[China, Picos del Himalaya] Mito o Realidad [Mision de Alisa]

Aun con el afán de llegar a la cueva que suponía ser el escondrijo de los Wendimon, la corriente en espiral se repite y la advertencia previa se repite en un bisbiseo recitado por 3 entidades carentes de físico siendo solo parte del susurro originado por la fuerte ventisca la cual se torna al fin en una tormenta de nieve – (Si no les sirvió en un principio siendo uno ¿Qué les hará creer que me intimidaran siendo 3? De ser una rata cobarde, apenas me entere de que eran superiores a mi en numero, tan simple como que me largo de esta cadena de montañas y fin. ¡Hmpf! Sabia que los Wendimon eran de alguna manera estúpidos, pero esto raya en la exageración volviéndose algún tipo de chiste barato al igual que el resto de la situación que aquí acontece) – siendo mi actual melena la única que se convierte en una víctima danzando al son del terrible viento – (Que idóneo resulto optar por transformarme. Aun en esta tormenta, no siento ningún miedo por mi existencia) – me detengo un intervalo corto de tiempo intentando apreciar de donde proviene la corriente de aire que me surca como si fuese yo el ojo de esta tormenta, para así evitar subir hasta la cueva – (De no ser por esa niña, consignaría un combate sin problemas o restricciones) – retomando la marcha veloz a mi objetivo mientras formulo ese pensamiento, me mantengo atenta a la brisa oscilante pues a diferencia de la primera vez, no se desvaneció así como apareció, sino que continuo presente, siendo mi aparente única compañera en esta soledad helada.

El viento espiral no te sigue sino que de nuevo se desvanece, pero esta vez deja tras su desaparición un digimon, el Wendimon suelta una bocanada de aliento mientras te alejas, luego da un salto hacia arriba y extiende su brazo izquierdo arremetiendo contra ti con un golpe -¡detente!- balbucea con voz ronca cuando te ataca

Mis pensamientos se ven eclipsados por el ruido de la terminal, una alarma titilante de un pulso. Como he dejado atrás el viento que me ha rodeado repetidas veces lo primero que hago es dar media vuelta para observar la ubicación donde me encontraba momentos atrás, y en efecto, lo que allí esta ahora es nada más y nada menos que el digimon que busco, al menos uno de los 3. Suelta una bocanada de aliento que consigue una buena visibilidad como vapor, asemejándolo a una bestia sedienta de sangre y carne; su ataque no espera a que reaccione y dando un tremendo  salto en el aire extiende su extremidad superior izquierda en un puñetazo a distancia en mi contra susurrando un gutural “Detente”. Lo que hago es simple, al ser un puñetazo en diagonal en un ángulo picado basta con dar un salto elevado al igual que el para evitar recibirlo. Estoy a punto de contestar la agresión, pero recapacito en el último instante y al alcanzar la punta de mi salto doblo mi cuerpo hacia atrás en un giro para cambiar mi punto de aterrizaje – ¿Por qué debería detenerme? – surjo tajante con ese cuestionamiento al descender a algunos metros de donde impacto su puño – Háblame, ¿Qué quieren de la niña? Una triada de digimon no se verán satisfechos con una sola niña… – aterrizo manteniendo una guardia preventiva preparándome para cualquiera de sus posibles acciones así como también, por si otro surgía de la nada como este mismo. Tenía que desentrañar este misterio, primeramente pensaba que se la habían llevado para devorarla pero eso quedo descartarlo al estar ahora consiente de la envergadura y talla que poseen esta triada de digimon; una simple niña no sería suficiente para tapar ni una muela de estos seres digitales.

Cuando su ataque falla regresa su puño tras impactar contra la nieve casi solidificada -¡debes largarte! ¡ahora!- nuevamente vuelve a atacarte con sus brazos extensibles pero ahora con ambos al mismo tiempo directo hacia ti -¡no tienes nada que ver con esto!- si esquivas moverá sus brazos persiguiéndote hasta darte

– (¡Maldita sea!) – apenas si me da tiempo de aterrizar cuando él arremete de nuevo con su maldita habilidad de extender sus extremidades superiores antepongo mis manos para atrapar sus puños aprovechándome de que es un ataque directo, pero lo que busco no es detener su ataque sino que desviarlo hacia abajo. Tomando en cuenta que la nieve en esta altitud está casi solidificada por completo no provocare un alude que ponga en posible riesgo al poblado que se encuentra en este mismo pico, pero si conseguiré inmovilizar lo suficiente a este molesto monstruo digital. Sin bien sentir el impacto de sus golpes en mis palmas apoyo todo mi peso en estas para así desviar su ataque al suelo y doy un salto hacia atrás disparando de mi puño derecho una ráfaga de aire frio con forma de cabeza de león de blanco puro que iría dirigida a la nieve que se soltó con el impacto para, de esta forma, inmovilizar al supuesto pie grande.

– Sera mejor que te calmes, me viene valiendo un huevo que no tenga nada que ver con esto… pero para tu desgracia estoy aburrida… y una de mis más grandes diversiones es matar… digimon, y más si son unos hijos de puta que secuestran niñas – dictamino mientras me movilizo a mi lateral derecha para mantener contacto visual con Wendimon, mi ataque generalmente provocaba una especie de explosión congelada con la cual me bloquearía por completo la visión y vamos, no pienso darle más ventaja a esa basura digital.

