del puente, allí donde estaban los demás.

Tras varios intentos al final lo consiguió, aunque más bien tuvo que auparse al final ella misma, porque las alas la fallaron en el último instante.

Julchen, por su parte, al escuchar hablar al pequeño "diablillo" que llevaba en brazos se quedó sorprendida de que tuviera fuerzas para hablar. Aunque su rostro se ensombreció al escuchar la petición. Sabía que a pesar de que la ángel intentaba ignorarle, podía enfocar su rabia sobre él y matarlo definitivamente.

- Tú sabrás lo que haces... Pero no es buena idea.- se quedó en silencio unos segundos.- Te acercaré a ella, pero lo que ocurra después será totalmente de tu responsabilidad. Posiblemente sea tu última voluntad y hay que seguirla.

Con esas palabras, la albina se acercó a la ángel femenina que estaba intentando apuntar hacia su enemigo de nuevo, aunque con la mano derecha herida no conseguía apuntar con la suficiente firmeza como para hacer un blanco directo.

Impmon se dejó llevar, con una mueca de dolor en el rostro, a donde el ángel femenino se encontraba. Por suerte, esta había decidido mostrarse, yendo junto a ellos, así que no tuvieron que caminar mucho. Cuando hubieron estado cerca de Angewomon, Impmon extendió un bracito hacia ella.

- Yo... siento haberte... hecho daño en la patita...-parecía que le costaba esfuerzo hablar, pero no desistió en su intento por hacerlo.

De repente, el cuerpo del pequeño se iluminó levemente, y poco a poco, se fue deshaciendo, desfragmentándose en pequeños datos que se dirigían, por deseo del digimon morado, hacia el ángel digimon.

- Sé que no es mucho... Pero sí con ello ayudo a mis compañeros... Entonces no dudo en hacer... lo...

Impon sonrió. Esa sonrisa fue lo último que desapareció antes de que el pequeño digimon dejara de existir como tal... Era una escena triste. El pequeño, a pesar de todo, había estado too el rato protegiendo a sus amigos. Velando por que al menos ellos huyeran de ChaosDramon y llegaran sanos y salvos.

- Imp... mon...-Lalamon se deshacía en lágrimas, al igual que Kudamon, quien tenía los ojos cerrados con fuerza y la mandíbula apretada-. ¡IMPMOOON!

De repente, los datos de este se iluminaron, y se introdujeron de golpe en el interior de Angewomon, haciéndola brillar a ella también. Pronto, su poder aumentaría al de un digimon mega, siendo capaz por unos escasos instantes de evolucionar y luchar de igual a igual contra el digimon metálico rojo.

Angewomon miró extrañada a la comitiva. Oliendose algo malo en el ambiente, algo tan jodidamente malo que casi notaba que todo a su alrededor vibraba... Que un digimon herido se acerque a otro, sólo puede significar una cosa. Su cuerpo entero se puso en tensión en cuanto estuvieron cerca. De haberse podido ver sus ojos, se habrían percatado de que en ellos brillaba la desconfianza absoluta al pequeño digimon. Y no porque pudiera hacerla algo malo, sino porque parecía que iba a sacrificarse.

- ¡N-no! Ni se te ocurra hacerlo... No me des tus datos.- replicó cuando él se disculpó por lo de la pierna. Esa herida no le afectaba ahora porque podía volar por el aire.

Bufó cuando los datos del pequeño digimon se desprendieron de su cuerpo. Alzó las alas rápidamente, y a pesar de serle un gran esfuerzo, planeó velozmente hacia Growlmon y Angemon. De tener alguien esos datos, prefería que fuesen ellos. Pero en el caso de que la persiguieran para introducirse en su cuerpo, entonces lo harían porque al superar a los dos campeones, detendría su vuelo, cansada ya.

Obviamente, Angewomon valoraba el sacrificio que había hecho Impmon, pero había algo que no soportaba y eso era aceptar los datos de un digimon demonio. Jamás en toda su vida los había absorbido al matarles, sino que solo los había dejado formar el huevo. Puesto que en ese instante se habrían purificado. O esa era la teoría al menos.
Por eso, el sacrificio que había hecho el roockie para ella era ponerla entre la espada y la pared. En todo caso, la mejor opción era que uno de sus amigos los asimilara y pudiera llegar a Mega. Gallantmon o Seraphimon. Ambas opciones eran muy buenas para enfrentarse al robot.