Ataque usado:

Consigues desviar el ataque y además dejar con los brazos atrapados al Wendimon el cual gruñe tratando de liberarse o levantar el tempano gigante que ahora son sus brazos -¡maldita! ¡Tan solo vete de aquí! no sabes nada de lo que ocurre- grita más enojado que antes aun forcejeando para liberarse

Comienzo a creer que de tanto suspirar me quedare sin aliento para el resto de mi vida, la necedad que demuestra este peludo semi-antropomorfo consiguen más y más sacarme de quicio – ¡Ya deja de venirme con el mismo cuento de que nada de esto me importa! ¿Quieres? – reclamo y exijo exasperada desenvainando la espada ubicada en mi espalda baja – El simple hecho de que ustedes, asquerosos digimon de mierda secuestrasen a una inofensiva niña es suficiente motivo para que todo esto se vuelva de mi incumbencia – le apunto con la espada empuñada en mi mano izquierda mientras me aproximo con premura (manteniendo una guardia de combate militar con cuchillo) hacia él – ¿Quieres saber algo interesante? – sonrió socarronamente mostrando mis recién adquiridos colmillos – Pertenezco a una organización llamada D.A.T.S. … con lo cual estoy en mi pleno derecho de acabar contigo de la mejor manera que se me ocurra, en especial si ponen en riesgo la vida de uno o más humanos… y… ¿Qué crees? Justo eso hicieron tú y los otros 2 han hecho. Si no quieres sufrir una muerte increíblemente dolorosa, dime donde está la niña y tus compañeros – expongo tal explicación acompañada de esa especie de trato retorcido que se inclina perfectamente a mi ventaja – (Vamos… elijas lo que elijas tengo pensado matarte… por culpa de digimon escoria como tú me volví lo que soy ahora)

Guardia:

Te mira atento apretando los dientes mientras te le acercas viéndose claramente frustrado -tu vernos como los malos… pero no serlo- gruñe y en eso el viento en espiral que te ha rodeado varias veces anteriormente se repite envolviéndote a ti y al Wendimon. Esta vez es más densa y clara a la vista y de la nada tanto el Wendimon como tu son llevados a un nuevo sitio, una especie de dimensión donde todo lo que se ve son colores marrones y obscuros mal mezclados entre si -tanto deseas saber…- dice el Wendimon que hasta hace unos momentos se encontraba atrapado, ahora está libre y luce más amenazador que antes sin embargo, este no te ataca, solo se queda de pie observándote. A los pocos segundos como si fueran ilusiones se forman los 2 restantes rodeándote

– Bueno, no es por ofender pero todo señala que lo son; no me culpes por hilar los cabos de esa forma – refuto como si lo dicho fuera una verdad irremediable. Entre más cerca lo tengo más procuro medir mis pasos tratando de mantenerme atenta a cualquier cosa posible; es cuando tengo mis sentidos más alerta que la briza arremolinada opta por hacerse presente nuevamente. Intento escapar de la misma propinando un salto pero es demasiado tarde, solo soy consciente de que en el fugaz transcurso en el que pestañeo  soy llevada del bello pico nevado en plena tormenta esta especie de zona de vomitivos colores sucios que danzan entremezclándose con otros; como guirlanda en el pastel el Wendimon que tenía apresado esta nuevamente libre ahora aparenta ser una mayor amenaza que antes.

Vale más una gallina cacareando que un héroe muerto, y con eso en mente deslizo lentamente mis pies a través del inexistente suelo, tratando de medir la situación – (Lo primero que añoro evitar, y es lo primero que consigo… quedar en la boca del lobo) – medito valiéndome de la visión periférica para trazar algún tipo de estrategia, la cual se ve cortada de tajo y totalmente cuando se hacen presentes como partes de una ilusión los 2 Wendimon restantes – (¡Hmpf!) – envaino mi espada y me enderezo totalmente – Por supuesto que quiero saber, bestia subnormal y ridícula – respondo tajante – ¿Al fin se dignaran a decirme que ocurre aquí? – detono esa pregunta retórica con impaciencia pero con el característico mirar imperturbable de los hombres bestia león.

Los tonos que dominan la zona en la que se encuentran se tornan rojos en toda su gama obscura y asquerosa y los Wendimon te gruñen con enojo, sin embargo no te atacan. El que está frente a ti se da media vuelta y comienza a internarse en ese mundo, los dos restantes te hacen señas para que le sigas

off:

Asquerosas y grotescas tonalidades semejantes a la carne podrida y palpitante se transforman los que en un principio eran vomitivos tonos obscuros y sucios, al tiempo los digimon se muestran severamente agraviados por mi comentario anterior gruñendo cual bestias – (Ahora entiendo, este sitio ha sido creado por ellos y por ende reacciona a sus estados de ánimo…) – medito lista para contrarrestar o al menos esquivar cualquier tipo de agresión, la cual nunca llega. Por el contrario, el que se posiciono delante mío da medio giro y se dispone a desplazarse a lo que diría es el interior de esta “dimensión”.

Al no tener más opciones que no parezcan suicidas en todo sentido, opto por seguir en silencio al que se adelantó siendo prácticamente escoltada por el par restante – (¿Qué ocurrirá ahora…? Bien, no tengo mucho de qué preocuparme. Manteniendo atención a los colores podre darme una idea de lo que piensan y sienten) – dictamino ese pensamiento como una posible ventaja sobre este trio, estaré en su territorio totalmente… pero aun puedo ganar un combate de darse el caso.

Siguen adentrándose al interior de aquel mundo, pero cada paso que dan da la sensación de que no avanzaran ni un centímetro, lo que se supone serían los muros, solo cambian sus tonalidades de nuevo a cafés y marrones pero no se mueven acorde a su movimiento

– (Perfecto, se han calmado…) – mentalizo al notar que los pútridos colores regresan a su primer estado. Continúo siendo escoltada a alguna parte de esta indescriptible realidad; pero había algo extraño, independientemente de cuantos pasos diéramos no sentía que avanzáramos ni un céntimo de espacio – (¿Qué está ocurriendo? ¿Es alguna clase de hipnotismo? Si cuento que estamos en su realidad, podría ser una forma para debilitarme… o hacer tiempo… pero ¿Para qué?) – divago con la mirada buscando cualquier cosa que me permita saber que está ocurriendo, intentando descifrar sus intenciones – (Podría engañarme a mí misma y forzarme a creer que no son agresivos. Evadiendo el que mandasen al Monjyamon…) ¿A dónde supone ser que nos dirigimos? – me atrevo a preguntar atenta a los movimientos de los tres monstruos digitales.

Los digimon no te responden y se limitan a seguir caminando durante algunos minutos más, así hasta que llegan a lo que parece ser el centro de ese mundo y en él hay una pequeña luz. Los 3 Wendimon la señalan como si te dijeran que la tocases

El trio de sub normales digitales pasa olímpicamente de largo mi cuestionamiento y siguen andando casi como zombies o marionetas sin mente propia controladas por una entidad que casi parece solo querer hacer tiempo, pero, de ser así ¿Cuál sería su objetivo? Además de hacerme malgastar el tiempo – (Si los 3 están aquí conmigo…) – trague en seco paseando mi mirar en cada uno de los presentes mientras seguimos avanzando – (¿Quién esta… con la niña…? Había una fuerte tormenta de nieve… a menos que sepan hacer una fogata esa niña de seguir con vida… no durara mucho…-) les miro con frialdad, completamente impaciente a que llegásemos a su objetivo…

Repentinamente se detienen frente a lo que parece ser un orbe luminoso y como si hubieran perdido el don del habla se limitan a señalarlo en una invitación para mí de tocarlo, o cuando menos aproximarme a este. Lo medito un instante, me preocupa el bienestar de la niña, sin embargo no dejo de pensar que de morir yo ella estará peor que perdida… aun así las opciones son nulas y prácticamente lineales en esta trama. Sin más dilación me aproximo a la luz extendiendo el brazo derecho, toco con la punta de la garra la luz, intentando estar preparada para lo que sea que pueda estar por venir.

Cuando tocas la esfera de luz, esta te deja ciega y comienzas a ver lo que parecen ser los recuerdos de la niña… no son para nada agradables, sus padres murieron, su madre por enfermedad y su padre durante una cacería. La niña no fue adoptada por nadie más que por el monje, que en lo posible le procuraba las cosas básicas que podría necesitar, aun así el resto de niños la maltrataban. Una de esas veces se internó en la montaña, y fue rodeada por el viento en espiral que ya has visto antes, y así fue como conoció a los 3 Wendimon, día tras día iba a jugar con ellos, pero… repentinamente las imágenes se cortan y ya no puedes verlas

Soy abrumada por el incomparable destello que emana la esfera luminosa apenas entro en contacto con ella y un sinfín de imágenes son derrochadas en mi mente cual efímeros recuerdos de un tiempo pasado, un pasado correspondiente a la niña a la cual busco. Sus recuerdos se asemejan a los míos propios en ciertos aspectos, y eso es lo que me desagrada y más aún cuando se revela ante mí que este trio de subnormales agresivos son la única alegría de la niña. Antes de seguir viendo este acto sema teatral arranco mi mano del contacto con la esfera y me alejo de la misma retrocediendo – ¿Qué supone… que fue eso…? balbuceo atónita y agitada recuperando la visión, encontrándome de nuevo viendo el entorno nauseabundo que es la dimensión de los Wendimon.

Busco con la mirada algún escape, no quiero continuar aquí, no quiero ver algo que resulta como la antítesis de mis creencias y todo lo que represento hoy día – No me creo ni una mierda de eso – afirmo aferrandome al arma punzo cortante en mi espalda baja y la desenvaino en un movimiento – ¿Cómo creer algo como eso? Estamos en su jodida realidad, hasta donde sé, eso – con un movimiento de cabeza señalo al orbe de luz – Puede ser creación enteramente suya… vamos… digan la verdad de esa niña… ¡Ahora! – mi tono de casi ausente con vestigios de temor se vuelve repentinamente severo y seco, dándole hincapié a mi última palabra, transformándola en una orden prácticamente absoluta.

El trio retrocede ante tu rabieta e incrédula frente a lo que te han mostrado, -esa es la verdad- afirman a la vez señalando a la esfera luminosa que flota frente a todos -¡¿Por qué no nos crees?!- preguntan con fuerza otra vez pero con fuerza en su voz -¡¿por qué parece que nos odias solo por ser nosotros?! ¡¿Qué te hicimos?!- exigen saber con esas preguntas llenas de enojo y poca comprensión a tu forma de actuar

Los colores del escenario pasan a ser azules más obscuros, casi negros y estos muros empiezan a  temblar consiguiendo un gran mareo si eres muy sensible a este tipo de cambios de luz. El cambio en la gama de colores equivaldría a lo que sienten ahora los Wendimon, lejos de la ira es en realidad depresión e incomprensión hacia ti

-¡¿por qué si tienes su misma mirada nos odias?! ¡nosotros no somos los malos aquí! en su pueblo… la maltrataban… y nosotros la cuidamos, no hicimos sus amigos- continúan hablando a la vez al igual que sus movimientos, los 3 te señalan

– ¿La verdad? ¡Sí, claro! – respondo altanera cortando el aire en un movimiento de corte con mi espada empuñada – ¡¿Por qué diablos debería creerles?! ¡¿Olvidan que mandaron a un digimon para matarme?! – recalco la ironía señalándoles, me encontraba fuera de mi lo suficiente como para dejar de lado toda mi tranquilidad y volver está en enojo y rencor. Su siguiente cuestionamiento es tan estúpido y absurdo que evitar soltar una carcajada me resulta totalmente imposible, soltándola con gran fuerza – ¡Y toda vía lo preguntan! Lo he dicho ya, mandaron a uno de sus compañeros a matarme, aquel Monjaymon; sin olvidar mencionar que ustedes son digimon, su sola existencia implica problemas.