Los datos de Impmon persiguieron a Angewomon por más que esta se moviera. Había sido la última voluntad del Impmon el otorgárselos, y así debía de ser. Porque además supodría una ayuda extra para que el ángel derrotara de una vez al digimon mecánico.

Mientras tanto, Growlmon y Angemon continuaban peleando contra este, intentando de llamar su atención. Aunque el digimon grande ya se había percatado del ángel que revoloteaba como una loca por alguna extraña razón desconocida.

- Grrr...-miró a sus oponentes campeones, quienes le lanzaron de nuevo los mismos ataques insistentemente. Se notaba que estaban algo desesperados-. Primero me ocuparé de vosotros-dijo mientras preparaba más ráfagas.

Inevitablemente la ángel fue alcanzada por los datos del pequeño demonio, sacándola una profunda mueca de desdén desde lo más profundo de su ser. Pero no había nada más que pudiera hacer para evitarlo, a fin de cuentas, ese había sido su castigo por haber hecho lo que creía que era correcto. O al menos, lo que era sincero con sus propios sentimientos.
Se sintió llena de una extraña energía que la recorría de arriba a abajo y que la obligaba a digievolucionar por su propia cuenta, sin contar para nada con la propia Julchen. Un intenso brillo la cubrió dejando al descubierto -cuando desaparecio- a una ángel que portaba una armadura de color celeste, junto con una lanza en su mano derecha y un escudo que llevaba incrustado en el guatelete izquierdo, lo que le permitía cambiar el arma de mano sin problema. A sus espaldas, 10 alas doradas resplandecían como el más puro de los oros. Al igual que antes no se podía ver la mitad superior de su rostro por el casco y sus cabellos eran dorados.

Ophanimon:

El nombre de esa especie digital: Ophanimon. Uno de los tres ángeles de mayor rango de todo el digimundo, aunque obviamente no era la más poderosa dentro de los tipo Ophan, puesto que eso solo le correspondía a la más antigua de ella.
La ángel se elevó en el aire rápidamente, lanzando siete esferas hacia el ChaosDramon.

- Sephiroth Crystal

Sin embargo, ese no era el verdadero ataque, puesto que lo había hecho para que se creara una explosión y la nube de humo cubriera sus movimientos. En cuanto apareciera la cortina de humo, se desplazaría lo más rápido posible hacia la espalda de ChaosDramon y lanzaría su otro ataque.

- Eden's Javelin

Off: Sephiroth Crystal: Invoca pequeños cristales en forma del árbol Sephiroth con los que ataca a los enemigos.
Eden’s Javelin: Crea un rayo de luz sagrada desde su lanza, que purifica a los enemigos.

Growlmon y Angemon continuaban atacando con todo lo que tenían. Estaban desesperados y furiosos, pues habían sentido desde el fondo de su corazón la muerte de Impmon. Si no fuera por ChaosDramon, ahora él estaría con ellos, en el digimundo, viviendo felices y con tranquiliad.

- ¡¡DRAGON SPINE!!

- ¡¡BASTÓN SANTO!!

Ambos gritos, sincronizados, golpearon a ChaosDramon, pero más por que este no quiso que por que no hubiera podido esquivarlos, porque eran ataques muy débiles, y apenas le hacían daño.

- Idiotas... ¡No podéis contra mí! ¡¡HÍPER CAÑONES INFINITOS!!

Las compuertas de su armadura se abrieron, y la áfaga empezó a salir, al principio lentamente, hasta que el ataque comenzó a ganar fuerza... Sin embargo, esa ráfaga no pudo ser mantenida por más tiempo.

Porque de repente, unas esferas de luz lo rodearon y explotaron, desestabilizando al digimon. ChaosDramon rugió, molesto, y miró hacia la dirección por la que le habían llegado dichas esferas.

- Maldito ángel de mierda... ¡Muérete de una vez!

Pegó un poderoso rugido al cielo, encendiéndose por dentro de la rabia de haber sido golpeado por un ataque de su mismo nivel. Abrió sus compuertas nuevamente, decidido a borrarla del mapa... Pero lo que él no sabía, era que el verdadero ataque venía por detrás, y por eso, la lanza del Edén lo golpeó de lleno incrustñandose en su armadura.

- ¡¡¡ROOOOAAAAARR!!!-Rugió ChaosDramon por el dolor.

El rugido se prolongo unos segundos más, hasta que el sonido se ahogó, que fue cuando ChaosDramon explotó en datos, para luego convertirse en un digihuevo que cayó suavemente al suelo.

OFF:

ChaosDramon:

Híper Cañones Infinitos: Dispara una poderosa ráfaga de energía potenciada por los poderes del Área Oscura desde sus cañones.

Growlmon:

Dragon Spine: Dispara los pelos de su cuello a una velocidad vertiginosa, cada uno endurecido como una espiga blanca y brillante.

Angemon:

Bastón Santo: Lanza su bastón santo, como un estilo de lanza al oponente.

Julchen suspiró resignada por todo lo que había pasado. Sabía que su compañera no iba a estar precisamente contenta por culpa de haber sido obligada a absorber esos datos. Aunque sin ellos, posiblemente ni tan siquiera hubiese podido acabar el combate en condiciones.
La humana, en cuanto vio que la lanza de luz se clavaba en el enorme robot, salió del refugio improvisado donde estaba con Lalamon y Kudamon. A fin de cuentas, el combate estaba a punto de acabar o acabado. Y así fue, segundos después la enorme criatura roja desaparecía en datos.

- Daros prisa, los de DATS parecen ser unos lentos, pero ya apareceran para tocar las narices a tiempo, llevaos a vuestros compañeros campeones y no miréis atrás, nosotras nos encargamos de llevar esto.

Dicho eso, se cruzó de brazos, en espera de que llegara Ophanimon.

Mientras que todo lo anterior ocurría, ella, descendió al suelo, satisfecha por haber ganado. Pero a la vez sintiendo una profunda repulsión hacía sí misma, pero aún no era el momento de ponerse como una loca. Tenía que comprobar que Angemon y Growlmon estuviesen bien. Alzó el vuelo lo suficiente como para acercarse a ellos, sin gastar demasiada energía.

- ¿Estáis los dos bien?-En cuanto la respondieran, volvería a hablar.- Tenéis que ir hasta el circo, es posible que se acerquen humanos a ver que ha pasado, así que, será mejor que estéis en un lugar seguro.

Dicho eso, volvería a alzar el vuelo y se dirigiría donde su compañera humana estaba, regresando a su forma de Nyaromon, por culpa de la gran cantidad de energía que gastaba esa forma, sobre todo, sin estar acostumbrada a ella.

- ¿Estás bien?

Growlmon y Angemon habían observado con estupor cómo su enemigo se deshacía de repente tras recibir una serie de ataques que habían salido de la nada, pero se reunieron con los demás. Miraron a Ophanimon con sonrisas cansadas, pues habían dado lo mejor de sí para ayduarla, y al final parecía que, junto con el poder de Impmon, lo habían conseguido.

- Sí, gracias...-contestaron tristones, pero sonriendo-. Que hayamos llegado aquí sanos y salvo, es gracias a vosotras...

Lalamon y Kudamon se acercaron a ellos. Lalamon se colocó sobre la cabeza del dinosaurio rojo, y Kodamon en el hombro del ángel.

- A partir de aquí... podremos ir solos... Gracias-agradeció sincero Angemon. Parecía que ya no era el mismo ángel de antes.

Juntos, los cuatro, emprendieron la marcha, y avanzaron a paso rápido hacia la carpa que se veía al fondo, y donde los esperaba un Wizardmon para ayudarles en lo que pudiera... Al parecer no era una tapadera, sino una señal para que los que habían cruzado la puerta al mundo humano tuvieran un lugar al que ir.