Me percato del nuevo cambio en los colores de esta realidad, no me preocupa demasiado pues ellos mismo demuestran sus emociones sin mucho reparo o antelación por sobre algún tipo de plan o estrategia; pienso en alguna razón para todo este teatro que no sea su necedad con parecer los buenos y volver al poblado de donde proviene la niña como el peor lugar del mundo, esto se me dificulta por culpa de su última afirmación – ¡Ja! Ya dejen de repetir la misma mierda una y otra vez, ¿Quieren? Suena demasiado idóneo para ustedes ese cuentito de quinta – afirmo mi guardia y gruño en advertencia – Entréguenme a esa niña ahora… y me limitare a devolverlos a su mundo – su jugada de moverse en perfecta sincronía no me resultaba un problema, al final, seguimos en su realidad y esas cosas resultan mínimas y repetidas en diversas obras de arte.

Enojados, los 3 gruñen y retroceden lentamente conforme les vas gritando como loca neurasténica, recordándoles todo lo que ha sucedido hasta ahora. Cuando llegas a tu amenaza final rugen al mismo tiempo -¡suficiente!- y sonriendo maliciosamente y como salido de alguna pesadilla y como si fueran de plastilina se fusionan en un solo Wendimon el triple de grande que uno normal -¡tú solo pondrás en peligro a Racky! ¡aléjate de ella!- entrelazando sus dedos alzando sus manos arremeten con un golpe de martillazo en tu contra -¡muere y deja de molestarnos de una vez! ¡Racky es feliz con nosotros!- repliega sus brazos y te busca con la mirada, apenas encontrarte te lanzara los misiles ubicados en su espalda (aunque no aparezcan en la lista de ataques, los utiliza en la película de digimon 02, en total son 6, 3 por derecha y 3 por izquierda)

Los colores se vuelven una mezcla de azules obscuros y rojos sangrientos mezclándose entre ellos, pero sin fusionarse por completo, además de que con cada explosión de los misiles todo tiembla en el sitio, casi como si este lugar no soportarse por mucho tiempo los ataques (apenas son señales de un posible colapso de la realidad en sí, mas no se desmorona aun)

El Wendimon fusionado, parece que de alguna forma protege la esfera de luz, pues se mantiene detrás de esta como si fuese algo muy importante y valioso para el

Retroceden conforme los acribillo con mis palabras, el poder mermar su entereza solo con habladuría me da una cierta ventaja, pues indica que su temple es débil aun estando en su mundo. Apenas y termino de hablar ordenan que calle y con sus asquerosas caras  deformadas en una cruel y diabólica sonrisa sus cuerpos se deforman a una substancia parecida a la masilla de moldear mezclándose entre los tres creando así un único Wendimon de proporciones justo a lo triple como es justo de esperarse a esa extraña función. Y ahora soy yo la que se piensa en retroceder, pero en lugar de hacerlo durante su metamorfosis cierro el puño derecho con fuerza juntando energía congelante y la disparo en un puñetazo que forma una ráfaga de viento helado con forma de rostro leonado, con las intenciones de inutilizar alguna parte de su futuro nuevo cuerpo, o cuando menos congelarles lo suficiente dificultando su movimiento por la internación de un ajeno compuesto a su fusión.

Completando su fusión, arremeten con un martillazo de manos juntas, adelantándome al golpe corro hacia la izquierda, pero de forma progresiva hacia el Wendimon (En diagonal hacia él) – Piensa lo que quieras, pero es obvio quien es el peligro aquí – no le ataco por el simple hecho de que no me da tiempo para ello, pues el falto de cordura total arremete con una especie de misiles salidos de su brutal espalda. Lo único que se me ocurre hacer es continuar corriendo pero ahora en lugar de seguir un trazo diagonal lo encubro, zigzagueando a cada paso que doy dejando una buena estela de espacio consiguiendo eludir así los misiles – Déjate de juegos, ¿Quieres? durante el último salto, giro rápidamente mi cuerpo en el aire para así poder verle directamente, momento en el cual me percato de su renuencia a abandonar el orbe de luz flotante – (Esa luz… la está protegiendo, ¿Serán realmente los recuerdos de la niña…? ¡Hmpf! A estas alturas me atrevería a decir que esa cosa es su alma… pero de ser tal caso, la niña… ¿Está muerta o en un estado catalepsio…?) – empuño mi espada en la misma forma que antes, a manera de prevención de algún ataque de parte del enfurecido digimon – (Sea cual sea el caso, debo darme prisa y acabar con ellos, esa niña sola en la tormenta no podrá sobrevivir por muy resguardada que este en la cueva de la montaña).

Spoiler:

Consigues dejarle inutilizadas las piernas al congelárselas en plena transformación, lo que realmente le importa poco al gran Wendimon, pues se mantiene aferrado a la idea quedarse en su sitio, detrás de la esfera de luz que contiene los supuestos recuerdos de la niña llamada Racky. Con todos sus ataques frustrados, gruñe colérico. Con sus manos y mucho cuidado agarra la esfera luminosa y la abraza -todos estará bien… Racky…- le habla a la esfera con ternura y cariño, como si se tratase de la misma niña; tras sonreírle como si fuese lo más importante para él, cierra los ojos suspirando y te ve con furia soltando un poderoso rugido que es una destructiva onda sónica en tu contra; en ese ataque parece haber puesto toda su fuerza y empeño (de darte directamente fallaras la misión, pues es el ataque de 3 champion juntos; recibirías un severo daño… prácticamente letal)

Me sentía orgullosa por así decirlo, había conseguido eludir sus ataques y además inutilizado sus extremidades inferiores. Su siguiente acción me dejo desconcertada, aquel ritual que empezó a realizar parecía tan surrealista que me dejo desubicada sin embargo aproveche para ceñir distancias acercándomele tanto como pude colándome a su retaguardia preguntándome en pensamiento que es lo que quería o pretendía hacer con el orbe luminoso. Repentinamente emitió un cruento rugido, tal vez haya sido por el tiempo que le llevo recoger el orbe el cual yo aproveche para colarme en su retaguardia sea la razón que lograse eludir dicho rugido; sea cual fuere el caso no me iba a quedar parada a esperar una explicación, con lo cual reuní energía en mi puño derecho la cual dispare prontamente a su costado a quema ropa.

De conseguir mi objetivo daría un salto hacia atrás y me mantendría en guardia, aunque no pudiera avanzar sus brazos extensibles seguían siendo un conflicto para mí – Sera mejor que te rindas, ya ni siquiera me interesa acabarte… simplemente regresemos al mundo humano y dame a la niña – aconsejo seria – Esa niña, aunque este resguardada en la cueva no sobrevivirá por mucho tiempo; si de verdad les preocupa dejemos ya este teatro.

Ataque:

Aprovechándote del lapso de tiempo que le toma al Wendimon hacer toda esa especie de ritual, evitas recibir de lleno el impacto del rugido que hace, además, como está congelado de la cintura para abajo no puede girarse y atacarte directamente; así que recibe de lleno tu Jūouken; ocurre un temblor al mismo tiempo que Wendimon suelta un alarido de dolor; tras eso te mira furioso escuchando lo que le dices -ghhh…- aprieta la mandíbula y aún sigue temblando toda la extraña zona en la que están la cual comienza a parpadear. Entre los pestañeos, logras alcanzar a distinguir la montaña que aún está en plena tormenta -no lo entiendes aun… ella…- tartamudea mientras se separa otra vez en 3 y la como dimensión en la que se encuentran se deshace por completo

Estando nuevamente en la montaña, pero ahora en un punto más alto y a pocos metros de la cueva donde el Monjyamon te dijo que ellos usaban como refugio; hay una leve luz anaranjada que se alcanza a distinguir saliendo de esta

-Raki… ella…- dice uno de los Wendimon, que es el que aun sostiene la esfera de luz y el único que se mantiene aún consiente (los 3 están tumbados en la nieve) -ella…- sigue tartamudeando mirando la esfera en sus manos y finalmente también queda inconsciente, pero sorprendentemente no suelta la esfera

Por fortuna consigo asestar mi última arremetida, pero esa fortuna se torna maldición cuando empieza a temblar y corroerse dando lapsos en los que se podía distinguir el mundo humano más allá de esta pútrida realidad. Colapsando acompañado por esta realidad, cae el Wendimon desasiéndose en 3 entidades nuevamente. El deseo de celebrar mi victoria no podría estar más lejos de mí que ahora, ya lo eh orado, solo me interesa encontrar a la niña anhelando que se aferre a la vida así como yo me aferro a dar con su paradero.

Finalmente cuando hemos vuelto por completo al mundo humano y todos somos azotados por los helados y fuertes vientos nevados, solo un Wendimon se mantiene en pie, consigue balbucear algunas cosas antes de seguir el camino de sus compañero; sorprendentemente su deseo de proteger aquel orbe de luz no se ve eclipsado ni un poco – (Esa luz…) – creyendo que pasara un largo lapso temporal antes de que reaccionen debido al enorme gasto de energía que han realizado, me calmo un poco optando por recorrer con la mirada el entorno. Consigo llevarme la sorpresa de que ahora estamos a una distancia verdaderamente corta de la cueva que funge como guarida para este trio y la infante. Envaino el arma punzo cortante que es tan característica en los Leomon.

– … – lo medito unos segundos, observando la luz anaranjada que proviene de la cueva. Extraigo la terminal,  observo a los caídos y eventualmente el orbe de luz que aún se mantiene en manos del digimon con ornamentas en hombros, suspiro cansada frotándome los ojos con la mano libre – Maldito remordimiento de conciencia… – mascullo apoderándome con delicadeza del orbe de luz con mi mano dominante, y con la izquierda apunto a los digimon con la terminal guardándolos en esta. De no poder guardarlos en el aparato, tendré primero que poner en resguardo este orbe luminoso que parecía tan importante para ellos y después, uno a uno, llevarles al interior de la cueva. De conseguir lo primero, igualmente me dirigiré a la cueva, internándome en esta con premura, en búsqueda de la niña o de quien sea que haya encendido el fuego que ilumina su interior.

Consigues guardar a los 3 Wendimon en la terminal y cuando cargas la luz, te das cuenta que es sumamente frágil, al grado que la misma ventisca la hace temblar. Cuando entras en la cueva, miras un fuego a varios metros dentro de la cueva, que ya está débil; debió de ser una buena fogata momentos atrás, pero por falta de leña nueva se está apagando. Junto a la fogata hay un bulto de pieles de animal curadas y cobijas, el diseño es muy parecido al del pueblo al pie del pico; la luz que llevas reacciona inmediatamente y floja hasta el bulto, flotando a su alrededor y tras algunas vueltas se sumerge en el bulto y escuchas un resoplido, como si fuera el ultimo respiro de alguien

Si retiras las cobijas y pieles, sumergido hasta el centro encontraras a una pequeña persona durmiendo, definir si es niño o niña es complicado por sus rasgos por mucho genéricos; está al borde de la muerte y que la luz se metiera en su cuerpo no parece hacer ninguna diferencia en su estado casi de total muerte

Advertencia:

Una vez consigo mi cometido de almacenar a las creaturas digitales en el aparato con aspecto de móvil inteligente y con el orbe luminoso en mano decido adentrarme en la cueva. Al caminar me percato de lo frágil que resulta ser el orbe preguntándome si no hubiera sido mejor también almacenarlo – (No importa ya, estoy a pocos pasos de llegar a la cueva; dentro debería ser más fácil salvaguardarla) – con aquel pensamiento culminado consigo entrar en la cueva, si bien el frio ya no es tan azotador como fuera de ella, la fogata semi consumida al fondo no consigue un verdadero efecto en contra del frio tan natural en esta zona. Es entonces que una extraña sombra que se proyecta en uno de los muros de roca capta mi atención, su sola forma no me es clara, con lo cual decido acercarme lentamente hasta el origen, resultando ser un altivo conjunto de cobijas y pieles amontonadas caóticamente unas sobre otras – (Me pregunto… ¿Habrá algo escondido en su interior…?) ¿Hmm? ¡Ahh! – más pronto que tarde el orbe, como si tuviese mente propio se precipita al interior de las cobijas; preocupada por su fragilidad me deshago de estas intentando controlar mi incertidumbre para no terminar ser yo misma, la que por culpa de la desesperación termine por destruir tan frágil entidad.