Ni Nyaromon ni la humana dirigieron la vista atrás en ningún momento. No era necesario, puesto que a fin de cuentas, no quedaban tan lejos las carpas del circo. El silencio era pesado entre las dos, porque no había mucho que comentar en ese momento. La pequeña bola que simulaba ser un gato, se notaba que estaba de un humor de perros. El sacrificio había llevado algo con él que no la gustaba, y no era el poder llegar a sentirse levemente culpable por pensar que al ser un demonio obligatoriamente ya tenía que ser malo.
No, no era eso. No se engañaba con esas cosas y sabía que había muchos tipos de gente, pero su desdén hacia los demonios era mayor que eso. Era algo que nunca jamás podría perdonarle al propio Impmon, su cuerpo puro sin un solo dato maligno había sido corrompido por los datos de un digimon que evolucionaba a un demonio. Ya no era pura como todo ángel debía ser, sino que estaba manchada por la oscuridad... Ya no podía alardear de nunca haber absorbido un demonio. Ahora estaba obligada a aceptar esa realidad. Y ella misma se la negaba.

Julchen, por despistada que pudiera parecer de vez en cuando notaba que su compañera estaba demasiado pensativa, pero no de esa forma que te da buenas vibraciones. Sino que eran pensamientos sombríos.

- ¿Estás bien?- volvió a preguntar.
- No, claro que no. - suspiró la gata.
- ¿Y eso?
- ¿Qué pasaría si lo que te hace ser única y magnífica te fuera arrebatado por un acto de amabilidad desinteresado, pero no deseado?
- No me jodas... ¿En serio qué es solo eso?
- Tú no lo entiendes. Pero no te culpo por ello... Sin embargo, tengo que pedirte una cosa.- dijo la gata mortalmente seria.
- ¿Qué quieres?- la albina ya sabía que no la iba a gustar nada, pero no podía negarse. Cuando su compañera estaba así no era por una tontería. A fin de cuentas, la ilógica siempre había sido la albina.
- Busca a un frontier y pídele que por favor, purifique mis datos. Puede que nada cambie, o puede que sí lo haga. En cualquiera de los dos casos me da igual, así al menos me quedaré más tranquila.

La humana por la implicación de esas palabras estuvo a punto de tirar a su compañera al suelo. Estaba loca si pensaba que iba a dejarla hacer ese tipo de cosas.

- [color:e530==royalblue]¡Ni loca haré eso! Sé lo que implica una purificación de datos. Y me niego a perderte solo porque te haya dado la locura.
- Julchen, no es broma. Lo necesito, en serio. Si no quieres venir conmigo no pasa nada. Pero lo haré aunque tenga que escaparme. Y sabes que cuando digo algo así no bromeo.

La humana se notaba nerviosa, algo desesperada. No le gustaba nada esa opción, pero dentro de las dos que le había dado la gata, la que menos la disgustaba era la de apoyarla e ir con ella a buscar a un frontier.

- Está bien, te acompañaré, lo prometo. Pero ni se te ocurra darme las gracias...

Los ojos rojos de la joven se mostraban en un color más oscuro que de costumbre. A fin de cuentas, ¿a quién le gusta perder aunque sea por un tiempo a una de las pocas personas en las que confías? Acostumbrada a no mostrar nada, la albina no hizo comentario o mención alguna, pero una extraña sensación de opresión se encontraba por todo su cuerpo, lo sentía pesado. Pero ya había dicho que lo haría, y no se retractaba de sus palabras a menos que no tuviera otra opción.

Pasados los minutos, las dos se volvieron a perder por las calles de la gran ciudad americana. Aunque con una sensación de derrota...

Los digimons llegaron por fin a la carpa, junto con el Wizardmon. Ahora estaban a salvo, habían conseguido llegar a un sitio seguro después de todo, aunque con la vida de Impmon como precio a pagar por ello... Era posible que ya nada fuera igual entre ellos.

Julchen y Nyaromon se alejaron del lugar, poco antes de que los de DATS llegaran, alarmados, y se llevaran el digihuevo de ChaosDramon para devolverlo a su mundo de origen. No parecía que se hubieran percatado de que cuatro digimons habían traspasado ese puente hasta llegar al circo que se levantaba un poco más lejos.