Repentinamente escucho un suspiro fatídico y me detengo en seco – …… – con premura, o mejor dicho, miedo… retiro los últimos tapujos topándome con una persona que parece descansar en un practico lecho de muerte – ¿Es esta… la niña desaparecida…? – trago saliva espesamente, y aun contando el hecho de haber visto aquellos recuerdos, lo cierto es, de que además de ser una mentira ilusoria… en ningún momento supe el aspecto físico en concreto de la cría. Mi corazón latiendo a mil por hora casi resonaba con un profundo eco en esta cueva, reflejando el pánico creciente en mí ser por la posible muerte de la niña a la que tanto me había hecho a la idea de rescatar bajo cualquier costo que eso me supondría. Aun metida en ese horrible torbellino de emociones encontradas, recordé una técnica que poseía en esta forma – Full… Heal – susurre en un hilo de voz extendiendo mi mano izquierda sobre el pequeño cuerpo que reposaba frente a mí, para así ejecutar aquella técnica de cura sobre la persona esperando que surtiese efecto, como si mi propia vida fuese la que peligrase…

Spoiler:

Consigues sanar totalmente a la persona frente a ti, pero esta sigue dormida y entre sueños alcanza a susurrar -gracias…- muy suavemente, y de no ser por la cueva en la que están, no lo hubieras podido escuchar; aun con solo esa palabra eres capaz de reconocer la voz de la persona y resulta ser el de la niña que los Wendimon “habían secuestrado”. Su cara de reflejar dolor y estar al borde de la muerte, ahora parece muy tranquila y que finalmente duerme pacíficamente. Pasan algunos minutos antes de que la niña despierte -¿eres… amigo de los Wendimon?- te pregunta estando aun adormilada y tañándose los ojos con una mano -¿dónde están ellos?- pregunta mientras recorre con la mirada la cueva -ellos dijeron que yo…- se calla y mira sus manos y luego su cuerpo -yo iba a morirme, pero… ¿cómo estoy bien otra vez?- de estar triste pasa a muy curiosa con esa pregunta mientras te mira atenta y casi sin parpadear -¿eres uno de los guardianes? uno de esos leones de nieve que tanto se mencionan en las leyendas-

Lo que susurra la persona… no lo entiendo, no solo por ser una palabra dicha por alguien inconsciente, sino porque es carente de todo sentido y por si fuera poco aquello… exactamente a quien le daba las gracias. Froto las puntas de mis dedos de la mano derecha y luego de pensarlo por un instante, colocó mi dedo índice en la frente de la niña para despertarla – (Su voz… ¿Por qué me resulta conocida…?) – no consigo ni por asomo despertarla de su actual descanso placentero – (¿Esta niña será…? Si lo medito un poco tendría sentido, ¿Por qué otra razón seria otra persona…?) – una espesa sensación de inseguridad por la situación de momentos atrás, mezclada con el alivio de al fin encontrar a la niña logran mermar mi espíritu de lucha; cierro los ojos y pienso – (Tranquilízate y concéntrate, esto aún no ha terminado).

Las repentinas palabras de la niña me alarman, haciendo que me enderece y de un paso hacia atrás para alejarme de ella; alcance a descifrar su cuestionamiento y para evitar levantar más sospechas y perder la posible confianza que me tenga asiento con la cabeza – En efecto, conozco a ese trio; también al Monjyamon, él me dijo que te encontrabas aquí – explique; no me sentí culpable, dado que al final, no me encontraba mintiéndole para nada – Por el momento no les podrás ver – respondí escuetamente pero al tiempo con firmeza; sus siguientes palabras las ausculto – (Entonces realmente iba a morir…) Para tu suerte, tengo una habilidad de sanación, y la emplee en ti – explique a la niña que parecía confundida, pero como todo buen niño no sabía cuándo cerrar la boca. Cuando cuestiono lo que afirmo anteriormente el anciano del pueblo, no pude contenerme y me di una palmada en la frente con un mirar indignado en mi – (De nuevo esa mierda… te lo dice una niña… cálmate… respira…) Soy una guardiana, sí… pero no pertenezco a una leyenda… ¿Estoy frente a ti ahora, verdad? (Justo cuando creia que esa palabra, "Guardiana" nunca podría describirme, la empleo por mi propia boca...) – apoye una rodilla en suelo para erradicar la distancia que yo misma había creado – Explícame, ¿Qué haces aquí? Lejos de tu familia y en compañía de los Wendimon.

Tomando en cuenta su cercanía a el trio y colaboración a su calmada y familiar forma de tratarme, opte por mantener mi forma digimon; no era de mi agrado, pero por lo visto al tocar el orbe de luz sumándole su comportamiento actual, la mejor forma de acercármele es ni más ni menos… que como un digimon y no como… un humano...

-¡ah! ¿también eres amigo de Monjyamon?  él es muy bueno, pero casi no jugaba conmigo, tenía muchas ganas de regresar a su hogar- te dice alegre cuando hablas del Monjyamon para después enderezarse, pero se queda sentada y se jala una de las mantas para taparse con ella -¡te lo agradezco mucho! que me curaras- te dedica una gran sonrisa -pues… si no eres un león de las nieves…- se queda pensando mientras le sigues hablando, cuando le preguntas sobre los Wendimon y su familia agacha la cabeza -los Wendimon… me tratan bien, creía que eran Migou y me asusté mucho la primera vez que los vi… pero luego que los conocí me cayeron muy bien y me volví su amiga- tras decir eso recupero rápidamente su alegría y te vuelve a ver sonriendo -si no eres un león de las nieves, ¿qué eres?- pregunta curiosa -¡yo me llamo Raki! ¿cómo te llamas?- te das cuenta que escapo totalmente de explicarte sobre su familia, quizás lo que viste cuando tocaste la esfera de luz… fuera la verdad

Escuchar a aquella niña era como intentar sostener una conversación seria con un mono al cual le suministraron adrenalina en exceso. Su comportamiento así como también sus frases se veían entremezclados con sus frecuentes cambios de humor – (¿Amiga de un digimon del cual no eres compañera…? Este día no puede dejar de llenarme de sorpresas) – un débil sonrisa se apodero de mis labios – (Tambien supero su incansable miedo por el trio… Impresionante… en verdad impresionante…) – negar la maravilla que era esta niña sería un error y un claro rasgo de inferioridad de mi parte – Yo soy… – mi habilidad para evadir cuestionamientos estaba por completo atrofiada por todo lo que se me a mostrado a lo largo de esta misión auto impuesta, y más si se ponía en comparación a la de la niña que ahora se presentaba como Raki – Puedes llamarme Alisa… – respondo sin mucho ahínco cerrando los ojos por un corto instante.

Al abrirlos me encuentro decidida a preguntarle sobre lo que vi en el orbe luminiscente; su respuesta dictaminaría mi siguiente toma de decisiones de qué hacer con ella – Disculpa la rudeza de mis palabras, pero… ¿Podrías decirme claramente cómo te tratan en tu hogar? – la cautela se arraiga en mi tono de voz, sin embargo me mantengo firme y decidida a saber la verdad para desentrañar todo este extraño misterio.

-que lindo nombre tienes, Alisa…- de estar muy sonriente se quedó boquiabierta con los ojos como platos  -¡¿eres chica?!- grita señalándote  sin caber en si misma del asombro de que seas una chica -creía que todos eran chicos- agrega aun sorprendida. Como te quedas callada un momento se le pasa el asombro y prefiere arremolinarse en las cobijas y mira el fuego de la misma forma en que u niño cualquiera miraría la televisión y así permanece hasta que le vuelves a hablar -erm…- murmura sumergiéndose totalmente en las cobijas -no quiero hablar de eso- afirma en pleno berrinche completamente metida en las cobijas (sigue sentada) -¿para qué quieres saber eso…?- pregunta sin más -acaso quieres… ¿regresarme al pueblo…?- te pregunta con tristeza y es claro que no tiene muchas ganas de volver

He de reconocer que  me sorprendió que dijese que mi nombre es “Lindo” pero su siguiente reacción fue verdaderamente increíble – (Creo que… es posible que se hiciera la idea de que todos los digimon son machos; además, teniendo en cuenta mi aspecto actual es… medianamente entendible – en un rebuscado intento de dejarle 3 pies al gato me fuerzo a pensar aquellas palabras para no terminar hacer algo de lo que posiblemente me arrepienta. Y es así que me mantengo imperturbable, hasta que ella en un infantil arrebato realiza una rabieta – (Puedo matarla y llevar su cadáver al pueblo diciendo que así la encontré, ¿Verdad…? Esa gente seguramente se lo creerá…) – inhalo profundamente para apartar esos pensamientos perturbados de mi mente, supone ser que yo aniquile digimon y no humanos.

Una vez me he tranquilizado lo suficiente como para tomar el habla, atiendo a sus dudas con la delicadeza que aún permanece en mi de alguna forma milagrosa – Mi deber es llevarte a un lugar seguro; y por como lo veo, ese sitio es el poblado al que perteneces – reconociendo que lo visto por parte del orbe de luz me dejaba un mal sabor de boca, continuo en la oratoria – A menos claro que tengas una forma de corroborar que esta cueva, viviendo en la intemperie y siendo cuidada por 3 salvajes es mejor que habitar el pueblo; no me queda más opción que llevarte a ese sitio – explico ofreciéndole una última oportunidad de explicar su versión de las cosas.

Asoma su cabeza por entre las cobijas lentamente y te mira con los ojos entre cerrados -…- mientras le explicas lo de que el pueblo es el único lugar seguro a tu criterio ella inmediatamente sale de su “muralla de cobijas y pieles” -pero, pero, pero- dice poniendo carita de niña buena y triste -pues, erm… pues…- mira a todas partes buscando esa evidencia que pides -no luce como el templo o la mansión de los Zhan… pero esta cueva es segura- afirma valiente -además… en el pueblo…- guarda silencio mirando las pocas llamas de la fogata -allí me tratan mal… todos menos el monje Hui yang, son malos conmigo… ¿por qué debería de regresar allí…? aquí estoy bien…- se queja abrazando sus rodillas -¿no crees que aquí estoy mejor? aquí tengo  amigos…- afirma con un dejo de tristeza aun mirando la fogata

Escucho en silencio sus palabras, la manera en que afirma que esta común cueva no es nada comparada con una residencia que idealizo importante y el templo que ya he recorrido, pero aun así se alza con la seguridad que deberían proporcionarle esos 2 ejemplos – (Afirmar tales cosas…) – sus siguientes palabras no hacen sino hacerme dar cuenta que realmente su vida debe de ser un asco, igual o peor que lo mostrado por el orbe de luz – (Ahora que lo recapacito… sus padre… ¿Dónde están? ¿Por qué no la ayudan?) – gruñendo por lo bajo afile la mirada, preguntándome en pensamiento si mis padres eran los únicos buenos, o por cada familia bien formada había un número desproporcionado de malas…

Dado a que en este momento no recuerdo haber visto algo que se asemejara aunque fuese mínimamente a lo que vendría siendo una figura materna o paterna, pero al no dar con una opte por verificar primero la hipótesis que ya había matriculado. Podría ser una de 2, o sus padres habían muerto de alguna manera o la habían abandonado… o se encontraban al tanto de la situación pero no hacen nada. Con ello en mente opte por soltar la siguiente pregunta – ¿Y tus padres? ¿Dónde están ellos? ¿Careces de familiares que se hagan cargo de ti de forma adecuada? – con la respuesta que me diese, podría decidir de mejor forma que hacer con ella.

Cuando preguntas por sus padres hace una mueca de entre tristeza y de no saber que responderte, esas preguntas parecen ser muy difíciles para ella por alguna razón -¿padres…?- ladea la cabeza y se lo piensa un poco -¿familia…?- desvía la mirada al infinito como si con eso pudiera pensar mejor -yo… no tengo familia… desde que recuerdo, el monje Hui Yang siempre ha sido el que me da comida y ropa…- dice con un dejo de tristeza -me dijo una vez, que me encontró dentro del tronco de un árbol que antes estaba completamente seco, pero que el día que el árbol volvió a florecer, aun con toda la nieve que tenía encima- explica jugando con una de las cobijas -¿qué significa… “de forma adecuada”?- te pregunta curiosa, pero creo que es claro que en estas alturas te podrás dar cuenta que ya solo está haciendo tiempo para no regresar al pueblo… o quizás sea muy conversadora y curiosa como cualquier niño de su edad

El enojo y estupor que me llenaban se esfumaron cuando aquella pequeña niña confesara carecer totalmente de familia. Entiendo en demasía lo que significa y siente que tus únicos familiares se te sean arrebatados, pero desde siempre carecer de alguien con el cual tengas un lazo que te una de la misma forma que lo hace un lazo familiar, me dejo sin palabras apenas pudiendo descifrar sus siguientes declaraciones me dejaron aún más confusa. Desentrañar como un bebe termino en un árbol seco por un tiempo no determinado sobreviviendo, lo único que me dejaba es que era algún tipo de milagro o que deliberadamente el monje sabía que esta niña seria allí abandonada – (A cada segundo que pasa entiendo menos sobre esta situación… ¡Tch…!) – su ultimo cuestionamiento me aleja drásticamente de mis pensamientos – Significa que usas tu explicación ajustándose a ciertas condiciones o circunstancias, en este caso es que a mi juicio tu explicación sea correcta o herrada – le explico secamente y le miro – Aunque carezcas de familiares, no puedes quedarte aquí para siempre, por ello ven conmigo… vamos – extendí mi mano, sabía que teníamos una enorme diferencia de tamaños, y por ello, lo hizo con cuidado y cierto grado cariño. Aun con nuestros aspectos, parecía ella un pequeño animalillo desvalido y yo un humano que busca acercarse con cautela para ayudarle.

No le gusta ni un poco la idea de regresar al pueblo, eso es algo obvio y claro para cualquiera, pero aun no renuncia a la idea de hacerte cambiar de opinión, pero… se ha quedado sin argumentos y como todo niño solo puede repetir una única palabra -pero, pero, pero…- dice mirándote con unos grandes ojos como de niña buena a punto de romper en llanto; pero al ver cómo le extiendes tu enorme mano deja de resistirse y la toma tímidamente -de veritas no quiero regresar…- dice entristecida cubriéndose con una de las cobijas; aun ya para estos momentos la fuerte ventisca que azotaba los picos ha cedido bastante, y solo es una briza que hace silbar las paredes de la caverna donde están -antes de irnos… ¿me dirias donde tienes a los Wendimon y a Monjyamon…?- pregunta alzando la vista para poder mirarte a los ojos -dijiste que los conocías y los habías ayudados, pero… hasta ahora no me has dicho… donde están…- balancea un poco su brazo libre -vamos, dime… ¿sí?- te pide saber sonriente

– (Regresar en esta apariencia al pueblo provocaría pánico, pero de otra forma, aun sin la ventisca no podría garantizar que esta niña sobreviva al trayecto) – medito en una solución haciendo memoria, al único que me interesaba interrogar era al monje, con lo cual lo mejor sería ir directamente al templo eludiendo el poblado – (Ese viejo loco cree que soy parte del folclor de sus creencias… “León de nieve”… ¡Hmpf! vaya estupidez) – su petición informativa sobre donde tenía a sus... “amigos” era algo que ya me esperaba, será una niña pero no es estúpida por ello – A Monjyamon lo envié de regreso… a su hogar, mientras que a los Wendimon… – silencie un momento, debido a que no encontraba la forma adecuada para explicarle los acontecimientos – (Solo forzándome a mí misma puedo decir que buscaban el sobre protegerla… pese a ello…) Tuvieron un combate donde gastaron una gran cantidad de energía… por ahora se encuentran en un espacio donde podrán recuperarse; no tienes nada de qué preocuparte – mientras voy explicando la cargo en brazos – Sujétate con firmeza – solicito saliendo de la caverna, y una vez estamos fuera, valiéndome de poderosos saltos al frente seguidos de unos cuantos deslizamientos en la nieve que se juntó durante la ventisca me pongo en marcha de regreso al pueblo, pero tomando una desviación para ir directamente al templo – (Tengo que hablar con ese monje… tengo la impresión de que solo le mintió a esta niña y le hizo creer esa historia del árbol; seguramente la verdad sea que por alguna razón perdió la memoria y él se vio obligado a fabricarle ese recuerdo…) – no tenía otra explicación lógica y “Creíble” más que esa, y no podía asegurar nada hasta no hablar con el monje que se había hecho cargo de ella – (¿Qué pudo ser tan traumático como para tener que sustituirle sus recuerdos…?).